DISCLAIMER: Nada de este mundo de fantasía me pertenece. Todo es propiedad de JK Rowling y sus asociados.

CAPÍTULO 45: JUICIOS Y AMENAZAS.

Todos los miembros de la Orden Mágica fijaron sus ojos en la rata, mientras Jennifer depositaba la jaula sobre el escritorio de Dumbledore y Sirius sentía la poderosa necesidad de matar.

-Azael te envió a Peter? –dijo Dumbledore sonriendo.

-No se en que momento lo atrapó, pero debe haber considerado importante la libertad de Sirius, de otro modo no lo habría hecho.

-Comenzaremos con eso entonces. –dijo Dumbledore apuntando a la jaula con su varita.

Un rayo azul desvaneció la jaula mágica, mientras obligaba a Colagusano a transformarse y lo ataba. Cuerdas anti-aparición y anti-transformación. El cuarto Merodeador se veía asustado, tembloroso y a punto de llorar.

-Oh... pero miren a quien tenemos aquí –dijo Jennifer sonriendo malignamente. –Peter, me extrañaste?

-Profesor, por favor no deje que me haga daño. Por favor profesor. –la rata rogaba llorando cada vez mas libremente.

-Te creíste muy inteligente escapando la última vez que nos vimos, verdad? –Sirius parecía estar a punto de asesinarlo, y Remus lo notó, pues se acercó a él y le colocó una mano en su hombro.

-Sirius... yo no.... no me entreguen a los Dementores.

-Eso es menos de lo que mereces –siseó Remus.

-Profesora McGonagall! Usted! Usted siempre fue mi preferida! Ayúdeme! Están en un error.

-Ese truco ya no funciona Pettigrew –dijo la mujer con asco –Quieres que llame a Fudge, Albus?

-No. –dijo Jennifer sonriendo cínicamente –Déjenme hacer eso a mi.

-Jenny por Merlín! –exclamó Severus –No puedes estar hablando en serio.

-Claro que sí Sev. Sabes que si le pido el mundo me lo da. Es bastante triste, pero a veces mis ojos azules sirven para algo.

-Tu no te acuestas con el Ministro –dijo Sirius asqueado.

-Claro que no! –Jennifer simuló vomitar –Pero me sonrojo cuando me halaga y, aunque me desagrade admitirlo, es cierto que es un baboso. Sobre todo, si yo soy la que está frente a él.

-Sabes que a cambio de la encarcelación de Pettigrew va a pedirte algo –dijo Severus demasiado serio.

-Algo que JAMÁS va a obtener. Sólo es un viejo idiota. Por favor Sev, manejé a Lucius Malfoy a mi antojo durante todo este año, crees que no podré con Fudge?

-Tal vez no sea necesario –dijo Bill Weasley sonriendo –Verán... tengo una... mmm.. amiga en El Profeta. Ella puede publicar la verdadera historia. La presión de los lectores llevará a Fudge a hacer lo que queremos.

-Vaya.... eso fue bueno. Por qué yo no tengo un amigo en el Profeta? –preguntó Jennifer riendo, ante el alivio en los ojos de Severus.

-No... no van a entregarme... o si? –se escuchó la tímida voz de Colagusano.

-SILENCIO! –exclamó Remus, apuntándolo con su varita.

-Siguiente punto a tratar –dijo albus tomando asiento –Las vacaciones de Harry.

-Se va conmigo. –Jennifer habló sin dejar lugar a réplica.

-No hay lugar mas seguro que la casa de sus tíos. –dijo Dumbledore.

-Ni lo sueñes Albus, no voy a dejar que vaya con esos muggles que lo tratan como basura.

-No debe ser tan malo....

-He visto en su mente Albus. No lo alimentan, lo encierran y no le permiten decir cualquier palabra que se refiera al mundo mágico. Por Merlín si hasta dicen que estudia en una institución para jóvenes con problemas de conducta!

-Estás segura Jennifer?

-Albus. Sabes que nunca mentiría con algo así.

-Entonces se quedará contigo y....

-Un momento! Yo soy el padrino y quiero que esté conmigo! –exclamó Sirius –Si van a declarar mi inocencia quiero que esté conmigo. Se lo prometí en su tercer año.

-Bien, bien. –dijo Jennifer sonriendo –También me llevo a Sirius entonces.

