¡Todo esto es de JKR, no mío! Excepto por unos pocos personajes que agregué.
Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka, perdón por no haberlo mencionado desde el principio de MNS, creo que adopté la idea de forma subconsciente.
El cuervo de Severus pertenece a J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometí devolverlo ileso.
Los catar, sin embargo, son míos y los amo, así que, por favor, no los uses sin pedirme permiso primero.
Nota de la autora:
Bueno, todavía estoy haciendo pucheritos por haber sido numerada. Me pregunto si alguna vez conseguiré superar ese insulto. En una nota más alegre, ahora hay una traducción al portugués de MNS. De momento solo está el capítulo uno, pero me hace sentir terriblemente orgullosa.
Nota de la traductora:
Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Double 0 Seve... rus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), su dirección es silverfox@kabsi.at
Capítulo 4: TREVOR, EL HÉROE
La mañana del martes pasó en forma bastante agradable para Severus. En la primera lección se las arregló para hacer caer la pila de libros del profesor Flitwick con un movimiento casual de su varita que pasó completamente desapercibido. El hechizo era lo suficientemente simple como para que cualquier estudiante de segundo año hubiera podido hacerlo, así que Filius no tenía pruebas de que Severus lo había hecho estrellarse contra el suelo.
Severus estaba muy consciente de que el profesor de Encantamientos no tenía duda alguna sobre quién era el culpable. Los Hufflepuffs muy probablemente no estaban bajo sospecha.
La segunda lección, Historia, la pasó dibujando un retrato de Greenie, quien permaneció obedientemente quieto mientras trataba de comerse el libro de Historia de Severus. Normalmente Severus no toleraba esa clase de maltrato a los libros, pero este era mortalmente aburrido. Unos pocos mordiscos en su portada y contratapa al menos le darían alguna característica sobresaliente.
Durante el almuerzo estalló una guerra de comida por causa de algún infortunado comentario desagradable que hizo Draco acerca de Pansy. Ya que Remus no estaba en el Gran Salón en ese momento, Albus, con un particularmente inocente guiño, envió a Lucius a detenerla.
Lucius pareció asumir que la mejor forma de hacerlo era agarrar a su hijo y gritar "¡Basta!" con toda la fuerza de sus pulmones.
Severus usó el momento de distracción cuando Draco accidentalmente pateó a Lucius en un tobillo para levitar una jarra de jugo de calabaza sobre la cabeza del profesor y vaciarla.
La pegajosa logró lo que la patada no pudo. Lucius soltó a Draco y la guerra de comida continuó como antes.
Severus siguió su primer ataque con un puñado de chícharos que lanzó a la cara de Lucius, pero pronto descubrió que ese había sido un mal movimiento.
Lucius sacó su varita, conjuró algunas cuerdas alrededor de Severus, y lo levitó hasta el techo.
Severus no podía bloquear el hechizo de cuerdas sin despertar sospechas, ya que el bloqueo sería un hechizo de sétimo nivel. En todo caso, ni siquiera estaba seguro de si hubiera podido realizarlo con la rapidez necesaria, Lucius era uno de los mejores duelistas que conocía.
El professor de Pociones temporal volteó hacia el resto de los Slytherins, posiblemente planeando darles un tratamiento similar, pero la pelea había terminado y en cambio todos miraban hacia el Severus que levitaba.
Satisfecho con los resultados, Lucius sonrió y apretó las ataduras alrededor del muchacho con otro hechizo. Listo, no había estado tan mal, ¿verdad?
-¡Lucius! –MacGonagall corría desde la mesa del personal con los ojos muy abiertos-. ¿Qué crees que estás haciendo?
-¡Tú, tú no puedes hacer eso! –jadeó el profesor Flitwick justo atrás de ella.
-Oh, el pobre niño –concordó Hagrid-. Eso es demasiado. Lo vas a asustar.
-¡Lucius, liberarás a Severus ahora mismo! –ordenó Dumbledore seriamente-. Esta no es la forma en que detenemos las peleas.
-¿No lo es? –preguntó Lucius-. Bien, es la forma en que yo detengo las peleas.
-¡Baja a Severus ahora mismo! –ordenó Albus con sorprendente autoridad en su por lo general amistosa voz.
-Él le teme a las alturas, profesor –agregó Hagrid, como si eso hiciera alguna diferencia.
Recordando su sentencia y el todavía presente peligro de Azkaban, por no olvidar la ira de Voldemort si descubría que Lucius había hecho que lo despidieran antes de terminar su labor, Lucius bajó a Severus al suelo un tanto rudamente y salió de ahí.
Afortunadamente, Albus logró soltar las cuerdas con bastante facilidad.
Severus volvió a su silla, tomó a Greenie, que todavía tenía algunos fideos pegados a su lomo, y acarició al erizo durante el resto de la hora de almuerzo.
Estaba todavía un poco descompensado cuando tuvieron que marchar a Herbología y, desafortunadamente, no podía llevar consigo a su erizo. La profesora Sprout se preocupaba mucho por sus lombrices y Severus no había podido convencerla que ser comidas por un erizo era una forma de muerte natural y que unas pocas lombrices no eran una gran tragedia para el ecosistema de los invernaderos.
