En el interior del edificio, un puñado de personas estaban esperando en la puerta. Algunos de ellos tenían en sus manos cámaras fotográficas, que no dejaban de disparar cada dos por tres, mostrando una avidez incontrolable por intentar tomar una instantánea de Ginny y de Ron.

-¿Qué están haciendo? ¡Gin, diles que paren! ¡No puedo ver!- se quejó Ron, intentando llevarse las manos a la cara.

-¿Te crees que yo sí?

-Sonríe, querida, sonríe- le recomendó la mujer-avestruz, al tiempo que daba pellizcos a Ginny en su antebrazo.

La pelirroja, confusa por la situación que estaba viviendo, hizo lo que se le pedía y dedicó una amplia y espantada sonrisa, llena de dientes, a los fotógrafos. La única pega era que, ante tanto flash, la pobre muchacha no era capaz de abrir los ojos, con el resultado de que no salió demasiado favorecida en las instantáneas.

Tras unos minutos de tortura, los dos hermanos fueron conducidos por una puerta que se abrió automáticamente, dejando entrever un enramado de pasillos bastante caótico. Al otro lado de la puerta estaban esperando una mujer rubia, con cara de pocos amigos, y un hombre sumamente delicado, que portaba una flor en su mano derecha. La rubia clavó su mirada en Ginny y Ron, cuando por fin los guardaespaldas los dejaron libres.

-¿Dónde-demonios-te-habías-metido?- inquirió, palabra por palabra, mirando fijamente a Ginny. Sus ojos recorrieron su silueta, primero, y la de Ron, después. -¿Y quién coño es este?

Ginny, sumamente asustada por el tono que la mujer estaba empleando, intentó dar con una respuesta, aunque sus palabras fluyeron tímidamente de su boca, casi a modo de pregunta:

-¿Mi… mi hermano?

-Ah….Ah… Bueno…Es… Es un placer- dijo la rubia, tendiéndole la mano a Ron, el cual, la estrechó temblorosamente, -No sabía que tenías un hermano…. ¡Phillipe! –tronó, en tono imperativo, para llamar al hombre de la flor -Toma nota. A los medios de comunicación. Mándales un comunicado de prensa rápidamente aclarando que éste….-señaló a Ron, poniendo cara de asco, mientras lo miraba de arriba abajo-…que él es su hermano, vaya. Aclárales también que Georgia lleva pijama porque es la última moda en Europa. Que no se te olvide. Este despiste puede costarnos muy caro. Será mejor convertirlo en tendencia. No queremos que nadie sepa tu "pequeño" problemilla de drogadicción, ¿verdad querida?

Cuando hubo terminado la frase, la chica rubia acarició superficialmente la barbilla de Ginny. La pequeña Weasley sintió un escalofrío al percibir el contacto con la mano de aquella mujer.

-¡Vamos! Hay mucho que hacer. Sólo nos queda una hora para entrar en el aire.

-¿Puedo ir al servicio?- preguntó, temerosa, Ginny.

Todos los allí presentes guardaron silencio durante unos segundos y de pronto rompieron a reír frenéticamente. Ginny no sabía lo que acababa de hacer, pero estaba casi segura de que había metido la pata.

-Cariño, puedes hacer lo que quieras- dijo la señora- avestruz- ¿Desde cuando Georgia Weasel pide permiso para algo?

Tras oír estas palabras, la pelirroja ni se molestó en contestar. Hizo como que sabía dónde se encontraba el servicio y le lanzó una seña a Ron para que éste la siguiera. Los dos llegaron a una sala ostentosamente decorada. Había discos de oro y platino, que colgaban a lo largo de toda la pared y unos estrambóticos sillones con manchas de cebra, que tenían toda la pinta de ser de lo más incómodo. Ginny se sentó en uno de ellos, extasiada, e hizo que Ron se sentara a su lado.

-¿Qué está pasando? No entiendo nada- se quejó, desesperado, Ron.