-Jennifer –Severus parecía a punto de estallar –Black NO va a vivir en Snape Manor.

-Claro que no! Es el primer lugar donde nos buscarán. Vamos a ir a mi casa.

-Tu no tienes casa. Déjame recordarte que la vendiste.

-Sev... De veras crees que pasé los últimos cuatro años viajando por el mundo? Vendí la casa en la que vivía con Tran, pero me compré otra.

-Después me darás todos los datos referentes a ella, Jennifer –dijo Dumbledore sonriendo ante la sorpresa en el rostro de Severus. –Ahora necesitamos saber que vamos a hacer con Draco.

-Qué hay con él? –preguntó Jennifer –Creo que ni hay que pensarlo. Draco vivirá bajo mi custodia hasta que cumpla sus 17 años y sea mayor de edad.

-No puedes sacarle la tenencia a Lucius, Jen –dijo Sirius de pronto.

-Eso lo veremos. Ahora, si me disculpan, estoy agotada y me iré a descansar.

Jennifer abandonó la reunión a medio terminar y se fue. Albus Dumbledore sólo sonreía, mientras negaba con la cabeza. Los demás, ya no podían sorprenderse con Jennifer. La mujer parecía ser una caja de secretos que nadie iba a poder descifrar jamás. Por su parte, la profesora McGonagall se notaba bastante complacida.

-En fin –dijo Albus –Bill, contacta a tu "amiga" inmediatamente y pídele que venga lo antes posible. Sirius, NO te dejes ver. No vamos a mostrarte hasta que todo esto esté aclarado.

-Pero....

-Oh cállate Black –pidió Severus.

-Severus, cuídate. La guerra de verdad comenzó hoy. Necesitamos estar listos para lo que sea. Hay que reforzar las barreras del Expresso. Los niños parten en dos días y no quiero que les suceda algo. Yo, por lo pronto, pediré al Ministro que venga con urgencia. A ver si con la historia de Peter se convence del regreso de Voldemort. Algo mas?

-Necesitamos una estrategia para evitar que Lucius se lleve a Draco. –le recordó Severus.

-No se preocupen. –dijo Arthur Weasley, que había permanecido en silencio hasta ese momento –No podrá hacer nada. Debo ir al Ministerio Albus, necesito recoger unos papeles.

-Claro, claro. Damos esta reunión por terminada.

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Draco y Harry estaban prácticamente solos en la Enfermería, esperando a que Madamme Pomfrey los deje salir. Verdaderamente no estaban heridos y sólo deseaban descansar en sus habitaciones.

-Gracias. –dijo Harry de repente.

-No fue nada.

-Yo... siento que Ginny haya reaccionado así. –a Harry le dolía tanto hablar de ella, tenía miedo de que lo desprecie ahora que la verdad había salido a la luz.

-Era lógico, Potter.

El silencio volvió a reinar. Había un gran obstáculo entre ellos y, lo mas probable, era que fuera muy difícil de superar. Jennifer los unía, pero Ginny lo separaba.

-Qué pasará con tu padre ahora? –preguntó Harry.

-No lo sé. –Draco se dio cuenta de que Jennifer iba a tener que "secuestrarlo" para evitar que Lucius se lo lleve y se maldijo por causarle mas problemas a su tía.

-Podrán evitar que te lleve con él?

-Eso espero.

-Dumbledore va a solucionarlo.

-No lo creo. Mi padre tiene derechos sobre mi y....

-Creo que no deberías pensar en eso Draco –dijo Jennifer sonriendo desde la puerta de la Enfermería. -Sabes que no voy a dejar que te lleve. Pasarás tus vacaciones conmigo y.... con Sirius también. –Harry sintió un pinchazo de celos. Draco Malfoy iba a vivir con SU padrino, mientras él tenía que soportar a los Dursley. –Y tu también Harry.

-De... De verdad? –preguntó incrédulo –No mas Dursleys?

-Ya no regresarás a ese lugar –dijo Jennifer despectivamente –En cuanto Sirius recupere su libertad, podrás vivir con él si lo deseas.

-Pero nunca van a encontrar a Colagusano. –dijo Harry si esperanzas.

