DISCLAIMER: Nada de este mundo de fantasía me pertenece. Todo es propiedad de JK Rowling y sus asociados.

CAPITULO 44: PELEAS.

Cuando la puerta del despacho de Dumbledore se abrió, Ginny, Ron y Hermione contuvieron la respiración, hasta que pudieron ver a Draco y Harry tras la profesora McGonagall.

Hermione fue la primera en reaccionar, lanzándose encima de ambos, en un intento de abrazo, que dejó mas confundida que nunca a la profesora de Transformaciones.

Ron fue menos efusivo, pero la tranquilidad y alivio se notaba en su rostro sonriente, cuando le dio un apretón de manos a cada uno.

Ginny, en cambio, se lanzó sobre Harry, abrazándolo y al borde de las lágrimas. El moreno pronunció murmullos tranquilizadores, mientras le acariciaba la espalda. Y, cuando al fin se separaron, sucedió lo inesperado.

PUM!

El puño cerrado de la pelirroja se estrelló contra el pómulo izquierdo de Draco, que se tambaleó y pudo mantener el equilibrio, gracias a la pared que había detrás suyo.

-Señorita Weasley! –dijo McGonagall indignada –Ese no es el comportamiento que espero para los integrantes de mi casa. 20 puntos menos y detención durante lo que queda del curso conmigo.

-Por que lo defiende? –preguntó Ginny al borde de la histeria –CÓMO PUEDE DEFENDERLO?? ÉL ES TAN CULPABLE COMO SU PADRE DE QUE HARRY HAYA SIDO SECUESTRADO!! HARRY LO TRAJO PARA QUE SEPAN QUE FUE ÉL!!!

-Oh cállate Ginny –dijo Hermione, tomando a Draco del brazo y llevándoselo a la Enfermería.

-Qué le pasa a Hermione? –preguntó Ginny confundida.

-Malfoy... –comenzó Harry, sabiendo que cada palabra le iba a doler como un puñal clavándose en su cuerpo –él...

-Señor Potter –lo interrumpió McGonagall –No pierda tiempo. Debemos ir a la Enfermería. Lo que sea que iba a decirle a la Señorita Weasley, puede hacerlo su hermano.

Ron vio como la profesora prácticamente arrastraba de un brazo a Harry y lo dirigía escaleras abajo, para que sea atendido por Madame Pomfrey, y supo que la hora de la verdad había llegado. Miró a su hermana y comenzó a hablar.

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En cuanto sus dos ahijados desaparecieron, gracias al traslador de Azael, Jennifer sonrió malignamente y se puso en posición de ataque. Iba a ser difícil contra tantos mortífagos, pero suponía que Severus se le iba a unir en cualquier momento y que Azael mantendría ocupado a Voldemort.

A todos se les heló la sangre cuando escucharon el grito de furia y frustración del Señor Tenebroso. Harry Potter se le había escapado otra vez y con él, la posibilidad de alcanzar la inmortalidad. Observó a Azael y decidió hacerlo pagar.

Severus aún no podía creer la suerte de Potter y Draco. Ambos habían salido ilesos esa noche y ya deberían estar seguros en Hogwarts. Lo único que quedaba por hacer ahora era evitar la muerte de su hermana, aunque le costara la suya.

-Has cometido el peor error de tu vida Azael. –siseó Voldemort furioso –Y voy a cobrármelo.

-Oh si... " el Gran Señor Oscuro aplica la ley del Tailón" –replicó él con sarcasmo. –Me gustaría verte matándome.

-Cruccio!

Con ese maleficio, lanzado por Voldemort, comenzó la primer pelea del lugar. Los dos magos se movían con rapidez y precisión, utilizando conjuros, hechizos y maleficios tan antiguos como la magia misma.

Jennifer, en cambio, estaba en una situación muy diferente. Aproximadamente veinticinco mortífagos estaban frente a ella, apuntándole con sus varitas. Entre ellos, pudo reconocer a Armenith, el hermano de la difunta Narcissa, y su mente tejió el mas rápido plan por el que se felicitaría siempre.

-Vas a matarme, Lucius? –preguntó sonriendo. –No crees que lo mejor que puedes hacer es dar media vuelta e irte de aquí?

-Te tienes demasiada confianza. –dijo el rubio, mientras su cerebro y su corazón luchaban internamente por una pelea que ya tenía ganador, pues su obsesión no era mas fuerte que la humillación de saberse engañado y su odio.

-No soy Narcisa. –dijo Jennifer y vio como, tras la máscara, los ojos de Armenith se fijaban en Lucius –A mi no vas a matarme como a ella. Eres tan predecible Lucius... veneno.

-De qué está hablando? –exigió saber Armenith, en un tono no muy cordial.

