Rurouni Kenshin no me pertenece, es obra de Watsuki Nobuhiro, por lo que ÉL tiene los derechos de autor y yo sólo hago esto con el fin de entretener, ya saben que aquí no hay ningún fin de lucro así que estoy libre de toda culpa U.U
Notas de Autor: Esto es un AU, nada que ver con lo que en realidad es el manga o el animé, así que muchas personas, edades, parentescos y personalidades pueden cambiar. El fic está ambientado en el siglo XVIII más o menos y es en Inglaterra, pero conservaré los nombres japoneses.
Lo de siempre:
-…- diálogos
'…'
pensamientos
-------- cambio de escena
(…) mis
interrupciones, comentarios etc (no serán muchos, lo
prometo)
Nada es Imposible
-capítulo1-
-quién da más?... vamos! La chica es linda, tiene buen cuerpo y es virgen… esperen, escuché cien mil?!- un hombre vestido de traje con un improvisado megáfono estaba realizando una subasta, y a la chica de unos diecinueve años de pie a su lado no le agradaba la idea. No, porque ella era lo que se subastaba. Hombres de todas las edades se habían acercado a ver la mercancía y estaban deseosos de poder adquirirla. Aristócratas ancianos y jóvenes luchaban por llevarse a la chica.
-ciento cincuenta mil!- ofreció un hombre de unos treinta y tantos, con aspecto de borracho. La joven se horrorizó, rogando porque no la comprara ese hombre.
-ciento noventa mil!- gritó otro hombre, esta vez de unos cuarenta años. La joven de ojos azules, cabello negro y mirada triste agachaba la cabeza pensando quién sería el que la sacaría del control de ese ser despreciable, para volverla esclava y quizás hasta prostituta. La idea le aterraba, y rogaba porque alguien bueno la ayudara. Pero en estas situaciones es imposible encontrar a alguien como ella deseaba.
-escuché doscientos mil?- preguntó el subastador. Los hombres seguían ofreciendo sumas cada vez más altas, pero el subastador no quedaba conforme.
-cuatrocientos mil- gritó un hombre canoso, bastante entrado en años. Tenía una mirada de lujuria y maldad en su rostro, cosa que no le agradó para nada a la jovencita.
-quinientos mil- dijo un hombre pelirrojo de cabello largo atado en una coleta baja, de aspecto tranquilo. Por fin encontraba lo que buscaba, además no permitiría que una niña como ella fuera víctima de las malas intenciones de los hombres a sus lados.
-seiscientos mil- ofreció el anciano sonriendo. Su sonrisa se incrementó al notar como nadie ofrecía más dinero que él.
-seiscientos mil a la una… seiscientos mil a las dos…-
-ochocientos mil- dijo el hombre pelirrojo. La chica levantó su rostro para ver a quien sería el que estaba dispuesto a pagar tanto dinero por ella. No le desagradó el hombre, es más, le gustó mucho, se veía que era buena persona. 'las apariencias engañan…' pensó la chica, tratando de no ilusionarse. Además, cualquiera podría ofrecer más dinero que él.
-quién da más?!... ochocientos mil a la una!... ochocientos mil a las dos!...- el anciano y los demás hombres pensaban si debían superar esa suma o no. La mayoría decidió que la chica al final no valía tanto y se fueron de ahí. El anciano miraba con odio al hombre pelirrojo, que le sonreía a la joven tratando de calmarla. –ochocientos mil a las tres!... vendida por ochocientos mil!!- dijo el hombre contento. Le había valido encontrarse a esa mocosa y criarla. La joven bajó de la tarima en la que se encontraba, junto al subastador.
-hola, joven señorita…- dijo el hombre pelirrojo sonriéndole tiernamente a la joven de cabellos negros. Ella lo miró asustada y bajó la cabeza. EL subastador la empujó hacia el pelirrojo, quedando ella en los brazos del que la había sacado de aquella tortura, probablemente para meterla en otra peor.