-Oh no... Ya lo tenemos. –Jennifer sonrió al recordar el rostro de Sirius –Azael lo envió a mi habitación hace un rato. Dumbledore está esperando al Ministro.

-Eso es..... –comenzó Harry, sólo para ser interrumpido por Draco.

-Estupendo. Ahora sólo falta una cosa.

-Qué falta cariño? –preguntó Jennifer confundida.

-Tengo que mostrarte algo. En mi túnica, allí –señaló Draco –Toma el pergamino del bolsillo derecho.

-Qué es? –preguntó Jennifer alcanzándoselo.

-Es un regalo para ti –Draco le guiñó un ojo –Léelo cuando tengas tiempo. Y... espero que tomes la decisión correcta.

-De qué estás hablando Draco? –Jennifer no sabía si asustarse, o reírse de la expresión seria y adulta de su ahijado.

-Ya lo verás. –respondió el rubio misteriosamente.

-Jen... –Harry llamó –Podrías decirle a Madame Pomfrey que nos deje salir de aquí?

-Mmmm –Jennifer fingió pensarlo, sólo para reírse de la expresión de súplica de sus ahijados –A eso vine niños, a pedirle que los "libere".

-Gracias –dijo Draco sonriendo. –Esa mujer va a ser mi muerte.

-Es Usted un exagerado Señor Malfoy –dijo la enfermera con severidad –Pero sí pueden irse. Aunque les recomiendo que descansen lo mas posible.

-Yo me encargaré de eso Poppy –aseguró Jennifer sonriendo, mientras Draco y Harry se escondían tras un biombo para vestirse con sus túnicas nuevamente.

Jennifer envió a Harry a la Sala común de Gryffindor junto a sus amigos, que lo esperaban en la puerta, mientras ella se llevaba a Draco a su habitación. Lo último que necesitaba el rubio era a Pansy Parkinson revoloteando a su alrededor.

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Harry subió a la Torre de Gryffindor, escuchando una y otra vez a Hermione diciéndole que lo que debía hacer era acostarse y que ni soñara con quedarse en la Sala Común.

Pero la molesta voz se perdió en algún lugar, cuando el moreno entró al dormitorio y vio a Ginny sentada en su cama, esperando por él. Hermione y Ron abandonaron el lugar en silencio.

-Hola. –dijo Harry sonriendo levemente.

-Cómo estás? –preguntó Ginny sin mirarlo.

-Bien. Ya no tengo heridas.

-Me alegro. –Ginny se hizo a un lado, permitiendo que Harry se siente junto a ella.

-Ginny yo....

-No Harry, déjame hablar a mi. –lo interrumpió la pelirroja –Yo te quiero mucho y lo sabes. Pero en este momento, no sé si quiero seguir contigo.

-Volverás con Malfoy? –preguntó Harry casi sin voz.

-No. Estoy muy confundida. Verdaderamente no esperaba que Draco hiciera todas esas cosas por mi, ni que tu... No lo sé. Sólo quiero estar sola y dejar de hacerles daño. Perdóname.

Ginny abandonó la habitación al borde del llanto. Era todo demasiado difícil. Quería mucho a Harry y también a Draco. Pero no estaba segura de estar enamorada de alguno de los dos.

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Al llegar a su habitación, Jennifer envió a Draco a darse una ducha. Una vez que estuviera acostado, iba a explicarle lo que iban a hacer con Lucius.

Se sentó en la cama, recordando los sucesos del día, y tembló al darse cuenta que podría haber perdido a sus dos ahijados si no hubiera actuado rápido y con Azael.

Iba a tener que enviarle un pergamino agradeciéndole por haber atrapado a Colagusano. Cuando estaba a punto de convocar papel y pluma, recordó el pergamino de Draco.

Al abrirlo, reconoció al instante la escritura aristocrática e inconfundible de Lucius y se preguntó qué era lo que decía el pergamino que podía ser importante para ella.

Draco:

Debo decirte que me has sorprendido, pero al parecer, te hemos educado correctamente.

Lo que necesitas hacer para quitarle la novia a Potter es muy sencillo. Pídele ayuda a Severus.

Mi plan fue tan sencillo, que era lógico que nadie sospechara. Sólo necesitas Poción Multijugos, un cabello de Potter y el lugar y momento precisos.

