Capítulo 13.
En cuanto Lily llegó al departamento, después de haber aclarado el asunto Schneider-Fernández, se fue directamente a dormir, sin detenerse a comer algo antes, pues se sentía muy mal y lo único que quería era desconectarse del mundo, al menos por un rato. Por la noche, cuando despertó, notó que todas las luces del apartamento estaban apagadas. "Qué raro", pensó, "¿Habrá salido Genzo a algún lado?". El hambre la hizo ir a buscar algo de comer a la cocina, y comprobó que, efectivamente, se encontraba sola, pues la habitación de Genzo también estaba a oscuras. Lily se preocupó, pues por más enojado que estuviera, Genzo nunca salía sin dejarle al menos una nota que le avisara sobre su paradero. Le llamó a su celular, pero después de tres o cuatro timbrazos él cortó la llamada, y cuando Lily intentó llamarle de nuevo, descubrió que Genzo había terminado por apagar su teléfono. "Que se pudra, entonces", pensó ella, muy enojada.
Sin embargo, la duda no tardó en invadirla, así que terminó por entrar a hurtadillas en la recámara de él. Todo estaba igual que siempre, la habitación de Genzo reflejaba su manera de ser: austera, seria e impersonal, nada que indicara que allí dormía él, excepto por la pila de revistas de fútbol bien ordenadas en un librero cercano a su cama, y una fotografía en donde aparecían ella y él: abrazados, sonrientes y... enamorados. Lily sintió una punzada de dolor al ver la imagen. ¿Cuánto hacía que se habían tomado esa foto? No mucho, y sin embargo, las cosas habían cambiado mucho desde entonces...
Ya se había resignado a que no encontraría nada que le dijera en dónde podría estar Genzo, cuando vio una pequeña hoja de papel, tirada muy cerca de la cama. Lily la recogió y lo que leyó hizo que se le encogiera el corazón: escrito con la letra de Genzo, había una sola frase que decía: "Nadia, lunes 5:30".
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Esa noche, Rika esperó hasta muy tarde, esperando a que Misaki la llamara, confiaba en que él quisiera arreglar las cosas.
"Él no debe tardar, yo sé que pronto llegará", pensaba, mientras se paseaba nerviosamente de un lado al otro de su habitación. El estar esperando en el lobby del hotel la ponía nerviosa, así que por eso subió al cuarto a encerrarse a piedra y lodo, confiando en que Misaki cumpliría su promesa de no demorarse. Sin embargo, las horas pasaban y él no aparecía. "¿Por qué tardará tanto? ¿En dónde estará? ¿Con quién estará? ". El solo pensar que Taro podría estar con la reportera la entristecía sobremanera. "Todo esto es mi culpa, por comportarme como una idiota", repetía su mente una y otra vez, "Ya estoy empezando a actuar igual que Genzo... Algo tengo que hacer para dominar mis celos... Por favor, Taro, aclaremos esto..."
Pero él nunca la buscaría esa noche, pues Natalie había borrado el mensaje que Rika dejó en el celular de él, así que Misaki llegó directamente a su habitación, sin sospechar que tres puertas más allá había una chica enamorada que esperaba por él.
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Al día siguiente, Lily no dejaba de hacerse la misma pregunta: "¿Quién es Nadia?". No había querido contarle a Gwen sobre su descubrimiento, ya que ella se encontraba muy feliz debido a que Schneider la había invitado a ver el partido del Bayern Munich vs. Hamburgo, que se llevaría a cabo la noche siguiente, y Lily no quería robarle esa felicidad. Así que se pasó las horas, atormentada por celos, al imaginar que Genzo podría haber estado en brazos de otra mujer. Al finalizar su turno, se sentía al borde de la desesperación, ella siempre había sido igual de celosa que Genzo, sino es que más, y la idea de un engaño era un suplicio para su ya tan atormentado corazón.
Cuando llegó a su hogar, el mundo comenzó a girar y volvió a desmayarse, justo a la entrada del departamento. Cuando despertó, estaba recostada sobre un sillón y Genzo le ponía paños húmedos sobre la frente.
¿Cómo te sientes?.- le preguntó él, suavemente. En sus ojos oscuros se reflejaba la preocupación.
Un poco mejor.- mintió ella, pues la verdad era que se sentía fatal.
Voy a llamar al Dr. Stein... .- comenzó a decir él, pero ella no se lo permitió.
¡No! Estoy bien, de verdad, solo necesito relajarme un poco...
No te creo, estás muy pálida y tienes los labios blancos, nunca te había visto así... .- Genzo abrazó a la chica con suavidad, acariciándole también su largo y brillante cabello castaño.- ¿Qué te pasa, mi amor?
Ella no respondió, simplemente lo abrazó también y se dedicó a disfrutar del momento.
Has estado trabajando mucho últimamente... Deberías pedir un descanso.- sugirió Genzo.
No, no, estoy bien, de verdad.- Lily se separó de él, tratando de controlar las náuseas que sentía, sin conseguirlo. Se hizo a un lado y vomitó sobre el cesto de papeles que tenía cerca.
Genzo la sujetó con firmeza para evitar que cayera, la recostó nuevamente sobre el sillón y comenzó a limpiarle el rostro con una toalla mojada.
No importa lo que me digas, voy a llamar a un médico.- le dijo.
