KLMN 06

De la metamorfosis, desde semillas a mariposas.

Esto no contendrá agradecimientos, lo escribiré mucho antes que se publique.

Sólo quiero aclara que mariposa simboliza la transformación acabada, y a los gay. Patéticamente, también el arco iris, el orado, y casi todo lo que me gusta.

Taichi abrazó a Yamato por la espalda.

Y: Y creí que yo iba a ser el primer seme.

T: Pues, no, seré yo. Ya luego te dejaré a ti.

Taichi deslizó la mano por el frente de aquel cuerpo que afirmaba profundamente. Tenía el cuerpo muy pegado al de Yamato, su cuerpo moreno en contacto con el cuerpo pálido... Su pene estaba ya listo, pero no sabía cómo preparar a Yamato. Le mordió el cuello, bajo el oido, y sentía como el cuerpo de su compañero estaba lacio y tenso, dispuesto para lo que vendría. Cortó un poco el ambiente para tomar el gel. Yamato se quejó un poco por lo frío que estaba, pero Taichi sonrio.

T: Con lo caliente que estamos, en unos segundos ya estará bien.

La verdad, el gel le produjo placer. Se tendió de espaldas, relajándose un poco para lo que vendría. Estaba nervioso, y a la vez tranquilo. Sabía lo que sucedería. Taichi siguió masajeando la zona. Su pene se comenzó a erectar otra vez. Dolía un poco lo que hacía Tai. Se volteó a mirarlo, parecía muy concentrado en aquello que hacía. Se estremeció al comprobar que eran dos dedos, completo... Eran tres dedos los que tenía dentro suyo. Tai se sintió observado, quitó la mano de donde la tenía, y besó a Yamato. Lo giró de espaldas hacia sí, y puso su pene en el ano ya listo, penetrando, agarrándose a Yamato fuertemente, ya no con ternura. Lo sintió gemir, pero sus gemidos eran casi un lamento. Lloriqueaba el rubio, cuando Taichi estuvo en dos movimientos por completo dentro. Se calmó u poco, y le besó el cuello. Puso su rostro al lado del de Yamato.

Y: ay...

T: Ya, no te pongas a llorar.

Y: Duele.

T: Relájate. Ya luego dejará de doler, y te sentirás muy bien.

Y: Maldito bastardo, si estuvieras tú aquí ya estarías llorando. Ya verás cuando sea mi turno.

T: Me vale, ya lo veremos.

Ambos cuerpo estaban cubiertos por una película de sudor. Ambos jadeaban, y aunque estaban tranquilos, Taichi no dejaba de mover las caderas. Yamato tenía lágrimas en sus ojos. Taichi... Profundizó el abrazo, acarició el rostro contra el suyo, como lo haría un gatito, y tomó la mano de Yamato. Éste abrió los ojos, se concentró en la mano que lo tocaba. Como si no hubiera otra cosa en el mundo. Miró a Tai, que tenía los ojos cerrados... movió sus caderas hacia atrás, y Taichi contestó moviéndose un poco mas al fondo... Entr movimientos comenzaron a sincronizarse, y en un momento, Yamato comenzó a gritar, en un orgasmo mas fuerte que ningún otro que hubiera sentido antes. Taichi terminó dentr de él, salió, y seguía pegado a su espalda. Yamato, por mientras, parecía seguir con las punzadas del placer, heridas tan recientes y duraderas, ya no se agotarían.

Mimí se vistió, se puso unos lentes oscuros, y tomó un bolso. Echó allí algo de ropa. Llamó por última vez a ese teléfono, y contestó su madre.

-¿Sora? Acabo de irla a dejar al tren, ella se fue a XXX

Cortó, y no sólo el teléfono. Había llorado durante horas, pero ya no mas. Si bien es cierto que el amor no se acaba en tres tiempos, o cuando uno lo decide, según las bobadas del sentido común, uno puede olvidar a alguien que haya amado mucho.