Yo me aseguré de demorar a Black en un ataque de mortífagos, pero tu puedes usar para eso a Crabbe y Goyle.

Toma la poción y besa a otra chica delante de Weasley. Si puedes, asegúrate de que ella crea que salen hace un tiempo a sus espaldas.

Yo, magistralmente, utilicé a una idiota que estaba enamorada de Black desde el colegio. Puedes hablar con Cho Chang, no creo que se oponga. Después de todo, ella sólo busca "novios-trofeo" y Potter encuadra en eso.

Debes hacer una discusión sobre la lástima que te da abandonar a Weasley. Y ella debe ponerse firme y decirte que ya hace tiempo que le vienes pidiendo tiempo.

No se como será el carácter de la pobretona amante de muggles, pero yo sabía a la perfección que había dos opciones: O tu tía lo mataba, o lo dejaba sin hablarle.

Eso sí. Asegúrate de ser tu quien esté ahí para consolar a la pelirroja. No queremos que suceda lo mismo que me pasó a mi y otro la encuentre primero.

Éxitos.

Tu padre.

Jennifer leyó y releyó la carta varias veces. Lucius había sido el culpable de todo. Sirius nunca la había engañado y ella, como una estúpida, había caído en su trampa.

Las lágrimas no tardaron en abandonar sus ojos. Había dejado al amor de su vida por una mentira. Todo hubiera sido tan diferente si ella hubiera reaccionado de otra manera y hubiera hablado con él.

Y Lucius.... Lucius que se había esforzado para arruinar cada momento de su vida. Y a eso le llamaba amor? El rubio estaba desquiciado y su obsesión por ella superaba cualquier límite.

Iba a tener que pedirle disculpas a Sirius por dejarlo sin verdaderos motivos. Por Merlín! Con razón aquella vez, en el bautismo de Harry, le había preguntado por que se había ido.

-Tiny? –la voz preocupada de Draco la sacó de sus pensamientos y reproches. –Estás bien?

-Cómo pude haber sido tan estúpida Draco? –preguntó Jennifer entre sollozos -Cómo pude haber creído que él me había engañado?

-SShh –Draco la abrazó, pero no podía calmar su llanto –todo está bien. Ahora tienes otra oportunidad, no? Puedes hablar con Sirius y regresar con él.

-Jamás va a perdonarme esto Draco.

-Si lo hará. No te das una idea lo mucho que te ama y lo desesperado que estaba cuando le dije que tu creías que te había engañado.

-Él.... Tu... le has dicho esto?

-Sólo le dije lo que Severus me contó y él me juró tanto que no había hecho eso que investigué un poco mas. Creí que había sido tío Trangus, pero Lucius me confirmó que fue él.

-Soy una idiota.

-Tiny. Sólo ve a hablar con él.

-No puedo Draco. No puedo.

-TINY!!

-Draco tu no comprendes. Yo....

TOC TOC TOC

Jennifer se puso de pie para atender a quien fuera que estaba tras la puerta. Le preocupó lo que había podido pasar con Harry, al ver a Ginny con los ojos tan llenos de lágrimas como ella misma.

-Estás bien Ginny?

-Si. Yo sólo... Draco está aquí?

-Pasa.

Jennifer no sabía si irse o quedarse en la habitación. Comprendía que necesitaban estar solos, pero también ella necesitaba estar resguardada por esas paredes.

Draco, al parecer, comprendió a la perfección el dilema de su tía, pues se dirigió junto a Ginny al dormitorio de Jennifer mientras ella se quedaba en la sala de estar.

-Cómo estás? –preguntó Draco después de guiarla hacia un lado de la cama.

-No lo se. No se que hago aquí.

-Sh.... Todo está bien

-Yo.. Draco... Cómo pudiste engañarme así?

-No podía permitir que te haga daño. –dijo Draco acariciándole tiernamente el rostro –Lucius es capaz de cualquier cosa. No iba a ponerte en peligro.

-Pero...

-Ginny, necesito que me creas. Nunca dejé de quererte, ni quise decirte todas esas cosas, yo no....

-Está bien Draco. Yo comprendo todo eso. Pero ahora tu tienes que comprender que no puedo estar contigo.

-Tu.... Tu te enamoraste de él, verdad?

-No lo sé. Realmente no lo se. Yo los quiero mucho. Pero no creo estar enamorada de alguno de los dos.

