N.A: Acá está el último capítulo. Espero que les guste.
--------
Mirando hacia atrás, Harry reconoció que los primeros meses fueron los más difíciles. Habían pasado por muchas pruebas que Ginny llamaba de "sincronización". Ambos tenían sus vidas diagramadas en singular, en cambio ahora tenían que reprogramar sus días para incluir al otro.
No volvieron a tener grandes discusiones, pero sí uno que otro "desacuerdo temporal", cubriendo temas tan diversos como los pocos saludables hábitos alimenticios de Harry o la recurrente impuntualidad de Ginny.
Durante los primeros días ambos evitaban demostrar sus afectos frente a terceros, incluyendo a todos los Weasley, porque temían que los demás, o ellos mismos, se sintieran incómodos. Fue el Sr. Weasley quien le puso fin a esa situación, demostrando que estaba más al tanto de las vidas de sus hijos de los que ellos pensaban.
Harry y Ginny estaban ayudando a Arthur con su televisor, y cuando Harry terminó de explicarle los usos del control remoto, Arthur se lo agradeció sonriendo:
"Supongo que la tecnología muggle es como las mujeres, tienes que tomarte un tiempo para entenderlas...Una cosa más Harry, siento mucho todo el asunto de Agripa, pero la verdad es que no me pude contener...".
Harry y Ginny lo miraron confundidos.
"La cara que pusiste, Harry", rió el Sr. Weasley, "fue indescriptible".
"Ya veo a quién salen tus hijos", dijo Ginny frunciendo las cejas.
"¿Y Uds. cuándo piensan admitir que son novios?...Quiero saber hasta cuándo fingir que no lo sé..."
Así que para cuando Harry y Ginny hicieron pública su relación, cada uno de los Weasley ya estaba enterado del asunto. Si bien todos estaban contentísimos al respecto, Harry no pudo dejar de notar que ahora Ron iba a su departamento bastante seguido, y siempre se quedaba un rato más si Ginny estaba por allí.
-------
A los reporteros de Corazón de Bruja les llevó 37 días descubrir quién era el interés amoroso del único miembro de la Confederación Internacional de Magia menor de 70 años, también conocido como Harry Potter.
Después de un largo día de oficina Harry había decidido ir caminando hasta el hospital, a buscar a Ginny. Había pasado las dos últimas horas mirando el reloj, y sorprendiéndose de lo lento que pasaba el tiempo sin ella. Apenas estaba llegando cuando la vio salir, y un impulso desconocido en él lo llevó a abrazarla y besarla durante unos cuantos minutos. Una pareja besándose en el medio de la vereda, completamente indiferente a lo que pasaba a su alrededor, era algo que llamaba la atención incluso hasta a los muggles. Y Máximo Capriati, fotógrafo profesional que llegaba a San Mungo para fotografiar al nuevo director del hospital, no fue ajeno a la pasión pública de aquella pareja. Les sacó un par de fotos sólo por deleite artístico, ya que realmente hacían una pareja muy bonita, y no fue hasta el día siguiente, cuando ordenaba las fotografías, que descubrió la cicatriz en la frente de aquel muchacho. Con lo que obtuvo al vender la foto se pagó unas merecidas vacaciones.
La revista Corazón de Bruja le dedicó una edición especial a la pareja, con una foto en la portada mostrando al Sr. Potter besando muy animadamente a la Srta. Weasley en la entrada de San Mungo. Los artículos incluidos cubrían todas sus vidas desde que empezaron Hogwarts, con diverso grado de veracidad. Se narraba que Harry había salvado a Ginny de la Cámara de los Secretos (evento conocido por escasas personas hasta ese momento), que Ginny había sido la persona que Harry rescatado del lago en la segunda tarea del Torneo de los tres Magos (error que devino probablemente de confundir Sr. con Srta. Weasley), y que Harry había ido a vivir a Francia porque Ginny había rechazado su propuesta de matrimonio (la autora agregaba que felizmente la Srta. Weasley había reflexionado sobre su decisión). La revista también incluía reportajes con las ex - parejas de ambos, con una mención especial sobre Cho Chang y Michael Corner, quienes se casaron poco después de terminar Hogwarts.
