Disclaimer: Nada me pertenece a mi. NADA. Los personajes y el mundo estan inspirados en el que creó J.K.Rowling y de los cuales ella es la propietaria. La trama es de una amiga. Y yo estoy harto de tanto disclaimer...
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Regreso a Hogwarts
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En el andén nueve y tres cuartos, el expreso a Hogwarts esperaba pacientemente a que dieran las once en punto. Pero algo era distinto de otros años, había algo que se echaba de menos. La algarabía que acostumbraba a acompañar al reencuentro de los compañeros después del verano y las despedidas de los familiares que no se verían hasta Navidad no estaba presente ese año.
Esto era especialmente patente entre los alumnos de sexto, que conocían más o menos a Harry, y todos los Gryffindor, sus compañeros de casa, que le conocían bastante bien. Las únicas excepciones eran los que empezaban ese año, demasiado nerviosos como para percatarse de nada de lo que ocurría a su alrededor, y los Slytherin que se reían de la preocupación de los demás alumnos y festejaban, disimuladamente mientras hubiera tantos padres, la desaparición del principal causante de la mala racha de su casa, tanto en quidditch como en la Copa de las Casas.
Cuando Ron y Hermione llegaron al andén acompañados de Ginny, Lupin y los señores Weasley todos se callaron y se les quedaron mirando.
- Creo que cada vez entiendo mejor a Harry- dijo Ron. Esa reacción se había dado en innumerables ocasiones desde que conocía a Harry, pero siempre era él el blanco de las miradas y susurros. Ron se juró que nunca más volvería a envidiar la fama de Harry Potter.
- Ya era hora, Ron- dijo Hermione sin maldad.- Yo ya lo aprendí en cuarto, cuando el artículo de Rita Skeeter.- Hermione se refería a la vez que una periodista se había desquitado de un desplante de la niña con un artículo lleno de falsas historias sobre ella y Harry siendo pareja y que ella jugaba a dos bandas con él y Víctor Krum, famoso buscador de la selección de Bulgaria. Por suerte, Hermione pudo vengarse al descubrir que era una animaga no registrada y la amenazó con denunciarla. Desde entonces la entrometida periodista solo había escrito un artículo, cuando Hermione y Harry quisieron dar su versión de los hechos acaecidos durante la última prueba del Torneo de los Tres Magos. En seguida se les acercaron Neville, Seamus y Dean, los compañeros de curso de Harry y Ron en Gryffindor, con preocupación en sus caras y una pregunta en sus ojos.
- No sabemos nada nuevo.- Ron se adelantó a ellos, preocupado por cómo podían sentarles a las chicas sus preguntas.- Mejor hablamos en el tren, ¿vale?- añadió en un susurro, mirando a los de Slytherin, que estaban callados y no perdían detalle. Los chicos siguieron su mirada y comprendieron. Asintieron y volvieron por donde habían venido.
- No tengo ningunas ganas de volver a Hogwarts este año- dijo Hermione sorprendiendo a todos. Ella siempre había adorado Hogwarts y sus clases, siempre ansiosa por aprender más y más.- No sin Harry.
- ¿Le quieres?- soltó Ron sin pensar. En seguida se arrepintió de su arrebato de celos. No era el momento de preocuparse con eso, cuando no sabían si volverían a verle alguna vez. Hermione le miraba sorprendida, sin saber como responder a eso. ¿Le quería? Claro que sí. Pero, ¿le quería como Ron le estaba preguntando? No podía contestar a eso, no con Harry ausente, posiblemente en peligro, y lo preocupada que estaba por él. La respuesta podía no ser cierta, estar influida por la situación. Ginny también la miraba expectante. Hasta los Weasley y Lupin lo hacían. Pero a Hermione le parecía que era el andén entero, y no solo ellos cinco, los que esperaban su respuesta.
- Te daré mi respuesta cuando volvamos a verle.
-¿Y por qué no ahora?- Esta vez era Ginny quién preguntaba.
