Disclaimer: Yo solo corto y pego. Nada de nada es mío. Excepto los discaimers. Esos si son míos. Que nadie los copie o le denuncio por derechos de autor ;-)


VII

Reuniones y discusiones

Parte 2

De los cinco, el único que se durmió en seguida fue Harry. En la habitación de las chicas de sexto curso, Hermione repasaba lo mucho que había cambiado su amigo en tan poco tiempo. No solo había recuperado la alegría de sus primeros años en Hogwarts, antes de que Voldemort reapareciera, y antes de que Sirius se fuera, pues realmente hacía mucho tiempo que no veía a Harry tan… ¿Despreocupado? Sí, quizá era esa la palabra que buscaba. También había cambiado físicamente, y mucho. Dejando de lado lo obvio, lo único que habrían visto aquellos que no lo conocían de verdad, que era lo que podría llamarse "look Sirius-Recién-Salido-De-Azkaban", había cambios más sutiles. Aunque no tan alto como Ron, Harry había crecido mucho, más de lo normal para solo dos meses sin verle. Claro que podía deberse a una distorsión de su percepción, ya que llevaba tanto tiempo viéndole sólo en sus recuerdos, repasando cada momento que habían pasado juntos, que la imagen que quedaba en su memoria era una mezcla de todos esos Harrys, desde los once años hasta los quince. Lo que sí había cambiado sin duda era su constitución. Aunque seguía siendo muy delgado, quizá más que la última vez que le vieron, al abrazarle había podido notar que debajo de la andrajosa ropa no había sólo piel y hueso, ni el cuerpo blando de un niño. Fuera lo que fuera que había vivido durante ese verano, le había puesto en forma, transformando la poca carne que cubría sus huesos en músculo. Quizá Crabbe y Goyle fueran mucho más corpulentos, e incluso Ron aparentaba ser mucho más robusto que su amigo, pero había algo en Harry que parecía hablar de pura fuerza contenida. Quién no le tomara en serio, podía llevarse una desagradable sorpresa.

Los cuatro compañeros de Harry, que habían llegado a conclusiones similares, fueron quedándose dormidos uno a uno. Harry, en cambio, se despertó al cabo de un rato, con los delgados pero fuertes músculos que Hermione había notado al abrazarle completamente marcados por la tensión. Había vuelto a contactar con Voldemort, que acaba de ser informado de que Harry Potter había aparecido al fin en Hogwarts, prácticamente irreconocible. Volvió a tumbarse sin hacer ruido, normalizando su respiración con hondas inspiraciones, y volvió a dormirse poco después.

Harry había desarrollado una nueva habilidad durante ese verano, a parte de una forma física envidiable. Una que haría que Alastor Moody, auror y miembro de la Orden del Fénix, le sonriera paternalmente y le diera palmaditas en la espalda henchido de orgullo. Esa habilidad era una especie de sexto sentido, gracias al cual podía dormir en lo que el viejo Ojoloco llamaría "estado de alerta permanente", con todos sus sentidos aguzados al límite, dispuestos a despertarle a la menor señal de peligro, ya fuera físico o un nuevo intento de Voldemort de penetrar en su mente. Fue así como, tan pronto los muelles de la cama de Ron crujieron, los ojos de Harry estaban ya abiertos y su mano sostenía su varita con fuerza.

Escuchó en silencio hasta que comprobó que lo que oía no era nada más que su amigo Ronald Weasley vistiéndose. Estaba a punto de hacer un comentario burlón acerca de la hora cuando se dio cuenta de que no era normal en su amigo levantarse tan temprano. Si prestaba atención, algo en la forma deliberadamente lenta y cuidadosa en que su amigo se movía por la habitación le daba el aire furtivo de un ladrón. Decidió mantenerse en silencio y esperar a ver qué ocurría. Cuando Ron salió de puntillas por la puerta, Harry salió de su cama y fue a su baúl donde, ahora que había ensanchado mágicamente su interior, tenía todas sus pertenencias en perfecto orden. En su escondite no tenía medios para lavar su ropa, por eso había llevado la misma ropa hasta que prácticamente se caía a pedazos, para tener ropa en buen estado cuando volviera. Se cambió a toda prisa y bajó sin hacer ruido, oyendo susurros en la sala común. Se detuvo antes de llegar abajo y escuchó con atención.

- …pertarla y ahora baja. –Era la voz de Hermione.

- Bien. –contestaba Ron. –Estooo… No quiero meterte prisa ni nada de eso, pero…

- Te dije que cuando lo supiera te lo diría, Ron.

- Ya… ya lo sé… Pero ya ha vuelto y me preguntaba…

- Estaba más preocupada por saber si estaba bien que por si siento algo por él o no –Harry se quedó boquiabierto. ¿Hermione sintiendo algo por él? ¡Y Ron estaba preguntándole abiertamente lo que sentía! Harry se dio cuenta que no era el único que había tomado decisiones. ¿Era posible que Ron hubiera tenido el valor de…? No podía creérselo. –Ron, por favor. No me presiones. Dijiste que esperarías a que pudiera darte una respuesta clara. ¿Es que no te alegras de que esté de vuelta?

- ¡Claro que sí! Es y será siempre mi mejor amigo. Pero la incertidumbre me carcome… Es incluso peor que los celos… -Ahora no había duda, Ron le había dicho a Hermione lo que sentía por ella. ¡Ya era hora! Harry se alegró de que su amigo hubiera sido sincero al fin. Pero todo aquello sobre él… No podía ser. Hermione y él sólo eran amigos, ¿no? Claro que Hermione era bonita, pero él nunca se lo había planteado si quiera. Oyó pasos que bajaban por la escalera de las chicas.

- ¿Para qué me has hecho levantar tan temprano? –dijo una voz somnolienta. –OH. ¿Tú también?

