-¿Shiryu? -Adivina controlando sus emociones

-si soy yo -

-¿Dónde están? -Pregunta, el fénix -los he estado buscando, alg.....

-Tranquilo -interrumpe, tratando de calmar a su compañero -Ya estamos aquí en la clínica Izumi, Seiya esta ahora platicando, o mas bien tratando de platicar con ...

-¿Qué les ha dicho?- ¿Dónde esta mi hermano? -Preguntó excitado

-¡¡¿No esta contigo?!! -Exclamó asustado Shiryu, ese había sido el motivo principal de su llamada, localizar a Shun, mas de uno volteo a verle

-Tienes que encontrarlo -exclamó un asustado Seiya que había arrebatado el teléfono -Hyoga dice disparates, pero creé que Shun podría estar en peligro

Ikki, no espero mas, odiaba ese tono de Seiya, porque sabia que decía la verdad. Se apuro a su coche, esquivando a mas curiosos, todo esto estaba muy extraño. Ayer en la cena su hermano llama para decir que va ir junto con Hyoga a pasar la tarde en la torre de Tokyo y luego la señora le dice que dos sujetos llegaron para armar algarabía, ¿qué estaba pasando? Y encima, su querido hermano podría estar en peligro, ¿de que?

Arranco su automóvil con furia reflejando el miedo en el chillar de los neumáticos, decidió tomar la ruta de cementerio de Ayoma, quizá fue la suerte o fue el trafico que para esas horas del día se ponía peor.

Manejo con la cabeza llena de preguntas, lo suficiente para distraerlo mientras esperaba el siga del semáforo, una mariposa revoloteaba cerca del lado del conductor, una hermosa mariposa no mas grande que la palma de una mano, taan blanca como la nieve y ligeros destellos rosados, su constante batir de alas hizo que Fénix se volteara.

En el mar de tumbas alcanzó a distinguir dos siluetas, claramente una asemejaba a su hermano. Sin pensarlo siquiera salió del auto, uno que otro conductor se quejo sin éxito alguno.

La nieve cubría las tumbas de una ligera capa de nieve, Ikki corrió a todo lo que pudo por la espesa capa de casi 15 cm del agua congelada que ocultaba los senderos del campo santo, los arboles como guardianes desnudos ofrecían una agradable sensación de tranquilidad, el incienso de algunos nichos recordaba al ambiente de algún templo Zen, con sus cantos mansos al atardecer y sus oraciones al amanecer.

Y ahí estaba, Shun sonriente, feliz, y sentado cómodamente en una de las bancas muy cercana a las tumbas, un hermoso árbol crecía justo detrás, aunque desnudo su silueta era singular, había algo en él que recordaba a la flores del cerezo en primavera, en la época del hanami, quizá por eso Shun estaba sentado en esa y no en otras mas cómodas y secas. Usaba el odiado abrigo viejo del ruso, de Hyoga. Sus manos juntas envolvían cariñosamente un objeto, del cual solo se podía ver una cadena plateada con grandes eslabones, redondos, muy parecido a cuentas de grandes rosarios católicos.

Shun al ver a su hermano aparecerse justo enfrente de él sonrío, al lado estaba una chica claramente extranjera posiblemente de Europa, era rubia de ojos azules, mirando cuidadosamente recordaba ciertas facciones del santo de Hielo, ojos fríos, hermoso rostro. Los dos habían estado platicando amenamente hasta ese momento, como si hubiesen estado esperando que llegara alguien.

-Shun ¿qué haces aquí? -preguntó ya un poco mas aliviado -me has puesto un terrible susto.

-Lo siento hermano - solo dijo el pequeño sonriendo, como si eso fuese el menor de sus preocupaciones

-¿Le conoces Shun? - pregunto la rubia con un acento muy raro

-Oh si, lo siento - sonrio Shun -Mi hermano mayor Ikki -miro al chico de cabellos azules -Origa

-Mucho gusto -medio hizo una caravana japonesa, no importándole la extranjera -nos tenias preocupados -añadió -anda regresemos con los muchachos

-no -dijó decididamente el joven de cabellos verdes

-¡¡¿pero que dices?!! -exclamó sorprendido -No te puedes quedar aquí, mira - caían unos pocos copos -¡¡va a nevar de nuevo¡¡

-No, ya te dije que no- dijo seriamente Shun

-Tiene que ver con el ruso - Ikki declaro despectivamente, Origa le miro sorprendida

-¿Has visto a Hyoga? -pregunto con una mezcla de sorpresa y preocupación. -¿Esta bien?

