DISCLAIMER: Nada de este mundo de fantasía me pertenece. Todo es propiedad de JK Rowling y sus asociados.
CAPITULO 47: EL JUICIO.
La mañana siguiente llegó antes de lo que Sirius hubiera esperado. Era cierto que deseaba mas que nada en el mundo saldar cuentas con Colagusano, el traidor de los Potter, el culpable de que Harry tuviera que ser criado por muggles, el culpable de sus doce años en Azkaban.
Pero también era correcto que estaba aterrorizado. Estar frente al Wizengamot, acusado de asesinar a tantas personas y entregar a sus amigos no era algo que deseaba vivir.
Aunque Dumbledore, Jennifer, Harry y Draco, e incluso Snape, le habían dicho que no había posibilidades de que lo declararan culpable nuevamente, él tenía sus dudas. El Ministro no les había creído en su momento, no veía el motivo para que lo haga ahora.
Y ahora estaba frente al espejo de su habitación, acomodándose la túnica con impaciencia y manos temblorosas. Los malditos botones no deseaban cerrarse. Seguramente alguien había hechizado la prenda para que no pudiera verse bien. Aunque, si lo pensaba seriamente, eran solo sus nervios lo que no se lo permitían.
Jennifer sonrió al ver la imagen que presentaba Sirius. Estaba histérico. Parecía una novia antes de casarse. Se acercó con sigilo a su lado y suavemente retiró las manos del animago de la túnica, encargándose de ella.
-Gracias. –susurró sirius, avergonzado.
-No tienes que estar nervioso. –le respondió Jennifer mirándolo directamente a los ojos. –A partir de hoy vas a ser un hombre libre.
-De verdad estás tan segura?
-No tienen ninguna prueba contra ti. –dijo Jennifer peinándole el cabello con sus manos. –Albus y Severus van a declarar a tu favor. Incluso Peter va a hacerlo bajo el veritaserum.
-Peter está en el Ministerio? –preguntó Sirius rodeando su cintura con sus brazos.
-No. –dijo ella riendo -Está en mi bolsillo.
-En tu...? Pero...
-No va a escapar. Está absolutamente cerrado y con barreras que agregó Albus a mi ropa.
-No veo el motivo para que tu lo cargues en tu bolsillo.
-Albus cree, y debo decir que estoy de acuerdo, que intentarán robarnos a nuestro testigo clave. A Voldemort no debe interesarle demasiado que declare. Después de todo, echaría sus planes a perder.
-Oh... entonces van a llevar una jaula con una rata común?
-Exacto. –Jennifer lo besó, intentando reconfortarlo. –Vas a estar bien, verdad? Van a atacarte sin cesar. Fudge va a ser el principal. Pueden llegar a decir cosas horribles sobre ti.
-Estarás ahí? –preguntó Sirius con un ligero temblor en su voz.
-Por supuesto.
-Entonces estaré bien.
Sirius besó a Jennifer, intentando obtener algo de valor prestado. Ella iba a estar ahí, para él y con él, y eso le daba fuerzas. Por otro lado, no podía permitir que lo vea como un residuo de lo que fue alguna vez. Era cierto que no era el mismo hombre que antes de Azkaban, pero Sirius Black no era tampoco un estropajo.
-Jennifer, Sirius. –dijo Dumbledore desde la puerta –Es hora de irnos.
-Vamos entonces. –dijo el animago con la cabeza erguida y tomando firmemente la mano de Jennifer.
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La entrada al Ministerio no fue como la esperaban. En la puerta del edificio estaban plantados cientos de periodistas y fotógrafos. Todos querían una palabra de Sirius Black o sus acompañantes, pero ninguno de los tres se detuvo.
Después de la dificultosa entrada, los tres se dirigieron a la sala de juicios, donde los magos mas reconocidos y admirados del mundo mágico esperaban por uno de los mas populares juicios de todos los tiempos. Dumbledore se alejó de la pareja en la entrada, alegando que, como parte del Wizengamot, no podía estar con ellos.
Jennifer y Sirius compartieron una última mirada antes de ingresar a la sala. Decenas de magos y brujas los miraban con ojos interesados. Algunos expresaban abiertamente su odio y repugnancia hacia Black, otros lo miraban con cautela y un número menor con duda. Era cierto que no muchos iban a creer en su historia, pero esperaban que con el testimonio de Pettigrew los sucesos tomaran otro rumbo.
Ambos caminaron con firmeza entre las filas de sillas, hasta llegar al final, donde había un sillón ubicado en posición contrario a los demás, enfrentando a la audiencia. Jennifer se puso en puntas de pie para hablarle al oído.
