9.- La carta
Durante el par de días siguientes a su salida de la enfermería, Leo fue el blanco de casi todas las miradas del cuerpo de estudiantes, que ya fuera a sus espaldas o delante de él murmuraban sobre lo sucedido. No que a él le importara, estaba demasiado acostumbrado a ese tipo de situaciones como para que llegara a molestarlo… si no hubiera sido por eso, habría sido por otro motivo.
Estaba furioso con su padre, como se lo había hecho saber a su medio hermano, por lo que él creía una situación totalmente injusta, sin importarle lo que su hermano o Hermione pudieran llegar a decir. El hecho de que le hubiera retirado el permiso para ir a Hogsmeade y que le hubiera pedido tanto a Dumbledore como a McGonagall que se asegurasen de que no podía salir por ninguno de los muchos pasadizos secretos que el muchacho conocía, lo ponía furioso.
- Leo,- solía decirle Hermione.- Tu padre tiene todo el derecho a castigarte si considera que tu actitud o tus acciones no son las correctas. Tal vez, tú no estás acostumbrado a tener un padre y a su vez, él no sabe como tratarte como debiera porque ha criado a Malfoy desde que era un bebé y a ti te trata igual, ¡pero la cuestión es que lo habléis!
En aquellas veces, Leo sencillamente la miraba y negaba con la cabeza a la vez que pensaba que era una tontería todo lo que su amiga le decía; Claro que cuando también se lo decía Draco comenzó a pensar que tal vez ambos tenían algo de razón… ¿Debería tal vez darle una oportunidad a su padre en ese sentido? Jamás había recibido nada de los adultos excepto decepciones, hacía mucho tiempo que había dejado de esperar que los adultos actuaran de forma responsable con respecto a su persona y se le hacía muy difícil el volver a confiar en ellos de esa forma… ¿Quién le decía que no le volvían a girar la espalda en uno de los momentos que más lo necesitaba?
Fue por ese motivo que Leo se enfadó también con el profesor Lupin y con Sirius cuando estos le dijeron que estaban de acuerdo con su padre y que este tenía todo el derecho a castigarlo. Además, lo que más le enfadaba era que todo el mundo no hacía otra cosa que decirle que hablara con él para resolver sus diferencias. Al final, el muchacho tan solo conversaba con su mascota Dáyelin.
- No entiendo porque todo el mundo me dice lo misssmo. Todoss quieren que hable con él…
- Si todoss quieren que habless con él, tendrán algo de razón, ¿no creess? Ess impossible que todoss sse equivoquen… - Le dijo la serpiente muy razonablemente.
- ¿Y que le voy a decir? ¿Qué no quiero que sse meta en miss assuntoss?
- No… pero ssí como te ssientess.- Explicó Dáyelin.
- ¿Furiosso?- Dijo él a su vez.- ¿Quieress que le diga que me ssiento assi?
- No… como te ssientess con resspecto a ssu autoridad… Debe ssaber que tú no eress tu hermano.- Explicó la serpiente con paciencia.
- Lo penssaré.
Después de aquella conversación con Dáyelin permaneció muchos ratos pensando en ese tema y viendo los pros y los cotnras de una conversación con su padre… es cierto que podía ganar varias cosas pero también era cierto que su orgullo era lo que le impedía que hablara con él.
Durante estos momentos pensativos, y sin que Leo fuera consciente, era observado con atención por varias personas: sus amigos gryffindors, su medio-hermano, su Jefa de Casa, el profesor Snape y por el mismo director. Todos ellos deseaban saber como acabaría reaccionando el muchacho antes los recientes acontecimientos, o tal vez, no tan recientes ya que ya había pasado aproximadamente un mes des lo ocurrido en Hogsmeade.
Tal vez hubiera pasado bastante más tiempo sin que el joven gryffindor no hubiera tomado ningún tipo de decisión con respecto a su padre, si no hubiera sido porque aproximadamente por aquel tiempo, pasó un acontecimiento que no era para nada… esperado.