- Porque ahora no lo sé- se sinceró.- Estoy demasiado preocupada por si está bien o no como para saber con seguridad si solo es por amistad o por algo más. Lo único que puedo deciros es que nunca me lo había planteado antes.
- Entonces es que no le quieres, cariño.- El señor Weasley se sorprendió al ver a su esposa metiéndose en camisas de once varas. Ron y Ginny parecieron respirar más tranquilos.
- Eso no es necesariamente cierto- intervino Lupin. A él le gustaba mucho Hermione y la influencia tan positiva que tenía sobre Harry. Hubiera visto con buenos ojos una relación entre ellos.- Lily, por ejemplo, no se enamoró de James hasta séptimo. Los sentimientos pueden cambiar.- Ron recordó cómo el mismo había empezado a ver de forma distinta a Hermione a partir de verla arreglada para el baile durante el Torneo de los Tres Magos. Su rostro se ensombreció.
- ¡No creo que sea el momento ni el lugar para discutir esto!- Hermione estaba avergonzada y disgustada. ¿Cómo podían ponerse a discutir sobre sus sentimientos delante de ella? ¡Y con Harry desaparecido, ni más ni menos! Sin decir nada más se metió en el tren con sus cosas, sin despedirse de nadie.
Hermione veía desde la ventana del compartimiento como Ron y su hermana se despedían de sus padres y Lupin, aún malhumorada. Quizá su reacción había sido un poco exagerada, pero le parecía absurdo, a la par que poco delicado, tanto interés por sus sentimientos cuando Harry seguía sin aparecer. Y más en un sitio como un andén lleno de sus compañeros de Hogwarts. Aunque había sido la primera conversación más o menos normal que habían mantenido desde todo el asunto del reloj…
Habían permanecido dos horas en la Madriguera, esperando algún cambio en el extraño comportamiento del reloj. Al no saber cómo funcionaba exactamente, les resultaba imposible elaborar ninguna teoría con fundamento del extraño fenómeno que estaban presenciando. Solo podían hacer suposiciones, que iban desde la extrema sencillez, es decir, que Harry estaba demasiado lejos (Bill se oponía fervientemente a esto diciendo que ni cuando él había estado en Egipto había pasado nada igual), hasta la más descabellada, propuesta por los gemelos, de que Harry había encontrado la forma de viajar a otro mundo. Al final, todos habían optado por aceptar, con ciertas reservas, la hipótesis del profesor Dumbledore: que a pesar del matrimonio entre Harry y Ginny, el reloj no podía reflejar el estado real de Harry porque éste desconocía lo ocurrido y no se sentía él mismo miembro de pleno derecho de la familia Weasley. Regresaron al número 12 de Grimauld Place y se sentaron a la mesa de la cocina para continuar discutiendo el tema mientras la señora Weasley, ayudada por Bill y Hermione, preparaba el almuerzo.
- Lo que queda fuera de discusión es que Harry está en algún tipo de peligro, probablemente grave- dijo Lupin con el rostro cargado de tensión. La preocupación y la impotencia estaban cobrándose su salud, siempre precaria, y sus ojeras eran cada día más marcadas y profundas y su cara estaba más pálida y demacrada que nunca. Y aún faltaba más de una semana para la luna llena.- Esté donde esté- añadió.
- Eso tampoco tiene por qué ser cierto- adujo el señor Weasley.- Si el reloj no está funcionando bien, no podemos estar seguros de que realmente…
- Papá- le interrumpió Ron, cansado del sempiterno optimismo irracional de su padre.- Estamos hablando de Harry. El peligro y los problemas siempre le han acompañado haya donde va.
- ¡No es culpa suya que…!
- Ginny, no creo que Ron estuviera insinuando que sea culpa de Harry- intervino Hermione. Ella y la señora Weasley estaban sirviendo el estofado.- ¿Verdad, Ron?