- Bueno días, hermanita –dijo Ron con un leve temblor en la voz, temiendo que les hubiera oído hablar.

- Quería discutir un par de cosas antes de que despierte Harry. Para ponernos de acuerdo.

- Y ¿en qué nos tenemos que poner de acuerdo sin que se entere Harry? –dijo cortante Ginny.

- En quién le cuenta vuestro… asuntillo, por ejemplo –repuso Hermione tranquilamente. Pero se hizo un silencio que hizo pensar a Harry que los otros dos no se lo tomaban con tanta calma. Podía imaginarse perfectamente a Ron mirando nerviosamente de una a otra, y a Ginny cortada. Esperó a que continuaran hablando, pues le intrigaba mucho qué asunto sería ese. Pero para decepción suya, Ginny contestó con un simple:

-Yo lo haré. Fue idea mía, después de todo. ¿Algo más? –A juzgar por el tono en que hablaban, parecía que era un tema delicado para él, que esperaban que se tomaría mal.

-Sí. Recordad lo que ocurrió con la manecilla del reloj. Aunque aceptemos la hipótesis de Dumbledore como cierta, que yo no estoy segura, aún tenemos que averiguar cual era ese peligro mortal en que estaba. Tengo la sensación de que Harry… no quiero pensar que nos mintiera, pero… al menos nos ocultó cosas. Estoy segura.

- Cierto. Ha tenido que hacer algo más que esconderse, porque está más…

- Fuerte –dijeron las dos chicas a la vez. Se hizo un nuevo silencio. Si Harry seguía conociendo a su amigo, ahora mismo éste estaba otra vez mirando de una a otra, pero con el ceño fruncido. Harry sonrió levemente a su pesar. No soportaba que hablaran a su espalda, aunque se lo hubiera ganado él solito, pero las reacciones de su amigo Ron con Hermione y Ginny cuando estas elogiaban a algún chico siempre le habían resultado graciosas. Se le borró la sonrisa cuando recordó que, esta vez, el chico en cuestión era él. Ron carraspeó.

- ¿Y todo eso de la profecía? Si Dumbledore se lo contó después de que Sirius… ¿por qué no ha dicho nada hasta ahora?

- Ya le oíste. No está preparado para hablar de ello –le defendió Ginny.

- Antes nos lo explicaba todo. –La voz de Ron sonaba un poco dolida.

- Debe ser algo gordo. Al fin y al cabo, trataba de él y Voldemort. Por-amor-de-Dios-Ron-acostúmbrate –se exasperó Hermione. – Pero tienes razón, antes nos lo hubiera contado. O al menos nos hubiera dicho que él sabía lo que decía, aunque no estuviera preparado para dar detalles.

- Eso lo hizo ayer. Y también se sentía culpable por habernos puesto en peligro. Quizá no se atrevió por eso –volvió a defenderle Ginny.

Harry se hartó de escuchar a escondidas, así que subió unos cuantos peldaños más sin hacer ruido, para volverlos a bajar pesadamente. Cuando llegó al final los tres le miraban asustados.

-¿Qué hacéis aquí los tres? –se hizo el sorprendido. Luego frunció el ceño y añadió –¿Hablando de mí a mis espaldas?

- ¡No! No es eso, nosotros… -Ron no supo continuar, pero Hermione, con su habilidad habitual, lo hizo por él.

- Estábamos hablando del nuevo torneo. Como prefectos tenemos la obligación de estar preparados para resolver las dudas de los demás.

- ¿Nuevo torneo? –Esta vez la sorpresa era real. – ¿Qué nuevo torneo?

- Pues… -empezó Ron, agradecido por la excusa que había inventado su amiga. Pero Ginny le cortó mirando a Harry con suspicacia.

- ¿Y qué haces tú levantado? ¿No estabas tan cansado?

- Me despertó una pesadilla –inventó Harry. Y sabiendo que así cambiarían su sospecha por compasión, torció el gesto como dolido y añadió –Sueño a menudo con lo que ocurrió en aquella sala del velo. Al volver de lavarme la cara he visto el pijama de Ron encima de su cama vacía y me he cambiado para ir a buscarlo. Pero ¿qué era todo eso del torneo?

- Han suspendido el quidditch por considerar que fomenta la rivalidad entre las casas y lo han sustituido por un torneo de duelos –dijo Ron con fastidio.

- La rivalidad entre las casas existirá siempre, hagan lo que hagan –repuso Harry indiferente.- Forma parte de Hogwarts. Pero hay que reconocer que es una idea genial.

- ¿QUÉ? –exclamaron los dos Weasley. Ellos esperaban que Harry se indignara como ellos al enterarse de que se había suspendido el quidditch, ya que amaba ese deporte, y todo lo relacionado con volar en su saeta de fuego, por encima de cualquier otra cosa.

- No me malinterpretéis. Sigo adorando el quidditch, pero con los tiempos que corren creo que es mucho más útil un torneo de duelos. Con esa excusa consiguen que un montón de gente se prepare para lo que puedan encontrarse por ahí.

- Es lo que yo les decía –repuso Hermione, contenta de que, por una vez, Harry manifestara abiertamente una opinión como la suya, en vez de ponerse del lado de Ron aún sabiendo que ella tenía razón, que es lo que acostumbraba a hacer.

- Mujer, también tienes que entenderles a ellos. Yo ya llevo 5 años, bueno, eso si no tenemos en cuenta las largas temporadas en la enfermería, el torneo de los Tres Magos y la expulsión del año pasado… en el equipo. He podido disfrutarlo en un montón de ocasiones. Ellos entraron el año pasado, y Ginny en una posición que no le gustaba. Es completamente comprensible que se guíen por el corazón y no por lo racional. –Hermione se quedó perpleja, al igual que los dos pelirrojos. Fue Ron el primero en lograr cerrar la boca.

- ¿Desde cuando eres tan… tan…?

