DISCLAIMER: Nada de este mundo de fantasía me pertenece. Todo es propiedad de JK Rowling y sus asociados.

CAPITULO 46: PERDON.

Aún no sabía que la había poseído para hacerle caso a Draco, pero allí estaba, frente a frente con Sirius, y no sabía como pedirle perdón.... otra vez.

-Estás bien? –preguntó Sirius, bastante confundido con el silencio de Jennifer.

-Si, yo... toma.

Jennifer no tenía idea de cómo pedirle perdón por algo que había sucedido hacía tanto tiempo. Por mas que lo había intentando, las palabras se negaban a salir de su boca. Entonces hizo lo que primero se le ocurrió y le entregó la carta de Lucius.

Sirius tomó el pergamino. No tenía idea de que era lo que sucedía, pero debía ser grave si Jennifer no podía decirlo por ella misma. A medida que iba leyendo, el odio hacia Malfoy se apoderaba de él. Sólo podía imaginar lo que Jennifer había sufrido al verlo con esa mujer.

-Jen...

-Lo siento. –susurró ella bajando la cabeza. Definitivamente no podía mirarlo a los ojos. –Lo siento.

-Jen... –Sirius se acercó a ella y le levantó el rostro suavemente –Cómo pudiste pensar que yo te haría algo así?

-No lo se... Yo... te vi con ella y... Me sentí tan estúpida.

-Sh... –Sirius la abrazó y sonrió cuando ella se agarró a su cuerpo con fuerza –Nunca pensé en engañarte. Y.. tenerte lástima? Por favor Jen, me conoces mas que eso.

-Yo se que es imperdonable, pero sólo.....

-Jennifer –ella se separó abruptamente y lo miró a los ojos, Sirius nunca la había llamado por su nombre completo –No seas tonta amor, yo a ti puedo perdonarte cualquier cosa.

-Cómo? Yo no lo haría. Yo no podría perdonarte que hubieras creído algo así de mi.

-Porque te amo. Y porque mi orgullo queda olvidado cuando se trata de ti. Pero Malfoy.... la próxima vez que lo vea....

-Nunca creí que pudiera odiar a alguien con tanta fuerza. Lo odio incluso mas que a mi padre. Toda mi vida hubiera sido tan diferente. Si hubiera hablado contigo...

-Jen. –Sirius la cortó, viendo que estaba hablando sin sentido –Hubiera sido peor. Yo no te hubiese dicho el cambio de guardián, y tu entonces hubieses sufrido el doble.

-No confiabas en mi?

-Claro que si. Pero quienes nada sabían, no corrían peligro. Y yo jamás te pondría en peligro.

-Sabes que no merezco esto, verdad? No merezco que me ames, ni que intentes protegerme todo el tiempo, ni que me perdones.

-De qué estás hablando? Claro que lo mereces!

-No. No soy tan diferente a ellos.

-Claro que lo eres. Tu no eres nada como los mortífagos.

-No me conoces Sirius! –exclamó Jennifer sobresaltando al animago –Nadie me conoce. Ya no. A veces ni yo me reconozco cuando me veo en el espejo.

-Entonces... entonces dame una oportunidad para conocerte de nuevo.

Sirius se acercó a ella nuevamente. No comprendía lo que estaba tratando de decirle cundo le decía que no la conocía, pero no importaba, porque ella era el amor de su vida y siempre la iba a amar.

Estaban tan cerca. Podían sentir el calor que emanaba el cuerpo del otro. Sirius podía sentir sobre la respiración errática de Jennifer. Estaba nerviosa. Tan nerviosa como aquella vez en el armario de escobas.

Tomó una decisión en ese momento. Esa iba a ser la última vez que intentara que Jennifer regrese con él. Si, sabiendo la verdad, ella no lo quería de vuelta, entonces iba a dejarla ir. Le dolería, pero iba a dejarla ir.

Jennifer vio la súplica en los ojos de Sirius. Sería tan fácil inclinar el rostro hacia delante unos centímetros y juntar sus labios. Pero no estaba segura de poder hacerlo. Empezar de nuevo esa relación implicaba demasiada responsabilidad.

-Lucius enfureció cuando le dijimos que teníamos un perro de nombre "Black" de mascota –dijo Jennifer apartándose suavemente.

-Ah.. puedo imaginarlo.

Sirius quería escapar. Otra vez lo había despreciado. Otra vez le había negado la posibilidad de regresar con él. Otra vez. No podía mirarla sin correr el riesgo de llorar. Se sentía patético. Enamorado de la misma mujer toda su vida y ella no hacía mas que ignorarlo.

