Capítulo 5. Los otros.
Munich, Alemania.
Por fin, Yuri había comenzado a tener sueños sobre su vida anterior. Bueno, en realidad eran pesadillas, pero algo es algo. Sin embargo, esto no hacía muy feliz a la susodicha, pues se despertaba constantemente a mitad de la noche, temblando de miedo y empapada en sudor. El sueño seguía siendo el mismo que casi hizo que ella se lanzara al Elba, solo que empezaba a tener ligeras variaciones: ya casi no soñaba con el día de campo y los seres horripilantes se acercaban cada vez más: tarde o temprano lograrían el propósito de acabar con ella. En este punto, su subconsciente luchaba por despertar, pero a Yuri le costaba cada vez más trabajo hacerlo. Afortunadamente, ya no le daba por gritar: esto hacía que Genzo se despertara también y fuera a su habitación a preguntarle si todo andaba bien. "Al menos", se dijo ella, "alguien duerme bien en este apartamento".
Y por fin, iba a comenzar la tan esperada Bundesliga. El equipo de Hamburgo tenía los ánimos muy en alto: estaban preparados para ser los campeones. Y hubo un hecho que hizo que las emociones se elevaran al máximo: ellos iban a tener el primer encuentro que abriera la temporada, nada más ni nada menos que contra el Bayern Munich. Todos estaban ansiosos por darles una buena paliza a ese equipo en su propia casa, aunque nadie lo deseaba más que Genzo Wakabayashi. En el Bayern jugaba su eterno rival: el káiser alemán Karl Heinz Schnider. Éste había salido triunfante la última vez que se enfrentaron, así que Wakabayashi estaba ansioso de la revancha.
El equipo viajaría a Munich en un par de días. El Dr. Stein nombró a Yuri su primer asistente, así que ella también tendría que ir. "La verdad es que ya no puedo prescindir de tu ayuda", le dijo, "pero además, pudiera ser que allá encontráramos más pistas sobre tu identidad". Sí, como no. ¡Qué buen pretexto!
Pues bien, el equipo llegó sin contratiempos a Munich. Sin embargo, un par de sorpresas estaban aguardando. Al llegar al hotel donde se iban a hospedar, una linda chica rubia se dirigió hacia ellos con decisión:
¡Wakabayashi-kun!.- gritó.- ¡cuánto tiempo sin verte!. Acto seguido, se arrojó a los brazos del joven portero japonés.
¡Marie! ¿Qué estás haciendo aquí?.- preguntó él, gratamente sorprendido.
Vine a verte jugar, ¿qué más? ¿Acaso creíste que me lo perdería?.
No creo que a tu hermano le agrade mucho que vengas a apoyarme.
No importa. Ya debería estar acostumbrado.
Como respuesta, él sonrió y entró con ella al hotel. Yuri, que había observado toda la escena, se sintió de pronto muy triste. "Ella es Marie Schneider, la hermana del viejo Karl. Fue la novia de Wakabayashi, ¿sabes?", le dijo Kaltz, "pero él rompió la relación porque supuestamente no estaba lo suficientemente enamorado". Yuri apenas si escuchó estas últimas palabras; de repente, un gran vacío se había apoderado de su corazón...
La segunda sorpresa fue la visita del propio Schneider. Las cosas ocurrieron más o menos así: Yuri dijo que deseaba conocer la ciudad, y sin esperar respuesta, se dio la media vuelta y se alejó corriendo lo más rápido que pudo. No se fijaba por donde iba, lo único que le importaba en esos momentos era desaparecer... Al doblar una esquina, tropezó con joven atractivo, rubio y de ojos azules.
¡Oh, lo siento mucho! No me fijé por donde iba.- dijo ella en alemán.
No te preocupes, a cualquiera le puede pasar, pero, ¿por qué anda una joven tan bella como tú sola y con ese aire de tristeza?.- le contestó él.
¿Tristeza? ¡Oh! No. Son solo nervios por el inicio de la temporada. Tengo que retirarme ya, y acepte nuevamente mis disculpas.
A Yuri no le quedó más remedio que regresar por donde venía.
Una hora después, Yuri había recuperado el ánimo después de un buen baño caliente y un plato rebosante de camarones asados. Al salir del restaurante, vio que Wakabayashi hablaba en el vestíbulo del hotel con un joven rubio. Ambos hombres voltearon a verla en cuanto ella entró en sus campos de visión. Yuri se sorprendió: el muchacho era el mismo con el que había tropezado una hora antes.
¡Vaya, nos volvemos a encontrar!.- dijo éste.
¡Yuri! ¿En dónde estabas? Kaltz me dijo que deseabas conocer la ciudad.- dijo Genzo a su vez.
Los jóvenes voltearon a verse al tiempo que se preguntaban el uno al otro: "¿La conoces?".
Por supuesto.- contestó Wakabayashi inmediatamente.- ella es Yuri, la nueva primer asistente del Dr. Stein y una gran amiga mía. ¿De dónde la conoces tú?.
Tropecé con ella hace más de una hora. No esperaba tener el placer de volverla a ver tan pronto.- contestó el joven. Se acercó a Yuri, le tomó su mano derecha y se la besó respetuosamente.- Yo soy Karl Heinz Schneider. El goleador del Bayern Munich. Es un verdadero placer conocerte.
Yuri se ruborizó. Wakabayashi "accidentalmente" tiró un florero que se encontraba en una mesa cercana, esto hizo que Schneider y Yuri se separaran.
Espera un momento.- dijo ella.- Schneider... ¡tu padre es el entrenador del Bayern!.
Así es.- contestó Genzo.- nepotismo franco. ¿O no es verdad, viejo amigo?.
Me alegra ver que no has cambiado nada.- dijo Schneider por única respuesta.- bien, ya tengo que retirarme. No veremos pronto Wakabayashi. Y también espero verte pronto Yuri.- le dijo a la chica al tiempo que le sonreía.
Ella volvio a ruborizarse. Genzo le dirigió a Schneider una mirada de desdén.
Así que él es el famoso Schneider. Tan famoso como su padre. Tu eterno rival.- dijo Yuri en un intento por ocultar su turbación.
Así es. Ahora más que nunca deseo enfrentarme a él y vencerlo.- contestó Genzo, con un pequeño tono de ira en la voz.- creo que será mejor que nos vayamos a dormir, fue un viaje largo.
Y sin esperar respuesta, se dirigió a los elevadores, dejando a Yuri un tanto perpleja.
A la mañana siguiente, a Yuri la esperaba una noticia no muy agradable: Genzo se había ido a desayunar con Marie Schneider. Yuri se decía a sí misma que eso no debería de importarle, al fin y al cabo ellos habían sido novios, y aunque habían terminado su compromiso, seguían siendo muy buenos amigos. Además, él tenía derecho de salir con quien le pareciera. No debería de importarle. Pero la verdad era que sí le importaba. Y mucho.