Por lo tanto, Seveurs estaba haciendo pucheros y comportándose muy fríamente con todos cuando llegaron a la clase de Sprout. Una hora de tener por compañero a Eric Farram no mejoró en nada su humor. Severus no podía soportar al muchacho, pero Albus tenía la esperanza de que trabajar con uno de sus sospechosos le daría a Severus la oportunidad de reunir información sobre el susodicho. Desafortunadamente, todo lo que Severus pudo obligarse a hacer fue mirar con enojo a Eric y no atacarlo.
Eric se marchó sintiéndose muy aliviado. Probablemente deseaba nunca más tener que trabajar con Severus otra vez.
Mientras sus compañeros caminaban hacia la cabaña de Hagrid para Cuidado de las Criaturas Mágicas, Severus regresó al castillo junto con los Ravenclaws. Casi habría preferido a los Gryffindors. Al menos algunos de ellos le habrían hablado. Los Ravenclaws, en cambio, mantenían la distancia.
La sala común estaba vacía para cuando llegó ahí. Aparentemente, todos estaban en clase.
Severus sonrió para sí y sacó rápidamente el libro de Historia de Stella, que había robado durante la guerra de comida en el almuerzo. Si alguien lo atrapaba entrando o saliendo de los dormitorios de las chicas, diría que había encontrado el libro y que quería devolverlo.
Sin embargo, no había nadie a la vista, y simplemente caminó en línea recta hasta el dormitorio de las chicas de sexto año. Ahora, ¿cuáles baúles pertenecían a Pansy y Millicent?
La primera cama estaba cubierta con las túnicas de uniforme de Alicia. ¿Había vaciado ahí todo su baúl? ¿Y por qué? Las túnicas eran todas iguales, después de todo. Cualquiera le habría servido igual para el día.
Pero Severus decidió ignorar esas preguntas. Alicia no era una sospechosa. Tenía cosas más importantes que hacer que ponderar su comportamiento.
En la mesita de noche de la siguiente cama había una fotografía del señor y la señora Parkinson. ¡Bingo! Esa tenía que ser la de Pansy.
Su baúl resultó estar lleno de productos de belleza. La mayor parte eran pociones, por supuesto, pero Severus descubrió además algunos lápices labiales muggles y brillo de labios. Fue al estante de Pansy para revisarlo también, pero al momento de abrirlo, una oleada de olor dulce y pegajoso lo atacó y cerró rápidamente la puerta.
Le tomó un momento darse cuenta de que lo que había olido era sólo perfume y no una poción de carnada de abeja mimada.
Desde la última cama junto al muro, la única otra ocupante de la habitación lo miró acusadoramente, arrugando la nariz.
-Lo siento, Kitty, no pretendía hacernos eso –le informó Severus.
La gata de Millicent arrugó todavía más la nariz al ser llamada "Kitty" y le dio la espalda a Severus para darse una buena limpieza.
Severus simplemente se encogió de hombros. No tenía idea de cuál podía ser el verdadero nombre de la gata de Millicent Bulstrode. Todo lo que recordaba del animal era que era hembra y pertenecía a Millicent.
Eso debería significar que estaba en la cama de Millicent, ¿verdad?
La gata le siseó cuando se acercó y se arrodilló frente al baúl cercano a la cama en la que estaba ella, pero volvió a sus asuntos de lamerse el pecho cuando Severus simplemente abrió el baúl.
Efectivamente, era el de Millicent, y lo comprobaban algunos pergaminos de tareas a medio hacer. Severus se embolsó la tarea de Transfiguraciones para copiarla después y siguió registrando. Más productos de belleza, pero no en la cantidad que había encontrado en el baúl de Pansy.
Un libro de Artes Oscuras, pero no uno particularmente maligno. Si Millicent era realmente la traidora, estaba algo retrasada en su educación en las Artes Oscuras. Encajaba más con la idea de una niña curiosa deseando tener una idea general de ese tipo de magia, que con la de una bruja oscura planeando usarla.
La búsqueda en el estante de Millicent no brindó tampoco nada más incriminante y Severus decidió descender a Millicent en su lista de sospechosos. Eso dejaba el siguiente orden: Theodore Nott en primer lugar, seguido de cerca por Stephan LaCroix, luego Blaise Zabini y Pansy Parkinson. A continuación estaban los jugadores del equipo de Quidditch Benjamín Davies y Lionel Bardon, luego Millicent Bulstrode, los hermanos Mattels y los sospechosos de cuarto año.
Después de eso, seguían los sospechosos de Ravenclaw y los Slytherins de tercer año, seguidos por el resto de la lista.
Lo cual le recordaba que tenía cosas mejores que hacer en ese momento que revisar esa lista. Su siguiente sospechosa era Diana Bardon de cuarto año y tenía apenas el tiempo suficiente para revisar un baúl más en ese momento. Sólo necesitaba un poco de suerte para encontrar rápido el baúl de Diana.
Severus se deslizó calladamente fuera del dormitorio de sexto año, caminó aprisa frente al de quinto y entró al de cuarto.
¡La habitación era un desastre!
Variadas piezas de ropa estaban tiradas por todas partes. Había libros y pergaminos en el suelo y Severus casi se cayó por causa de un tintero que estaba abierto justo al lado de la puerta. Hasta los baúles de las chicas estaban abiertos de par en par.