-Debo reconocer que fue una buena elección: rápido y efectivo. –prosiguió Jennifer sin hacer caso a la interrupción –Pero Narcisa sí notó que algo le estaba sucediendo Lucius. Y... Adivina a quién le avisó de tus actividades?

-No a ti –dijo Lucius, sin darse cuenta de que esa sola frase podía costarle la vida en manos de su cuñado.

-Claro que a mi. Ella sabía que a ti no te importa Draco y que yo soy capaz de cualquier cosa por él. Y lo sabe desde el día en que di la vida de MI hijo por salvar a Draco del Cruciatas de mi padre. Pero.... tu ese resultado tampoco te lo esperabas, verdad?

-No se de que hablas.

-No mientas Lucius. Te conozco demasiado. Tu preparaste ese "brillante plan", para que ambos quedemos viudos.... y te salió muy mal. Déjame decirte cual fue tu error: Narcisa se paralizó cuando vio la escena, como era previsible, y la que se interpuso fui yo. Entonces... doble error: Yo perdí a mi hijo y Narcisa siguió viva....

-Malfoy! –exclamó Armenith –Duelo. Tu y yo. AHORA!

Mientras Lucius y Armenith comenzaban su duelo, viendo que nadie se fijaba en él, Severus desapareció el contenido del caldero en el cual estaba trabajando y comenzó a desmayar a sus "colegas" mortífagos por la espalda.

-LESTRANGE! –rugió Voldemort en medio de su difícil duelo –MATA A ESA MUJER!!!

Jennifer se puso en guardia, sin dejar de percatar que sólo quedaban unos trece mortífagos libres y dispuestos a luchar contra ella. Tenía que lograr que no mas de cuatro o cinco se fijaran en Severus. Ella podía con el resto.

El matrimonio Lestrange fue directamente a su encuentro, mientras los demás miraban expectantes y sólo uno notó la tarea de Severus.

El primer maleficio fue hábilmente esquivado y decidió poner en marcha su plan. Estiró su mano carente de varita hacia el cielo, con la palma abierta, mientras que con su varita producía un escudo que la protegería por unos segundos.

-Mucro Ven Pro Meus!!!!!

-Qué demo.....?

La pregunta de varios mortífagos quedó suspendida cuando, de la nada, una espada medieval se materializó en la mano de Jennifer, quien la afirmó con fuerza y sintió su poder correr por sus venas.

-Vamos muchachos –dijo retándolos –Por qué no prueban cuantos de ustedes pueden contra mi?

La estrategia logró sus fines, pues sólo tres mortífagos fueron los que se mantuvieron peleando con Severus, mientras que los demás se acercaron a ella, con sus varitas levantadas y enviando maldiciones a velocidades imposibles de superar.

Jennifer se movía de un lado al otro, esquivando los rayos de colores que abandonaban las varitas de sus oponentes, lanzando los propios y utilizando la espada tanto para repelerlos como para mantenerlos alejados.

Diez mortífagos eran muchos y sabía que no podía mantenerlos al margen durante mas de veinte minutos, y eso era lo que les quedaba de tiempo para salir de allí, sin poner en riesgo su organización.

Un maleficio salido prácticamente de la nada, rozó su hombro, lanzándola hacia atrás. Cayó de espaldas al suelo, viendo desaparecer la espada, que no volvería si no la convocaba nuevamente y observó su varita unos metros a su lado. Rodó hacia ella y cuando iba a producir un escudo protector, sintió una fuerte presencia mágica que se esparcía por el lugar.

-JEN! –se escuchó una voz a su espalda.

Jennifer sonrió, pues reconocería esa voz en cualquier lado. La Orden Mágica o, al menos, Dumbledore y Sirius estaban allí. Vio pasar por sus lados a diversos magos, entre ellos a Remus, que se adentraban en la batalla contra los mortífagos que le habían hecho frente y el único que quedaba luchando contra su hermano.

-En qué demonios estabas pensando? –preguntó Sirius arrodillándose junto a ella y tomándole el rostro con sus dos manos.

-Estoy bien, Sirius. –dijo ella sonriendo ante la evidente preocupación del animago. -Harry y Draco llegaron bien?

-Por supuesto que si. Ahora mismo deben estar en la Enfermería.

-Entonces me voy. Tengo algo que hacer para evitar un problema mas grave. –le dio un beso a Sirius el la mejilla y se puso de pie –Azael!

El hombre al que llamó volteó, le hizo una grosera seña a Voldemort, se envolvió en su capa y desapareció, tal como lo hizo ella.

-VAMONOS! –ordenó Voldemort al ver que Dumbledore se le acercaba.

Los mortífagos siguieron a su Amo, desapareciendo todos juntos. Los únicos que no pudieron hacerlo fueron algunos de los que Severus y los miembros de la Orden habían logrado atrapar.

