¡Todo esto es de JKR, no mío! Excepto por unos pocos personajes que agregué.
Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka, perdón por no haberlo mencionado desde el principio de MNS, creo que adopté la idea de forma subconsciente.
El cuervo de Severus pertenece a J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometí devolverlo ileso.
Los catar, sin embargo, son míos y los amo, así que, por favor, no los uses sin pedirme permiso primero.
Nota de la autora:
Me temo que el próximo capítulo me tomará dos semanas para escribirlo. Esta será una semana ocupada. Mis disculpas por adelantado.
Nota de la traductora:
Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Double 0 Seve... rus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), su dirección es silverfoxkabsi.at
Capítulo 9: HIELO NEGRO
Los Ravenclaws y Hufflepuffs estaban en el salón de Transfiguraciones cuando Severus y Draco llegaron luego de que Lucius les permitiera salir de Pociones.
Tuvieron que esperar a que salieran los últimos estudiantes antes de que pudieran acercarse a McGonagall.
La profesora los miró sorprendida.
-Pociones terminó temprano –explicó Severus, encogiéndose de hombros-. El profesor Malfoy metió la mano en una ratonera y tuvo que ir a la enfermería para que lo curaran. No confió en que no haríamos explotar el calabozo mientras estaba ausente.
-¿Una ratonera? –repitió McGonagall.
-No una de las nuestras –le aseguró Draco.
-Debe haber sido de Potter o tal vez de Neville, aunque no estoy seguro de si a él le quedaba alguna todavía –aclaró Severus-. Estábamos ayudando a la profesora Pince con un problema de cucarachas, así que llegamos tarde a Pociones y no tuvimos tiempo de poner trampas.
McGonagall no parecía muy segura, pero le gustaba Lucius, así que Severus dudaba de que tomara alguna acción sin contar con pruebas.
-Están aquí por incicente –afirmó más que preguntó la profesora.
-Sí, usted dijo que Sandra Invers salió de la clase –explicó Severus-. ¿Pero qué hay de Keith Gorl?
-¿Keith? –preguntó Minerva, sorprendida-. ¿Qué hay con Keith?
-Está en la lista de sospechosos de Filius –contestó Severus calmadamente-. ¿Estaba él en clase?
Minerva frunció el ceño. Así que Filius era "Filius" y ella era "profesora McGonagall".
-Por supuesto que estaba. Se lo habría reportado a Albus de inmediato, si se hubiera ausentado en algún momento.
-Sólo estoy tratando de asegurarme, profesora –respondió Severus con tensión-. Tuvo Pociones la última vez.
-Fuiste tú quien nos endilgó a Lucius, en primer lugar –le recordó Minerva.
-Lo cual no implica que yo confíe en él para decir la verdad acerca de sus estudiantes –respondió Severus.
-Es mi padre –les recordó Draco-. Y tampoco yo me fío de su palabra.
Fueron a continuación a la oficina de Flitwick, pero estaba cerrada y el profesor de Encantamientos no apareció tampoco a la hora de la cena. Luego de un último intento una hora después de la comida, decidieron posponer su charla con Flitwick hasta el día siguiente y volvieron a su sala común para vigilar a sus principales sospechosos.
Pero Severus primero fue escaleras arriba. Theodore había encontrado y desactivado su última ratonera sin salir lastimado. Eso no podía tolerarse.
Los de primer y segundo año estaban nerviosos todavía, como notó pronto Severus. Habían vuelto a la sala común justo después de la cena y parecían temerosos de salir otra vez. Incluso escuchó a una niña de primer año suplicándole a algunos otros que la acompañaran a la biblioteca.
-Ir en grupo no puede protegernos de una explosión –le respondió uno de los otros niños-. Estamos más seguros aquí, donde Potter no puede entrar. El Lord Oscuro no tiene razón para atacar nuestra sala común, así que tendría que haber una explosión realmente grande para lastimarnos.
Severus sacudió la cabeza, pero no trató de calmar sus miedos. Mientras lo temieran, no sería probable que quisieran unirse a Voldemort y estar asustado era, en su opinión, una señal de poseer un saludable instinto de supervivencia.
Muchos de los estudiantes mayores estaban sumergidos en discusiones sobre las probabilidades de supervivencia de Harry Potter y teorías acerca del atacante.
-Te digo que puede darse por muerto –declaró Hieronymus Mattels. Ya que el profesor Lupin no estaba ahí ese día, él y su hermano no se habían retirado a la biblioteca por una vez-. Ha tenido suerte dos veces, pero ¿cuánto puede durarle la suerte? El agente del Lord podría ser cualquiera de nosotros. El "Viejo Bumbler" no tiene manera de saberlo. La única forma en que podría proteger a Potter sería enviándolo lejos de Hogwarts, pero entonces no podría continuar su educación mágica y sólo sería cuestión de tiempo antes de que el Lord finalmente lo encontrara.
-Y ese sería el fin seguro de Potter –sonrió Maximius.
-¿Realmente crees que eso es divertido? –preguntó Joanna Jenkins, de sétimo año, sonando ligeramente molesta-. Potter es sólo un chico de dieciséis años que casualmente sobrevivió siendo un bebé a un hechizo mortal por pura suerte. Un huérfano que ha tenido que crecer con un montón de muggles en lugar de con su verdadera familia. ¿Qué ha hecho realmente para merecer la ira del Lord Oscuro? No lo desterró de nuestro mundo a propósito, si realmente fue él quien lo hizo, lo cual, considerando su edad en ese momento, es altamente improbable.
