¡Todo esto es de JKR, no mío! Excepto por unos pocos personajes que agregué.
Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka, perdón por no haberlo mencionado desde el principio de MNS, creo que adopté la idea de forma subconsciente.
El cuervo de Severus pertenece a J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometí devolverlo ileso.
Los catar, sin embargo, son míos y los amo, así que, por favor, no los uses sin pedirme permiso primero.
Nota de la autora:
Lo siento, el trabajo me ha mantenido ocupada otra vez (¿por qué es que hay que trabajar?... Oh, cierto, eso es lo que me mantiene y alimenta a mi caballo, esa es la razón)... Para aquellos de ustedes que hablan alemán, mi traductora Ricky (Ricky1 en ff.net) ha subido un nuevo fic. Vayan a verlo. Vale la pena... Y mientras estoy en esto, para los hispanoshablantes entre ustedes, vayan a ver a mi amiga Iremione. Lo poco que ha traducido para mí estuvo grandioso y me dejó deseando saber español para poder leer el resto. Por cierto, Iremione también descubrió lo que significa Agamatris. ¡Harry dijo que la poción de Hermione, Augmentis, se llamaba "Poción Madre del Pantano"! (aga signficia pantano en una forma antigua del latín). 100 puntos a Gryffindor por descubrir eso... ¿Estás segura de que no eres parte Ravenclaw y parte Slytherin, Iremione?
Nota de la traductora:
Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Double 0 Seve... rus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), su dirección es silverfoxkabsi.at
Capítulo 10: BUM
La última lección del viernes era Defensa para los Slytherins y Hufflepuffs de sexto año. Una buena manera de terminar la semana, en opinión de Severus. Remos y él habían preparado una pequeña demostración de encantamientos defensivos para la lección de esa semana, lo cual impresionó seriamente a los Hufflepuffs, aunque Pansy, Blaise y Theodore parecían medio dormidos en sus sillas.
Hasta Gregory comentó que algunos de los encantamientos eran bastante elementales, pero eso no molestó a Remus en lo más mínimo.
-Precisamente, Gregory –le sonrió al muchacho-. Son encantamientos esenciales que toda bruja y todo moago deberían saber para ser capaces de protegerse a sí mismos de los hechizos oscuros. Como profesor de Defensa, es mi deber asegurarme de que todos ustedes están familiarizados con todos ellos. Por supuesto, la mayoría de los que son hijos de magos ya conocen al menos uno de ellos, pero no puedo estar seguro de que los dominan hasta que los vea hacerlos, y los hijos de muggles entre ustedes muy probablemente no han tenido oportunidad de aprenderlos hasta ahora. Por lo tanto, yo...
¡¡¡¡BUMMM!!!!
El suelo tembló bajo sus pies y una bocanada de humo llegó por la ventila.
Remus parpadeó.
-¿Qué fue eso?
¡¡¡¡BUMMM!!!!
-Suena como el que profesor Malfoy tiene un error en su receta –sugirió Estella-. Si fuera error de un estudiante, sólo un caldero habría explotado.
¡¡¡¡BUMMM!!!!
-Oh, espero que nadie esté lastimado –dijo Susan Abbott, mirando hacia la ventila.
-¿Sniff? –comentó Greenie, preguntándose si debería o no enroscarse.
¡¡¡¡BUMMM!!!!
-Tal vez no es el calabozo de Pociones –ponderó Theodore-. Podría ser otra trampa para Potter.
¡¡¡¡BUMMM!!!!
-En ese caso, sin duda está fallando mucho –bromeó Nicodemus Hanson.
-No, definitivamente es el calabozo de Pociones –anunció Severus-. Potter debería estar ahora en Encantamientos, mientras que las explosiones vienen de los calabozos.
Remus abrió una gaveta de su escritorio y buscó rápidamente entre los pergaminos que tenía ahí.
-¿Alguno de ustedes sabe cuál grupo tiene Pociones ahora?
