DISCLAIMER: Nada de este mundo de fantasía me pertenece. Todo es propiedad de JK Rowling y sus asociados.

CAPÍTULO 43: EL ENFRENTAMIENTO.

En cuanto Harry tocó la Snitch sintió el familiar tirón en el estómago. La maldita cosa era un traslador y, aunque había hecho todo lo posible para hacerle caso al rubio, no había podido, era como si algo en su mente se negara a obedecer.

Ya sabía lo que venía a continuación y estaba casi seguro de que, esta vez, no iba a tener tanta suerte como las anteriores. Qué iba a hacer frente a todos los mortífagos y Voldemort? Quien sabe lo que el maldito le tenía preparado este año.

-Bienvenido Potter –dijo una siseante voz frente a él. –Y trajiste a Draco Malfoy contigo.

-Qué? –preguntó Harry volteando hacia su derecha, donde el rubio intentaba no temblar. –QUÉ DEMONIOS HACES AQUÍ MALFOY??!?!?!!

-Contesta Draco, ilumínanos.

-Yo... Yo... –Draco tenía una "piedra" en su garganta, que le impedía hablar frente a Voldemort, y Harry comprendió que tenía que hacer algo.

-QUERÍAS VER COMO ME MATABA, VERDAD? –preguntó intentando calmar su miedo y sabiendo que tenía que ayudar a Malfoy, pues el rubio había intentado evitar que atrape la Snitch –SABÍAS QUE ERA UN MALDITO TRASLADOR Y SOLO ME TOMASTE POR LA TÚNICA PARA VENIR A BESARLE LA CAPA A TU PATÉTICO SEÑOR!

-Por supuesto Potter –dijo Malfoy agradecido, aunque sin demostrarlo. –Pero mi Señor no es patético, él es quien tiene la verdad y quien va a convertir al mundo en un lugar habitable para los magos que lo merecen.

-Ya que estás aquí Draco –dijo Voldemort acercándose a él –Lo mas conveniente será que te inciemos, pero luego de que termine con mi "huésped de honor".

-Sus deseos son órdenes Mi Señor –dijo Draco haciendo una reverencia.

-Lucius, debo felicitarte. Has hecho un buen trabajo con tu hijo.

-Gracias Mi Señor.

-Ahora... Cómo está esa poción Severus? –siseó Voldemort desde su lugar.

-Le falta una hora aproximadamente Mi Señor. –respondió Snape sin levantar la vista de su caldero.

-Bien. –Voldemort se acercó a Lucius, lo suficiente como para que sólo el rubio lo escuche –En cuanto la termine, te encargas de amarrarlo. No quiero que vuelva a Hogwarts. Ya no confío en él.

-Será un placer –dijo Lucius con sus ojos brillando con malicia y locura.

-Colagusano!

-Si, Mi Señor –dijo el tembloroso hombre acercándose.

-Sujeta a Potter y llévalo al altar de sacrificios.

-Si, Mi Señor.

Peter Pettigrew levitó a Harry con un movimiento de su varita y lo llevó hasta un altar de mármol negro, brillante y resplandeciente.

El moreno sabía que no iba a salir de allí. No podía pretender que Malfoy y Snape arriesguen sus vidas para salvarlo y sabía que no iban a hacerlo.

-Eres un idiota Potter. –dijo Draco entre dientes al acercarse a él.

-Te juro que no podía evitar tomar la Snitch Malfoy –susurró Harry –Algo me impedía pensar con claridad.

-Sólo espero que Dumbledore nos encuentre pronto, no tengo interés en recibir esa maldita calabera.

-Lo siento.

-También yo.

Jennifer apareció, gracias a su cadena-traslador, en un salón oscuro y desierto. Caminando a oscuras, con la seguridad que sólo alguien que ha caminado por allí miles de veces, se acercó hacia una pared que, a simple vista, era sólo eso.

Apoyó su mano izquierda en un ladrillo determinado y su varita en otro, mientras susurraba con voz firme su nombre, apellido, posición y cargo.

La pared la absorbió en un instante y se encontró en una sala completamente diferente.

El amplio "Salón Blanco" tenía sus paredes, piso y techo recubiertos con pintura de ese color, una mesa redonda en el centro, rodeada por seis sillones. Caminó en línea recta, hasta estar detrás de su propio lugar y esperó.

Junto a una pared del salón, podía verse una tarima, levantada unos veinte centímetros del suelo. Sobre ella, un sillón dorado, con piedras preciosas incrustadas en él.

Tan sólo unos segundos después, cinco personas mas aparecieron en diferentes sectores de las paredes, tal como lo había hecho ella.

Cuando todos estuvieron tras sus lugares, en silencio y con gran protocolo, se sentaron.

