Disclaimer: Nada me pertenece. NADA. Harry Potter es propiedad de J.K.Rowling y ciertas empresas que me importan un pimiento. La trama es de Lana Lang

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III

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La décima manecilla marca…

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Era la hora de la cena en Grimauld Place. Los Weasley en pleno, a excepción de Charlie, que estaba en Rumania, y Percy, del que no sabrían si estaba vivo o muerto de no ser por su breve aparición en el diario El Profeta, estaban sentados a la mesa de la cocina acompañados por Hermione, Lupin y Tonks. Albus Dumbledore había avisado que llegaría tarde y que no le esperaran.

La tensión era especialmente patente en esos momentos en que todos se encontraban reunidos, y los intentos de los adultos por mantener una conversación normal fracasaban estrepitosamente. Los señores Weasley estaban especialmente preocupados, pues veían las miradas hoscas que lanzaban los gemelos a su hermano pequeño y a Hermione, el gesto ausente de su única hija, y el dolor que esto provocaba en Ron y su amiga. Bill, que informado de la disensión entre sus hermanos, había intentado sin éxito averiguar la causa de todo esto, se encontraba en esos momentos observando en silencio y con atención para no dejar escapar ninguna posible pista que le ayudara, si no a encontrar una solución, al menos si a entenderlo.

- Sé que aquí estamos más protegidos, pero añoro la Madriguera- comentó Molly por romper ese abrumador silencio.

- Molly, querida, sabes que el padre de Si… que esta casa tiene muchas protecciones de todo tipo, algunas añadidas por el propio Dumbledore. Aquí estamos completamente a salvo, y no podemos decir lo mismo de la Madriguera- contestó su marido.- Deberías agradecer esta tranquilidad.

- ¿Tranquilidad? ¡Tranquilidad, dice! Billy, Fred, George y tú pasáis la mayor parte del día fuera, y Percy ni sabemos donde está. ¿Cómo puedes esperar que esté tranquila? ¡Me preocupo por vosotros! Solo puedo respirar medio tranquila cuando estáis todos de vuelta, y nunca puedo dejar de preocuparme por Percy. Si al menos tuviéramos aquí el reloj de tus padres para saber que todo va bien…¡BLAM!

Hermione se había puesto de pie de un salto, con los ojos como platos, tirando la silla al suelo y volcando su copa. El zumo de calabaza se esparcía por la mesa.

- ¡Por Merlín! Hermione, cariño que susto me has dado- se sobresaltó la señora Weasley.

- ¡Claro! ¿Cómo no se me ocurrió antes? ¡Tonta! ¡Soy una completa idota!- se golpeó la frente con la palma de la mano.

- Eso ya lo sabemos- murmuró Fred por lo bajo mirando hacia otro lado, aunque por la mirada furiosa de Ron, al menos éste sí le había oído.

- ¿De qué te has dado cuenta?- dijo Ginny esperanzada, olvidando por un momento que no se hablaba con ella.

- ¡El reloj!- exclamó en un susurro. Estaba tan alterada que no lograba modular correctamente el tono de voz.- ¡Podríamos usar vuestro reloj para saber de Harry!

- Pero Hermione, cariño…- empezó Molly, pero Hermione la interrumpió.

- Ya sé que probablemente no sirva para saber donde encontrarlo solo con eso, pero seguro que averiguamos algo más que lo que sabemos ahora, quizá incluso alguna pista de donde puede estar.

Las caras de todos, incluso, muy a su pesar, las de los gemelos, se iluminaron con la esperanza, salvo las de los señores Weasley y Bill, que miraban a Hermione apenados. Ellos sabían como funcionaba el reloj y que eso no era posible, y les dolía tener que desilusionarla, a ella y a todos.

- No me refería a eso, cariño- dijo Molly.- Ese reloj solo sirve para los miembros de la familia Weasley, con Harry no funcionaría.- Con la misma velocidad que había aparecido, la esperanza se borró de sus rostros, sustituida por la decepción. Todas salvo una, que mostraba tenaz resolución y cabezonería.

- Tu dijiste…- A pesar de ser sólo un débil susurro, todos escucharon claramente la voz de Ginny en el silencio que había caído.- Mamá, tu dijiste que Harry era como si fuera tu propio hijo- prosiguió con voz más decidida.- Y es como un hermano para todos nosotros, ¿verdad?