- Claro que no. Aunque Harry no es de los que se quedan sentados viendo cómo ocurren las cosas, todos sabemos de quién es la culpa de que tenga problemas en los que meterse.- Todos callaron por un momento, recordando el empeño del Señor Tenebroso en acabar con la vida de Harry.
- ¿Sabéis?- dijo George.- No me importaría saber de una vez qué tiene contra él.
- Sí. ¿Por qué llevará tras de Harry desde que nació?- Se hizo el silencio de nuevo, más denso y largo que antes. Dumbledore evitaba mirar a los ojos de nadie, pues era el único, a parte de Harry, que conocía la respuesta.
- ¿alguna idea de a donde ha podido ir?- preguntó Hermione.- Sé que es cruel decirlo así, pero… Harry no tiene a nadie más a parte de nosotros y sus tíos.- Se avergonzaba de decir algo así. Sabía que todos lo tenían bien presente, y le disgustaba ser ella la que tuviera que expresarlo en voz alta, pero necesitaba saber qué pensaban los demás. Además, no soportaba que se quedaran todos callados de aquella manera, temía que todo volviera a como era antes de ocurrírsele usar el reloj de los Weasley.
- Bueno, no creo que haya ido a ningún lugar mágico. Allí cualquiera le reconocería en seguida- dijo la señora Weasley.
- Harry es muy listo, sabría pasar desapercibido- le defendió Ginny.
- Quizá, pero creo que Molly tiene razón. Harry dijo que quería alejarse del mundo mágico- Era Lupin quién hablaba.- Lo más probable es que esté en algún sitio del mundo muggle.
- Alguna ciudad grande, quizá. Donde nadie se fije en un chico de su edad que está solo- propuso Ron.
- ¡Pero que dices!- exclamó Fred.
- Sí, es mucho más fácil para un menor apañárselas en algún sitio pequeño- le apoyó George.
- Como algún pueblecito rural. Es fácil encontrar trabajo en alguna granja o algo así- continuó su gemelo.
- Parece que sabéis mucho sobre el tema.- Su madre les miraba ceñuda, y los gemelos callaron y se concentraron en sus platos.
- Esté donde esté, el plan ha fracasado. Lo mejor será que firmemos la separación de esos dos y que los Dursley hagan lo mismo.- Todos miraron sorprendido al señor Weasley.
- ¡Pero entonces el reloj rechazará la manecilla!- protestó Ginny, cuyas orejas se ponían coloradas. No podía negar que era hermana de Ron, al que le pasaba lo mismo cada vez que algo le enfurecía.
- ¡Aún es pronto para decir que no ha funcionado!- se le unió Hermione.
- Creía que estábamos de acuerdo en que Dumbledore tenía razón.
- ¡Sólo es una posibilidad, papá!- Ron tampoco quería darse por vencido tan pronto.- Hasta el profesor puede equivocarse de vez en cuando. ¡Si ni siquiera hemos intentado hacérselo saber!
- ¿Y cómo pretendes hacer eso, hijo? Para decírselo necesitamos saber donde está.
- Las lechuzas siempre encuentran…
- Si pudiéramos usar una lechuza hubiera sido facilísimo rastrearla, Ron- intervino Lupin. No le gustaba la idea de rendirse, pero consideraba que era aún peor mantener falsas esperanzas. El plan había fallado. Y cuanto más se prolongara el matrimonio de Ginny, más se arriesgaban a que fuera descubierto por Voldemort.- Mandarle una lechuza podría acabar poniéndolo en mayor peligro. Podría ser interceptada y usada para encontrarle antes que nosotros..
- Podríamos poner un anuncio en todos los periódicos muggles anunciando el enlace y quizá lo leyera.
- ¿Y DECIRLE NOSTROS MISMO A VOLDEMORT QUE MI GINNY ES LA ESPOSA DE HARRY POTTER?- gritó Arthur Weasley, dejándoles a todos anonadados. La de los gritos era su esposa, él siempre era dulce y bonachón. Pero lo más sorprendente era que había pronunciado el nombre de Voldemort por primera vez.- ¡TÚ ESTAS LOCA! NO PIENSO SEGUIR ARRIESGANDO LA VIDA DE MI HIJA POR UN PLAN QUE NO HA FUNCIONADO.- Al ver que sus hijos iban a protestar, añadió:- ¡ESTO SE ACABÓ Y NO HAY DISCUSIÓN QUE VALGA!