-Creo que me han confundido con alguien famoso. Probablemente con esa chica del cartel gigante- dedujo, con brillantez, Ginny.

-Vale… ¿y ahora qué sugieres?

-Muy fácil: aprovechemos la situación.

-¿Qué significa eso?

-Ahora mismo no tenemos adónde ir, ¿verdad?- Ron hizo un gesto de asentimiento con la cabeza. –Pues bien… ellos creen que yo soy la tal Georgia… ¡Pues voy a ser la tal Georgia!

-¿Y si aparece la verdadera?

-Ya… no había pensado en eso- reconoció Ginny, sintiéndose más insegura ahora –Bueno… pues nos escapamos. Mira, Ron, considerando la situación en la que estamos, esto es lo mejor que nos podía pasar. Pronto se hará de noche, no tenemos adónde ir y mañana podemos seguir buscando ayuda. A lo mejor aquí incluso encontramos algún medio para ponernos en contacto con la Madriguera.

-¿Crees que Harry y Hermione nos estarán buscando?

-Estoy segura de ello….

Ron puso cara de estar reconsiderando el plan que le había planteado. Ciertamente, no tenían nada que perder por intentarlo y seguro que no era tan horrible fingir que se es una gran estrella. La vida de los famosos no podía ser tan mala, al fin y al cabo…

-De acuerdo. Pero entonces tendremos que hacer como que sabemos de qué va la cosa- sugirió Ron.

-Eso déjamelo a mí.

Tras esta breve conversación, Ginny se puso de nuevo en pie, caminó decidida hacia la puerta y emprendió el camino de vuelta hacia donde estaban aquellas personas tan extrañas. Cuando volvió a abrir la puerta, la pelirroja se había transformado en otra persona.

-¡Ya estoy aquí, queridos!- anunció, extendiendo los brazos, como si esperara que todo un batallón la abrazara. Ron, al ver esto, tuvo que contener la risa. Ginny se giró y le guiñó un ojo, para que le siguiera el juego. –Corazón…- continuó fingiendo, dirigiéndose a la mujer con las gafas horteras –me lo pasé tan bien anoche que ahora no recuerdo tu nombre…..

-¡Ésta es mi niña! ¿Qué te he dicho de las drogas? ¿Eh, eh, eh?- insistió –Soy Kathryn, querida. Ay… tantos años juntas y tener que aguantar esto. Creo que deberías volver a la clínica de desintoxicación.

-Quizá más adelante- le siguió el juego Ginny. -¿Y ella es….? Espera, lo tengo en la punta de la lengua… Ya sabes, la cocoína, que me afecta….

Kathryn puso cara de extrañeza al comprobar que Georgia no era capaz ni de recordar el nombre de su droga favorita, pero rápidamente dedujo que se trataba de otro efecto secundario, provocado por el consumo de la noche anterior.

-Su nombre es Charlene. Pero ni se te ocurra decirle que no lo recordabas. Los manager tienen muy malas pulgas- le susurró al oído.

-Bueno, estoy lista para…. Para….- Ginny buscó con la mirada a Ron, para que éste le ayudara a acabar la frase. Pero Ron estaba embobado con una lámpara de colores, que no dejaba de enchufar y desenchufar, extasiado por el efecto de la bombilla, por lo que su hermana tuvo que terminar la frase sola: - ……para lo que esa.

Kathryn, que había seguido la mirada de Ginny, también se estaba fijando ahora en el comportamiento de Ron. La mujer se ajustó un poco las gafas, como queriendo asegurarse de que estaba viendo algo real. En esos momentos, Ron se había cansado de desenchufar y enchufar la lámpara y había pasado a labores mucho más creativas, como intentar morder el cable para abrirlo y saber qué había dentro. -¡Eh, Gin, ven a ver esto!- la llamó Ron.

-Tienes que disculpar a mi hermano, Kathryn, querida- le dijo Ginny, comprendiendo que el comportamiento de su hermano no estaba siendo muy normal. –El pobre es un poco…. Ya sabes… Cortito- le susurró al oído.