Eso, por supuesto, era casi una invitación, decidió Severus. El baúl de Diana fue identificado fácilmente por el hecho de que contenía su diario. Tras una mirada al caos general en la habitación, Severus se lo embolsó junto a la tarea de Transfiguraciones de Millicent. Diana probablemente no se sorprendería de haber perdido algo y podría contener información no solo sobre la chica misma, sino también sobre su todavía más sospechoso hermano.
Algunas pociones ilegales y pastillas para dormir muggles indicaban que Diana conocía a Stephan LaCroix mejor de lo que le convenía. Pero todo lo demás lucía perfectamente inofensivo.
El estante sólo recibió una mirada investigadora. La segunda lección de la tarde estaba ya por terminar. Severus tenía que marcharse.
Regresó a la sala común, donde empezó a copiar el ensayo de Transfiguraciones de Millicent. Draco, que apareció unos cinco minutos después, lo ayudó a variarlo un poco.
-¡Hey, eso es mío! –chilló Millicent cuando ella y Pansy pasaron junto a los muchachos de camino a su dormitorio.
-Oh, cállate, Millicent –le dijo Severus sin impresionarse-. Lo dejaste caer.
-¡Pequeño bastardo tramposo! –gritó Millicent.
-Si paras de gritar y me dejas terminar, podrás tenerlo de vuelta en cinco minutos –dijo Severus con indiferencia-. Sin embargo, si continúas molestándome, lo quemaré, como hago usualmente cuando termino de copiar el ensayo de alguien más.
Millicent palideció. Ese ensayo le había costado mucho trabajo. Nunca había sido una estudiante particularmente buena y Transfiguraciones era una materia dura. De ninguna manera iba a empezar de nuevo esa tarea.
Demasiado temerosa como para perder de vista a ese tramposo ladrón, se sentó a la mesa de los muchachos y observó nerviosamente mientras terminaba de copiar.
Mientras trabajaba, los estudiantes entraban y salían de la sala común, primero calmadamente, luego con algo más de prisa, y finalmente unos cuantos corrieron.
Severus lanzó el pergamino robado de vuelta a Millicent y miró a su alrededor. Sólo unos pocos de sétimo año quedaban en la habitación y no parecían para nada interesados en los de sexto año.
Millicent también perdió interés de inmediato. Simplemente agarró su pergamino y corrió a su dormitorio.
-vamos al dormitorio. Tengo algo que enseñarte ahí –sugirió Severus a Draco.
Pero cuando entraron, Blaise y Theodore ya estaban ahí, así que nada más dejaron sus bolsas y salieron de nuevo.
-Dormitorio de quinto año –decidió Severus-. Revisemos a Hieronymus primero.
El dormitorio estaba vacío y callado. Muy diferente del dormitorio de las chicas de cuarto año, estaba casi demasiado ordenado.
-Será mejor que tengamos cuidado de dejar todo exactamente como estaba –recalcó Draco.
-Registré lo de las chicas de sexto y cuarto año –reportó Severus mientras abría el primer baúl-. Nah, este es el de Patrick.
-¿Estamos buscando solamente a Hieronymus? –preguntó Draco.
-Sí –confirmó Severus mientras cerraba el baúl-. El padre de Patrick es un auror. Él es uno de los candidatos más improbables que tenemos.
-¿Entonces, qué hay de las chicas?
-Nada realmente sospechoso acerca de Pansy –reportó Severus-. Y esta es la cama de Marvin –cerró también el segundo baúl-. Millicent está interesada en las Artes Oscuras, pero aparentemente no sabe tanto al respecto como creíamos. No estoy diciendo que eso la deje libre de sospecha, pero la hace una candidata menos probable. Nope, no es este baúl tampoco.
El cuarto baúl presentó un poco más de resistencia y, cuando finalmente lo abrió, Severus sonrió trinfante.
-Hieronymus, por fin –le dijo a Draco-. Y vaya reserva de libros de Artes Oscuras. Aunque la mayoría parecen altamente teóricos.
-¿Qué significa eso?
-Una de dos: que no está planeando usar nada de magia oscura este año, o que conoce sus hechizos tan bien que no siente la necesidad de leerlos primero. La primera opción lo haría menos sospechoso, la segunda lo haría más sospechoso.
Pero ni el baúl ni el estante les dieron más pistas.
-Bueno, vamos con los de cuarto año –decidió Severus finalmente-. Nada más tenemos que vigilar de cerca a Hieronymus Mattels de ahora en adelante.
-¿Cuáles son nuestros sospechosos de cuarto año? –susurró Draco mientras se deslizaban dentro del dormitorio.
-Iago Orson y Mattis Parker aquí, y Diana Bardon entre las chicas –respondió Severus en voz baja-. Diana tiene sustancias ilegales en su baúl similares a las de Stephan, lo cual podría indicar que Lionel está involucrado también con esas cosas. Oh, y tengo el diario de ella en mi bolsillo.
-¿Robaste su diario? –se sorprendió Draco-. ¿No crees que vaya a darse cuenta?
