¡Todo esto es de JKR, no mío! Excepto por unos pocos personajes que agregué.

Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka, perdón por no haberlo mencionado desde el principio de MNS, creo que adopté la idea de forma subconsciente.

El cuervo de Severus pertenece a J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometí devolverlo ileso.

Los catar, sin embargo, son míos y los amo, así que, por favor, no los uses sin pedirme permiso primero.

Nota de la autora:

El primer capítulo de la versión en ruso de "Mi nombre es Severus" se encuentra ya en la red, en caso de conozcan el idioma. Es realmente bonito verlo, pero, ya que no sé una sola letra en ruso, no tengo idea de lo que dice.

Nota de la traductora:

Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Double 0 Seve... rus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), su dirección es silverfoxkabsi.at

Capítulo 7: DOLORES DE CABEZA

-Estaba enseñando a los quintos años, sí –les dijo Hagrid, aparentemente sin intrigarse por la pregunta-. Un grupo muy agradable. Realmente me gusta trabajar con ellos. No es que no los ame a ustedes también.

Los estudiantes rieron. Draco se apoyó contra la cerca de madera detrás de ellos y miró hacia el cielo.

-Hey, ¿Minx Hutchings está en ese grupo? ¿O ella es de cuarto año? –preguntó a la gran nube que pasaba sobre sus cabezas.

-¿Minx Hutchings? –preguntó Vincent-. ¿Quién es Minx Hutchings?
-Yo sé –sonrió Neville. Ahora que Trevor estaba mejor, él estaba mucho más feliz y se interesaba de nuevo en lo que ocurría a su alrededor-. ¿No es esa chica que siempre se está burlando de Luna Lovegood? Un poco cruel, si me lo preguntas a mí.

-Sí, es ella –confirmó Draco, a pesar de que no estaba completamente seguro. Luna Lovegood definitivamente era una Ravenclaw de quinto año y Minx era más que un poco cruel, así que encajaba.

-¿Qué hay con ella? –preguntó Theodore, sin levantar la mirada de la ramita a la que estaba arrancándole la corteza.

-Nada. Sólo me preguntaba en qué año está –murmuró Draco, contemplando las nubes otra vez.

-Quinto –reportó Neville-. Igual que Luna.

-¿A quién le importa? –Theodore se encogió de hombros, lanzando otra tira de corteza al viento.

Aterrizó en la túnica de Pansy.

-¡Hey, mira a dónde tiras eso! –gritó Pansy, recogiéndola y lanzándola contra el siguiente soplo de viento. Naturalmente, se le devolvió-. ¡Esas cosas dejan manchas feas!

-¿Para qué es que estás haciendo eso, por cierto? –le preguntó Blaise a Theodore, señalando con la cabeza la maltratada ramita.

Theodore se encogió de hombros.

-No lo sé. Sólo por diversión, creo.

La clase de Hagrid era exageradamente aburrida ese día. Seguía prometiendo que tendría algo especial para ellos, pero, desafortunadamente, cualesquiera que fuese el animal, no había sido enviado todavía, así que Hagrid había anunciado que realizarían un rápido repaso de lo que habían aprendido el año anterior. Por supuesto, el propio Hagrid no estaba completamente seguro de lo que enseñaba en qué año, así que la conversación pronto había derivado hacia las otras clases y el incidente durante el almuerzo del día anterior.

-¿Crees que Minx querría matar a Harry? –preguntó Neville a Draco, con voz un poco demasiado alta. Hagrid miraba en dirección a ellos.

Pero, pensándolo bien, eso era justo lo que Draco quería.

-¿Cómo podría saberlo? –se encogió de hombros-. Apenas conozco a la chica.

-¿Minx? –aparentemente, Harry había oído eso también-. ¿Quién es Minx?

-Minx Hutchings –explicó Neville, obedientemente-. Ya sabes, la que siempre está molestando a Luna.

-Oh, ella –Harry asintió, reconociénola-. ¿Crees que ella es la espía?

-Asesina –corrigió Dean Thomas-. Enfréntalo, Harry, alguien quiere matarte.

-Sí, ¿pero Minx Hutchings? –comentó Ron Weasley-. Es sólo una niñita. Quiero decir, es de la misma edad que Ginny, Harry.

-Quince años –le recordó Seamus-. Eso difícilmente es ser una bebé.

-Bueno, de todos modos, probablemente estaba en clase –comentó Draco, encogiéndose de hombros.

Ron le dirigió una mirada de enojo. Todos sabían que odiaba la idea de Malfoy saliendo con su hermana, aun a pesar de que Draco había sido mucho más amable con él desde entonces.

-¡Hey, Hagrid! –llamó Ron-. ¿Minx Hutchings estaba en esa clase?

-¿Qué clase, Ron? –preguntó Hagrid con una sonrisa. Ya había pasado a otro tema.

-La clase de quinto año de ayer –explicó Harry con un leve suspiro. Parecía un poco dreprimido ese día. Tener un asesino tras él aparentemente estaba aplastándolo un poco.

-Sí, sí, la pequeña Minx asiste a Cuidado de las Criaturas Mágicas –respondió Hagrid con una gran sonrisa-. Qué nombre tan lindo, Minx (n. de la t. En inglés, "minx" significa "pícara", "descarada", pero en alemán –la lengua materna de Silverfox- significa "animalito", "bichito", "insecto").

-¿Pero estaba ella aquí ayer? –demandó Ron.