- ¡Cierto!- corroboraron a viva voz los gemelos y Ron, que coincidían en algo por primera vez en mucho tiempo.

- Sí chicos, es verdad, pero…- era el señor Weasley quien hablaba con la voz tomada.- Eso no será suficiente.

- ¿Qué no será suficiente para qué?- adujo una nueva voz. Dumbledore acababa de entrar por la puerta.

Para quien no le conociera, no había nada raro, pero para los presentes, que habían sido testigos innumerables veces la fuerza y la vida que solía emanar del anciano, verle por primera vez parecer tan viejo como aparentaba por su aspecto era un espectáculo sobrecogedor. Si Dumbledore flaqueaba ahora que Voldemort había regresado más fuerte que nunca, no había ninguna esperanza para el mundo, ya fuera mágico o muggle. Lupin y Tonks se encargaron de explicarle la idea de Hermione al viejo director. Por un momento, asomó a sus ojos una sombra del viejo Dumbledore que todos necesitaban.

- Ha sido una excelente idea, señorita Granger- la felicitó.- Me pregunto cómo no se me ocurrió a mi… ¿Y bien, Arthur? ¿Qué opinas?

- Por desgracia Dumbledore, no basta con nuestros sentimientos. Harry debería ser un miembro de pleno derecho de nuestra familia.

- Podríais adoptarlo, mamá- todos miraron a Ron, que miraba suplicante a su madre. Pero fue su padre quien contestó.

- Eso es imposible, hijo. A la edad de Harry es necesaria su conformidad, además de la de sus tíos.

- Y antes de que lo propongáis si quiera, es imposible falsificar la firma- añadió la señora Weasley mirando a sus hijos gemelos, que se ofendieron mucho al ver el concepto que tenía de ellos su madre. Que hubiera leído su pensamiento solo les molestaba más.

- Y aunque todo eso fuera posible, no lo permitiría.- Todos miraron sorprendidos a Dumbledore.- Si lo hiciéramos le arrebataríamos a Harry la protección que le brinda la sangre de su tía.

- ¿De qué le sirve esa protección ahora? ¿De qué le ha servido cuando ha tenido que huir de esa casa?- explotó Ginny. Estaba al borde de las lágrimas, pero roja de ira. Miraba a Dumbledore como si nunca antes le hubiera visto, como si fuera una cucaracha que acabara de asomarse de la ensalada que estaba comiendo.

- ¡Ginny! ¡Trata con más respeto a tu director!- Molly estaba horrorizada por el comportamiento de su hija. Jamás hubiera imaginado que su dulce hija pudiera tratar así a nadie, y menos al director de su escuela y mago reconocido y admirado por todos.

- ¿Por qué? ¿Por qué es el director? No estamos en la escuela madre, y fuera de ella no es más que otra persona más, ¡y no tengo por qué tratarle con respeto si no se lo merece!- Todavía con la cara encendida, se fue a grandes zancadas de la cocina, ignorando a las caras estupefactas de todos, y dio un portazo al salir. Con lágrimas de frustración resbalando por sus mejillas, subió corriendo a su habitación y se tiró en la cama.

En la cocina se había hecho un silencio absoluto, no se oía ni respirar, pues todos habían olvidado hacerlo después de presenciar esa escena. La señora Weasley trató de disculparse con Dumbledore, que la atajó.

- No te preocupes, Molly. Todos estamos muy tensos y no voy a tener en cuenta esto en absoluto. Conozco a tu hija de hace tiempo y sé que este no es su comportamiento habitual. Todos estamos sufriendo por Harry, y debemos ser pacientes los unos con los otros. Eso va también por vosotros- dijo mirando a los gemelos, a Ron y a Hermione.

- Es una pena que no pueda hacerse, Hermione, querida.- La señora Weasley miraba a la chica con ternura.- Ha sido una buena idea.

- Una idea excelente. Y no creo que debamos desecharla tan pronto.- Albus Dumbledore tomó asiento con un suspiro.- Pensaré en todo esto a ver si encuentro una solución. Mientras tanto, ¿que os parece si calentamos la cena y comemos?