- Arthur, cariño, cálmate. Niños subid a la cama- ordenó la señora Weasley, mientras intentaba que su esposo apaciguar a su esposo, que respiraba agitado y estaba completamente rojo. Los jóvenes la obedecieron a desgana y subieron las escaleras todos juntos. En el primer piso se miraron en silencio un segundo, los gemelos le dieron un beso de buenas noches a Ginny y se desaparecieron con un sonoro ¡CRACK! Y Ginny entró en su cuarto sin decir nada. Ron y Hermione se miraron un momento, apenados, y se despidieron hasta la mañana siguiente. La frágil tregua que se había establecido mientras tenían esperanzas de encontrar a su amigo desaparecido se había roto.
Faltaban a penas dos minutos para que le tren partiera rumbo a Hogwarts y pitaba advirtiendo a las familias que se apresuraran con las despedidas. Ron y Ginny ya estaban a punto de subirse al tren cuando llegaron George y Fred corriendo como locos y agitando las manos para llamar la atención de los suyos. Cuando les alcanzaron, se reunieron en un corrillo apretujado, comentando algo en voz baja pero gesticulando muy excitados. ¿Habrían encontrado a Harry? Hermione estaba levantándose para ir a enterarse cuando el tren volvió a pitar y empezó a avanzar lentamente. Los dos Weasley tuvieron que correr y fueron los últimos en subir al tren.
Hermione llevaba al menos cinco minutos en la puerta del compartimiento cuando al fin vio aparecer a Ron por el pasillo. Entre los dos pusieron el baúl y la jaula de Pig, que gorjeaba excitada, en el portaequipajes junto a Crookshanks, que también bufaba en su cesta pidiendo que le dejaran salir. Ron aún no había abierto la boca ni mirado a la cara. Hermione iba a preguntar por lo que le habían contado sus hermanos cuando él habló.
- Hermione, yo… lo siento. No…
- No, perdóname tú. Creo que me he pasado.
- No, nos hemos pasado nosotros. No sé que me ha dado para preguntarte eso. No es asunto mío.- Al fin la miró a los ojos, donde Hermione pudo ver claramente que su amigo no lo estaba llevando nada bien, incluso peor que ella. Después de lo ocurrido en el andén, a Hermione no le hacía falta mucho más para saber qué torturaba al muchacho.
- Claro que lo es. Somos amigos, ¿no? Y hasta donde yo sé, siempre os he querido igual a los dos, Ron.- La mirada del joven Weasley se volvió más limpia, más relajada. Parecía realmente aliviado.- Lo que pasa es que a ti te tengo a mi lado, sano y salvo, y a él no. Seguramente sea por eso por lo que pienso tanto en él y lo echo tanto de menos, pero no puedo asegurar que sólo sea eso. Yo… yo no losé, y lo único que puedo hacer es prometerte que, en cuanto lo sepa, serás el primero en enterarse.
- Yo… yo quiero que sepas que tu… que tu a mi…- Ron estaba tan rojo que parecía a punto de pasar al morado. Hacía esfuerzos por que se le destrabara la lengua, pero no conseguía reunir el valor necesario para terminar la frase.
- Lo sé- dijo sonriéndole con cariño.- Es difícil no darse cuenta, Ron. ¿Podrás esperar?
- Sí- dijo un momento después. Levantó un poco la mano, como para coger la suya, pero se detuvo a mitad de camino y, tras un instante de duda, volvió a dejarla caer.- Me dolerá, ¿sabes? Aún siendo como un hermano para mi. Pero intentaré que no cambie nada, y aunque al principio no lo consiga, seguiré intentándolo. Te lo prometo.- Y con una sonrisa forzada añadió:- Mejor él que Krum. Hermione le respondió con otra sonrisa y se sentaron en silencio. Llevarían cinco minutos así, mirando por la ventana, cuando Ron volvió a hablar.- Es mi primer viaje en el Expreso sin Harry. Aquí su ausencia se hace más real que nunca.
