DISCLAIMER: Nada de este mundo de fantasía me pertenece. Todo es propiedad de JK Rowling y sus asociados.
CAPÍTULO 35: FATALIDAD.
Sirius observó a Draco y Harry irse por un pasillo antes de cerrar la puerta de la habitación de Jennifer. Ella estaba sentada en su cama, mirando la pared, como si ubiera elgo interesantísimo en ella. Podía ver tanta triseza en sus apagados ojos azules que sentía que el corazón se le hacía pedazos.
-Jen...yo...tu....no se qué hacer.
-Puedes abrazarme? –pidió Jennifer en un susurro.
Sirius obedeció a su pedido en silencio y con una sonrisa que intentaba ser tranquiliazdora. Se sentó junto a ella en la cama y la envolvió en sus brazos, mientras Jennifer apoyaba la cabeza en su pecho y se aferraba a su túnica con sus manos mientras comenzaba a llorar nuevamente en silencio.
-Llora hermosa, que para eso estoy aquí. Para cuidarte y protegerte. –decía Sirius mientras le besaba cariñosamente el cabello.
-Yo...necesito hablar de ese día.
-Sh...no tiene que ser ahora. Ya has tenido suficiente por hoy.
-Es que necesito hacerlo Sirius –insistió Jennifer –Si no lo suelo voy a terminar de morir.
-No digas eso amor, tu no estás muerta. Estpás mas viva que cualquiera de nosotros. Tienes el amor de Draco y Harry, eres su madre, recuerdas como te llamó Draco en el despacho de Dumbledore? Él te llamó mamá.
-Lo sé, pero..
-Si quieres hablar, yo te escucho....tengo toda la vida para escucharte Jen.
FLASH-BACK
17 de Enero. Jennifer, Trangus, Narcissa, Lucius y el pequeño Draco de cinco años se habían reunido en la Mansión Snape para una de sus habituales cenas familiares. Lucius y Marius Snape (el padre de Jennifer) se tenían mutuo respeto y el rubio fue quien convenció al otro para que acepte a su hija en la familia nuevamente.
Draco era literalmente un demonio y no podía mantener oculto su interés por las varitas, especialmente cuando se trataba de la de su padre. En lo que todos supusieron había sido un descuido del jefe de la familia Malfoy, el pequeño se hizo de su varita y la inspeccionó durante unos segundos antes de hacer con ella algunas florituras.
Nadie se dio cuenta de lo que sucedía hasta que un rayo violeta abandonó el extremo de la varita y fue a dar contra un jarrón que había sobre la chimenea. La pieza explotó, esparciendo en el aire porciones de porcelana y cenizas.
Todos se paralizaron. Las cenizas eran los restos de la madre de Jennifer. Marius Snape empuñó su varita en un segundo. Había sido un gran mortífago y un gran duelista. No le importó que el receptor de su Cruciatus fuera un niño que no sabía las consecuencias de sus acciones, y tampoco le importó que su hija interceptara el maleficio, rodeando a su ahijado con sus brazos.
Narcissa había quedado en blanco cuando cio que estaban por atacar a su hijo y no pudo moverse por mas que pudo. Pero cuando escuchó el grito de horror de Jennifer recuperó parte de su sentido y tomó a su hijo en brazos, agradeciéndo mentalmente a cu cuñada por su sacrificio (aunque nunca lo iba a reconocer).
Lucius definitivamente no había esperado ese resultado. Se suponía que Narcissa iba a interceptar el maleficio que estaba seguro Maruis Snape iba a enviar a su hijo, pero no Jennifer, no "su" Jenny. Un segundo le tomó quitarle la varita a Marius para que deje de herir a su hija, pero ya era tarde.
Trangus estaba demasiado impresionado al ver a Jennifer gritar, pero en cuanto se percató de la sangre que caía entre sus piernas se acercó, temeroso de lo que ella pudiera decirle, y con lágrimas en los ojos.
-Estás bien? Qué te ha hecho?
-Mi bebé, mi bebé –decía Jennifer entre lágrimas y dolor, tomando con las manos su abultado vientre de ocho meses –Mató a mi bebé.
-SE HA VUELTO LOCO? ESTÁ EMBARAZADA! –le gritó Trangus completamente enfurecido al agresor de su esposa, mientras sacaba su varita.
-TRANGUS! NO LO HAGAS! –le gritó Jennifer desde el suelo, mientras Lucius se acercaba a ella.
-DETENLO LUCIUS! –fue lo último que dijo Narcissa antes de desaparecer con Draco en sus brazos.