Los gemelos pidieron que les disculparan de la mesa, pues se les había pasado el apetito. Hermione dijo que a ella le pasaba lo mismo y que iba a ver cómo estaba Ginny. Ron hizo ademán de acompañarla, pero Hermione le dijo que no con la cabeza y, no sabía si aliviado o molesto, se quedó terminando de cenar. Se mantuvo una de esas conversaciones insulsas y desganadas que solo los adultos pueden lograr. Por alguna razón, comer en silencio les parecía insoportable. En la habitación de las chicas, Hermione trató de acercarse a Ginny a consolarla, pero esta la rechazó, se puso el pijama y se metió en la cama, fingiendo dormirse en seguida. Con lágrimas silenciosas, Hermione siguió su ejemplo.

Durante el día siguiente, la tensión pareció aumentar hasta cotas insospechadas, haciendo temer a los mayores que se repitieran los casos de fuga. Por si acaso, Remus Lupin aprovechó un momento en que nadie le veía para poner un encantamiento cerradura a la puerta, de forma que nadie que no conociera la contraseña pudiera abrirla y escondiendo los polvos flu. Los gemelos no estaban de acuerdo con todo esto, a pesar de que ellos sí podían salir pues tenían que atender su tienda. Por todo lo que ocurría en el mundo mágico, y por la falta del entusiasmo habitual en los dos jóvenes, los negocios estaban empezando a ir mal. De no ser por la necesidad de salir de esa casa y ese ambiente, se hubieran planteado la posibilidad de tomarse unas vacaciones hasta que todo se calmara un poco.

En cuanto a Ron y Hermione, las cosas estaban un poco mejor para ellos ahora, pues la chica había parado de llorar a cada rato y se había puesto a buscar otras formas de encontrar a Harry. Ron se alegraba doblemente de su mejoría, pues su amiga volvía a ser la de siempre y además el no tenía extraños pensamientos tan a menudo. Aunque por las noches la conciencia seguía atormentándole. Hermione se pasaba el día con la nariz metida en un libro u otro, buscando por todas partes cualquier forma mágica de encontrar a una persona escondida. Sólo una vez Ron había cometido el error de comentar que si los aurores no habían logrado encontrar a Sirius cuando escapó de Azkaban, difícilmente ellos lograrían encontrar a Harry. La mirada helada de Hermione fue su única respuesta, pero bastó para callar a Ron y hacer que volviera a leer su parte de los libros.

Pero fue Ginny quién encontró la solución. Ginny, que se había pasado el día encerrada en alguna parte, lejos de todos.

Antes de sentarse al otro extremo de la mesa, Ginny cuchicheó al oído de Hermione que se reuniera con ella en su habitación al terminar la cena. Sola. Hermione comió todo lo deprisa que pudo, pues pensó que, si quería hablar con ella a solas, sin Ron, no era para hacer las paces. Y si no era para hacer las paces, solo había una razón para que quisiera hablar con ella. Tenía un plan. Estaba segura de que a Ginny se le había ocurrido un plan para encontrar a Harry y necesitaba su ayuda. Pero aún con lo deprisa que comió, Ginny y sus dos hermanos terminaron antes y se levantaron juntos. Hermione se levantó en seguida, sin comer el postre, y ante la mirada alucinada de Ron, siguió a sus hermanos.

- ¿Por qué está ella aquí?- protestó George.

- Porque necesito su ayuda tanto como la vuestra.

- Gracias, Ginny, yo…

- No te confundas.- interrumpió Ginny.- Nada ha cambiado entre nosotras. Solo estás aquí porque encontrar a Harry es lo más importante ahora mismo.- Hermione se mordió el labio, a punto de echarse a llorar. Conteniéndose con todas sus fuerzas, dijo:

- Adelante, pues. ¿Cuál es el plan?- Ginny se lo contó.

- Ginny, ¿estás segura?- George miraba a su hermana con absoluta incredulidad.

- Por supuesto. Ahora mismo a nadie se le ocurre otra manera, y hay que reconocer que la idea de Hermione de usar el reloj era buena. Además, no es como si fuera irreversible. Es solo algo temporal, hasta que le encontremos.

- Tú dirás lo que quieras, hermanita, pero esto es muy fuerte- Fred no sabía si admirar su osadía o lamentarla. Quería mucho a su amigo Harry, pero de ahí a…

- Ginny, quiero encontrar a Harry tanto como tú, pero hasta no hace mucho tu… quiero decir, ¿no te hará daño ponerte en esa situación?

