CAPITULO 4

SUS COSTUMBRES

Llegó el día siguiente y volvimos a vernos con mucho gusto. Su aspecto no perdía nada bajo la luz del día. En verdad lucía como la criatura más hermosa que la creación podía dar. Mas hermosa que lo que yo había visto jamás. Se me hacía imposible pensar que ese rostro pudiera haberme asustado alguna vez.

Ciertamente estaba encantada con ella en la mayoría de las cosas. En algunas otras no era así. Empezaré por describirla. Su estatura era un poco superior a la media entre las mujeres; era muy delgada y maravillosamente grácil. Sus movimientos eran lánguidos... muy lánguidos, pero nada que la hiciera verse enferma o que sufriera de un agotamiento crónico. Su tez era dulce y radiante, de facciones pequeñas y bellamente formadas. Poseía unos ojos obscuros, cuyos colores semejaban la amatista. Y tenía un cabello maravilloso. Recuerdo que solía pasar mi mano debajo de su pelo y luego lo dejaba caer mientras veía lo lustroso y brillante que era.

Pero como ya dije antes, había detalles que no me gustaban. Aunque su confianza me conquistó desde el primer instante, descubrí que respecto a su origen o la historia de su vida guardaba una reserva muy fuerte, que incluso se podría decir que era anormal. Tal vez debería haber respetado lo que la dama de negro, o sea su madre, había dicho, pero no existe deseo más infatigable y sin escrúpulos que el de la curiosidad, y no hay muchacha capaz de soportar le que otra muchacha frustre la suya. Además, ¿Qué daño hacía que yo supera una o dos casas mas sobre ella? ¿Es que no confiaba en mí? También había, según yo, una frialdad impropia para alguien de su edad en su sonriente negativa. Toda la información que pude obtener se resume a tres cosas:

Primera: se llamaba Tomoyo.

Segunda: su familia era antigua y muy noble.

Tercera: su hogar estaba rumbo al oeste.

No me dijo ni el apellido de su familia, ni cuales eran sus blasones, o donde estaban sus dominios o siquiera el país donde vivían. No vayan a imaginar que la importunaba constante mente con esas preguntas. Vigilaba las oportunidades que se podían presentar. Dos o tres veces incluso, me atreví a atacar directamente pero sin ningún resultado. Tanto las caricias como los reproches se perdían en ella. Pero todas sus evasiones eran hechas con tanta gentileza, e incluso con tanto apasionamiento, que era imposible seguir adelante y tampoco podía sentirme ofendida con ella por mucho tiempo.

Solía rodearme el cuello con sus lindos brazos y atraerme hacia ella. Entonces, mejilla con mejilla, murmuraba con sus labios a mi oído:

-Sakura, querida mía. Tu corazoncito está herido; no me creas cruel porque obedezca a la ley irresistible de mi fuerza y mi debilidad. Si tu querido corazón está herido, mi corazón turbulento sangra junto al tuyo. En el éxtasis de mi enorme humillación, vivo en tu cálida vida, y tú morirás... morirás, morirás dulcemente... en mi vida. Yo no puedo evitarlo. Así como yo me acerco a ti, tú también te acercarás a otros, y conocerás el éxtasis de esa crueldad que, sin embargo, es amor; de modo que por un tiempo no intentes saber algo más sobre mí y lo mío. Confía en mí con todo tu espíritu amoroso.- Y después de recitar estas palabras me apretaba más en su estrecho abrazo y encendía mis mejillas con sus dulces besos.

Sus modos y su lenguaje me resultaban muy extraños y desconocidos, y aunque deseaba librarme de esos abrazos, en esos instantes parecía como si me abandonaran mis fuerzas, pero afortunadamente esos locos arrebatos no se producían muy seguido. No tenía una idea exacta de lo que yo sentía en esos momentos, pero pienso que sería una curiosa sensación de adoración, así como de aberración. Se que suena paradójico pero así era. Les narro esta historia después de diez años de que me ocurrió y aún lo hago con una sensación de escalofríos, y al escribir aún me tiembla la mano. Pero no debo temer. Si con esto logro evitar que tragedias como la que me sucedió se repitan, bien vale la pena revivir esos momentos de terror y angustia.