Kathryn, aliviada, puso cara de comprender ahora muchas cosas e hizo una señal afirmativa con su cabeza, provocando que sus gafas resbalaran unos centímetros por su afilada nariz.

-¿Quieres que te traiga un cuchillo, querido?- le preguntó, entonces, a Ron.

-Pues ya que lo propone….- aceptó él.

-Vuelvo en un minuto. Pero recuerda, pequeñín, desenchúfalo antes de abrirlo, ¿de acuerdo? No queremos que venga el Coco y provoque un incendio, ¿eh, eh, eh?

Al escuchar estas palabras, Ron puso cara de pocos amigos y, cuando Kathryn por fin se marchó a buscar el cuchillo, el pelirrojo se acercó hasta su hermana y enfadado le preguntó:

-¿Por qué me trata como si fuera subnormal? ¿Y quién es Coco?

-Perdón… Pero comprende que tenía que decirle algo…. No creo que sea muy lógico que pongas patas arriba este lugar…Ron, tú sólo sígueme la corriente, ¿de acuerdo? No metas la pata, por favor- le suplicó.

En algún punto de Nueva York, Hermione y Harry continuaban su búsqueda, cansados y muertos de calor. Los dos amigos empezaban a notar la temperatura del verano americano, así como el cambio de horario al que se habían sometido con el viaje en traslador.

-Harry, ¿no tienes hambre?

-Bastante, ¿por qué lo preguntas?

-Bueno, porque a lo mejor podíamos hacer una pausa e ir a algún sitio a comer algo. Me duelen mucho los pies, necesito sentarme, y no tengo esperanzas de encontrarlos esta noche. Algo me dice que están bien y que tardaremos más de un día en dar con ellos.

-Vale… pero ya me dirás de dónde sacamos el dinero, porque yo no tengo nada- dijo Harry, hurgándose los bolsillos del pijama.

-Pero yo sí ¿Por qué crees que entré a coger mi bolso en la Madriguera? Mis padres me dieron bastante dinero por si me pasaba algo en el viaje de ida al Mundo Mágico y no he gastado nada. Tenía pensado gastármelo en regalos de Navidad, pero dadas las circunstancias….

A Harry se le iluminó la cara y volvió a confirmar que siempre era necesario contar con una Hermione para situaciones como esas.

-Hermione, tengo que reconocerlo: eres un genio ¿Cómo se te ocurrió cogerlo?

-Bueno… cuando vi cómo aterrizaba el mendigo aquel en el jardín, deduje dos cosas: que Ginny y Ron no corrían demasiado peligro y que debían de estar en una ciudad Muggle ¿En qué otra parte podrías encontrar un mendigo borracho hasta las cejas?

Harry se echó a reír y los dos siguieron andando para localizar un sitio donde descansar unos minutos.

La noche empezaba a ser cerrada y, al doblar una esquina, los muchachos se encontraron con uno de los edificios más impactantes que habían visto en su vida. El tejado era una especie de aguja y estaba decorado con luces de tres tonalidades diferentes, según los niveles de los últimos pisos. Por más que estiraban la cabeza, los chicos apenas conseguían verlo en toda su extensión, aunque se empeñaran en mirar hacia arriba.

-¡Guau! ¡Es increíble!

-Sí, es precioso. Creí que nunca iba a ver el Empire State- comentó Hermione que, como siempre, sabía hasta los detalles más ínfimos de la ciudad en la que se encontraban:- Antes había dos rascacielos parecidos, pero el Lord Voldemort de los Muggles se los llevó por delante y mató a miles de personas ¿Recuerdas eso?

-Sí, creo que sí… ¿Fue hace unos veranos, verdad?

-Sí, más o menos por esta época.