-El dormitorio era un desastre y todo estaba abierto –sonrió Severus-. Diana y sus amigas probablemente pierden cosas todo el tiempo. Y si llega a tener la idea de que ha sido robado, sospechará primero de alguna de las otras chicas.
-¡Hey, mira! –llamó Draco con entusiasmo-. Este es el baúl de Mattis. Tiene una placa con el nombre.
Severus arrugó la nariz con disgusto ante el baúl magníficamente decorado y su placa dorada.
-Qué sobrecargado.
-Bueno, sí, es un poco de mal gusto, pero al menos sabemos con qué baúl comenzar –dijo Draco, tomando a Greenie de manos de Severus otra vez.
-¡Sniff! –comentó el pequeño erizo verde, que no estaba acostumbrado a cambiar de manos con tanta frecuencia.
-Está bien, Greenie. Sólo dos baúles más por hoy –tranquilizó Severus a su mascota-. Ahora, veamos que guarda aquí Mattis.
El baúl se abrió con sorpresiva facilidad y relevó una gran cantidad de dulces, algunos cómics y otro diario. Severus consideró llevárselo también, pero cambió de opinión rápidamente. Mattis no era ni de lejos tan desordenado como Diana y dos diarios perdidos en el mismo nivel atraería atención no deseada.
En cambio, se sentó en la cama de Mattis y abrió el librito justo ahí. Casi no pudo creer lo que vieron sus ojos.
-Tiene aquí su plan de entrenamiento en las Artes Oscuras para todo el año y está agregando a diario un informe de progreso.
-¿En un diario abierto que cualquiera puede leer? –preguntó Draco, sorprendido.
-Sí, parece ser que es con el propósito de que alguien lo lea, de hecho –informó Severus-. El plan de estudios está con una caligrafía diferente. Podría ser del padre o la madre de Mattis, pero también podría ser de alguien más, por supuesto.
-Altamente sospechoso, entonces –decidió Draco, y Severus asintió.
-¿Alguna idea de cuál puede ser el baúl de Iago? –preguntó Severus mientras todavía estaba cerrando el de Mattis.
-¿El que está en la esquina? –sugirió Draco, pero, desafortunadamente, resultó estar equivocado. Les tomó dos intentos más encontrar el baúl correcto.
-Tengo que traer frascos vacíos la próxima vez que hagamos esto –declaró Severus cuando llegaron al fondo del baúl de Iago.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Hay otra poción escondida aquí –reportó Severus, destapando la botella sin etiquetar y oliendo cuidadosamente su contenido-. Huele como una potente poción para calmar el dolor, pero no puedo decirlo con seguridad sin llevarme una muestra para analizar. Probablemente debería asegurarme también de si todas las pociones de belleza de Pansy son lo que dicen ser.
-¿Por qué podría necesitar Iago una poción para el dolor en la escuela? –preguntó Draco, abandonando su infructuosa búsqueda en el estante del muchacho.
-Eso –dijo Severus- es realmente una buena pregunta.
A pesar de las muchas preguntas que quedaban abiertas, Severus estaba bastante satisfecho con su progreso cuando regresaron al dormitorio. Los únicos sospechosos que quedaban y cuyas pertenencias aún no habían registrado eran sus propios compañeros de dormitorio y los de tercer año y niveles inferiores. Considerando que era apenas el segundo día de escuela, eso no era demasiado malo.
Después de cenar, Severus preparó una pequeña trampa para no perder su reputación como el peor bromista de Slytherin, saboteó unos cuantos tubos de crema dental en el baño, se fue derechito a la cama, y cerró las cortinas. Era hora de ver qué tenía que contarle Diana Bardon a su diario.
Su primer descubrimiento fue que Diana estaba enamorada de Mattis, pero Mattis aparentemente sólo tenía ojos para Pansy. Bueno, Severus le deseó a él buena suerte, si eso era cierto. Ciertamente la iba a necesitar para lograr la atención de una chica dos años mayor, rica y considerada una belleza por la mayoría de sus compañeros de Casa.
Pero Mattis no era el único problema de Diana. También estaba seriamente disgustada con sus padres, que se negaban a comprarle una escoba de carreras más cara que la que tenía su hermano. Y dicho hermano era otro problema. Recibía mucha más atención de su padre y conocía mucho mejor las Artes Oscuras, y todos lo tomaban mucho más en serio.
Severus suspiró. El diario completo era una serie de quejas típicas de una adolescente. Aparte del ocasional comentario acerca de que su hermano conocía mucho más sobre las Artes Oscuras, no había nada incriminante hasta ahí y a él estaba acabándosele la paciencia. Continuaría con eso el día siguiente.
Remus cayó en su trampa casi a la una de la mañana, despertando a todo el dormitorio al caer al suelo junto con la silla a la que estaba atada la cuerda en la que estaba atrapado.
-¿Severus? ¿Era esto realmente necesario? –preguntó el hombre lobo cuando los muchachos se reunieron a su alrededor con curiosidad.
-No es ni de lejos tan sofisticada como la trampa que usé con Albus –señaló Severus en medio de sus carcajadas-. Y nada más quería darte algún tipo de bienvenida a tu nueva posición.
-Bien, entonces –declaró Remus-. Cinco puntos menos para Slytherin por cada minuto que permanezca atado.