A veces, después de una hora de prolongada apatía, mi extraña y hermosa compañera me tomaba de la mano y la apretaba cariñosamente, mirándome al rostro con unos ojos lánguidos y apasionados; respirando tan deprisa que su vestido subía y bajaba de una forma apresurada. Me parecía el ardor de un enamorado, me turbaba; era una cosa odiosa, y sin embargo también era irresistible. Me atraía hacia si y me susurraba casi sollozando:

-Eres mía, serás mía, y tu y yo seremos una para siempre.- Después de eso se dejaba caer a su silla, tapándose los ojos con sus manos y dejándome a mi temblando.

-¿Es que somos parientes o te recuerdo a alguien?- le preguntaba. - Quizá te recuerdo a alguien a quien amas, pero no hagas esto. Lo detesto. Te desconozco... me desconozco a mí misma cuando haces eso.-

Ella solo respondía con una sonrisa y luego volteaba su rostro a otra dirección. Estos arrebatos de pasión no eran tan comunes como podrían imaginar. De hecho, la mayor parte de las veces actuaba como si yo no significara nada para ella.

En ciertos aspectos sus costumbres eran algo extrañas, pero tal vez para ustedes no lo sean tanto. Solía bajar muy tarde. Generalmente no antes de la una. Se tomaba una taza de chocolate pero no comía nada. Luego salíamos a pasear como un simple haraganeo, pero casi siempre se agotaba muy rápido, por lo que o volvíamos al castillo, o nos sentábamos en las bancas que se encontraban entre los árboles. Esa languidez que mostraba físicamente contrastaba con su mente ágil. A veces mencionaba algún lugar desconocido para mí o alguna costumbre que yo ignoraba, por lo que deduje que su tierra natal estaba mucho mas lejos de lo que yo me imaginaba.

Una tarde mientras estábamos sentadas en una de los bancas, pasó cerca de nosotras un cortejo fúnebre. Era el de una muchachita, hija de uno de los guardias del bosque y que yo conocía de vista. Era la única hija de ese hombre que se veía notoriamente destrozado. Caminaba detrás del féretro, y detrás de el venían algunos campesinos entonando un canto fúnebre. Me levanté en signo de respeto y me uní al canto. En ese momento sentí un brusco tirón de parte de Tomoyo al tiempo que me decía con igual brusquedad. -¿Qué no te das cuenta de lo discordante que es?-

-Al contrario Tomoyo. Me parece muy dulce.- respondí molesta y apenada, esperando que nadie se hubiera dado cuenta de su actitud, y cuando me disponía a reiniciar mi canto ella volvió a interrumpir.

-Me rompes los oídos.- Dijo colérica mientras se los tapaba. -Además, ¿Por qué supones que tu religión y la mía sean la misma? Tus formas me hieren y odio los funerales. ¡Menudo alboroto por tan poca cosa! ¡Pues bueno, tú morirás... todo el mundo morirá y todos serán más felices cuando lo hagan! Por favor Sakura. Ya volvamos a casa.-

-Mi padre ha ido al cementerio junto con el sacerdote. Pensé que sabías que la iban a enterrar hoy.-

-¿A ella? No me molesto por campesinos. No se quien es.-

-Es la pobre niña que imagino ver a un fantasma desde hace dos semanas y había estado muriéndose desde ese momento hasta ayer, que murió.-

-No me cuentes nada de fantasmas o no dormiré esta noche.-

-Espero que no se esté acercando alguna plaga, porque también la esposa del porquerizo murió hace una semana e imaginaba que algo se le acercaba y la estrangulaba. Estaba bien la noche antes de comenzar a decir eso y murió en menos de una semana. Mi papa dice que se llega a alucinar cuando dan ciertas fiebres.-

-Bueno, su funeral habrá terminado y también el canto de su himno; y nuestros oídos al fin se libraran de esas discordantes y horrorosas notas. Me han puesto muy nerviosa. Siéntate a mi lado Sakura y por favor toma mi mano. Si, así. Apriétala fuerte... fuerte... más fuerte.-

Habíamos retrocedido un poco mientras hablaba y llegamos a otra banca. Ya ahí su rostro experimento un cambio que me aterrorizo por unos momentos. Tenía los dientes y las manos apretadas así como el ceño y los labios fruncidos mientras ella miraba hacia el suelo. Temblaba de pies a cabeza con un estremecimiento irrefrenable. Era casi como si luchara contra algo, alguna clase de mal. -¡AHHHHH!- Y todo concluyó con un grito desgarrador después del cual la histeria desapareció gradualmente.