- Maduro –dijo Ginny con una sonrisa y un leve rubor en las mejillas.

- Con todo lo que he pasado a lo largo de mi vida, cabría esperar que lo hubiera sido mucho antes –respondió Harry con una franca sonrisa. Después se puso mortalmente serio y la tristeza asomó fugaz en sus ojos esmeralda. –He pagado un precio muy alto para aprender a no ser impulsivo. Me ha hecho falta perder a Sirius y no tener a nadie más con quien hablar que conmigo mismo durante una buena temporada para lograrlo. –Todos se quedaron en silencio, incapaces de mirar a su amigo a la cara. Sin embargo, él volvió a sonreír. –Pero alguien me enseñó que no hay que entristecerse por los que se han ido, pues volveremos a verles. Me ha costado asimilarlo, pero ahora comprendo que hay que seguir adelante hasta el momento en que nos reunamos de nuevo.

- ¿Quién? –preguntó Ginny interesada.

- ¿Quién qué?

- ¿Quién fue el que te enseñó eso?

- Ah. Fue Luna.

- ¿Cuándo?

- El último día de curso. –Ginny se calmó. Por un momento había pensado que Harry sí había estado en contacto con ella durante el verano. Recordaba cómo estaba de tranquila con la noticia de la desaparición de Harry y lo segura que parecía de que podrían verle pronto. - ¿Cómo está? Tengo que preguntarle si ella y su padre lograron encontrar a los snorkacks de cuernos arrugados –añadió con una sonrisa, haciendo que Ginny sintiera una punzada de celos.

- No existen, Harry –se exasperó Hermione, poniendo los ojos en blanco. –Ya sabes que está un poco chiflada.

- Jajajaja… ¿Quién sabe, Hermione? A mi me han considerado un chiflado un montón de veces y al final siempre he tenido razón.

Y así, hablando de cosas sin importancia, acompañaron a Harry a dejar las solicitudes para cursar las asignaturas que quería en el despacho de McGonagall y bajaron a desayunar.

Cuando el Gran Comedor empezó a llenarse ellos hacía rato que habían terminado, pero tenían que esperar a que llegaran todos los Gryffindor, pues los prefectos eran los responsables de repartir los horarios. Aprovecharon para hablar del torneo de duelo, del que Hermione, Ron y Ginny se habían informado mientras esperaban nerviosos que Harry volviera del despacho del director. El anuncio rezaba:

"REGLAS PARA LOS PARTICIPANTES DEL TORNEO DE DUELO:

El torneo estará dividido en dos categorías: júnior y sénior. Se considera de categoría júnior a los alumnos de segundo a cuarto curso y de sénior a los alumnos de quinto a séptimo. Los alumnos de primer año no podrán participar en la competición, pero aquellos que lo deseen y obtengan el permiso firmado de sus padres podrán participar en unas clases especiales impartidas por el profesor Flitwick (antiguo campeón del Club de Duelo de Hogwarts) la mañana antes de cada jornada. La competición se organizará de la siguiente forma:

Los enfrentamientos se celebrarán en el campo de quidditch y siempre en sábado, de forma que las posibles consecuencias de los duelos interfieran lo menos posible en el transcurso normal de las clases.

Los enfrentamientos serán arbitrados por el profesor Flitwick.

Los emparejamientos se decidirán a suertes pero evitando encuentros entre miembros de distinto curso siempre que sea posible. En caso de que no se pueda evitar, se emparejará siempre dando preferencia a que la diferencia sea la menor posible.

El duelo seguirá las normas dictadas en "El libro del mago honorable" (Godric Gryffindor, año 999), es decir, se partirá del mismo punto, espalda contra espalda, y se darán diez pasos antes de detenerse. No encararán a su oponente hasta el momento en que el árbitro dé la señal de volverse, momento a partir del cual serán libres de actuar como crean oportuno.

Todos los hechizos y maldiciones están permitidos, a excepción de cualquiera de las maldiciones imperdonables o cualquier ataque, del tipo que sea, que ponga deliberadamente en peligro la vida del contrincante o pueda causar daños irreversibles. A pesar de que en "El libro del mago honorable" se la considere un "comportamiento bárbaro e indigno de un caballero", la "lucha muggle" está permitida.

Cualquier infracción del reglamento comportará la inmediata descalificación, además de posibles castigos, según la gravedad de la falta.

El duelo se dará por terminado cuando uno de los participantes admita su derrota o se vea incapacitado para continuar. El árbitro será el encargado de decidir si se está capacitado, no el propio alumno, y podrá detener el encuentro en el momento, y por la causa, que crea oportuno.

Las solicitudes para participar deberán entregarse, debidamente rellenadas, al jefe de su casa. El plazo será de una semana para la categoría sénior y de quince días para la categoría júnior. Para los participantes de la categoría júnior será OBLIGATORIO presentar además la autorización paterna firmada.

Profesora M. McGonagall

Subdirectora"

- Lo malo es que es una competición individual –dijo Ron. –Quizá tengamos que enfrentarnos entre nosotros.

- Mejor –contestó Harry sorprendiéndoles a todos. –Si no fuera así sería muy aburrido. ¡Eh! No me miréis así. Para que esto sea útil de verdad hay que enfrentarse con alguien que sepa defenderse decentemente. Sólo vosotros, y quizá el resto del ED, sois dignos de tener en cuenta. El resto dudo que esté preparado para un duelo serio.

- Supongo que tienes razón, pero…

- ¿Te preocupa que nos enfrentemos por si nos haces daño o por si te dejamos en ridículo? –se burló Ginny de su hermano.

- ¡Oye! Yo… -se indignó éste.

- Basta los dos –intervino Hermione. –Harry tiene razón. Si queremos que nos sirva de entrenamiento tenemos que ponernos serios sea quién sea el contrincante, y cuanto más difícil mejor.