-Es un presuntuoso desvergonzado –argumentó Lionel Bardon.
-Ni que fuera el único en esta escuela –gruñó Blaise, lanzándole puñales con la mirada a Draco.
-Y realmente no puedes culpar a un huérfano criado por muggles por tratar de llamar la atención –agregó Severus, mientras se sentaba de nuevo junto a Draco-. Potter es un sangre limpia que ha tenido que vivir la vida de un sangresucia. Por supuesto que está buscando alguna clase de compensación.
-¿Atacando al Lord Oscuro? –desafió Stephan-. No tiene derecho.
-¿"Atacando al Lord Oscuro"? –repitió Estella-. Perdóname, pero me parece que el Lord Oscuro lo atacó a él primero. Potter nunca habría salido a buscarlo. Simplemente tuvo las agallas de quedarse tendido y morir cuando el Lord Oscuro así lo quiso.
-Hizo más que eso –argumentó Theodore-. Luchó en su contra.
-Bueno, pues perdónalo por querer vivir –dijo Joanna, sarcástica.
Severus siguió con atención la discusión sobre los crímenes de Potter, observando cuál bando tomaba cada quién. Lionel aparentemente estaba celoso de Potter, pero ya había sido dejado libre de sospecha. Pansy y Millicent, sorpresivamente, se interesaron poco en el tema, Theodore parecía más interesado en declarar hechos, mientras que Stephan y los hermanos Mattels se enojaron mucho por la falta de apoyo a su postura. Aparentemente no habían esperado que Blaise se apartara de ellos tan fácilmente, pero Blaise se calló muy rápido en cuanto se dio cuenta de que no estaba impresionando a Pansy.
Algunos otros estudiantes de los años inferiores seguían mirando expectantes a Draco, probablemente esperando su guía, o tal vez simplemente un espectáculo por parte del mayor rival de Potter, pero Draco no los complació.
-Fue extraño verlo caer –finalmente comentó Draco, sin dirigirse a nadie-. Siempre había pensado que lo quería muerto, pero cuando realmente estaba cayendo al suelo en esa forma, casi tuve miedo por él.
La discusión se detuvo y todos voltearon a mirar a Draco. Semejante admisión de "debilidad" era algo raro en la sala común de Slytherin y totalmente inesperada por parte de un conocido seguidor de los Death Eaters como Draco.
-Es muy diferente pensar o incluso decir que quieres ver morir a alguien en un momento de ira y el realmente querer eso –ofreció Severus.
-Bueno, yo tampoco quisiera que mi peor enemigo fuera muerto por alguien que no fuera yo, creo –sugirió Iago Orson-. Me gustaría hacerlo yo mismo.
-Yo no –dijo Draco suavemente-. He decidido que no quiero matar a nadie.
Algunos se rieron.
-Eso es bueno –declaró Stephan-. Luego decidirá que quiere ser un sanador.
Draco consideró eso.
-Nah, demasiado trabajo y, de todos modos, siempre mueren algunos pacientes. Probablemente entraré en la política, como padre.
-Ese es un juego sucio, ¿sabes? –le recordó Severus.
-O tal vez podría tratar de entrar a uno de los equipos profesionales de Quidditch después de la escuela –continuó Draco-. También puedo imaginarme a mí mismo como profesor, pero no creo que padre lo apruebe.
-¿Por qué no? –preguntó Estella-. Él mismo está enseñando ahora.
-No voluntariamente –sonrió Severus-. Y lo detesta.
-Tampoco es bueno en ello –se quejó Susan, sin apartar los ojos de Severus.
-Sí, casi me quemé la cara la semana pasada, cuando explotó mi caldero –comentó Paula, de quinto año-. Y todo lo que él hizo fue levantar la mirada de su periódico y decir "oh". Un verdadero profesor de Pociones me habría advertido que estaba revolviendo la poción en el sentido equivocado antes de que mi poción explotara.
-¿Cómo sabes que la estabas revolviendo mal, si todo lo que él dijo fue "oh"? –preguntó una alumna de primer año llamada Judith.
-Porque lo leí después, estúpida –replicó Paula con brusquedad-. Siempre tienes que averiguar qué hiciste mal después de un accidente en Pociones. Los errores en Pociones son peligrosos.
Judith asintió con firmeza.
"Bien" pensó Severus. Al menos una de sus alumnos de primer año no olvidaría esa lección básica.
-Te apuesto a que a Ginny le gustaría oír que estás considerando ser profesor –le dijo Theodore a Draco.
-¿Le gustaría? –dijo Draco, sorprendido. Esa idea acababa recién de ocurrírsele, así que nunca se la había mencionado a Ginny.
-Sí, por supuesto –asintió Theodore-. Su familia es pobre, así que querrá casarse con un mago que tenga un trabajo honesto y un ingreso seguro que pueda mantenerla a ella y a sus hijos.
-Heredaré completa la fortuna Malfoy –argumentó Draco-. ¿Y qué tiene de malo ser político o jugador de Quidditch?