--------
Si bien al aceptar su designación Harry había pensado en renunciar al poco tiempo, pronto descubrió que le encantaba su nuevo trabajo. Como Hermione le había explicado (en una clase que incluyó apoyo audiovisual), la Confederación tomaba decisiones muy importantes, pero el elevado promedio de edad de sus miembros a veces le quitaba dinamismo. La popularidad de Harry le servía en dos aspectos fundamentales: le llegaban mensajes de numerosos magos y brujas contándole sus problemas, ideas y propuestas, y además permitía que los veteranos miembros de la Confederación lo escucharan con atención.
Su propuesta más famosa en su primer año de trabajo fue la creación del Comité de Reinserción de Niños Mágicos. Después de 10 años con sus tíos, Harry sabía muy bien cómo se sentía anhelar una verdadera familia. Claro que el determinante en la aceptación de la propuesta fue otra parte de su discurso:
"Tom Riddle fue criado en un orfanato muggle y creció odiando su entorno. Cuando descubrió la magia, sólo pensó en vengarse de dos mundos que lo habían ignorado..."
El comité se encargaba de detectar a los niños mágicos que quedaban huérfanos y reubicarlos en familias de magos. Y logró cumplir el sueño de sus mejores amigos.
Pocos meses después de la creación del comité, Ron y Hermione adoptaron a dos hermanitos de historia trágica. Su madre muggle había muerto en un accidente de autos poco después del nacimiento del más pequeño, y su padre mago, que había quedado muy afectado, murió en una explosión por uso indebido de pociones ilegales.
La felicidad que irradiaban Ron y Hermione al recibir a sus hijos adoptivos hizo conciente a Harry de un deseo latente en el fondo de su mente desde hacía mucho tiempo.
------
A Ginny le parecía imposible: ya se cumplían diez años de su egreso de Hogwarts. Se sentía como si hubiera sido apenas ayer cuando había hecho volar el caldero de su inexperto profesor de Pociones en su último año. Y esta noche tenía la fiesta aniversario en la escuela.
Como cada vez que viajaban utilizando un traslador, la mano de Harry se aferró con fuerza a la suya, y no la soltó en las siguientes dos horas. Harry aguantó con bastante dignidad las preguntas indiscretas de sus compañeros de mesa (Ginny no entendía cómo alguien podía interesarse en los hobbies de Fulgencio Baccok, el presidente de la Confederación Internacional de Magia y la persona más aburrida que había conocido en su vida), y le pidió disculpas por "abandonarlo" (ésa era la palabra que él usaba cuando ella lo dejaba solo en un evento público) ante un llamado de las mesas de los ex Ravenclaw.
Luna estaba muy entusiasmada con su última expedición a Alaska, y la demoró casi tres cuartos de horas contándole sobre el su museo de criaturas exóticas y sus más recientes adquisiciones.
Cuando Ginny volvió a su mesa, descubrió que Harry ya no estaba allí. Colin Creevey le indicó que Harry había salido a los jardines. Y allí lo encontró, parado junto a un arbusto, examinando con mucho interés los frutitos celestes que colgaban en los extremos de las ramas.
"¡Hola!", dijo él con esa sonrisa que le iluminaba la cara cada vez que la veía.
"¿Otra vez escapando de los eventos sociales, Sr. Potter?"
"Estaba pensando que nosotros nunca nos besamos entre los arbustos de Hogwarts", dijo Harry con tono de invitación.
"Suerte que Snape no está aquí...", contestó Ginny dejándose abrazar por él.
