Harry despertó con un sensación extraña en la cara, y al principio creyó que estaba sufriendo algún tipo de calambre facial, pero después comprendió que así se sentía despertar sonriendo.
La noche anterior había tenido la mejor cita de su vida. No es que quisiera menospreciar a nadie, recordaba una chica, Marie, con quien había salido un par de veces y la había pasado bastante bien...pero comparado con la noche anterior...aquello había sido tan incompleto...

Ginny y él no habían hecho nada particularmente especial...sólo había permanecido sentados en el restaurante, mirándose a los ojos como si nunca se hubieran visto antes, hasta que uno de los mozos les avisó que estaban por cerrar el lugar. Se despidieron con un beso dulce, y cada uno volvió a su casa.

Harry sabía que en unas horas vería de nuevo a Ginny (y a la familia Weasley en pleno) en el estadio de quidditch, pero sentía que de todas formas necesitaba verla antes. Más de una vez se paró frente a su chimenea con la bolsita de polvo flú en la mano, pero entonces lo asaltaba la duda (con las caras de Ron y George advirtiéndole que su hermana se aburría de los cargosos) y desistía de la idea.
Así que recién volvió a ver a Ginny a las tres menos veinte de la tarde. Como Harry fue unos de los últimos en llegar, la mayoría de los asientos de la sección estaban ocupados, y tuvo que sentarse junto al Sr. Weasley, que para sorpresa de Harry, estaba con su esposa.
"Molly aún sigue disfrutando el quidditch", le explicó.

Ginny estaba dos filas más adelante, flanqueada por dos de sus sobrinos. Cuando vio a Harry se puso de pie, saludándolo con la mano (por un segundo Harry se esperanzó con la idea de que ella venía a sentarse junto a él), pero uno de sus sobrinos (Lucas, el hijo mayor de Fred) la tomó del brazo gritando "¡TÍA NO TE VAYAS!" y ella volvió a sentarse. Lucas abrazó a su tía, y debió notar que Harry estaba pensando seriamente en asesinarlo, porque mirándolo fijo le sacó la lengua. Hermione llegó instantes después y saludó fríamente a Harry, sentándose junto a la señora Weasley.

El partido duró 43 minutos y fue realmente emocionante, porque los jugadores de ambos equipos eran muy parejos, y el marcador iba casi todo el tiempo empatado. Pero la buscadora de los Cannons (una bruja de origen sirio llamada Schezerade) fue quien atrapó la snitch.

Harry buscó a Ginny en el pandemonium generalizado que siguió al triunfo de los Cannons, y George acudió en su ayuda señalándole que ella había bajado al campo junto con sus sobrinos mayores. Harry bajó junto a los señores Weasley y pudo ver a Ron abrazando a tres de sus sobrinos, mientras el cuarto (Lucas el terrible) seguía pegado a Ginny. Junto a Ron había un mago que también llevaba la túnica de los Cannons, pero que Harry sabía no era miembro del equipo.
Ron saludó a Harry alegremente y empezó a comentar el partido con él, ignorando al otro mago que ahora estaba charlando con Ginny (a pesar de los gritos celosos de Lucas). Después Ron abrazó a su madre, y cuando el mago desconocido se acercó a saludar a los Sres. Weasley, Harry escuchó a Arthur decirle a su esposa en voz baja:
"Éste es Agripa...¿lo recuerdas, Molly?...El novio de Ginny".

El corazón de Harry se detuvo, y por un momento creyó que caería redondo al suelo y moriría allí, en un campo de quidditch. Un fin sin gloria para Harry Potter.
Por suerte, la parte más racional de su cerebro vino a su rescate. El Sr. Weasley debía estar confundido, o talvez desactualizado. Sus hijos no lo mantenían muy al tanto de sus vidas amorosas, ¡si ni siquiera sabía sobre Ron y Hermione!. Además, Ginny parecía increíblemente aburrida de estar escuchando al tal Agripa, y si Ron, George y Hermione hubieran sabido que Ginny salía con alguien (cosa que sin duda deberían saber, ya que eran quienes pasaban más tiempo con ella), seguro hubieran tenido la decencia de avisarle.