-¡Mira bien Sakura! ¡Este es el resultado de estrangular a la gente con himnos! Sostenme, sostenme todavía. Ya se me pasa.-

Y exactamente eso sucedió: parecía como si no se hubiera perturbado en lo mas mínimo. Quizá por eso Tomoyo se mostró más animada y parlanchina de lo habitual mientras regresábamos al castillo. Era la primera vez que veía algo de esa fragilidad de salud de la que su madre nos había comentado; pero también era la primera vez que la veía mostrar algo similar a la ira. Ambas situaciones se disiparon como nubes de verano. Solo hubo una vez mas en que la vi mostrar un repentino arranque de furia. Se los contaré ahora.

Sucedió un poco antes del atardecer mientras ella y yo mirábamos por una de las ventanas que daba al patio del castillo, cuando vimos entrar a un pequeño jorobado que para mí resultaba familiar, puesto que pasaba por aquí una o dos veces al año. Llevaba una barba negra en punta y sonreía de extremo a extremo. Vestía un ropaje de colores escarlata y negro y llevaba varios cintos en los cuales iban atados diversas cosas. Traía un par de cajitas en las que iban guardados una salamandra y un dragón. Desde luego, no eran reales. En realidad solo eran trozos de mono, erizo, ardilla y pescado que estaban minuciosamente pegados. Cualquier incauto se lo habría creído. También traía un violín, algunas herramientas y un perro grande y muy peludo, pero este no se atrevió a cruzar el puente levadizo, sino que se quedó afuera y comenzó a aullar de una forma muy lúgubre. Estando ya el dentro, comenzó a tocar su violín y a bailotear de una forma desgarbada, pero que a mí me daba risa. Después se acercó a la ventana y comenzó cual merolico a ofrecernos sus servicios en diversas cosas, además de mostrarnos algunas curiosidades que traía en venta.

-¿No les gustaría a mis señoras comprar un amuleto contra el upiro, que según he oído, anda suelto como un lobo en el bosque? La gente muere a diestra y siniestra por ese mal, pero aquí tengo un encantamiento que nunca falla. Préndanlo en su almohada y podrán burlarse de el en su cara.-

Tomoyo compró uno y yo otro. Ciertamente ambas lo veíamos con diversión, o al menos yo así lo hacía. De repente me pareció que el vio algo desde donde estaba, porque en un segundo desenrolló un paquete con diversos utensilios de acero.

-Vea, mi señora.- dijo dirigiéndose a mí. -Entre otros oficios más o menos útiles, profeso el de la dentistería. ¡Maldito sea el perro!- interrumpió por un momento. -Aúlla de tal forma que mis señoras apenas podrán oír algo. En fin; Su noble amiga tiene unos dientes muy afilados. Desde donde estoy los he visto; pues si eso molesta a la joven dama, y yo creo que así es, aquí estoy yo. Aquí esta mi pinza; aquí están mi lima y mi punzón. Con ellos redondearé sus dientes y romos los haré. ¡No más dientes de pez, sino de hermosa joven que es! ¿Eh? ¿Acaso se ha disgustado la joven dama? ¿La he ofendido?- Y de hecho, la aludida estaba muy ofendida.

-¿Dónde esta tu padre Sakura? Le pediré que haga justicia. Mi padre ya lo hubiera mandado atar a la toma de agua para que lo azotaran con un látigo para caballos hasta cortarle la carne, y después hubiera mandado que le quemaran hasta los huesos con hierro al rojo con el blasón de nuestro castillo.- Se apartó de la ventana unos dos pasos, y en cuanto dejo de ver a su ofensor, su ira se disipó tan rápidamente como había surgido, hasta que finalmente se olvidó de todo el asunto.