Iniciaron sus besos, ciertamente más apasionados de lo que habían soñado en sus años de Hogwarts. Ginny pasó su mano entre los cabellos de Harry, y con sorpresa descubrió algo que no debería haber estado allí. Apartó su rostro para mirarlo, y no supo si gritar o reír ante la imagen que tenía frente suyo: la orejas de Harry estaban aumentando de tamaño, a paso lento pero seguro, y ahora parecían las orejas de un burro. Sus instintos de sanadora le hicieron volverse a examinar el arbusto que Harry había estado mirando antes.
"Temo que esto en un Orejas de Elefante...y parece que eres horriblemente alérgico a él".
"¿Qué?", dijo Harry llevándose las manos a sus orejas y abriendo los ojos muy redondos por la sorpresa.
"Este arbusto se llama Orejas de Elefante, porque las personas alérgicas a él desarrollan orejas de..."
"Ya puedo imaginarlo", bufó Harry.
"Vayamos con Madam Pomfrey, seguramente ella debe tener en la enfermería jugo de ojos de murciélago..."
"¿Y por qué querría yo...?"
"Es el mejor antídoto contra las reacciones alérgicas a plantas,", dijo Ginny tratando de no reírse del rostro asqueado de Harry. "Sólo tendrás que tomar un pocillo".
Madam Pomfrey estaba muy entretenida bailando, y no estaba dispuesta a discontinuar su diversión, por lo que les dio las llaves de la enfermería diciéndole a Ginny:
"Querida, tú no tendrás problemas con esto".
Cuando llegaron a la enfermería las orejas de Harry habían alcanzado el tamaño de las de un elefante joven.
Ginny buscó en el armario de las pociones curativas, y con sonrisa triunfante se volvió hacia Harry, sosteniendo un frasquito a través del cual se veían unos ojitos flotando en él, como pequeñas cerezas en conserva. Pero las orejas de Harry habían vuelto a su tamaño normal.
"¿Cómo...?"
"Pastillas orejonas, una de las últimas invenciones de Sortilegios Weasley, aún no ha sido lanzada al mercado", explicó Harry mostrándole unas bolitas multicolores.
Ginny guardó el frasco de jugo de ojos de murciélago, y se volvió a mirar a Harry cruzándose de brazos.
"Sabes, debo tener el record de alumno de Hogwarts con más visitas a la enfermería...en séptimo año Madam Pomfrey bromeaba con que tenía una cama reservada para mí", empezó Harry, con su mejor mirada de inocencia.
Ginny se mordió los labios para suprimir una sonrisa. No quería ceder hasta enterarse para qué la había llevado hasta allí.
"Y a pesar de que tengo muchos recuerdos desagradables, como la noche en que los huesos de mis brazos volvieron a crecer, después de que Lockhart los desintegrara... he llegado a considerar éste un lugar especial... porque aquí recibí el primero de los mejores besos...el primer beso tuyo".
Ginny no pudo contenerse y lo abrazó con fuerza.
"Fue en aquella cama, junto a la última ventana", dijo ella señalando el lugar. Entonces notó que había algo sobre aquella cama...flores...pimpollos del Tíbet.
Cuando se acercó a recoger las flores, se dio cuenta de que estaban dispuestas en una forma especial, formando una frase...
"¿Y?", le preguntó Harry volviendo a tomar su mano.
"¡Por supuesto que me casaré contigo!"
" Tú tenías razón, Hogwarts no tiene sólo malos recuerdos para mí", dijo Harry antes de inclinarse para besarla.
------
Era algo por lo que cada persona con intenciones de casarse con un Weasley debía pasar. Claro que todos había creído que sólo se aplicaba a los hombres Weasley, pero sólo porque hacía mucho tiempo que no había mujeres Weasley para comprobar lo contrario.
Harry había escuchado a Molly contando la historia a Fleur, durante el verano que pasó en la Madriguera antes de su último año en Hogwarts. Bill había anunciado su compromiso con ella la noche anterior.