-Ah...pero miren nada mas –dijo Marius Snape conteniendo la risa –Si el más inútil de los Malfoy pretende hacerme frente. Eres tan idiota como mi hijo. Verdaderamente Jennifer, no sé como pudiste casarte con él. Aunque...tal vez tus padres hayan sido mentalmente deficientes y tu lo heredaste de ellos. Nunca debí hacerle caso a Diana cuando quiso adoptarte. Listo para morir? –le preguntó a Trangus con una sonrisa en sus labios.
El duelo comenzó y por mas que Jennifer suplicó y suplicó, ninguno de los dos se detuvo. Entonces fue cuando escuchó esas dos fatídicas palabras salir de la boca de su padre... "Avada Kedavra". El rayo verde emergió de la varita de su padre y recorrió la sala, para incrustarse en el medio del torso de Trangus. El hombre cayó de rodillas y luego golpeó su frente contra el suelo.
Jennifer estaba sentada contra una pared, llorando en brazos de Lucius. Y lo observó, lo observó inmóvil, sin vida, sin respirar, aún sosteniendo su varita en su mano derecha. Fue mas ed lo que puso soportar y se puso de pie, tomando fuerzas de donde no las tenía.
-Esto...es es lo peor...que has hecho....pero será...lo último tam...también... Avada ke...
-NO! –Lucius reaccionó justo a tiempo para evitar que su amor se confine de por vida en Azkaban por matar a su propio padre y le quitó la varita de la mano. Luego levantó la propia y apresó a Marius Snape contra un sillón, inmovilizándolo –Irá a Azkaban por lo que ha hecho Jenny. Ahora debemos ir a San Mungo, tal vez puedan salvar a tu bebé. Vamos Jenny, agarrate de mi.
Al llegar a San Mungo, fueron atendidos inmediatamente, en parte por el estado de Jennifer, en parte porque eran dos Malfoys. Lucius mandó a llamar a Severus inmediatamente y no dejó el lugar hasta que los medimagos les informaron que el bebé había muerto instantáneamente y que ella estaba muy delicada, debido a la sangre que había perdido.
Severus enfureció con su padre y no pudo quedarse mucho tiempo esperando a que lo enjuicien. Él iba a tomar venganza por haber herido a su hermana y haber matado a su fututo ahijado. En cuanto llegó a la Mansión de su familia, Lucius estaba ahí, deshaciendo el hechizo que mantenía atado a Marius Snape.
Cuando Severus le preguntó que estaba haciendo, él le respondió que lo estaba llevando al Ministerio. No le creyó y los escoltó, argumentando que no quería que se padre escape. El juicio fue realizado cuando Jennifer dejó San Mungo´s y su padre fue confinado de por vida a una celda en la sección de máxima seguridad de Azkaban.
Pero antes de que eso suceda, Jennifer estuvo inconsciente por 23 días, luchando por irse con su hijo, mientras los medimagos luchaban por dejarla en el mundo de los vivos. Cuando despertó, Severus estaba junto a ella. Demacrado, ojeroso y pálido, más pálido que nunca.
Se abrazó a su hermano y lloró, lloró como nunca antes lo había hecho. Sintió su corazón morir cuando se dio cuenta que estaba despierta y no estaba su bebé junto a ella. Ya nada tenía sentido, ya nada iba a ser igual. Estaba sola, y no quería estar viva.
Un año había pasado encerrada en su casa, la que había compartido con su esposo. Sólo salía cuando Lucius la obligaba a ir a ver a Draco. Parecía que el pequeño era lo único que la mantenía en pie, y Narcissa estaba demasiado agradecida (aunque nunca lo dijo) como para no dejarla compartir su tiempo con él.
El día del aniversario decidió que ya había tenido suficiente tortura. No tenía sentido seguir viviendo de esa manera. No tenía sentido seguir viviendo. Desapareció de su casa y apareció justo frente a la tienda que buscaba en el Callejón Knokturn. Después de comprar el veneno mas poderoso que encontró, volvió a lo que alguna vez llamó hogar y se sentó en la cama que había compartido con su esposo, tomando en una mano una túnica de bebé y el veneno en la otra. Se lo llevó a la boca y...
-Yo que tu, no haría eso –dijo una voz desde la puerta del dormitorio.
-Profesor! –exclamó Jennifer –Por qué no? Qué otra cosa puedo hacer?
-Vivir Jennifer –dijo Dumbledore sosteniendo las lágrimas en sus ojos. Esa mujer no era nada comparado con la niña que alguna vez fue tan cercana a él como si fuera su hija.
-Ya no quiero vivir. –susurró Jennifer –Ya no tengo nada...
-Tienes a Harry y a Draco.
-Draco tiene sus padres, y Harry está con sus tíos. No me necesita.