Ya en esa noche, mi padre se veía un tanto abatido. Nos contó que había muerto otra joven en circunstancias muy similares a las que se estaban presentando. Esta vez era la hermana de uno de los campesinos de nuestros dominios. Los síntomas eran los mismos de las muertes anteriores.

-Todo esto debe atribuirse a causas naturales.- dijo mi padre. -Esa pobre gente imagina toda clase de supersticiones y se van transmitiendo unas a otras esas imágenes de terror.-

-Pero eso mismo puede aterrar a una como no es posible imaginar.- dijo Tomoyo.

-¿Cómo eso?- le preguntó mi padre.

-Tengo mucho miedo de imaginarme que veo cosas como esas. Ese simple hecho me aterroriza como si fuera una realidad.-

-Estamos en manos de Dios.- dije entonces. -Nada puede suceder sin su permiso, y el protegerá a los que lo aman. Es nuestro creador. Sin duda nos cuidará bajo cualquier circunstancia.-

-Creador. ¡Naturaleza!- me respondió Tomoyo. -Y esta enfermedad que invade al país es natural. Naturaleza. Todas las cosas proceden de ella, ¿o es que acaso me equivoco? ¿Qué acaso no es verdad que todas las cosas, sin importar su tamaño o aspecto obedecen las reglas de la naturaleza? Eso es lo que yo creo.-

Después de un momento de incomodo silencio, mi padre nos dijo que el médico vendría a darnos su opinión al respecto. -Los médicos nunca me han hecho ningún bien.- dijo Tomoyo.

-¿Acaso has estado enferma antes Tomoyo?- le pregunté.

-Mas de lo que tú alguna vez hubieras estado.- me respondió.

-¿Y fue hace mucho?-

-Si, fue hace mucho tiempo; tanto que ya he olvidado todo, excepto que se trataba del mismo mal que esas pobres infelices padecieron antes de morir. Tampoco he olvidado mis sufrimientos y mi debilidad, pues hasta la fecha aún me aquejan.-

-¿Eras muy joven entonces?-

-Así es, pero ya no hablemos mas de esto mi querida Sakura. ¿Tú no te atreverías a herir a una amiga al recordarle los dolores del pasado?-

Aprovecho la ocasión para abrazarme por la cintura, ya que mi padre había salido de la sala para revisar algunos documentos.

-¿Por qué a tu papa le gusta asustarnos así?- dijo la hermosa jovencita.

-No le gusta querida Tomoyo. Eso es lo último que le gustaría hacernos.-

-¿Tienes miedo tu querida?-

-Pues claro que tengo miedo a eso.-

-¿Acaso tienes miedo de morir?-

-Desde luego que si.-

-Pero no de morir así, sino de morir como lo hacen los amantes... morir juntos para vivir juntos. Las muchachas son como orugas mientras viven en el mundo, y finalmente se convierten en mariposas al llegar el verano, pero hasta entonces son como pequeñas oruguitas; cada una con sus propias necesidades.- Me quede bastante asombrada con esas palabras y estuve largo rato pensando en ellas.

Un poco mas tarde, llegó el médico. Era un hombre de más de sesenta años, por lo que esta de más decir que tenía mucha experiencia en el mal que aquejaba a nuestra región. Mi padre y el se encerraron en una habitación por largo rato. Cuando salieron, oí la risa de mi padre mientras decía: -Me sorprende eso de un hombre tan preparado como usted. ¿Y porque no me habla de una vez de cíclopes, grifos y dragones?- El médico sonreía y contestó mientras meneaba la cabeza: -Pese a todo la vida y la muerte son estados misteriosos, y sabemos muy poco tanto de una como de la otra.-

Conforme se retiraban, el volumen de sus voces disminuía hasta que no pude oír más. No sabía en ese entonces de lo que estaban hablando, pero creo que ahora puedo adivinarlo.

Continuara...