-Oh... Puedes... pensarlo por lo menos?

-No lo sé.

-Por favor Ginny, sólo piénsalo. Tómate el tiempo que necesites, pero piénsalo.

Su conversación se vio interrumpida por Jennifer, que ya no se veía llorosa y derrumbada, sino imponente, fría y calculadora. Snape y Lupin tras ella.

-Draco, necesito que te quedes con Severus mientras yo arreglo algunas cosas. Y Ginny, por favor ve con Remus y llama a tu padre por medio de la chimenea. Dile que venga. Él ya sabe que hacer.

-Qué sucede Tiny?

-Tu padre está aquí. Vino a buscarte.

-Pero yo no quiero...

-No voy a dejarte con él. Tu solo espera aquí y, si es necesario, te mandaré a llamar.

Ginny salió tras Remus, mientras Severus le indicaba a Draco que tome asiento en la sala de estar y Jennifer se dirigió con paso rápido a la oficina de Dumbledore. La hora de la verdad había llegado y ella no iba a permitir que le saquen a Draco.

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Cuando ingresó en el Despacho del Director de Hogwarts, Lucius Malfoy y Cornelius Fudge esperaban por ella. Dumbledore esta sentado tras su escritorio y sólo había ofrecido un te. No tenía intención de inmiscuirse en ese problema si no era absolutamente necesario.

-Lucius, Señor Ministro –saludó Jennifer con fingida cortesía.

-Guárdate las apariencias para alguien que le importe Jennifer –escupió Lucius. –Vine en busca de mi hijo y no me voy a ir sin él.

-Draco se queda conmigo.

-La escucha, Señor Ministro? –dijo Lucius fingiendo confusión –Quiere quitarme a mi hijo. No se que es lo que le sucede.

-Jennifer, querida, Lucius Malfoy está en su derecho de llevarse a Draco y no puedes hacer nada para evitarlo. Si intentas separarlos tendremos que enviarte a Azkaban por secuestro de un menor.

-Verá Señor Ministro. –dijo Jennifer satisfecha con ella misma –Aquí hay un problema que seguramente Lucius no le ha dicho. El Decreto de Tenencia de Magos Menores de Edad N°64, dice claramente que si uno de los padres es sospechoso de haber asesinado al otro, entonces se le niega la custodia de su hijo, debiendo ser dada a los padrinos. Mi marido ha fallecido, por lo tanto, yo soy quien tiene la custodia.

-No puedes estar diciendo que el Señor Malfoy ha matado a la Señora Malfoy. Es absurdo Jennifer. –el Ministro se veía completamente escandalizado.

-Es lo que estoy afirmando –dijo ella sin que se le mueva un pelo –Y tengo suficientes pruebas al respecto.

-De todos modos, aunque fuese así, cosa que dudo, el señor Malfoy sigue teniendo los derechos sobre su hijo hasta que se inicie el juicio.

-Claro, claro. Comprendo. Pero hay algo mas. Narcisa y Lucius firmaron un acuerdo cuando se casaron. En él se estableció que tenían la custodia de sus hijos por partes iguales. Y que cualquiera de los dos podía dejar, para luego de su muerte, su parte a un tercero si lo creía conveniente.

-A dónde quieres llegar, Jennifer? –parecía que Lucius estaba haciendo grandes intentos por controlar su ira.

-Narcissa, antes de morir, dejó su parte de la tenencia de Draco a mi favor. Los documentos fueron firmados por los correspondientes miembros del Ministerio, no se preocupen.

-Estas mintiendo! –exclamó Lucius, justo cuando alguien tocaba a la puerta.

-No y creo que aquí vienen los documentos de los que hablo.

Jennifer abrió la puerta, dando paso a un muy agitado Arthur Weasley, seguido pro otros dos magos en las mismas condiciones.

-Gracias por venir tan rápidamente caballeros. –dijo Jennifer sonriendo –Lucius, te presento a Quintus Moll, del Departamento de Menores del Ministerio –el mago aludido cabeceó su saludo –Y a Format Bartus, del Departamento de Crímenes Familiares –el segundo mago ni siquiera lo miró.

-Qué significa esto Jennifer? –murmuró Lucius entre dientes.