-La gente pobre está acostumbrada a la idea de que el dinero se gana trabajando –le explicó Theodore-. No confían en una cuenta bancaria tanto como en un empleo. La política, como dijo Severus, es un asunto sucio y el Quidditch tiene demasiados riesgos. Sólo podrás jugar mientras seas joven y no te lesiones. Ginny consideraría eso un trabajo inseguro.
-Pero espero que seas mejor maestro que tu padre –declaró Paula.
-No soy tan estúpido como para leer el periódico durante una clase de Pociones –le gruñó Draco.
Ya era tarde cuando se fueron a la cama esa noche. Sin Cabeza de Casa para enviarlos a la cama, los Slytherins ignoraron por completo el toque de queda y hablaron hasta casi caerse de sueño en la sala común. Un niño de primer año efectivamente estaba dormido, acurrucado en un sofá, cuando los de sexto y sétimo año finalmente se separaron para ir a sus camas.
Theodore bostezó y revisó rápidamente su sábana en busca de las ratoneras de Severus. Nada. Tal vez el pequeño bromista finalmente se había rendido.
Theodore se deslizó dentro de la cama, apagó su vela de un soplo y acomodó la cabeza en su almohada. Estaba muerto de cansancio, decidió mientras se cubría con las cobijas y abrazaba una esquina del cobertor, como siempre hacía, y metió una mano bajo la almohada, como cada noche.
¡SNAP!
-¡¡¡¡AHHHHHH!!!!
Theodore se sentó y miró la ratonera prendida de sus dedos. Así debía ser como se había sentido el profesor Malfoy.
Al menos no tenía que cojear esta vez hasta la enfermería. Una mano herida era mucho más cómoda que un pie herido, ¿verdad?
Equivocado. Resultó que era muy difícil quitarse una ratonera con una sola mano. Dos veces, la trampa se cerró de nuevo antes que pudiera sacar sus palpitantes dedos. Cada vez dolió todavía más.
-Te odio, Severus –declaró Theodore mientras enrollaba un pañuelo alrededor de su mano y salía con rumbo a la enfermería. Madame Pomfrey no estaría contenta de verlo a esa hora de la noche.
Usaron su hora de almuerzo para visitar al profesor Flitwick con su lista de sospechosos de segundo y tercer año.
Filius convocó una taza de té para cada uno e incluso les ofreció algunos pastelillos, pero no los aceptaron, recordándole que acababan de almorzar.
-Luisa Hunter-Moor no pudo haberlo hecho –declaró el diminuto profesor al momento de ver su lista-. Es la estudiante más débil en su año. Sospecho que es su varita lo que causa el problema, pero ella insiste en que es una tradición familiar el usar únicamente varitas de fibras de corazón de dragón y ébano. Se niega a probar ninguna otra cosa.
-Bueno, ahí va nuestra última Slytherin sospechosa de segundo año –comentó Draco con una sonrisa satisfecha.
-Pero todavía nos quedan dos Gryffindors sospechosos en ese año –le recordó Severus-. ¿Qué hay de ellos, Filius?
-Quintus Palmer es un estudiante muy aventajado –reportó Flitwick-. Estoy convencido de que puede realizar fácilmente un encantamiento cortador. En cuanto a Vestalia Flemming, no estoy seguro. Es talentosa, aunque no tanto como Quintus. Tienen algo de rivalidad en cuanto a sus notas, me parece. Él es el primer promedio en mi clase, pero ella lo supera en Transfiguraciones, tengo entendido. He visto a Vestalia intentar ocasionalmente encantamientos de tercer nivel, pero nunca un encantamiento cortador, hasta donde recuerdo. Tal vez puede hacerlo, tal vez no.
-Entonces, ¿Quintus pudo haber lanzado a propósito el encantamiento risueño sobre Vestalia la semana pasada? –preguntó Severus.
-Muy probablemente –concordó Flitwick-. Probablemente estaba aburrido y decidió alegrar el día con una pequeña jugarreta. O tal vez esos dos simplemente estaban haciendo el tonto y él no tenía realmente intención de hechizarla.
Severus asintió.
-Entonces, ¿qué hay de los otros años?
Flitwick continuó leyendo.
-Caius Rude es un estudiante perezoso, pero ha dominado el encantamiento con bastante facilidad. Es talentoso, pero poco dispuesto a esforzarse por sus notas. Aemilia Andres ya conocía el encantamiento cuando empezamos a trabajar en él. Aparentemente su madre se lo enseñó para hacer costura. Gaia Ushton lo logró al segundo intento. Curtis Marston tardó más que ella, pero lo hacía bastante bien para el final de la segunda lección. Maximius Mattels lo hace con facilidad. Es el mejor de su año, un año particularmente bueno, al menos en Encantamientos. Bran Lewis tiene problemas con el movimiento de varita. No tiene fineza ese muchacho. Maximius ha estado tratando de ayudarlo, pero con poco éxito. Bran es lo bastante inteligente, pero no tiene paciencia para el trabajo delicado.
-¿Estás seguro de que no lo está fingiendo? –preguntó Severus.
-Si es así, ha estado fingiendo desde su primer año –respondió Filius con un encogimiento de hombros-. Dudo que Voldemort lo hubiera elegido desde tan atrás, así que, ¿qué razones tendría para fingir?