- Lo que me haga daño o no ya no es asunto tuyo, Hermione. Estoy decidida y lo haré con o sin vuestra ayuda. Así que ayudadme a terminar lo antes posible.

Durante esa noche, ninguno de los cuatro durmió. Se pasaron la noche entera leyendo, buscando entre los libros de Hermione todo lo que pudieran encontrar sobre las leyes y la regulación familiar del Ministerio de Magia Inglés. A las 5 de la madrugada, agotados pero satisfechos con sus resultados, por fin se fueron a dormir.

Los cuatro jóvenes estaban muy nerviosos por la reacción de todos ante los planes de Ginny. Habían prometido ayudarla no solo a investigar, si no también en la parte más difícil, convencer a sus padres. Y la señora Weasley podía llegar a arrancarles la cabeza a los gemelos por permitir que Ginny pensara en ello si quiera. Pese a la reticencia de la más joven, Hermione había insistido en dejar el tema hasta la cena, cuando volvería a estar con ellos Dumbledore.

- Estoy convencida de que se pondrá de nuestra parte, Ginny. Él también está ansioso por encontrarle.

- Yo no estoy tan segura de ello, pero de todas formas el plan no se puede poner en marcha hasta mañana lunes, así que por esta vez te haré caso.

En estos términos, la momentánea alianza entre Hermione y el trío Weasley volvió a romperse hasta la hora de la cena, aunque durante el día se miraban más a menudo de lo normal. Esto no pasó desapercibido para Ron, que recordando lo ocurrido la noche anterior, sumó dos más dos y, por supuesto, le dio cuatro.

- Algo pasó anoche entre vosotros.

- No puedo decírtelo, Ron.- La chica no quería mantenerle a oscuras, pero había hecho una promesa. Y tal como estaban las cosas, romper esa promesa podía acabar para siempre con la relación entre ella y los otros tres.

- ¿QUÉ NO PUEDES DECIRMELO?- Hermione se encogió ante la rabia de su amigo. Tenía razón en enfadarse con ella después de lo mucho que la había ayudado a sobrellevar día tras día la ausencia de Harry, su sentimiento de culpa y la frialdad de sus hermanos. Ron se había portado muy bien con ella, mostrando una sensibilidad y una ternura que hace poco no hubiera creído que fuera capaz demostrar. Quería decírselo, de verdad quería hacerlo. Y no sólo para que no se enfadara, si no porque creía que no se merecía que ella tuviera secretos con él. Pero una promesa era una promesa.

- Por favor Ron- suplicó, con los ojos llorosos. ¿Cómo era posible que aún pudiera llorar? Había derramado lágrimas suficientes para quedarse seca durante un año.- Por favor, se lo he prometido. No quiero que se enfaden más conmigo. Sólo tienes que aguantar hasta la noche, entonces lo sabrás todo.

- No me lo puedo creer.- La miró decepcionado, y eso dolió a Hermione más de lo que hubiera imaginado.- Después de todo lo que… Después de… ¡Bah, olvídalo!- Se dio media vuelta dispuesto a marcharse y dejarla ahí sola.

- Es un plan para encontrar a Harry. Es idea de Ginny. Me pidieron ayuda por algo que yo podía ofrecerles, pero eso es todo, siguen sin hablarme. Y… y…- No pudo contenerse más y volvió a llorar.- No me hagas contarte más, Ron, por favor. Es el plan de Ginny, prometí que dejaría que fuera ella quién se lo contara a todos. No me hagas faltar a mi palabra… No me dejes sola, por favor.- Cayó de rodillas, sollozando y escondiéndose tras las manos. Ron torció el gesto, sufriendo al haberla llevado a ese extremo. Aunque esta vez, al menos esta vez, lloraba por él. Asqueado de sí mismo, Ron se arrodilló frente a ella y volvió a estrecharla entre sus brazos. Hermione se aferró a él fuertemente, como temiendo que se escapara.

Era la hora. Todos estaban sentados a la mesa, cenando. Los cinco jóvenes tenían serios problemas para pasar la comida, nerviosos por lo que iba a suceder al terminarla. Incluso Ron, que siempre devoraba ansioso lo que cayera en su plato, se limitaba a jugar con la comida. Por supuesto, nada de eso pasó desapercibido para el resto de comensales, pero no se atrevían a preguntar para evitar que se repitiera lo ocurrido dos noches antes. Y en expectante silencio terminó al fin la cena, con lo que Ginny se puso en pie. Las miradas de todos se centraron en ella.