De todos modos, tenía que volver a norteamérica. Miró por última vez el apartamento, ya casi vacío, tomó las llaves, y cerró la puerta.

Y la soledad salió junto con ella.

Caminó por calles oscuras hasta llegar a ningún punto. Caminó otra vez con el sabor de la soledad y la absoluta desesperación en su boca, que hace momentos estuvo llena de ella, de su pasión, de su sabor, de su deseo. De su lengua. Caminó, y sin darse cuenta, llegó a las afueras de u departamento en especial. Lo miró hacia arriba.

Taichi miraba a Yamato, a su lado, sobre la cama, sin tocarlo.

Yamato miraba a Taichi, a su lado, sobre la cama, sin tocarlo.

Se miraban mutuamente como si fueran ángeles descansando tras una batalla que nunca se gana, y nunca se pierde.

Estaban en la misma, posición, pero frente a frente, una mano a la altura del pecho.

La cabeza en las almohadas.

Y el cuerpo en descanso.

Yamato le tomó la mano, y el ambiente rosa se tiñó nuevamente de rojo.

Yolei se había sorprendido de verla llegar. Últimamente estaba un poco distante, su pronto y seguro viaje al que ahora era su hogar la había llenado de alegría, parecía que quisiera librarse de todo este aspecto de dispersión y malversación de actitudes, rumores malintencionados, amores desgarrados y desgarradores, del cual ella misma formaba parte. Parecía que también la quería dejar atrás. Nunca se dijo nada, ni se aclararon las cosas, pero se sentían muy bien juntas.

La hizo pasar, y le sirvió un té. Su hermano mayor las echó de allí, porque iba a ocupar, así que la hizo pasar al rincón que era enteramente suyo. Habían hablado de nada.

-Te noto algo rojo el rostro –Mencionó Yolei de repente. -¿Te ha pasado algo? -Mimí se quedó callada. Y algo cabizbaja. Movió los dedos en torno al té. –Lo siento, no quise molestarte, yo... –

-Está bien. –Mimí se quitó los lentes. –Está bien, tienes todo el derecho a saber. –Terminó su té bajo la mirada sorprendida de su interlocutora.

-Tienes, tienes tus ojos muy rojos... ¿Estuviste llorando? –Mimí asintió - ¿Por Sora? –asintió otra vez. –No tengo porqué enojarme, ni saberlo. Sé que la amas, y en cambio yo no te amo a ti. No quiero ni saber lo que pasó, pero...

Se calló al ver que Mimí la abrazaba por el pecho, y lloraba. Yolei habrá creído que era de pena, pero también había algo de placer en ese dolor. Era placer de saberse tan querida, y aceptada.

Si no se amaban como amantes, aquella noche se consolidó uno de los grandes deseos de ambas: El amor que es incondicional e incambiable.

Yamato se había instalado entre las piernas de Tai, y lo miraba de frente. Encogió uno de sus hombros, en señal de duda, antes de disponerse al ataque que ya estaba listo.

Y es qu sería la segunda vez en poseerse en una noche de la cual perdieron la cuenta. En uno de sus leves descansos, Taichi preguntó.

-¿Y qué será de nosotros mañana, Yamato?

-Seré tu novio si eso quieres.

-No me refiero a eso.

-¿Entonces a qué?

-Es que... Ni tu ni yo creemos en el amor eterno, e incambiable... Y por momentos esto me da miedo. Creo que tengo miedo de sentir este amor, este dolor, este placer... Creo que en el plano del alma, significa sólo dolor y...

-Déjate de huevadas, Taichi. (Gilipolleces, para esp, boludeces arg) mira, yo no creeré en eso, pero esto durar´lo que tenga que durar. Si nos duele, nos hará crecer. ¿No fuieste tú el que me dijo eso?

-no sé, segú tú digo puras huevadas.

-A veces no ocupas tu boca mas que para decir idioteces.