Inmediatamente, en la mesa aparecieron pergaminos, plumas, tinteros y otros utensilios que nadie podría imaginar para que servían.

-Tu dirás –dijo el hombre que se sentaba a su derecha.

-Voldemort tiene a Harry Potter y Draco Malfoy.

-Cómo sucedió? –preguntó una mujer frente a ella.

-Un traslador nuevamente. Esta vez hechizó una snitch. Estoy segura que fue Lucius Malfoy cuando visitó Hogwarts hace unos días.

-Y cómo es que Draco Malfoy está con él? Hoy no jugaba Slytherin. –declaró con seguridad otro hombre, sentado a su izquierda.

-Draco intentó evitar que Harry atrapara la Snitch y lo tenía tomado de la capa cuando se activó el traslador.

-Algún plan? –preguntó la mujer nuevamente.

-No creo que sea momento de hacernos ver aún –habló por primera vez uno de los otros dos hombres.

-Coincido –dijo el sexto integrante del extraño grupo, mientras los demás asentían, salvo Jennifer y el hombre a su derecha.

-Entonces me haré cargo sola –dijo Jennifer decidida.

-No. Yo iré contigo. –dijo el hombre de su derecha.

-Pero...

-Iremos por nuestra cuenta. Nadie tiene por qué saber qué es lo que nos une.

-Tienen media hora –dijo la mujer.-Si no han vuelto para entonces, iremos todos.

-Decidido entonces Señores, y Señoras –dijo uno de ellos. –Damos por terminada esta reunión?

-La damos por terminada. –dijo Jennifer poniéndose de pie.

Jennifer salió por la misma pared por la que entró, pero esta vez, acompañada. En vez de tocar nuevamente el traslador que la había llevado allí, atravesaron otra pared y se encontraron en el Callejón Diagon.

-Vamos Jenny –dijo el hombre –Hay que traer a tus ahijados de vuelta.

-Gracias Azael. –respondió Jennifer con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

Harry, atado de pies y manos sobre el altar de mármol negro, sólo con una túnica verde muy fina que le habían puesto, esperaba por su destino. Tal vez fuera la última vez que viera el sol caer tras las montañas. Tal vez fueran sus últimos momentos con vida.

Debe habérsele notado en el rostro, porque Malfoy se acercó a él, simulando vigilarlo y le habló entre sus dientes, sin mover los labios.

-No seas imbécil Potter. Tiny no va a dejarte morir.

-No estoy muy seguro de que pueda hacer algo, y no voy a tener tanta suerte como la última vez.

-Tan sólo.... pelea Potter, si te rindes ante él se acaba todo.

Draco tenía la vista el frente, y le hablaba sin mirarlo. Por eso pudo ver cuando Voldemort se acercaba a ellos.

Harry, mas que verlo, lo sintió, porque pudo escuchar como Colagusano comenzó a respirar entre cortadamente y sentía el movimiento de su túnica, como si estuviera temblando.

-Harry Potter –dijo la voz silbante de Voldemort –La última vez que nos vimos también fuiste tan atento para venir a visitarme.

-Qué quieres Voldemort? –preguntó Harry haciendo gala de su coraje Gryffindor.

-Creo que tendrás que aprender algunos modales. Cruccio!

El maleficio fue lanado con tanto odio que Harry creyó que lo mejor que podía pasarle en ese momento era la muerte. Sentía como sus músculos se contraían y expandían tan rápida y dolorosamente que no creyó poder aguantar mucho tiempo mas. De pronto, todo pasó.

-No juegues conmigo Potter –Voldemort escupió el nombre con tanto odio que hasta sus mas fieles mortífagos temblaron –Ya me has retrasado demasiado en mis planes. No entiendo porque Dumbledore se preocupa tanto por ti, si no eres mas que un mocoso con suerte.

-Si eso es lo que soy, por qué me tienes aquí? –preguntó Harry intentando alargar la conversación por todo el tiempo posible.

-La venganza es un plato que se sirve frío Potter. Tu madre sangre sucia te salvó una vez y tu varita otra, pero no sucederá lo mismo ahora. Vas a morir y nadie va a ayudarte.

-Dumbledore va a venir por mi.

-No lo hizo el año pasado, verdad? –se burló Voldemort –Haber si entiendes mocoso: Nadie puede detenerme, los que podían ya están muertos. He esperado mucho por este momento. El heredero de Slytherin reinará al fin. El mundo perfecto sin sangres sucias ni mestizos. Sólo magos poderosos y...

-TU ERES UN MAGO MESTIZO! –le grito Harry interrumpiéndolo.