-Saldremos de esto juntos Siritus. –susurró intentando darle algo de humor a todo –Te prometo que no permitiré que te encarcelen otra vez.
-Lo se. Pero no quiero que hagas nada estúpido. Si notas que las cosas no salen como lo pensamos, quédate en silencio. –al ver que Jennifer lo iba a contradecir, levantó una mano y la llevó a sus labios -Si me apoyas abiertamente podrían quitarte a Draco.
-Está bien. –dijo Jennifer con el sólo propósito de tranquilizarlo, pero no tenía intención alguna de silenciarse si lo encarcelaban injustamente.
Después de que un par de aurores acompañaran a Sirius al sillón del acusado, Jennifer tomó asiento en primera fila, junto a su hermano y Remus. El licántropo se notaba nervioso, después de todo, todos los días la suerte de uno de sus amigos estaba en manos de un tribunal.
Minutos mas tarde, el Wigenzamot entró por una puerta. Quince prestigiosos magos, presididos por Albus Dumbledore tomaron sus lugares preferenciales, dispuestos a juzgar al acusado. Antes de comenzar, Fudge recibió un comentario de uno de sus asesores y se acercó a ellos.
-Disculpe Dumbledore –dijo sin cortesía –Pero no está permitido tener animales en los juicios.
-Oh... claro Cornelius, pero es que no es un animal común y corriente. –dijo Albus mirando la rata que descansaba en la jaula que había apoyado en su regazo –Es muy importante para mi. Necesito tenerla conmigo.
-Albus. O me das la jaula o te vas de aquí. –Fudge se puso firme. –Para qué necesitas una rata en el juicio?
-Temo que eso no puedo decírtelo Cornelius. Y no veo en que puede molestar un pequeño animalito.
-Te aseguro que te será devuelta en cuanto esto termine. McNoir! –exclamó molesto el Ministro –Llévate esta rata de aquí.
-Si señor. –dijo el hombre y se acercó.
Cuando tomó la jaula en sus manos, observó de reojo a Sirius, y sonrió torciendo la boca. Estaba seguro que se llevaba a Pettigrew. Sirius lo miró con odio, intentando matarlo con la mirada. Sabía que esa rata no era mas que un animal casero, pero odiaba a todos y cada uno de los mortífagos y no iba a perder la oportunidad de demostrarlo.
-Que comience el juicio entonces. –dijo Fudge tomando asiento entre los miembros del Wizengamot.
Sirius fue el primero en prestar su declaración. Explicó todo. El descubrimiento de la licantropía de su amigo Remus, la decisión de convertirse en animagos, toda su investigación y por fin su meta alcanzada, ganando murmullos de todos los sectores.
Si en algún momento se sentía abatido, no debía hacer mas que mirar hacia Jennifer, que no le quitaba sus ojos de encima y le sonreía con confianza. O a Remus, que estaba junto a ella y se notaba tranquilo y seguro de un resultado favorable.
Al fin llegó al momento mas duro de todos. Paso por paso, relató que él había sido la persona que habían escogido los Potter para guardar su secreto y que, en una inútil maniobra de distracción, habían cambiado lugares con Peter Pettigrew. En ese momento la audiencia completa comenzó a hablar por encima de él, hasta que Dumbledore los silenció y le pidió a Sirius que continúe.
Entonces culminó diciendo que había ido a chequear a su amigo cuando descubrió que no estaba y que su casa no mostraba signos de peleas. La desesperación lo había abrumado y se había dirigido con rapidez hacia la casa de sus amigos, en el Valle Godric, pero no había llegado a tiempo y todo estaba en llamas.
Hagrid tenía a Harry Potter en sus brazos cuando dejó el lugar en busca del traidor. Su forma canina le permitía rastrear con facilidad a las personas y sus olores. Así fue como lo encontró en esa calle, llena de muggles, y como cayó en su trampa, haciéndolo ver como culpable de todo.
Aclaró también que había escapado de Azkaban gracias a su forma animaga y que lo había hecho con el propósito de asesinar a Pettigrew, para evitar que dañara a su ahijado y para vengar a sus amigos. Claro que no contaba con que el propio Harry lo detuviese y que Pettigrew escapara frente a sus propias narices.
Y, al final, dijo todo cuanto sabía de su rescate por parte de Harry y Hermione. Esperaba no meterlos en problemas, pero Dumbledore le había dicho que lo que tenían que lograr era que les creyeran que en ningún momento de su vida había utilizado magia oscura.