Silencio. Ni siquiera Severus se sabía los horarios de memoria.
-Bueno, no es un grupo de Slytherin –decidió Seveurs y cerró otra vez la gaveta-. Ya que las explosiones parecen haberse detenido por ahora, volvamos a nuestra demostración.
La semana de trabajo de Minerva McGonagall terminaba con los Slytherins y Gryffindors de primer año, lo que significaba que lo pasaba mucho menos bien que Severus. Los de primer año siempre demandaban más de su atención, porque todavía carecían del conocimiento más básico y, consecuentemente, tenían tendencia a los accidentes.
La combinación de Slytherin y Gryffindor era una complicación adicional. El grupo de ese año hacía que la guerra Potter/Malfoy pareciera inofensiva. La forma en que las Casas seguían atacándose mutuamente casi hacía recordar a Minerva los años de los Merodeadores.
Los seis nuevos muchachos de Gryffindor formaban una manada compacta que usualmente atacaba completa a una única víctima, mientras que dos de los cuatro muchachos Slytherins eran altos y fuertes solitarios a los que les gustaba golpear Gryffindors. Las chicas Slytherin parecían tener una inagotable reserva de pequeños hechizos molestos, mientras que las chicas Gryffindors eran pequeños monstruos burlones de lenguas afiladas.
Por supuesto, todo era culpa de los Slytherins por ser "pequeños death eaters de mal espíritu", como había dicho Darla Johnson, una prima tercera de Angelina Johnson, pero Minerva todavía no entendía por qué seis Gryffindors tenían que aliarse en contra de la niña más pequeña de Slythein y despedazar su tarea.
Sandy le había entregado obedientemente tantos pedacitos de pergamino como había podido salvar, pero la pandilla de Gryffindor había arrojado la mayor parte por el inodoro. ¿Cómo se suponía que calificara Minerva ese ensayo?
-¡Señorita Johnson, una varita no es un palillo de tambor! ¡Por favor, deje de golpearla contra su escritorio! –ordenó Minerva seriamente-. Señor Atonelli, está tomando su varita por el extremo equivocado. De esa forma va a convertirse a sí mismo en un fósforo, no a su pluma de ganso.
-¿Uh? –Salvatore Antonelli miró su varita con confusión-. ¡Oh!
-¡¡¡Señor Haley!!! –Minerva logró sujetar la varita del joven Gryffindor justo a tiempo para evitar que pudiera hacer brotar una gran verruga en la nariz de la pequeña Sandy Mortimer.
Pero no lo había regañado, porque una pelea estaba a punto de producirse en el otro extremo de la clase. Rápidamente asignó otro asiento a Charles Bowler, salvando la situación, al menos por el momento. A pesar de sus bastante exitosas intervenciones tempranas, ya había quitado 30 puntos de Slytherin, 18 de Gryffindor, y había dado cinco detenciones, y la clase seguía sin calmarse. La anticipación del fin de semana los estaba volviendo locos.
-¡Apártate de mí, maldita perra death eater! –le gritó Kevin Mallister a una niña de Slytherin, que estaba buscando su fósforo, el cual, aparentemente, se había caído.
-¡Ese lenguaje, señor Mallister! –lo regañó Minerva-. Estoy segura de que...
¡¡¡¡BUMMM!!!!
-¿Pero qué…? –Minerva reprimió velozmente una maldición, pero nadie habría podido escucharla, en cualquier caso.
Sus estudiantes gritaban aterrorizados.
¡¡¡¡BUMMM!!!!
Venía de escaleras abajo. Muy abajo.
-Sonorus! –Minerva se aplicó a sí misma el encantamiento-. Por favor, cálmense. Debe ser algún accidente en Pociones. Probablemente sólo la explosión alguna poción amplificadora de sonido. Ha sucedido antes –aunque no en los últimos treinta años, más o menos-. Sé que suena aterrador, pero es completamente inofensivo.
¡¡¡¡BUMMM!!!!