- ¡Ron! ¡Será…!
- ¡¿Qué pasa?!- preguntó alarmado el aludido, fijando sus ojos asustados en Hermione por primera vez desde lo que, suponía, había sido su confesión.
- ¡Se me ha olvidado por completo preguntar qué querían tus hermanos!- y en un susurro:- ¿Se trataba de Harry?
- Sí, perdona, yo también lo olvidé con lo de…- Torció el gesto. Hermione creyó que se debía a la conversación de antes, pero en realidad era por lo que tenía que decir a continuación. No sabía como se lo tomaría.- Bill les mandó a decírnoslo. Ha confirmado que Harry se marchó por propia voluntad.
- ¿Bill? ¿Cómo lo ha confirmado?
- Ya sabes que trabaja en Gringotts. Harry pasó por ahí el día de su cumpleaños y sacó una cantidad considerable de dinero.
- ¡Eso es el día que desapareció! ¿Cómo es que no han dicho nada hasta ahora?
- Ya conoces la política de los duendes de no meterse en asuntos de magos. Además, está todo ese rollo de la confidencialidad con el cliente o como se llame. El caso es que Bill llevaba mucho tiempo preguntando a los duendes si había habido movimiento en la cámara de Harry, y al final un duende se lo ha dicho, hoy mismo. Se ve que los padres de ese duende murieron a manos de quien-tu-sabes y cómo Harry ya le derrotó una vez… Bueno, que al final decidió saltarse las normas y contárselo todo.
- ¿Todo? ¿Es que hay más?
- No mucho. Sólo que una pequeña parte del dinero lo pidió en moneda muggle.
- ¡Pero, eso es fantástico, Ron!
- ¿Cómo?- El chico estaba sorprendido. Hermione se lo había tomado mucho mejor que él, incluso parecía alegrarse. Era evidente que se estaba perdiendo algo.- ¿Qué lo hace fantástico?
- Ron, ¿cómo puedes ser tan despistado? Para empezar, Harry sacó mucho dinero pero no todo, lo que quiere decir que no se ha ido para siempre.
- Ah… pues tienes razón, no había caído en eso.
- Y encima dices que sólo cambió a dinero muggle un poco. Eso quiere decir que no se ha escondido entre muggles, está en alguna parte del mundo mágico.
- ¿Y eso que tiene de especial?
- Ostras, Ron, por favor. Piensa un poco.
- ¡Claro! Es lo que estuvimos hablando el otro día. Entre muggles sería más difícil de encontrar.- Hermione le miraba sonriente, casi radiante. Pero todo eso traía unas implicaciones que parecía no estar considerando.- Pero… también será más fácil de localizar para… ellos.- El rostro de Hermione se ensombreció de repente.
- En eso no había caído.
- Además, ¿para qué ha huido a un sitio así? Se suponía que Harry quería aislarse del mundo mágico.
- Tampoco había pensado en eso.- La chica había perdido absolutamente cualquier rastro de la alegría de un momento antes.
- Pero no te desanimes- dijo Ron tratando de devolver a Hermione un poco de lo que le había quitado.- Al menos sabemos que no le ha cogido él.
- Podrían haberlo atrapado después.
- Entonces ya lo sabríamos. No se hubiera privado de hacerlo saber a todos. Además, si no ha roto del todo con el mundo mágico, entonces seguro que algún día volveremos a verle.
- No sé, Ron. Si no se ha marchado para alejarse del mundo mágico, ¿por qué no quiere saber nada de nosotros? ¿Y que demonios está haciendo?