-CÓMO TE ATREVES A DESPRESTIGIAR A LORD VOLDEMORT!?!?!?!?! –rugió con furia el mago tenebroso. –Snape! La poción!

-Dos minutos, Mi Señor –dijo Severus revolviendo el contenido de un caldero humeante, que desprendía humo negro y nauseabundo.

-Vas a morir Potter. Vas a morir y yo al fin voy a ser inmortal.

-Oh... no lo creo –dijo Jennifer apareciendo entre Voldemort y los mortífagos.

-Jennifer Snape –la reconoció Voldemort en seguida.

-Riddle –lo saludó ella sin quietarle sus ojos de encima.

-Lucius! Mátala!

La carcajada que soltó Jennifer fue tan inesperada y espontánea que ninguno de los mortífagos pudo moverse de su lugar.

-De veras crees que Lucius tendría oportunidad frente a mi? –dijo Jennifer entre risas, gastando el mayor tiempo posible -Por Merlín! Y dices ser el mayor mago del mundo?

Voldemort enfureció y eso era lo que Jennifer buscaba. El mago tenebroso centró toda su atención en ella, dejando descuidado a Harry y Draco.

El rubio había perfectamente que, si había alguna posibilidad de salir vivos y sin marcas tenebrosas en sus brazos, era esa.

Agitó su varita discretamente, pronunciando un encantamiento en susurros y las cuerdas que sujetaban a Harry se aflojaron, pero él no se movió, pues aún estaba muy a la vista.

-Eres tan poca cosa Snape. –siseó Voldemort –Tan patética. Podrías haberlo tenido todo. Podrías haberte casado con mi mano derecha. Y, sin embargo, aquí estás, defendiendo a ese mocoso.

-Es "mocoso" –dijo Jennifer seriamente –es mi ahijado Riddle.

-No vuelvas a llamarme así –la amenazó Voldemort entre cerrando sus ojos de tal manera que solo eran dos líneas rojas.

-O qué? No amenaces cuando no vas a poder c u mplir.

-Te crees capaz de vencerme, Snape? –Voldemort se rió de forma macabra, acercándose a ella con su varita en alto.

Todos los mortífagos tenían su atención dirigida al próximo duelo que estaba por comenzar. Ansiedad y diversión podía verse tras sus máscaras blancas.

Severus la observaba desesperado. No podía creer que Jennifer hubiera aparecido sola, en el medio de todos los mortífagos y estuviera retando a duelo al mago tenebroso mas poderoso de los últimos tiempos.

Mientras que Draco aprovechaba que nadie reparaba en ellos y se acercó mas a Harry. Confiaba ciegamente en su tía y sabía que tenía un plan, o por lo menos, eso era lo que quería creer.

-Levántate ahora Potter –susurró.

-Qué se supone que está haciendo? –preguntó al tiempo que se arrastraba por el altar, dejándose caer al suelo, tras el montón de mármol.

-No tengo idea. Pero mas vale que sea bueno, o no podremos salir de aquí.

De la nada, dos manos taparon sus bocas. Los dos chicos se quedaron congelados. Si alguien los había descubierto estaban perdidos. Pronto salieron de su estupor y comenaron a moverse, para librarse de las fuertes manos.

-Quietos y sin hablar –fue el susurro de Azael, mientras retiraba sus manos –O van a descubrirnos.

-Tu –susurró Draco reconociéndolo –Qué...?

-No hay tiempo para explicaciones. Hay mucho para hacer. Esto –dijo entregándoles un diario viejo –es un traslador. Tómenlo y váyanse. Jenny y yo vamos a ocuparnos de salir de aquí con Severus.

-No podemos dejarla sola. –dijo Harry.

-No está sola. Ahora, deben regresar a Hogwarts antes de que sea demasiado tarde.

-POTTER! –se escuchó la voz de Lucius Malfoy, mientras los pasos de los mortíf4agos hacia ellos se hacían evidentes.

-Mierda –murmuró Azael. –Váyanse ahora.

-Lucius detenlos si no quieres morir como ellos. –ordenó Voldemort sin siquiera voltear, ya que no imaginaba la presencia de alguien mas.

-Stuppefy! –Lucius Malfoy lanzó el primer maleficio, que Harry tuvo que esquivar, perdiendo el traslador.

Azael se puso frente a los dos menores con una actitud desafiante y poderosa, que inspiraba miedo y respeto. Fuera quien fuera ese mago, definitivamente podía contra varios de ellos.

-Señor! Azael de Wellug está aquí! –exclamó Lucius al reconocerlo.

-Pero miren nada mas... –dijo Voldemort olvidando completamente a Jennifer –Si "La Realeza" nos visita. ¿Qué haces aquí Azael?

