DISCLAIMER: Nada de este mundo de fantasía me pertenece. Todo es propiedad de JK Rowling y sus asociados.

CAPITULO 24: JEN Y SIRITUS.

Remus esperó a que Jennifer se perdiera en el pasillo y se fue al encuentro de su amigo. Al fin iban a hablar como dos personas civilizadas, sin necesidad de cuerdas que la aten, o de quitarle la varita. Sonrió al imaginar el rostro de Sirius cuando le diese la noticia. Tal vez, las cosas mejoren y ellos vuelvan, para darle a Harry una familia, lo mas cercana posible a la que merecía. Entró al dormitorio y encendió una vela que había sobre la mesa de luz. Sirius dormía plácidamente en su cama, tapado hasta el cuello con gruesas mantas. Se sentó al borde de la cama y lo movió un poco, para que despierte.

-Sirius...despierta. Es importante.

-Qué pasó? -preguntó sentándose. -Harry está bien?

-Tranquilo. No es algo malo. Es Jenny. Quiere hablar contigo.

-Lunático....no son horas de despertarme para hacerme esos chistes ridículos tuyos. Déjame dormir.

-No Canuto. No es una broma. Acabo de verla, fue a mi dormitorio a decirme que Severus le confirmó tu historia.

-En serio?

-Nunca te diría algo así si no fuese verdad. Vístete y ve bajo la capa invisible. Sabes dónde duerme, verdad?

-Sí, me lo dijo mi fiel amigo Hocicos -bromeó Sirius.

Jennifer estaba sentada en su cama. Movía los pies constantemente, golpeando suavemente el piso, una y otra vez. Cruzaba y descruzaba sus brazos, se acomodaba el rebelde cabello, se ponía de pie, se volvía a sentar. Qué iba a decirle? "Sirius..perdón por querer matarte" no sonaba demasiado bien. "Sirius, quise matarte hace un tiempo, pero tu lo olvidarás, no?" Definitivamente tampoco era buena idea. Hacía demasiado que no hablaban, sin contar el dialogo de Azkaban, desde el primer cumpleaños de Harry. Y no había sido una conversación muy amigable que digamos. Si se puede contar como conversación a "Jennifer. Cómo estás?" "Feliz Sirius, pero no gracias a ti" "Podemos hablar en privado?" "No. A mi marido no le gusta que hable con idiotas" "Y desde cuando le haces caso? No creo que sepa que estás aquí" "No estoy aquí por ti. Le miento por una causa justa. Y no creas que es fácil mentir cuando uno ama tanto a una persona. Claro, tu de eso no sabes nada, verdad? Solo te amas a ti mismo." "Jen...por favor" " No me llames Jen. Adios". Un golpe en la puerta la sacó de su ensimismamiento. Ya había llegado y ella no había logrado pensar en las palabras adecuadas.

-Está abierto.

La puerta se abrió y se volvió a cerrar. Nadie entró. Jennifer volvió a sentarse, tal vez había imaginado el golpe. Tenía que pensar en algo para decirle, y tenía que hacerlo rápido, no iba a tardar en llegar. Sirius la observaba a través de la capa de Harry, el rostro de desilusión que puso cuando no lo vio entrar fue suficiente para saber que confiaba en él. Decidió que no era buena idea estar ahí mucho tiempo mas o ella se iba a enojar por haberse quedado bajo la capa.

-Jennifer...soy yo. -dijo Sirius quitándose la capa.

-Sir...Sirius.

Se quedaron mirando a los ojos unos instantes, ninguno podía decir algo coherente en ese momento. Jennifer lo observó con detenimiento. Estaba flaco, muy flaco, en sus ojos azules se notaba la oscuridad que lo había envuelto en Azkaban. Su pelo negro era interrumpido por algunas canas, plateadas y brillantes, que no deberían estar ahí. Su rostro no era el mismo, ya no estaba demacrado como su foto de los periódicos cuando escapó, pero tampoco era un rostro feliz. Las ojeras habían desaparecido sí, pero habían dejado su huella, un surco debajo de los ojos. Llevaba puesto el pijama, evidentemente ni se había preocupado por vestirse cuando Remus le pidió que fuera a verla.