Harry se felicitó a sí mismo por su razonamiento (le había llevado varios años alcanzar cierto control de sus reacciones emocionales), y sin embargo aún sentía una agujita clavada en el corazón. ¿Y si Ginny había querido evitar la cena en Hogsmeade para que Valentino (o ese Stuart) no se enteraran?
Pero cuando ella se acercó a saludarlo con un beso en la mejilla (aunque muy cerca de la boca), todo quedó aclarado: el tal Valentino no había logrado ni un apretón de manos.

Lucila y Fred por fin se llevaron a sus hijos, y Harry pudo hablar con Ginny sin el zumbido molesto de sus sobrinos celosos rodeándolos.
"¿Así que me estás engañando? Escuché a tu papá decir que sales con Agripa Valentino", le dijo bromeando.
"¡Salimos juntos una sola vez, hace una eternidad! Y sólo porque él tenía entradas para un concierto de Las Brujas de Hamlet... pero papá se ha quedado con esa idea ridícula... además Harry, tú sabes que nunca me han gustado los rubios", terminó Ginny con una sonrisa.

Los integrantes de los Cannons estaban posando para los fotógrafos, y una reportera estaba entrevistando a Hermione sobre cómo compatibilizaban ella y su marido sus carreras. Harry y Ginny miraron alrededor, y luego sus miradas volvieron a juntarse, y ambos sonrieron como dos adolescentes embobados.
"¿Tienes planes para...?", dijeron los dos a la vez.
Se quedaron unos segundos en silencio esperando a que el otro hablara.
"Después pensaba...", volvieron a decir al unísono.
Se rieron como si hubiesen escuchado el chiste más gracioso de sus vidas.
"Tú primero...", dijo Harry finalmente.
"Los Cannons siempre organizan una fiesta después de ganar un partido...", empezó Ginny, pero se frenó al ver la expresión de desilusión de Harry.
"Tengo un compromiso, una cena con miembros del Ministerio...Algo muy aburrido...", dijo Harry, pensando que sería mejor no torturar a Ginny pidiéndole que lo acompañara. "Pero me encantaría ir a esa fiesta en cuanto pueda escaparme".
Ginny volvió a sonreírle, y Harry se sintió tentado a besarla ahí mismo, en frente de todos los Weasley y la prensa nacional.
"Por la barba de Merlín, dejen de mirarse a sí que me dan náuseas", se burló George, abrazándolos a ambos.

El discurso del Ministro de magia, Tiberius Dawbolt, le resultó a Harry particularmente aburrido, sobre todo cuando recordaba que cada minuto era tiempo perdido con Ginny. Ahora podría estar sentado junto a ella, quizás tomados de la mano, o riéndose de algo. Los aplausos lo sacaron de sus meditaciones, y lo que escuchó después lo dejó paralizado:
"Y ahora sólo nos falta aguardar las palabras de nuestro héroe nacional, Harry Potter", concluyó el ministro.

Harry vio con horror que todas las miradas estaban dirigidas a él. ¿Por qué no había estado prestando atención? Bueno, sabía por qué...pero el problema era que ahora todos parecían aguardar su declaración sobre no tenía idea qué.

La Vice Ministro, Amelia Bones, interpretó el silencio de Harry como parte de su timidez en público, así que se dirigió a él con tono casi maternal:
"Es un honor para toda Inglaterra que un cargo de semejante importancia sea ocupado por una figura tan representativa como el Sr. Potter. Es por este motivo que pedimos un aplauso para el recién nombrado nuevo representante británico en la Confederación Internacional de Magos."

Si no hubiera estado sentado, probablemente se hubiera caído desmayado. ¿De qué demonios le estaban hablando? El lunes Amelia Bones le había comentado sobre una vacante en la Confederación, y luego había estado alabando a Harry por su "nobles aportes" en las relaciones internacionales, y algunas cosas más a las que Harry contestó asintiendo pero sin prestar atención, como siempre hacía en esas situaciones. Lamentablemente, debió haber asentido en un momento indebido, y ahora se había transformado nuevamente en un trabajador del Ministerio de Magia. ¿Por qué todo siempre le pasaba a él?