Theodore desapareció inmediatamente la cuerda.
Severus lo miró acusadoramente.
-Arruinaste mi diversión.
-Estábamos perdiendo puntos –argumentó Theodore.
-¿Y? Probablemente haré que lleguemos a los números negativos de todos modos –Severus se encogió de hombros-. Y era una cuerda perfectamente buena la que hiciste desaparecer. Espero que la reemplaces.
-¿O si no? –desafió Theodore.
-O si no podrías encontrar una ratonera en algún lugar muy inconveniente cualquier día de estos –le sonrió Severus.
-¡No más ratoneras, Severus! –dijo Remus en un tono serio pero calmado-. Enviaste suficientes de tus compañeros a la enfermería con eso el año pasado. Y ahora, vuelvan a la cama. Se supone que deben estar dormidos.
-Fuiste tú quien nos despertó con todo ese ruido –declaró Severus, pero volvió a su cama de todos modos-. Aunque puede que tengas razón. Ya he usado las ratoneras con demasiada frecuencia. Tal vez debería hacer algo mejor este año.
"Algo mejor" sucedió justo a la mañana siguiente en el baño. Draco y Severus acababan de salir de las duchas cuando Gregory metió el cepillo de dientes en su boca y... lo escupió de inmediato.
-¡Ahhh! –gritó Gregory, las lágrimas bajaban por su cara y él se inclinó en el lavatorio para beber agua de la llave misma.
Vincent lo contempló cautelosamente, entonces probó su propio cepillo de dientes. Nada.
Le puso crema dental y se lo metió a la boca de nuevo.
-¡Ahhh! –empezó a escupir él también, pero se las arregló para decirle a sus preocupados amigos-. ¡Caliente! ¡Como fuego en mi boca! –aunque fue difícil entender eso a través de las carcajadas de Severus.
Blaise y Theodore intercambiaron una mirada. Theodore probó su crema dental con la punta de la lengua antes de ponerla en su cepillo.
-No, sabe completamente normal –tranquilizó a su amigo y empezó a cepillarse los dientes.
Blaise siguió su ejemplo y primero lamió la crema cuidadosamente. Chispitas empezaron a salir de su nariz.
Trató de tomar algo de agua también, luego trató de aplicar un hechizo extinguidor a su nariz, hizo el finite incantatem...
Nada funcionó.
-¿Qué demonios hiciste esta vez, Severus? –demandó Vincent una vez que pudo hablar normalmente otra vez.
-Oh, tú y Gregory tuvieron una probada de poción potenciadora de sabor en su crema dental –sonrió Severus-. Desaparecerá en un momento. Y en cuanto a Blaise y Theodore, bueno, las suyas son pociones algo más especiales. Durarán al menos un día.
-¿Qué quieres decir? –preguntó Theodore, la boca llena de espuma de la crema dental-. No hay nada malo con la mía.
-¿Seguro? –preguntó Severus amablemente.
Theodore escupió la crema dental y miró sus dientes en el espejo. Eran de un chocante rojo Gryffindor.
-¡Tú, pequeño...! –Theodore se lanzó contra Severus, pero éste lo esquivó y Theodore se estrelló de cabeza contra el marco de metal de la ducha que estaba detrás de su blanco.
-Ouch –dijo suavemente mientras se sentaba en el suelo para palpar el chichón en su cabeza.
El día comenzó con Aritmancia y Adivinación para los de sexto año. La segunda materia normalmente era evitada por los Slytherins. Sólo Gregory y Vincent la llevaban, mientras que Severus, Blaise, Theodore y Estella habían elegido Aritmancia.
Lo cual, por supuesto, resultó en que Severus terminara sentándose junto a Estella. Después de un poco de conflicto interno, Severus decidió usar esa oportunidad para devolverle su libro de Historia. Ella notaría que faltaba mucho antes de que él tuviera otra oportunidad para entrar a los dormitorios de las chicas y sería sospechoso si se lo devolviera una semana entera después de haberlo perdido.
Tal vez podría usar en cambio el diario de Diana la próxima semana.
Así que sacó el libro junto con el suyo de Aritmancia y lo deslizó sobre la mesa hacia Estella.,
-Ten –declaró-. Lo encontré en mi bolsa ayer en la noche. Debo haberlo empacado con los míos accidentalmente después de clase.
Estella frunció el ceño.
-Yo estaba detrás de ti. ¿Cómo pudo llegar a tu escritorio?
-¿Tal vez se cayó y lo recogí del suelo después de que Boot tropezó con mi bolsa? –sugirió Severus.
-¿Boot se tropezó con tu bolsa? –Estella parecía dudosa.
-Bueno, no llegó a caerse. Sólo trastabilló un poco y recuperó el equilibrio, pero algunas de mis cosas se salieron de la bolsa y tuve que volver a guardarlas a la carrera –mintió Severus.
-Boot no suele ser así de torpe.
-Siempre está medio dormido después de la clase de Binns –dijo Severus, esta vez honestamente.
Estella aceptó eso. Después de todo, nadie estaba despierto después de Historia de la Magia.
La segunda lección fuera una hora de estudio para los Slytherins. Draco y Severus se encontraron en la sala común y entraron al dormitorio de los chicos de segundo año una vez que estuvieron seguros de que las clases habían comenzado otra vez.