Sirius la estudió de pies a cabeza. La túnica verde botella que llevaba la hacía ver hermosa, no había cambiado demasiado en todos esos años. Su figura era la misma. Sus manos, blancas como el resto de su piel y cargadas de anillos. Se quedó observando su mano izquierda, el dedo anular, la alianza de su matrimonio con Trangus Malfoy. Levantó la vista un poco mas, la piel de su rostro seguía pareciendo de porcelana, blanca, lisa y radiante. Sólo tenía unas pequeñas "patas de gallo" que intentaban asomar a los lados de sus ojos. Esos ojos azules que lo habían hecho perder la razón en el pasado, que podían hablarle sin necesidad de palabras y que ahora brillaban mas que nunca, a causa de las lágrimas que se desprendían tímidamente de ellos. Se acercó a ella, odiaba verla llorar.

-Por favor, no llores -le susurró mientras le secaba las lágrimas con sus dedos.

-Sirius...yo....

-Shhhh.

Sirius la abrazó lo mas fuerte que pudo. Ya estaba satisfecho. No necesitaba que le diga nada mas. Ella estaba ahí, ya no quería matarlo y sabía que era inocente. No necesitaba que le pida perdón. Que bien se sentía tenerla entre sus brazos de nuevo. Podía oler su aroma, esa divina mezcla de limón y durazno que se desprendía de su piel. Subió uno de sus brazos para jugar un poco con su cabello, que era tan negro y sedoso como él lo recordaba. Ella Le había roto el corazón, pero ya no interesaba realmente, porque él la amaba como antes.

Jennifer no dudó en devolverle el abrazo. Era cierto que aún dolía recordar cómo había jugado con ella, pero ahora necesitaba su perdón. Por más flaco que estuviera, aún se notaban sus músculos debajo de su pijama. Con un poco de ejercicio, podría recuperar su antiguo cuerpo. Ahora Sirius jugaba con su cabello, como lo hacía cuando eran novios. Lo dejó por un tiempo, pero después se dio cuenta de que no era lo correcto. Se alejó un poco de él y lo invitó a sentarse sobre la cama.

-Sirius....no se como pedirte que me perdones, yo pensé que tu los habías traicionado, que habías matado a Peter. -decía Jennifer casi sin respirar, largando como podía todo lo que tenía adentro y caminando por el dormitorio, sin mirarlo.

-Jennifer -dijo Sirius estirando sus manos hacia ella -siéntate, ven. No tengo que perdonarte.

-Qué dices? Por Dios Sirius! si hubiera tenido la oportunidad te....-Jennifer no completó la frase, le daba demasiada culpa saber que quería matarlo.

-No entiendes, verdad? -le dijo Sirius sonriendo -Cuando entré a Azkaban sabía que lo había perdido todo. Mis amigos muertos, Peter había huido y Remus me creía el traidor. Tu eras la última persona que yo hubiera esperado que confíe aunque sea un poquito en mi, como para ir a verme, esperando una explicación mas coherente que la del Ministerio. Pero lo hiciste. La única persona que me visitó durante esos 12 años fuiste tu. La única que no se conformó con lo que decían de mi.

-Pero no te creí en Navidad y...

-Cómo ibas a creerme si no tengo pruebas? Y yo mismo te había dado a entender que era el culpable en Azkaban.

-De todos modos yo me siento muy...culpable.

-No tienes por qué. De verdad, ya está.

-Cómo puedes perdonar tan fácilmente? –preguntó Jennifer sentándose junto a él en la cama.

-Porque entiendo lo que todos pensaron. Porque si hubiera sido la misma historia pero con Remus, yo hubiera creído lo que decían de él. Peter planeó todo demasiado bien. Pero eso no importa ahora...Puedo preguntarte cuándo te enteraste?

-Severus. Me lo dijo hace un rato, después que –Jennifer titubeó, no podía contarle que estaba con Lucius.

-Después que se fue Malfoy, verdad? Qué quiere contigo? Por qué viene a verte tan seguido?

-Porque soy su cuñada, cuido de Draco y...se supone que soy espía de Voldemort, al igual que Severus.

-Y sigue enamorado de ti, verdad? –preguntó Sirius mirándola directamente a los ojos.

-Ah..si, eso también. Pero yo puedo controlarlo.