-Señor Malfoy –dijo Bartus –Se le ha abierto un proceso por la sospechosa muerte de Narcisa Malfoy, su esposa, habiendo comprobado por mi mismo que había sido envenenada. La autorización para revisar su cuerpo puede encontrarla en el Ministerio, en el Departamento que yo dirijo. Ella misma me la envió antes de morir.

-Y –agregó Moll –Debido a este hecho y a que la custodia es compartida con la Señorita Snape aquí presente, queda establecida la custodia temporal a su favor, hasta que se dicten los veredictos al respecto.

-Esto es un atropello! Es una ridiculez!

-Señor Ministro, hay suficientes pruebas para comenzar los procesos. -dijo Jennifer ante la incredulidad de Fudge –Y no voy a permitir que un niño viva con un posible asesino.

-Bien. Bien. –el Ministro lucía pensativo –Pero quiero asegurarme de que el joven Malfoy esté de acuerdo en vivir con usted.

-Claro. Arthur, me harías el favor de buscarlo?

-Con gusto Jennifer.

Unos minutos después, Draco se hizo presente en el despacho de Dumbledore. Sus sorprendidos ojos notaron que su padre estaba furioso y que Dumbledore luchaba por contener una sonrisa. Jennifer estaba apoyada contra una pared, de manera despreocupada, y el Ministro hablaba con dos magos que nunca había visto.

-Oh.. Draco Malfoy ya está aquí. –dijo Fudge. –Bien. Mira, debemos hacerte unas preguntas.

-Adelante. –dijo Draco, mirando con desafío a su padre.

-Tu tía, Jennifer Snape, acaba de obtener tu custodia provisoria –dijo Moll –y el Ministro quiere asegurarse de que no tengas inconvenientes en vivir con ella.

-Claro que no. Sería muy feliz viviendo con ella.

-Mira jovencito debes estar seguro de lo que estás diciendo porque...

-Disculpe Señor Ministro –lo interrumpió Jennifer –Pero su actitud me da la impresión de que no está a gusto con el curso de las cosas. Es que usted prefiere dejar a un niño indefenso en manos de un posible asesino? –Fudge no sabía que contestar –Si todo se resuelve a favor de Lucius, yo seré la primera en pedirle disculpas públicamente y devolverle la completa tenencia de Draco.

-Si, si. Esa es una buena solución. Bueno... eh... lo mejor será que me vaya. Tengo muchas cosas que hacer y.... un placer, como siempre.

El Ministro salió apresurado del Despacho de Dumbledore, seguido por los funcionarios del Ministerio. Arthur Weasley intentó llevarse a Draco con él, pero el rubio no tenía la mas mínima intención de perderse la frustración de su padre.

-Vas a pagar por esto Jennifer –dijo Lucius acercándose peligrosamente a ella.

-Oh... no seas así Lu... –respondió ella sonriendo. –Qué mas quieres? Draco al fin tendrá una familia.

-Fantástico. –ironizó el rubio –Sólo te falta un marido y una mascota.

-Es que ya tengo un perro. –dijo Jennifer inocentemente.

-Qué perro?

-Es adorable padre. Se llama Black.

-Disfruta de tu corta victoria, porque voy a salir parado de esos ridículos procesos. No hay nadie en el Ministerio que se atreva a enviarme a Azkaban.

-Puede ser... Pero el Wizengamot es diferente Lucius. Y ya han aceptado juzgarte.

-No sonrías tanto preciosa, porque no está dicha la última palabra.

Lucius dejó el lugar, furioso y deseando regresar el tiempo atrás. No podía creer que había caído en todas y cada una de las trampas de Jennifer. La había subestimado y ahora debía afrontar las consecuencias. Tembló al pensar el castigo que le esperaba cuando volviera a encontrarse con el Señor Tenebroso.

-Bien... Salió todo de acuerdo a lo esperado. –dijo satisfecho Dumbledore –Ahora solo habrá que esperar.

-Si.... esperar

-Entonces Tiny... Qué te parece si vas a hablar con nuestra mascota?

POR CADA CAPITULO QUE ALCANZO A PONER, NOS ACERCAMOS MAS A DONDE LO DEJAMOS EN EL FORO.

BESOS PARA TODOS Y GRACIAS POR SEGUIRME ACA.

BARBY