Ya a sus 15 años Harry se había entusiasmado con la perspectiva de trabajar como Auror, idea que se fue intensificando con sus experiencias contra los magos oscuros durante los dos años siguientes. Así que en cuanto terminó Hogwarts con excelentes recomendaciones, inició su entrenamiento como Auror. Por supuesto que Harry fue el primero en sus clases. Cuando terminó su entrenamiento y fue nombrado Auror (categoría Junior), no podía esperar por salir a la calle y empezar con el trabajo real. La decepción fue enorme cuando lo asignaron a una oficina para clasificar casos, ya que así empezaban todos los Aurores Junior, aunque se llamasen Harry Potter. Sólo en épocas de guerra, cuando se necesitaba a toda la fuerza actuando, los Aurores Juniors eran asignados a tareas de campo.
Cuando hacía sólo un par de meses que estaba trabajando en el Ministerio, Madame Maxime le había ofrecido a Harry el puesto de Profesor de Defensa contra las Artes Oscuras de Beauxbatons. Harry se había sorprendido muchísimo con la propuesta, y la había declinado amablemente. Sin embargo, un evento que ocurrió después hizo que Harry reconsiderara su respuesta. Un día estaba ordenando unos expedientes viejos, con carátula de "sumamente importantes" (los cuales se ponían de muy mal humor al ser molestados y amenazaban con cerrarse por siempre) cuando encontró una caja con la etiqueta "Valle de Godric, 31 de octubre de 1981". Su corazón dio un vuelco al ver un pensadero entre las fotos y carillas de pergaminos escritos. Primero Harry leyó los archivos de sus padres, y vio las fotos del que había sido su primer hogar, horriblemente destruido. Pero no pudo consigo mismo, y finalmente metió la cabeza en el pensadero. Y así Harry había encontrado el peor recuerdo de su vida. Aún lo perseguía el espanto en los rostros sin vida de sus padres.
Harry no había querido volver a entrar a su oficina, y menos aún alguna vez tener que enfrentar una situación de destrucción como la que habían vivido sus padres. Así que aceptó ser profesor de Beauxbatons. Seguiría trabajando en lo que más le gustaba, pero alejado de los fantasmas de su pasado.

Ahora volvían a ofrecerle un puesto en el Ministerio. Y no cualquier puesto, sino uno de los más expuestos públicamente. Harry no estaba seguro de si realmente quería volver a vivir en Inglaterra, pero su destino había decidido por él. Primero la propuesta de McGonaggal, y ahora esto. Agradeció brevemente el nombramiento (pensando que de todas formas tendría la posibilidad de renunciar más adelante), y se excusó diciendo que tenía otro compromiso al cual asistir.

En la fiesta de los Cannons debía haber unas 200 personas. Harry caminó entre aquellos rostros desconocidos, buscando algún destello familiar de cabello rojo.
"¿Tan largo fue el acto? Supongo que no hay figura política que pueda decir discursos breves", bromeó Ginny al verlo.
"Pues estás viendo a uno que sí puede", replicó Harry feliz de haberla encontrado."Me han nombrado el nuevo representante británico en la Confederación de Magos".
Harry narró los eventos desafortunados que lo habían llevado a tal situación.
"¿Cómo puedes ser tan despistado? ¿En dónde estaba tu cabeza mientras permitías que decidan tu próximo trabajo?"
Ginny parecía ligeramente molesta con él, y Harry se preguntó como tomaría su respuesta.
"Estaba pensando en ti".
El rostro de Ginny se suavizó, y ambos entraron en nuevo periodo de embobamiento mutuo. Decidieron alejarse de la algarabía de la fiesta, y salieron a caminar tomados de la mano bajo la noche estrellada. Unos minutos después estaban probando la torpe timidez de los primeros besos.
Harry descubrió que lo que más lo emocionaba era la calidez de sus abrazos. No había tenido muchos de esos en su vida.