Jennifer sintió la incomodidad de Sirius. Podía ver el dolor en sus facciones y se maldijo mentalmente por ser ella la que lo causara. Por qué tenía que ser tan cobarde? Por qué tenía tanto miedo a entregarse otra vez al único hombre que de verdad había amado?

-Tengo miedo. –Jennifer se sorprendió de que las palabras salieran de sus labios.

-Miedo? –Sirius volteó a verla. –De qué? Malfoy no va a...

-De ti.

-De mi? Por qué Jen? Sabes que nunca te haría daño.

-Porque no va a gustarte mi nueva "yo".

-De qué estás hablando? Qué es lo que no va a gustarme? Confía en mi Jen y dímelo.

-Si yo aceptara estar contigo nuevamente.... Tu vas a dejarme luego, lo se. Y no podría soportarlo de nuevo Sirius. Me moriría. Me costó tanto poder vivir sin ti cuando me fui. Sin Trangus a mi lado no hubiera podido. Pero ahora si tu te vas yo no...

Sirius la silenció con un beso. Suave y lleno de amor. Le dio espacio para que se aparte si era lo que deseaba. Ella no estaba respondiendo, pero por lo que le había dicho, entonces sí lo quería. Pero no estaba respondiendo, así que se alejó.

Jennifer no vio venir el beso de Sirius. Sólo notó dos suaves labios que se posaban sobre los suyos y la incitaban a seguirlos, pero no podía. Tantos sentimientos florecieron con ese beso....

No fue como el que compartieron en su cuarto cuando ella regresó de su fin de semana con Lucius. No. Ese beso era cálido. Era la expresión del amor. Es beso le decía tantas cosas... Sirius la amaba.

De pronto sintió que esos labios se separaban de los suyos, seguramente por su falta de respuesta. Y vio algo a punto de quebrarse dentro de los ojos de Sirius. Pero ahora que él la había besado de ese modo, ella no podía negarlo. Ya no.

Antes de que Sirius se alejara, le tomó el rostro con sus dos manos, le acarició las mejillas con sus dedos, le sonrió y lo besó. Esta vez ella lo besó. Y se sintió tan bien y tan correcto, que tenía miedo de abrir los ojos y que él no esté.

Sirius llevó inmediatamente sus manos a la cintura de Jennifer y la abrazó, pegándola a su cuerpo. Había esperado largos años para volver a estar así. Pero volvería a esperarlos. Porque Jennifer le estaba entregando su corazón con ese beso, y él lo recibía gustoso, y lo protegería mas que a su propia vida.

-Te extrañé tanto..... –dijo Sirius apoyando su frente en la de Jennifer. –Te amo tanto.

-Tienes que prometerme algo –susurró Jennifer –Yo voy a contarte todo, pero necesito tiempo. Son demasiadas cosas.

-Tenemos toda la vida. –Sirius comenzó a besarle el cuello –Y no tengo demasiadas ganas de hablar en este momento.

Jennifer rió y caminó de espaldas hacia la cama, guiada por Sirius, que ya había comenzado a desabrocharle la túnica.

-Tu no has cambiado demasiado.

-No puedo evitarlo si estás cerca de mí.

-Te amo Sirius.

Esas fueron las últimas palabras que se dijeron. Tenían mucho para hablar. Muchas cosas que decirse, pero ese no era el momento. Lo que necesitaban era sellar su amor.

Sus túnicas pronto estaban desparramadas en el suelo, junto con el resto de sus ropas, y sus manos acariciaban ansiosamente cada porción de piel que podían encontrar.

Sirius sobre Jennifer, honrando su cuerpo con caricias y besos. Ese cuerpo que había recorrido tantas veces y que ahora a penas podía creer que estuviera bajo él nuevamente.

Su piel seguía sabiendo deliciosa y los suspiros que dejaba salir eran los sonidos mas bellos que alguien podía darse el lujo de escuchar. La conocía tanto, que sabía exactamente donde tocarla y que hacer para que pierda todo vestigio de cordura.

-Sirius... –susurró Jennifer en medio de un gemido, cuando el animago acariciaba sus partes mas sensibles con su lengua. –Por favor...

-Shhh. –dijo Sirius sonriendo malignamente, mientras ascendía por su cuerpo lentamente –Tenemos tiempo. Mucho tiempo.

Poco a poco se introdujo en ella. Con cuidado y disfrutando de cada parte que invadía con su ansioso miembro. Hacer el amor con alguien nunca se había sentido tan bien como con Jennifer.

