Este capitulo va dedicado a Nax, quien se convirtió en mi lectora beta, gracias Nax!!!
Espero ya no dejarlos con dudas, creo ya es uno de lo últimos capítulos y creo que ya solo falta resolver unas cuantas preguntas........
Besos.
Perdonen que no conteste a cada uno, pero... tengo la cabeza perdida...
Advertencia: Para entender esto hay que leer el resto del cuento, ya me traume porque me dicen que esta lindo, que no entienden y que luego van a leer el resto..... ¬ ¬
-¿Shun? -preguntó dulcemente, no hubo contestación, solo sollozos -Shun - fue un tono mas compasivo, mas compresivo, en breve el dueño de aquella voz tranquilizante abrazo a Shun, ayudando a sacar toda esa pena -Llora Shun, con el tiempo te reirás de esto -añadió acariciando el cabello del joven peliverde.
Los pálidos pasillos de la clínica, denotaban un vacío de emociones, una ausencia de calidez. Tanto monje como joven, allí abrazados parecían una mancha, que rápidamente debía ser limpiada. Una doctora, de infinita paciencia se arrodillo a su lado
-Hayawaka-sama - hablo quedamente la doctora hacia el viejo monje que abrazaba a Shun, cubriéndolo con sus vestidos amplios tratando de protegerlo a la ves del frío que imperaba en los pálidos pasillos. Al oír su nombre se giro lentamente encontrándose con la sonrisa de la experimentada doctora.
-¿Usted conoce a este chico? -preguntó algo preocupada
-Si - asintió el monje - a ambos
-¿Hay alguien a quien debamos llamar? -La mujer sonrio al ver que el monje asintió de nuevo
-¡¿Por qué hiciste eso?! -gritó enfadado Ikki, sin quitar la vista del camino, conducía velozmente por la vía expresa número tres que cruzaba prácticamente todo Tokyo de este a oeste, Ikki no tenia idea a donde ir, su instinto solo le decía mantener el auto en movimiento, alejar a su hermano de aquellas criaturas, de Hyoga.
-Por que no quiero que estén problemas - susurro Shun guardando el teléfono en una de las bolsas del abrigo.
-Pero, ¡¡el que esta en problemas eres tu Shun!! -Exclamó Ikki una vez mas, cambiando de carril
-Yo, no ....... - respondió alzando la vista
-¡¡¡Ese ese......-Interrumpió, no podía pronuncian ningún nombre o apodo para el ruso - quería llevarte al infierno!!! - exclamo Ikki casi horrorizado con la idea, miro por unos segundos el rostro de Shun tras esa frase, noto que su cara estaba feliz y sonriente, como si el comentario no le hubiese molestado en la mas mínimo. -No lo entiendes, él....
-Eres tu quien no comprendes hermano - alego Shun, colocándose nuevamente el gorro del abrigo, cerrando sus ojos al contacto d la suave piel en sus mejillas, recordando algo igualmente suave.
-entonces dime, háblame Shun -Exigió el mayor de los dos, por momentos, todo tenia sentido, y su hermano parecía estar en un extraño sueño ilógico.
-Vamos casi es tuyo esta vez - dijo el hombre barbudo caminando al lado de Hyoga, sonriendo
-No entiendo - suspiro el rubio -se supone que vendría conmigo, que no opondría resistencia
-Los seres humanos son difíciles de entender
-Ademas me dijo algo -se detuvo a contemplar el cielo, removiéndose un poco sus mechones dorados
-¿qué te dijo?
-"Gracias, ahora ya se la respuesta" - Suspiro - no lo entiendo, ¿por qué? Si no quería venirse conmigo, ¿porque se deshago conmigo?
-¿quién fue? -preguntó curioso Jabu, al ver la cara de sus dos amigos, ya dentro en la sala de espera, el silencio lo inquietaba, ambos amigos Seiya y Shiryu, lo miraron seriamente, con la que decidió callarse.
La clínica Izumi lucia exactamente igual que al día anterior, salvo que las enfermeras de guardia eran otras, mas alegres, jóvenes y entusiastas .
Origa platicaba con las enfermeras, hablaba en ruso fluidamente con ellas, Saori aun sosteniendo el rosario, miraba desinteresadamente el lugar, pronto sus ojos se fijaron en un hombre, cualquiera lo haría, ese hombre vestía un traje tradicional de los monjes shitnoistas, con olores en azul obscuro dado su calidad de visita, inconscientemente camino hasta el hombre e hizo una suave reverencia, el monje le devolvió el saludo amablemente con una sonrisa.
Shiryu y Seiya notaron esta acción sencilla, y fueron hasta donde su amiga, imitándola en aquel saludo. La dama extranjera, se quedo al lado del mostrador, sonreía, ocultando algo con esa sonrisa.
Pasaba de la media noche, Shun caminaba confiadamente al lado del monje, unos cuantos copos de nieve caían en los jardines de Shuba, los dos se dirigían al templo.
