KLMN 05:
Capítulo cinco: De Cómo Los Ácidos La Hacen Para Volverse Dulces.
Nota preliminar: Haru san, no te enojes, en realidad me gusta mucho que sigas esta historia, como Anna, me siento muy honrada, porque nadie había seguido una historia mía así... Así que por Haru o como sea, esta vez pondré letras delante de los diálogos, como Y o T.
Con respecto al apellido, es muy simpático, y para evitar toda suerte de bobadas, no le llamaré mas por el apellido.
Había hecho esto, pero increíblemente, se borró. Así que tengo que hacerlo todo de nuevo. Y con respecto a las amenazas de muerte que me han llegado al mail, les diré que somi y yomi van si o si, les guste Mimí, Sora, o odien a Yolei. Mi hermano dice que no tengo por qué darle preferencias a nadie. ¡Así que se joden! No, es broma, sólo que no esperen que parta de exactamente el mismo punto donde dejé la historia.
Yamato y Taichi caminaban juntos por la larga avenida junto al mar. Era invierno, así que iban con sus chaquetas, y bufandas. Caminaban lento, no había prisas por llegar a casa en aquel atardecer tan bello.
El viento frío soplaba, y Taichi se estremecía. No comía bien desde que estudiaba tan lejos de casa, y ya comenzaba a afectarle. Yamato lo miró pensando en que pronto lo abrigaría entre sus brazos. Iban a su casa.
Y: -Mi padre no llegará hasta pasado mañana, así que no habrá la más mínima posibilidad que llegue.
T: -Bueno.
Y: -Así podremos comer tranquilos.
T: -Pues no siento hambre. Hoy comí bien.
Y: -Y yo no hablaba de comida.
OO --U
T: -¿Entonces de qué?
Y: -¿Te estás haciendo el huevon? –Se acercó por detrás, cruzándose para hablarle al oído, sin que pasara apercibido por los demás. –quiero comerte a ti. Me muero de ganas.
T: -Comprendo. ¿Tienes... Protección?
Y: -¿Protección? ¿Temes quedar embarazado?
T: -No, pero tú has estado antes con chicas, y...
Y: -Siempre con protección, y casi siempre eran vírgenes...
T: -O eso decían.
Y: -No soy estúpido.
T: -¡Pero eran fan grumpies!
Y: -Ah, ¿Estás celoso? ¬¬
T: -Etooo... Bueno, si.
Y: -Siempre me preocupé de no llegar a tener relaciones con todas. ¿Estás loco que aceptaría tal cosa? Aunque diga otra cosa, el sexo siempre es algo muy especial. Y esto es... mas especial que nada...
T: -Ah.
Y: -Entremos de todos modos a la farmacia. Necesito algo. -Yamato entró a la farmacia, y Taichi entró detrás de él. –Disculpe, necesito lubricante.
V: (Vendedora): Eh... Si, mire, tenemos de esta marca, dicen que es muy buena, también trae algo de anestésico. Y esta que trae en tres diferentes sabores, otra con figuritas de animales que brillan en la oscuridad, y esta con olor...
Y: No, eso quitaría efecto. Tiene uno que sea transparente, sin sabor ni olor ni figuritas, ni anestesia...
V: Si, está esta. –Se da cuenta de la presencia de Taichi tras Yamato. –Diga joven...
T: Vengo con él.
V: OH... YA VEO. Bien, señor, no quisiera...
Y: Nada mas, gracias.
La señora vendedora parecía escandalizada al despachar la cuenta. Yamato se le abrazó a Taichi por la espalda, haciendo que se escandalizara aún mas, y fue peor cuando le besó el cuello, y la cara. Recogieron el paquete, y se soltó de Taichi. Le abrió la puerta para que saliera, y al último momento, le dijo:
Y: "Para la próxima, tome una foto, DURA MAS" Y cerró la puerta tras sí.
T: ¿Porqué hiciste eso?
Y: ˆ¬ˆ por nada. recuerda que me gusta molestar a la gente.
T: Ah...
Y: anda no te enfades –Le dijo abrazándole por los hombros.
T: No me enfado, es sólo que no comprendo.
Y: Ya, no importa. Algún día lucharás por el derecho de dos hombres a besarse en la calle.
T: En realidad, todos en mi clase apoyan el derecho de la familia a no tener que explicar a los hijos porqué si son dos hombres se abrazan en público.
Y: Mh. Ya llegamos.