Sirius buscó frenéticamente entre ellos a Colagusano, sólo para darse cuenta de que había escapado nuevamente y que su libertad seguía siendo un sueño.

Dumbledore se acercó a él, puso una mano reconfortante en su hombro y, cuando estuvo a punto de decirle algo, Severus llegó hacia ellos.

-Dónde está mi hermana?

-No lo sé –dijo Sirius confundido –Dijo algo sobre evitar un mal mayor y se fue.

-Pequeña inconsciente! –Severus estaba furioso –Cómo se le ocurre venir prácticamente sola y desafiar al Señor Oscuro? ESTÁ LOCA ALBUS!

-Tranquilo Severus –dijo Dumbledore sonriendo misteriosamente –Jennifer conoce sus limitaciones y nunca está sola, no cuando se trata de algo así.

-Quién era ese hombre Albus? –preguntó Sirius, recordando que habían desaparecido juntos.

-El Príncipe de los Vampiros.

-QUÉ? –exclamó Sirius –QUÉ HACE CON ESAS..... "COSAS"?

-Ya habrá tiempo para explicaciones. Es hora de regresar a Hogwarts.

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Jennifer arribó con Azael de Wellug al mismo salón con la mesa circular. Los otros cuatro individuos estaban esperándolos, mientras comenzaban a armarse, para concurrir a la batalla.

-Media hora fue suficiente –declaró el vampiro.

-Sabía que no iban a necesitar nuestra ayuda. –dijo la otra mujer –Todo salió según lo planeado, entonces?

-Harry Potter y Draco Malfoy están en Hogwarts, a salvo –dijo Jennifer, hablando como si de un trámite se tratara –Y la Orden Mágica de Dumbledore quedó a cargo de los mortífagos y Voldemort. Nosotros nos fuimos ni bien ellos llegaron.

-Los vieron? –preguntó uno de los hombres, frunciendo el ceño.

-Por supuesto que si –fue el turno de Azael –Pero sólo vieron a Jennifer Snape y a Azael de Wellug. No hay manera que nos conecten con ustedes.

-Esperemos, por el bien de todos, que así sea. –dijo otro de los hombres, en algo que sonó como una clara amenaza.

-Por favor Señores –dijo Jennifer cuando vio a Azael entornar sus ojos y dejar a la vista sus colmillos. Debemos permanecer unidos. Nada de peleas infructuosas.

-Hay que admitir que cuando la pequeña tiene razón, tiene razón –dijo otro hombre entre risas.

-Lo mejor será que regrese a Hogwarts a calmar los ánimos. –dijo Jennifer –De seguro Severus estará preocupado por mi.

-Crees que sospecha algo? –preguntó la mujer.

-No, no. –Jennifer descartó por completo la posibilidad –Siempre supo que Azael y yo somos.... "amigos". Hasta luego Señores. Los veré en una semana, con el fin del año escolar.

-Hasta luego. –dijeron todos, saliendo por sus portales.

Pero antes de que Jennifer pusiera dejar el salón por completo, Azael la tomó por el brazo y la hizo volverse hacia él.

-Ten mucho cuidado. Lucius Malfoy intentará matarte ahora, estás en sus prioridades.

-Lo sé Azael. Pero sé cuidarme perfectamente bien sola.

-Eso seguro –sonrió el vampiro y le besó el reverso la mano derecha. –Hasta luego My Lady.

-Hasta luego.

-Tal vez quieras chequear tu habitación cuando regreses! –escuchó Jennifer cuando estaba cerrándose la puerta tras ella.

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La Enfermería era caótica. Miembros de la Orden que iban y venían, corroborando que Harry y Draco se encontraran en perfectas condiciones, y rogando por ser atendidos cuando tenían algún corte o alguna herida.

Ginny observaba a Draco completamente pensativa. No había dicho una palabra después del tímido "lo siento" que pronunció al llegar al lugar junto a su hermano. Draco sólo había asentido y ahora intentaba que Madamme Pomfrey deje de revisarlo a pedido de Sirius y Severus, una y otra vez.

Harry se encontraba en una situación parecida, con la diferencia que él sí debía ser atendido, pues necesitaba pociones revitalizantes, para eliminar los efectos del Cruciatus de Voldemort y el corte que le habían hecho en su pecho, para extraer sangre para la poción.

Severus se había negado rotundamente a cualquier clase de tratamiento de la medimaga. Sólo había recibido algunos maleficios menores y ya se encargaría de ellos, en la soledad de sus mazmorras, cuando estuviera completamente seguro de que su hermana había regresado a salvo de donde fuera que se había ido.

Sirius, preocupado por su ahijado y el rubio al que había aprendido a querer como si lo fuera, perseguía a Madamme Pomfrey diciéndole que se asegurara que no tuviera nadan porque sino regresaría gustoso a Azkaban, después de haberla matado.