Los miembros del Wizengamot se removían inquietos en sus asientos, mientras Sirius terminaba su historia. Era difícil de creer, pero también era muy complicado crear una mentira que involucrara a tanta gente y que todas las piezas encajaran perfectamente.
Fudge dejó que Black terminara de hablar y lo observó con incredulidad y odio en su mirada. Creía fervientemente que Sirius mentía y que todo era un plan macabro para desacreditarlo por no haber creído en las palabras del Niño que Vivió.
-Eso es todo, Señor Black? –preguntó con maldad. –Sólo su testimonio? De verdad cree que con su testimonio vamos a dejarlo ir en libertad para que maldiga y asesine a decenas de personas?
-Yo no... –comenzó Sirius, siendo interrumpido por Severus Snape.
-Me gustaría dar mi testimonio también, como testigo Ministro.
-Snape. –dijo Fudge –Nadie quiere su opinión de mortífago.
Jennifer se puso de pie y enfocó sus ojos azules en los del Ministro de la Magia, que se removió incómodo, pero no desistió de su opinión. Entonces ella decidió jugar su última carta.
-Si se me permite, Señor Fudge –su voz no daba lugar a réplicas, aunque parecía cordial –Me gustaría que interrogaran bajo Veritaserum a Peter Pettigrew.
-Peter Pettigrew está muerto!! Black lo asesinó!!!
-Eso no es del todo correcto.
Jennifer abandonó la fila de sillas en la que estaba y se acercó a Fudge. Con su varita, desarmó su bolsillo y metió su mano. La gente en la audiencia sostuvo el aliento cuando vio una rata ser depositada en el suelo y a Jennifer apuntándole y diciendo un par de palabras en latín.
La rata, poco a poco, se fue agrandando y, para la sorpresa de todos, se fue convirtiendo en un humano. En un hombre al que creían muerto. En Pettigrew.
Fudge palideció, mientras los miembros del Wizengamot miraban a Dumbledore expectantes. El mago sólo asintió ausentemente y, con un movimiento de su varita, conjuró una silla para el nuevo "invitado" y le lanzó un certero "Ennervate"
Peter abrió los ojos y no pudo hacer mas que mirar estupefacto a toda la gente a su alrededor. Estaba en un juicio y a su lado estaba su amigo de la infancia, Sirius. Jennifer Snape le sonreía irónicamente, junto al traidor de su hermano y Remus.
Pensó en escapar, pero la mirada de Dumbledore le dijo que ni siquiera lo intentara. Estaba completamente perdido. Y todo por un maldito vampiro que lo había alcanzado y atrapado.
Uno de los miembros del Wizengamot, ordenó a dos aurores que encadenen a Pettigrew a la silla conjurada por Dumebledore. Y Colagusano no hacía mas que rogar que lo suelten y tratar de zafarse de ellos.
Cuando al fin lo tuvieron sentado, Dumbledore le administró el Veritaserum que Severus le había proporcionado especialmente. La hora de la verdad llegaba, y Sirius sentía que el corazón iba a salirse de su pecho. Y al fin, comenzó el cuestionamiento, a cargo de todos los miembros del Tribunal.
Peter confesó su plan desde el principio. Como fue que había engañado a los Potter y a Sirius y se había convertido en el guardián del secreto, como le había pasado la información al Señor Tenebroso, y como él había ido inmediatamente a acabar con sus vidas.
Confesó que fue él quien mató a esos muggles, volando la calle entera y simulando su propia muerte al cortarse un dedo, para después ocultarse en la familia Weasley en forma de rata.
Pero lo mas sorpresivo llegó cuando le interrogaron por su mano plateada. Sin inmutarse ni poder detenerse tampoco, Peter respondió que había sido un obsequio de su Señor, por haberlo ayudado a recuperar un año atrás.
Exclamaciones de horror y miedo se apoderaron de todos, salvo los ancianos, que ya estaban completamente convencidos del regreso de Voldemort.
Funge aún negaba con la cabeza, deseando no creer que Voldemort había regresado y que Harry y Dumbledore decían la verdad. Deseaba despertar de esa pesadilla.
-Ministro Fudge! –llamó su atención un de los miembros del Wizengamot –Creo que hemos escuchado suficiente y que deliberaremos.
-Bien. Bien. –respondió el Ministro sin prestar atención.
Sirius buscó el rostro de Jennifer mientras esperaba por su veredicto, y encontró una radiante sonrisa y un brillo increíblemente expresivo en sus ojos. Respondió a eso con un corto "te amo" sin sonido, y que ella comprendió, pued su sonrisa se amplió aún mas.