Los Gryffindors se sentaron, pálidos, pero callados; sin embargo, los Slytherins todavía estaban chillando. Dos de ellos habían gateado bajo las mesas, otra estaba en medio del salón, gritando con todas las fuerzas de sus pulmones y el resto estaban acurrucados en una esquina en el fondo, abrazándose unos a otros.
¡¡¡¡BUMMM!!!!
-¡Es él! –gritó una de las niñas-. ¡Nos matará a todos!
-¡¡¡¡¡¡¡AAAAHHHHH!!!!!!
-Tonterías –declaró Minerva, tranquilizadora-. Es sólo un pequeño accidente en
Pociones.
"Mataré a Lucius si esto no se detiene" pensó para sus adentros "¿Qué demonios está haciendo allá abajo"
¡¡¡¡BUMMM!!!!
-¡Todos vamos a morir!
Los Gryffindors empezaron a ponerse nerviosos también. Kevin se metió también bajo su escritorio.
¡¡¡¡BUMMM!!!!
-Todo está bien –les aseguró Minerva-. Terminará en cualquier momento.
Sandy estalló en lágrimas de miedo.
-¡Es... Quien-tú-sabes! –sollozó-. Va a hacer estallar la escuela.
-¡¡¡Vamos a morir!!!
Ahora los Gryffindors estaban también de nuevo en pánico. A Minerva le tomó cinco minutos calmar su propia Casa, pero los Slytherins ni siquiera la escuchaban. Ahora todos estaban acurrucados en la esquina y gemían, lloraban o gritaban.
¿Qué cosa podía hacer? Su propia Casa aceptaba sus explicaciones bastante bien, pero los Slytherins simplemente no confiaban en ella. Seguían insistiendo en que Voldemort iba a volar toda la escuela para matarlos a todos.
Los Gryffindors escuchaban eso con los ojos muy abiertos y sin comprender. A fin de cuentas, todos los Slytherins eran death eaters, ¿o no? ¿No se suponía que fueran ellos quienes hicieran estallar la escuela para Voldemort?
Minerva finalmente se rindió. Era claramente incapaz de manejar una horda de Slytherins aterrorizados. Podía con los traviesos, los snobs y los impertinentes sin ningún problema, pero los asustados eran un asunto muy diferente. Necesitaba la ayuda de alguien que comprendiera lo que pasaba dentro de sus cabezas. Un Slytherin adulto. Severus, preferiblemente. Nadie sabía mejor cómo manejar a los Slytherins que su Cabeza de Casa. Era por eso que había obtenido el puesto, en primer lugar.
Pero la cubierta de Severus como estudiante se echaría a perder si era visto en su forma adulta, así que tenía que encontrar a alguien más. Inmediatamente rechazó la idea de hacer que Lucius limpiara su propio desastre. Lucius claramente no era Severus, o de otro modo eso habría terminado luego de la primera explosión.
Minerva transfiguró velozmente su libro de Transfiguraciones de primer año en una lechuza y la envió con una nota corta. Con suerte, la ayuda llegaría pronto.
Lucius había descubierto que odiaba Pociones, especialmente las clases de Pociones de sétimo año. Siempre había sabido que odiaba a los Gryffindors y Hufflepuffs, por supuesto, así que no era sorpresa que la clase doble de Pociones con los Gryffindors y Hufflepuffs de sétimo año fuera uno de los puntos bajos de su semana.
En consecuencia, había escrito la receta para una poción ralentizadora del tiempo en la pizarra, había pasado lista, le había dicho a los estudiantes que trabajaran, y se había retirado a su oficina, donde estaba escribiendo el primer borrador de su siguiente reporte a Lord Voldemort cuando la primera explosión tronó por el salón. Una luz cegadora relampagueó por la puerta abierta junto con el sonido ensordecedor y el estremecimiento del suelo. Luego siguió un humo espeso y podo oír a sus estudiantes tosiendo.