-Por lo que me has contado te ofrezco mi techo esta noche - susurro el monje en su caminata, convenciendo a Shun de salir un poco a tomar el fresco, no sin antes dejar algunos datos n la clínica para su otro amigo Hyoga. Hayawaka Minoru engañaría al joven Shun de ser necesario, para prestarle ayuda a ambos, conocía sus penas y sus temores, haría lo que fuera necesario para no dejarlos solos, y menos en esos momentos, d necesidad y angustia. -Si no quieres ir con tus amigos
Shun negó una ves mas -no quiero involucrarlos - susurro el joven - ya han tenido demasiados problemas, y aparte mi hermano....
-¿tu hermano? -era la primera ves que oía mencionar a Shun de un hermano, en todos os meses de conocerlo, rara ves hablaba de sus amigos o sus conocidos
-Él......- el recuerdo amargo volvió, callo. Una tímida lagrima asomó por sus ojos, Minoru entendió lo que debía significar, le abrazo
-Rezaremos por Hyoga esta noche - sugirió, el joven asintió tratando de dibujar una sonrisa como agradecimiento, ya veras que todo saldrá bien - sonrío el monje. /i
-¡No comprendo tu actitud Shun ! - grito enfadado Ikki, pocas veces perdía la paciencia con su hermano, hoy era una de esas veces, Shun no quería hablar mucho del tema, aveces respondía una pregunta a veces hacia un comentario sobre el cielo y otras simplemente se quedaba callado. Ikki tampoco ayudaba mucho, hacia preguntas muy extrañas, hablando deprisa y enfadado. Hasta que finalmente los dos quedaron silencio, Shun podía ser tan testarudo como el mismo Seiya y eso le enfadaba demasiado a Ikki, opto por esperara a que su hermano estuviese liste para hablar. El trafico por la vía expresa aun era tranquilo, así que podía seguir conduciendo despreocupadamente.
-Minoru me engaño - comenzó sollozando Shun después de rato - me dijo que no les avisaría, que todo saldría bien....
Ikki al oír lo sollozos no pudo evitar orillar el automóvil en un segundo, llevándose algunos insultos de otros choferes, paro el carro y abrazo a su hermano, no le gustaba ver a su hermano llorar
-Tranquilo Shun - susurraba - de todos modos nos íbamos a enterar, Saori se hubiese dado cuenta primero y lu....
-que Hyoga despertaría..... -sollozó, Ikki no pudo evitar enfadarse, el ruso faltaba a su promesa, hacia llorar a su hermano, - y los demonios dejarían de atormentarlo -¿Había oído bien? ¿los demonios atormentaban a Hyoga? Ikki pensó que seguro era un castigo divino por sus actos -......todo por mi culpa.... -siguió sollozando.
¿culpa de su hermano? Seguramente lo decía para proteger al ruso, Ikki sabia hasta donde podía ser capaces de hacer el uno por el otro
-No Shun, tu no tienes la culpa - le dijo acariciando los cabellos rebeldes de su hermano, alcanzo a ver por el retrovisor a dos tipos corriendo hacia donde estaban, con mucho dolor, se separo de su hermano y puso de nuevo en movimiento el auto. No tenia ganas de perder a su hermano de nuevo.
-Veo señorita que usted tiene el rosario de Hyoga -comentó el monje poco después de invitar a Saori sentarse a su lado
-¿Cómo sabe que es de Hyoga? -preguntó Seiya lleno de curiosidad
-Porque cono....
-¿Conoce a Hyoga? - se unió Jabu después de un rato interrumpiendo al monje
-Vamos, la enfermera ha dicho que podemos pasar a ver a su amigo -urgió Origa nuevamente, el monje sonrío ante la palabras de la mujer, sin quitarle un ojo de encima.
-Adelántense -pidio Saori sentada junto al monje, tenia ganas de platicar con él, no sabia muy bien porque pero así lo sentía
Los jóvenes asintieron y caminaron guiados por Origa a través de los pasillos, perdiéndose de inmediato de la vista de Saori y del monje
-¿por qué no fue con ellos señorita? -preguntó amablemente el monje
-Porque quisiera saber como es que conoce este rosario - el monje sonrió al ver el rosario en manos de la joven Saori.
-no llores por favor - una voz familiar resonó entre los muros de papel de la casa al estilo antiguo japonés del monje, Shun cono muy bien el timbre de esa voz, por mas dormido que estuviese gracias a los efectos de una pastilla, podía oírla, podía oír esa vos susurrándole al oído -Shun -
El joven abrió sus hermosos ojos, aun con señales de un profundo llanto. El cuarto claramente vacío, podía haber sido su imaginación, aunque tenia la calefacción prendida sentía frío, el vaho era claro cuando respiraba. Era el frío de la noche, quizá pero había algo muy familiar, uno que amaba, sonrío y se dejo envolver por esa sensación de paz que le traía. Cero sus ojos nuevamente, Shun sintió como si alguien le acariciara el cabello, como si quisiera tocarle la piel, suspiro dejándose llevar por el sueño.
