Capítulo 21.

Frankfurt, Alemania.

Rika miraba fijamente a Misaki. En su interior maldijo la idea que tuvo de bajar a recibir a las visitas en fachas.

¿Cómo rayos supiste en dónde estaba?.- le preguntó.

Le llamé a tu padre, él me lo dijo.- respondió él.

¡Pero si mi padre no sabía en dónde...!.- en ese momento, Rika se interrumpió para voltear a ver a su abuela, quien estaba oculta detrás de la puerta.

En cuanto la señora notó que su nieta la observaba, cerró la puerta con rapidez.

Abuelita... .- murmuró Rika en voz baja.

Por favor, tienes que escucharme.- rogó Taro.- Tienes que creer que yo nunca te engañaría con nadie.

No quiero... .- empezó a decir ella, pero él la detuvo con un movimiento de la mano.

Si me dejas ahora, no seré capaz de sobrevivir .- comenzó a cantar Misaki.

Me encadenaste a tu barda y enseñaste a mi alma a depender de ti.

Porque ataste tu piel a mi piel y tu boca a mi boca

Clavaste tu mente en la mía como una espada en la roca.

Y ahora me dejas como si fuera yo cualquier cosa....

Mira quien habla.- dijo Rika, interrumpiéndolo.- Tú fuiste el que me engañó.

No te engañé, pero aun así eres tú la que me quiere dejar.- replicó Taro.

¿Y por qué será?

Estoy preso entre las redes de un poema.

Eres tú quien me puede ayudar o me condena.

Eres lo mejor de mi pasado.

Eres tú, quien aun me tiene enamorado .- continuó cantando Misaki.

Muy a su pesar, Rika se había enternecido; Taro lo notó y se acercó a ella.

Por favor, no eches por la borda lo nuestro. Hemos estado juntos desde hace muchos años y hemos construido algo maravilloso. No lo perdamos por una mentira.- suplicó él, acariciándole el rostro.

Taro... .- susurró ella, acercándose a él, pero justo cuando estaban por besarse, sonó el timbre de la puerta.

Instantes después, ambos escucharon cómo la abuela de Rika forcejeaba con alguien en la puerta, por lo que salieron presurosos pensando en que podía tratarse de un ladrón. Sin embargo, tal vez hubiese sido mejor que se tratara de un asaltante, pues en el vestíbulo se encontraba nada más ni nada menos que Natalie Delacourt.

¡Ya le dije que no puede entrar!.- gritaba la abuelita de Rika.- ¡Váyase de mi casa!

¡TÚ!.- gritó Natalie, señalando a Rika y lanzándose sobre ella.- ¡Me has robado a mi hombre! (Jajajajaja. ¡Qué risa me dio esta frase! :lol:)

¡Suélteme!.- gritó Rika, mientras trataba de zafarse de Natalie.

La reportera arrastró a la chica hacia la acera tan rápidamente que ni Misaki ni la abuela tuvieron tiempo de reaccionar. Rika forcejeaba para tratar de soltarse de las manos de Natalie, pero ésta le había agarrado fuertemente el cabello, lastimándola cada vez que se movía. Rika intentó entonces con los puntapiés, pero la francesa era increíblemente rápida y los esquivaba casi todos. Todo esto pasó tan rápido que ninguna de ellas notó que ambas estaban peligrosamente cerca del borde de la acera y que un camión se acercaba a toda velocidad por la calle. Rika al fin pudo soltarse de las garras de Natalie, pero al hacerlo alcanzó a perder el equilibrio y el impulso que llevaba la arrojó al paso del camión...

¿Y qué creen que pasó después?

Tiririririririrí... (Tonada de suspenso P)

Misaki saltó y arrastró a Rika fuera del alcance del camión, que pasó a un lado de ellos tocando la bocina de una manera muy poco amable. Ambos cayeron en la otra acera, sin aliento y con unos cuantos golpes y raspones, pero de allí en más, los dos estaban ilesos.