-¿Qué ya no puedo visitarte? –preguntó el hombre sonriendo falsamente –Cualquiera diría que no te agrada verme.

-Que perspicaz... Te hice una pregunta y quiero una respuesta.

-Bueno, bueno Tom... Si tanto te molesta mi presencia, me voy. Pero me los llevo conmigo.
-¿Qué te hace pensar que lo permitiré? –Voldemort se acercaba lentamente y Azael retrocedía.
-No necesito tu permiso.

Con un rápido movimiento, que nadie pudo ver, Azael tomó el periódico-traslador y lo puso en manos de Draco, que inmediatamente tomó a Harry del brazo salieron de allí, en un torbellino de colores.

Desde la partida de los dos hermanos Snape, el despacho del Director de Hogwarts era el lugar de reunión.

Hermione, Ron y Ginny esperaban no muy pacientemente tras la puerta del lugar. Habían discutido con Sirius, Remus y hasta le habían hecho frente a la Profesora McGonagall, pero toda rencilla sobre si podían entrar o no fue resuelta cuando Dumbledore, con voz amable pero que no daba lugar a réplicas, les había "pedido" que sean tan "amables" de esperar fuera.

Dentro, era otra historia. Sirius no paraba de dar vueltas por el despacho, haciendo gala de su personalidad inquieta. No podía soportar un minuto mas sin saber de Jennifer. ¿Cómo se le ocurría ir así, sola, en búsqueda de Harry? ¿Y cómo Dumbledore la había autorizado?

Y Harry.... ¿Qué iba a hacer si algo le sucedía? No podía fallarle de esa manera a Lily y James. Necesitaba traerlo de vuelta con vida y protegerlo de todo. Pero Dumbledore no hacía nada, mas que mirar sus manos.

El resto de la Orden Mágica estaba allí, esperando por quien sabe que cosa, para poder actuar. Pero, lo cierto, es que nadie sabía donde se podía encontrar Harry Potter.
-Dumbledore –dijo Sirius al fin –No puede ser que la haya dejado ir así, sin siquiera decirnos a dónde iba.

-Yo no podía hacer nada Sirius, fue su decisión y su deber.

-¿Deber? ¿De qué deber me habla? –exclamó el animago ya fuera de sí mismo –¡Ambos compartimos el mismo deber! ¡Harry es tan ahijado de ella como mío!
-Lo se Sirius, pero tienes que comprender que yo no podía hacer nada.

-¿Nada? ¡Nada!

-Sirius.. –intervino Remus –Tienes que calmarte.

-Seguramente están es una hermosa fiesta de mortífagos riéndose de nosotros –dijo Ojoloco Moody, ganándose miradas de odio de varios e los presentes. –Snapes... no uno, sino dos de ellos. ¿A quién se le ocurre que son personas confiables?

-Como vuelvas a decir algo así –dijo Sirius con la varita casi lista, solo para ser interrumpido por la materialización de dos personas en el medio del despacho.

Harry y Draco golpearon contra el suelo, haciendo un ruido seco y estruendoso. Mientras se desenredaban piernas y brazos, el uno del otro, Sirius y Remus se les acercaron rápidamente.

-¿Qué sucedió? –preguntó Sirius.

-Voldemort quería matarme –dijo Harry como si fuera obvio –Y a Malfoy iniciarlo.

-¡Por Merlín! –dijo Remus tomando el brazo izquierdo de Draco y levantándole la túnica.

-Harry, Draco –dijo Dumbledore, que ya se había acercado a ellos. -¿Están bien?

-Si profesor –respondieron los dos al unísono.

-¿Dónde está Jennifer? –volvió a preguntar el anciano.

-Con ellos –dijo Harry que, ya lejos del peligro, comenzaba a notar la situación en la que podría encontrarse su madrina.

-¿Cómo que con ellos?

-Azael de Wellug nos dio un traslador y ella está con él... luchando...

-¿Estás seguro? –preguntó Remus, mas blanco que nunca. -¿Azael de Wellug?

-¡Si! –respondió Draco. –¿Cuál es el problema con Azael?

-No hay tiempo que perder –dijo Dumbledore –Si él hizo el traslador, entonces debe ser de ida y vuelta. Vamos, todos tóquenlo y haremos lo posible por traer a Jennifer y Severus de vuelta.

-Sus amigos están tras la puerta –dijo McGonagall mirando mientras los demás se iban. –Los acompañaré a la Enfermería.

POR CADA CAPITULO QUE ALCANZO A PONER, NOS ACERCAMOS MAS A DONDE LO DEJAMOS EN EL FORO.

BESOS PARA TODOS Y GRACIAS POR SEGUIRME ACA.

BARBY