-Ya veo –Severus asintió. Si Voldemort había estado planeando esto durante tanto tiempo, habría usado mucho antes a Bran. El traidor era alguien recientemente adquirido, o Voldemort no había pensado hasta ese momento en usarlo contra Potter-. ¿Qué hay de los otros dos?
-Marsha Ashton es buena con el encantamiento –reportó Flitwick-. Mejor de lo que yo esperaba, pero es posible que haya tenido algunas clases de costura ella también. El desempeño de Marsha en mi clase siempre varía en calidad. Realiza con facilidad algunos encantamientos, mientras que otros apenas los consigue. Mathilda Harris no puede realizar el encantamiento, y tampoco parece interesada en lograrlo. Pero, por lo que he escuchado decir a Minerva, tampoco le interesan sus calificaciones en Transfiguraciones. No sé qué está mal con la chica. Es como si quisiera reprobar a propósito, algo completamente fuera de lo normal en cualquier Slytherin que yo haya conocido.
-He encontrado antes ese comportamiento en otros estudiantes –recalcó Severus.
-Sí, pero esos eran Gryffindors, ¿no? –le recordó Flitwick-. Los Slytherins generalmente son ambiciosos en cuanto a sus notas e incluso los perezosos quieren aprobar sus NEWTs. En Hufflepuff raramente hay malos estudiantes, en primer lugar, pero ocasionalmente recibo Hufflepuffs poco talentosos que apenas pueden lograr algo mejor. Aún así siempre hacen un esfuerzo visible y quedan devastado cada vez que tengo que reprobarlos. Los Ravenclaws rara vez fallan en Encantamientos. Hay algunos que tienen menos talento y otros que son perezosos, por supuesto, pero a todos les gusta Encantamientos. Por supuesto, podría tener algo que ver con no querer decepcionar a su Cabeza de Casa –guiñó un ojo alegremente, casi imitando perfectamente a Dumbledore-. Podrías conseguir menos idealismo por parte de los tuyos.
Severus asintió.
-Menos idealismo, sí, pero rara vez un rechazo completo. Algunos podrían hacerlo mejor, si demostraran un poco más de interés, pero cuando están en peligro de reprobar, siempre trabajan para salvarse.
-Sólo los Gryffindors algunas veces se ponen un poco rebeldes y quieren reprobar sólo para molestar a sus padres.
-Una vez tuvimos a aquella joven Hufflepuff hija de muggles que no quería llegar a ser bruja –señaló Severus-. Y a aquel Ravenclaw enamorado que insistía en reprobar para poder estar en el mismo año que su chica.
-Sin embargo, la familia Harris tiene una tradición de quinientos años de orgullosos magos y brujas sangre limpia, así que Mathilda no tiene razón para querer ser muggle –señaló Flitwick.
-Mathilda desprecia a los muggles –añadió Draco-. No quiere tener nada en común con ellos.
-Y se ha estado comportando así desde el principio –ansintió Flitwick-. No es posible que tuviera un novio más joven cuando tenía once años.
Severus asintió también.
-Lo investigaré en algún momento, Filius, pero ahora estoy más preocupado por encontrar a nuestro traidor asesino. Si Mathilda reprueba este año, eso no la matará y tal vez incluso le sirva de lección. Pero si no atrapamos al traidor, tarde o temprano tendrá suerte y matará a Potter. Habrá tiempo para resolver el problema de Mathilda una vez que el muchacho esté a salvo.
Aún así Draco siguió pensando en la chica el resto del día. Incluso le sugirió a Severus que deberían seguirla un rato con la esperanza de encontrar algunas pistas, pero Severus sólo sacudió la cabeza.
-Mathilda está libre de sospechas, Draco –le recordó-. Y todavía tenemos 17 sospechosos que necesitan vigilancia. Si estás tan ansioso por seguir a alguien, sigue a Stephan.
-¿No a Maximius? –bromeó Draco.
-No, eso lo haré yo mismo –respondió Severus tranquilamente.
Pero, aparte de brindarle a ambos un tour por el castillo, las observaciones no tuvieron mucho resultado. Ambos sospechosos hacían todo lo posible por evitar pasar tiempo en la sala común con Remus, pero, por lo demás, resultaba bastante aburrido.
A Maximius le gustaba ir a la biblioteca y a veces se colaba en la torre de astronomía y ocasionalmente simplemente caminaba sin rumbo con su hermano a alguno de sus amigos.
Stephan permanecía cerca del campo de Quidditch la mayor parte del tiempo. Pasaba mucho tiempo en el cobertizo de las escobas puliendo la suya o simplemente admirando todas las escobas. Draco a veces incluso lo siguió dentro fingiendo estar igualmente dedicado al cuidado de su Nimbus. Stephan incluso conversó con él acerca de estrategia de Quidditch algunas veces. Después de todo, estaban en el mismo equipo.
En otras ocasiones, sin embargo, Sthephan le lanzaba miradas de enojo, aparentemente deseando estar solo. Draco pretendía entonces no haber notado la presencia del estudiante de sétimo año, ni de los otros estudiantes que llegaban a hablar con él.