-Bueno, ¿dónde más podría haber estado? –preguntó Hagrid, confundido.

-Oh, puede haber decidido faltar a clase –sugirió Draco, sarcástico-. O puede haber estado enferma, o puede haber ido al baño.

-Nah, todos estaban aquí –dijo Hagrid-. Estoy seguro de que estaban.

-Y ella no podría haber faltado a toda la clase si hubiera ido al baño –señaló Harry.

-Pero eso le habría dado una excusa para volver al castillo –sugirió Neville.

-Tonterías –lo regañó Hermione-. Siempre usamos el baño de Hagrid, si tenemos que ir durante su clase. ¿Por qué los de quinto año volverían al castillo para eso?

-Cierto –confirmó Hagrid-. Nunca los envío al castillo. Toma demasiado tiempo.

Draco sonrió para sus adentros. Misión cumplida.

O, al menos, tan cumplida como era posible, tratándose de Hagrid. El bufón parecía estar nada seguro de sus hechos, pero esa era probablemente la mejor respuesta que podía dar. Ahora, sólo tenía que explicarle eso a Severus.

Pero eso resultó ser un problema. Severus no estaba en a sala común cuando Draco regresó y no había tiempo para buscarlo. Ya se les había hecho tarde para la clase de Latín.

Bueno, lo más probable era que Severus ya estuviera ahí.

Sin embargo, no estaba ahí, y no apareció tampoco para el almuerzo, a pesar de que Draco lo esperó durante toda la comida. La jaula de Greenie estaba abierta en la cama de Severus, pero el erizo no estaba dentro. Draco esperó en la sala común por un rato, entonces fue a buscarlo a la biblioteca. Nada.

Para entonces, ya estaba seriamente preocupado, pero tenía que ir a Transfiguraciones y faltar a una clase de McGonagall nunca era algo sabio. Con suerte, Severus también sabría eso y estaría ahí.

Al principio, las esperanzas de Draco fueron decepcionadas una vez más, pero a la mitad de la clase Severus entró y le entregó a McGonagall un trozo de pergamino.

-¿Dónde estuviste? –siseó Draco mientras Severus se deslizaba en su asiento, junto a él-. Ya empezaba a creer...

-Nada más fui a la enfermería por alguna poción para el dolor de cabeza –declaró Severus, lo suficientemente algo como para que toda la clase se enterara-. Por supuesto, Madame Pomfrey de inmediato decidió que necesitaba un chequeo completo, sólo por si acaso no era simplemente un dolor de cabeza.

-Hagrid cree que... –empezó Draco.

-Luego –siseó Severus-. No en mitad de la clase, con todos mirándonos.

Draco suspiró, pero tuvo que admitir que sólo estaban llamando la atención.

Severus se tomó su tiempo para empacar después de clase, y finalmente fue hasta el escritorio de McGonagall cuanto todos, menos él y Draco, ya se habían marchado.

-Llegarás tarde a tu próxima clase, Severus –le advirtió McGonagall, pero Severus sólo se encogió de hombros.

-Simplemente diré que tuve que preguntarte lo que me perdí –explicó-. ¿Diste clase a los Gryffindor y Slytherin de cuarto año ayer durante el incidente?

Minerva asintió.

-Sí, pero estoy segura de que Albus ya te dijo eso.

-¿Matts Parker estuvo ausente, Iago Orson salió temprano y algunos estudiantes salieron temporalmente para ir al baño?

-Rudolph Rash y Sally Arden, sí –confrimó Minerva-. Pero no puedes sospechar realmente de ellos dos. Son Gryffindors.

-Peter Pettigrew, profesora –le dijo Severus una vez más, calmadamente.

-Tal vez, pero no ninguno de ellos dos. Conozco a esos niños, Severus.

-No vine a preguntar por ellos, de todos modos –dijo Severus, sin comprometerse-. Quería hablar sobre Diana Bardon.

-¿Diana Bardon? –Minerva parpadeó-. Es una de los tuyos. Difícilmente la conozco.

-Pero estaba en tu clase en ese momento –señaló Severus-. ¿Salió ella, aunque fuera por un minuto?

Minerva cerró los ojos por un momento, tratando de recordar.

-No, ella estuvo aquí todo el tiempo.

-¿Estás completamente segura de eso?

-Sí, completamente –confirmó Minerva sin titubear.

Severus asintió.

-Gracias, profesora, eso es todo lo que necesitaba saber.

En el camino a Runas Antiguas, Draco finalmente le dijo a Severus lo que Hagrid había dicho. La clase ya había comenzado, así que no había nadie en los corredores para escucharlos.

-Sin embargo, no podemos estar seguros –dijo Severus finalmente-. Hagrid cree que Minx estaba ahí, pero ¿y si está equivocado? Todavía tenemos que vigilarla.

-Entonces, ¿qué averiguaste en tu búsqueda? –preguntó Draco, no realmente interesado.

-Maximius Mattels usa agujas envenenadas para proteger su baúl.

-Oh –comentó Draco, encogiéndose de hombros-. ¡Espera un momento! ¿Agujas? ¿Como las esquirlas que lastimaron a Ginny?

-No creo que hayan sido transfiguradas, y las esquirlas no estaban envenenadas, pero la idea básica es similar –admitió Severus-. Tenemos que vigilar a Maximius más estrechamente.

-¿Qué hay de Hieronymus? –sugirió Draco-. Si yo fuera Voldemort, usaría al hermano mayor.