Se hizo el silencio. Sirius tenía tantas preguntas que hacerle, tantas cosas que decirle y confesarle, sólo que no sabía por donde comenzar. Qué había hecho ella durante todos estos años? Habría alguien en su vida? Tal vez usaba su apellido de soltera porque mantenía una relación con alguien, aunque aún llevaba el anillo de bodas. Había alguna posibilidad de que lo siguiera queriendo?

Jennifer no sabía que hacer, ella lo había mandado a llamar para disculparse, y eso ya estaba hecho. Ya no había nada mas que hablar con Sirius. Qué increíble que después de todo lo que lo había querido, ya no tuvieran nada de que hablar, nada en común. Era cierto que eso se debía al daño que le había causado. Cómo había sido tan estúpida para enamorarse de él? Nunca lo supo. Pero ahora no podía recriminarle nada de eso, no podía tan solo echarlo de su habitación porque ella lo había invitado, y no podía hacer como que nunca lo había visto porque el era el padrino de Harry. Iban a tener que llevarse bien, mantener determinadas charlas sobre su ahijado....por qué todo le pasaba a ella?

-Jen –dijo Sirius cortando el incómodo silencio-puedo preguntarte algo?

-Aja -dijo ella suponiendo el estúpido interrogatorio que se venía a continuación y la manera de salir de él lomas pronto posible.

-Por qué te casaste con Trangus? Por qué me...

-Ah no! –dijo ella levantando una mano y cortando a Sirius en la mitad de su pregunta –Dejemos el pasado donde está, no tengo ninguna intención de regresar.

-Pero yo necesito saberlo. Todo este tiempo te he amado, antes de ir a Azkaban, y en cuanto me dijeron que estabas aquí.Yo te sigo amando, nunca amé a nadie mas que a ti. –dijo Sirius acercándose a Jannifer cada vez mas, poniendo una de sus manos en el blanco cuello de la mujer que tenía en frente y acercando su boca a la de ella.

-No –dijo Jennifer retirándose hacia atrás –No puedo hacer esto Sirius. Yo ya no te amo, ya no soy la misma persona que tu conociste. He cambiado mucho.

-Pero...pero.....y la promesa?

-Sirius, no seas infantil. Uno no puede prometer amor eterno a los 15 años. Eramos niños, no sabíamos lo que hacíamos.

-Yo sí sabía lo que hacía. –dijo Sirius intentando contenerse y no gritarle –Qué pretendes? Que seamos amigos?

-Eh....no lo había pensado....pero no es una mala solución. Harry es nuestro ahijado y lo mejor para él será que nos llevemos bien.

-No puedo creer lo que estoy escuchando. Nunca voy a poder ser tu amigo.

-Entonces vamos a ser extraños. Harry y Draco son mi prioridad. Sé que a Harry no le haría bien que nos llevemos mal, por lo tanto, por él hay que hacerlo.

-Sólo por Harry –suspiró Sirius mas para él que para Jennifer, que lo miró detenidamente. Pobre Sirius, recordaba cuanto la amaba y creía que no había otra mujer luego de ella. La idea de ser amigos no era tan mala, después de todo, ya era hora de dejar atrás los doios del pasado.

-Así me gusta –dijo Jennifer sonriendo, provocando que Sirius la abrace nuevamente- Que me haga caso.

-Jen...hay algo mas que quiero decirte...

-Ahora no, ya tendremos tiempo para hablar.

-Pero tienes que saber que yo....

-Siritus, calla por favor.

-"Siritus" -dijo Sirius sonriendo –hace mucho que nadie me llama así. Odiaba que lo hagas y ahora deseo que me llames así todo el tiempo, cada día, para siempre.

-Creo –dijo Jennifer incómoda por lo que acababa de decir Sirius –que será mejor que te vayas. Estoy muy cansada, hoy fue un día muy largo.

Sirius se puso la capa invisible y le dio un beso en la mejilla, sin que ella lo vea venir. Luego se fue, abandonó la habitación de la única mujer que había amado en toda su vida, cuando todo lo que deseaba era tomarla entre sus brazos y besarla. Caminó por los pasillos sin rumbo definido, no tenía sueño, no podía entender cómo podía haberse olvidado de él. El amor que se tenían de adolescentes era demasiado como para que ella lo haya olvidado, los dos años que pasaron separados mientras ella terminaba Hogwarts fueron muy difíciles. Las vacaciones en la playa fueron muy importantes para ellos, para su relación. Sin darse cuenta, Sirius estaba perdido en sus recuerdos, sentado en el suelo, con la espalda apoyada en una pared.

