Se levanto en su habitación de frías paredes, como siempre habia hecho desde que llego hace 6 años a Hogwarts.
Camino con sus pies descalzos por el suelo de mármol negro que cubría su recámara, hasta llegar a las duchas, se desvistió y se acerco hasta el plato de la ducha donde abrió y el plateado grifo del agua caliente.
Sentía como caían las templadas gotas por su cabello rubio y resbalaban por su espalda, mientras caían mas gotas de la ducha mas calientes todavía.
Llevaba semanas soñando esos extraños sueños que le desagradaban obviamente porque el protagonista del sueño, él, estaba enamorado de Potter.
Se agito la cabeza para exterminar esos pensamientos, pero no conseguía saber por que pensaba que Harry Potter era una leyenda, por que soñaba que nunca existió por qué soñaba que escribía historias sobre él, tal vez las preguntas que buscaba respuestas en el sueño era lo que le hacía falta para ser un humano de verdad.
Pero realmente, a el le gustaba no ser como los demás.
Cerró el grifo de la ducha y cogió una toalla blanca que se ató a la cintura, salió del plato de la ducha con los pies descalzos, siempre le gusto andar sin zapatos.
Se secó y se vistió, y por ultima vez se miró al espejo para verse y admirarse, se gustaba a sí mismo, le gustaba su propio pelo, su cuerpo, todo menos sus ojos.
Ese color grisáceo le hacia verse débil, según su criterio, los hubiera preferido negros, profundos para causar respeto, cosa que ya causaba con su presencia, con su voz, con ese desprecio que le caracterizaba, pero él quería mas.
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Era la hora de levantarse, puso sus pies en el suelo de madera de su habitación y, a pesar de no ser fría, profirió un escalofrío. Se puso sus zapatillas rojas y ando hacia las duchas con paso ligero.
Se duchó y se secó, como siempre se miró al espejo y se tapó su cicatriz, su peor rasgo, no le gustaba nada, quería pasar desapercibido por eso se peinaba su pelo rebelde tapándose la cicatriz como podía y bajo a la sala común a esperar a su amigo Ron.
"Ron date prisa, llegamos tarde"decía Harry, la costumbre de repetir siempre lo mismo por las mañanas le hacia decirlo con voz cansada.
"Ya voy Harry, es que no encuentro el pergamino de Transformaciones, y hay que entregárselo a Mac Gonagall ahora"
"Esta aquí Ron, vamos, que llegamos tarde" respondió Harry.
El pelirrojo salió con una velocidad increíble y cogió el pergamino, y mientras lo enrollaba salía por la sala común sin esperar a su amigo.
"Así me gusta, con energía por la mañana"dijo Harry, mientras
salía corriendo detrás de Ron para alcanzarle.
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El Slytherin caminaba por los pasillos de Hogwarts luciendo su elegancia por todo su cuerpo, y saludando a toda la gente, que, para el merecía ser saludado con sus arrastradas palabras, caminaba sin mirar al suelo, con la cabeza alta.
Harry y Ron corrían juntos por los pasillos, pero a Harry ello no le impedía saludar a cualquier conocido que pasara.
Ron corría delante de Harry, y cuando tenían que girar a la derecha, sólo el pelirrojo giró a la bifurcación derecha, mientras Harry corría sin sentido, sumido en los pensamientos hacia el frente cuando chocó con su mayor enemigo.
Tan distintos y tan iguales a la vez
"Quien co...¡Potter! Cómo no ibas a ser tu, eres el único torpe que hay aquí"
"Cállate Malfoy, tu también te podrías haber apartado ¿no?" respondió Harry, mientras se levantaba del suelo, una vez haberlo conseguido, le tendió el brazo a Malfoy para ayudarle a levantarse con una mirada que nadie podría haber interpretado, menos él.
En esa mirada se compartieron unos segundos donde no existian mas que ellos, Harry y Draco, nadie mas.
En esa mirada supo que no debía volver a hacerlo.
"¿Qué pretendes? ¿Qué me levante con tu ayuda?"una risa estridente salió de los finos labios de Draco Malfoy.
"Que te den Malfoy" Harry se marchó recogiendo sus cosas y avergonzado por haberle ofrecido ayuda a su enemigo.
Pero, ¿por qué tenían que ser enemigos? Nadie les estaba obligando a serlo, por lo menos por su parte, no.
Solo los que le rodean son las que piensan que dos personas tan distintas no deben de llevarse bien.
Ellos tenían que seguirle el juego al destino que tendrían marcado de por vida.
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Después de las clases, Harry se permitió faltar al entrenamiento de quidditch, se fue a la Sala Común y se sentó en su sillón favorito, al lado de la chimenea donde las llamas chisporroteaban alegremente, se acomodó con la cabeza estaba entre sus piernas.
Solo deseaba pensar.
¿Por qué le ofreció ayuda a Malfoy?¿Por qué extendió el brazo? ¿Había algo que le hubiese indicado que lo hiciera?
Buscó en su mente una respuesta durante unos segundos, buscando con rapidez, pero por todos los rincones.