-Bueno, pero éste también es bonito- concedió Harry. –Si tenemos tiempo, me gustaría subir. Cuando los encontremos… a lo mejor tenemos tiempo

-Seguro que sí…

Al bajar la vista, tanto Harry como Hermione tuvieron el mismo pensamiento. A un lado de la calle había una tienda de ropa que todavía estaba abierta y, en la acera donde estaban ellos, se ubicaba una gran cafetería, la cual desprendía un olor muy apetitoso.

-¿Primero uno y luego otro?- propuso Harry.

-¡Hecho!

Y los dos cruzaron rápidamente la Quinta Avenida para entran en la tienda y deshacerse de su ropa de cama.

-Mira, ¿qué te parece?

Ginny acababa de salir de los probadores y lucía un vestuario totalmente nuevo. No era la Ginny de siempre. Ahora sí que parecía una estrella. La ropa le quedaba sumamente ajustada y marcaba todas las curvas que se habían ido desarrollando en la pequeña de los Weasley a lo largo de los últimos meses. En la parte de arriba llevaba una especie de top, que no era un top, sino más bien un sujetador porque tenía el tamaño de éste. El sujetador era de color verde militar y dejaba destapada la barriga perfectamente plana y definida de la muchacha. La parte inferior de su cuerpo apenas estaba cubierta por una falda, también de estilo militar y color verdoso, pero de una tonalidad un poco más pálida. Además, en lugar de los cómodos y poco sexys zapatos del colegio, en esta ocasión Ginny calzaba unas botas blancas de tacón que le llegaban hasta la rodilla. Como añadido, en los probadores, las esteticistas se habían ocupado de maquillarla y peinarla como nunca antes había tenido oportunidad de experimentar Ginny. Este cambio tan espectacular, trajo como consecuencia que a Ron le costara un trabajo enorme reconocer a su propia hermana.

-¿Gin… Ginny? ¿Eres tú?

-Sí, soy yo- dijo la chica, dando una vuelta para que su hermano pudiera apreciar mejor la indumentaria que llevaba.

-¿Qué haces, loca? ¡Tápate! ¡No puedes ir así por ahí!

Al muchacho le entró tal ataque de proteccionismo filial que empezó a dar vueltas por toda la habitación, desesperado por encontrar algo con lo que tapar a su hermana. Cuando fue incapaz de encontrar una manta o similares, agarró dos cojines que había encima de los sillones y le puso uno delante y otro detrás.

-¿Pero qué estás haciendo, Ronald Weasley? ¡Déjame!

-¡GINNY! ¡No puedes salir así a ningún lado!

-¡Ron, por Dios, relájate!

-¡No me digas que me relaje cuando casi vas desnuda!

-¿Qué está pasando aquí? ¿Eh, eh, eh?

Kathryn acababa de entrar en la habitación, llevando consigo una bandeja con tazas de café y batidos. -¡Oh, vamos, chicos! ¡No es momento para juegos! Ronald, querido, luego, si quieres, te traigo unos cuantos jueguecitos, ¿sí? Ahora deja a tu hermanita, que tiene que hacer algo muy importante.

Ron le echó a su hermana una mirada asesina, pero apartó los cojines y los lanzó con furia contra el sofá.

-Alguien tiene muy mal carácter. No, no, no, no: chico malo- continuó Kathryn, que seguía tratando a Ron como si éste fuera un niño pequeño travieso.

-Ejem…. Kathryn….. ¿Puedo hablar contigo un minuto?- preguntó Ginny.

-Claro, querida ¿Qué sucede? ¿Quieres que vaya ahora a por los juegos?

-No, no, qué va… Es sólo que… Mi hermano es un poco cortito, sí… pero no es un niño pequeño. No lo trates como tal. Se enfada mucho, ¿vale?

-¡Opssss! ¡Es culpa mía, mía y sólo mía! Perdona, querida…

-¡Atención! ¡Buenas y malas noticias!

Charline, la rubia de bote, acababa de hacer su entrada en la sala. Llevaba consigo una carpeta y Phillipe, el amanerado, la seguía muy de cerca. –¡Phillipe, desembucha!- ordenó Charline, pasándole la carpeta con brusquedad.