Ambos se estaban riendo mientras Harry contaba su "charla Weasley" con Ron y George .
"Lo más gracioso es que Hermione me había dicho exactamente lo contrario un día antes".
"¿Y tú le dijiste que no le harías caso?¿Por eso se enojó contigo?".
Así que Ginny sabía que Hermione y él habían discutido...pero no sabía el por qué. Si bien Harry no sabía cómo reaccionaría Ginny, no tenía deseos de ocultarle nada.
"En realidad discutimos porque ella no quiere decirle a Ron por qué lo dejó".
El rostro de Ginny estaba ahora más lejos de él de lo que había estado en las últimas dos horas.
"¿Y tú como te has enterado de eso?....¡¿Acaso miraste las carpetas en el hospital?!"
El silencio culpable de Harry lo delató.
"¿Cómo pudiste? ¡Ésa es información privada!".
Allí estaba, claro como el amanecer, la característica furia Weasley en el rostro de Ginny. Harry se indignó pensando que ella no tenía por qué reaccionar así con él.
"¡Tú también lo sabías!".
"Te dije que me enteré por un accidente...el sanador que atiende a Hermione me consultó por su caso...pero tú..."
"¿Cómo pudiste ocultarle esto a Ron?", la cortó Harry, "es tu hermano, no crees que tiene derecho a ..."
"Yo no puedo divulgar detalles sobre la salud de mis pacientes, Harry...", dijo Ginny con voz fría. "Y no sé por qué te crees tan buen amigo, ¡estuviste alejado de quienes te queremos durante más de cinco años sin siquiera considerar cuánto te extrañamos! Siempre has sido tan egocéntrico...".
"Pues por lo que recuerdo, nunca me rogaron que me quedara", replicó Harry, también alzando la voz. Aunque lo que había querido decir era "nunca me pediste que me quedara". Harry estaba muy enojado, aunque no sabía si su furia era con Hermione, Ginny o consigo mismo.

Harry había tenido tres grandes discusiones con Ginny. La primera había sido en su quinto año, cuando tuvo la poca delicadeza de olvidarse de que Ginny había sido poseída por Voldemort. Su segunda pelea, la más duradera de todas, fue en el último día de sexto año, cuando la increpó por haberle ocultado la relación entre Ron y Hermione. Ellos le confesaron ese mismo día que Harry había sido el primero en enterarse, pero a pesar de eso él no había estado dispuesto a disculparse. Simplemente, era demasiado orgulloso. Cuando volvieron en el expreso de Hogwarts Ginny se quedó en otro compartimiento (seguramente con Dean Thomas), y no volvió a hablar con ella hasta después de las vacaciones. Recién entonces Harry había admitido su actuar incorrecto, y ella lo perdonó bromeando con que estaba acostumbrada a tratar con hombres tontos, ya que había crecido con seis de ellos.
Su última discusión había sido de una naturaleza distinta. Fue en la fiesta de despedida que los Weasley organizaron para Harry, antes de que él partiera hacia Beauxbatons. Harry se había enojado por un comentario que había hecho el por aquel entonces novio de Ginny (que era periodista de El Profeta), pero de alguna forma el argumento se había desplazado, y Harry y Ginny terminaron encerrados en el baño gritándose a todo pulmón. Ahora Harry no recordaba el motivo exacto de la discusión, probablemente había sido algo relacionado con su fama y los periodistas que lo acosaban. Al día siguiente, minutos antes de que Harry utilizara la red flú internacional, Ginny apareció en su comedor, y ambos se habían abrazado pidiéndose disculpas.

Así que Harry había podido a duras penas resolver sus peleas con Ginny, cuando eran sólo amigos. No estaba muy seguro de cómo debería actuar en su situación actual. Pero Ginny no le dio tiempo de reflexionar, porque volvió a la fiesta sin dirigirle nuevamente la palabra.

Ron Weasley estaba acostado en su cama solitaria, y no podía dormir. Él nunca había sido el tipo de persona que sufre de insomnio (más de una vez se había quedado dormido en sus clases en Hogwarts), pero desde que había vuelto a dormir solo se le hacía difícil conciliar el sueño. La idea que lo tentaba todas las noches volvió a acosarlo. ¿Y si se aparecía en su casa, y se recostaba junto a Hermione? Tal vez si era lo suficientemente cuidadoso, ella no despertaría, y él podría descansar por una noche. Claro que el precio sería despertarse con los gritos de su esposa, y quizás sufrir algún tipo de venganza mágica.
Posiblemente a causa del efecto acumulado de 10 de mal dormir (desde la última vez que había dormido en su verdadera cama, después de la fiesta de Hogwarts), decidió aparecer en su casa. Cuando entró en su dormitorio vio a su esposa dormida, recostada sobre el lado izquierdo de la cama. Hermione tampoco se había acostumbrado a tener toda una cama para ella. Ella llevaba el cabello en una trenza, y había reunido todas las sábanas sobre sí. Siempre hacía lo mismo mientras dormía, aunque compartiera la cama con él, y Ron solía despertar con la fría sensación de estar destapado.
Ron se acostó de su lado de la cama, acomodando con cuidado las sábanas, y se durmió en el mismo instante en que su cabeza tocó la almohada.