Consideró levantarse y echar una mirada a la clase a pesar del hecho de que difícilmente podía ver algo, incluso ahí, pero antes de que pudiera decidirse, hubo otra explosión y pudo oír gritos de miedo y apresuradas exclamaciones de "Estinguo!".
Se preguntó si alguno de los muebles se habría incendiado, o si los estudiantes estaban apagando los fuegos bajo sus calderos por temor a más explosiones.
Decidió levantarse después de todo, pero fue arrojado lejos por la siguiente explosión. Esta pareció más grande que la anterior. ¿Tal vez dos calderos habían estallado al mismo tiempo?
Lucius se puso en pie de un salto y estuvo en el salón en dos rápidas zancadas. Una muralla de hollín, humo y ceniza lo recibió. Podía vislumbrar formas vagas detrás de ella, pero sólo podía adivinar cuáles correspondía a los estudiantes y cuáles a los calderos.
Otra explosión lo golpeó antes de que pudiera anunciar su presencia. Un pilar de fuego, humo y poción hirviente se elevó de un caldero en la tercera fila y varias de las formas oscuras saltaron para alejarse, chillando, unas por miedo, otras por dolor al ser alcanzadas por la poción o por las llamas. Entonces, esos eran estudiantes, aparentemente. Todos ellos parecían haber escapado de los fragmentos del caldero en sí, hasta donde podía ver Lucius.
Abrió la boca para darles alguna orden, aunque no estaba muy seguro de qué pensaba decir, pero eso no importaba ya. Se le llenó la boca de humo y ceniza y sólo pudo toser junto con sus estudiantes.
Afortunadamente, Twinky y Tilly ya estaban trabajando apagando fuegos haciendo tronar sus dedos. Los elfos domésticos no necesitaban palabras para sus encantamientos, así que el humo no les daba tantos problemas. Tilly también puso hechizos de protección contra el fuego en todos los muebles que había reparado recientemente.
Pero la siguiente explosión casi tiró a Twinky, y los estudiantes desaparecieron de repente. Lucius sólo pudo asumir que, de alguna manera, habían logrado llegar a la puerta. ¿O había un agujero en la pared? Había algo de escombros en el suelo que lucían sospechosamente como trozos de muro o de cielorraso.
Viendo que los elfos eran los únicos capaces de usar magia en el salón, Lucius retrocedió de vuelta a su oficina y desde ahí a su habitación para darse una ducha y cambiarse de ropa. Las manchas de hollín no combinaban bien con su color de cabello, pensó. Simplemente se limpiaría e iría a revisar los daños cuando el humo se asentara.
Como Remus no tomó de inmediato el pedazo de pergamino medio arrollado que estaba atado a su pata, lo picoteó en la oreja, sacándole sangre, y ululando otra vez.
Remus la alejó de su hombro de un manotazo para proteger su oreja y le arrebató el pergamino antes de que pudiera pensar en picarle los dedos.
Alisó la nota, la miró, parpadeó y entonces la leyó en voz alta:
-Remus. Los Slytherins de primer año están asustados con las explosiones. Necesito ayuda, rápido. Minerva.
Parpadeó otra vez. ¿Minerva McGonagall pidiéndole ayuda con un pequeño grupo de inofensivos estudiantes de primer año? Podría haberlo creído de Lucius, ¿pero Minerva? Sin embargo, el mensaje sonaba desesperado.
-Clase, pueden retirarse –decidió-. Continuaremos esta demostración en nuestra próxima lección. Severus, ¿podrías cerrar el salón en mi lugar? Debo ir con Minerva.
Era la primera vez que Remus dejaba el salón antes que sus estudiantes. Se apresuró a ir al salón de Transfiguraciones todavía preguntándose qué podría haber pasado. Minerva McGonagall era una de las profesoras más experimentadas de la escuela, conocida por ser estricta y por su habilidad para mantener una clase bajo control. Era casi tan temida como Severus por los estudiantes.
