Capítulo 5.
Desperté sobresaltada 3 horas después. ¿En dónde estaba? ¿Qué hacía yo en una cama que tenía sábanas de seda? ¿Y por qué estaba desnuda? Entonces lo recordé todo. Wakabayashi iba entrando en esos momentos a la habitación. Ya se había vestido para ir al entrenamiento.
¿Qué hora es?.- le pregunto, solo por decir algo.
Cerca de las 9. Se me hizo tarde, debo irme ya al campamento.
Sí, lo sé. Yo me daré prisa también.- le respondo y empiezo a buscar mi ropa.
No te apresures, puedes quedarte aquí el tiempo que lo desees.- se sienta a mi lado en la cama.- voy a concederte la entrevista.- me dice como si tal cosa.
¡No quiero que pienses que lo de ayer fue un soborno!.- protesto, un tanto indignada.
No es por eso. Lo que pasó ayer... es cosa aparte. Ya te había dicho que me agrada la revista para la que trabajas, y creo que tus reportajes son excelentes. Siempre los leo con mucho interés. De hecho, desde el primer momento tuve la intención de darte la exclusiva.
¿Qué? ¿Me trajiste todo este tiempo detrás de ti solo para jugar conmigo? ¿Cómo te atreves?.- ahora sí que me siento humillada.- Dime, ¿siempre usas tu trágica historia con Liesl como carnada para acostarte con una chica?.
No espero a que me responda, me envuelvo en las sábanas e intento levantarme de la cama. Al diablo con la entrevista. Lo único que quiero es recoger mi ropa y los restos de mi dignidad y mi orgullo y salir de allí, no sin antes darle una buena bofetada a este tipo. Pero él me toma de los hombros antes de que pueda levantarme siquiera y me obliga a mirarlo a los ojos.
Te traje todo este tiempo detrás de mí porque ansiaba conocerte. Es verdad lo que te dije mientras te tenía entre mis brazos: no abandonas mis pensamientos ni por un instante.- su mirada es sincera, aunque veo una sombra de remordimiento en ella.
Una vez más, me quedo sin saber qué decir. Ya se me está haciendo costumbre. Pero no es para menos: hace apenas 3 días que conozco a este hombre y ya hice el amor con él. Wakabayashi se percata de mi incertidumbre, porque me toma entre sus brazos y me besa, esta vez no con pasión, sino con un sentimiento muy diferente, muy parecido al... ¿amor? Yo todavía estoy tratando de recobrar el aliento cuando él me dice que me verá más tarde y se va. Al poco rato escucho el ruido que hace la puerta principal al cerrarse. Vagamente recuerdo que aún le debo un desayuno...
Me levanto y busco mi ropa, la cual ya no está desperdigada por el piso sino acomodada en una silla. Me visto lo más rápido que puedo y salgo del departamento deseando que nadie se percate de mi huida. Me caigo de sueño, pero no hay tiempo para dormir ahora, sino me aparezco en el entrenamiento la gente va a sospechar.
Mientras me ducho no puedo reprimir los recuerdos: solo pienso en las manos de Genzo recorriendo cada centímetro de mi cuerpo desnudo, en sus labios besando mi piel, mi cabello, mis propios labios, en su cuerpo fuerte y musculoso. No puedo evitar sentir otra fuerte descarga de deseo, así que opto por abrir a todo lo que da la llave del agua fría. Eso me calmará un poco.
Tanta prisa me di en estar lista que solo llego tarde por 45 minutos. Las reporteras me lanzan una evidente mirada de desilusión y odio: al parecer, ya habían pensado que habían conseguido espantarme. Si supieran.
Al finalizar el entrenamiento, Wakabayashi se me acerca y me pregunta que si estoy libre para comer. Se nota que está nervioso (algo inusual en él), o sea, ¿a qué más vine a este país sino a entrevistarlo? Por supuesto que estoy libre, tengo todo el tiempo del mundo. Como sea, quedamos de vernos en una hora en el vestíbulo del hotel en donde me hospedo.
Y nos topamos con un pequeño dilema: ¿en qué lugar voy a entrevistarlo? La habitación de un hotel no es el mejor lugar para realizar una entrevista exclusiva, porque todo se escucha en los cuartos contiguos. Y el departamento de Wakabayashi tampoco es un buen sitio, por razones obvias: ¿me atrevería a volver al lugar de los hechos? Así que, después de una media hora de cavilar, encontramos un buen sitio: Wakabayashi tiene un amigo que es profesor en la universidad de Hamburgo y se ofreció a prestarnos su aula. ¡Qué gran tipo!