Ron iba a contestarle, pero la puerta se abrió, dando paso a los compañeros de habitación de Ron, que querían las respuestas que no habían obtenido en el andén. Ron y Hermione les dijeron lo que habían acordado con la Orden: que Harry se había ido para superar la muerte de un familiar muy querido y que no sabían donde estaba, pero que les mandaba cartas de vez en cuando diciéndoles que estaba bien y que por algún tiempo necesitaba seguir solo. Neville en seguida supo que cuando decían "un familiar muy querido" se referían a Sirius, pero tuvo la sensatez de no decir nada. Lo ocurrido en el Departamento de Misterios era un secreto que sólo conocían los que estuvieron ahí. Neville se quedó con ellos en ese compartimiento el resto del viaje, así que Ron y Hermione no pudieron seguir discutiendo sobre Harry. Poco después de pasar el carrito de la comida (la mujer que lo llevaba se sorprendió un poco al ver que Ron no compraba nada, se acordaba perfectamente de que siempre había arrasado con todo lo que le quedaba), llegaron Ginny y Luna Lovegood. A Ginny parecía no hacerle mucha gracia estar ahí, así que supusieron que la había arrastrado su amiga de Ravenclaw. Estuvieron recordando lo ocurrido a final del curso pasado, pues todos ellos acompañaron a Harry al rescate de Sirius. Luna a penas había cambiado. Había crecido un poco, y ya empezaba a apuntar que no tardaría a ser una mujer hecha y derecha. Incluso se la podría considerar hermosa, de no ser por esa mirada perdida, como de no saber muy bien donde estaba o por qué. Pero en cuanto a sus rarezas, que eran su marca distintiva, no había cambiado lo más mínimo. Seguía llevando a todas partes un ejemplar de El Quisquilloso, del que su padre era editor, y hablando de cosas que, según Hermione, no eran más que absurdos cuentos para niños. Pero ese año se calló su opinión, pues si molestaba a Luna, Ginny también se iría y parecía que poco a poco empezaba a tratarles con normalidad. Por supuesto, en algún momento del viaje u otro, todos los miembros del Ejército de Dumbledore se pasaron por allí para preguntar por Harry. El ED era un grupo formado por alumnos de todas las casas, excepto Slytherin, que habían aprendido bajo la tutela de Harry todo lo que éste podía enseñarles sobre Defensa Contra las Artes Oscuras. En su quinto curso habían tenido de profesora a Umbridge, una espía del ministerio cuya misión era la de asegurarse que los alumnos no aprendían nada que luego pudiera usar Dumbledore contra el Ministerio. La idea de que Dumbledore pudiera intentar algo contra el Ministerio era absurda para todo el mundo, excepto para Fudge, que se negaba a aceptar la palabra de Harry y Dumbledore de que Voldemort había regresado. Durante el año anterior hizo todo lo que estuvo en su mano para entorpecer a Dumbledore y desacreditarlos tanto a él como a Harry, y por eso, al salir a la luz que estos tenían razón en todo lo que habían dicho, Fudge había sido destituido y ahora tenían elecciones. Pero no todas las visitas habían sido tan agradables. No les faltó la visita habitual de Draco Malfoy, el alumno con el que peor se llevaban todos los Gryffindor de su curso, en especial Harry y sus amigos.
- Mirad, el pobretón y la sangre sucia están tristes por que les falta el cabeza rajada- dijo Malfoy arrastrando las palabras y soltando una risotada. Era un chico de cabello rubio y lacio, aunque la barbilla ya no era tan puntiaguda como antes. Quizá fuera sólo efecto de la perilla también rubia que se había dejado.
- Si esperabas que eso- dijo Hermione señalando a su barbilla- te diera un aire más sofisticado, Malfoy, solo has conseguido parecer más pedante.- Todos estallaron en una sonora carcajada, incluso Ron, que de no ser por la rápida respuesta de su amiga, le habría partido la cara. El aludido contrajo la cara con odio, pero se recompuso en seguida y detuvo a sus gorilas, que ya avanzaban haciendo crujir sus nudillos, amenazantes.