Pero ahora podía escuchar gritos mientras bajaba por el corredor. Remus corrió el resto del camino e irrumpió en el salón, con un primer resultado de todavía más gritos.
-¡Es él! –gritó la pequeña Sandy-. ¡Voldemort!
Remus se congeló en el umbral.
-Bueno, puede que sea una criatura de la Oscuridad, pero tenía la esperanza de no ser tan malo como él –trató de hacer que eso sonara como una broma, a pesar de la pequeña punzada de dolor había sentido ante la acusación.
Funcionó. Al menos parcialmente. Los niños acurrucados en el rincón lo miraron. Algunos lograron sonreír débilmente, algunos corrieron hacia él, dos se abrazaron de sus piernas, aferrándose a él.
-¿Qué ocurre? –preguntó, tan gentilmente como pudo-. ¿Qué pude haber hecho para hacerles pensar que era el Lord Oscuro?
Sandy todavía estaba sollozando levemente.
-Está haciendo estallar la escuela. Exactamente como dijo Severus. Explosiones verdaderas esta vez, no sólo un platito. Todos vamos a morir.
Remus parpadeó.
-¿Y cómo podría él entrar en la escuela? Hay barreras protectoras. El Lord Oscuro no puede simplemente entrar caminando.
-De la misma forma en que hizo estallar el plato de Potter y partió su escoba en pedacitos –se oyó una voz ahogada desde su pierna derecha.
-Ah, pero ese fue sólo un estudiante traidor, que no tiene el poder de hacer volar todo el castillo –Remus trató de sonar tranquilizador mientras se preguntaba a qué edad sería suficientemente poderoso un estudiante para hacer que al menos cayera una torre-. El Lord Oscuro en persona no puede llegar aquí, te lo aseguro, y su agente no sería tan estúpido como para causar una explosión que pudiera matarlo a él también.
-Severus dijo que lo haría –insistió Sandy.
-Alguien que trabaja para Quien-tú-sabes tiene que ser muy estúpido –comentó uno de los Gryffindors detrás de él-. E incluso ha fallado dos veces. ¿Qué tan estúpido tiene que ser alguien incapaz de matar a un estudiante desprevenido?
-Señor Mallister, no está ayudando –Minerva se encargó del muchacho-. Gryffindors, por favor, recojan sus cosas y vuelvan a su sala común. La lección ya casi ha terminado y, de todos modos, dudo que podamos terminar algo más el día de hoy.
Los sonidos familiares de estudiantes empacando llegaron desde detrás suyo. Remus desprendió gentilmente de su pierna a una niña y la tomó en brazos. Un abrazo debería reconfortarla, o eso esperaba él. A menos que fuera una víctima de abuso, pero entonces no se habría prendido de su pierna en primer lugar.
-¿Notaron que las explosiones se detuvieron hace algún rato? –preguntó mientras la mecía suavemente-. Venían del calabozo de Pociones y ya terminaron. Lo más seguro es que fuera un experimento que salió mal. Harry Potter tiene Encantamientos a esta hora. Si hubiera habido otro ataque, habría ocurrido cerca del salón de Transfiguraciones, no abajo en los calabozos.
-¿Se terminó?
-Sí, se terminó –confirmó Remus-. Ahora, es tiempo de recoger sus cosas y entonces iré a los calabozos con ustedes para revisar si ha habido algún daño. Tal vez pueda ayudar con las reparaciones.
Aún así los niños se movían dudosos y lucían terriblemente pálidos y asustados. Algunos de ellos guardaron sus libros y plumas, pero otros sólo se reunieron a su alrededor y se negaban a buscar sus bolsas. Tuvo que pedirle a los valientes que lo hicieran por ellos. Incluso Minerva ayudó también y finalmente partieron camino de su sala común, con Remus todavía cargando en brazos a una niñita y llevando al hombro la bolsa de ella. Los demás al menos llevaban sus bolsas ellos mismos.