- Creo que no me has entendido –dijo Harry frunciendo el ceño. O eso les pareció, porque con tanto pelo era difícil distinguir algo más que su nariz y un atisbo del verde de sus ojos. –Después de lo ocurrido en el Ministerio, no podéis pensar en serio que este torneo sirva para entrenar, ¿no?

- Pero tú has dicho que para que fuera útil…

- Me refería útil para los demás, Hermione. Aunque seguro que todos intentan prepararse lo mejor posible para el torneo, no tienen ni idea de cómo es una verdadera pelea, en la que pones tu vida en juego. Decía que resultaría útil ver nuestros enfrentamientos como ejemplo para los afortunados que han vivido lejos de los problemas y los peligros hasta ahora. En cuanto a nosotros… Se mejora muy poco enfrentándote a tus iguales. La única forma de progresar de verdad es luchando con una clara desventaja… –Harry dijo esto último casi en un murmullo, como para sí mismo. En ese momento llegó Neville, que se dejó caer pesadamente en la silla al lado de Ginny, acalorado por bajar a toda prisa.

- ¡Me he dormido! –dijo. Y mirándoles con reproche añadió –Podríais haberme esperado. No habréis continuado sin mi, ¿no?

- ¿Continuar qué? –preguntó Harry, sorprendido de nuevo por la resolución que mostraba Neville en formar parte del "equipo".

- Con lo de… ya sabes –Miró a su alrededor para comprobar que no hubiera nadie escuchando y bajó la voz. – Con lo de ayer.

- Mira, Neville. Agradezco de verdad que te preocupes por mí, pero…

- No vas a mantenerme al margen, Harry. –Neville estaba más serio de lo que nunca lo habían visto. –Os acompañé al Departamento de Misterios. Sé que no fui de gran ayuda y que seguí metiendo la pata como siempre, pero estoy decidido. Bellatrix Lestrange volvió locos a mis padres, y si me quedo a tu lado volveré a encontrarla, seguro. Voy a vengarlos aunque sea lo último que haga. Si hace falta me pegaré a ti todo el tiempo, así que mejor acéptame y ayúdame a estar listo. Por favor –añadió en el último momento, con una mirada de súplica lastimera que hizo volver al antiguo Neville. –Incluso he estado entrenando en verano. No podía usar magia, pero he hecho régimen y ejercicio a diario, para dejar de ser tan torpe. Por favor, Harry.

- Está bien, Neville. Pero ya sabes lo que significa estar conmigo. Cualquiera que esté cerca de mí está en peligro, pues el peligro siempre sabe donde encontrarme. Y qué decir de las normas. Tienes que estar dispuesto a saltártelas en cualquier momento, porque por mucho que me lo proponga, al final siempre tengo que romper unas cuantas. ¿Estás seguro, Neville? En cuanto te pongamos al día de lo que sabemos, no habrá vuelta atrás, serás uno de los merodeadores.

- ¿Desde cuándo somos los merodeadores? –preguntó divertida Ginny.

- Cierto. No os lo he comentado aún, pero he pensado que, aunque no seamos animagos, nos hemos metido en suficientes líos como para merecernos el nombre. Pero deja a Neville que decida y luego hablamos de los merodeadores originales. ¿Qué dices, Neville?

- Lo que haga falta, lo haré. Sea lo que sea. Estoy con vosotros.

- Bien.

Durante lo que quedaba de desayuno, Harry, con la ayuda de Ron y Hermione, puso al día a los otros dos acerca de los merodeadores. Contaron cómo James Potter, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew se hicieron amigos, que eran buenos estudiantes pero muy bromistas, que siempre andaban saltándose las normas por diversión, y que, para acompañar a Lupin durante sus transformaciones en hombre lobo, los otros tres se convirtieron en animagos ilegalmente. También que ellos habían creado el Mapa del Merodeador, un plano que mostraba todo el colegio, con todos los pasadizos ocultos y entradas secretas que habían descubierto, y a las personas que estaban en él. Para cuando terminaron de contar todo esto, las clases estaban a punto de empezar. Hermione se había levantado durante el relato y se había encargado ella sola de repartir los horarios.

- ¡Genial! ¿Has visto esto, Harry? Sólo tenemos tres clases dobles al día, el viernes solo dos… los martes, jueves y viernes no empezamos hasta las diez… unas tres horas libres diarias antes de la cena… ¡Es el mejor horario que hemos tenido nunca! –Ron estaba exultante. Tenía una enorme sonrisa, como no la había tenido en mucho tiempo. Su mejor amigo estaba de vuelta, las clases empezaban y todo volvería a ser como siempre, y para colmo tenían más tiempo libre que nunca.

- Hombre, es normal. Nos hemos librado de cuatro asignaturas.

- Yo de vosotros no esperaría vaguear en esas horas. Seguro que las necesitaréis para llevar los deberes al día.

- No seas aguafiestas, Hermione –la reprendió Ron. –¿Y tú que tal?

- Bueno, yo al final sólo he dejado herbología y astronomía, así que mi horario está algo más apretado, pero espero poder con todo. Y ahora será mejor que vayamos tirando, que tenemos a McGonagall en cinco minutos.

Durante la doble hora de Transformaciones, la profesora McGonagall les explicó que lo único que les quedaba por aprender en su asignatura eran los hechizos comparecedores, que eran extremadamente difíciles, y la transformación humana, y que les llevaría prácticamente esos dos años dominarlo todo bien. También les advirtió que una vez superados los timos suponía que los que habían decidido tomar sus clases era para trabajar dura y seriamente, porque el nivel de exigencia sería aún mayor que el del año pasado. Y para rematar, pasaron el resto de la clase repasando los hechizos desvanecedores, que eran los más difíciles que habían aprendido hasta el momento. Hermione salió de clase con prisas por llegar a tiempo a la clase de Historia, mientras que Ron, Harry y Neville decidieron ir a dar un paseo por los terrenos hasta que la clase de Pociones empezara una hora más tarde.

