Capítulo 3. La voz.
Había pasado ya una semana desde que Yuri había hecho acto de presencia. El Dr. Stein consiguió hacerla pasar por una de sus nuevas asistentes. Les explicó a todos que ella había contraído una laringitis debido al cambio drástico de clima, y aunque ya estaba mejorando, su garganta aún debía guardar reposo. Rina la había puesto al tanto de lo básico y aún más, ya que Yuri demostró poseer una inteligencia asombrosa. "Esta chica podría aventarse fácilmente la carrera de medicina en 3 años", solía decir. Y no era para menos, en el poco tiempo que llevaba como asistente había conseguido que el Dr. Stein la considerara ya indispensable. Hasta él mismo se preguntaba cómo había podido llevar a cabo su trabajo hasta entonces sin su eficaz ayuda.
Y otra cosa: Yuri era extremadamente dulce. Siempre los trataba a todos con una sonrisa en el rostro y una mirada llena de bondad. Solían decir que bastaba con que ella sonriera para que el dolor y la molestia de los golpes desapareciera.
Wakabayashi, por su parte, se había conseguido una compañera de planta. Iban juntos a todas partes. A Yuri le encantaba levantarse con el alba y salir a correr con él por toda la ciudad. Cada vez que pasaban cerca del río, ella se mostraba un poco inquieta, pero fuera de eso, no daba señales de recordar gran cosa.
Lo más extraño era que, en efecto, ella parecía haber salido de la nada, nadie sabía de ella en las embajadas y en los registros de las fronteras no aparecía por ninguna parte. "Lo más probable es que haya entrado de contrabando al país".- decía el detective que seguía su caso.- "No hay otra explicación. Podría asegurar que la secuestraron y sus captores la arrojaron al Elba pensando que estaba muerta". Sin saber muy bien el por qué, la sangre de Genzo hervía de rabia al imaginar la escena, pero al mismo tiempo, un sentimiento nuevo y diferente surgía en él: el deseo de cuidar de ella y de no permitir que nadie volviera a lastimarla nunca. Estaba dispuesto a todo con tal de cumplir la promesa que le hizo.
Pues bien, esa mañana Yuri había decidido observar el entrenamiento del equipo, en vista de que había terminado temprano sus obligaciones. Wakabayashi la observaba de vez en cuando; se dio cuenta de que ella hacía varias anotaciones en la libreta que llevaba consigo. Al finalizar el entrenamiento, él se acercó a ver qué era lo que ella había estado escribiendo.
¿Me permites verlo?.- preguntó. Ella se encogió de hombros y le tendió el cuaderno.- ¡Vaya! Tienes muy buena percepción del juego... y estos esquemas que hiciste... son muy astutos, jugadas maestras... ¿me permitirías mostrárselos al entrenador? Podrían sernos muy útiles.- ella asintió, al fin y al cabo para eso los había hecho.
El entrenador se asombró de las anotaciones que había realizado Yuri; estaban hechas a la perfección. "¡Caramba!".- exclamó.- "Esta chica es muy observadora. Y extremadamente inteligente. No es una persona común". "Lo sé".- respondió Genzo.
Ya habían pasado 2 semanas, y aunque su garganta ya no estaba tan inflamada, Yuri aún seguía sin pronunciar palabra. El neurólogo que la atendía estaba considerando seriamente en tomarle una resonancia, pues pensaba que ella podría haber sufrido una lesión más seria de lo que había pensado. Wakabayashi estaba preocupado. Él tenía la esperanza de que en poco tiempo Yuri recuperaría su voz. Aunque, a pesar de eso, comunicarse con ella no resultaba tan difícil como podría esperarse. Era curioso, pero Genzo empezaba a comprender por qué Rina hablaba tanto con ella. Yuri tenía el maravilloso don de saber escuchar a las personas. No hacía falta que ella dijese algo, bastaba con que asintiera con la cabeza o realizara algún gesto. Él había adquirido la costumbre de hablar con ella todas las tardes, mientras tomaban una buena taza de café. Kaltz constantemente le decía a Wakabayashi que estaba empezando a enamorarse, supuestamente "en broma", pero él, invariablemente, lo negaba.
Al día siguiente, llovio toda la mañana y gran parte de la tarde. A pesar de eso, Wakabayashi se rehusó a dejar de entrenar, así que, al llegar a su departamento, estaba empapado hasta los huesos. Yuri había estado presente durante el entrenamiento bajo la protección de un paraguas, el cual Genzo se negó a compartir en el camino de regreso por temor a que ella se enfermara y lastimara aún más su garganta.
Por la noche, Wakabayashi empezó a sentir molestias. "Pareciera que voy a enfermarme".- dijo. Yuri le lanzó una mirada de reproche, como queriendo decir: "eso te pasa por entrenar bajo la lluvia". Él le sonrió y le dijo que no se preocupara, se tomaría un par de antigripales y se iría a dormir.
Sin embargo, en la madrugada las cosas empeoraron. Genzo comenzó a delirar a causa de la fiebre. Se revolvía inquieto mientras se sentía caer en un profundo abismo. La cabeza le daba vueltas y cuando pensó que no podía sentirse peor, una mano fresca se colocó sobre su frente y una hermosa voz comenzó a entonar una melodía. Conforme la canción se escuchaba más fuerte, él comenzó a sentirse mejor. La canción terminó. Genzo abrió los ojos. Yuri estaba allí, a un lado de su cama, colocándole paños húmedos en la frente. Él intentó preguntarle si sabía quién había estado cantando, pero ya desde antes sabía cuál sería la respuesta...
- Shhh.- dijo ella.- debes descansar. La fiebre ya está cediendo pero necesitas recuperar tus fuerzas.
Lo sabía. Sabía que había sido ella. Ésa era la dulce voz que tanto había deseado oír.
