Capitulo 3: Acero y amor
La casa de los Mousy era muy amplia, de hermosas galerías de mármol y aljibes en los patios. Al costado tenía una pradera, donde de niño Dark corría a los brazos de su madre con un ramo de flores en su mano. Poseía grande habitaciones con todas las comodidades de la época y dorseles de seda de la India. El ambiente que flotaba era muy romántico.
Todavía los rayos de sol no bañaban los prados, cuando la superiora Emiko corría hacia la habitación de Riku para preparar los hábitos y también que atendiera a su padre, quien había venido de visita. Cuando llegó al cuarto el mismo estaba vacío y el camisón de la joven en la cama tirado. Notó que además no estaba Risa y ventana estaba abierta. Corrió furiosa ante tal atrevimiento hacia su recinto, donde la esperaba el padre de la joven y le anunció su huída. Colérico el hombre salió de allí.
Riku entreabrió los ojos, la seda del dorsel le acariciaba la piel. Abrió los ojos completamente y notó que no estaba en su gris habitación de monasterio, sino en una muy hermosa. Corrió las cobijas y salió de la cama. Sin calzado que le protegiera los pies y exaltada por no saber donde estaba, no le importaba el frío matinal. Salió hacia una de las galerías que envolvía un patio lleno de plantas. La visión era muy relajante.
-Señorita, se va a enfermar así- dijo una voz masculina y seductora a sus espalda.
-Qué ha dicho?- preguntó ella girando lentamente para encontrarse con Dark.
-Va a pescar un resfriado así- con un movimiento la tomó en brazos- así va estar mejor
No respondió. Sentía la cara arder ante la cercanía. Se concentró en el sonido del corazón galopante del joven. Ninguno hablaba, quizás no había palabras para emplear en ese instante. Entraron nuevamente en la elegante habitación y con una suavidad extrema la dejó en la cama.
-Por qué me has traído?- preguntó inocente ella, clavando sus ojos café en los amatista de él
-Para admirar tu belleza, experimentar la suavidad de tu piel- posó su mano en la mejilla de ella y la rodó por su cara, tocando con suavidad su labios- y para...- inclinó cabeza acercando sus labios
-Detente, Dark Mousy!!! No voy a permitir que un lujurioso como tú se robe la virginidad de los labios de mi hija- gritó el padre de la joven entrando en la habitación, empuñando su filosa y larga espada de acero.
El joven se puso de pie enseguida, no temblaba pero sus ojos expresaban temor. Estaba desvalido, no portaba sus armas sólo tenía la esperaza de que todo consistiera en un mero juego de palabras. Eriol Harada dio un paso sin vacilar hacia delante, acortando la distancia con el joven.
-Señor yo puedo explicar....- balbuce
-No quiero oír las palabras que salen de esa boca, has secuestrado ha mi hija y estas a punto de eliminar su honra.- levantó el arma- debes pagar por tus fechorías, Dark.
Realizaron un ágil combate, el joven esquivando el filo del acero. Riku observaba la escena con gran temor, la cara de furia de su padre le invocaba temor. El último esquivo definitivo y el acero realizó una herida en el brazo del joven, quien n cayó de rodillas atajando su brazo. La joven se arrojó a socórrelo, arrodillándose también. Rasgó su vestido y fabricó una precaria venda para la herida sangrante. El hombre los observaba, mientras el fijo de su espada goteaba escarlata.
-Riku, ensucias tu falda y tu honor al ayudar a ese individuo despreciable- incitó su padre.
-No quiero oír, padre, tus palabras no son sabías- comenzó ella poniéndose de pie mientras Dark apoyaba su cabeza en el regazo- no puedes decir despreciable al amor, mí amor.- terminó, acariciando los cabellos negros de aquel hombre con ternura suprema.
-Tu corazón y mente es joven, no puede saber... ven y vamos al monasterio, la superiora reza por tu bienestar.
-Entonces reza porque me quede aquí.- respondió elevando su mirada hasta la de su padre
-Pero hija...
-Padre te pido que me dejes aquí, educa bien a Ritsuko, mi hermana menor- reflexionó, sin cambiar su postura tanto física como mentalmente.
El hombre marchó furioso pero realizando el sacrificio de aceptar el amor entre los jóvenes. Dark estaba casi dormido entre las caricias. El sentir el contacto de su manos lo hacía estremecer y palpitar el corazón. Nunca había sentido eso con una mujer, ese calor interno que podía vencer el más crudo invierno y transformar tarde de lluvia en noches de verano. La veía y la sentía pura. Era una delicada flor en la montaña. Una entre miles. Entregada para él. Pero, ¿ sería capaz de rechazar ese corazón? No lo creía así.
Otro nuevo personaje rompe el hechizo entre ellos. Daisuke, quien estaba molesto por la treta de la madruga. Por ninguna razón interrumpiría los cariños de su amada. El joven de cabellos rojos se mostró atónito ante el hecho de que su mejor, el más galán del dúo, estuviera arrodillado ante una mujer. Lo usual es que ellas estuvieran a sus pies esperando algún roce de sus manos. Notaba el amor allí y no quiso interferir, por lo que se retiró de aquellos aposentos sin emitir sonido.
En un horario cercano al medio día, los rayos de sol hicieron que el joven Dark abriera los ojos para ver a su querida Riku en la ventana. Estaba mirando a través de ella hacia fuera. Se veía soñada entre. las cortinas que flameaban con el viento tibio. Notó que su vendaje era nuevo y limpio. Ella lo miró y le sonrió. Se acercó a su cama.
-Ya estás mejor?
-Mucho, pero dime, ¿ qué hora es?
-El mediodía
-Oh, rayos... la boda, debo ir.
-Preparé tu traje, tu padre me ha dicho donde estaba- respondió satisfecha al ver la cara de asombro que dirigía hacia una silla donde yacía un pantalón negro, con una camisa blanca, su faja y una chaqueta de montar.
Luego de levantarse y vestirse, Riku puedo admirar lo hermoso que se veía con el sol iluminándolo.
-Ahora t
-Pero...- sus palabras quedaron suspendidas, él había salido del lugar muy rápido.