FLASH-BACK

Los Merodeadores, Lily y Jannifer estaban de vacaciones en una hermosa playa caribeña. Todos, menos Jennifer, habían terminado su educación en Hogwarts ese año. Fueron los mas perfectos 15 días que podían haber soñado. Disfrutaban del sol y el mar en la playa durante el día, y de las discotecas muggles durante la noche.

Peter era, sin dudas, el que mas risas se ganaba de Lily y Jennifer, intentando seducir a todas las chicas que pasaban por su lado. Claro que tenía éxito sólo ¼ parte de las veces, pero siempre conseguía una que le haga compañía durante la noche en la disco.

Remus, en cambio, era todo un galán. Conquistaba rubias, morenas, pelirrojas, altas, bajas, locales o extranjeras. Nadie sabía como, pero parecía incluso mas ganador que James y Sirius.

Ellos dos, por supuesto, no se alejaban de sus novias ni por un segundo, temiendo que otro se las quitara. Ellas, no los dejaban solos, sabiendo que eran demasiado hermosos y las miradas que les lanzaban las mujeres del lugar las hacía querer matarlas.

La última noche llegó demasiado pronto para los jóvenes magos, debían regresar a Inglaterra por la mañana. El plan original era ir a una discoteca del pueblo vecino, en un automóvil que había alquilado Lily, y que ella misma iba a conducir.

Pero Jennifer y Sirius no fueron con los demás. Luego de una larga caminata por la playa, bajo las estrellas, se encontraron con una pequeña muralla de piedras, que se extendía desde el comienzo de la playa, hasta varios metros adentro del mar. Pasaron por encima de las rocas y se encontraron con una bahía preciosa, en donde el mar parecía una laguna, aunque no por eso dejaban de formarse olas, y donde la arena no parecía haber sido pisada nunca. Sirius sacó su varita y apareció una manta sobre la arena. Con otro movimiento, hizo que aparecieran algunas velas encendidas y algunas frutas, acompañadas con sus bebidas preferidas.

-Sirius! Algún muggle puede vernos! Estás loco? –lo regañó Jennifer, por haber usado magia sin saber si era observado por alguien.

-Hubiera preferido que me digas "qué romántico", o algo parecido. –respondió Sirius acercándose a ella –Pero sí, estoy loco. Por ti.

-Mmm...no se si creerte Black. Por qué no me lo demuestras?

-Con todo gusto –le susurró Sirius a sus labios antes de besarla. –Te amo.

-Yo también, mucho, mucho, mucho. –dijo Jennifer abrazándolo con fuerza –Ojalá esto no se acabara nunca.

-Aún falta un mes para el 1º de Septiembre, y no quiero que te pongas triste hoy. Vamos a disfrutar de nuestras últimas horas en el paraíso.

Ambos se sentaron sobre la manta, casi no probaron las frutas que Sirius había hecho aparecer, pero sí acabaron con las bebidas. La cerveza de manteca era la preferida de Jennifer, y Sirius bebía Hidromel de hierbas.

Jennifer se acomodó en el pecho de Sirius y, abrazados, decidieron cómo sería su futuro. Al volver, ella no iba a ir a lo de los Potter. Sabían que lo mas probable era que Dumbledore, como tutor de Jennifer desde que ella fue lanzada a su suerte por su padre, no iba a ser partidario de la idea, pero iban a convencerlo de alguna manera. En la nueva casa de Sirius iba a pasar todas las vacaciones y recesos que tuviera en Hogwarts, y él iba a ir a verla a Hogsmeade cada vez que ella estuviera ahí.

Al tiempo, no sería posible decir cuanto, Jennifer sucumbió al cansancio y se durmió en los brazos de Sirius. Él sonrió para sí mismo y la llevó hasta el suelo, donde la tapó con una manta. Sirius se alejó un poco y se detuvo a mirar el mar que mojaba sus pies, tan inmenso como el amor que sentía por Jennifer. Fueron sólo unos minutos los que logró pensar, porque dos delgados brazos lo rodearon, cerrándose en su abdomen, mientras una cabeza se apoyaba lateralmente en su espalda.