¡Rika!.- gritó la abuela.- ¿Se encuentran bien?

Taro... .- dijo Rika, jadeando.- ¿Estás... estás bien?

Sí... .- contestó éste, sin aliento.- Tal vez... Tal vez me rompí un par de costillas pero... Estoy bien.- y le sonrió.

Ella lo abrazó fuertemente.

¡Oh, Taro! Perdóname por haber dudado de ti.- dijo Rika.- Lo siento muchísimo...

Está bien, corazón, lo importante es que ahora estamos juntos de nuevo.- respondió él.

Natalie miraba toda la escena con una mezcla de tristeza, desesperación e incredulidad.

¡No!.- gritó.- ¡No puedes amarla a ella! ¡Tú me quieres a mí!

Ella cruzó la calle con toda la intención de separarlos. Rika y Taro se levantaron y la miraron con incertidumbre.

¡Tú tienes que estar conmigo!.- gritó Natalie, queriendo tomar a Misaki del brazo, pero alguien que llegó rápidamente por detrás se lo impidió.

Basta ya, Natalie.- dijo Jaques, el fotógrafo, sujetando fuertemente a la muchacha.- Es suficiente.

¡Jaques, suéltame!.- gritó ella, forcejeando para soltarse.

Debes detenerte ahora.- dijo Jaques, de manera terminante.- Tu obsesión ha llegado muy lejos, nuevamente. Creo que aun no estás del todo curada...

Natalie batallaba entre los brazos del reportero, al tiempo que gritaba; sin embargo, poco tardó en dejar de luchar, soltándose a llorar de manera desconsolada.

Tranquila, cariño.- le susurró el fotógrafo.- Todo va a estar bien, yo voy a apoyarte hasta el final...

Esa mujer está loca.- dijo la abuela de Rika.

Tal vez lo esté.- admitió Jaques.- Pero también es mi esposa y no puedo abandonarla.

Rika y Taro casi se van de espaldas al escuchar esta declaración.

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Hamburgo, Alemania.

Lily había convencido a la Dra. Katherine de que le pospusiera la consulta hasta el viernes. A pesar de las advertencias de Gwen, Lily había tomado la decisión de seguir a Genzo hasta su cita misteriosa con la dichosa Nadia el siguiente jueves. Ella estaba segura de que su novio había llamado para confirmar la cita, pues en cuanto escuchó el mensaje de la contestadora marcó inmediatamente un número y habló en voz baja por espacio de cinco minutos. Después, Genzo le había preguntado a Lily que si había escuchado el mensaje que él había recibido, a lo que ella contestó que no, que ni siquiera se dio cuenta de que había sonado el teléfono. Lily vio con tristeza cómo en los ojos de su novio se reflejaba el alivio.

El jueves por la mañana, Genzo dijo que se marchaba al entrenamiento. Lily fingió quedarse en cama, y después de esperar cinco minutos, salió tras él. Wakabayashi había decidido irse caminando, cosa que Lily agradeció pues hubiera detestado tener que tomar un taxi y decirle al chofer: "Siga ese auto", al más puro estilo de las series televisivas gringas.

Después de 10 minutos de caminata, Genzo entró a uno de los centros comerciales más caros y exclusivos de Hamburgo y se dirigió hacia una de las joyerías del lugar. Lily observó desde fuera como Genzo se acercaba a una sonriente chica pelirroja, quien lo saludó con un beso en la mejilla. Aunque no lo besó en la boca, Lily sintió el ataque de los celos.

Wakabayashi y Nadia platicaron animadamente por espacio de 15 minutos, después de lo cual ella sacó una bandeja de joyas y Lily vio como su novio tomaba una de las manos de la muchacha, mientras que ella le sonreía. Lily no pudo seguirlo soportando más: salió rápidamente del centro comercial, sin mirar hacia atrás.

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Frankfurt, Alemania.

