Capítulo 15. Revelaciones (nada que ver con Harrison Ford P).

10 minutos después, cuando Wakabayashi cortó la comunicación, todos, incluido Tsubasa, lo miraban boquiabiertos.

Wakabayashi-san, nunca me dijiste que... .-empezó a decir Kaltz.

¿Nunca te dije qué? ¿Qué mi familia es de la mafia? ¿Acaso nunca te preguntaste por qué nunca hablo de ellos y por qué nunca los visito?

Creo que todos nos preguntamos eso alguna vez.- terció Sanae.- pero al menos podrías explicárnoslo ahora.

De acuerdo. Mi familia pertenece al círculo más importante de la mafia japonesa. Al igual que los Mattute, tienen fincas y contactos por todo el mundo. Cuando yo era muy niño y empecé a dar muestras de tener habilidades para el fútbol, mi madre le expresó a mi padre el deseo de que al menos uno de sus hijos tuviese una vida alejada de lo que ellos vivían a diario. Fue así como decidieron irse a vivir a Londres y dejarme a mí en Japón, bajo la tutela de Tatsuo Mikami. La condición era que nunca podría comunicarme con ellos, ni visitarlos, a menos que se tratase de alguna circunstancia excepcional... como ésta.

¿Entonces para eso los llamaste? ¿Les pediste que rescataran a Lily?.- preguntó Rina, quien apenas podía creer lo que oía.

Así es. Yo no puedo hacer nada, pero ellos sí.

No puedo creer que hayas roto tu promesa.- dijo Tsubasa.

En realidad ya lo había hecho antes.- contestó Genzo.- cuando le pedí permiso a mi padre para jugar aquí, en Alemania, pero esto es mucho, mucho más importante.

No puedo creer que nunca nos hayas dicho nada.- dijo Sanae, tras unos instantes de silencio.

Tsubasa sí lo sabía.- respondió Wakabayashi.

Es cierto, pero prometí nunca decir nada.

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"Vamos Yuri, resiste un poco, iré por ti, te lo prometo".

Éste era el mensaje que Lily recibió como respuesta al e-mail que le envio a Genzo, y era la causa directa de que ella no pudiese dormir. Más que la situación peligrosa en la que se encontraba, más que el temor por su propia vida, la invadía el temor de que Wakabayashi se apareciese por aquellos lugares. "Espero que no lo haya dicho de manera literal, además, ¿qué podría hacer él? Lo matarían". El solo hecho de imaginárselo hacía que su angustia creciera.

La Dra. Toledo había pasado una noche inquieta también, pero al final había logrado dormirse. Lily, por el contrario, no podía. Sabía que tenía que descansar, pues el día que estaba por comenzar amenazaba con ser el peor de su vida, y, muy probablemente, también sería el último, pero por más que lo intentara, no lograba conciliar el sueño. "No, es imposible, él no puede venir", se repetía mentalmente para tranquilizarse, "no, mi amor, más vale que no vengas, nunca me lo perdonaría..."

Por la ventana se filtraban las primeras luces del amanecer.