-Otras, para hacertelas gritar a ti.

Se miraron desafiantes. Sus corazones galopaban. La violencia también estimula los instintos. De eso sabían ellos como el que mas.

-Mh, ese es un buen punto. ¿Porqué no ocupas tu boca en algo mas productivo, como hacerme chillar?

-Me parece una buena solución, pero me toca ser seme.

-No huevees. Me toca a mi hacerte chillar siendo seme.

-HA! Inténtalo.

-Con gusto.

Y así se saborearon hasta perderse en cada orgasmo, en cada nueva embestida. En cada nuevo movimiento y posición. Porque practicaron todas las que se sabían por mangas yaoi, y otras mas que se inventaron. Pero nada tan delicioso como ver amanecer juntos, abrazados, cubiertos por una manta, y desnudos, desde la gran ventana que había junto a la cama de Yamato, con vista al mar.

-Así como no sabremos si mañana se acaba el mundo, no sabremos nunca si continuaremos juntos. Al menos, si alguien me dijera que este mundo se cae a pedazos, iría tras de ti. –Empezó a hablar el rubio.

-Y si a mi el pollo rostizado cayendo del cielo me dijera que el mundo está loco, también iría tras de ti.

-Mentira, te comerías el pollo.

Rieron de la ocurrencia del rubio.

-Oye, porqué dices eso.

-Como que porque, si estas engordando.

-No es grasa, es músculo, hago pesas. Mira cuan duro tengo todo.

-Mh. –Yamato apretó algo –Esto está blando.

-Si sigues apretando así, dentro de poco estará duro.

-Y lo pondrías dentro de mi?

-Mh... Si

-Ah, entonces sigo.

Ya había pasado mucho tiempo... El suficiente al menos para imprimirse las letras del otro en el cuerpo. Es suficiente para que se hubieran tatuado. El suficiente para que a Mimí se le empezara a borrar el nombre de la rosa, del cielo del corazón. Las heridas abiertas sin quererlo al mismo tiempo esa noche empezaban algunas a cerrarse. Con saliva, se cicatrizan mas rápido, y con amor, mas rápido. Sin embargo, hay heridas que ni con los mejores esfuerzos se cierran. Sólo el tiempo cura algunas. Sólo el tiempo, el sol, y la brisa marina.

Y era justamente eso, brisa marina lo que habían ido a tomar. Ya casi era primero de agosto, y el viento azotaba muy fuerte los rostros en aquella entrada de mar. Los chicos jugaban en la arena, y Yamato leía, sobre un mantel, que a su vez estaba puesto sobre un pequeño alto de arena. Taichi se cansó, y fue a ver para que jugara con ello.

T: anda, ¿Porqué no quieres jugar?

Y: Ya te lo dije, tengo examen.

T: Estudia mas ratito...

Y: Nop. Ahora.

T: anda... –Taichi le puso una mano sobre la cintura de Yamato, revestido normalmente con un beatle de color café oscuro. Yamato no retiró la mano, no se movió para rechazarla, y de a poco empezó a elevarse la temperatura entre ellos dos.

M: Yamatooouu!! –Gritó Mimí, y se tiró sobre Yamato, sentándose a horcajadas sobre sus caderas. (Donde habrá hecho eso? Mh... no lo sé, pero me suena)

Al mismo tiempo, Yolei se tiró al cuello de Taichi, con tal impulso que terminaron rodando en la arena.

Y: ¡Mimí! No hagas eso!

M: Ustedes dos ya estaban dando espectáculo –Yamato se viró hasta ponérsele de frente. –Y vinimos a salvarlos.

Y: ¿A salvarnos? –sonrió maléficamente, recordando sus retozos de niñez, y levantó las caderas un golpe. -¿A salvarnos de qué?

M: Ay, no empieces...

Y: Fuiste TU quien empezó.