-Esto se está volviendo realmente, realmente aburrido –declaró Draco mientras Severus estaba buscando el baúl de Elton Rover, el único varón sospechoso de Slytherin en segundo año-. Todo lo que encontré en los baúles de los de primer año fueron animales de peluche, juguetes de plástico y de madera y cosas de la escuela. Y los dulces usuales, por supuesto.
-Nunca dije que los de primer año fueran a ser interesantes –le dijo Severus-. Son nuestros sospechosos más improbables, pero también son aquellos de los que menos sabemos.
-Y no creo que nos hallamos perdido de nada, en cualquier caso –Draco frunció el ceño-. Registrar baúles se está volviendo algo viejo. Pensé que ser un agente secreto sería entretenido.
-Sólo si nos atrapan y preferiría que no nos atraparan –comentó Severus-. Eso sería muy peligroso.
-¿Al menos podremos hacer pronto algo que no sea registrar baúles? –gimió Draco.
-En todo caso, ya casi terminamos –le recordó Severus-. Después de Elton, sólo quedan de los chicos los de tercer año, Blaise y Theodore y yo registraré los de las chicas mientras tú estás en Cuidado de las Criaturas Mágicas. ¡Ah, este es!
El baúl de Elton Rover era bastante corriente, pero estaba lleno con muchos más libros y pergaminos de los que debería necesitar.
-Novelas, más que todo –reportó Severus-. Parece ser que le gusta leer ficción. Y aquí tenemos un diario –abrió el libro y empezó a leer, parpadeó unas cuantas veces y luego lo guardó de nuevo-. No sólo lee ficción. Aparentemente también escribe y es bastante sangriento.
-¿En serio? –Draco extendió la mano para tomar el libro-. Por fin algo interesante.
Sin embargo, Severus lo puso fuera de su alcance de inmediato-. ¡No! Cuando dije "sangriento", lo dije en serio. Debe haber leído algunos libros sobre torturas antes de escribir esto. O tal vez ha presenciado torturas. Puede que no haya objetos o libros de Artes Oscuras aquí, pero Elton sigue siendo sospechoso.
-Su abuelo es auror –le recordó Draco a Severus de repente.
-Sí, pero no sabemos mucho acerca de sus padres, el muchacho está fascinado con la violencia y sumamente prejuiciado –dijo Severus, cerrando el baúl y colocando de nuevo el hechizo de cierre.
-¿Me consideras prejuiciado a mí también? –preguntó Draco, con el ceño fruncido.
-Sí, pero no tanto como solías estarlo y definitivamente no estás fascinado con la violencia –respondió Severus-. ¿Quieres ir a la Biblioteca a hacer algo de tarea? Todavía tenemos media hora antes del almuerzo.
-¿No deberíamos mejor terminar con los de tercer año?
-Eso sería bueno, pero ellos tampoco tienen clase en este momento. Pueden estar en el dormitorio o regresar en cualquier momento.
-De acuerdo, a la Biblioteca, entonces, pero vamos a trabajar en el dibujo del dragón, no en la tarea –sugirió Draco-. Quiero ponerlo en nuestra puerta cuando esté terminado para ver si asusta a Lupin tanto como lo hizo el otro con Dumbledore.
-Bien. ¿Te dio Neville esos petardos para Transfiguraciones?
-Sí, me los pasó justo bajo la nariz de Hagrid y el bufón ni siquiera lo notó –sonrió Draco.
-Hagrid no es tan malo, ¿sabes? Puede no ser muy brillante, pero tiene buen corazón.
-Lo sé, lo sé. Pero aun así sigue sin simpatizarme. ¿Estás seguro de que quieres hacerle una broma a MacGonagall? –preguntó Draco, recordando todos los problemas que Severus había tenido con ella el año anterior.
-Por supuesto –sonrió Severus-. La única otra opción es tu padre y sería un desperdicio de petardos, ya que todo lo que necesito hacer para que las cosas estallen en su clase es preparar una poción explosiva.
-Lo cual es mucho más fácil que usar petardos –agregó Draco con un toque de sarcasmo.
-Sip –confirmó Severus-. Y más barato también, ya que los ingredientes los paga la escuela.
Pasaron un rato en la Biblioteca haciendo la tarea de Trasfiguración y vigilando a Blaise y Theodore, pero ambos sospechosos simplemente estaban haciendo tareas y, después de un rato, vigilarlos se volvió aburrido y Draco sugirió que podían almorzar temprano.
El Gran Salón estaba casi completamente vacío, lo cual les dio la oportunidad de observar a sus sospechosos al entrar. Las mesas ya estaban puestas cuando llegaron, pero aún no había comida, para decepción de Greenie, que iba de plato en plato investigando si realmente no había por ahí nada para comer.
Unos cincos minutos después terminaron las lecciones y los primeros estudiantes entraron charlando y riendo y ocuparon sus lugares usuales. La comida apareció y Draco y Severus empezaron a llenar sus platos y tomaron turnos para vigilar la puerta.
-Ahí están Monique Lassiter y Clarissa Charlton –comentó Draco unos diez minutos después-. Me pregunto por qué están tan entusiasmadas. Ah, y aquí viene Ginny. ¿Qué está haciendo con esa sangresucia de Granger?