-Pero van a necesitarte en el futuro. –dijo él sentándose junto a ella –Estoy seguro que Voldemort no está muerto Jenny, y Harry va a necesitar quien lo proteja cuando él regrese.
-Está usted para eso.
-Si, pero no va a ser suficiente. Además, tu no querrás que Draco siga los pasos de Lucius, verdad? –Jennifer negó con la cabeza –Sólo tu podrás hacer que abandone el oscuro camino que Lucius planificó para él Jenny.
-Pero...
-Y Severus? –insistió Dumbledore –Va a desmoronarse si lo haces. Él te adora Jennifer, eres la única razón por la que el vive. No puedes dejarlo sólo.
-Es que...
-No puedo saber como te sientes, nadie puede. Pero te diré algo: Si me prometes no hacer lo que tenías pensado nunca, te dejaré que veas a Harry. –Jennifer levantó los ojos y por un segundo volvieron a brillar como hacía un año no lo hacían –De lejos y sin que nadie te vea, pero podrás verlo.
-Gracias –susurró. –Acaba de salvarme la vida nuevamente.
FIN FLASH-BACK
Sirius escuchó todo el relato sintiendo sus propias lágrimas abandonar sus ojos, abrazándo a Jennifer con fuerza y susurrándole consuelo en el oído. Él había creído que Azkaban era lo peor que podía pasarle a una persona, pero ahora supo que no. No había nada tan triste y desgarrador como el perder un hijo.
-Y yo...yo supe que Lucius lo había planificado el día de la fiesta....Yo me fui con él y...leí su mente cuando estaba con las defensas bajas.
-Tranquila...ya pasó...Ya no va a tocarte otra vez.
-No importa. Yo voy a vengar la muerte de mi hijo y de Trangus. Lucius Malfoy se va a pudrir en Azkaban, del mismo modo que como lo hizo mi padre.
-Jen...de verdad lo siento. Sabes que nunca me simpatizó Trangus....pero no se merecía morir así.
-Lo se. Tran era mi mejor amigo, siempre lo fue. Incluso después de casados. Yo lo amaba con todo mi corazón, pero no estaba enamorada de él. Y...por mi culpa él murió...
-No...no digas eso...no es tu culpa.
-Es fácil decirlo –murmuró Jennifer.
-Escucha...todos ustedes me dicen siempre que no fue mi culpa que murieran Lily y James. Es lo mismo Jen, no es tu culpa. Él murió defendiendo a la mujer que amaba y a su hijo, murió como cualquier hombre desearía morir.
-Es que me siento tan sola desde que se fueron.
-Yo se que no es lo mismo, pero tienes a Draco y a Harry. Y me tienes a mi para cuidarte.
-Gracias.
-Debes descanasr ahora.
Sirius esperó mientras Jennifer se cambiaba y se acostaba en la cama. Después de arroparla cuidadosamente, le depositó un beso en la frente y le dio las buenas noches.
-Quedate, por favor.
-Sh....no te preocupes, yo me quedo hasta que te duermas.
-Duerme conmigo –pidió Jennifer con un hilo de voz –No quiero estar sola si llegan las pesadillas.
-Está bien –dijo Sirius desprendiéndose de su capa y acostándose junto a ella –Pero que conste que tu lo pediste. No quiero que mañana Severus me acuse de haber abusado de ti.
-Eres un idiota –dijo Jennifer sonriendo y haciendole lugar.
En cuanto Sirius se acomodó, Jennifer se abrazó a su cuerpo como si fuera un salvavidas y ella un náufrago. De hecho, así se sentía....perdida, sin rumbo, sin equilibrio. Hacía mucho tiempo que no perdía el control sobre sus emociones y su vida y temía caer otra vez en aquel pozo del que tanto le costó salir.
Sirius le devolvió el abrazo y le acarició el cabello para que duerma. Sabía que esas caricias eran un somnífero para ella. La conocía tanto y tan bien, la amaba tanto que no podía soportar verla sufrir de ese modo.
-No te vas a caer –le susurró Sirius al oído –No voy a dejar que sufras otra vez, yo te voy a cuidar.
-Te quiero –murmuró Jennifer.
-Yo te amo –le dijo Sirius, sin estar seguro de que ella lo hubiese escuchado.
Ron
y Hermione se habían quedado en la Sala Común desde que Remus se fue. Estaban
esperando por Harry. Ninguno de los dos sabía que podían decirle. No era fácil
de asumir que había desconfiado de su madrina, de la mujer que quería que
fuera su madre de ahora en mas. Y a todo eso, había que sumarle las palabras de
Jennifer en la oficina de Dumbledore. Este año estaba siendo demasiado
complicado.