Cuando estuvieron unidos por completo, Sirius se permitió unos momentos para disfrutar de la calidez que lo rodeaba, mientras Jennifer enredaba sus piernas alrededor de su cintura, y contraía sus músculos internos, incitándolo a moverse.

-Ansiosa? –medio rió, medio gimió Sirius.

-Lo estás haciendo adrede. –susurró Jennifer mientras le mordía suavemente el hombro.

-Claro que sí. Quiero que dure tanto como sea posible. Quiero estar siempre adentro tuyo.

-Oh... Por Merlín. Sirius muévete!

Sirius rió por última vez antes de iniciar esa danza tan particular que él mismo le había enseñado años atrás. Y ella se movía para encontrarse con sus embestidas, logrando un ritmo enloquecedor para ambos.

Demasiado pronto, ambos llegaron al punto culmine y gimieron tan alto que cualquiera podía haberlos escuchado, si no fuera por los hechizos silenciadores del cuarto.

-Lo siento –dijo Sirius escondiendo su rostro en el hueco entre el cuello y el hombro derecho de Jennifer, aun unidos.

-Sirius, no seas ridículo. –le respondió ella, acariciando su espalda desnuda –No estuviste con una mujer por años. Y, quitando un episodio este año, yo tampoco había estado con otro hombre desde que Trangus murió.

-Pero....

-Tu lo dijiste –susurró Jennifer levantándole el rostro para que pueda ver la sinceridad en sus ojos –Tenemos tiempo... mucho tiempo. Te amo Sirius, y pretendo estar contigo para siempre.

-Eres tan hermosa.... no se que es lo que habré hecho bien para que te hayas enamorado de mi.

Jennifer rió, y cambió posiciones, permitiendo al miembro de Sirius abandonar su cuerpo. Ante la mirada confundida del animago, ella comenzó a darle los motivos por los que se enamoró de él cuando estudiaban en Hogwarts, intercalándolos con besos, mordiscos y caricias estratégicamente pensadas.

En menos de lo que alguno de los dos hubiera creído, Sirius se encontró erguido nuevamente, y Jennifer mas que dispuesta a comenzar de nuevo.

Y lo hicieron. Se amaron lo que quedaba de la tarde y parte de la noche. Y se durmieron abrazados y mas que felices en los brazos del otro.

La mañana siguiente el Gran Salón pasó por varias etapas. Charlas despreocupadas en un comienzo, el ruido de las lechuzas trayendo el correo, silencio absoluto mientras todos los alumnos leían "El Profeta" o las cartas de sus familias, y luego murmullos, murmullos y mas murmullos.

Harry fue uno de los que se unió al silencio cuando Hermione puso frente a sus narices su copia del periódico, en donde había dos fotos en primera plana: una de Peter Petigrew y otra de Sirius Black.

La amiga de Bill había cumplido con su promesa y había rebasado las expectativas de todos mencionando que, tanto Harry, como sus amigos y Dumbledore fueron ignorados por el Ministro de la Magia cuando relataron su versión de los hechos sobre Black.

El artículo ponía en duda todo lo que Fudge había dicho y hecho para negar el regreso de Voldemort también. Esta periodista, había conseguido una declaración de Sirius Black, de manera completamente secreta y pudo detallar los hechos que llevaron al animago a Azkaban.

Harry miró con una gran sonrisa a la mesa de profesores. Su madrina le devolvió el gesto, complacida de poder mostrar sus sentimientos hacia Harry. Dumbledore tenía los ojos mas brillosos que nunca y le hizo un guiño como si supiera algo que él no.

Por primera vez en cinco años, Harry vio a Minerva McGonagall tararear una canción mientras desayunaba. Lupin tenía una amplia sonrisa en el rostro y se mostraba completamente despreocupado. Y... bueno, algunas cosas nunca cambiaban. Snape tenía la peor expresión de odio que jamás le hubieran visto sus alumnos.

Dumbledore indicó a los alumnos que debían preparar sus pertenencias, ya que esa noche era el Banquete de despedida y partían al día siguiente hacia sus vacaciones y, por primera vez, Harry fantaseó con ellas. Ese año no iría con los Dursley. Miró a la mesa de Slytherin y pudo ver a Malfoy sonriendo mientras desayunaba, ignorando las miradas de odio de algunos de sus compañeros de Casa.

Sin dudarlo, se dirigió a la habitación de Sirius al terminar su desayuno. Iba caminando por un pasillo cuando sintió una voz que lo llamaba.

-Ey! Potter!

-Malfoy. –dijo girando para verlo al rostro.