Los calabozos olían a fuego y había humo en el corredor. Nerviosos estudiantes estaban titubeando cerca de las escaleras, sin saber si era seguro volver a su sala común.
Se unieron al grupo de Remus mientras continuaban avanzando por el corredor. Remus originalmente había planeado llevar a los de primer año a la sala común y visitar solo el salón de Pociones, pero ¿y si el humo era dañino? Tal vez debería evacuar la sala común en lugar de llevar ahí a los estudiantes.
Encontraron todavía más de los estudiantes mayores afuera del salón de Pociones, contemplando los escombros que tapizaban el corredor. Severus y Draco estaban en la puerta, Draco con una mano acomodada confortablemente alrededor de los hombros de Severus. Remus espió el interior del salón a través del agujero en el muro junto a la puerta. Luisa Hunter-Moor estaba usándolo ya, pero Remus no tuvo problema para ver por encima de la cabeza de la estudiante de segundo año.
Había agujeros no solo en las paredes, sino también en el suelo y el techo. Argus Filch estaba en medio del salón mirando con horror los trozos manchados de hollín de los muebles destrozados. Los dos elfos domésticos que tosían junto a él estaban tan sucios de moverse entre la ceniza que Remus ni siquiera pudo identificarlos.
-Tilly sintiendo mucho, señor Filch, señor –anunció una de ellos luego de recuperar el aliento-. Tilly y Twinki están tratando de detenerlo, pero partes están volando por todas partes y explosiones tirando Tilly y Twinky por el salón todo el tiempo.
-Y estudiantes tosiendo tanto que no puede ayudar Tilly y Twinky –agregó el otro.
-¿Están seguros de que el techo no colapsará? –demandó Filch.
Tilly asintió.
-Mientras nadie entre a la habitación de arriba y ponga peso sobre él.
-Entonces, cierra esa habitación con tus hechizos más fuertes y pon un letrero de advertencia en la puerta –ordenó el conserje.
Tilly desapareció inmediatamente.
-Twinky, será mejor que cerremos también este salón. Ve a traer la cinta adhesiva y mi caja de herramientas –continuó Filch-. ¿Y dónde diablos está el profesor Malfoy?
Nadie tenía una respuesta para eso.
Filch maldijo durante un rato.
-Tomará semanas reparar esto –suspiró finalmente, recogiendo uno de los pedazos más grandes de la pila de escombros frente a él y empezando a limpiarle el hollín-. Bueno, parece que la silla sonriente necesita una nueva pata. En verdad espero que no sea capaz de sentir dolor.
-¿Es segura la sala común de Slytherin, Argus? –Remus llamó al conserje.
Filch la mirada de la silla dañada con sorpresa. Ni siquiera había notado que Remus estaba ahí.
-Sí, sí, sólo sáquelos de aquí antes de causen peores daños.
Algunos de los estudiantes protestaron diciendo que no habían sido la causa de la destrucción, pero Remus se las arregló para llevarlos de vuelta a la sala común sin ningún problema serio. Aún así, ser Cabeza de Casa estaba resultando ser mucho más difícil de lo que había pensado. Se preguntó por un momento por qué lo haría Severus. El poco dinero extra que ganaba por ello no era un gran incentivo.
Algo estaba moviéndose junto a él en su almohada.
Por un momento, Draco se preguntó si Pansy se habría colado en su cama, entonces su cerebro empezó a trabajar otra vez. Pansy era feliz con Blaise y Ginny y él todavía no habían ido más allá de los besos. Y ella definitivamente no tenía cómo entrar a su dormitorio. Ni siquiera sabía la contraseña o dónde se encontraba exactamente la entrada a su sala común.
Aún así, algo estaba en su almohada y ahora incluso había un caricia ligera como una pluma en su mejilla.
-¡Sniff! –se escuchó fuerte y claro junto a su oreja.
Los ojos de Draco se abrieron de par en par y él se sentó en la cama.
-¡Greenie!
Hubo algunas quejas soñolientas desde otras cuatro camas, pero Severus ya estaba vistiéndose.