La tomó de las muñecas, y giró un poco, para quedar sobre ella. Mimí rezogó otro poco, mientras Yamato dejó en una de sus manos grandes las delgadas muñecas de Mimí, para empezar a hacerle cosquillas.

M: ay, no, Yamato ya no más, que me duele.

Y: Vamos, que no duele, que si gusta.

Como Taichi se había ido para el otro lado de la duna, llego justo a tiempo para escuchar a llego justo a tiempo para escuchar a Yamato y a Mimí en aquel interesante diálogo... Que se puso a escuchar junto a Yolei.

T: ¿Qué estarán haciendo?

Yo: Mh... ¿Quieres que te lo diga, o prefieres imaginártelo?

T: Mh... ¬¬

Yo: Shit! Escucha... (susurró)

M: Ya, déjame, Yamato... (Jadeando)

Y: ¿En serio que quieres que pare?

M: Sí.

Y: ¿Quieres que pare?

M: ¡Si!

Y: ¡Grita mas fuerte! ¿Quieres que pare?

M: ¡Yamato! Ya!

Y: ¡Grita mas fuerte!

M: jaja, Yamato!

Y: Grita mas fuerte! Quieres que pare:

M............. si...

T: (Sale de su escondite) Yamato qué... glup.

El panorama que vio Taichi lo dejó desolado junto a Yolei... Voló el viento, llevando consigo un envase de papas fritas Lays. (Lays, no podrás para de comerlas) Yolei pareció encogerse un poco a su lado, cubriéndose la boca.

Y: Ah, nada. Dijo poniéndose de pie, y ordenándose el pelo.

T: ¿Cómo que nada? (se estaba aguantando la risa, para cuando Yamato se dio vuelta, ya la había logrado controlar)

Y: Taichi!!! –Yamato se mordía la lengua para no contestarle.- Está bien, si quieres escucharlo, es cosa tuya. Le estaba haciendo cosquillas.

Yolei en ese momento ayudaba a ponerse de pie a Mimí, y le limpiaba la arena de la ropa.

M: Eres un salvaje, Yamato.

Y: ¿no he cambiado?

M: No.

Yo: pero díganme una cosa... ¿Los dos se van a quedar ahí de brazos cruzados mientras Yamato se sale con la suya.?

Yamato: --"Esa no parece Yolei..." Tengo un mal presentimiento.

M: ¿A qué te refieres?

T: Es que... Estás pensando en...

Yo: ¡Sí! Venganza. (Aparecieron olas de mar y fuego tras Yolei mientras pronunciaba su discurso) ¿Es que acaso no tiene orgullo? Díganme, ¿Hasta donde va a llegar esta sociedad si cualquiera viene y te tumba en el suelo y te hace cosquillas impunemente? Es por eso que la sociedad está como está.

M: ¡Eso es cierto! ¡Coincido con ella!

T: Adelante! Venganza digo el ganso a la gansa!

Y los tres literalmente volaron donde Yamato ya iba escapando por su vida, con grandes risotadas. Al momento del examen, estaba muy relajado, y pudo dar un mejor esfuerzo que si se hubiera seguido presionando de esa forma. Los chicos los miraron jugar, Davis dejó la pelota por mirarlos un momento, haciendo que le cayera a Joe en la cabeza, para luego volverse y declararlos locos. (Claro, el siquiatra mas equilibrado)

Pero como dicen, hay veces que hace falta estar un poco loco para ser feliz de verdad.

Hola! Ya sé que me demoré mucho, pero he estado ocupada, y como me gusta que mis fics sirvan para pensar mas que para entretenerse, para eso vean una teleserie. Hoy estoy agresiva uno porque por el cap anterior casi no me llegaron rewiew, y dos, porque un par de chicas me demostraron ser infinitamente incultas, y son consideradas astros por el fandom. Gr.... Ya me lo habían advertido, de todos modos. Pero confío en que mis lectoras suelen leer algo mas... si no, no serían capaces de soportar mi estilo. Algunos de mis profes no pueden.