-Maximius puede tener habilidades que Hieronymus no –explicó Severus-. Al menos Hieronymus no tenía una trampa tan elaborada en su baúl. De hecho, ninguno de los otros usó veneno.

-¿Y estás completamente seguro de que usó veneno? ¿Cómo lo sabes?

-¿Realmente creíste que fui a la enfermería porque me dolía la cabeza? –le sonrió Severus y, antes de que Draco pudiera preguntar nada más, entró a la clase de Runas Antiguas.

Draco se quedó mirándolo en shock por un momento, entonces recordó que sería mejor que entrara, si no quería una detención.

Sin embargo, el profesor Rosetta no estaba ahí. Probablemente debería haber esperado eso. Ese profesor siempre llegaba tarde, al menos siempre lo había hecho con la clase de Latín, así que ¿por qué debería volverse puntual de repente sólo porque estaba enseñando Runas ahora?

La noche del viernes, los muchachos hicieron una lista más elaborada de todos sus sospechosos que además incluía las variadas pistas que tenían a favor y en contra de cada uno de ellos. Severus incluso inventó una forma de reordenar la secuencia de nombres de acuerdo con qué tan sospechoso era cada personaje sin tener que rescribir toda la lista cada vez, pero Draco descubrió que el encantamiento era un poco demasiado complicado para él. Sólo lo pudo hacer bien dos de cinco veces y finalmente decidió dejarle el reordenamiento de la lista a Severus.

Draco, reluctantemente, fue a visitar a su padre en su oficina el sábado y trató de hablar con él acerca de Voldemort y sus planes, e incluso sobre el ataque a Harry Potter, pero Lucius no parecía estar de humor para presumir. En cambio, empezó a preguntarle al muchacho sobre sus notas en Transfiguraciones, las cuales, como de costumbre, no alcanzaban sus expectativas.

Draco miró a su padre con el ceño fruncido, arrepintiéndose ya de esa visita.

-No estoy en peligro alguno de reprobar el curso y mis notas son mucho mejores que las deverus.

-Sin embargo, podrías hacerlo mejor. Es una vergüenza para el apellido Malfoy si no haces tu mejor esfuerzo. Tienes la inteligencia necesaria y talento mágico más que suficiente. Pero, por supuesto, no te importa tu futuro. Prefieres con mucho ser un vago y dejar que yo haga todo por ti. Crees que tengo tiempo para...

Draco dejó de escuchar en ese punto. Había oído el discurso ya mil veces. A continuación, Lucius despotricaría acerca de cómo estaba ignorando a su madre, y luego normalmente iría a regañar a su madre por no vigilar que su hijo tuviera mejores modales y notas. Bueno, no podía ir a hacer eso último ahora.

¿Por qué era que había ido ahí, por cierto? Era inútil. Nunca averiguaría así nada acerca de los planes de Voldemort.

Lo peor de todo fue que al momento de salir descubrió a Ron Weasley espiando desde el calabozo de Pociones, en la puerta siguiente. Así que la comadreja había escuchado toda su conversación.

Bueno, no había sido nada de qué avergonzarse, ¿verdad? Por supuesto que Arthur Weasley le hablaba a su hijo en la misma forma, ¿verdad?

Ron le sonrió cuando se dio cuenta de que Draco lo había visto.

-¿Ya terminaste de limpiar, comadreja? –le preguntó Draco ácidamente-. Padre toma seriamente tus detenciones, ¿no es así?

-Al menos no es mi padre –Ron se encogió de hombros, por una vez sorpresivamente dócil-. Mi padre ama a sus hijos.

Draco lo miró con enojo, pero decidió que no valía la pena el problema que tendría con Ginny si golpeaba a su hermano. En cambio, volvió a la sala común para reportarle su fracaso a Severus.

Severus, sin embargo, no estaba ahí en ese momento. Estaba siguiendo a los hermanos Mattels ese día. Aparentemente, eso se había vuelto una vendetta personal para él. Draco suspiró y decidió hacer un trabajo algo más útil pegándose a Blaise y Theodore, que estaban jugando ajedrez en una esquina. Terminaron jugando un pequeño torneo, lo cual en realidad fue divertido, aún a pesar de que Theodore ganó.

Draco había planeado pasar el domingo con Ginny, pero ella nunca llegó a su cita. Decepcionado, Draco trotó de vuelta a los dormitorios de los Slytherin y terminó ayudando a Severus a poner algunas trampas en las oficinas de sus profesores.

Ginny no apareció en todo el día, ni siquiera a las comidas, y tampoco su hermano. No era que Draco echara de menos a la comadreja, claro.

A la mañana siguiente, durante el desayuno, Estella finalmente resolvió por él el misterio.

-¡Mira, Draco! –exclamó excitadamente y empujó su ejemplar del Daily Prophet sobre la mesa hacia él.

Theodore, que temió que el periódico terminara en su avena, lo levantó con un rápido encantamiento de levitación y lo transportó directamente a las manos de Draco.

-¿Qué es? –demandó Vincent cuando Draco y Severus enterraron las narices en el periódico-. ¿Algo interesante?

-"Empleado del Ministerio sobrevive a tortura de Quien-No-Debe-Ser-Nombrado" –Draco leyó el titular para sus amigos-. ¡Encontraron a Percy Weasley y está vivo! Es por eso que Ginny no está aquí. Debe haber ido a Londres a visitarlo.

-¿Nuestro Señor realmente lo dejó vivir? –preguntó Gregory, sorprendido.