Pero nadie se esperaba el silencio repentino que se hizo cuando la puerta de la Enfermería se abrió, dando paso a Jennifer, que caminaba como si nunca hubiera sucedido nada y todo fuera un extraño sueño.

-EN QUÉ DEMONIOS ESTABAS PENSANDO JENNIFER SNAPE?!?!?!?! –fue la primer reacción de Severus cuando pudo articular palabra. –CÓMO SE TE OCURRE IRTE SOLA Y DECIRLE TODAS ESAS COSAS AL SEÑOR OSCURO?!?!?!?!? NO VALORAS TU VIDA?!?!?!?! –el silencio fue toda la respuesta que obtuvo.

-NO PIENSAS DECIR NADA??? –ahora era el turno de Sirius. –FUISTE AHÍ CON UN VAMPIRO!!!! UN VAMPIRO!!!! PODRÍA HABERTE HECHO CUALQUIER COSA!!! –mas silencio por parte de Jennifer.

-De verdad, Jenny... –secundó Lupin.

-Terminaron? –preguntó Jennifer bastante mas enojada de lo que aparentaba. –Punto uno: Estaba pensando que debía regresar a mis ahijados vivos y a salvo a Hogwarts. Punto dos: No fui sola. Punto tres: Valoro mi vida, pero valoro mas la de ellos dos. –después de responder las preguntas de Severus, se enfocó en Sirius –Si. Fui con un vampiro. Es mas, con el Príncipe de los Vampiros, y qué? Él JAMÁS me haría daño. Nos conocemos hace años y, de hecho, Severus también lo conoce –pasó la mirada por los tres y siguió –Y mírense ustedes, antes de criticarme a mí: Un ex mortífago, un convicto, y un licántropo. Ahora, si me disculpan, quiero asegurarme de que mis niños están bien.

Jennifer pasó junto a los tres, sin siquiera volver a mirarlos. No le importó que sus palabras los hubieran lastimado, sabía que tal vez no debería haberlas pronunciado, pero odiaba que la tratasen como si fuera una niña indefensa.

-Draco? Harry? –Jennifer tomó asiento en una silla entre las dos camas. –Se encuentran bien?

-Si –dijo Harry sin mirarla, pues no le había gustado nada lo que les había dicho a Sirius y Remus.

-Perfectamente tiny –dijo Draco sonriendo con suficiencia. –Y dime... Azael?

-Eso... no es de tu incumbencia, pequeño.

-Lo sé, lo sé. Es que me hubiera gustado que viniera. Hacía mucho tiempo que no lo veía.

-Y esperemos que no lo vuelvas a ver Draco. –dijo Jennifer mas seria que nunca –Porque eso significaría que te encuentras en problemas.

-Creo que deberíamos dejarlos descansar ahora –dijo Dumbledore, que había permanecido al margen de toda la discusión. –Me gustaría que tuviésemos una reunión de la Orden.

-Seguro. –Jennifer se puso de pie y le dio un beso en la frente a cada uno.

-Profesor? –dijo Harry desde su cama –Atraparon a Colagusano?

-No Harry, debe haber desaparecido con los demás.

-Rata apestosa –murmuró Ron.

El rostro de Jennifer se ensombreció, sabiendo lo que significaba atrapar al cuarto Merodeador. La libertad de Sirius, una familia para Harry, demasiadas cosas que no estaba segura iban a poder completarse.

-Disculpen, pero antes de la reunión, debo ir a mi habitación. –dijo Jennifer –Me gustaría quitarme esta ropa.

-Querida, estás sangrando! –exclamó Madamme Pomfrey, al ver el hombro de su túnica completamente rojo y húmedo.

-No, no. Ya lo he curado. Es sólo que la túnica permanece sucia. No tardaré mas de cinco minutos profesor.

-Ve tranquila.

Jennifer subió las escaleras que daban a sus habitaciones personales, habiendo ignorado nuevamente a Severus, Sirius y Remus. Se cambió de túnica y, cuando estaba por salir, recordó la última frase de Azael.

Guiada por su instinto, fijó su vista en su escritorio. Y allí estaba el "regalo" que le había hecho el vampiro. Sonrió mientras lo tomaba en sus manos, antes de salir rumbo a la reunión.

Cuando ingresó en el despacho de Dumbledore, todos la miraban expectantes, pues tenía una misteriosa sonrisa jugando en sus labios, un extraño brillo en los ojos, y ambas manos en su espalda.

-Azael me mandó un regalo –dijo, mostrando una jaula pequeña. En su interior, una rata. Una rata a la que le faltaba un dedo.

POR CADA CAPITULO QUE ALCANZO A PONER, NOS ACERCAMOS MAS A DONDE LO DEJAMOS EN EL FORO.

BESOS PARA TODOS Y GRACIAS POR SEGUIRME ACA.

BARBY