- Creí que querríais tener noticias de Potter, pero si no es así mejor nos vamos.- dijo con una sonrisa malévola.
- Tú no sabes nada de Harry- le dijo enfadada Ginny. Malfoy la miró contento, ya había averiguado lo que quería. Ninguno de ellos sabía nada de su amigo. Pero quiso seguir divirtiéndose a su costa, así que le dijo a Ginny:
- Quizá si, quizá no. ¿Por qué no vienes con nosotros y lo averiguas? Si nos haces pasar un buen rato incluso podrías ganar un par de knuts.- Estaba claro lo que estaba insinuando, y Ron no estaba dispuesto a tolerar que le llamaran eso a su hermana. Pero para su sorpresa, Neville fue aún más rápido.
- ¡Desmaius!- gritó. Malfoy salió despedido hacia atrás, empujando a Crabbe y Goyle, sus eternos guardaespaldas. Aprovechando la distracción, Ron y Ginny aturdieron también a estos y entre todos los llevaron a un compartimiento vacío y los dejaron ahí tirados.
- Gracias, Neville- dijo Ginny, sonriéndole. El pobre chico se puso como un tomate y murmuró que no era nada. Después volvieron a sus asientos y se pusieron las túnicas. Faltaba muy poco para llegar. El resto del camino Ginny se comportó con tanta normalidad cómo les permitía a todos la ausencia de Harry. Incluso decidieron ir todos en el mismo carruaje hasta Hogwarts. La pelea con Malfoy parecía haber arreglado las cosas entre ella y los dos amigos.
En la estación de Hogsmeade no tardaron en oír el grito de Hagrid de "¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí!" pero ni con la mitad de ánimo que de costumbre y casi sin prestar atención, pues le veían buscar a alguien entre el gentío, como si él fuera a aparecer por ahí como si nada. Estaba claro que también estaba preocupado por Harry. Cuando su mirada se posó en el grupo de amigos, les esbozó una sonrisa, quizá tratando de infundirles ánimos, pero no esperó a que le saludaran y siguió buscando. Tristes por su enorme amigo, se dirigieron a los carruajes que les llevarían hasta el castillo. Para algunos, como Ron, Ginny y Hermione, parecían ir solos, pero Neville y Luna veían lo que todos sabían, que estaban tirados por unos caballos alados llamados threstals. En esos animales huesudos y con piel parecida a la de un dragón se habían dirigido unos meses atrás a la trampa que Voldemort tendió a Harry en el Ministerio. La trampa por la cual estaba ocurriendo todo aquello. La trampa en la que murió Sirius.
- Están ahí, ¿verdad?- dijo Ginny.
- Sí- respondió tranquilamente Luna, mientras que Neville se limitaba a asentir en silencio.
- Si no hubieran aparecido en ese momento…
- Harry hubiera ido de todas formas, Ron.- dijo Hermione.- No se hubiera quedado aquí mientras pensara que Sirius corría peligro. Hubiera encontrado la forma de hacerlo. Harry siempre encuentra la forma. Y nosotros le hubiéramos ayudado.
- ¿Por qué tanto drama?- preguntó con su vocecilla Luna, mirándola intrigada.
- ¿Qué por qué tanto…? ¿Pero que no has escuchado nada en el tren? ¡Harry se ha ido para olvidar lo ocurrido ese día!
- No- dijo Luna sin inmutarse. Hablaba con voz soñadora, como siempre, pero con una seguridad que asombró a todos.- El último día hablamos. Le dije que su padrino no había desaparecido, que algún día volvería a verlo, como yo a mi madre, y él lo entendió. No creo que él quiera olvidar nada, creo que quiere recordarlo muy bien para que no vuelva a ocurrir.
- Lo que sea…- dijo Ginny, que aún creyendo en lo más hondo de su corazón que tenía razón, estaba molesta por la indiferencia con la que lo decía.- El caso es que está solo y desprotegido.