- He encontrado la forma de usar el reloj- dijo sin más preámbulos, para asombro de los mayores.- Lo he pensado bien y estoy decidida. Es la única opción que tenemos.

- Ginny, no estará pensando en…- Su madre no tuvo valor para terminar la frase.

- En casarme con Harry, si.

- ¿QUÉ?- La noticia cayó como una bomba. Ron miró a Hermione con los ojos como platos. ¿Ella había ayudado a Ginny en ese plan tan absurdo?

- Pero eso nos deja en la misma situación que con la adopción, ¿no?- repuso Bill.

- Sí, sigue haciendo falta la firma de Harry- añadió Tonks.

- No- dijo Dumbledore, mirando fijamente a los gemelos y a Hermione. Creía adivinar qué papel habían tenido en ese plan, puesto que se había dado cuenta que la noticia no era nueva para ellos.- Ginny ha encontrado aliados muy valioso para que la ayudaran con este plan. Hermione seguro que tiene algunos libros en los que se hable de las leyes del Mundo Mágico, especialmente las nuestras, y los gemelos Weasley también tiene un amplio conocimiento de todo tipo de normas, no en vano se han saltado cuantas han podido. Saben muy bien que es posible hacerlo sin Harry.

- ¿Qué quiere decir?- preguntó Ron, que no se estaba enterando mucho.

- Los más jóvenes, como Tonks y Bill, ignoráis que aún sigue en vigor una vieja ley, que puede ser aplicada en un caso como este. Ya hace tiempo que esta práctica cayó en desuso, pero antiguamente era muy normal que, con el fin de mantener la pureza de sangre, y aprovechando que la ley solo permite el divorcio antes de que se cumpla el primer aniversario de boda, las familias de lo que se suele llamar "rancio abolengo", como los Black o los Malfoy, usaban dicha ley para casar a sus hijos cuando aún eran menores de forma que estos no pudieran hacer nada para evitarlo. Era su forma de enfrentarse a lo que ellos llaman "la enfermedad del matrimonio por amor".

- Entonces, quiere decir…

- Sí. Que esa ley permite que Harry y Ginny se casen con tan solo la firma de sus padres o tutores. Si tus padres y los tíos de Harry firman, Harry y Ginny serán legalmente marido y mujer, y por tanto Harry será miembro de tu familia.

- Y entonces sí podría añadirse una manecilla para Harry- dijo Lupin para sí mismo.

- Exacto- confirmó Ginny. Ni siquiera se había puesto roja ante la idea de casarse con Harry, pero Hermione la vigilaba de reojo, convencida de que aún quedaba algo de lo que la chica había sentido por su amigo.

- Ginny, cariño. ¿De verdad estás convencida?

- ¡Molly!- El señor Weasley no daba crédito a lo que oía. ¿Acaso pensaba permitírselo su esposa? La única razón por la que se había mantenido en silencio hasta ese momento era que estaba convencido que sería ella la que se encargaría de pararles los pies a sus hijos, como siempre.- No puedes estar pensando en serio permitírselo. Me niego. No voy a permitir que mi niña se case, ¡es demasiado joven!

- Olvidas que es solo algo temporal, hasta encontrar a Harry, papá.- Fred se puso al lado de su hermana mientras George se situaba al otro y decía:

- ¿Es que crees que Harry va a querer estar casado para siempre con alguien que no quiere?- George lo había dicho sin mala intención, pero Ginny dio un respingo y torció el gesto durante un momento al oírle.

- Cuando le encontremos se divorciarán en seguida, ¿verdad, querida?- dijo su madre, algo insegura.- Podemos tener preparados los papeles desde el mismo momento que formalicemos el matrimonio.

- Claro.- La respuesta de Ginny a penas se demoró un segundo, y lo dijo convencida, pero Hermione estaba segura de haber visto asomar algo a su ojos… ¿Era deseo? ¿O sólo eran imaginaciones suyas?

- ¿Estáis seguros de haber pensado en todo?

- ¿Qué quieres decir, Remus?- Dumbledore miró al licántropo preguntándose que podía haber pasado por alto.