-Sí, bueeeeeno. Tenemos un pequeñísimo contratiempo, mi reina- comentó, dirigiéndose a Ginny. –Los productores de la cadena se han enterado de que tu hermanito está aquí y, bueno, linda, yo no quería, dadas las circunstancias….- dijo, señalando de arriba abajo y con mal gesto a Ron, -… pero ahora quieren incluir en el contrato de aparición la presencia de tu hermano. Dicen que si mañana va a salir en todas las portadas su fotografía, ellos quieren adelantarse y emitirlo esta noche ¿Qué dices, linda?

-Pues que, sea lo que sea lo que eso significa, a mí me parece bien- concedió Ginny.

-¡Decidido! ¡Phillipe, llévate a…. a Don de aquí…. a que le pongan mejor pinta, anda!- volvió a ordenar Charlene.

-Se llama Ron, con erre- aclaró Ginny.

-Sí, eso, lo que sea- dijo Charlene con desdén.

Ron salió de allí de mala gana, acompañado por el chico amanerado. Éste, emocionado, comenzó a entablar una conversación con Ron, que empezaba a estar realmente aterrorizado por cómo estaba empezando la conversación: -¿Te han dicho alguna vez que tienes unos ojos preciosos, Donald?

-En cuanto a ti –la manager se había vuelto a dirigir a Ginny con la tosquedad que ya era característica en ella, -Si te piden que cantes, ¿qué tienes que hacer?

-¿Decir que……………sí?

-¡Nooooooooo! ¡Decir que no! Recuerda: no te han pagado para que cantes. Si te pagan más: cantas. Por esta basura: no cantas ¿De acuerdo?

-De acuerdo…. Entonces…. Soy cantante…

-No, corazón, eres bailaora de flamenco ¿Pero a qué viene esa gilipollez?- se enfureció Charlene, saliendo de la sala y dejando a Ginny a solas con Kathryn.

-Y eres una de las buenas, querida. Muy buena cantante. Pero ya sabes cómo es…. Ella no entiende lo de tus drogas….- intentó reconfortarla Kathryn.

-Si probara la coco….cocoína lo entendería…. ¿verdad?

-Estoy segura de ello, querida…

-¡¡¡BIEEEEEEEEEEEEEENVENIDOS A LA CADENA MTV!!! Amigos, amigas, como os hemos venido diciendo durante las últimas dos semanas, hoy tenemos una invitada muy especial.

-Sí, Ken, hoy está con nosotros la nueva reina del pop.

-¿Tú qué opinas, Barbie? ¿La hacemos pasar ya?

-No, no, no, Ken… Primero queremos daros algunas pistas: es guapa

-Es pelirroja

-Tiene estilo

-Y canta el famoso éxito discotequero: Me robaste a mi novio: eres una bruja

-Seguramente ya sabéis quién es, ¿verdad, Barbie?

-Seguro que lo saben, Ken. Nuestro público es muy inteligente….

-Pero lo que ellos no saben, Barbie, es que hoy viene acompañada por alguien muy especial….

Los dos presentadores de la MTV parecían estar emocionados haciendo la introducción al programa. Mientras tanto, entre bastidores, Ron y Ginny aguardaban para salir en antena. Ron no dejaba de mirar a la presentadora, una chica rubia, con unos pechos muy grandes, llamada Barbie. Parecía bastante tonta y de plástico, pero Ron estaba embobado con su presencia.

-¡Eh, controla la baba!- le sugirió Ginny.

-Y digo yo….- comenzó a decir Ron, ya de vuelta a la realidad -¿No te parecen un poco falsos ese tal Ken y esa Barbie?

-Es el mundo del espectáculo. Recuerda que tú y yo también tenemos que serlo ahora….

-Ya… ¿pero por qué repiten tanto sus nombres? ¡Me están mareando!

-……. Sí, Ken- se escuchaba de fondo a los presentadores, continuando con el show -¡Ha venido acompañada por su hermano!