- Luego le preguntáis- fue la simple respuesta de la Ravenclaw, y subió al carruaje. Después de un momento en que todos cruzaron miradas para decirse "está loca" en silencio, la siguieron y no dijeron más mientras el carruaje les llevaba hacia la ceremonia de bienvenida.
El Gran Comedor no estaba, como de costumbre, decorado con los estandartes de las cuatro casas. El único estandarte que se veía por todas partes era el escudo de Hogwarts, como recordatorio de las palabras del profesor Dumbledore y el sombrero seleccionador: "Hay que estar unidos". Por lo demás, las cuatro mesas, con su vajilla de oro, y el techo encantado, que en esos momentos mostraba un cielo despejado plagado de estrellas, seguían igual que siempre. Todos los alumnos fueron tomando asiento en sus respectivas mesas. Luna, que era de Ravenclaw, se despidió de ellos y se sentó entre sus compañeros de casa. Cuando Ron y los demás se instalaron en su mesa, miraron inmediatamente, en un gesto que les era ya automático, a la mesa de los profesores. Por supuesto, buscaban una cara nueva, la del profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. La asignatura continuaba con su maldición de deshacerse de un maestro después de otro. Ninguno de los alumnos ahí presentes había tenido nunca el mismo profesor dos años consecutivos. Se fijaron en que las caras de todos los profesores reflejaban preocupación mientras hablaban entre ellos, al tiempo que iban lanzando miradas furtivas a los alumnos que entraban por las puertas. Probablemente hablaban de la misma persona a la que estaban esperando ver entrar, Harry. Pero había un profesor que no parecía nada contrariado, al contrario, mostraba una sonrisa que los chicos solo le habían visto cuando le ponía un cero al alumno que más odiaba, el hijo de su peor pesadilla cuando él mismo era alumno en ese mismo colegio, al que él llamaba "ese engreído de Potter". Era Severus Snape, el profesor de Pociones y jefe de Slytherin. Pero en la mesa solo había dos sillas desocupadas, las de McGonagall, que esperaba a los de primer año para guiarlos en su selección, y la de Hagrid, que les estaba acompañando en su travesía a través del lago. No había ninguna cara nueva.
- No lo entiendo. Falta un profesor- dijo Hermione.
- ¿Es que nadie va a darnos Defensa Contra las Artes Oscuras?
- Eso es imposible- negó Neville.- Es la clase más importante de todas ahora que ha regresado- añadió en un susurro.
- Quizá venga más tarde, Ginny- propuso Ron.
- No, Ron. En ese caso al menos habrían dejado una silla vacante.
- Shhh. Ahí está Hagrid. La selección está a punto de empezar.
El Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts y profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas acababa de tomar asiento, y un momento después apareció McGonagall, llevando en sus manos un taburete sobre el que descansaba un viejo y raído sombrero, y seguida por una fila de asustados niños de primero. Cuando estuvieron todos en fila delante de la mesa de los profesores y McGonagall hubo puesto el taburete enfrente de todo el mundo, la rasgadura que pasaba por boca del sombrero se abrió y entonó una canción.
Os dije el año pasado
algo que debe ser recordado:
"Yo conozco los peligros, leo las señales,
las lecciones que la historia nos enseña,
y os digo que nuestro Hogwarts está amenazado
por malignas fuerzas externas,
y que si unidos no permanecemos
por dentro nos desmoronaremos."
Este año voy más lejos
porque yo sé lo que me digo.
Uno de nosotros se ha escondido
no por miedo o vencido,
pues sus hombros cargan responsabilidad
como nadie aquí a conocido.
No debéis tan sólo uniros,
también…
Pero algo que no había pasado nunca en la vida de ningún presente ocurrió: la canción del sombrero seleccionador fue interrumpida. Las puertas del Gran Comedor volvieron a abrirse de golpe y con escándalo. La figura de alguien que no esperaban apareció por ellas con paso majestuoso. Todos, tanto alumnos como profesores, se quedaron de piedra al ver quién osaba perturbar la selección.