Rika, Taro y Jaques tomaban una taza de café en la sala de la casa de la abuela de Rika. Habían tenido que llamar a un médico para que le inyectara un calmante a Natalie, quien ahora descansaba en la habitación de Rika en compañía de la abuela de ésta (¡Qué ironía!).

Lamento mucho todos los problemas que ha causado mi esposa.- se excusó Jaques.- No me di cuenta de que su enfermedad había vuelto.

¿Qué es lo que padece?.- preguntó Rika.

Un desorden mental que la hace obsesionarse con alguna determinada idea, persona o cosa.- explicó Jaques.- Cuando la conocí no era tan grave y en verdad que no me importaba. Ella es una mujer maravillosa, aunque ustedes no lo crean, pero su enfermedad la obliga a hacer cosas realmente despreciables... Como ustedes ya lo pudieron comprobar... .- Jaques hizo una breve pausa para tomar un sorbo de café.- Hace un par de años, cuando aun éramos estudiantes, ella se obsesionó con Ian Thorpe, el nadador australiano. Lo acosaba al grado de meterse a hurtadillas en su cuarto de hotel o de dejar miles de cartas y regalos en la puerta de su casa. Supe que las cosas habían llegado demasiado lejos cuando ella quiso suicidarse porque él le puso una demanda por acoso.

¿Qué ocurrió después de eso?.- inquirió Misaki.

Estuvo en terapia por cerca de un año.- continuó Jaques.- Cuando la terminó, le propuse que se casara conmigo, pues yo la quería a pesar de todo y ella estaba tan segura de haberse curado por completo que aceptó. Yo en verdad quise creer que se había recuperado, pero evidentemente no fue así... Cuando Natalie empezó a hablar mucho de usted, señor Misaki, no me preocupé, creí que tenía el mismo tipo de enamoramiento que muchas mujeres experimentan cuando ven a Brad Pitt. Me negaba a aceptar que ella había recaído... Hasta que ella misma me dio tantas pruebas de su locura que ya no pude seguir ignorando que algo andaba mal.

Aun no puedo creerlo.- intervino Rika.- Es decir, ella parecía estar dispuesta a todo con tal de estar cerca de Taro.

Así es su enfermedad. La obsesiona tanto con la idea de poseer lo que quiere que no se pone límites para tratar de conseguirlo.- dijo Jaques.- De verdad que lo lamento mucho, mi esposa les ha causado mucho dolor a ambos. Pero yo les doy mi palabra de que nunca más volverá a molestarlos.

Jaques.- Natalie apareció en la entrada de la sala, en esos instantes.

Aquí estoy, mon chérie .- contestó Jaques, acercándose a ella.- ¿Qué puedo hacer por ti?

Quiero irme a casa.- murmuró Natalie.

Nos iremos muy pronto.- contestó él.

Jaques, perdóname...

Está bien, mon chérie, no te preocupes. Voy a ayudarte a superar esto, de nuevo. No voy a abandonarte, siempre estaré contigo.

Ella asintió con la cabeza y cerró los ojos, al tiempo que él la abrazaba.

Creo que lo mejor será que nos vayamos ya.- les dijo Jaques a Rika y Taro.- Ya hemos causado muchos problemas aquí.

¿Necesitan algo? Podemos pedirles un taxi o acompañarlos al aeropuerto.- ofreció Rika, cosa que sorprendió un poco a Taro.

No, no, gracias, está bien.- contestó Jaques.- No deseo causarles más molestias.

Rika y Taro acompañaron a Jaques, quien sostenía a Natalie, hasta la salida. El fotógrafo se despidió de los jóvenes con un gesto de la mano; la reportera parecía estar sumida en un estado de semiinconsciencia.

Rika y Taro vieron irse a los reporteros, hasta que ambos dieron la vuelta en una esquina y desaparecieron de sus vidas para siempre.

Notas:

Si me dejas ahora, interpretada por José José.