Stephan aparentemente estaba vendiéndoles algo, pero Draco no podía ver de qué se trataba. Cuando se lo mencionó a Severus, su amigo inmediatamente sugirió que intercambiaran sospechosos, pero tuvo que admitir que no podía seguir a Stephan al campo de Quidditch tan inconspicuamente como Draco, mucho menos al cobertizo de las escobas.
Severus no poseía una escoba y todos sabían que no le gustaba volar.
Stephan también visitaba frecuentemente un par de salones abandonados en diferentes partes de la escuela. Parecía ser que se encontraba ahí también con otros estudiantes, pero Draco no podía seguirlo dentro para ver lo que hacían. Pero hizo una lista de todos los estudiantes con los que se encontraba Stephan. Severus se la pidió, sin importar si esos estudiantes eran o no sospechosos, si ya estaban libres de sospecha o incluso si eran hijos de muggles.
Sin embargo, lo que más le molestaba a Draco era que Stephan visitaba la oficina de su padre casi de día por medio. Era difícil no ser notado por su propio padre, y todavía más difícil tener que evadir a Ron Weasley. Parecía ser que el Gryffindor siempre estaba llegando para su detención, o saliendo luego de su detención.
Siempre que Draco lograba ver a Ron cumpliendo su detención, se llevaba una decepción. De alguna manera, el Gryffindor había logrado convencer de hacer por él todo su trabajo al elfo doméstico que se suponía debía supervisar las actividades del profesor de Pociones, y por lo general estaba sentado por ahí, jugando con una brocha y dándole órdenes al elfo con una sonrisa burlona.
¡Cómo lo odiaba Draco por eso! Pero era el hermano de Ginny, así que hacía todo lo posible por ignorar eso.
La propia Ginny estaba mucho más alegre ahora que Percy había vuelto a casa sano y salvo, y pasaron la mayor parte de su tiempo juntos el fin de semana volando juntos o sentados cerca del lago mientras Severus seguía a Maximius por la escuela.
Draco se sintió un poco culpable por divertirse mientras Severus estaba investigando, pero se dijo a sí mismo que sería sospechoso si no pasaba tanto tiempo con su novia como lo hacía normalmente.
La tarde del domingo, mientras Draco y Ginny estaban fuera volando y disfrutando lo que podría ser el último fin de semana realmente cálido del año, Severus fue a visitar al conserje de la escuela, Argus Filch.
Se suponía que Lucius Malfoy le brindara pistas, pero hasta el momento no le había prestado mucha atención. Era hora de cambiar eso.
La señora Norris levantó la nariz y salió con la cola muy alta al ver a Severus en la puerta de la oficina con Greenie en sus brazos, pero Filch los invitó a pasar, si bien gruñonamente, e incluso sirvió una taza de té para Severus, la cual Greenie inspeccionó atentamente, aunque asegurándose de que su nariz no la tocara. Ya tenía experiencia con las comidas de los humanos, lo suficiente como para saber que las tazas tendían a estar calientes y quemar las tiernas naricitas de los pequeños erizos. Olfatear con la nariz quemada era una experiencia muy desagradable y no olfatear simplemente iba en contra de la naturaleza de Greenie, lo cual significaba que tenía que ser cauteloso cerca de las tazas. Los platos, por supuesto, eran un asunto completamente distinto.
Corvus voló a la mesa también y saludó a Severus declarando "¡Estúpido Cucaracha!" cerca de la tetera y esponjando el pecho.
-¡Ese vocabulario, Corvus! –lo regañó Severus con una sonrisa.
-Estúpido, estúpido, estúpido –insistió Corvus sin impresionarse.
-¿Dónde aprendiste esa palabra, por cierto? –Severus continuó hablando con seriedad fingida.
-Malfoy –respondió Filch por el ave-. No le gustan los cuervos, así que pasa insultándolo y ni siquiera se da cuenta cuando le devuelve los insultos.
-¡Estúpido Cucaracha! –comentó Corvus alegremente.
-¿No le gustan los cuervos? –preguntó Severus, rascando la cabeza de Corvus y contemplando las resplandecientes plumas negras-. ¿Por qué no habrían de gustarle?
-Son demasiado negros, si le he comprendido correctamente –Filch se encogió de hombros y tomó un sorbo de su té.
-¿Demasiado negros? ¿Para un Death Eater? –Severus casi rió-. Lucius tiene un problema.
Filch se encogió de hombros señalando que no le importaban Lucius ni sus problemas en tanto limpiara sus propios desastres.
-Tuve que reemplazar dos de tus mesas de trabajo –reportó el conserje un poco después-. Logró quemar una más allá de cualquier reparación y la otra se derritió. Trelawney sabrá cómo pudo hacerle eso a una mesa de madera, pero, para ser honestos, realmente no me interesa. Tilly logró usar el reparo con las sillas que aplanó, pero una de ellas todavía está sonriendo. Aunque ya no parece ser capaz de producir más sonidos.
Severus asintió.
-Le echaré una mirada cuando vuelva a enseñar otra vez. Tal vez pueda arreglarla. Por otro lado, quizá Albus la quiera –bebió un sorbo de té-. ¿Cuál es el reporte de las otras actividades de Lucius? ¿Hay alguien aquí con quien se encuentre frecuentemente?
-Mucha gente –reportó Filch-. Tengo la lista de Twinky en alguna parte. ¡Ah, aquí está! –la sacó de uno de los expedientes de los gemelos Weasley.