-ahí la tiene…- el subastador sonrió al ver el dinero por el que había vendido a la joven. El pelirrojo se lo entrego y pasó un brazo por los hombros de la chica, apegándola a él. Ella se ruborizó al sentirlo, pero luego pensó que debería acostumbrarse por si a él se le ocurría hacer algo más que abrazarla.
-disculpa, cómo te llamas?- preguntó el hombre mientras la ayudaba a subir a un elegante carruaje para luego hacerlo él.
-mi… mi nombre es Kamiya Kaoru, señor…- murmuró la joven con un hilo de voz. 'te recuerdo muy bien, querida Kaoru… pero no entiendo por qué tú no te acuerdas de mi…' pensaba el pelirrojo, escondiendo la tristeza que le producía el que ella no lo recordara.
-yo soy Himura Kenshin, y te voy a pedir que me tutees, porque me haces sentir muy viejo llamándome señor- dijo él con una tierna sonrisa. Kaoru se sonrojó. Nunca nadie la trataba de esa forma. –espero que te sientas cómoda en mi casa…- dijo él cuando el carruaje se detenía frente al portón de una casa mediana de dos pisos.
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-esta será tu habitación… pertenecía a mi hermana… estoy seguro de que estarás cómoda aquí- dijo Kenshin sonriéndole. El joven hombre abrió una puerta de madera pintada de colores suaves e hizo que la chica entrara. Kaoru no se negó porque sentía una enorme curiosidad por conocer cada rincón de la casa. –si necesitas algo, mi habitación es la de al lado…- dijo él sonriendo.
-se… señor Himura yo no…- Kaoru estaba más que sorprendida cuando entró a la habitación. Era un lugar bastante espacioso, amoblado de una forma encantadora, a juicio de Kaoru muy femenina, y con un gran ventanal que daba al jardín trasero de la casa. A Kenshin le agradó mucho ver la cara de sorpresa de la chica, aunque estaba seguro de que si sonriera le agradaría más.
- la cena será a las ocho, espero que estés puntual… vivo solo, así que no te preocupes por alguna compañía- dijo él sonriéndole nuevamente. Kaoru asintió. 'ya no estoy sola…' pensó dejando escapar una sonrisa de alivio.
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-dónde estará esta chica?- Kenshin miraba su reloj pulsera impaciente. El pequeño aparatito marcaba las ocho y media, algo que comenzaba a desesperar al pelirrojo. La comida que había preparado con fervor se estaba enfriando y él estaba enormemente aburrido.
-siento el atraso…- Kaoru apareció tras la puerta del comedor con la cabeza gacha. No quería mirar al pelirrojo por la vergüenza que le producía el haber faltado a su palabra.
-está bien…- murmuró Kenshin más calmado. –siéntate aquí, a mi lado- dijo él levantándose de su asiento y corriendo la silla para que ella se sentara. Kaoru se sonrojó. Estaba muy apenada, ya que no acostumbraba a recibir tal trato por parte de un hombre.
-gracias…- murmuró bajito. Kenshin se entristeció. Realmente la habían tratado tan mal?
-señorita Kaoru… sé que nos conocemos de poco tiempo, pero me gustaría que tuvieras más confianza conmigo… siento que podemos ser muy buenos amigos y quiero que confíes en mi… si deseas algo, pídelo sin temor… si quieres hacer algo, hazlo sin pedir permiso, porque estás en tu casa… cuando quieras dar tu opinión, di todo lo que quieras… señorita Kaoru por favor, quiero que esta convivencia sea agradable para los dos…- Kenshin hablaba muy seguro y Kaoru estaba más apenada aún. Nunca en lo que recordaba de su vida le habían dado la opción de elegir que hacer ni de decir lo que pensaba.
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Los días pasaron tranquilos, no habían problemas pues Kenshin y Kaoru se llevaban muy bien. Él trataba de hacer feliz su estancia y animarla a quedarse ahí, pues ella pertenecía a ese lugar, y ella trataba de ser lo mejor posible para que él no se arrepintiera de haberla llevado a vivir a su casa.