-No vuelvas a dejarme sola –dijo Jennifer –me asusté, tuve miedo de que te hubieras ido, de no verte mas.

-Perdón- dijo Sirius girando y abrazándola, haciendo que apoye su cabeza en su pecho –estabas dormida y no quise despertarte. Por qué pensaste que no me verías mas?

-No lo se...no me hagas caso. –dijo Jennifer avergonzada de sus propios pensamientos.

-Jen...quiero que me digas qué es lo que pasó por tu mente. Además, no es la primera vez que reaccionas así....

-Es que...tengo miedo que te pase algo. El trabajo de auror no es nada seguro y...el Lado Oscuro cada vez se fortalece mas.

-Jen...no me estas diciendo todo –dijo Sirius mirándola a los ojos –qué pasa?

-Sabes que es lo primero que hago cuando me levanto cada mañana? –preguntó Jennifer, Sirius negó con la cabeza –Rogar porque no te enamores de otra, pedir que aún me quieras, que no te vayas, que no me dejes.

-No amor –dijo Sirius abrazándola de nuevo, mas fuerte que antes y luego alejándola un poco para encontrar sus ojos -No vuelas a pensar algo así Jen, yo te amo. Siempre voy a estar a tu lado.

-Siempre?

-Siempre –respondió Sirius casi sobre sus labios. -Tengo una idea.

Sirius la guió de la mano a donde estaba la manta, se sentaron e hizo aparecer una pequeña fogata frente a ellos. Le pidió que confíe en él y que haga lo que él decía. Iban a hacer un pequeño ritual que encontró en un libro muggle muy antiguo en la casa de Remus. Sirius cortó un mechón de pelo de cada uno y los tiró al fuego, mientras decía unas palabras en latín, luego hizo un corte en su dedo índice y en el de Jennifer y dejaron que las gotas de sangre de ambos cayeran sobre el cabello que se estaba incendiando.

Esperó a que la última llama se extinga antes de recoger las cenizas y colocarlas dentro de dos frasquitos de vidrio. Luego, redujo uno de ellos al tamaño de un dije e hizo aparecer una cadena de plata, que colocó delicadamente en el cuello de Jennifer, mientras que el otro lo redujo aún mas y modificó el arito que colgaba de su oreja izquierda para que, en vez de una piedra, esté el frasquito con las cenizas.

-Siempre lo voy a llevar conmigo, y tu siempre lo debes llevar contigo. –dijo Sirius mientras se colgaba el arito –Es una promesa, un juramento de amor eterno, así no dudarás mas de mi.

-Te amo tanto....

-Yo mas- dijo Sirius acercándose para besarla, de una manera tan tierna que Jennifer pensó que iba a morir de amor en ese mismo momento.

-No Siritus, yo te amo mas.

Volvieron a besarse, y el beso se tornaba cada vez mas apasionado. Sirius disfrutaba oírla suspirar y temblar ante sus besos y caricias, mientras se recostaba sobre Jennifer y le besaba el cuello, mordiéndola suavemente. Ella sabía que podía detenerlo cuando quisiera, pero no lo hacía, dejaba que sus manos recorrieran su cuerpo por encima de la ropa sin oponerse. Sirius ya no podía seguir así, necesitaba sentir su piel contra la propia, deseaba unirse a ella y escucharla gemir de pasión. Sin pensarlo demasiado, metió su mano por debajo de su pollera.

Jennifer se estremecía a cada momento, las manos fuertes de Sirius acariciaban cada rincón de su cuerpo, cada centímetro. Ella respondía sus caricias, sintiendo sus músculos bien formados, que se notaban aunque tuviera la ropa puesta. Tembló entera ante el contacto de la mano de Sirius en su pierna y subiendo lentamente. Sintió como su novio se moría por hacerle el amor, su parte de abajo dura se lo demostraba. Tenía que tomar una decisión en ese momento, dejarse llevar o detenerlo, antes de que fuera tarde.