-Hermione es amiga de su hermano –señaló Severus, observando a Ginny, que estaba a punto de llegar a la mesa de Gryffindor junto con sus compañeros de quinto año-. Supongo que todavía debe estar preocupada por él.
-Tienes razón –concordó Draco-. Él todavía se ve un poco deprimido y Potter ni siquiera parece notarlo.
Ciertamente, Harry Potter estaba hablando y riendo con Seamus Finnigan mientras Dean y Neville estaba otra vez tratando de recapturar al sapo Trevor, que saltaba alegremente por la mesa de Gryffindor.
-¡Oh, no, Trevor! –regañó Neville cuando el sapo aterrizó en la ensalada, pero Trevor lo ignoró y, con otro salto, salió de ahí y logró escapar de las manos de Ginny que intentaban atraparlo.
El sapo aterrizó junto al plato de Harry Potter y un inesperado relámpago de luz cegó a todos los observadores mientras el plato explotaba en millones de diminutos y afilados fragmentos que se lanzaron en todas direcciones.
La mayor parte volaron sin causar ningún daño al lugar donde habría estado la cara de Potter si ya se hubiese sentado a la mesa, pero algunos tomaron otras direcciones y varios de los que estaban alrededor y que ya habían sido lastimados por la explosión en sí gritaron de dolor cuando las esquirlas les cortaban la piel.
-¡Ginny! –gritó Draco, poniéndose en pie de un salto y corriendo hacia la mesa de Gryffindor-. ¡Ginny!
También Ron olvidó inmediatamente su preocupación por Percy y corrió al lado de su hermana, mientras Neville no podía decidirse entre ayudar a Dean, Ginny o Trevor.
Severus siguió a Draco tan rápido como le fue posible entre la multitud de aterrados estudiantes, algunos de los cuales trataban de salir mientras que otros se dirigían al lugar de la explosión, ya por curiosidad, ya por deseo de ayudar.
Hasta las voces de los profesores se escuchaban asustadas al tiempo que trataban de llegar hasta los heridos.
-¡Por favor, regresen a sus salas comunes! –la voz del director, amplificada mágicamente, se impuso por encima del ruido-. Los elfos domésticos les llevarán pronto el almuerzo.
Severus notó algunos horrorizados elfos en algún lugar en el fondo. Dobby estaba llorando junto a la silla del director en la mesa del personal. Una vez que la multitud de estudiantes empezó a calmarse y se dirigió a las salidas, Dumbledore se inclinó para palmear gentilmente la espalda del elfo, tratando de confortarlo.
Ginny tenía algunas quemaduras y cortadas superficiales, como determinó MacGonagall cuando Severus por fin logró llegar hasta ellas. Afortunadamente, las esquirlas sólo la habían rozado.
-Nada que Madame Pomfrey no pueda curar en cuestión de minutos –dijo, tranquilizadoramente, la Cabeza de la Casa de Gryffindor-. Pero tendrás que esperar a que termine con los que están heridos más seriamente. Señor Weasley, ¿está lastimado usted también?
-N... no, profesora. No estaba todavía a la mesa cuando… -dejó de hablar, contemplando horrorizado a Ginny.
-Entonces, le sugiero que acompañe a su hermana a la enfermería. Usted también, señor Malfoy. Estoy segura de que a ella le gustará tener su apoyo mientras espera.
Draco miró a Severus, un poco inseguro sobre qué hacer.
-Adelante –asintió Severus-. Me reuniré contigo en la enfermería. Tengo que hablar con alguien primero.
Entretanto, MacGonagall había ido hasta Dean, que estaba sangrado mucho debido a una profunda herida en su hombro. Harry y Seamos estaban tratando de detener la sangre, pero, aparentemente, sus intentos dolían más de lo que ayudaban.
-No creo que deba tratar de cerrar esa herida, señor Finnigan –advirtió MacGonagall en un tono de leve reprimenda-. Especialmente no con la esquirla todavía adentro –conjuró una camilla en la que Dean se tendió sin protesta alguna-. Ahora pueden levitarlo a la enfermería. Madame Pomfrey se encargará de él. Neville, ¿qué ocurre contigo? ¿Estás herido?
Neville sacudió la cabeza.
-Trevor –logró sollozar, las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
Por un momento, Severus sintió una punzada de pánico al darse cuenta de que Greenie no estaba con él, entonces recordó que el erizó probablemente todavía estaba olfateando alegremente en la mesa de Slytherin. Simplemente no lo había recogido al echar a correr hacia la escena de la explosión.
-Parece que sólo tiene quemaduras leves –diagnosticó MacGonagall luego de una mirada rápida al sapo-. Nada más llévaselo al profesor Hagrid por algún ungüento o poción. Estoy segura de que él sabe cuál es el mejor para un sapo.
Neville sonrió valientemente a través de sus lágrimas, recogió con gentileza al pequeño paciente y fue a buscar al profesor de Cuidado de las Criaturas Mágicas.
-¡Lucius! –continuó Minerva-. Deja de gritarle a los pobres elfos domésticos. No han hecho nada malo. ¿Por qué no te haces útil por una vez y le enseñas a esas de primer año el camino a la enfermería? Las pobres lucen como si les viniera bien una poción calmante.