-Esos dos ya terminaron la escuela, ¿sabías? –recalcó Severus, señalando los expedientes con la cabeza-. Ya no necesitas esos.
-Lo sé –confirmó Filch-. Pero, ¿qué pondría en esos estantes, si los quitara? Además, sacarlos de aquí sería mucho trabajo y no necesito el espacio en este momento.
-Estoy seguro de que podría encontrar una forma de reemplazarlos –sonrió Severus-. Podrías hacer un expediente de ratoneras, uno de petardos, uno de guerra de comida...
-Eres mi amigo, no mi cliente –declaró Filch-. Como lo segundo, eres demasiado trabajo –aclaró al notar la mirada sorprendida de Severus.
Severus no sabía realmente cómo reaccionar ante eso, así que volvió en cambio su atención a la lista de los visitantes de Lucius. Efectivamente, era larga, pero por suerte el elfo doméstico espía también había agregado el número de veces que cada persona había llegado e incluso pequeñas notas sobre las circunstancias.
Había muchos Slytherins que habían llegado pidiendo consejo. Severus encontró ahí a casi todos sus sospechosos, aunque algunos de ellos sólo habían llegado una o dos veces mientras que otros parecían visitarlo a diario. Curtis Marston tenía el récord con ocho visitas por semana.
Luego había un gran grupo que había llegado con preguntas relacionadas con Pociones, o a entregar temprano o tarde una tarea. Ahí el mayor número de visitas era de Seamus Finnigan, quien parecía haber descubierto una nueva fascinación por la materia.
El tercer grupo era de estudiantes que habían llegado a cumplir una detención. El dueño del récord era Ron Weasley, que visitaba al menos cuatro veces por semana, pero parecía ser que Lucius tenía un detenido favorito en casi cada año.
-Algunos de estos ya están libres de sospecha –decidió Severus-. Y no creo que necesitemos molestarnos con los que lo han visitado solo una vez. Las detenciones probablemente tampoco tienen importancia.
-Siempre tiene a los mismos chicos en detención –gruñó Filch.
-Sí, pero eso es por su propia torpeza al dárselas. Simplemente no sabe cómo usar sus instrumentos disciplinarios.
-Es el peor profesor que he visto jamás –decidió Flich, y luego se corrigió-. Bueno, con la excepción de esa mujer Blackwell. Y Lockhart. No creo que haya conocido a nadie tan desagradable como Gilderoy Lockhart. ¿Sabías que trató de enseñarme cómo llenar los formularios de detención?
-Bueno, escribir era una de las pocas cosas que realmente sabía cómo hacer –comentó Severus-. Fue mucho peor cuando intentó poner sus manos en mi laboratorio.
Filch se estremeció al recordar los daños causados por ese incidente. Por suerte, Lockhart no había logrado hacerse con un caldero. Las barreras protectoras de Severus se habían asegurado de eso. Ese había sido un pequeño triunfo para Severus el que esas barreras finalmente hubieran atrapado a un intruso. La mayoría de los estudiantes que lograban colarse hasta la oficina eran lo bastante listos como para rodear las barreras. Severus sabía muy bien que eran insuficientes, pero unas más fuertes causarían serios daños al intruso y eso quedaba fuera de la cuestión cuando esperabas que dicho intruso no fuera nada peor que un molesto estudiante.
-Ciertamente –confirmó el conserje después de un momento-. ¿Crees que esta lista nos ayude?
Severus suspiró.
-Tal vez. Pero hay en ella muchos nombres que no había esperado. Dile a los elfos que sigan vigilando, ¿de acuerdo? Tal vez pueda conseguir una forma de escuchar esas conversaciones.
Filch asintió, aunque parecía dudoso.
Para ser honestos, Severus también estaba dudoso. Lucius era demasiado listo como para no poner barreras contra encantamientos espías e introducir un espía a su oficina sería terriblemente arriesgado. Pero tal vez había alguna forma de determinar si Lucius ponía barreras adicionales. No era probable que lo hiciera cuando respondía preguntas acerca de la tarea, o cuando supervisaba una detención, pero tendría sentido que lo hiciera cuando estaba hablando de planes para matar a alguien.
Su mejor oportunidad seguía siendo el que el traidor mismo cometiera un error. Era menos experimentado de que Lucius y, después de dos fracasos, probablemente se pondría impaciente y nervioso.
Sin embargo, la semana siguiente transcurrió con calma. El traidor aparentemente estaba aguardando, mientras Harry Potter estaba lamentando su prohibición de volar y los de primer año estaban visiblemente asustados. Incluso algunos de los estudiantes mayores se mantenían juntos en grupos siempre que caminaban por el castillo. Ninguna Casa confiaba en las otras y los Slytherins, como de costumbre, eran tratados como verdaderos parias.
El lunes a la hora del almuerzo, un Gryffindor de quinto año se negó a sentarse cerca de Neville Longbottom simplemente porque lo había visto conversar con sus amigos Slytheris y cuando Draco le preguntó después al respecto, Neville admitió que había sido amenazado por algunos de sus compañeros de Casa.
-Todo el que tenga amigos en otra casa recibe la Ley del Hielo y hay murmullos a sus espaldas –explicó Neville cuando vio las miradas en las caras de los Slytherins-. Nada más están tratando de proteger a Harry y no saben en contra de quién. Eso es todo.