Sirius se separó de ella unos instantes, abandonando su cuello y mirándola fijamente a los ojos, buscando su consentimiento. No quería forzarla a nada, no quería obligarla si no estaba lista. Jennifer investigó la mirada de Sirius, y entendió que lo que estaba haciendo era pidiéndole una señal para detenerse o seguir. No lo pensó demasiado, le dio la señal que buscaba. Lentamente, deslizó sus manos por la ancha espalda de su amado hasta llegar al límite de su remera; y sin dejar de mirarlo, comenzó a quitársela.

Él sonrió cuando ya se habían deshecho de la prenda y la siguió besando mientras se desvestían mutuamente. Se sintió en el cielo cuando sus cuerpos desnudos se encontraron. La suavidad de su piel era única, indescriptible, era completamente diferente a la de cualquier otra mujer. Los sonidos que surgían de su boca hacían que Sirius la necesitara cada vez mas.

-Estás segura? -susurró entre jadeos.

Jennifer asintió, con los ojos azules clavados en los de Sirius. Luego los cerró, esperando el momento en que se unirían. Sirius fue gentil y cariñoso, se unió a ella con movimientos suaves y delicados, sólo aceleró el ritmo cuando estuvo seguro de que no le hacía daño. Luego de llegar al punto límite, se acostó junto a ella y la abrazó, retirándole el cabello húmedo de su frente. Aun no podía creer lo que acababa de pasar entre ellos. Lo había estado deseando desde que la besó en el armario, cuando Filch los perseguía, le había costado entender que necesitaba tiempo hasta que Lily habló con él, pero por fin había sucedido, y había sido la mejor noche de su vida.

Jennifer aún respiraba con dificultad, nada fue como se lo había imaginado, sino que fue hermoso. Todo el tiempo sintió que Sirius la protegía y la cuidaba, envolviéndola en sus brazos y repitiendo una y otra vez cuanto la amaba en su oído. No sabía si había sido el sonido de las olas al deshacerse en la arena, el cielo estrellado encima de ellos, el juramento de amor eterno, o simplemente estar sola con Sirius, sin temor a ser descubiertos, lo que la había empujado a hacerlo. Pero fuera lo que fuese, estaba feliz de haber accedido.

Sirius tomó su remera y la cubrió con ella. No podía dejar de acariciarla y besarle el cabello. No quería levantarse a buscar su varita para aparecer una manta para cubrirse, porque no quería separarse de ella ni un segundo después de lo que habían hecho. Temía que Jennifer se arrepintiera, que lo odiara, que sintiera que la había obligado. Quería preguntarle, quería hablarle, pero tenía miedo a su respuesta.

Estuvieron abrazados en silencio por muchísimo tiempo, ambos habían perdido la noción de cuánto. Jennifer se apartó un poco de Sirius y se puso la remera que tenía sobre ella. Lo observó dormir, tan tierno, parecía un bebé, buscándola con las manos a sus lados, entre sueños. Acarició su rostro y volvió a acostarse a su lado, apoyando su cabeza en su hombro. Inmediatamente, como un reflejo, Sirius la rodeó, abrazándola fuertemente. Sintiendo la respiración de su amado, sus musculosos brazos alrededor de su cuerpo y la armoniosa canción que se desprendía del mar, se fue quedando dormida.

Cuando amaneció, y el sol llegó a sus ojos, Jennifer se despertó. A su lado estaba Sirius, con el torso desnudo y mirándola con dulzura. Cómo era posible que esa mujer que yacía a su lado estuviera enamorada de él? El no merecía tanta belleza, tanto amor por parte de ella.

-Eres muy hermosa, despierta y dormida –le dijo Sirius cuando la vio abrir los ojos.

-No...tu eres hermoso, eres perfecto.

-Estás bien? –preguntó acariciándole el rostro con ternura.

-Mejor que nunca –respondió Jennifer.

-Me alegra oír eso. Y...mas vale que cumplas tu promesa, Srta Snape, porque de otro modo me romperás al corazón.

-Nunca dejaré de amarte.

Se besaron durante un largo rato, hasta que decidieron que lo mejor era regresar a la casa, porque seguramente Lily ya se estaría volviendo loca a causa de su desaparición.

FIN FLASH-BACK

POR CADA CAPITULO QUE ALCANZO A PONER, NOS ACERCAMOS MAS A DONDE LO DEJAMOS EN EL FORO.

BESOS PARA TODOS Y GRACIAS POR SEGUIRME ACA.

BARBY