Lucius Malfoy probablemente no era la mejor persona para encargarse de dos niñas histéricas de once años, pero era la primera persona a mano y Severus concordó silenciosamente con el hecho de que necesitaba algo que lo distrajera de gritarle a los elfos hasta hacerlos automutilarse.
Albus llegó con un todavía sollozante Dobby en brazos y realizó una serie de hechizos reveladores a los restos del plato de Harry.
-Una trampa muy elaborada –diagnosticó-. Estoy sorprendido de que no haya matado a nadie.
-¿Quiere decir que esto fue hecho a propósito, director? –Severus se sorprendió de lo horrorizado que sonaba Argus Filch.
-Sí, ciertamente –confirmó Dumbledore-. Una cantidad de hechizos muy simples combinados con la intención de matar a la persona sentada frente a este plato. En el momento en que alguien tocara el tenedor, el plato explotaría. Las esquirlas se transformarían para tener forma de agujas e irían a gran velocidad en una dirección determinada –señaló las esquirlas con forma de aguja que se habían clavado en el muro-. Nuestro traidor no está tras los secretos de Harry. Quiere matarlo.
A eso siguió un silencio asombrado, entonces el elfo doméstico empezó a llorar otra vez.
-Por favor, cálmate –dijo Albus, meciendo gentilmente a Dobby en sus brazos y frotando su espalda-. Encontraremos al culpable antes de que alcance su meta. No hay necesidad de llorar. El ataque falló y sólo hubo heridas leves.
Mientras observaba al director consolando a los elfos domésticos y calmando los temores del resto del personal, la mente de Severus iba a toda velocidad. El traidor debía haber puesto su trampa antes de que Draco y él llegaran al Gran Salón, o lo habrían notado. Los hechizos empleados podían ser simples, pero le habría tomado más que solo unos segundos en el lugar de Harry para realizarlos. Severus sabía que habría notado a alguien deteniéndose en ese asiento.
Pero habían llegado mientras la mayor parte de la escuela todavía estaba en clases. Los platos, sin embargo, ya estaban puestos, así que el traidor no había tenido problemas en acceder al plato y cubiertos de Harry.
-Winky –Severus se dirigió a la menos aterrorizada de los elfos-. ¿Cuándo pusieron los platos?
-Nosotros está empezando a preparar el Gran Salón media hora antes de que la comida está empezando, señor –Winky lo miró con grandes ojos asustados-. Nosotros está lavando todas las mesas y suelo, luego poner platos, luego cubiertos y último los vasos. Entonces volver nosotros a cocina y preparar comida y bebida para aparecer en el Salón cuando señores la esperan.
-¿Viste a alguien en el Gran Salón mientras lo preparaban? –continuó Severus.
-No, Winky no viendo nadie. Sólo elfos domésticos.
Y los elfos domésticos, especialmente los de Hogwarts, eran incapaces de cometer un asesinato brutal en esa forma.
-Así que la trampa debe haber sido puesta durante la hora de clase –decidió Severus.
Albus lo miró sorprendido.
-¿Qué te hace pensar eso?
-Nuestro traidor no puede haberla preparado antes de que los platos estuvieran puestos, lo cual fue hecho durante la hora de clase. Lo habría visto, si lo hubiera hecho después de que llegué y eso fue unos minutos antes del final de la clase –explicó Severus-. Albus, tenemos que averiguar dónde estaban todos durante la última media hora de la segunda lección de hoy. Cuáles estudiantes tenían hora de estudio, cuáles clases eran opcionales y cuáles estudiantes no las tomaron, quién estuvo ausente de la clase, quién salió del salón por cualquier motivo...
Albus asintió.
-Entonces, tenemos que preguntar a los profesores y consultar los horarios. ¿Tienes idea de por qué falló el ataque? Estoy sorprendido de que no haya matado a quien lo activó.
-Porque quien haya sido debe haber estado por debajo de la trayectoria de las esquirlas –teorizó la profesora Vector-. Alguien debe haber tratado de alcanzar algo desde algunos asientos de distancia y se estiró sobre la mesa.
-No –dijo Severus-. Fue Trevor, el sapo de Neville Longbottom. Se escapó y estaba saltando por la mesa. Debe haber aterrizado en el tenedor y activó la explosión. Es un blanco todavía más pequeño de lo que habría sido alguien estirándose sobre la mesa, así que las esquirlas no lo hirieron y sólo sufrió quemaduras.
Albus sacudió la cabeza con incredulidad.
-El gran plan de asesinato falló a causa del heroísmo de un valiente sapo. Voldemort debe estar hirviendo de rabia.
Continuará...
Notas:
¿Las chicas realmente sólo tienen pociones de belleza en sus baúles? ¿Millicent es tan inocente como la hace ver ese libro? ¿Y qué hará nuestro traidor ahora que su trampa ha fallado? )ideas sobre la identidad del traidor, como siempre, serán leídas con gran interés pero no recibirán respuesta todavía). Por favor, comenten.
En el próximo capítulo:
Sevi prepara una poción para Trevor, Draco habla más de lo que Severus quisiera y Lucius califica tareas.