Empezaron a subir las escaleras al departamento 202. (Es el del anime). Al llegar, Yamato se adelantó a abrir la puerta. No esperaban encontrarse en un palacio, mas un lugar tranquilo por toda una noche satisfacía muchas de sus necesidades y alternativas. Yamato se adelantó a la cocina, mientras Taichi se quitaba el abrigo. Yamato lo tomó, junto con el suyo, y los llevó a su cuarto.
T:...
Y:... si quieres algo sólo pídemelo.
S: No lo sé... Es un chico guapo, inteligente, sabe mucho de cine, y me atrae físicamente, pero es tan inseguro, ectoplasmático, no creo que sea muy estable emocionalmente.
M: No espero que un hombre sea estable emocionalmente si sabe que tiene emociones. Eso es normal en los chicos, Sora.
S: No lo sé... como te digo, solo se que nada se... Ojalá Yamato estuviera desocupado hoy.
M: Claro, como es mucho mejor consejero que yo... (haciendo pucheros)
S: ¿Celosa?
M: Tal vez. Lo preferiste como pareja, y como amigo. Pese a todo...
S: Ya empiezas otra vez. Me aburres cuando haces eso.
Otra vez las pilló el atardecer, igual que tiempo atrás, en el cuarto de Mimí. Sora estaba tendida boca abajo en su cama. Mimí, sentada, apoyando se espalda en la cama, y la cabeza en la parte baja de la espalda de Sora. Era un cuadro de mucha intimidad, con la luz rojiza sonrosada que traspasaba las cortinas. Esta vez estaban vestidas si, y con mucha ropa, el frío congelaba.
M: Lo siento.
S: No sientas nada, y hazme un masaje en la espalda.
M: Vaya, ¿En serio lo quieres? Sabes que puede terminar mal...
S: Va a terminar tan mal como lo queramos.
M: tienes razón.
Sus dedos hábiles recorrieron demarcando las líneas de la espalda, tan pequeña y huidiza, tan ancha por los hombros, angulosa y suave, y su pierna se cruzó a través de esas caderas tan levantadas, para quedar a horcajadas de aquel cuerpo. Empezó levemente, pero al rato ya amasaba aquellos hombros, cuyos brazos ya no estaban bajo la barbilla, sino a los lados. Deshizo los nudos que llenaban aquel lugar, suavizando al tacto, estirando los músculos, sintiendo los gemidos de alivio (y una que otra cosilla) de su paciente.
Cuando aquel se volvió, sin embargo, para mirar de frente al doctor, este de inmediato perdió el control, amasando ahora aquellos pechos tan sensibles a sus dedos, mientras sus labios eran controlados ahora por los mismos que un día la rechazaron.
Y. ¿Quieres algo, té, café, un sándwich?
T: No, gracias.
Y: Si quieres algo...
T: Es que te quiero a ti.
Y: Estas un poco tenso para eso ahora, y puede ser contraproducente.
T: Entonces relájame.
Se apoya en el mueble de la cocina. Yamato se acerca a él, de manera que quedan muy cerca. Lo abraza por la cintura, y le da un beso profundo. Juegan con las lenguas dentro de la boca. Taichi pasa los brazos por encima de los hombros de Yamato. Y éste lo empuja a que se siente sobre la mesilla del mueble. Se siguen besando, y mirándose, a veces, el beso era de esos que tiene la propiedad de ternura mas que deseo animal, ese deseo que te da ganas de tener mas, pero de poseer tranquilamente, sin prisas, sin apuros, tendrían todo la noche para ellos solos, no había mas nada que esperar.
Yamato acarició su espalda hacia abajo, y al ir hacia arriba, fue arrastrando su camisa, y su chomba. Se ayudó con la otra mano para el frente, y al ir por las axilas, Tai separó un poco el beso para levantar las manos.
Se miraron sonrojados a los ojos. El sonrojo no era de timidez, y sus cuerpo ya elevaban temperatura. Taichi apoyó las manos un poco mas atrás, luciendo su bien formado cuerpo. Siempre molestó a Yamato diciéndole que era un delgaducho. Ahora Yamato lo contemplaba, y le gustaba. Además, se había acomodado entre las piernas de Taichi, quien tenía las caderas un poco mas arriba de las suyas. Mas despeinados de los frecuente, Yamato aún sostenía la tibia ropa que recién había arrancado.
Y: ¿Vamos a la cama?
T: De acuerdo.