No puedo evitar el seguirme maravillando ante este majestuoso edificio. Es realmente hermoso, así que esta vez malgasto unas cuantas de las fotos que aún tengo disponibles en tomar imágenes de este sitio. Wakabayashi está esperándome en la entrada de un aula. Yo intento caminar con naturalidad, pero me sigue turbando su mirada; la verdad es que ahora me siento desnuda en su presencia.
De cualquier forma, una vez iniciada la entrevista recupero el dominio de mí misma: al fin estoy en mi elemento. Él responde a todas las preguntas que le hago sobre su infancia, sus inicios en Hamburgo, las lesiones que sufrió por culpa de Stefan Levin y Brian Cruiffort, el mundial sub-19 en Japón, la Bundesliga, su rivalidad con Schneider, su amistad con Tsubasa Ozhora y Taro Misaki. Incluso me deja ir más lejos: me permite interrogarlo sobre su familia, a la que casi nunca ve, las novias que ha tenido, su compromiso frustrado con Liesl. Él me autoriza para que publique lo que yo desee sobre este tema en particular, tiene gran confianza en mi ética y en mi criterio. Ha sido una entrevista larga: 3 horas continuas, y se ha hecho tarde; debo pasar los datos a mi laptop y él desea ir a descansar. Pero a pesar de esto, no deja que tome un taxi: él me llevará de vuelta al hotel.
Bien. ¿Mañana me pagarás el desayuno que me debes? No tengo entrenamiento.- me pregunta, con la esperanza reflejada en los ojos. Yo le sonrío.
Por supuesto. Mañana sin falta.- le respondo y le tiendo la mano para despedirme.
¿Solo un apretón de manos, Lily?.- inquiere, al tiempo que me abraza y me besa suavemente en los labios. Yo correspondo al beso.
Por fin me suelta y sube a su automóvil. Se despide con una inclinación de cabeza y se va. Yo lo observo alejarse unos instantes, antes de subir (con actitud de niña alegre) a mi habitación. Pero la alegría se me esfuma en un instante al encontrar un mensaje en mi celular (el cual no me llevé a la entrevista): es mi jefe, pidiéndome que me comunique inmediatamente con él. Llamo desde el teléfono de la habitación pensando que no tengo de qué preocuparme: al fin y al cabo conseguí la exclusiva. Pero a mi jefe esto no lo pone de buen humor, pues al parecer, yo ya había tenido otra "exclusiva". Había salido en una prestigiosa revista francesa un reportaje especial sobre la nueva "novia" de Wakabayashi. Me conecté rápidamente a Internet en mi laptop para saber la causa del enojo de mi jefe. Cuando al fin encontré lo que buscaba, el alma se me fue a los pies: en la portada de dicha revista estaba la fotografía a todo color que los paparazzi nos habían tomado a Wakabayashi y a mí el otro día, al salir del restaurante.
¿En qué demonios estabas pensando?.- me increpó mi jefe.- ¡Te mando para que me traigas exclusivas, no para que las protagonices! ¡Afortunadamente no supieron tu nombre, pero no tardarán en descubrir tu identidad!
¡Eso no es ningún problema! Cuando redacte el reportaje aclararé que solo estaba con él para entrevistarlo.
¿Y crees que te van a creer? Él dijo muy claramente que eras su amiga. ¡Hay un gran revuelo por eso!
¡Solo estaba tratando de ganarme su confianza!.- me defiendo.- bien sabes que es un hombre reservado, lo único que quería era que aceptara concederme la exclusiva.
¡Pero una cosa es que trates de convencerlo y otra muy diferente que trates de enamorarlo y se lo grites al mundo entero!
¿Qué? ¿Cómo puede pensar eso de mí? ¡Solo estaba haciendo mi trabajo!.- le replico. Ahora sí que estoy molesta.- ¡Nunca antes se había quejado de mis métodos!
No me había quejado porque conseguías los reportajes sin tener consecuencias posteriores. Pero ahora es muy diferente. No debes mezclar los sentimientos con el trabajo y bien lo sabes. Estás enamorada de él. Y si insistes en negarlo, mira bien la fotografía.
Enmudezco ante esta simple revelación. Fue como si alguien me hubiese encendido la luz. Lo que yo había estado tratando de negar salió a flote así sin más. Miré nuevamente la fotografía; mi jefe tenía razón: mi mirada lo decía todo.