-No, fue un accidente –reportó Draco-. Fue torturado y dejado en el páramo para que muriera. Accidentalmente, Lee Jordan pasó por ahí durante un paseo con su novia y escuchó a Percy gemir. Lo llevaron de emergencia a San Mungo justo a tiempo para salvar su vida.

-En fin, eso es bueno para ti, ¿no? –preguntó Vincent-. Ginny estará feliz de tener a su hermano de vuelta.

-Pero no estará feliz de que esté sufriendo tanto –intervino Severus-. Aún así, considerando que ya dábamos por muerto a Percy, ciertamente son buenas noticias.

Y en verdad así era. Ginny volvió más tarde esa mañana y no podía dejar de decirle a Draco lo felices que estaban todos de que Percy estuviera vivo y de regreso.

-Sufre dolores terribles, pero sobrevivirá –dijo, con lágrimas en los ojos-. ¡Regresó! No puedo creer que haya sobrevivido, cuando todos los demás murieron. Incluso despertó por un momento mientras estábamos ahí. Mamá estaba tan feliz cuando la llamó.

Neville estaba inusualmente feliz también, y celebró el día colocando una ratonera bajo los pergaminos de sus tareas en el escritorio de Lucius. Desafortunadamente, la ratonera sólo atrapó la manga del profesor Malfoy, pero fue mejor que nada y el grito de sorpresa de Lucius fue ampliamente disfrutado por toda la clase.

-Vamos a pagar por eso –le susurró Draco a Severus cuando vio la mirada de enojo con la que su padre contemplaba al grupo.

-¡Weasley, detención! –rugió Lucius, para sorpresa de todos.

Los estudiantes se quedaron mirando a su profesor.

-Pero... ¡pero si ni siquiera fui yo! –tartamudeó Ron, claramente tan poco preparado para eso como el resto de ellos.

-No me importa –Lucius se encogió de hombros-. Alguien tiene que pagar por esta broma y sé que no tengo oportunidad de identificar al culpable. Usted es el estudiante más desagradable de esta clase y no me gusta su cara. Ahora, empiecen con sus proyectos.

Los estudiantes intercambiaron miradas todavía más sorprendidas.

-¿Los proyectos de estudio independiente, profesor –preguntó Alicia, incrédula. Habían tenido suerte de salirse con la suya una vez. Nunca habría imaginado que Lucius les permitiría pasar otra lección, una lección doble demás, en tales frivolidades.

-Por supuesto –respondió Lucius-. ¿Qué más?

-Pero nuestro proyecto está completo –le recordó Neville a Lucius.

-Entonces únanse a uno de los otros grupos para ayudarles o empiecen un nuevo. Nada más repórtenme qué es lo que están haciendo –respondió Lucius, enojado.

-Yo ya pensé en algo –reportó Seveurs-. Traje muestras de varias pociones comerciales, que Draco y yo estamos tratando de analizar para determinar sus componentes. Neville es bienvenido a unírsenos, si lo desea. Podríamos usar otro caldero para esto.

Neville estaba encantado con la idea, y, por lo tanto, pusieron juntas dos mesas de trabajo para poder coordinar mejor su trabajo. Harry Potter se unió al grupo con su más reciente proyecto de cocina. Aparentemente había renunciado a la idea del caramelo y ahora estaba tratando de preparar alguna clase de sopa que realmente se suponía tendría algo de magia también.

-Debe haber una forma de hacer que adquiera cualquier sabor que desees –explicó Harry esperanzado.

Lucius asintió contento y empezó a leer sus ensayos de tarea. Estaba empezando a dudar que entre diez y veinte pulgadas fuera un buen límite para sus estudiantes. La letra de Gregory Goyle era tan grande que había alcanzado diez pulgadas en apenas nueve líneas, mientras que Severus Snape y Hermione Granger habían escrito con letra tan pequeña que resultaba imposible de leer.

Lucius suspiró para sus adentros. Se negaba a usar lentes para leer.

¿Tal vez un límite de cien palabras serviría mejor a su propósito?

Consideró eso mientras agregaba otra línea de positivos a su cuaderno.

Entre tanto, al otro lado del calabozo, Neville estaba inspeccionando las muestras que Severus había tomado de las pociones encontradas en los baúles de sus compañeros de Casa.

-Entonces, ¿cuál es la verdadera razón por la que estamos haciendo esto? –le preguntó a Severus-. Estoy seguro de que podrías haber salido con algo más interesante para preparar que esto.

Para sorpresa de Draco, Severus asintió, admitiendo que tenía motivos ocultos.

-Lucius prácticamente está invitándonos a robar ingredientes y últimamente he visto evidencias de un anillo de drogas en la escuela –explicó Seveurs-. Estoy tratando de averiguar qué tan grave es el problema.

-¿Analizando pociones? –preguntó Neville, sorprendido.

-Todas estas aseguraban ser maquillaje o pociones para el cabello en las botellas, pero eso no significa que lo sean realmente. Podría ser una manera inteligente de disfrazar pociones ilegales guardándolas en botellas vacías de poción para peinarse –dijo Severus suavemente.

-¿Estás seguro? –preguntó Harry Potter, sorprendido-. ¿Drogas en Hogwarts?

-¡Shhh! –le siseó Draco-. No tan fuerte.

-Sí, drogas –le dijo Severus-. Tengo la esperanza de que el problema se limite a un grupo pequeño de Slytherins, pero por el momento no tengo pruebas.