Durante el paseo, Harry y Ron estuvieron contando al nuevo miembro del equipo todas las aventuras que habían vivido desde su llegada a Hogwarts. Neville ya las conocía por encima, como el resto del colegio, pero no dejaba de sorprenderse al oír los detalles de cómo habían descubierto la piedra filosofal y quién era el que la buscaba, de cómo encontraron la Cámara de los Secretos, de cómo descubrieron la inocencia de Sirius Black y le ayudaron a escapar… De lo ocurrido en los dos últimos cursos ya estaba mejor enterado, pero se horrorizó al saber que Harry y el Señor Tenebroso estaban vinculados por la cicatriz que tenía el chico en la frente, y que a veces podía entrar en su mente y saber de qué humor estaba. Al final decidieron ponerle también al corriente de la Orden del Fénix, aunque no revelaron donde estaba su cuartel general ni quienes la componían. Para cuando terminaron de hablar, Harry y Ron tuvieron que correr para no llegar tarde a Pociones, mientras que Neville se dirigía tranquilamente a los invernaderos de Herbología. En sus habituales sitios al final de la clase los esperaba Hermione, que había reservado dos asientos y les miraba irritada por tener que esperarles.

- Silencio. –Snape entró en clase con el brío acostumbrado y su, también acostumbrada, cara de disgusto. Les miró uno a uno con desprecio, deteniéndose un poco más en Harry para poder lanzarle la mirada de odio que reservaba sólo para él, y una vez hubo terminado el reconocimiento, empezó a hablar paseando lentamente ante los alumnos. –A partir de ahora veremos las pociones más difíciles de todas, incluso algunas que necesitan del permiso del Ministerio para poder usarse, como la poción Veritaserum –mirada de odio para Harry, -y practicaremos algunas que hasta ahora sólo habíamos visto en la teoría, como la multijugos. El nivel de exigencia será más alto que nunca, pero aquellos que han accedido a estas clases por sus propios méritos –nueva mirada de odio a Harry, al que le resbalaba lo que el profesor opinara de su derecho a estar ahí, -no deberían tener excesivos problemas para seguir el ritmo. Ahí tienen las instrucciones –hizo un floreo con su varita y las instrucciones de una complicadísima poción de reabastecimiento de sangre, -y ahí los ingredientes –con otro movimiento de su varita se abrió el armario de los ingredientes.

La poción era realmente difícil, incluso Hermione, que nunca había tenido muchos problemas con las pociones, lo estaba pasando mal. La dificultad de esa poción no radicaba solo en la exactitud milimétrica con que debían prepararse los ingredientes, sino también en el poco tiempo que había entre un paso y el siguiente de las instrucciones, haciendo que tuvieran que luchar contra los nervios para no equivocarse en nada. Justo cuando la clase estaba a punto de terminar, en el momento más delicado de la preparación, Harry notó al fin la presencia de su odiado profesor a sus espaldas, mirando por encima del hombro. Pero Harry había aprovechado muy bien el verano. Además de estudiar tenazmente todo lo dado en los cursos anteriores, había imitado a Hermione y había estudiado por adelantado lo que darían en los cursos siguientes. Gracias a eso, y a que ya no se dejaba desconcentrar tan fácilmente como antes, su poción estaba tan bien como la de Hermione. Al ver que no podía recriminar su trabajo, Snape intentó perturbarle para que cometiera un error en esa fase tan crítica.

- Menuda entradita, ¿eh, Potter? –Susurró en su oído. –Se creerá muy bueno por haberme cogido desprevenido, pero le aseguro que su, al parecer enorme, reserva de suerte se acabará algún día y terminará recibiendo su merecido. –Al ver que Harry no se alteraba lo más mínimo y seguía realizando la poción a la perfección, empezó con lo de siempre. –Su padre era igual, Potter. Siempre buscando ser el centro de atención, siempre aparentando estar por encima de los demás. –Ningún cambio en Harry, que solo levantaba la cabeza para comprobar las instrucciones. –¿Y ese aspecto, Potter? ¿Tanto admiraba a su padrino que ahora quiere parecer un pordiosero por echarlo de menos? –Un ligero temblor en las manos del chico le mostró que estaba empezando a atravesar sus defensas, pero por desgracia, la campana sonó y tuvo que volver a su mesa a recoger las muestras de las pociones. Harry fue el último en entregarla, sin mirar a la cara a su profesor y se fue hacia la puerta, donde le esperaban Hermione y Ron. Pero Snape le llamó. –Potter, venga aquí.

- Id tirando, nos vemos en el comedor –les dijo a sus amigos y se acercó a la mesa del profesor, con el rostro inexpresivo. Snape cerró la puerta con un movimiento de su varita. – Quiero que sepa que si está usted aquí se debe solamente a la insistencia del profesor Dumbledore y la profesora McGonagall, Potter. No alcanzó la nota requerida y, si fuera por mí, solo habría en mi clase aquellos que realmente se lo merecen.

- Ya me habían informado de ello, profesor. Lamento que mi presencia le moleste tanto –dijo con sorna.

- NO SEA TAN ARROGANTE, POTTER. –Snape se había puesto de pie, rojo de ira, y hablaba soltando pequeños perdigones. En seguida se recompuso y adoptó su habitual voz fría y seca. –A cada día que pasa se parece usted más al engreído de su padre y el inútil de su padrino, rebosante de soberbia. –Al ver que Harry no se alteraba por el comentario, intentó provocarlo de nuevo. –Su necesidad de llamar la atención ha llegado al punto de hacer cualquier cosa, incluso fugarse y pasar el verano escondido en algún mugriento agujero, con tal de salir en los periódicos. ¿Tanto le da la fama que arriesga la vida? Eso sin contar lo mucho que ha preocupado a sus estúpidos amiguitos.