-No es justo –insistió Gregory de todos modos-. ¿Sólo porque hay un asesino en la escuela se supone que debes renunciar a tus amigos?
-¿Cómo saben que no es uno de sus propios amigos, en cualquier caso? –Vincent frunció el ceño-. ¿Un perfecto pequeño Gryffindor?
-Es poco probable que el Lord Oscuro confíe en un Gryffindor –le recordó Blaise.
-Yo no estaría tan seguro al respecto –comentó Severus calmadamente-. Hay Gryffindors Death Eaters. ¿Alguna vez han escuchado nombrar a Peter Pettigrew?
Neville asintió nerviosamente, pero, al parecer, el resto no lo conocía. Pero esa historia sirvió bien para distraerlos de su enojo.
Más tarde, cuando estaban todos en Cuidado de las Criaturas Mágicas, Severus entró al dormitorio de las chicas por lo que sería, con suerte, la última vez. Llamó cautelosamente a la puerta del dormitorio de tercer año antes de entrar, pero esta vez hasta Marsha parecía estar en clases.
Severus sonrió triunfalmente y fue directamente a su baúl, colocando a Greenie en el suelo junto a él.
El pequeño erizo verde olfateó un poco el gran baúl café, pero decidió que no era comestible y trotó a inspeccionar una pata de la cama siguiente.
Entre tanto, Severus había abierto el baúl de Marsha a pesar de un inteligente encantamiento de cierre que continuaba tratando de volver a cerrarlo cada cinco segundos. Lo que encontró dentro ya difícilmente resultaba sorpresivo. Un libro de la sección prohibida de la biblioteca yacía sobre una pequeña caja que contenía dos frascos de una de las pociones más simples de Stephan. Probablemente las drogas más baratas disponibles en la escuela. Marsha podía ser una sangre limpia, pero su familia no era rica.
Por un momento, Severus consideró devolver a la biblioteca el libro aparentemente robado, pero era seguro que Marsha lo notaría, y ya lo había visto tratar de introducirse ahí la semana anterior. Tal vez si le avisaba a la profesora Pince, ella haría que Remus condujera una investigación oficial del baúl de Marsha. Ese plan tenía la ventaja de que Remus podría confiscar las drogas junto con el libro y el personal sería alertado oficialmente sobre la presencia de drogas en la escuela sin necesidad de tener que contarle a nadie al respecto.
Tras dos intentos más, finalmente encontró el baúl de Gaia Ushton escondido en la última esquina del cuarto. Estaba protegido con varios encantamientos que estaban claramente por encima del nivel del tercer año, pero ninguno de ellos era agresivo. Sólo le costaron tiempo a Severus.
Dentro, Severus encontró más libros sobre las artes oscuras, uno de ellos propiedad también de la biblioteca de Hogwarts. ¿Esas dos chicas habían robado juntas en la biblioteca? Era al menos probable, considerando que eran amigas.
Dentro había una cantidad de frascos ordenadamente guardados que contenían diferentes pociones. Estaban etiquetados, pero alguna clase de código que Severus no pudo descifrar. Así que se vio forzado a tomar muestras. Se preguntó cuántas pociones podría analizar en clase antes de que Lucius entrara en sospechas.
Al final revisó el contenido de una caja que lucía idéntica a la que usaba Marsha para guardar sus drogas, pero, para su sorpresa, resultó contener objetos muy diferentes. Severus contó seis ratoneras, alrededor de cincuenta petardos, una taza mordelona y un paquete de dulces alargadores de lenguas.
Casi sintió pena por su plan de avisarle a la profesora Pince de que las chicas del tercer año tenían libros prohibidos. Los utensilios de broma indudablemente serían confiscados junto con los libros y pociones, pero no podía permitir que las chicas conservaran esos libros. Eran demasiado peligrosos. Por un momento estuvo tentado a tomar la caja y rescatar su contenido adoptándolo, pero eso muy probablemente llamaría la atención. Al final, hizo una concesión tomando una ratonera y un puñado de petardos. Con algo de suerte, Gaina asumiría que había usado más de sus suministros de lo que había pensado.
El miércoles, todos en la escuela estaban inusualmente nerviosos. Nadie lo mencionaba, pero hasta entonces el traidor había atacado en miércoles y, de alguna manera, todos esperaban que lo hiciera de nuevo. Los Gryffindors de sexto año permanecieron todo el día en un gran grupo rodeando a Harry constantemente. Draco incluso los vio una vez reunidos en un baño, aparentemente cuando Harry había necesitado ir.
Después de que Harry le juró a Luicus que la nieve de la semana anterior había sido un accidente causado porque todavía estaba un poco confuso después de su caída, y que ahora estaba perfectamente saludable, finalmente recibió permiso para trabajar en su sopa otra vez.
Sin embargo, la clase de Pociones parecía tener un mal destino. La poción de Lavender y Parvati estalló tres veces, si bien la explosión no fue tan mala como para dañar el caldero. Solamente tiznó las paredes un poco y dejó manchas en las caras de las chicas.