En Taro Adun, mis muy queridos y apreciados lectores. Tal como prometí abrí la sección de respuestas con una frase tomada de Starcraft. Esta frase en particular es una especie de saludo solemne que se dan los guerreros protoss, y les diría la traducción exacta, pero lamentablemente no se hablar el idioma protoss. El porque lo hice es simple: estoy de un excelente humor y eso me lleva a actuar de una forma un tanto simplona, aunque creo tomar a veces una actitud simplona ayuda a evitar ser devorado por las presiones de la vida diaria. Por cierto y volviendo al fic en si, ahora ya saben quien era nuestra chica misteriosa, aunque ni tanto. Pero como podrán ver la historia esta comenzando a tomar forma, pero aún será poco a poco y esto es porque de alguna forma estoy manteniendo el ritmo de la historia original. Esto lo hago para, en la medida de lo posible, no alterar o mutilar el sentido original de esta. Eso mismo explica el cambio de caracter de Tomoyo. Es solo por cuestiones de la historia. Espero que no se hayan ofendido, pero si quieren hacer reclamaciones al respecto las esperaré en sus reviews. Bueno. Ahora a lo que realmente importa: Contestar sus reviews:

Celina Sosa: Ciertamente no había mucha sorpresa respecto a Tomoyo, pero también veras algunas cosas más o menos interesantes. ¿Esperabas esas frases tan ardientes de su parte? Mil gracias por seguir esta historia.

kanna lune: Me agrada ser útil de vez en cuando. Y también me agrada que este fic te agrade. (Y ahora si que valen todas estas redundancias) Espero que este capítulo no te decepcione.

ultimate spider: Se que este capítulo te agradará. Tal vez aún no haya mucho terror pero no creo que ese "acaloramiento" de la hermosa Tomoyo te decepcione, y sus costumbres... hasta donde yo se aún hay sol a la una de la tarde. Los pequeños misterios que le dan sabor a la vida. En lo personal no creo que ningún dulce valga tal castigo, aunque existen otros pequeños disfrutes que tal vez si los valgan.

Miyozku: Me da muchísimo gusto que estés siguiendo esta pequeña historia y que te guste tanto. Debo decir que me da algo de pena el que digas que mi historia es mejor que la tuya. Lo único que hago en este momento es adaptar una historia escrita en 1872 y tratar de no destrozarla en el proceso (A diferencia de lo que hicieron con "Yo, robot" de Isaac Asimov. Los escritores de la película la desbarataron tanto que el señor Asimov debe estar revolcándose en su tumba) ¿Historia review? Ahora si que estoy intrigado. Me muero de la curiosidad por saber de que se tratará. Cuídate.

Solitaria alma: Te agradezco mucho el review que me mandaste. Aún se me hace raro que alguien piense que soy tierno. No me acostumbro aun a escuchar o en este caso, leer, que alguien piense que soy tierno. Tampoco me considero alguien culto. Siento que aun me falta mucho por aprender, tanto en conocimiento como de la vida. También siento que debo aprender una cosa más: humildad. Gracias por el beso, que me imagino es tan puro como imagino que pura es tu alma.

Nalene: Temo tener que decirte que las piezas de este rompecabezas van a tardar un poco mas en encajar. Ciertamente el ritmo de la historia es un poco lento y siento que si lo acelero un poco mas se perdería la esencia de lo que el maestro Le Fanu escribió hace ya tanto tiempo. Solo espero que esto no te desanime ya que no sería lo mismo si dejara de saber de ti. Y respecto a Tomoyo pues... precisamente ahí esta buena parte del centro de la trama; incluso algunas partes de su conducta son contradictorias con lo dicho sobre los señores de la noche. Espero verte por aquí bastante raro mas, y se feliz.

Aneth: Que puedo decir. Me agrada halagar a las damas cuando tengo oportunidad, además de no hacerlo con palabras vulgares. La mujer es, según yo, la culminación de la creación. Espero leer más de ti y de tu historia. Me gusta como escribes.

Por el momento es todo de mi parte. Antes de que algo mas suceda les diré que apenas vamos por la cuarta parte de la historia, ya que trataré de mantener la estructura original, es decir, de llegar a dieciséis capítulos. Algunos largos, como este y otros cortos. Ya veré que se le puede hacer. Me despido de ustedes esperando que disfruten de todo lo que la vida nos puede ofrecer. Tal vez sea breve e ingrata pero vale la pena por el simple hecho de ser vida. ¡Sean muy felices! Es mi deseo de todo corazón. Bye.