- Mi desaparición no tiene nada que ver con la prensa, profesor. –Nada perturbaba la máscara de indiferencia que llevaba Harry. –Necesitaba estar completamente sólo para llorar a Sirius. –Snape parecía desesperado por encontrar la forma de provocar al chico y se jugó la última carta.

- No vale la pena llorar por alguien como ese desgraciado –dijo con una sonrisa sarcástica. –Tuvo su merecido por no hacer caso a lo que le decían.

- Sirius tuvo la muerte que hubiera deseado, luchando. Estoy seguro de que murió feliz. –Harry miró a los ojos a Snape y con voz calmada, muy sereno, continuó –Profesor, lamento de veras todo lo que mi padre y sus amigos le hicieron pasar cuando eran estudiantes. Después de ver sus recuerdos no puedo más que reconocer que tenía usted razón respecto a ellos. –Snape se sorprendió por la disculpa que le ofrecía su alumno más odiado. –Pero eran sólo unos críos, y al final maduraron. No serían tan malos cuanta tanta gente los echa de menos. Creo que es hora de que deje usted el pasado atrás, que deje de torturarse con las viejas heridas y siga adelante, sin rencor. Se sentirá mejor. –Snape no podía creer lo que estaba oyendo, no lograba salir de su asombro ni encontrar nada que responder. –Y también quiero agradecerle lo que hizo por mis padres y por mi, pues estoy convencido de que usted fue el espía que advirtió a la Orden que estábamos en peligro. Pero sobretodo desearía que pudiera usted, si no olvidar, al menos sí impedir que sus sentimientos entorpezcan mi aprendizaje, porque lo que usted me enseñe podría serme útil para poder acabar con Voldemort algún día. –Fue en ese momento cuando Snape reaccionó, no solo porque Harry había dicho el nombre del Señor Tenebroso, sino también porque al fin Potter volvía a demostrar su arrogancia. Toda la parrafada que había soltado era pura apariencia, en realidad no había cambiado en nada.

- Pensar que puedes acabar con el Señor Tenebroso es lo más arrogante que has hecho nunca, Potter –dijo con desprecio y su típica sonrisa malévola.

- Se equivoca, profesor. No soy yo quien lo cree. Si le dice a Dumbledore que yo estoy de acuerdo, y él tiene verdadera confianza en usted, le contará lo que decía la profecía.

- ¿La profecía? ¿La que el Señor Tenebroso buscaba? –Esta vez Snape no pudo disimular su sorpresa. –Se rompió. Ese estúpido de Longbottom lo hizo, me lo dijo Dumbledore.

- Sí, el registro se rompió. Pero Dumbledore fue quién oyó la profecía de primera mano y aún la recuerda. Si confía en su habilidad como oclumante no creo que se oponga a revelársela si tiene mi permiso. Y ahora, si no me necesita para nada más, me gustaría ir a comer.

- Lárguese –dijo Snape, demasiado ocupado asimilando lo que había escuchado para molestar más a Harry. Pero cuando Estaba saliendo, antes de cerrar la puerta, le oyó decir

- Una cosa más, profesor. –Snape se le quedó mirando sin saber qué más podía haber. –Deje de insultar el recuerdo de mis seres queridos. Si vuelve a hablar de ellos con su sucia boca, le mataré. No lo dude. –Y se fue dando un portazo. Snape estaba clavado en su asiento. Ardía en deseos de ir a comprobar todo el asunto de la profecía, pero quería dejar pasar un tiempo hasta estar seguro de no encontrarse con Harry. La última mirada que le había dirigido… Esa mirada… le había recordado a la persona que más temía. Le había recordado las miradas de Voldemort cuando estaba furioso.

- ¿Ya has dejado de llorar por lo que le pasó a ese perro sarnoso, Potter?

Harry, que iba camino del Gran Comedor crispado por la furia que apenas había podido contener durante su conversación con Snape, se giró lentamente para encontrarse con el propietario de esa voz que arrastraba las palabras, la segunda persona que más odiaba en ese colegio. En realidad, él y Snape se turnaban el primer y segundo puesto según cual se encontraba más cerca, pero cuando la clase de Pociones aún era reciente, casi siempre ganaba Snape. Sus ojos parecían echar chispas cuando contestó.

- Malfoy, me vienes al pelo. Necesito desahogarme, y si mal no recuerdo, tenemos una cuenta pendiente. Snape nos interrumpió, ¿recuerdas?

- Te salvaste por los pelos, Potter. Pero esta vez no hay nadie para ayudarte. –Crabbe y Goyle, sus eternos perros falderos, sonreían mientras hacían crujir sus nudillos amenazadoramente. La cara de Malfoy no mostraba suficiencia como de costumbre, si no puro odio. Harry, en cambio, lo miraba con media sonrisa socarrona. –Por tu culpa mi padre está encerrado y aunque no seguirá así mucho tiempo, vas a pagar por ello.

- Debes considerarte mejor que tu padre, Malfoy, porque él no pudo conmigo. Y tenía compañía más útil que esos dos.

- ¡Te salvaron en el último momento, como siempre! Pero hoy no tendrás tanta suerte. Cuando acabe contigo correrás a esconderte como este verano. ¡Expelliarmus! –Malfoy fue muy rápido. Ya tenía la varita en la mano, y lanzó el hechizo en un instante. Pero Harry aún fue más rápido. Con un fluido movimiento se ladeó, dejando pasar el hechizo apenas a un centímetro de su hombro, al mismo tiempo que sacaba su propia varita y contraatacaba.

- Imperio –dijo casi con desgana. Malfoy, que no esperaba fallar, solo atinó a encogerse, pero la maldición iba dirigida a Goyle, que nada más recibirla sacó su propia varita y la usó.