No... No es necesario.- respondió ella con voz entrecortada.- Ya... Ya me siento mejor... Debió ser... Algo que comí...
Él le acarició una mejilla con mucha ternura.
Ya dime qué es lo que te sucede, ángel, sé que estás ocultándome algo.- pidió él.- Tú sabes que me importa muchísimo lo que te pase, y que siempre te ayudaré a afrontar cualquier problema que tengas.
Pues... .- ella dudó. Había dos cosas importantísimas que tenía que decirle, pero no sabía cuál noticia dar primero, pues las dos harían impacto en él, de eso estaba segura.- Tengo que decirte algo.
Te escucho.
Verás.- comenzó Lily, al tiempo que se incorporaba.- Sé que esto va a ser muy repentino para ti pero... Hace tiempo, Gwen y yo mandamos nuestras solicitudes para poder realizar nuestra residencia en un buen hospital pediátrico...
Ajá...
La cosa es, que aquí en Hamburgo tienen un hospital muy bueno, pero no es el mejor...
Ajá...
Así que Gwen y yo solicitamos una plaza en Munich...
Ajá...
Y pues... Nos acaban de informar que fuimos aceptadas...
Wakabayashi no respondió en el primer instante; sopesó unos segundos la información que ella le había dado y al final preguntó lo que ella más temía.
¿Y tienes pensado aceptar esa oferta?.- preguntó él, adoptando una expresión muy seria.
No lo sé todavía, es que, hay tantas cosas que... .- comenzó a decir ella.
Claro que tienes pensado aceptarla, de lo contrario nunca la habrías solicitado... .- Genzo comenzó a subir el tono de su voz.- Solo quiero saber cuándo pensabas decírmelo.
¡Es que nunca pensé que me aceptarían!
¡No me salgas con eso! No me digas eso porque te conozco muy bien y sé que si pediste plaza en Munich, es porque sabías que tenías muchas oportunidades de que te la dieran.
No, en verdad, no había querido decirte nada porque es muy difícil entrar...
Dime una cosa más: ¿hace cuánto enviaste tu solicitud?.- la voz de él temblaba de rabia.
Será como... .- Lily tragó saliva; sentía un nudo en la garganta.- Seis meses...
¡SEIS MESES!.- gritó Genzo.- ¿Y cuándo pensabas decirme? ¿Cuándo estuvieses viviendo en Munich?
Por favor, no te pongas así.- suplicó ella.
Ahora entiendo todo. Ahora sé por qué hablabas tanto con Levin. De seguro le has estado pidiendo que te deje un lugar en su cama, así como me lo pediste a mí.- dijo Genzo, con crueldad.
Ella lo abofeteó con fuerza, conteniendo las lágrimas.
¿Cómo te atreves a hablarme así?.- le espetó, al tiempo que se levantaba del sillón y salía del apartamento.
Wakabayashi no hizo el intento de ir tras ella.
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Al día siguiente, Wakabayashi se levantó muy temprano, pues su equipo de fútbol viajaría ese mismo día rumbo a Munich, para el partido más esperado de la temporada: Hamburgo vs. Bayern Munich. Notó que Lily no regresó a dormir, y el arrepentimiento y la preocupación comenzaron a atormentarlo. Sin embargo, cuando estaba a punto de ir a buscarla, llamaron a la puerta.
¿Ya estás listo, Wakabayashi-san?.- era Kaltz.
No, en realidad no estoy listo. No tengo ni la más mínima idea de en dónde pueda estar Lily, no puedo irme sin saber si se encuentra bien.
No te preocupes, ella está bien.- Kaltz tranquilizó a su amigo.- Michelle me dijo que pasó la noche con ellas. Y también me dijo que estaba muy alterada. ¿Qué fue lo que pasó esta vez, amigo?
Perdí los estribos por una idiotez... .- contestó Genzo, francamente arrepentido.- Ya no sé que más hacer, Kaltz, siento que cada día la voy perdiendo más y más...
¿Por qué piensas eso? ¿Qué ocurrió ayer?
Me dio una noticia para la que no estaba preparado. Hace seis meses solicitó su entrada para un hospital en Munich y acaban de confirmarle que fue aceptada.
Y por lo visto, tú no sabías nada del asunto...
Ni una palabra, ella nunca me lo contó. Eso me hizo enfurecer, pues por un momento tuve la idea de que desea tomar un camino diferente al mío.
¿Y si ella decide irse, tú qué harás, Wakabayashi-san?
No pretendo ser su dueño, Kaltz. Ella es lo más bello que me ha pasado en la vida, pero no puedo forzar a que nuestros caminos sigan cruzándose si ella decide que es el momento de que se separen.
El Genzo que yo conozco nunca se da por vencido.- dijo Kaltz.
No me estoy dando por vencido, pero jamás haré algo que vaya en contra de sus deseos. Siempre lucho hasta el final por conseguir lo que quiero, sin importar las consecuencias, pero no cuando se trata de la felicidad de la mujer que amo.- respondió Genzo.- Jamás haría algo que la lastimara, nunca.
Entonces vas a dejarla ir así sin más...
Tampoco quise decir eso. Creo que aun tengo una oportunidad. Si ella rechaza mi petición, dejaré que se marche; pero si acepta, no pienso dejarla ir nunca.
En los ojos de Wakabayashi brilló la determinación, y Kaltz supo que ése sí era el Genzo que él conocía.