-ehm… señor Himura… podría dejar eso así… luego lo lavaré…- Kaoru se encontraba en la cocina y Kenshin traía la vajilla y los cubiertos que habían usado en el almuerzo.
-señorita Kaoru, no la traje aquí para ser mi empleada!- alegó Kenshin, quitándole la esponja para lavar platos y sacándola de la cocina.
-pero… señor Himura…- Kaoru estaba avergonzada. Aún no se acostumbraba a que él hiciera todas las cosas y no le exigiera que ella limpiara, cocinara, etc.
-recuerda que mi nombre es Kenshin- dijo él divertido desde la cocina. Kaoru bufó molesta. 'acaso él piensa que soy una inútil?!' pensó sentándose en el sofá de la pequeña sala de la acogedora casa.
Luego de una tranquila tarde, en la que se entretuvieron jugando a las cartas y leyendo, cenaron y decidieron ir a dormir porque se hacía tarde.
-buenas noches, señorita Kaoru- dijo Kenshin sonriéndole. Kaoru le sonrió también.
-buenas noches, Kenshin- la chica cerró la puerta, encendió la vela que estaba en su mesita de noche y se dispuso a cambiarse de ropa.
Kenshin por su parte estaba complacido de que ella lo llamara por su nombre. 'por fin!!! es ilógico que ella no lo hiciera porque…' un grito estremecedor proveniente de la habitación de la que recién saliera lo hizo salir de sus pensamientos y correr al lugar. El pelirrojo abrió la puerta rápidamente, preocupado por lo que pudiera pasarle a la joven que ahora vivía con él.
-señorita Kaoru está…?- Kenshin no pudo terminar su pregunta, al ver las condiciones en las que ella se encontraba. Kaoru estaba semidesnuda sobre su cama, mirando aterrada al piso. Kenshin quitó su mirada de aquella chica, sonrojado a más no poder y miró al lugar que lo hacía ella. Vio un ratoncito gris comiendo miguitas de pan, despreocupado de todo lo que ocurría a su alrededor. A Kenshin le resbaló una gota por la cabeza. –se… señorita Kaoru… di… discúlpeme… no fue mi intención… yo… será mejor que me vaya… di… discúlpeme… buenas noches…- tartamudeó el joven hombre y salió tapándose los ojos, por lo que chocó con el marco de la puerta. Luego de murmurar una maldición salió y cerró la puerta. Kaoru estaba sonrojada. Nunca en su vida un hombre la había visto desnuda. No desde que tenía memoria.
Kenshin llegó a su habitación y se acostó en su cama. Podía sentir como su corazón luchaba por salir de su pecho. No podía creer en lo que se había convertido esa niña que tanto le costó encontrar. 'está preciosa… nunca imaginé que pudiera llegar a ser lo que hoy es… es una persona maravillosa, y una mujer hermosa… me alegro de haberla encontrado… mi querida Kaoru…' Kenshin se durmió con esos pensamientos.
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-buenos días, Kenshin…- el joven abrió los ojos lentamente. Kaoru estaba a su lado, sonriéndole con una bandeja en las manos.
-señorita Kaoru?... que hace aquí?- preguntó Kenshin bostezando.
-le traje su desayuno- dijo la chica sin dejar de sonreír. Kenshin la miró extrañado. Ella parecía haber olvidado el incidente de la noche anterior, pero él no podría olvidarlo nunca. –ehm… Kenshin… se lo dejo aquí… tengo que terminar el aseo de la casa… me llama para que te retire la bandeja de acuerdo?- Kaoru salió de la habitación sin voltear. Kenshin tomó su desayuno tranquilamente y luego se levantó. Se vistió y tomó la bandeja en sus manos para llevarla a la cocina. El joven observó su casa, complacido. Todo estaba impecable y en orden. La chica había hecho un excelente trabajo y le daría las gracias luego.
-ehm… Kenshin… quisiera pedirle un favor…- Kaoru lo miró con temor. Kenshin asintió, dándole la palabra. –quisiera saber si podría conservar un cachorrito que encontré en la puerta esta mañana…- murmuró la chica con la mirada baja. Kenshin sonrió.