Era un sábado por la mañana, estaban en mitad del desayuno y no faltaría mucho para la llegada del correo, Leo igual que otras veces permanecía en silencio mientras pensaba en su situación con respecto a su padre cuando comenzaron a llegar las diferentes lechuzas con el correo de los estudiantes. Aquello no hubiera sido diferente de otros días si no hubiera sido porque un gran búho negro llegó hasta delante del muchacho gryffindor con una carta en su pata.
Si lo observabas bien, podías tener la sensación de depredador… había algo un tanto inquietante en aquel ave… casi como si se tratara de una especie de portador de la muerte. Bueno, al menos orgulloso era.
Leo no supo porqué, pero cuando lo vio sintió una extraña sensación de inquietud y anticipación en la base del estómago. Como si aquel búho llevara una carta desde el mismo infierno. Con cierto nerviosismo, tomó la carta y tras inflar sus plumas, el ave se marchó con rapidez.
- Leo, ¿de quien es?- Preguntó Hermione un poco insegura.
- No lo sé… y no sé porque me da mala espina.- Contestó el rubio antes de mirar el remitente.
Cuando giró la carta vio un sello que le hizo palidecer considerablemente; el sello lacre que había en la carta era la Señal Oscura. Sabía de quien era la carta, no había otra posibilidad… era del mismo Voldemort.
Con mucho cuidado abrió la carta dispuesto a soltarla si veía que podía ser peligrosa. Era cierto que en su mente apareció la imagen de su padre y supo que le gustaría que fuera él quien la abriera para asegurarse que a su hijo no le pasara nada; pero después de todo era su correo, ¿no?
"Mi muy estimado Sr. Malfoy,
Espero que no te moleste el que me haya dirigido a ti directamente en vez de haberme comunicado antes con tu padre, pero consideraba que el contenido de esta carta era mucho más adecuado que se dirigiese directamente a tu persona que no a la de tu padre.
El motivo principal a esta carta, consiste en mi deseo de disculparme por como me comporté contigo durante nuestra corta entrevista hace un mes; estoy tan rodeado de personas incompetentes y manipulables que a veces me olvido de cómo debo comportarme ante las personas que muestran la fuerza y entereza necesaria para considerarlas un igual.
Creo que ya te dije en su momento que me gustaba tu actitud (aunque no tus ideales) y tu forma de ser. Aprecio la valentía, eso es algo que he apreciado siempre y por lo que he llegado a admirar a muchos de mis propios enemigos. De hecho, creo que tu propia fuerza puede ser comparada a las de dos de mis peores enemigos: Dumbledore y Harry Potter.
Entiendo que desapruebes mis propios ideales porque son totalmente contradictorios a los tuyos, peor espero que mientras decides entre luchar o permanecer neutro podamos ser amigos… es tan difícil encontrar a alguien que sea lo suficientemente interesante…
Con la esperanza de que te hayas recuperado completamente, se despide,
Lord Voldemort"
Leo observó la carta demasiado sobresaltado como para notar que sus amigos lo estaban mirando atentamente y planteándose incluso el coger la carta para averiguar quien podía ser su remitente. Si alguien le hubiera llegado a decir que el mismo Voldemort le iba a enviar una carta pidiéndole disculpas por su actitud hacía él, le hubiera llevado directamente a San Mungo para que lo ingresaran… pero, justamente la tenía delante… ¿Qué era lo que debía hacer ahora? Lo que daría porque alguien pudiera aconsejarle.
- Leo, ¿Qué ocurre?- Preguntó Hermione.- ¿De quien es?
- No pasa nada.- Dijo el rubio.
- Pero ¿de quien es?- Insistió Hermione.
- No creo que sea el mejor lugar para hablar sobre quien me ha enviado la carta.
Después de eso, Leo se levantó y salió del Gran Comedor, sin darse cuenta que su hermano lo siguió de cerca. Estaba demasiado confuso como para saber que era lo que debía hacer y para poder aclararse un poco, lo mejor era estar un rato solo y estudiar las cosas con calma y sin nadie que intentara interceder en su decisión. Sin darse cuenta sus pasos lo llevaron hasta el lago.