-Ron, esos somos tú y yo ¡Recuerda que me llamo Georgia! Y que somos los Weasel….

-….. No queremos haceros esperar más, queridos telespectadores. Aquí está…..- en ese momento resonó un redoble de tambores, que definitivamente casi provocó un paro cardíaco a Ron- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Georgia Weasel!!!!!!!!!!!!

El público en el plató rompió en aplausos. Algunas personas hasta se pusieron en pie para recibir a Ron y a Ginny, que al principio entraron en el escenario con el paso un poco descompensado, debido al pánico.

Unos mullidos sillones de color granate estaban esperando en el centro de la escena, donde los focos pegaban con más intensidad. Los dos presentadores tenían un lugar reservado a la izquierda del sillón, aunque esperaron a que los dos hermanos se sentaran para hacerlo ellos.

-Bueno, bueno, bueno….-comenzó a hablar Ken, un hombre bastante atractivo, con hoyuelos en las mejillas y el pelo tan despeinado como el de Harry, aunque con varios kilos de espuma en él. -¿A qué se debe esta sorpresa, Georgia? ¡No pensábamos que tu hermano también iba a estar con nosotros esta noche!

-Sí, bueno… Ron… Éste es Ron, público- dijo Ginny, haciendo que la multitud expectante del plató volviera a romper en aplausos, gracias a que su ídolo había presentado a su hermano. –Gracias… gracias… Bueno, como iba diciendo, Ron estaba en la ciudad, haciéndome una visita, así que ¡lo traje conmigo!

Ron saludó con la mano a los presentes.

-¿En qué ciudad, Georgia? Porque tú eres de Los Ángeles, si no me equivoco- apuntilló Barbie. Ginny dudó por unos instantes, pero acabó concluyendo que Los Ángeles era una ciudad diferente de la que se encontraban ellos en ese momento, por lo que supo salir bastante bien del paso.

-Sí, Los… Los Ángeles- pronunció Ginny con dificultad– Pero es que Ron es maravilloso y quiso darme una sorpresa al saber que estaba aquí.

Nuevo aplauso del público.

-¡Pues bienvenido, Ron! Y ya que te has unido a nosotros… ¿Alguien le puede traer un micrófono a Ron?- preguntó Ken, gesticulando ampliamente para que algún operario del plató le acercara uno. Rápidamente apareció un chico que llevaba puestos unos voluminosos cascos en sus orejas y le tendió el micro a Ken. –Gracias, Michael ¡Un aplauso para Michael, nuestro regidor!

Cuarto aplauso del público.

Aquí empezaron los problemas. Al no contar en el programa con la presencia de Ron, el realizador del programa de la MTV sólo había ordenado tres micrófonos de solapa. Ginny tenía uno escondido en su top, por lo que no necesitaba hacer ningún esfuerzo para hablar. Ni tampoco los presentadores, que también llevaban los suyos enganchados. Sin embargo, Ron se tendría que conformar con un micrófono modelo- alcachofa, que rápidamente le ofreció el presentador del programa.

-Bienvenido, Ron- saludó la rubia, Barbie, al estudiante de Hogwarts.

-Mu….. gra…….s………bie

-Ron, disculpa, ¿puedes pegarte el micro a la boca? Si no es imposible oírte, amigo- le pidió Ken, con una encantadora sonrisa, similar al teclado de un piano, plagada de blancos dientes.

-¡DIGO QUE MUCHAS GRACIAS!

PÍÍÍÍÍIÍÍÍIÍÍÍÍÍIÍ

Un estridente ruido metálico retumbó en el estudio, provocando que todos los presentes se llevaran las manos a las orejas.

-Ufff… amigo, ¡Qué potencia!- bromeó Ken. –Controla un poco o nos dejarás sordos a todos. Entonces… ¿Cuándo decidiste que ibas a venir a ver a Georgia? ¿Y en qué has venido? ¿Coche, avión…?