-Vas a... ver a Hocicos?

-Si. Cómo sabes que..?

-Oh, él me lo dijo –dijo Draco quitándole importancia. –Te molesta si voy contigo?

-No. Claro que no.

Ambos caminaron en silencio. Las cosas aún no dejaban de ser tensas, pero sabían que tenían que hacer un esfuerzo. Iban a veranear juntos y Jennifer no iba a estar feliz si se la pasaban peleando.

-Buenos días! –dijo Sirius feliz, por primera vez en años.

-Veo que has leído el Profeta. –dijo Harry.

-No. –respondió Sirius sin borrar su sonrisa boba del rostro –Por qué? Ya salió la nota sobre mi?

-Por qué estás tan feliz si no lo has leído? –preguntó el moreno confundido.

-Hablaron? –preguntó Draco y Sirius asintió. –Fantástico!

-Alguien puede explicarme que sucede?

-Jen regresó conmigo. –dijo Sirius mirando a Harry atentamente.

-De verdad? Cómo lo lograste?

-Tuvo un poco de ayuda en eso. –dijo Jennifer desde la puerta, cabeceando hacia su sobrino.

-Malfoy? Tu lo ayudaste?

-Aja. Logré averiguar la verdad. Sirius no engañó a Tiny, fue el imbécil de mi padre.

-Cómo?

-Poción Multijugos. No creo que la conozcas. No se aprende hasta el último año y...

-Yo la tomé en segundo. –respondió Harry sorprendiendo a todos, que lo miraron pidiendo una explicación –La preparamos en el baño de Myrtle. Queríamos averiguar si tu eras el heredero de Slytherin y....

-Entraron a la Sala común! Crabbe y Goyle estaban mas idiotas que de costumbre ese día! –exclamó Draco abriendo desmesuradamente los ojos –Eran ustedes!

-Ron y yo, si.

-Ha usted tenido en cuenta la cantidad de reglas que rompió para llevar a cabo su plan, Potter? –dijo una fría voz desde detrás de jennifer.

-Severus! –lo reprendió Jennifer –Fue hace tres años, por favor.

-Eso no me va a impedir quitarle 50 puntos a Gryffindor por su idiotez. –Sirius fulminó a Severus con la mirada –Y otorgarle 70 por haber logrado preparar una poción tan peligrosa en segundo año. Aunque... seguramente fue Granger.

Nadie emitió sonido por unos largos minutos. Todos miraban a Snape como si le hubieran salido tres cabezas. Había otorgado puntos s Gryffindor. A Harry Potter. La primera en superar su impresión fue Jennifer que depositó un beso en la mejilla de su hermano.

-Gracias señor. –dijo Harry tímidamente.

-Qué te trae por aquí Sna.. Severus? –preguntó con fingida amabilidad Sirius.

-Sólo vine a decirte que dañas a mi hermana y serás hombre muerto.

-Ya escuché eso una vez. –dijo Sirius desafiándolo.

-Esta vez voy a cumplirlo.

-BASTA! –gritó Jennifer –Pueden dejar de comportarse como niños idiotas? No puede ser que Draco y Harry estén aprendiendo a llevarse bien y ustedes, dos ADULTOS, sigan actuando como si fueran colegiales.

-Si, si. –dijo Severus como si ya hubiese escuchado ese discurso antes. –El Wizengamot va a juzgar a Pettigrew a partir de mañana. Albus pensó que te agradaría saberlo Black y me envió a decirte la noticia.

-Mañana? –preguntó Sirius comenzando a ponerse histérico –Qué sucede si no le creen? MAÑANA?

-Black. Cálmate. Albus y yo vamos a declarar en tu favor.

-TU? –exclamó Sirius incrédulo.

-No tuve otra opción. Albus me... "sugirió" que lo haga.

-Gracias. –dijo sinceramente el animago.

-No lo hago por ti. –Severus dio media vuelta y dejó la habitación, aunque no se perdió la expresión de orgullo de su hermana hacia él.

Harry y Sirius aún miraban asombrados y confundidos la puerta por donde se había ido Snape. Jennifer sonrió suavemente, se acercó al animago y depositó un beso en su mejilla, que logró sacarlo de su ensimismamiento y jalarla hasta que estuvo sentada en su regazo.

-Qué le hiciste a Severus, Tiny?

-Nada Draco. Tu lo conoces. Sabes que no es como quiere que el mundo crea que es.

-Pero a mi nunca me había dado puntos....