" A mí me lo advirtió la madre de Arthur", narraba Molly pensativa, "y yo fui tan ilusa que creí que no me pasaría a mí. Verás, mi esposo, su padre, el padre de su padre, y no sé cuántas generaciones más, han sufrido un caso agudo de pánico al día de la boda....No es nada grave...(esto pareció calmar a Fleur, que parecía apunto de caerse de la silla)...todos aparecieron en el altar en el momento preciso...bueno, tal vez un poco más tarde...pero cada uno de los Weasley ha desaparecido durante las 24 horas anteriores a su casamiento..."
Harry le dirigió una sonrisa maliciosa a Hermione, y ella se sonrojó furiosamente al captar su insinuación.
Pero la advertencia resultó ser muy cierta. Bill y Fleur se casaron en noviembre de ese año, y en la larga carta que los gemelos escribieron a Ron y Ginny describiendo el acontecimiento, dedicaron una buena parte a burlarse de que Charlie había pasado toda la noche anterior buscando a su hermano, y que ambos habían aparecido en la iglesia en el mismo instante en que llegaba Fleur.
Tres años después, cuando Fred se casó, fue George quien lo encontró a tiempo y lo llevó al altar.
A pesar de jurar y rejurar a Hermione que él no era un cobarde patológico como el resto de sus familiares, Ron desapareció del apartamento que compartía con Harry la noche antes de su boda, y como Harry correctamente sospechó, no volvió a aparecer. Harry le avisó a los Weasley, y se emocionó enormemente cuando Ginny le dijo:
"Tú también deberías buscarlo, Harry. Eres como un hermano para Ron, y además eres su mejor amigo".
Harry tuvo el orgullo insuperable de ser él quien lo encontrara, exactamente dos horas antes de la ceremonia. Ron estaba parado entre las ruinas de los que había sido la Madriguera, ahora tan solo un montón de maderas apiladas.
"Allí fue donde nos besamos por primera vez", dijo Ron señalando un roble seco casi al final del otrora frondoso jardín. "Durante las vacaciones de Navidad de sexto año".
Y así Harry descubrió que lo que atacaba a los Weasley no era pánico prenupcial, sino romanticismo incurable.
Había llegado el gran día. Harry se miró al espejo, y éste no solo le devolvió su elegante imagen, sino que también comentó lo bien que (por una vez) se veía su cabello.
Faltaban 37 minutos 20 segundos para que empezara la boda, cuando la cabeza (muy arreglada) de Hermione apareció en su chimenea. Apenas la vio Harry adivinó qué le iba a decir:
"Ginny desapareció hace una hora y no podemos encontrarla".
El corazón de Harry se detuvo y todo el aire salió de sus pulmones. ¿Así se habrían sentido todas aquellas pobres novias Weasley, esperando a que sus prometidos aparecieran a último momento? Harry iba a sentarse desahuciado en su sillón, cuando lo invadió la certeza inexplicable de que sabía dónde encontrarla.
La vio como a un ángel, con su túnica plateada brillando bajo el sol de la mañana, y su cabello recogido de una forma que resaltaba la curva exquisita de su cuello. Una novia solitaria en un andén sin pasajeros. Harry nunca había visto la plataforma 9 y ¾ tan vacía.
Ella no se sorprendió al verlo, más bien parecía que lo había estado esperando.
Y de pronto no estaba viendo a la mujer con quien iba a casarse, sino a una niña pequeña de la mano de una mujer regordeta. La pequeña pelirroja tenía la vista clavada en él, y Harry recordó la sensación extraña de que más de una vez había soñado con ella.
"¿Recuerdas cuando nos vimos por primera vez?", preguntó ella, como si le hubiera leído la mente.
Harry se acercó a Ginny, y pudo ver estrellas brillantes entrelazadas entre sus cabellos.
"Recuerdo que pensé que nunca había visto ése color de cabello".