-¿Quién? –preguntó Harry ansiosamente.

-Nadie de nuestro año, hasta donde puedo decir –fue todo lo que le dijo Severus-. Será mejor que empecemos con una sola poción a la vez –le dijo a sus dos compañeros-. Prepararemos una poción analizadora diferente en cada caldero.

Harry los contempló trabajar por un rato, pero entonces volvió a su receta de sopa. No estaba realmente interesado en cómo reconocer drogas. Le interesaba más saber sobre las personas que las tomaban.

En el escritorio del profesor, Lucius estaba repatingándose en su silla, frunciendo el ceño al leer el artículo acerca de Percy Weasley.

-¿No podemos hacer alguna otra cosa? –se quejó Dean Thomas ante Seamus y Ron. Había aceptado unirse a sus intentos por preparar la poción controladora de mentes y había movido su mesa para trabajar con ellos. Pero su corazón no estaba en ello.

Probablemente habría preferido probar una de las viejas recetas de los gemelos Weasley, o tal vez tinta invisible, sospechó Severus.

Hermione Granger había apartado su caldero de su grupo y ahora estaba trabajando junto a Estella Rashton. Esas dos parecían llevarse sorprendentemente bien para ser una Gryffindor y una Slytherin, pero ninguna de las dos era muy típica de su Casa. Las dos habrían sido buenas Ravenclaws, si el Sombrero hubiera decidido diferente.

Lucius estaba relajado y feliz con su periódico hasta la primera explosión.

Esta vez fue el caldero de Alice y Juliana el que estalló primero.

-Demasiadas garras de dragón –le informó Severus a Juliana cuando ella casi chocó con él en su asustado salto hacia atrás.

-Bueno, la receta indicaba garras de lagarto –admitió ella mientras observaba a Lucius y Alice tratando de alejar el humo para poder ver la magnitud del daño-. No nos quedaba ninguna y un dragón es un lagarto grande, después de todo.

Lucius acababa de sentarse otra vez cuando chispas rojas volando desde el caldero de Neville lo hicieron regresar a ese extremo del calabozo.

-Hongos gorra de fuego –dictó Severus calmadamente a Draco, que estaba tomando notas de los resultados.

-¿No dijiste que era un ungüento para los labios? –preguntó Neville, sonando un poco dudoso.

-Bueno, eso era lo que decía la botella –respondió Severus, con un encogimiento de hombros, para beneficio de Lucius. Por supuesto, para ese momento le resultaba obvio que el ungüento para labios de Blaise no era ninguna clase de ungüento.

-¿Tal vez el engorgio que usamos para tener suficiente poción para realizar el test alteró las proporciones? –sugirió Draco.

-No –Severus sacudió la cabeza-. Es así como trabajan los aurors cuando examinan restos de pociones halladas en escenas de homicidios. La potencia de la poción es afectada por el encantamiento, pero su composición no cambia en nada.

Lucius respiró aliviado cuando las chispas se detuvieron y volvió a su escritorio hasta que el caldero de Gregory Goyle rebosó.

Entonces Hermione Granger necesitó un cucharón de oro sólido de la oficina de Pociones. El caldero de Dean Thomas arrojó su contenido al cielorraso, donde se congeló en una cosa pegajosa azul fluorescente y el caldero de Ron Weasley se derritió, mientras que la poción de Seamus Finngan convirtió en piedra su cucharón y la botella que había tratado de llenar con ella.

La poción de Lavender Brown se evaporó y Harry Potter de alguna manera se las había arreglado para volver negro el fuego bajo su caldero.

Lucius sospechó que algo de la sopa de Potter se había derramado sobre las llamas, pero realmente no le importaba. Era mucho más importante el hecho de que no sabía cómo apagar ese fuego.

Desactivarlo no tuvo más efecto en él que un extinguo, y congelarlo sólo hizo que dejara de aumentar.

Toda la clase se reunió alrededor del fuego de Potter para contemplarlos boquiabiertos y Lucius estaba empezando a sentirse un poco avergonzado por su indefensión. ¿Se atrevería a pedirle sugerencias a los estudiantes?

-Convoco aquam! –sonó detrás de él la voz de una chica y, segundos después, las llamas murieron en un ruidozo chapaleo. El agua se derramó de la mesa de Potter y goteó sobre su bolsa.

-Lo siento –dijo Hermione Granger, apenada-. Creo que debí advertirte primero que quitaras tus libros.

-Mi túnica está mojada –se quejó Harry y Lucius tuvo que concordar de todo corazón con el muchacho, a pesar de que había tenido la suerte de que sólo sus botas y el ruedo de su túnica se mojaran.

-¡Idiota sangresucia! –maldijo Lucius, luego ordenó a la clase que limpiaran sus desastres y se largaran de su salón. ¡Cómo odiaba enseñar!

Mientras los estudiantes abandonaban el calabozo, recordó de pronto la lista de asistencia. Todos habían estado ahí, considerando el hecho de que había marcado un positivo por cada uno de sus nombres con sus ensayos, pero tenía que escribirlo.

Sacó su lista. ¿En dónde era que estaba su pluma? Bueno, tal vez hubiera otra en la gaveta del escritorio. Tiró de la gaveta, pero parecía estar atascada. Inclinándose para ver qué era lo que estaba mal, tiró con un poco más de fuerza y una espuma blanca le bañó la cara.