Fuera de la habitación velaba el monje Minoru, frente a un pequeño altar donde tenia el rosario de Hyoga y cantaba algunas oraciones. Callo un momento al sentir un poco de frió, al sentir aquella presencia como buen mago onmiyu que era
-No deberías estar aquí, amigo mío - susurro al aire, sintió una brisa fresca -esta muy asustado por ti, y temo que vaya a hacer una locura si tu....
El monje cerro los ojos sintiendo la temperatura elevarse poco, como si la presencia se marchara, al abrió los ojos noto que la cruz estaba en el suelo, colgando, como si hubiese sido movida con cuidado , recordando las cruces de las iglesias cristianas. Minoru sonrío.
Se puso de pie y fue a otra habitación regresando n pocos minutos, se arrodillo frente al altar colocando tres papeles frente a este, con un pincel que trajo, escribió tres hechizos diferentes, uno lo puso en la cruz, otro desapareció y el tercero lo introdujo en una de las bolsas del abrigo.
Ikki detuvo el carro a una orden seca de su hermano, Shun abrió la puertezuela del automóvil y se bajo rápidamente, las escalera sin nieve la subió rápidamente Ikki solo le siguió muy de cerca, ya no hacia mas preguntas, todo era un caos.
-Mi nombre es Minoru - dijo el monje al lado de Saori sonriendo, la arrugas de su cara armoniosamente dibujaban paz en su cara - conocí a Hyoga y a Shun ya mas de un año, cuando paseaban en los jardines de mi templo en Shuba -explicó sabiendo que tenia toda la atención de la joven Saori - y se acercaron a pedir un deseo -Es costumbre que en los templos se cuelguen pequeñas tabletas de madera en donde la gente cuelgue sus deseo o se escriban en tiras de papel y sean atados en ciertas partes del templo -parecía que le pedían a Jizou viajar pronto. En cuanto me vieron los dos se rieron y creo que desde ese momento nos volvimos buenos amigos
-Maravilloso - sonrío Saori - también le platicaron de nosotros? - pregunto curiosa Saori
-¿Porque no le pregunta? - sonrió el monje, Saori alzo la vista, no pudo creer lo que veía.
Shun entraba por la misma puerta por la que cualquiera ingresara la clínica Izumi, vestía el abrigo viejo de Hyoga, se le veía cansado y algo preocupado, detrás de él parecía su hermano, quien se veía molesto como siempre y a la ves sorprendido.
-¡¡Ikki!!, ¡¡Shun!! -exclamó Saori con alegría corriendo a abrazarlos, Shun con cierta sencillez la evito caminando hacia el monje.
-¿Por qué Minoru? - reclamó con voz suave sabiéndose en una clínica donde se necesitaba la calma
-¿porque que Shun? -Jugó con las palabras el monje sin dejar de sonreír
-Dijiste que no los involucrarías -reclamó nuevamente
-no lo prometí Shun, no podía dejarlos solos - explico tranquilamente
-Pero los demonios atacaron a mi hermano y....- Shun perdía el poco auto control que tenia, el simple echo de estar en este lugar le quebraba, Ikki que se había mantenido serio fue hasta donde su hermano menor y lo abrazo, por segunda vez en el día Shun se desahogaba.
Saori se limito a contemplar la escena y se acerco, sabia que el rosario debía regresar a manos de su legitimo dueño, con cuidado se dispuso a pasarlo por el cuello, el monje le sujeto las muñecas, negando con una sonrisa.
-¿por qué se deshago conmigo? - volvió a preguntar el rubio ante el silencio del hombre, le jalo de la camisa y le obligo a mirarlo
-¿quiere que sea sincero? -preguntó con una sonrisa
-Si - contesto fríamente Hyoga
-porqué al igual que una madre reconoce el llanto de su hijo, - sonrío al ver la cara de incredulidad del ruso- ese joven ha visto a través de tu de tu alma y ha visto la verdad y ahora sabe lo que quiere, sígame - camino de nuevo hacia un árbol de cerezo completamente desnudo desapareciendo poco antes de tocar el tronco, el rubio intrigado le siguió desapareciendo en el mismo lugar
Origa abrió la puerta de la habitación siguiendo las instrucciones de la enfermera, avanzo silenciosamente seguida por lo tres santos, Seiya noto que la habitación estaba vacía, completamente, la única cama parecía no haber sido ocupada en días
-¿Y donde están? - pregunto Seiya con su curiosidad innata
-Aquí estoy - dijo una voz muy grave - perdónenos señora, se nos escapo, cumplimos con nuestro trato pero algo mas fuerte lo alejo de nosotros.- Los tres santos se volvieron, habían jurado que la habitación estaba vacía, sus ojos no daban crédito de la sombras aparecía un hombre de traje con una barba espesa y a su lado, su camarada, Hyoga
-madre - murmuro sorprendido al ver a Origa junto a los otros tres santos