Ella alzó la mano para pellizcarlo como reprimenda, pero él alcanzó a detenerla y sus manos se entrelazaron.
"Este es un lugar muy romántico", dijo Harry inclinándose para besarla. Y ésa fue la última vez que besó a Ginny Weasley. Menos de una hora después estaba besando a Ginny Potter.
-----------
Ginny se levantó primero y fue al baño, mientras Harry se quedó en la cama un rato más disfrutando de la mañana del domingo.
"Hip", se escuchó proveniente del baño, seguido de una agudísimo "¡HARRY!".
Harry se sentó rápidamente en la cama por efecto de la sorpresa. Después de todas las mañanas que había compartido con Ginny en sus casi 18 meses de casados, sabía perfectamente cómo era ella cuando recién se levantaba. Sus ojos, aún hinchados por el sueño, se abrían más de lo habitual, dándole aspecto de sorprendida, le daba un beso de buenos días, y no decía palabra hasta exactamente siete minutos después de haberse despertado. Pero recién habían pasado menos de dos minutos.
Ginny volvió a la habitación, con su cepillo de dientes en una mano y el dentífrico en la otra. Abrió la boca para decir algo, pero lo único que se escuchó fue otro "Hip", seguido inmediatamente por una burbuja que salió de su boca.
"¡Oh! ¡Harry!", volvió a exclamar Ginny, muy agitada.
Harry recordó que años atrás, cuando él vivía con Ron, le había dado un ataque de hipo mientras se lavaba los dientes, y al verlo Ron se había doblado sobre sí mismo en un ataque colosal de risas. El asunto parecía ser particularmente divertido para los Weasley.
Ginny saltó sobre su cama, sentándose junto a él, y Harry pudo ver que el cepillo de dientes aún estaba seco, y el envase de dentífrico, cerrado.
"¡Hipo de burbujas!", dijo Ginny, dejando los elementos de limpieza dental a un costado y abrazándolo con fuerza.
Ella pareció un poco decepcionada de que Harry no se hubiese entusiasmado ante semejante evento, pero luego le dirigió una mirada que él conocía perfectamente. Era la mirada que tantas veces le habían dirigido en Hogwarts, y menos frecuentemente en los años siguientes, la cual indicaba que su interlocutor había comprendido que Harry, por haber crecido en un entorno muggle, ignoraba muchas cosas del mundo mágico.
"Cuando una bruja tiene hipo de burbujas significa que...", empezó Ginny, hablando más rápido que lo habitual, "¡que vamos a tener un bebé!"
Harry emitió una serie de grititos muy agudos de los que se desconocía capaz.
"¿Es un síntoma seguro?", preguntó con cierto temor.
"Infalible", aseguró Ginny sonriendo.
--------
Ya habían pasado más de cuatro horas y aún no había noticias. Harry había caminado tantas veces el largo del pasillo, que esperaba en cualquier momento empezar a ver la marca de sus pasos.
"Calma, Harry", dijo el Sr. Weasley con un tono de voz que no era en absoluto tranquilo.
Uno hubiera esperado que después de los nacimientos de siete hijos y diez nietos el Sr.Weasley ya había aprendido a dominar los nervios de la Sala de Espera, pero no parecía ser así.
Se abrieron las puertas y apareció un mago joven con un bulto pequeño en los brazos, era el otro joven padre que había estado caminando junto con Harry hasta una hora antes.
El hombre le mostró el bulto a una pareja mayor que estaba aguardando sentada junto al Sr. Weasley (por el parecido físico debían ser los padres del mago), y los abuelos explotaron de alegría.
Muy orgulloso, el joven padre mostró su hijito también a Harry y al Sr. Weasley, y ambos lo felicitaron. Pero en realidad, al ver al niño, Harry se preguntó por qué nadie le había dicho que un bebé recién nacido eran tan feo, colorado y arrugado como si tuviese 200 años. Un nudo se le formó en la garganta ¿y si su bebé también era así de feo?