- ¿Y sí Voldemort se entera de este matrimonio?- L mayoría de los presentes se encogieron o pusieron cara de dolor al oír el nombre de su enemigo. Aún no habían logrado acostumbrarse a que su nombre fuera pronunciado tan abiertamente.- Estoy seguro que le encantaría encontrar un nuevo blanco para hacer sufrir a Harry y hacerle salir al descubierto otra vez.

- Eso es asumiendo que Harry sólo esté escondiéndose.- Tonks aún parecía incapaz de creer que no le hubiera ocurrido nada a Harry.

- Si no es así, nada de todo esto tendría el menor sentido- repuso el señor Weasley.

- ¿Parece que busquéis una excusa para abandonarle a su suerte!- gritó Ron. No le gustaba nada la idea de arriesgar la vida de su hermana, pero se sentía demasiado culpable por todas las cosas las cosas que estaban pasando ese verano. Mirando a Dumbledore mortalmente serio, agregó:- Profesor, yo no sé mucho sobre las leyes y todo eso, pero… Si las leyes permiten el matrimonio entre hombres me ofrezco a sustituir a mi hermana.

- ¡RON!- Hermione no podía creerse lo que había hecho su amigo. Ron, que tan mal había llevado las burlas de los Slytherin el año anterior, estaba dispuesto a darles a todos suficientes motivos para toda una vida de insultos y risas.

- Es un gesto muy noble por su parte, señor Weasley. Sabemos que no sería demasiado agradable si llegara a saberse. Pero me temo que en ese aspecto estamos aún más atrasados que los muggles.

- Lo que nos devuelve al punto de partida. Tengo que casarme con Harry.

- Ginny, ya he dicho que no pienso…

- Papá, ¿has olvidado mi primer año en Hogwarts?- Por supuesto que no lo había olvidado. Sólo oírlo nombrar palideció.- ¿Has olvidado que fue Harry quien me salvó en la Cámara de los Secretos? Él corrió muchos más riesgos entonces de los que voy a correr yo ahora.- Ginny se acercó a sus padres, tomó con su mano derecha la izquierda de su padre y con su izquierda la derecha de su madre, y les miró muy seria.- Yo no estaría hoy aquí de no ser por Harry. Y tú tampoco, papá. ¿Lo recuerdas, verdad? Se lo debo. Se lo debemos todos.- Los miró uno a uno a la cara.- No tenemos tiempo para buscar otra solución. Hay que hacerlo ya.

Nadie pudo oponerse más. Aún con dudas en sus cabezas, sus corazones ya habían tomado una decisión y no se echarían atrás. En seguida se pusieron en marcha. Dumbledore y Lupin fueron a Private Drive a conseguir las firmas de los Dursley, mientras los señores Weasley empezaban a prepara la nueva manecilla, que añadida a las que ya tenía el reloj, sería la décima.

Tuvieron algunos problemas para convencer a los Dursley de que no se trataba de una treta de Dumbledore para hacerles cargar con otro "anormal" como su sobrino. Al final, después de jurar varias veces que el verano siguiente solo sería Harry quién volvería a esa casa y (los Dursley se alegraron mucho al oír esto y Lupin por poco lo estropea con su sobresalto) que quizá ni si quiera éste pues la familia de la novia lo apreciaba mucho, dieron su consentimiento y firmaron en un pergamino con la preciosa (estrambótica, pensó Petunia) pluma de fénix que les dio el viejo mago. Dudley observó todo esto debatiéndose entre la alegría de librarse de su odioso primo y la envidia de que una chica estuviera dispuesta a casarse con él, pues pese a sus continuos esfuerzos, su número de conquistas se reducía a cero. Las chicas que no huían de él atemorizadas, se reían de él llamándole Willy, como aquel animal que un niño quería liberar en esa conocida película.

- ¿De veras permitirás a Harry pasar el verano con los Weasley, Albus?- preguntó Lupin, intrigado por el cambio de actitud del anciano, que nunca antes había atendido los ruegos de Harry para ir a cualquier sitio excepto a esa casa.

- Si todo sale bien y le encontramos, haré lo posible por convencerle de que vuelva el año próximo, pero visto lo ocurrido este verano… no tengo valor para obligarle de nuevo. Además, el año que viene Harry cumplirá los 17, la mayoría de edad, y podrá ignorar todo lo que le diga sin que yo pueda objetar nada.

- Entre vosotros dos ha pasado algo más que lo que nos contaste, ¿verdad?