La túnica de Gregory se incendió y Vincent tuvo que llevarlo a la enfermería. En su pánico, los muchachos olvidaron quitar su caldero del fuego y, ya que Severus no estaba de humor para involucrarse y Lucius le quitó cincuenta puntos a Gryffindor cuando Hermione trató de advertirle, rebosó y mojó la túnica de Lucius, la cual inmediatamente se volvió naranja en los lugares que habían sido tocados.
La poción de Ron explotó tan violentamente que el caldero de Seamus se volcó y la casi terminada poción controladora de mentes se derramó por el suelo.
Lucius saltó hacia atrás con un grito asustado cuando casi lo tocó, advirtiendo así al resto de la clase que eso probablemente era peligroso. En el pánico resultante, Alice y Pansy chocaron y Alice cayó sobre la mesa de Pansy y Millicent. Algo de su poción se derramó sobre la bolsa de libros de Millicent, arruinando la mayor parte de su contenido. Juliana empezó a sollozar histéricamente, creyendo que Alice había tocado la poción controladora de mentes y no se calmó hasta que Estella le dio una bofetada.
Hermione había sido forzada a apartarse de su caldero por el derrame de la poción controladora de mentes y, a pesar de su rápido extinguo, su poción explotó cuando el próximo ingrediente no fue agregado a tiempo.
El sapo Trevor estaba solo en la mesa de trabajo de Neville, la cual había quedado rodeada también por la poción. Harry simplemente no había pensado en el animal cuando arrastró a Neville cuando los muchachos abandonaron su mesa.
Una por una, las pociones estallaron, rebosaron o se evaporaron, mientras Lucius, que había tenido que retroceder hasta su escritorio, estaba tratando de adivinar qué hacer. Severus, quien, junto con la mayor parte del resto de la clase, tuvo la presencia de ánimo de dirigirse a la puerta más que sólo apartarse del derrame, decidió observar su comportamiento un poco más antes de salir y concentrarse en calmar a Greenie, a quien no parecía gustarle el olor a quemado que las explosiones habían dejado en el calabozo.
Dean Thomas finalmente había pensado en rescatar su libro de Pociones y su mejor pluma levitándolos de la mesa a su mano. Hermione lo detuvo antes de que pudiera hacer lo mismo con su bolsa de libros, que yacía en un charco de pociones derramadas. No había manera de saber si la poción controladora de mentes todavía estaba activa a pesar de haberse mezclado con las otras pociones y la bolsa indudablemente estaba empapada con ella.
El resto de los estudiantes que estaban del lado de la puerta pronto empezaron a levitar también sus pertenencias todavía intactas. Draco aceptó amablemente a rescatar a Trevor, ya que Neville no quería confiar la vida de su amada mascota a su encantamiento de levitación.
Al otro lado del salón, Theodore tuvo la idea de subir a la silla más cercana y tratar de cruzar el peligroso charco caminando de silla a mesa, de mesa a silla.
Viendo eso, Blaise empezó a levitar más sillas en su camino, hasta que pudo pasar de una a otra cómodamente. Los Gryffindors siguieron ese ejemplo para poder salir también. Si actuaban en equipo, incluso podían levitar mesas completas para construir un cómodo puente.
Lucius fue el último en ser rescatado cuando los Slytherins finalmente se apiadaron de él y dejaron de levitar lejos precisamente los muebles que Lucius estaba a punto de usar. Cuando finalmente llegó a tierra firme, Severus le dedicó su mejor mirada de cachorrito.
-¿Cuándo va a hacer desaparecer las pociones, profesor? –preguntó inocentemente.
Lucius lo miró enojado. Draco empezó a reír. Varios estudiantes gimieron.
-¡Desaparecer la poción! –exclamó Hermione-. ¡Por supuesto! ¿Por qué no se me habrá ocurrido?
Severus solo le sonrió.
Lucius apretó los dientes y levantó su varita para desaparecer el charco, pero fue interrumpido por un repentino siseo. La sopa de Harry Potter rebosó fuera de su caldero. Un líquido negro salpicó el suelo, los estudiantes saltaron fuera de la puerta chillando, prontamente seguidos por su profesor. En cuestión de segundos, el calabozo de Pociones estaba cubierto con una brillante capa de hielo negro.
-¡POTTER! –gritó Lucius con toda la fuerza de sus pulmones.
Los Gryffindors fueron los primeros en dar media vuelta y correr, pero los Slytherins no iban muy atrás.
-¡Detención, Weasley! –rugió Lucius tras ellos y entonces se sentó en el suelo junto a una pared, con un profundo suspiro. Si ese hielo negro era tan resistente a la magia como lo había sido el fuego negro y tan poco derretible como la nieve de la semana pasada, ¿cómo diablos iba a limpiar antes de las clases del día siguiente?
Ron Weasley caminó hasta él con aspecto de tener las rodillas ligeramente temblorosas.
-No pretendía hacer eso, profesor Malfoy. En serio.
Lucius sólo asintió.
-¿Alguna idea de cómo deshacerse de hielo negro?
Continuará...
Notas:
Sugerencias sobre la identidad del traidor, como siempre, serán leídas con gran interés, pero no serán contestadas todavía. Por favor, comenten.
En el próximo capítulo:
Bueno, para ser honesta, no estoy enteramente segura, todavía, pero hasta donde puedo predecir, Sevi vigila a Lucius, Draco todavía quiere incluir a Neville, y Lucius causa pánico entre los de primer año.