-claro que puedes… pero deberás ocuparte tú de él está bien?- Kaoru levantó la cabeza sonriendo. De veras quería tener algo en qué ocuparse cuando no tuviera tareas de la casa.
-muchas gracias!!- la chica se lanzó a los brazos del pelirrojo y le iba a da un beso en la mejilla, pero Kenshin en un descuido movió la cara hacia un lado, provocando así que sus labios se rozaran. Kenshin la alejó rápidamente y volteó el rostro muy sonrojado. –di… discúlpeme no fue mi intención… yo…- Kaoru no sabía dónde meterse.
-tranquila… no fue tu culpa…- Kenshin recuperaba la normalidad de su respiración y de su color lentamente. Kaoru evitaba mirar al pelirrojo y éste evitaba mirarla.
-discúlpeme… yo… voy por el perrito…- murmuró la joven saliendo de la sala y regresando poco después con un perrito de colores negro, café y ocre. Tenía patas grandes y una carita muy tierna. Era un perrito pastor alemán.
-y… cómo le pondrás?- preguntó el pelirrojo para aliviar un poco la tensión, mientras se sentaba en el sofá de la salita.
-aún no lo sé… me ayudaría a escoger un nombre?- preguntó ella tratando de tranquilizarse.
-claro…- Kenshin se quedó callado un rato. Kaoru no lo miraba, ya que estaba preocupada de jugar con su nuevo amigo. El perrito corría alrededor de la chica y ella lo tomaba de vez en cuando en brazos o lo derribaba suavemente para rascarle el vientre. Kenshin miraba enternecido esa escena. 'sí… a ella siempre le gustaron los animales…'
-Kenshin?… qué le parece si le ponemos Shinta?- preguntó la chica, nerviosa por la mirada que le dirigía el pelirrojo. Kenshin movió su cabeza un poco para salir de su trance y asintió.
-sí… creo que estaría muy bien… entonces será Shinta- dijo él sonriendo. Kaoru se levantó con Shinta en brazos y fue por la cesta en la que habían dejado al perrito para armarle una cama. Kenshin no dejaba de mirarla conmovido. No había cambiado nada en esos quince años.
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-uhm… Kenshin… alguien le busca…- Kaoru se sentía intimidada ante la imponente figura del hombre de cabello negro y ojos azules que estaba parado frente a ella. (adivinen quién es…)
-si?... ah, Aoshi que gusto verte!- Kenshin sonrió al ver a su amigo en la puerta de su casa. –pasa a la sala… señorita Kaoru, me haces un favor?-
-claro-
-podrías preparar té para nosotros, por favor?- pidió Kenshin sonriéndole.
-sí, claro, en seguida se lo traeré- Kaoru hizo una leve reverencia y se fue a la cocina a preparar el té. Kenshin se sentó en el sofá e invitó a Aoshi a hacer lo mismo.
-y qué te trae por aquí?- preguntó el pelirrojo curioso.
-quise pasar a visitar a mi viejo amigo…- dijo Aoshi con su frialdad característica. Kenshin sonrió. –por cierto… quién es esa jovencita?…tu nueva sirvienta?-
-ella es mi…- Kenshin se calló al ver a Kaoru en la puerta de la cocina.
-ya está el té!- Kaoru apareció en la sala con una bandeja en las manos, en la que traía dos tazas pequeñas, una tetera y unas galletitas que había horneado en la mañana, luego de que Kenshin le dijo que podía conservar a Shinta.
Pasaron una tarde tranquila, Kenshin y Aoshi hablaban de cosas triviales y Kaoru mimaba a su perrito. Aoshi miró su reloj de bolsillo y su cara demostró asombro y preocupación. Kaoru notó su expresión y una risita escapó de sus labios.
-qué sucede, señor Aoshi?- preguntó Kaoru, divertida por la cara del hombre.
-es que… Kenshin, tengo que irme…- murmuró Aoshi comenzando a sudar frío.
-por qué? qué pasó?- preguntó Kenshin comenzando a preocuparse.