Yamato lo tomó de la mano, y lo bajó casi arrastrando en dirección a su cuarto, donde lo arrojó encima de la cama. Cerró la puerta, y se arrojó sobre él. Rebotaron jugando, a carcajadas, sobre el piso.
Las ropas de Mimí y Sora también yacían lejos de ellas, como un auténtico rechazo a aquello que no fuera natural. Los labios dulces y suaves se rozaban ya hinchados de tanto roce divino, así como sus pezones. Los pechos de Mimí eran así, divinos, como rellenos de leche y miel, como si de ellos fuera a salir hidromiel o ambrosia de un momento a otro. Los pechos de Sora eran un tanto mas oscuros, pero igualmente bellos. Poseían aquellos la belleza de lo salvaje, de lo civilizado que yace junto a la ropa, lejos, de aquel sabor de los bosques húmedos y oscuros, donde, hipnotizado, no puedes sumergirte sin perderte. Ambos cuerpos profundamente femeninos, se amaban el uno al otro casi si intervención de la razón, en aquel ambiente tibio, y ya oscuro. No se habían molestado en encender la luz. Ya había caído la noche, que protege rubores indecentes de la luz del día. Casi como un útero. A aquella casa nadie iba a llegar de improviso. Las dos espaldas casi se encontraban de lo apretados que eran los abrazos, de los pechos que se encontraban, de los cuellos que eran recorridos, y besados. Las piernas se refugiaban en torno a ellas mismas, hasta formar una bolita de carne, una sola bolita tiritante y rubia, sudorosa, que se apretaba y se apretaba en torno a si misma, buscando su centro, buscando su aura, buscando volver a lo que nunca fueron. Las piernas chocaban, y hubo mas de uno que vio la luz en aquella batalla de ternura y oscuros deseos que nunca dejan de amarrarse al vientre, y aferrarse a los huesos del otro con el que estamos.
La luz de la luna no entró por aquella ventana, donde dos cuerpos que intentaban retomar su propio cuerpo miraban por si quería entrar.
Dos cuerpos blancos como ella, sin darse cuenta, se habían vuelto luz de luna.
Yamato recorrió aquel cuerpo duro, musculoso con la punta de los dedos al principio, pasando y repasando los lineamientos perfectos del cuerpo que se le ofrecía. Tomaba su tiempo en buscar aquellos sitios que pronto serían quemados en pasión. Taichi se desvanecía. Lejos, en un universo adjunto, tal vez pudieran estar juntos por siempre... su mente divagaba... Yamato miraba su cuerpo, y miraba su ojos. Tomó las muñecas del cuerpo adjunto, y las dejó en su almohada.
Y: Ahora cierra los ojos. Y no los vuelvas a abrir.
T: ¿Qué?
Y: cierra los ojos, y no te muevas.
Siguió en su tarea de delinear el cuerpo con los dedos. De los dedos, reemplazó la mano completa, y mas tarde, empezó a recorrer el cuello con su boca. Tomó una venda del cajón, y la puso sobre los ojos de Tai. Comenzó a besarlo por la línea central que dividía su cuerpo en dos lados... bajó a través de esos pectorales al ombligo, obligándose a demorarse un rato allí, bajando en cascadas hacia la línea que marcaba su pantalón, que tras unos momentos desabotonó con prisa. Taichi iba a moverse para ayudarle, pero Yamato le dijo "Te dije que te estuvieras quieto". Quitó lento el pantalón, y con él salieron sus boxers, y los calcetines. Taichi se llevó las manos a la boca cuando sintió la boca de Yamato en el interior de sus muslos, subiendo y bajando, una boca húmeda y caliente, que quiso estar dentro suyo.
"Voltéate" escuchó decir. Y el chico rebelde, que nunca obedeció a sus padres, obedeció sin dudar a una orden llena de deseo.
Sintió todo el peso de esa lengua húmeda como su propio cuerpo cerca de sus nalgas. Sentía como el pene le pulsaba. Sentía que ya estaba a punto de terminar.
T: Yamato...- gimió –Yamato, espera, que me corro... Que voy a acabar...
Y: Si quieres terminar, termina, no por eso termina la fiesta.
T: Ya... Yamato... oh, dios, no puedo...
Yamato respiró hondo, se limpió la boca de su misma saliva, y se entreabrió con furia el pantalón. Se montó arriba de Taichi, y le mordisqueó un poco el cuello. Vagó con sus manos, casi fuera de sí, por aquel cuerpo que gemía, y que en tres besos mas acabó en sus propias manos.