Hermione despertó tratando de recordar qué había soñado para sentirse tan feliz. Sonrió al notar el calor del cuerpo de su esposo a su lado, y en esa conciencia a medias de la madrugada tardó unos instantes en recordar que Ron no había estado allí cuando ella se había acostado la noche anterior. Se incorporó levemente para observar a su esposo bajo la claridad extraña que precede a la salida del sol. Su cabello, que caída despeinado hacia un lado, revelaba las entradas incipientes que él tanto se esmeraba en disimular. Dormía espalda arriba, abrazando a la almohada como si fuera a contarle un secreto. Se preguntó si Ron estaría allí por causa de ella, que en su deseo intenso de volver a tenerlo a su lado, lo hubiera traído levitando por toda la ciudad. No era justo que se pudiera amar tanto a alguien. Debería existir algún tipo de límite sobre la intensidad de las emociones.
"Te amo", murmuró a su oído, acariciándole un mechón de cabello.
Ron giró sobre sí mismo, y abrió los ojos.
"Hola", dijo con su voz de dormido.
"¿Por qué viniste?"
"No podía dormir sin ti", confesó sonrojándose.
Si tan solo ella pudiera reunir el valor suficiente para contarle la verdad. ¿Dónde estaba la valentía Gryffindor cuando más se la necesitaba?
"No puedes estar acá".
"Ésta también es mi cama".
"No puedes quedarte..."
"Pero yo quiero estar aquí...junto a ti", insistió Ron.
"Oh Ron...", murmuró Hermione, sintiendo que ya no podía contener las lágrimas. "Tú mereces mucho más de lo que yo puedo darte".
La expresión de desconcierto en el rostro de Ron le hizo sonreír entre lágrimas.
"¿Recuerdas en quinto año, en el departamento de Misterios? ¿En sexto, cuando Malfoy fue expulsado? ¿En séptimo, el último ataque?"
"Todas esas veces que terminaste en la enfermería...temía tanto que no te recuperaras de los hechizos que te habían lanzado".
"Todos esos hechizos han dejado su marca en mí".
"¿Quién no está marcado por esos recuerdos terribles?"
"En mí ha quedado más que el recuerdo", dijo Hermione sintiendo un dolor muy fuerte en el pecho. "Nunca podré tener hijos".
Lo había dicho. Por fin se lo había dicho. Cada noche ella se imaginaba cómo sería decírselo, cómo reaccionaría él, qué gestos recorrerían su rostro. Ron parecía debatirse entre la tristeza y la incredulidad.
"¿Por qué...?"
Hermione le contó un resumen de todas las charlas que había tenido con los Sanadores de San Mungo, quienes le confirmaron que la magia negra había alterado el equilibrio interno de su cuerpo. También había consultado con los médicos del hospital muggle más cercano, que tras varios estudios le dijeron que funcionalmente su organismo estaba bien, y le adjudicaron sus problemas de fertilidad al estrés excesivo. Y una curandera india que vivía en un rincón de la selva amazónica, quien le advirtió que su aura estaba rota, y por eso su cuerpo no podría albergar el espíritu puro de un niño.

Ron estaba al borde las lágrimas, y Hermione se odió por hacer sufrir a su esposo.
"Yo sé cuánto ansias tener una familia...", empezó ella, pero Ron la detuvo con un abrazo.
"Ya tengo todo lo que necesito".

Habían pasado cuatro días desde la discusión de Harry y Ginny, y ninguno de los dos había cedido ni un ápice. Harry había enviado sendas disculpas a McGonaggal y Maxime por su repentino cambio de planes, y había sido designado en su nuevo cargo mediante un acto oficial el lunes a la tarde. Para su grata sorpresa, el miércoles Hermione y Ron lo invitaron a cenar a su casa, y así se enteró de que ellos se habían reconciliado definitivamente (aunque no dieron explicaciones sobre el asunto).