- ¡Imperio! –La maldición dio de lleno en el otro guardaespaldas del rubio y, antes de que Malfoy entendiera qué ocurría, sus propios compañeros le apuntaban a él con sus varitas.

- No he pasado el verano escondido sin más, dragoncito –se burló Harry rezumando desprecio. –Lo he pasado preparándome para, entre otras cosas, este momento. –Harry tenía una sonrisa divertida y un ápice de locura asomando en sus pupilas. –"Deberías elegir mejor a tus amigos". Creo que era algo así. Te suena, ¿verdad? Me lo dijiste en primero. Creo que ahora estarás pensando exactamente eso de ti mismo. Esos gorilas estarán muy bien para intimidar a los críos, pero tienen tan poco seso que no pueden resistir lo más mínimo una simple maldición. –Malfoy lo miraba furioso, con los ojos brillantes por las lágrimas contenidas. Quizá eran de rabia, quizá de miedo. Probablemente de ambos. Levantó la varita de nuevo hacia Harry, que ni siquiera dejó de sonreír.

- ¡Crucio! –gritaron los dos Slytherin a la vez. Los gritos de Malfoy resonaron por todo el pasillo.

- Que te sirva de lección –dijo Harry y se marchó con paso rápido por si alguien acudía al oír los lamentos del rubio. Poco después de que Harry doblara la esquina, Crabbe y Goyle dejaron de apuntar a su compañero y miraron a su alrededor como si no supieran qué hacían ahí. Se levantó dolorido, y gritando a los otros dos que le ayudaran, se alejaron de ahí lo más rápido posible. Malfoy farfullaba cosas como "nadie debe enterarse de esto" y "me las pagará todas juntas". Crabbe y Goyle se miraban sin entender de qué iba la cosa.

Para cuando llegó al Gran Comedor, a Harry sólo le quedaba media hora antes de la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas con Hagrid, así que se concentró en comer sin participar de la conversación que había en la mesa.

- Ha sido horrible, todos dándonos la charla sobre los TIMOS y todo eso. ¡Y qué cantidad de tareas! Ahora entiendo de qué os quejabais el año pasado –decía Ginny.

- Pues aprovecha, hermanita, porque según nos ha dicho McGonagall este año nos van exigir tanto como en quinto, y para séptimo seguro que aún nos aprietan más.

- Ron, no te quejes que tú al menos tienes algo de tiempo libre –se quejó Hermione. Estaba realmente preocupada, porque además de enfrentarse a clases más difíciles que nunca, por primera vez desde que entró a Hogwarts no traía todos los cursos del libro memorizados. En realidad, debido a la preocupación por el estado de su amigo, a penas había ojeado algunos, y no había abierto ni uno sólo desde su desaparición. Y sin esa ventaja, tenía miedo de no poder mantener el nivel acostumbrado. Tendría que trabajar con más ahínco que nunca.

Ya llevaban un par de minutos esperando frente a la cabaña de Hagrid cuando al fin llegó éste, acompañado, para sorpresa de todos, de un elfo doméstico de grandes orejas y ojos saltones que recorrían nerviosamente a los alumnos. Para los que no habían visto nunca un elfo doméstico era muy extraño, pero los más asombrados eran aquellos que sí conocían a los de su especie, pues este elfo doméstico destacaba sobre cualquier otro gracias a la gran cantidad de gorros, calcetines y bufandas que llevaba puestos uno sobre otros.

- ¡Hola, chicos! –dijo alegremente el profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas. –Os presento a Lobby, un elfo doméstico.

- ¡TÚ! –aulló Malfoy. Lobby dio un pequeño bote y miró asustado al menor de la familia a la que servía antes retorciéndose las manos nerviosamente. El Slytherin empezó a acercársele, apartando a empujones a los que se interponían en su camino. – MALDITO ENGENDRO…

- Cuidado, Malfoy –gruñó Harry bloqueándole el paso, varita en mano. Para asombro de todos, Malfoy se detuvo en el acto, quedándose lívido. Apretando fuertemente los puños, dio media vuelta y volvió a la parte de atrás de la clase, donde se quedó callado mirando con odio al elfo y a Harry alternativamente. Dobby salió disparado a abrazarse a la cintura del Gryffindor.

- ¡Harry Potter, señor! Lobby está muy contento de volver a ver a Harry Potter, señor. –La mayoría observaban la escena sin comprender qué pasaba. ¿Como podían Malfoy y Potter conocer a un mismo elfo doméstico? ¿Cómo era que Malfoy había reaccionado tan mal ante el elfo y por qué Potter le había defendido? Bueno, Potter siempre defendía a todo el mundo, especialmente de Malfoy, pero él y el elfo parecían llevarse bien, incluso parecían… amigos. Seguro que había un buen chisme detrás de todo eso. Lobby está contento de ver que Harry Potter está bien, señor. Lobby estaba muy preocupado por Harry Potter, señor.

- Luego hablamos, Lobby –dijo Harry sonriendo al elfo que durante en su segundo año había estado a punto de matarlo en sus intentos de salvarle la vida. –Creo que ya hemos retrasado bastante la clase –añadió sonriendo a Hagrid, que estaba estupefacto ante lo sucedido. El semigigante, alto como dos hombres y ancho como tres, pareció despertar de repente.