Ron, que lo suyo no era el micrófono, siguió gritando todo lo que pudo, pensando que era la única manera de que lo oyeran.

PUES AYER, KEN!

Píííííííííííííííííííííííííííí

Y HE VENIDO EN TRASLADOR!

Pííiííííííííííííííííííííííí

Ginny le pegó un fuerte codazo a Ron tan pronto oyó esto.

-¿En trasbordador? ¿Espacial?- volvió a bromear Ken, para el deleite del público, que se estaba partiendo de risa, a la vez que Ron adquiría una tonalidad rojiza provocada por la vergüenza.

-Es que así es como él llama a su coche: "el traslador"- le defendió Ginny. –Ya sabes….

-Sí, es lo de siempre. Los tíos siempre les ponen nombre a todas sus propiedades: a su casa, a su coche, a su pene… ¡Y luego no son capaces de recordar el nombre de su novia!- dijo, sarcásticamente, Barbie.

El público femenino del plató casi se cae al suelo de la risa.

Ron acababa de decidir que no sólo ya no le gustaba Barbie, sino que la odiaba con toda su alma. El público seguía tronchándose, pero a Ron no le había hecho ninguna gracia este comentario, pues se lo había tomado como una auténtica afrenta personal.

-¿Tú tienes novia, Ron?- quiso saber Barbie. El muchacho seguía tan colorado que no quiso contestar.

-Sí la tiene, Barbie. Se llama Hermione.

Ginny realmente estaba disfrutando. Tenía perfectamente claro que Ron y Hermione no estaban saliendo juntos, pero se lo estaba pasando tan bien al ver a su hermano avergonzado, que quiso hacerle sufrir un rato más al desvelar al mundo entero sus verdaderos sentimientos.

-Vaya, vaya, qué calladito se lo tenia- apuntilló la rubia de bote, presentadora del programa.

-Bueno, Georgia, ahora pasemos a ti. Háblanos de tu gran bombazo en las pistas de baile: Me robaste a mi novio, eres una bruja. ¿Te inspiraste en alguien para componer la canción?

-¡Sí, claro! Tengo muchas amigas que son grandes brujas- dijo, con toda naturalidad, Ginny, haciendo que el público, ingenuo, se volviera a reír. –No todas me roban a mis novios, pero seguro que alguna tiene ganas.

-¡Touché!- comentó Barbie. -¿Y qué nos puedes adelantar del nuevo disco? ¿Va a haber más canciones igual de potentes?

-Espero que sí. Tengo ya algunas en mente.

-¿Entonces no está grabado? Pensábamos que el disco ya estaba listo, ahora que empiezas tu gira.

¿Grabado? ¿Disco? ¿Gira? ¿Y ahora qué digo? Pensó Ginny.

-Sí, claro, está… grabado, pero ya estoy preparando….. más. Y la gira… yo siempre giro mucho….Emmm…. ya sabes ¡Me encanta dar vueltas! Es muy…. Interesante.

-No lo dudo… con tantas ciudades incluidas en el calendario de la gira: es para marear a cualquiera. Ya para finalizar, Georgia- continuó Ken –mucha gente se hace la misma pregunta: ¿cuál es el secreto de Georgia? ¿Cuál es la poción mágica? ¿De dónde proviene la magia que desprende Georgia Weasel?

Ron, divertido por la pregunta, hizo ademán de contestar, pero Ginny le pegó otro codazo, mientras por dentro ella también se estaba riendo con la interpelación.

-Pues… para serte sincera, Ken… Yo creo que la magia es algo hereditario: se tiene o no se tiene. Hay que nacer con ella y luego ir a una buena escuela para desarrollarla, ¿no?

-¡Buena contestación! Bueno, aquí la tenéis: Georgia Weasel. No os perdáis su gira….

-……que empieza mañana, en el estadio de los Yankees ¡Gracias por acompañarnos esta noche, Georgia!- concluyó la rubia de plástico.

-Ha sido un placer- sonrió Ginny, saludando al público y sonriendo.