Con sus ojos ardiendo a causa de la sustancia desconocida, sólo pudo imaginar las miradas de Severus, Draco y Neville cuando los vio salir del calabozo riendo y felicitándose mutuamente. No estaba completamente seguro de por qué se congratulaban.

Defensa resultó muy interesante también. En honor a la luna llena del martes, tuvieron un debate sobre cómo sería ser un hombre lobo y Remus les contó algunas de sus propias experiencias, lo cual hizo todo mucho más real.

Transfiguración, sin embargo, puso fin al buen humor de los muchachos. Minerva McGonagall sabía exactamente a quién agradecerle por la crema batida que había recibido en la cara en forma muy similar a la sorpresa de Lucius y, acorde con ello, fue realmente dura con ellos.

Severus seguía incapaz de envejecer su planta apropiadamente, a pesar de que recitó a Minerva la receta de la poción de crecimiento.

Draco estaba mirando enojado a todos, recordando el mal gesto de su padre, mientras que Neville estaba preocupado de que envejecerla pudiera acortar la vida de su pobre planta e insistía en que todas las plantas necesitaban macetas más grandes.

Harry y Ron tuvieron una extraña discusión acerca de algo que tenía que ver con Percy, y Seamus Finnegan tiró su planta contra la pared en un arranque de cólera, sorprendiendo tanto a Dean que éste también dejó caer su planta.

Neville corrió a salvar las plantas, pero en su pánico no pudo realizar un reparo apropiado y tuvo que pedirle ayuda a Estella.

Lavender estaba haciendo pucheros, porque Pansy había logrado conseguir una rosa, mientras que ella sólo tenía hiedra y Alicia y Juliana recibieron una detención por su incesante charla.

Cuando Vincent y Blaise empezaron a discutir también, y Millicent apenas logró detener a Gregory antes de que aplastara su planta contra la cabeza de Blaise, Minerva finalmente tuvo suficiente.

-¡Todos, siéntense de inmediato! –tronó su voz en todo el salón.

Estella y Neville inmediatamente se sentaron en el suelo junto a la planta rota de Seamus. La de Dean ya había sido replantada y devuelta a su dueño, que estaba tratando de revivirla con un poco de agua.

-¡En sus sillas! –gritó Minerva a los dos salvadores de plantas-. ¡¿Qué es lo que está mal con ustedes hoy?!

-Mañana hay luna llena –respondió Estella, calmadamente. Después de todo, acababan de hablar de eso en Defensa-. Eso afecta no sólo el temperamento de los hombres lobo.

Minerva la miró con enojo, pero antes de que pudiera encontrar nada qué decir a eso, la voz de Theodore rompió el nervioso silencio del salón.

-Me duele la cabeza –anunció-. Voy a ir a la enfermería por alguna poción.

La ira de Minerva encontró un nuevo blanco cuando salió sin siquiera esperar su permiso. Era una gran ventaja el que Theodore no estuviera ahí para oír lo que tenía que decir acerca de su comportamiento, aunque probablemente no estaría contento cuando recibiera a la hora de la cena una nota avisándole de su detención.

Severus usó una vez más la lección de Cuidado de las Criaturas mágicas del martes para deslizarse dentro de los dormitorios de las chicas. La sala común estaba tan silenciosa como la semana anterior y tenía la esperanza de terminar su registro de baúles ese día. Con un poco de suerte, otro viaje a los dormitorios de las chicas sería innecesario a menos que las de primer año se volvieran sospechosas.

Su primer destino fue el dormitorio de tercer año. Abrió la puerta y...

-¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?!

Severus miró sorprendido a Marsha Alton.

-¿Por qué estás acostada?

-Madame Pomfrey me dijo que me quedara en cama hoy –declaró Marsha tristemente-. No he estado durmiendo bien y ella me dio una poción que se supone me hará dormir. ¿Cuál es tu excusa?

-El diario de Diana Bardon –Severus ya se había recuperado para ese momento y le mostró el pequeño libro-. Lo encontré en la sala común y pensé en venir a ver si estaba aquí, para devolvérselo.

-Idiota –Marsha puso los ojos en blanco con exasperación-. Diana es de cuarto año. La puerta de al lado.

-Oh, gracias –sonrió Severus-. Creí que era de tercero.

Cerró la puerta otra vez, pero fue en dirección contraria a donde había señalado Marsha. No había oportunidad de revisar hoy el dormitorio de las niñas de tercer año, pero al menos podría terminar con las de segundo, si trabajaba en silencio. Lo que Poppy le había dado a Marsha no tardaría en hacerla domir, de todos modos. Entonces no oiría salir a Severus.

El primer baúl que Severus abrió fue el de Clarissa Charlton. Un ejército de muñecos de peluche le devolvió la mirada. Severus se preguntó cómo había logrado Clarissa meter su ropa y material escolar junto con los juguetes. Tal vez el baúl estaba encantado.

Había también unos pocos cómics y una novela romántica, pero nada sospechoso. Clarissa aparentemente todavía era una niña pequeña.

El siguiente baúl resultó ser de Annie Morris, quien no era sospechosa para nada. Severus lo cerró gentilmente otra vez y fue al siguiente.

Monique Lassiter tenía en su baúl casi tantas novelas románticas como Clarissa Charlton tenía peluches en el suyo. También había una considerable cantidad de ejemplares de "Bruja Adolescente", una de ellas abierta en un instructivo sobre besos a la francesa.

Esa definitivamente ya no era más una niña pequeña, pero nada indicaba tampoco que tuviera interés en las artes oscuras. Sus intereses, claramente, eran de corte más legal, aunque no necesariamente aprobado.