-Y no te acostumbres Potter –dijo Draco –Él solo lo hizo porque pudieron preparar una poción tan difícil y peligrosa solos. Pero no creo que vaya por el castillo regalando puntos a Gryffindor.

-Eso es verdad. –dijo Jennifer riendo. –Bueno... Y qué hacían aquí? Vinieron a festejar con Sirius el juicio?

-Si. –respondió Harry sonriendo de oreja a oreja, al ver el rostro feliz y relajado de su padrino. –Pero ahora tal vez querramos que nos digan algo mas interesantes.

-Cómo qué? –Sirius se hizo el confundido.

-Van a casarse? –preguntó Draco riendo del rostro sorprendido de ambos adultos.

-No crees que es un poco apresurado? –preguntó Jennifer –Pudimos arreglar nuestras cosas ayer.

-Si, bueno –dijo Harry esta vez –Pero se conocen desde pequeños y estuvieron de novios muchos años.

-Las situaciones cambian Harry. No puedo prometerte que nos vamos a casar.

-Ya entendimos. –dijo Draco levantando la mano para detener una explicación que nadie quería escuchar y que solo dañaría mas a Sirius –Y si Potter no lo hizo, puedo hacerle un mapa mas tarde.

-Idiota –murmuró Harry.

-Oh vamos... no se comporten así! –dijo Sirius –Por qué no se llaman por sus nombres? Sería un buen comienzo.

-Por mi está bien. –dijo Harry levantando los hombros.

-Si, si, está bien. –dijo el rubio al ver las miradas que le enviaban Sirius y Jennifer –Llamaré a Potter por su nombre.

-Muy bien! –dijo Sirius complacido –Ahora váyanse.

-SIRIUS! –exclamó Jennifer.

-No tiene nada de malo que les pida que se vayan, verdad chicos? –ambos negaron con la cabeza mientras se ponían de pie –Nosotros tenemos que hablar y....

-Seguro, "hablar" –dijo Harry riendo ante la indignación en el rostro de su madrina.

-No te enojes Tiny, Pot... Harry está en lo cierto. Nos vamos.

-Cuando podamos hablar manden a alguien a avisarnos. -dijo Harry antes de cerrar la puerta.

-Menos mal que se fueron. –susurró Sirius apretando mas sus brazos alrededor de la cintura de Jennifer y tratando de besarla.

-Tenemos que hablar de verdad.

-Uff. Bien. Qué sucedió?

-Qué vas a decir cuando te pregunten como escapaste de Azkaban?

-Jen no quiero hablar del juicio.

-Es mañana! Tenemos que hablar sobre eso y tenemos que decidir si dirás que eres un animago o no.

-No lo se. Porque si yo no digo nada y Peter lo hace, va a meterme en problemas. Pero si yo lo digo y después él no lo menciona... se acabó mi mayor secreto.

-Por qué nunca me lo dijiste? –preguntó Jennifer curiosa.

-Fue una decisión que tomamos los cuatro. –Sirius se acostó en la cama y arrastró a Jennifer con él, hasta que ella tuvo su rostro apoyado en el pecho del animago –Tienes idea las multas que cobran por hacerse animago y no denunciarlo? Y bueno... por tener conocimiento de algún animago no registrado también cobran multas asombrosas.

-No sabía eso.

-Ahora lo sabes. Entonces... qué crees que debería hacer?

-No lo se... tal vez debas decir la verdad. De cualquier manera, todos en el lado oscuro lo saben y no creo que sea tan necesario ocultarlo ahora, verdad?

-Tienes razón. Igualmente voy a preguntarle a Dumbledore. –Sirius besó a Jennifer suavemente, pues debían seguir hablando –Y dónde vamos a vivir? En tu casa o en la nuestra?

-Tienes ese departamento aún? –le preguntó Jennifer sorprendida.

-Ahí viví hasta que fui enviado a Azkaban. Pensaba que si decidías volver...

-Lo siento. –dijo Jennifer acariciándole el rostro con ternura.

-Está bien. Sólo... no vuelvas a dejarme así.

-Lo prometo. Eh... volviendo a tu pregunta, creo que es mejor mi casa. Nadie la conoce y el departamento sí. Y...mi casa es mas grande.

-Vas a decirme por qué engañaste a todos diciéndoles que te ibas de viaje por el mundo y no fue así?

-Voy a decirte todo, pero no ahora. Primero está tu libertad.

POR CADA CAPITULO QUE ALCANZO A PONER, NOS ACERCAMOS MAS A DONDE LO DEJAMOS EN EL FORO.

BESOS PARA TODOS Y GRACIAS POR SEGUIRME ACA.

BARBY