- Eso, Remus, es algo entre el chico y yo. Cuando pueda hablar con él trataré de solucionarlo, pero si llegas a enterarte o no, es decisión de Harry, no mía.

- Está bien. No insistiré… por ahora. Pero si la situación no se arregla pronto, exigiré saberlo en nombre de James y Sirius.

- Si la situación no se arregla, amigo, lo que te cuente no podría importar menos.

Al día siguiente, en el cuartel general de la Orden, todo los Weasley que podían asistir y con Hermione, Dumbledore y Lupin como invitados, celebraron, por llamarlo de alguna forma, el enlace de Harry y Ginny. Los señores Weasley firmaron el documento que les había enviado la ministra en funciones Mendelson a petición de Dumbledore, y a continuación el anciano, con un floreo de la varita, traspasó las firmas de los Dursley de un pergamino al otro. El documento brilló tenuemente durante un segundo, confirmando la autenticidad de las firmas, y en seguida se enrolló y selló solo. Ginny acababa de convertirse en la señora de Harry James Potter.

- Bien- dijo el señor Weasley con un suspiro.- Ya solo queda poner la aguja con el nombre de Harry en el reloj y ver que pasa. Bill, hijo, tú y Dumbledore nos acompañareis a la Madriguera, los demás os quedaréis aquí.

- ¡Ni hablar! Nosotros somos mayores de edad y también vamos- dijo George. A su lado Fred confirmaba con la cabeza, decidido.

- Y la idea ha sido mía. Además, ahora soy… La idea ha sido mía- dijo Ginny, a la que el rosa de sus mejillas se había oscurecido durante un segundo.

- Y nosotros somos sus mejores amigos- añadió Ron, rodeando los hombros de Hermione y atrayéndola un poco hacia sí. Herminio se quedó alelada un segundo antes de responder.

- Cierto.

- Será mejor que vayamos todos, Arthur- dijo Lupin, que tampoco pensaba perdérselo. Había prometido a Sirius que si algo le pasaba, él se encargaría de cuidar a Harry, aunque lo hubiera hecho igualmente por la memoria de James y Lilian.- Si te parece bien, Molly. Al fin y al cabo estamos todos juntos en esto.

- está bien. Pero iremos los mayores primero.- Y tomando los polvos flu, uno a uno se dirigieron entre vertiginosas vueltas y llamas verdes al hogar de los Weasley.

En la Madriguera, todos estaban apiñados alrededor del reloj, mirando expectantes como el señor Weasley se preparaba para añadir la nueva manecilla de Harry.

- ¿Qué se supone que hará la manecilla si funciona, papá?- preguntó Ron.

- En cuanto termine de ponerla, la manecilla empezará a dar unas cuantas vueltas mientras le busca hasta detenerse en la posición adecuada cuando le encuentre. Tampoco sé exactamente como funciona, este reloj es muy viejo, lleva en la familia tantas generaciones que solo recordamos como quitar y poner las manecillas.

- Pero, papá, no hay ningún indicador para… para…- Ron era incapaz de decir en voz alta la palabra "muerte". Tenía miedo de que si la pronunciaba, el destino se confabularía para hacerlas realidad.

- En caso de ocurrir lo peor- dijo su madre-, el reloj tocará 12 campanadas y la manecilla caerá sola.

- Ya está, ya empieza a girar.- El señor Weasley se echó un poco hacia atrás, para arroparse entre los demás, y todos miraron como hipnotizados el giro de la décima manecilla. Sin darse cuenta, todos estaban conteniendo la respiración. De repente, la manecilla se detuvo en la posición en que los relojes normalmente tienen las 12. "En peligro mortal". Pero antes de que pudiera calar en ellos la noticia, la manecilla empezó a vibrar y temblar, y volvió a girar como loca una vez, dos, tres veces y volvió a detenerse exactamente en el mismo lugar. Nadie entendía qué estaba pasando, y el señor Weasley menos que nadie. El proceso se repitió. Temblores, tres vueltas completas y parada en el mismo sitio. Se repetía el proceso una y otra y otra vez.

- ¿Qué demonios significa esto?- preguntó el Señor Weasley, expresando lo que todos estaban pensando.

En ese momento todos estaban demasiado pendientes para fijarse en otra manecilla, la de Percy, que señalaba que estaba en el trabajo.