Siento dejarlos a todos en ascuas... pero ni yo sé que va pasar en la siguiente entrega.
Gracias a todos por sus comentarios y sus preguntas poco a poco se irán resolviendo.......yo también quiero sabe quienes son esos tipos y que se traen, en serio si ya lo supiera hace mucho que esta historia estuviese completa.
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En la clínica Izumi
-Hyoga aun no puedes levantarte -reprendió Seya colgando el teléfono, -dicen las enfermeras que aun estas débil y debes estar en cama
-Seiya es que no entiendes- trato de protestar el rubio ante la terquedad de Pegaso, una y otra ves trato de explicarle las cosas, pero era imposible, sabia perfectamente que no le entendía, ni una palabra, todo por culpa de un malentendido con Jizou, el dios del templo de Zojoji en Shuba, al implorar su ayuda para proteger a Shun de esos bichos raros. Ese dios desconocido le especifico que nada podía hacer a menos que estuviera dispuesto a hacer un sacrificio. Hyoga no podía culparlo, después de todo, Jizou solo tenia poder en el infierno y no podía hacer mucho en la tierra, y lo que le había dado era lo mejor en esos momentos. Pero justo ahora, estaba desesperado por comunicarse con sus amigos, las enfermeras que le entendían, lo tachaban de sufrir alucinaciones hablando de demonios y criaturas de cuentos infantiles, la clínica tenia su especialidad en desordenes mentales y esto parecía un caso típico. Si que era desesperante. Se sentó resignado en la cama, no le interesaba estar cansado, ni lastimado, solo quería saber que Shun, su amor estuviese bien.
-Trata de descansar - animo Seiya -no se que tratabas de hacer en el teléfono gritando en ruso, si hablas muy bien japonés
Hyoga solo esbozo una mueca de burla, como de mejor te callas que no sabes lo que dices, y lo vio salir. Se acomodo mejor en la cama e hizo un recuento de las cosas que habían pasado, aun no entendía que había pasado. La luz del medio día entraba de lleno en la habitación blanca, el silencio que ofrecía la habitación era el indicado para meditar y tratar de entender las cosas.
-¿tu que crees Shiryu? -Preguntó Seiya sentándose en una de los sillones de la ala de espera de la clínica, su mejor amigo le ofreció un vaso con café de una maquina no muy lejana, debió un poco claramente con disgusto, el sabor no era de lo mejor y tampoco entraba en la categoría de aceptable, en breve un café terrible.
-Debí haber ido a la cafetería por café, esto esta horrible -Contestó Shiryu refiriéndose al café
-El café no - exclamo bebiéndose todo el café de un solo trago -¡De Hyoga! ¿tu que crees que le paso?
-No lo sé - contestó Shiryu mirando al chico de cabellos cafés- Es difícil pensar en alguien que pueda lastimar así a nuestro amigo, y dudo que haya sido Ikki ya ves lo que nos dijeron las enfermeras.
-Si es cierto -suspiró Seiya hundiéndose en el sillón -¿quién pudo propinarle semejante paliza? Si tan solo dejara de hablar en su lengua materna......
-¡Hola muchachos! -saludó una jovial voz, y antes de pode siquiera voltearse y responder el saludo pregunto -¿cómo se encuentra? Recibimos el mensaje y venimos en cuanto pudimos
-Hola- saludaron los dos santos al mismo tiempo, levantándose, delante de ellos estaban Saori Kiddo usando un hermoso traje de algún famoso diseñador europeo, Tatsumi a su lado claramente molesto y del otro Jabu, inspeccionando el lugar con la mirada.