Había también unas pocas pociones de belleza, de las que Severus tomó muestras antes de pasar al siguiente baúl.

El hechizo de protección de Luisa Hunter-Moor se las arregló para resistir por casi un mintuo. Su baúl contenía un osito de peluche, un búho de peluche, dulces, una gran caja de chucherías lechuciles, varios libros sobre búhos, dos sobre artes oscuras, y una pequeña colección de ingredientes de pociones, la mayoría legales.

Después de asegurarse de que no había ahí pociones sin terminar, Severus salió de nuevo fue al dormitorio de cuarto año. Dejó el diario de Diana en su cama con una nota informándole que lo había encontrado en la sala común y que había ido a dejárselo ahí, ya que ella estaba en clase, sólo por si acaso Diana hablaba con Marsha.

Ya que todavía le quedaba algo de tiempo, se deslizó entonces dentro del dormitorio de las chicas de sexto año. Habiendo abierto ya una vez los baúles de Pansy y Millicent, no tuvo problemas para hacerlo otra vez y tomar muestras de sus pociones de belleza para su "proyecto" de Pociones.

Bastante satisfecho consigo mismo, volvió a la sala común para esperar a Draco.

Remus no visitó su Casa esa noche. Probablemente ya estaba encerrado en su oficina esperando su transformación.

Eso, por supuesto, significaba que tendrían que soportar a los hermanos Mattels y sus chistes sobre hombres lobo. Los de tercer año se unieron a ellos alegremente e incluso el capitán de Quidditch, Stephan LaCroix, demostró lo mejor de su aullido de lobo.

Severus se fue a la cama temprano esa noche, dejando a Draco para observar a sus sospechosos burlarse de su amigo. Tenía una promesa que mantener, después de todo. Cierta cuerda no había sido reemplzada todavía.

Theodore Nott encontró una ratonera en su cama cuando ésta atrapó el dedo gordo de su pie derecho esa noche.

Los gritos subsecuentes despertaron a casi toda la Casa. Hasta los de segundo y tercer año subieron desde sus dormitorios para averiguar qué pasaba.

A la mañana siguiente, Severus y Draco estaba saliendo del Gran Salón después de desayunar cuando se encontraron con el equipo de Quidditch de Gryffindor, que salían con sus uniformes de Quidditch.

-Hey, ¿a dónde van? –los llamó Draco-. Las clases empiezan en diez minutos.

-No tenemos clase ahora –le gritó Harry en respuesta-. Decidimos practicar, ya que todo el equipo está libre. ¡Hasta luego!

-¿No deberían Potter y Weasley estar en Adivinación? –preguntó Draco a Severus, con un toque de duda en su voz.

-¿Tal vez Trelawney está enferma? –sugirió Severus-. Tengo que ir a Aritmancia, pero tú estás libre. Tal vez deberías seguirlos y vigilar lo que hacen. Al menos podrías aprender algo sobre su estrategia de Quiddicth.

Fueron a su sala común, Severus para recoger su bolsa, Draco para buscar su capa. El clima ya estaban empezando a volverse frío y, si iba a estar afuera durante una hora completa, necesitaría su capa.

Tan pronto como estuvo fuera, se alegró de haber tomado esa precaución. El día estaba soleado, pero había un viento helado que era muy desagradable. Los Gryffindors no estaban a la vista.

Tal vez todavía estaban en el cobertizo de las escobas.

Draco decidió que esas eran buenas noticias. Después de todo, pretendía espiarlos.

Subió en la gradería apenas lo suficiente para tener una buena vista del campo y se acurrucó en una esquina. Las paredes lo protegían del viento en tres lados y era muy improbable que los jugadores fueran a verlo mientras estuviera lejos de la parte alta.

Todavía no había señal de los Gryffindors. ¿Estarían discutiendo todavía su estrategia?

Voces desde la puerta del castillo.

Estudiantes de uno de los años inferiores estaban apurándose en grupos hacia la cabaña de Hagrid, riendo y bromeando, mientras otros dos grupos caminaban hacia los invernaderos, cada grupo manteniéndose unido, aparentemente desconfiando del otro grupo. A Draco le pareció reconocer a una de las niñas como una Slytherin de primer año, pero se encontraba demasiado lejos para poder estar seguro.

Entonces entraron y Draco ya no pudo oírlos más.

Tuvo que esperar lo que le pareció una eternidad hasta que los Gryffindors finalmente llegaron al campo. Se elevaron en el aire con gritos de deleite, disfrutando el viento.

Ahí estaba Ginny con su largo cabello rojo flameando al viento, ahí estaba Harry Potter elevándose por encima del resto con su revuelto cabello negro. Otra cabeza pelirroja podia verse detrás del equipo, cerca de los aros. Ron Weasley.

Los nuevos beaters era un desastre comparados con los gemelos Weasley, pero, si Draco era completamente honesto, no estaba muy seguro de que realmente fueran peores que Vincent y Gregory. Los jugadores de Gryffindor simplemente no estaban acostumbrados a tener que estar tan alertas por las bludgers.

Los chasers, por otro lado, estaban grandiosos. Era difícil de creer que Ginny fuera nueva en el trío. Parecían leerse las mentes unos a otros.

Potter subía más y más alto buscando la snitch de práctica que Katie Bell había lanzado antes de seguir al equipo al campo. Draco tuvo que admitir que ella era una buena elección como capitana. Había esperado que eligieran a Weasley, o tal vez a Potter por su fama. Bell le daría un trabajo difícil al equipo de Slytherin cuando jugaran.