Finalmente le avisaron que podía pasar a conocer a su bebé. Ginny estaba sentada en la cama, y miraba al bebé en sus brazos con una expresión muy particular, que él nunca había visto en su rostro. ¡Debería ser un bebé feísimo!
Harry se acercó a su esposa y le dio un beso suave en la mejilla.
"Es una niña", le dijo en voz baja.
Con gran temor, e infinita delicadeza, Harry tomó entre sus brazos el pequeño bulto que Ginny le ofrecía. Nunca olvidó la primera vez que vio a su hija. Era pequeñita, su cabeza estaba muy colorada y no tenía pelo, tenía los ojos cerrados y estaba arrugada como una tortuga. Y era la personita más linda que había visto en toda su vida.
La bebé se movió un poco, y abrió los ojos para mirar a su padre (aunque Harry sabía que lo debía ver como a gran manchón).
"Abrió los ojos", dijo Harry con un chillido emocionado.
Se sentó juntó a Ginny en la cama, y ambos se quedaron contemplando a su hija como si fuese la mayor maravilla del universo. Y lo era para ellos.
----------
La plataforma 9 y 3/4 estaba abarrotada de chicos corriendo y padres despidiéndose. Harry sostenía la mano de Ágatha, su hija mayor, que se preparaba para su primer viaje a Hogwarts. Tanto ella como su hermano Henry tenían el mismo cabello oscuro y rebelde que su padre. Por el contrario, sus hijas menores, que iban de la mano de su madre, eran gemelas y pelirrojas al mejor estilo Weasley.
William, el menor de los hijos de Ron y Hermione, que ya estaba en quinto año, saludó a Ágatha, y ella se apresuró a soltar la mano de Harry.
"Papá, yo puedo con mi baúl", se quejó cuando Harry se disponía a cargarlo en el tren.
Por supuesto que no pudo, y fue William quien la ayudó. Parecía que le daba vergüenza que la vieran con su padre. Harry no terminaba de entender lo que estaba pasando. A esa edad a él también le daba vergüenza que lo vieran con los Dursley, pero era distinto, ¡eran los Dursley!.
Miró a su hijo y se preguntó si pasaría lo mismo cuando él empezara la escuela al año siguiente. Se consoló pensando que a las gemelas aún les faltaban cinco años para ir a Hogwarts. Esos sí que sería tiempos difíciles...Vicky y Liz eran las menores de todos los primos, y eran tan encantadoras que habían sido las más mimadas por todos, a pesar de que su primera demostración de magia consistió en dejar pelados a todos los que se les acercaban.
Se escuchó un silbido agudo y los últimos chicos se subieron al tren, que lentamente se puso en marcha.
Ágata se asomó a la ventana y saludó efusivamente, mientras Liz le gritaba:
"¡Suerte con el dragón que hay que enfrentar en la clasificación de las casas!", con gesto de genuina preocupación. Pero Harry, que estaba junto a ella, pudo ver la sonrisa maliciosa que luego compartió con su hermana gemela.
Ágata gritó algo más en respuesta, pero por el ruido del tren y todas las despedidas Harry no alcanzó a entender si gritaba de miedo o de emoción.
Ginny se acercó a Harry, y miraron abrazados como se iba el tren, hasta que despareció de la vista.
"Papá, Ágata se olvidó a Memé", dijo Henry señalando la jaula con la lechuza de su hermana.
"No importa, después se la enviaremos", dijo Ginny dirigiendo a Harry con mirada cómplice. Su esposa sin duda estaba pensando lo mismo que él. Aquel olvido debía tener algo que ver con dos damitas pelirrojas que ahora estaban corriendo por el andén.
Harry pensó que tener una familia no era nada fácil. Pero no había nada que le gustara más.
FIN
-------
N.A: Gracias a todos por leer esto!!