-es que… quedé de… ver a Misao… a las ocho… y ya son las nueve menos cuarto… estoy muerto…- Aoshi temblaba levemente. Kaoru reprimió unas cuantas risas más, y Kenshin reía abiertamente.
-debí suponerlo… Misao es una fiera cuando te atrasas… jejeje ya no te demoro más… a lo mejor si llegas ahora habrá una dulce reconciliación…- murmuró Kenshin con una sonrisa pícara. Aoshi se sonrojó, hizo una reverencia y salió de la casa.
-Kenshin?… quién es Misao?- preguntó Kaoru curiosa.
-Misao es mi prima… y la esposa de Aoshi- Kaoru abrió los ojos más de la cuenta.
-ah… no sabía que era casado…- el semblante de la chica cambió por uno triste. Había que admitirlo, Aoshi era bastante guapo. Kenshin la miró extrañado.
-te gusta Aoshi?- preguntó con algo de enojo. Celos. Eso se veía en su mirada.
-no, no… sólo me parece lindo y buena persona… nada más…- dijo ella intimidada por la mirada dorada que le dirigía el pelirrojo. Kenshin cerró los ojos para calmarse un poco. 'Kenshin, no es lógico que te sientas así porque ella te diga que le gusta Aoshi… cálmate… además él es casado… no hay peligro…' pensaba el pelirrojo tratando de calmarse. Kaoru se levantó, cogió a Shinta y se fue a su habitación sin siquiera darle las buenas noches, como hacía desde que vivían juntos. Estaba muy incómoda por la tensa situación. 'el no tiene ningún derecho de ponerse así' pensó la chica bufando molesta.
-Kaoru… Kaoru discúlpame…- Kenshin estaba en la puerta de la habitación de la chica. El no recibir respuesta lo molestó más. –está bien, como quieras!- Kenshin se fue a su cuarto y Kaoru pudo escuchar un portazo. La chica se asustó un poco. Él nunca era así con ella. Entonces, qué lo había hecho cambiar? Celos. Esa fue la primera palabra que se le vino a la mente.
-Kenshin eres un tonto- murmuró la chica sonriendo. -no te cambiaría por el señor Aoshi… no… no te cambiaría por nadie… no después de todo lo que has hecho por mi…- la chica deseaba decirle esas cosas, pero no podía. Sentía vergüenza de mirarlo a los ojos pensando de esa forma y no se atrevía a decirle nada de eso. No podía permitirse sentir más que agradecimiento por él.
-no, Kenshin no… no puede pasar nada entre ustedes… tú lo sabes muy bien… una relación amorosa con ella es imposible…- Kenshin murmuraba cerrando los ojos fuertemente, tratando de reprimir ese cariño que nacía en él hacia la chica de ojos azules. Ese cariño que iba más allá que el de amigos. –Kenshin, recuerda que… Kaoru es tu hermana- murmuró antes de caer presa del sueño.
-fin del capítulo 1-
Notas de Autor: sé que me querrán matar, acepto todas sus amenazas de muerte, a ver cuál es la mejor jejeje n.n…
Dejando las bromas, espero que les guste este fic… será por capítulos como los demás… saben? no me gustan los one-shot, así que los próximos fics que escriba, serán todos por capítulos, y tengo muchas ideas para fics, así que me tendrán aquí dando la lata mucho tiempo…
En relación a mis actualizaciones, perdónenme por no actualizar a tiempo… lo siento mucho, pero saben que lo haré, así sea lo último que haga… necesitaba subir este fic, y ahora me pondré en campaña para actualizar… para los que piensan que abandonaré, eso nunca!!! Primero muerto!!!
Uhm… disculpen el capítulo tan corto… ya los iré haciendo más largos a medida que avance el fic n.n…
Bueno, eso es todo, recuerden dejar reviews por favor, se los agradecería mucho, yo escribo por y para ustedes, y me hace muy feliz que me dejen sus comentarios n.n
Ahora sí, me retiro… espero que les guste el fic…
Nos leemos en el próximo capítulo!
Hitokiri Himura