Ron llamó enojado a los beaters cuando apenas pudo esquivar otra bludger. Las pelotas parecían estar buscándolo ese día.

Harry descendió para ver si su amigo estaba lastimado, pero Ron agitó una mano y le indicó algo algo que estaba al otro lado del campo. ¡La snitch!

Harry dio vuelta a la escoba en un giro muy cerrado y se lanzó hacia ella, elevándose de nuevo para no chocar con los chasers. pasó por encima de las chicas en un arco elegante. Draco lo vio empujar el mango de la escoba para ir en línea recta hacia la snitch.

Y, de repente, Harry estaba cayendo. Con el palo de la escoba todavía en su mano, estaba cayendo hacia el suelo mientras la cola de su escoba caía también dando vueltas.

Antes de que pudiera siquiera pensarlo, Draco estaba de pie y con su varita en la mano.

-Wingardium leviosa!

Por supuesto, jamás podría tener esperanza de detener la caía de Harry a esa distancia, la de la cola de la escoba, quizá, pero no algo tan pesado como una persona de verdad. Aún así, podría desacelerar ligeramente la caída de Harry. Si algunos de los otros trataran también...

Ahí, los chasers ahora tenían sus varitas apuntando a Harry mientras caía junto a ellos, y estaban mucho más cerca. Los muchachos, sin embargo, estaban demasiado aterrados para reaccionar. Weasley tenía su varita, pero sólo la aferraba inefectivamente. Draco se preguntó distraídamente si siquiera estaría consciente de que la tenía en la mano.

Uno de los beaters finalmente sacó su varita mientras que el otro simplemente todavía estaba gritando aterrorizado, pero de todos modos ya era tarde. Draco pensó que había podido oír el golpe cuando Harry golpeó el suelo, aunque probablemente estaba demasiado lejos para eso. Bajó apresuradamente las escaleras y corrió mientras el equipo de Quiddtich de Gryffindor aterrizaba alrededor de Harry.

El beater más pequeño pasó corriendo junto a él, si dedicarle siquiera una mirada al Slytherin mayor en su carrera hacia el castillo, y muy probablemente en busca de Madame Pomfrey.

Sin aliento, Draco se dejó caer de rodillas junto a la forma inmóvil de Harry.

-¿Está bien?

Ginny se acurrucó sollozando junto a él y él la abrazó.

La profesora Sprout estaba de repente junto a ellos conjurando una camilla, una horda de estudiantes de primer año, gritando, llorado y pálidos, a su alrededor.

-¡Tú! –gritó Ron Weasley, señalando a Draco-. ¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?!

-¡Estoy tratando de ayudar! –replicó Draco, enojado-. Vi el accidente y traté de detener la caída de Harry, mientras tú te quedabas mirando.

-Oh, ¿sí? –gruñó ese beater del que ni siquiera sabía el nombre-. Probablemente causaste esto para que Slytherin pueda ganar la Copa. ¿Por qué más estarías aquí, en primer lugar?

-Para ver a nuestros jugadores y espiar nuestras tácticas –dijo Alicia en un tono extrañamente calmado-. Malfoy no tiene razón para sabotearnos ahora. Faltan meses para nuestro primer juego y ni siquiera es contra Slytherin.

-Esa vuelta ajustada debe haber sido demasiado para su escoba –sugirió Draco-. Tal vez ya tenía una grieta que no había sido vista. Después de unos años de uso intensivo, las escobas algunas veces simplemente se rompen.

Sprout levitó gentilmente a Harry a la camilla y le quitó de las manos el palo de la escoba. Aparentemente sin saber qué hacer con eso, lo puso en las manos de Draco, porque era el que estaba más cerca, y empezó a guiar la camilla de regreso al castillo.

Draco tomó distraídamente el palo mientras su mente estaba todavía en su sollozante novia. Gentilmente, la guió siguiendo la camilla flotante.

El beater se inclinó para recoger la cola de la escoba.

-¿Se podrá reparar? –preguntó, sin dirigirse a nadie en particular.

Katie Bell tomó el montó de pajitas de sus manos e inspeccionó el punto de quiebre.

-Esto no luce como una rotura –dijo, con los ojos muy abiertos-. Parece como si nunca hubiera habido un palo. Como si la cola simplemente hubiera sido cortada aquí.

Draco rápidamente dio vuelta al palo en su mano para inspeccionar la otra mitad de la rotura. Ciertamente, no había astillas, ni grietas, nada. Sólo un corte limpio. Por un momento, sólo pudo quedarse mirando fijamente, mientras los pensamientos corrían en su cabeza, demasiado rápido como para detenerse en uno solo.

-¿Encantamiento cortador? –sugirió por fin, difícilmente notando que lo había dicho en voz alta.

Continuará...

Notas:

¿Qué significa en realidad el nombre que le dio Harry a la poción de Hermine? (todavía nadie lo ha respondido. Una pista: aga, matris). ¿Draco realmente es tan malo en Transfiguraciones? ¿Sobrevivirá Harry? (Sugerencias sobre la identidad del traidor, como siempre, serán leídas con gran interés, pero no serán respondidas, todavía). Por favor, comenten.

En el próximo capítulo:

Sevi busca a Draco, Draco tiene un duelo de miradas con el equipo de Quidditch de Gryffindor y Lucius asiste a una reunión.