- ¿Qué debo hacer?- Murmuró para si el muchacho.- No se si esto esta complicando las cosas o si por el contrario podría dar algún tipo de beneficio.
- Si me lo explicas, tal vez yo pueda aconsejarte.- Dijo una voz nueva y bastante conocida también.
- ¿Qué haces aquí, Draco?
- Te seguí.- Explicó el Slytherin.- Me llamó la atención la carta que has recibido y por eso te estuve observando mientras la leías. Me extrañó tu reacción y por ese motivo cuando saliste del Gran Comedor te seguí hasta aquí.
- A veces, Draco, eres demasiado entrometido para tu propio bien.
- ¿Es una amenaza?- Preguntó el Slytherin mientras alzaba una ceja.
- Solo una advertencia.- Explicó.
Leo se sentó delante del lago y su medio hermano se sentó a su lado mientras lo miraba con expectación, peor durante un rato ninguno de los dos dijo absolutamente nada; se conformaban con el silencio. No fue hasta aproximadamente diez minutos más tarde que Leo le extendió la carta con tal de que la leyera.
- Leo, ¡esta carta es del Señor Oscuro!- Exclamó Draco una vez la terminó de leer.- ¿Sabías que era suya antes de abrirla?
- Sí.
- ¿¡ESTÁS LOCO!? ¿¡COMO SE TE OCURRE ABRIRLA SABIENDO QUE ERA DE ÉL!?
- En primer lugar Draco, se trata de mi correspondencia, y por lo tanto, soy yo y solo yo quien tiene derecho a abrirla. Comenzó Leo tranquilamente.- Y en segundo lugar si hubiera visto que podía contener algo peligroso la hubiera dejado caer inmediatamente y la sellaría de nuevo
- ¡Aún así era muy peligroso!
- Lo sé, pero que en mi vida no lo ha sido.- Replicó Leo.
Draco suspiró antes de volver a revisar lo que decía la carta. Cualquiera hubiera podido pensar que aquello se trataba de una broma, ya que el Lord Oscuro jamás se había comportado así con nadie, al menos que él supiera. Luego estaba el hecho que el único camino que se le ocurría para ayudar a su medio-hermano era a partir de hablar con su padre, algo que sabía bien que el otro no iba a aceptar de ninguna de las maneras.
- ¿Qué vas a hacer?- Dijo al fin.
- No lo sé.- Suspiró Leo.- A Dumbledore no quiero decírselo, al menos no por ahora… tampoco a mis amigos, armarían mucho jaleo, lograrían que más gente se enterara y luego se lo dirían a Dumbledore. Tal vez se lo podría decir a Snape, pero tampoco estoy seguro de que sea la mejor opción.
- ¿Entonces?
- No lo sé… debo pensármelo un poco más.
Draco asintió y tras darle un pequeño apretón en el hombro del gryffindor se levantó y volvió a la escuela. Leo se daría cuenta de que era lo que debía hacer sin necesidad de decírselo, lo averiguaría solo.
Aquella noche, Leo se encontró en la sala común de Gryffindor cuando ya todos los demás se habían ido a la cama, escribiéndole una carta muy detallada a su padre sobre que era lo que había sucedido esa mañana y preguntándole que era lo que debía hacer desde su punto de vista. Después de aquello, subió hasta su dormitorio y se preparó para acostarse; cuando amaneciera ya llevaría la carta a la lechucería para enviarla con Hedwig.
Nota autora: Hola a todos, solo es una notita cortita… (que es por el mismo motivo que no anda por aquí Silver) Estoy a punto de irme de vacaciones ( y tan a punto, tengo a mis padres ya bajado las maletas) y puesto que acabo de terminar de pasar esto lo cuelgo ya… entre otras, pq ya no volveré hasta finales de mes.
Espero que lo disfruteis, y hasta pronto!