Después de un rato, el retrato se abrió, dando paso a un pálido Harry. Lucía
cansado, con signos de haber llorado y se abrazaba a sí mismo. Tras él, Draco
Malfoy, cuya postura arrogante y altanera había desaparecido completamente y se
encontraba casi igual que Harry.
-Hola –dijo el moreno intentando sonreír.
-Harry –dijo Hermione –Cómo estás? Ron me dijo que...
-Weasley! Es que no sabes mantener esa bocota cerrada? –le dijo Malfoy sonando furioso pero demasiado cansado.
-Oh, cálmate Malfoy! El profesor Lupin estuvo aquí y le pidió a ron que me cuente lo que había sucedido. Dumbledore lo quiso así.
-Malfoy –dijo ron avergonzado –Nunca creí que iba a decirte esto a ti pero...gracias.
-Está bien. Solo no le digan a ella.
-No lo haremos –le aseguró Harry –Vas a decirme lo que sucedió o no?
-Si, pero creo que ellos no....
-Son mis amigos y les confiaría mi vida –dijo Harry asegurándole a Draco que nadie iba a saber lo que hablaban.
-Bueno...Yo tenía cinco años cuando Tío Trangus murió. –comenzó Draco –Y rompí una vasija con la varita de mi padre. Resultó ser que dentro de la maldita cosa estaban las cenizas de la madre de Tiny, y a su padre no le agradó mucho mi accionar.
-Qué estás queriendo decir, Malfoy? –preguntó Hermione
-El padre de Tiny me envió un Cruciatus y ella lo recibió por mi. El muy maldito no se detuvo cuando la vio, la dejó bajo los efectos de la maldición hasta que cayó de rodillas al suelo, aún cubriéndome para que no me suceda nada.
-Pero....pero...
-Hay mas –dijo Draco cortando a Ron –Tiny estaba embarazada. Su bebé murió
a causa del maleficio imperdonable. Y Tío Trangus enfureció y se batió a
duelo con él, siendo obvios los resultados.
-Y dices que quien matò a tu tío y al bebé de Jennifer era su padre? –preguntó Hermione horrorizada.
-Si. Él era un hombre muy violento. No sé mucho de él, porque Tiny lo odia y no lo menciona nunca, pero sé que los golpeaba y los maldecía cada vez que podía.
-Si –dijo Harry –La última vez fue aquí, cuando Jennifer le lanzó a él un Cruciatus para defender a Snape.
-Wow....entonces ella
puede invocar maldiciones imperdonables de muy joven, ¿verdad?
-Si Hermione. Se que hizo otro contra Lucius Malfoy a los 14 años, defendiendo
a mi madre.
-Ella es muy fuerte –murmuró Draco –Me pregunto por que no habrá matado a
Lucius en ese momento. Si yo no hubiera nacido, el bebé de Tiny estaría vivo.
-No digas eso –le dijo Harry.
-Es mi culpa Potter, es mi culpa.
-No lo es –dijo Hermione acercándose a Draco y apoyando una de sus manos en uno de sus hombros. –No es tu culpa, Malfoy. Y.. –Hermione lo miró y le habló con ternura –puedes llorar si quieres, te va a hacer bien, no tienes que aparentar.
Hermione dejó que Draco apoye la cabeza en su hombro y llore. Por primera vez en cinco años, vieron al rubio mas odiado de Hogwarts demostrar un sentimiento. Era cierto que lo habían visto en varias poses, pero verlo llorar era algo demasiado extraño, aún para Harry y Ron, que habían presenciado la escena del despacho de Dumbledore.
Draco lloró hasta que las lágrimas se secaron solas. Nunca se había sentido tan libre en su vida. Con Tiny podía llorar, podía reír, podía ser él mismo, pero con nadie mas. Ahora había llorado en el hombro de Granger, ante la vista de Weasley y Potter. En algún otro momento, habría querido desaparecer de la Tierra, pero ahora no. Sabía que todo cambiaba desde ese momento y estaba dispuesto a hacerlo.
Estaba dispuesto a dejar que alguien (mas allá de Tiny y Ginny) vea al verdadero Draco Malfoy. Un adolescente, asustado y decidido a vengar la muerte de su madre. Un adolescente como cualquier otro, pero que tuvo la mala fortuna de nacer en el seno de una familia de magos oscuros.
POR CADA CAPITULO QUE ALCANZO A PONER, NOS ACERCAMOS MAS A DONDE LO DEJAMOS EN EL FORO.
BESOS PARA TODOS Y GRACIAS POR SEGUIRME ACA.
BARBY