Con estas palabras una rabia se manifestó en los ojos de Ikki, no sabia que habia pasado en tre los dos, ni como su hermano había llegado al cementerio de Aoyama, pero seguro que el cisne tenia que ver en esto, en cuanto pusiera a su hermano en algún lugar cómodo y caliente iría a la clinica de Izumi a asegurars que el ruso pasara una larga temporada ingresado.

-No, no lo he visto -mintió claramente Ikki

-Pobre -exclamó Origa muy preocupada

-¡Vamonos a casa hermano! -insistio de nuevo Ikki

-Ya te he dicho que no - contesto aun mas seriamente, sus manos apretaron con firmeza la cruz -no me iré de aquí hasta que no venga Hyoga

-¡¡¡¡Que!!!! - exclamo casi alterado con es frase, no lo pudo evitar y cargo a su hermano a su hombro en un solo movimiento. Origa sonrío -esta ves no harás mas caprichos hermanito -dijó Ikki ya con su hermano al hombro quien trataba de escaparse, Shun estaba cansado no podía opone mucha resistencia, salvo suplicas que le dejará en l cementerio, que no sabia lo que hacia, e Ikki prestaba oídos sordos a tales suplicas

-Hasta pronto Shun - se despidió Origa moviendo una mano, de pie junto a una de las tumbas. Los copos de nieve solo habían estado cayendo por debajo de las ramas del árbol y súbitamente dejo de hacerlo, la joven extranjera se agacho y recogió algo, un pétalo blanco como la nieve, como la flor del cerezo joven cuyas raíces jamas han probado la sangre de un cadáver. -Do svidaniya moi chistîaya deusha -susurro la joven caminando en dirección contraria

El cementerio de Aoyama era inmenso, tardaron por lo menos 10 minutos en salir de él en el auto, Shun desde que arranco el carro, simplemente cerro sus ojos acercando a su rostro el rosario, murmuraba algo. Ikki estaba feliz, de al fin haber dado con su hermano, en cuanto llegara a casa sabría toda la verdad, volvió a meditar.

En la primer manzana recorrida fuera del Aoyama-boshi un semáforo les detuvo, y trato de entablar conversación -Shun, ¿Fue él? No es cierto, esta ves seguro que me oye ese mal....

Una ves mas interrumpía el teléfono, Ikki hizo una mueca, de esas de querer acabar con todos los teléfonos del mundo, contesto el teléfono, odiaba mas a la musiquita que producía que a al aparato en si

-¡¡¿QUÉ?!! -rezongó por el teléfono queriendo acabar con la conversación, girando su cabeza para ver el paisaje de alado, unos cuantos edificios bien cuidados y aceras perfectamente limpias aunque con rastros de nieve en ciertos lugares, señalizaciones claras tanto en la calle como en los muros de la esquina, algunas personas cruzando la acera, un automóvil y varios camiones.

-¡¡Llévatelo de ahí!! -Urgió una voz -¡Llévatelo!

-¿qué te crees? -contestó con tono altanero Ikki

-¡¡Llévatelo a campo santo, a un santuario, deprisa o ellos.......!! -La comunicación fue interrumpida

-Loco -sonrió, al volverse para platicar con su hermano en su lugar encontró la puerta abierta y el asiento vacio.

-Demonios -gruñió saliendo del auto, no volvería a perder a su hermano. Unas mano les sujetaron ambos hombro acorralándolo contra el auto, dos tipos, dos hombres, con facciones típicas japonesas, cabello negro ojos negros, con una sonrisa especial, como de cierto placer al encontrar algo que buscaban, algo que podía provocar miendo en el alma humana

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aoyama-bochi Cementerio Aoyama (monte azul)

Y la frace de Origa... bueno esta en ruso y solo puedo traducirla hasta a siguiente entrega UU me prohibieron decir mas...

Suilad

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