Cuando el Wizengamot regresó, Sirius se removió inquieto en su asiento. No sabía que podía esperar. Por un lado, creía que todo había salido bastante bien y que se libraría de regresar a Azkaban; pero por otro, tenía terror de que no hicieran caso a los testimonios y los encerraran a ambos.
-El Wizengamot ha llegado a una decisión –dijo Dumbledore poniéndose de pie, su rostro impenetrable –Peter Pettigrew: es sentenciado a pasar el resto de su vida en Azkaban, por los crímenes de traición, ataque a muggles, simulación de muerte y actividades oscuras junto a Lord Voldemort.
Los murmullos se levantaron en la sala.
-Azkaban –prosiguió un hombre cercano a Dumbledore –debería ser vaciada de Dementores, y utilizar aurores calificados para guardar a los presos, pues ya escuchamos como los dementores fueron quienes permitieron el escape de los otros mortífagos y atacaron Hogwarts. –ante esto, Fudge solo puedo asentir, sabiendo que el Wizengamot tenía razón.
-Por último –agregó Dumbledore –se libera a Sirius Black de todos los crímenes por los que fue encerrado, se le otorgará una indemnización que será fijada la semana entrante, se le regresarán todas sus propiedades y bóbedas, y se le regresa la tutoría de Harry James Potter. Pero se le impondrá una multa de 500 Galleons, por no revelar su condición de animago.
Sirius se puso de pie tentativamente y, al recibir un asentimiento de Dumbledore, se acercó a los sillones donde estaba el público. Agradeció a su amigo Remus con un abrazo, para luego darle la mano a Severus, y finalmente, tomar a Jennifer de la cintura y besarla frente a todos los que allí se encontraban.
Ahora era un hombre libre. Tenía a Harry y a Jennifer nuevamente, y había ganado a Draco también. La vida comenzaba a sonreírle.
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El regreso a Hogwarts fue mucho mas agitado. Todos los reporteros querían tener la primer fotografía de Sirius como hombre libre, los periodistas querían su palabra y un grupo de adolescentes se acercaron a él.
-Cálmate –dijo Severus a su hermana, tomándola del brazo.
-Niñatas engreídas –dijo Jennifer apretando sus mandíbulas –Voy a matarlo. Mira como les sonríe!
-Tal vez si estuvieras con un hombre decente y considerado, no tendrías estos problemas. –dijo una sarcástica voz a sus espaldas.
-Lucius. –mas que un saludo, lo de Severus fue una clara amenaza. Sus ojos parecían decirle a Lucius que se quede donde estaba y no se acerque a su hermana.
-Hola Lu. –dijo Jennifer sonriendo, mientras percibía como Sirius se había alejado de sus "admiradoras" y se acercaba a ellos. –Qué haces por aquí? Vienes a ver a quien puedes sobornar para que no te quiten la custodia de Draco?
-Vete Malfoy –amenazó Sirius tomando a Jennifer de la cintura.
-Oh.... el chucho se ha salvado de Azkaban? Qué dice MI hijo de esto Jennifer? –preguntó Lucius mirando despectivamente a Sirius –Regresará a mi en cuanto sepa que has vuelto con él.
-Lo dudo Lucius. –Jennifer sonrió aún mas –Verás... Draco es una de las principales razones por las que estamos juntos de nuevo.
-Ah... él también me traicionó.
-Señor Malfoy? –Jennifer pudo ver una mujer de cabello negro y ojos violetas. –Tendrá que acompañarme.
-Y usted es....? –Lucius miró a la mujer con aires de superioridad.
-Ronalda Witkins –dijo la mujer –El Wizengamot requiere su presencia.
-Y puedo preguntar el motivo?
-Es por la... denuncia de la Señorita Snape –explicó la bruja tímidamente.
-Ahí está! –se escuchó la voz de un hombre –No dejen que Malfoy escape! Pettigrew confirmó que es un mortífago!
En menos de lo que cualquiera pudiera reaccionar, Lucius llegó hasta la chimenea mas cercana, empujó a una anciana bruja que estaba por viajar y desapareció en un mar de llamas verdes.
-Genial –murmuró Severus –Los aurors de este lugar son cada vez mas idiotas.
Remus, Sirius, Jennifer y Severus partieron del Ministerio de la Magia en medio de una fuerte discusión entre los aurores y la joven de cabello negro, que les reclamaba que había estado a punto de engañar a Lucius Malfoy si no fuera por ellos.
POR CADA CAPITULO QUE ALCANZO A PONER, NOS ACERCAMOS MAS A DONDE LO DEJAMOS EN EL FORO.
BESOS PARA TODOS Y GRACIAS POR SEGUIRME ACA.
BARBY