Si, claro que la habia, era por su propia voluntada, porque creia haber visto a un Draco que no era con el que se cruzaba en los pasillos.
Veía un Draco humano.
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¿Pero, que le pasaba a Potter? Mejor dicho, ¿qué le pasaba a él mismo?
Últimamente estaba muy agradable, o a lo mejor el sueño que tuvo le produjo alguna que otra sensación y le hizo cambiar su forma de ver a Potter.
¿Por qué no le aceptó el brazo?¿Por qué no le correspondió a la mirada? No lo hizo porque no quisiera, se sentía obligado a no aceptar algo de su mayor enemigo, pero el problema era que a Draco no le importaba hacer amistad con él.
Estaba harto de odiar a alguien por ser quien es, por ser su apellido Malfoy, ese maldito apellido le había traído mas alegrías que desgracias.
No, ¿Pero qué le estaba pasando?¿Por qué pensaba en Potter?¿Ese sueño le había trastocado la mente?
Salió al pasillo a dar una vuelta, su ronda como prefecto de la casa de Slytherin.
Atravesó el retrato de la Sra. Gorda despidiéndose de Ron y Hermione.
Era mejor que se marchara, el no hacía nada allí, quizás Ron y Hermione querían estar juntos.
Cogió su capa invisible, y después de tres pasos fuera de su sala común se puso la capa.
Mucho mejor, estaba más seguro. Caminaba por pasillos y pasillos mientras pensaba en el choque con Malfoy.
Era una tontería pensaba una parte de su cerebro, pero la otra parte decía que si Malfoy hubiese aceptado la mano de Harry podría haber empezado una amistad.
Pero estaba destinado; tienen que odiarse, aunque no haya causa, se deben odiar.
Pero, ¿quién les obligaba a hacerlo? Nadie. ¿Por qué no ser amigos? No lo sabía.
Claro y oscuro, bueno y malo, Jing y Jang, Malfoy y Potter.
Los polos opuestos se atraen
Vagaban por el pasillo dos almas diferentes, unidas por lo poco que tienen en común.
El rubio paseaba por el vestíbulo cuando el chico moreno, invisible, le observaba desde las escaleras.
Nunca se había fijado en ese porte, si, arrogante, si, elegante, pero a la vez muy atractiva.
Nunca se había fijado en los ojos grises que detrás de ellos escondían grandes secretos que Harry Potter se habia propuesto a descubrir fuere como fuere.
Nunca se había parado a pensar si Draco Malfoy lloraba, pero ahora tenia la prueba, si que tenia sentimientos.
Estaba llorando.
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En el vestíbulo habían terminado los pies de Draco, pero su mente estaba todavía en la noche anterior, analizando ese sueño.
Tenía razón ese chico que buscaba las respuestas, ¿dónde, qué y cuando vendrá el amor?
Nadie, nadie se había enamorado de Draco Malfoy, las obsesiones, las atracciones hacia su cuerpo.
Pero eso no le servia al rubio, nadie le conocía de verdad, sus lágrimas empiezan a llenar los ojos de tristeza y a hacerle brillar ese iris de color gris helado.
Ni siquiera él sabía quien era, ya no había retorno, sus lágrimas pendían de un hilo, al igual que sus sentimientos.
Se apoyó en una pared del vestíbulo, y mientras resbalaba hacia el suelo lloraba, lloraba sin sentido, sin saber por qué sin saber qué quería decir ese sentimiento que le hacia presión en el pecho.
Necesitaba ayuda, ahora mas que nunca, ahora, cuando siempre la rechazo, al igual que esa misma mañana rechazó la mano del joven Potter.
De repente algo insólito paso, , alguien que estaba en las escaleras se acercó y le abrazó, y en su oído susurró unas palabras:
"Tranquilo Draco, yo estoy aquí" le decía meciéndole.
Draco jamás nadie le había llamado así, con tanta dulzura, con un cariño que jamás olvidaría, su primer abrazo, y con alguien que no sabía quien era.
La cabeza del rubio se elevó unos centímetros, y cuando vio que era el chico de ojos verdes, se tambaleó y salió corriendo, sin saber por qué, salió corriendo sin querer, salió corriendo por miedo.
Salió corriendo sin mirar atrás, sin pensar lo que habría ocurrido, sin pensar quien era.
Sólo quería recordar lo que pasó, no quien fue el que lo hizo y tampoco lo que ocurrirá después
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Continuará...
Bueno, aquí esta el Cap 2, espero que les guste, siento no haber dicho anteriormente que los personajes y los nombres y todo eso son propiedad de J.K Rowling (la mata Sirius , todavía estoy dolida por eso)
Por Favor si quereis que siga o que me calle y le de al remove story (para borrarla)decídmelo por favor...
Siento tener que informarles que solo hay una manera de que yo me entere...
¡REVIEW!
Muchos Besos
Desde España
NäTÿBläCK RiDa
Quizás la mayor equivocación acerca de la soledad es que cada cual va por el mundo creyendo ser el único que la padece.
