Era sábado por la tarde, Harry regresaba de un paseo por los terrenos de Hogwarts. Había estado acompañando a Hagrid a sacar a pasear a las nuevas mascotas del colegio: dos hermosos unicornios blancos, macho y hembra.
Mientras subía por las escaleras y saltaba el escalón que Neville siempre olvidaba (aunque ya llevaban casi 6 años estudiando ahí), iba pensando en alguien, o mejor dicho, en algunas personas, del sexo opuesto, para ser mas exactos.
Tenía ya 16 años y nunca había tenido una novia, al menos no una relación seria. Cho no se portó tan bien como se esperaría de ella. Ginny no era el tipo de Harry, aunque varias veces se sorprendía pensando en ella. Pero había alguien, alguien que nunca dejó de estar a su lado, que siempre lo acompañó…
-polvos flú- dijo mientras la señora gorda se hacia a un lado-que sencillo-
siguió avanzando y sus pasos se detuvieron frente una escena a la que ya estaba acostumbrado
-pues deberías ir, Luna te quiere y tú eres muy grosero con ella- dijo Hermione
-y tú, tú deberías ir con él, anda, confiésalo…- dijo ron en un arranque de furia- ve con…- se detuvo a tiempo para llevarse las manos a la boca – eh, hola Harry – dijo nervioso
-hola, ¿porqué pelean?- dijo Harry desconcertado
-lo que pasa es que una quiere ver a Ron en el vestíbulo del castillo, pero él no quiere ir, dice que está loca- aclaró Hermione
-bueno, Ron, deberías ir, puede ser importante, y tú Hermione...- se puso nervioso y notó como la sangre se le subía a la cabeza- deberías sólo aconsejar a Ron, digo, no lo puedes obligar, pero, está bien, ¿entiendes?-
-si, entiendo- dijo Hermione, y diciendo esto subió al cuarto de las chicas
-bien, yo me voy, hasta pronto- dijo Ron despreocupado
-vas con... ¿Luna?- preguntó Harry
-sí, ¿enserio creían que la iba a dejar sola?-
-bueno, es que como tú y Hermione estaban peleando, pues yo pensé que...-
-ah, eso, bueno, no era precisamente sobre Luna- y Ron salió de la sala común