Y: Espero... Espero que te hayas sentido bien.
T: Ya lo creo.... (con una sonrisa de oreja a oreja) pero no comprendo algo...
Y: ¿Qué cosa?
T: ¿porqué solo yo estoy desnudo?
Y: Mh... (encogió un hombro, e hizo un puchero) no se...
T: Mh... creo que hay que remediar eso... Rápido.
Y: Me da vergüenza.
T: Ya lo creo.
Tiró de espaldas a Yamato, y empezó a besarlo desaforadamente, intentando compenetrar sus almas en un solo momento... empezó a quitarle la ropa... mas suave si... y para cuando lo tuvo desnudo, lo contempló...
Sora se despertó como a la media hora. Había hecho el amor una vez mas con Mimí. "Pero ya no mas" pensó. La quedó observando, todas las personas parecen ángeles cuando se las mira dormir, pero Mimí en ese momento para Sora era lo mas precioso. Le acarició un poco el rostro, moviendo los mechones que quedaban... Siempre le molestó que la despeinara, y se peinaba otra vez, y la volvía a despeinar... quien diría que eran conductas para tocarse... ella, con su rostro que siempre dijo odiar "parece el de un hombre" le oía decir. "En cambio el tuyo es tan redondito, tan femenino".
S: pero ya no mas... Mimí, no quise decírtelo, no pude... pero ahora soy yo quien se va. Disfruta a tu nueva chica.
Acarició con el dedo los contornos de aquel cuerpo que ya no le pertenecía. Tomó su ropa, y se vistió. Sintió que Mimí se movía, y la miró voltearse. Terminó de vestirse, y se acercó otra vez a su cama.
S: lo siento, pero me iré... Quería decirte que lo pasé muy bien contigo.
Cerró la puerta.
Y el silencio entró por ella.
El silencio y la soledad.
Entró a quedarse.
Los sollozos de Mimí se escucharon cada vez mas fuerte, hasta volverse llanto puro y desesperado.
M: ¿Eso era todo, Sora? ¿Cómo puedes ser tan fría?
Lo que no supo, es que cuando el filo de la puerta se cerró, mas de un corazón pareció quedar pescado en las bisagras.
Aquel cuerpo blanco, pleno de fantasías sexuales e historias presas en cada gesto, y cada nuevo temblor... aquel cuerpo que se le abría completamente, como estrella, para recibirlo, aquel cuerpo que estaba también a punto de tocar las estrellas con violencia...
Y: Tai... Me duele...
T: ¿Qué hago?
Taichi con ojos llenos de lujuria se tendió para hablarle al oído.
T: ¿Cómo te ayudo?
¿Qué quieres que te haga?
Y: Chúpamelo. Cómeme, Tai...
Taichi agachó su cabeza par cumplir las órdenes temblorosas de su señor. Empezó lengüeteando con timidez la punta, que punzaba ya, y se metió todo lo que pudo a la boca, y chupó fuerte. Su dios empezó a gemir fuerte... Pero aún era demasiado pronto... Salió de allí... las gotitas de pre orgasmo ya estaban, y deseaba disfrutar ese cuerpo blanco como pescado crudo al máximo, chuparle toda la sal y el jugo de las costillas, marcar una vez mas que era el único que estaría allí.
Para cuando ya sus gemidos pasaron a gritos, tomó en su mano el pene de Yamato, y empezó a masturbarlo suavemente, para terminar en dos tiempos.
Ya el suyo estaba preparado otra vez, o mas bien faltaba poco.
Se tendió a su lado a respirar en su oído, completamente sándwich, a esperar el momento.
Ya faltaba poco para que empezaran de nuevo los fuegos artificiales, esta vez con champañazo.
Este fic... me he demorado un poco mucho en escribir este capitulo, pero creo que me quedo tal como quería, lo cual es bastante complejo. Muchas malas palabras, mucha cebolla amarga con algo de dulce que no es tanto... No puedo contarles historias de hadas con pétalos de rosa, por eso no soy popular en el mundo del fanfiction. Aquí empezó el lemon, y no se cuando pare. No tengo planificación para el resto... Estoy en blanco otra vez.
Mil besos a Duo Maxwell, koi de Heero Yui, y a Yamato, postre de Jakito. Espero que a Taichi no lo moleste. Y a noin, que para estas alturas estará leyendo este fic. Noin es realmente grandiosa. Y para Carmin, el hada buena de los escritores... un beso casto. (el unico que puede venir de mi y serlo.)