De veras que lamento ser yo el que haga esto, pero alguien debe ponerte los pies en la Tierra.- continuó, con una voz mucho más suave.- bien sabes que lo que sientes no puede ser.
Lo sé.- murmuro, al borde de las lágrimas.- tiene razón. Lo mejor será que me vaya lo antes posible. Tomaré el primer avión que salga mañana rumbo a México.
Eso es lo mejor. Usa la cabeza muchacha, como siempre lo has hecho. Sé que encontrarás la manera de solucionar esto.- me cuelga antes de que yo pueda añadir algo más.
Me quedo un buen rato tumbada sobre la cama, en completo estado de shock. No puedo creer que haya permitido que pasara esto. Me enamoré como una idiota de un hombre al que apenas conozco, pero lo peor de todo es que no solo le entregué mi corazón, sino también mi cuerpo. Dejé que mis sentimientos se salieran de control. Wakabayashi tenía su vida aquí; yo tenía la mía en México. Veníamos de mundos diferentes y nos separaba algo más que un gran océano. ¿Qué clase de relación funcionaría así? Entonces recordé algo: él ya había estado en una situación similar. Con Liesl. Rompió su compromiso porque no estuvo dispuesto a sacrificar su carrera por su amor por ella. Y si eso había pasado con alguien con quien mantuvo una relación de más de un año, ¿qué sucedería con alguien a quien no tenía ni una semana de conocer? Las lágrimas empezaron a correr por mi rostro. No, él no estaría dispuesto a dejarlo todo por mí. Y al final de cuentas, yo tampoco lo dejaría todo por él. Esto era una verdadera crueldad. Una vez más acababa de confirmarse mi teoría de que el amor no es suficiente...
Si tan solo pudiera estar con él una noche más...
Reservé en Internet un asiento en el primer vuelo que saldría al día siguiente rumbo a México, a las 5 de la mañana. Pasé el resto de la noche guardando mis cosas y redactando una larga carta para Genzo. Le explicaba el por qué de mi súbita partida, lo que sentí cuando hicimos el amor, mis deseos de que las cosas fueran diferentes y... mi amor por él. Pasé el resto de la noche en vela. Aunque quisiera, no hubiera podido conciliar el sueño. Como zombie, tomé un taxi que me llevó al departamento de Wakabayashi antes de trasladarme al aeropuerto. Dejé la carta en su buzón; tarde o temprano la encontraría. No pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas al mirar la terraza en donde había comenzado todo. Pero cuando el taxi arrancó, no miré hacia atrás, ni una sola vez...
Al llegar a México estaba física y moralmente exhausta. Pero mi jefe no me dio tiempo para descansar. Quería que la entrevista estuviera lista lo antes posible para no darle tiempo a la revista francesa de descubrir la identidad de la misteriosa "novia" de Genzo Wakabayashi, así que me pasé las siguientes 48 horas traspasando datos y corrigiendo el borrador cientos de veces, casi al borde de la histeria, pero al final conseguí tener un trabajo impecable. Usé las fotos que había tomado durante la entrevista, los entrenamientos y la rueda de prensa; eran realmente muy buenas, él se veía más apuesto que nunca. La edición con la exclusiva salió 5 días después de mi regreso y se vendió como pan caliente. Tuvieron que repetir el tiraje 2 veces. Había sido todo un éxito y nuestra revista cobró más fama aún. De buenas a primeras yo me hice famosa: nadie había conseguido hasta entonces tanta información sobre la vida privada de Genzo Wakabayashi. Y la revista francesa se quedó con las ganas de sacarle más jugo a nuestra supuesta relación.
Mi jefe me aumentó considerablemente el sueldo y me dio mi propia sección en la revista. Me trasladé a una nueva oficina, con dos asistentes y un fotógrafo a mi cargo. Con el aumento de salario pude mudarme a un departamento mucho mejor, en una de las tantas zonas residenciales de la ciudad de México. Debería de considerarme afortunada: tengo un excelente empleo con un buen sueldo, soy muy respetada entre los reporteros, mis artículos son de los más leídos y muchos deportistas famosos especifican que sea yo quien los entreviste. Tengo un lindo apartamento, ropa de buena calidad y estoy ahorrando para comprarme un auto. Pero me falta el amor.
Para mí, esto tendrá que ser suficiente.