-Vamos digan algo -se impaciento en unos instantes Tatsumi, también había recibido el mensaje de la clínica, sabiendo que esta visita les había hecho cancelar una reunión importante, , tanto Shiryu como Seiya no encontraban las palabras exactas
-Se encuentra bien -habló primero Shiryu- tuvo mucha suerte, ahora mismo esta en su habitación descansando
-Pero esta de necio -interrumpió Seiya -no quiere hablar japonés
-Esta bien -sonrío la chica de cabellos lavanda -Tatsumi haz los preparativos necesario, informa a nuestros asociados que hoy no podré atenderlos-, ordeno con suave voz
-pero Señorita Saori
-Deprisa Tatsumi -dijo con la voz un poco mas firme, los tres jóvenes sonrieron al verle marchar refunfuñando
-Ire a verle -declaró la chica encaminándose a la habitación de Hyoga.
La habitación pintada con colores muy cercanos al blanco lucia vacía en comparación a la sala de espera, solo las camas, unas cortinas para brindar un poco de privacidad, n aire seco y característico de las clínicas y hospitales, y por supuesto una gran ventana en uno de sus costados, por la cual se iluminaba toda la habitación. En la cama más cercana a la ventana, dormía Hyoga, no se le veía muy tranquilo, la preocupación teñía su rostro, lentamente se acerco a él, tratando de adivinar que había pasado.
Una enfermera entro poco después, traía consigo las herramientas para poner suero. Esto intrigo mas a la joven reencarnación de Atena, su amigo y santo se le veía bien, no había razón para ponerle suero ¿o si? Gentilmente puso una mano en la frente del ruso queriéndole dar a conocer que ella estaría a su lado, un cálido sentimiento le cerró los ojos.....
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El cantar de los parajíllos, armonizado por los sonidos del despertar de la ciudad, cálidos rayos del sol acariciar la piel, incomparable cuando una mano de suave piel se posaba en las mejillas, abrir los ojos y perderse en el verde de aquellos que contemplaban ahogados en amor.
-Buenos dias -suave saludo, seguido de tierno beso.
Brisa matutina, despeinando al dueño de su corazón, esa sonrisa solo para él, sus cabellos flotando recordando el verde del verano, se acerca y mueve algunos mechones dorados del rostro
-Ya tebya lyublyu
-y yo a ti Hyoga
Aroma de chocolate, risas, Seiya bromeando mientras caminan de regreso
-No se olviden de faltar -se despide alegremente el chico de cabellos cafés
-Claro que no, no se te olvide de decirle a mi hermano -grita sacudiendo su mano por encima de su cabeza, mientras la otra se aferra a la cintura -al fin podremos decirles Hyoga-koi
Calidez de labio contra labio, en la seguridad de casa contra el frío, odian tener que separase pero el llamado es intenso en la puerta, se vuelve para mirar a su amor mientras se acerca a la puerta.
Dos desconocidos
Dos problemas.
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Saori despego su mano de la frente, había visto tantas cosas en un segundo, no podía procesar toda esa información de golpe, se sentía mareada y confundida, algo le llamo la atención mientras seguía de pie junto a la cama, la enferma seguía con ella, continuaba con su labor de poner el suero, entendió que paso solo unos segundos. Pero.....
Decidida Saori rodeo la cama hasta encontrarse con la enfermera, le detuvo de insertar la pequeña aguja en las venas de su amigo, las dos se miran, ella le da una gran sonrisa, Saori ve en sus ojos algo que en definitiva esta muy mal, la joven enfermera con su mano libre sujeta un objeto de la bandeja y sin quitar esa hermosa sonrisa se dispone a atacar a Atena, Saori responde simplemente con una cachetada, la chica deja caer el objeto, un bisturí. Saori tiene que retroceder, la cara de la enfermera trasformado en una calavera con jirones de carne y venas le miraba, si sonreía Saori no pudo adivinarlo. En segundos el cuerpo de la joven se desbarataba convirtiéndose en un pequeño montículo de ceniza y polvo, en cual reposaba un papel, de forma rectangular, Saori recogió el papel, podía distinguir los kanjis en una bellísima caligrafía a mano tan antiguo que era difícil de leer, le cruzo la idea de llevarlo con los muchachos.
El papel se retorció como un gusano unos instantes, después se irguió totalmente, de su parte meridional aparecieron marcas, marcas que se abrieron, como parados sin pestañas.