- Diez puntos menos por interrumpir la clase, Malfoy –dijo mirando enfadado al Slytherin. –Este curso vamos a aprender, entre otras cosas, a tratar con los seres mágicos, como los elfos domésticos o los centauros. –La clase gimió al recordar lo ocurrido el año pasado entre lo últimos y Firenze cuando éste se convirtió en su profesor de adivinación. –Debéis aprender a tratar con todas las criaturas del mundo mágico, tengan el aspecto que tengan y sean cuales sean sus habilidades. Empezaremos con los elfos domésticos, que son más propensos a disculpar cualquier posible torpeza. Un comportamiento como el de Malfoy con un centauro podría resultar en un incidente desagradable –dijo mirándole de nuevo. Todos recordaban el "incidente desagradable" que tuvo Malfoy con un hipogrifo llamado Buckbeak cuando le falta al respeto al animal. –Ahora vais a entrevistar a Lobby y para la próxima clase quiero dos pergaminos sobre la vida de los elfos domésticos y qué hace a Lobby especial entre ellos. Harry, como parece que esta clase no te hace falta, acompáñame un momento. Hermione, como tú también conoces el tema, hazme el favor de vigilar que la entrevista sea ordenada. Y nada de aprovechar para hacer campaña para esa cosa tuya, ¿entendido? Esto es una clase. Ven, Harry.

Bajo la mirada ofendida de la chica, Harry y Hagrid se alejaron unos metros de donde los alumnos, sentados en el suelo, levantaban las manos para preguntar a un nervioso Dobby que se mantenía pegado a Hermione mientras echaba nerviosas miradas al lugar donde se sentaba Malfoy. Éste no prestaba atención, pues estaba concentrado en observar a los dos que conversaban más allá.

- Me has tenido muy preocupado, Harry –decía el semigigante, cuyo corazón, Harry lo sabía, no cabía ni en ese enorme pecho. –¿Cómo se te ocurre desaparecer así? ¡Podría haberte pasado algo!

- No me ha pasado nada, Hagrid –le respondió el chico, empleando el mismo tono cansado que cualquier joven usaría con su padre cuando se sentía tratado como sí no supiera ir al baño solo.

- Pero podría haber pasado –le reprendió de nuevo Hagrid. –Hasta el profesor Dumbledore…

- Ni me lo nombres –le cortó Harry con un tono helado que nunca había usado delante de su amigo.

- Ya he oído que discutisteis, Harry, y déjame decirte que…

- Hagrid –volvió a interrumpirle, muy serio. El hombretón se calló mirándole extrañado. –Sé lo mucho que le admiras y que te ha ayudado mucho, y eso se lo agradezco de corazón. De verdad. Pero conmigo no ha sido tan bueno.

- ¡Le conozco desde hace mucho tiempo y he visto cuanto…!

- Pero yo sé cosas que tú no sabes, Hagrid. Para mi no es más que un viejo resabiado y manipulador, cuyo secretismo y su falta de fe en mi le hace en parte, en gran parte, responsable de la muerte de Sirius. –Hagrid miró asombrado a su joven amigo, incapaz de articular palabra. ¿Hablaba en serio? ¿Realmente creía todo lo que había dicho? –Él mismo lo admitió este verano, cuando ya era demasiado tarde para evitar que nadie más sufriera por sus errores. Él es casi tan responsable de mi infelicidad como Voldemort. Fue Voldemort quien mató a mis padres, pero es gracias Dumbledore y su preocupación por "mi seguridad" –enfatizó con desprecio estas palabras –que he tenido que vivir con los Dursley, que Sirius esté muerte y que yo no haya estado preparado para cumplir mi destino. Quizá incluso haya llegado realmente a creerse él mismo que todo lo ha hecho por mi bien, pero en realidad todo lo que ha hecho hasta ahora ha sido por puro egoísmo. Tú puedes seguir admirándole todo lo que quieras, Hagrid. Aunque yo estoy seguro de que si te ha ayudado ha sido porque le reportaba algún beneficio, como lo de hacer de enlace con los gigantes. Pero yo no puedo ni si quiera respetarle con todo lo que sé. Ya no. –Y dicho esto se volvió con los demás para observar el progreso de la clase, dejando a Hagrid plantado donde estaba tratando de asimilar lo que había escuchado.


Nota: Para todos los reviewers!! Yo NO soy el autor de este fic!!! Solo soy una especie de transportista!! Soy lector asiduo de esta página y como tal, cuando me enteré que mi amiga lana estaba publicando en otro lado tomé la decisión de publicarlo aquí porque me me pareció que valia la pena. Así que alabanzas, críticas y amenazas dirigidas a mi persona caen en saco roto, pues yo no pinto absolutamente nada en el desarrollo de la historia. Eso sí, procuro transmitir todo ello a la autora y traeros sus respuestas. Así que gracias a todos de su parte y vamos con algunas respuestas más precisas.

carol-lovegood: Sé sabrá de su entrenamiento más adelante. Bastante más adelante, por desgracia. En cuanto a Voldemort... no me ha dado ninguna pista (creo que ni ella misma está segura de que va a hacer), salvo que aún si Harry se une a él, én la secuela harry volvería a ser "bueno".

yukina-jaganashi: Se ve que hay una buena razón para las pintas de Harry, aunque no me ha dicho cual. Lo de malo o no, tienes la respuesta arriba. Y en cuanto a Ginny, dice que no SIGUE enamorada, remarcando el "sigue", pero no ha añadido nada más. A lo mejor quiere decir que VUELVE, pero son solo especulaciones mías, así que no me hagas mucho caso. En cuanto a pistas... dice que si en el septimo capítulo ya sabes por donde va a ir la historia, que no tiene gracia. Que el principio del libro es para mostrar las oreguntas y el resto para ir resolviendolas o algo así. No he acabado de entenderlo demasiado...

Consuelo: En el quinto libro Harry comete varios errores (o al menos esa es su opinión) durante el examen. Además, nunca le ha puesto demasiado interés a la asignatura y definitivamente no quiere continuarla en el futuro, así que lo más logico es que los resultados del examen sean realmente penosos. Además, lana dice que le da más realismo a la historia que no lo apruebe todo, al fin y al cabo no es que sea un estudiante muy aplicado...

A los demás: Espero que no os importe que no os conteste especificamente, pues tan solo tengo que deciros una cosa y es la misma para todos. Muchas gracias de parte de lana por leer su fic y espera que os siga gustando conforme se vaya desarrollando.