Ahora que Ron y Hermione habían solucionado sus problemas, Harry se vio forzado a reconocer que su pelea con Ginny había perdido la razón que le dio inicio. Pero sentía que había otra cosa más que los molestaba y no habían terminado de decirse.
Al reconciliarse con Hermione tras una pelea fenomenal, cuando tenían 20 años, Ron le había dicho a Harry una frase que no alcanzó a comprender "los enamorados no tienen orgullo".Y en algo debía tener razón, porque Harry se sorprendió a sí mismo yendo a San Mungo el jueves al mediodía, con un gran ramo de jazmines bajo el brazo.

En la recepción le dijeron que Ginny aún no había llegado, así que Harry fue a ver a la mujer para quien había comprado las flores. Si bien no había podido descubrir cuáles eran las flores preferidas de Ginny, sí sabía que los jazmines (una flores de jardines muggle, hermosamente perfumadas) eran las favoritas de la señora Weasley.
El sanador anciano que Harry había visto antes lo acompañó hasta donde estaba la Sra. Weasley. Molly sonrió ampliamente al ver la flores, y abrazó a Harry con sus ímpetus de antaño. Después le preguntó si estaba emocionado por asistir a la Copa Mundial de quidditch, cosa que le indicó a Harry que la Sra Weasley lo estaba viendo a sus catorce años.

Cuando Ginny entró a la sala para su primera ronda del día, encontró a su madre conversando muy animadamente con Harry Potter. Él pretendió estar sorprendido de verla, tomó uno de los jazmines del ramo, y se lo entregó con una sonrisa casual.
"No hay consenso sobre cuál es tu flor preferida", le dijo.
Ginny tomó la flor, entrecerrando los ojos levemente al olerla, gesto que puso a Harry en un trance fugaz.

Harry no tenía experiencia en muchas cosas en lo referente a las mujeres. Sus breves relaciones con otras brujas siempre habían terminado, según lo que ellas le habían recriminado al dejarlo, por culpa de él. Pero Harry nunca había terminado de comprender por qué olvidarse de una cita o confundirse un nombre podía ser tan catastrófico.
"Todas las flores son hermosas...", dijo Ginny. "Pero mis favoritas son los pimpollos del Tíbet...¿Por qué te ríes?".
"Ron y Hermione tenían sus propias ideas, pero estaban equivocados, al igual que tu admirador secreto".
Ginny frunció ligeramente las cejas ante el comentario, y Harry intuyó que estaba perdiendo el escaso terreno ganado. Dio un paso hacia ella, y antes de que ella tuviera tiempo de reaccionar, le dio un beso rápido en la boca.
"Me he equivocado tantas veces contigo. Sin tan sólo lo hubiera comprendido antes... Por favor, cena conmigo esta noche...".
Las orejas de Ginny se tornaron al tono rojo característico de un Weasley emocionado.
"Sabía que ustedes dos estaban enamorados", los sorprendió la voz de la Sra Weasley. "Dime Ginny, ¿cuántos OWLs obtuviste? Vi una lechuza oficial en tu cuarto".
"Pues es una lástima que no me lo hayas dicho antes, Molly. Sabes que los hombres somos un poco lentos para darnos cuenta de estas cosas", dijo Harry sonriendo.
Finalmente Ginny accedió a cenar con Harry esa noche, y se despidió de Harry con un beso apasionado que lo dejó un tanto mareado.

Antes de salir de la sala, le llegó la voz de la Sra. Weasley:
"No te preocupes Harry. Ése Jimmy Stuart no es competencia para ti. ¡Rosas melodiosas amarillas!¡Por favor!"
Harry pensó que sin duda la Sra. Weasley estaba mejorando.

-----------------

A.N: ¡No puedo creer que terminé este capítulo! Mi idea es escribir un capítulo más, pero no sé para cuándo...
Gracias por sus reviews! Espero haber aclarado las dudas, sino me avisan.
Más adelante voy a subir la versión en español de Love is a Quidditch Match. Primero tendría que arreglar algunos detalles.