-Lo envié a despertarte –le explicó mientras se ponía la túnica-. Apúrate, tenemos algo importante que hacer.
Draco bostezó y lo miró con mala cara, pero obedeció.
Theodore gruñó algo ininteligible y tanteó con su mano en la mesita de noche.
¡SNAP!
El grito y las maldiciones de Theodore sirvieron para despertar por completo a Draco.
El baño parecía extrañamente vacío y callado a esa hora de la mañana, pero no había tiempo para pensar al respecto. Severus ya estaba esperando en la sala común.
Diez minutos después, salieron a buscar la oficina de Lucius. Esa tarea, normalmente sencilla, resultó bastante complicada.
La oficina normal de Pociones había sido cerrada junto con el salón. Por un momento, los muchachos simplemente se quedaron afuera, confundidos, mientras Greenie olfateaba en dirección a la puerta, probablemente preguntándose por qué habrían dejado de moverse para quedarse mirando esa pieza de madera.
-¿Ahora, qué? –le preguntó Draco a Severus luego de un momento.
-Podríamos probar buscando cerca del salón que usó Albus el año pasado –decidió Severus-. Si van a usarlo de nuevo, probablemente le habrán dado a Lucius una oficina cerca de ahí.
Desafortunadamente, ese no parecía ser el caso.
-O no se ha mudado todavía, o Albus no lo quiere tan cerca de su oficina –decidió Severus luego de que terminaron de revisar cada puerta del corredor.
-¿Puedes culparlo? –preguntó Draco con una sonrisa-. Los calabozos tienen muros mucho más gruesos que el resto del castillo. Si las explosiones de ayer hubieran ocurrido en cualquier otro lugar, varias habitaciones podrían haber colapsado.
Severus asintió seriamente, a pesar de que Draco lo había dicho en broma.
-Tienes razón. Esta parte del castillo se usa demasiado. Es casi un milagro que sólo hubiera daños menores ayer. La próxima vez podríamos no ser tan afortunados y una ubicación más alejada reduce el número de personas en riesgo. Si el techo de estos salones se cayera, la oficina del director estaría en peligro. Si colapsara el suelo, caería sobre el salón de clase de Binns y detrás de esa pared está la habitación de McGonagall. El camino más corto de la sala común de Ravenclaw a la biblioteca pasa también por este corredor.
-¿Nos rendimos, entonces? –preguntó Draco, un poco decepcionado.
-Por ahora –confirmó Severus-. Si no podemos encontrar la oficina de Lucius, es probable que la mayor parte de nuestros sospechosos tampoco pueda hacerlo, así que vigilarlos sería inútil de todos modos. Esperaremos hasta que Albus anuncie la nueva ubicación del salón de Pociones.
Draco asintió obedientemente.
-Entonces, ¿qué hacemos ahora? Estoy aburrido de andar detrás de Stephan. Ya no va a ningún lugar nuevo. Empiezo a echar de menos el registrar baúles. ¿No hay alguna manera de que podamos colarnos en alguna de las otras Casas y buscar a nuestros sospechosos de ahí?
-No a menos que alguien nos permitiera entrar –respondió Severus mientras hacía cosquillas en una de las patitas de Greenie.
El erizo no parecía ser propenso a las cosquillas. Simplemente movió su nariz hacia abajo para olfatear con curiosidad el dedo de Severus.
-Neville lo haría, si le explicáramos –presionó Draco.
-No, no quiero involucrarlo en esto y es Ravenclaw lo que necesitamos más, no Gryffindor –insistió Severus-. Apenas tenemos sospechosos en Gryffindor.
-Neville podría sugerir algunos más –intentó Draco.
-No, sólo tú y yo. Ya hay demasiados profesores enterados. No tenemos que incluir también más estudiantes.
-Neville es confiable –le recordó Draco a Severus, aunque sabía que había perdido la discusión otra vez-. Hey, ¿no vamos a volver a la sala común.
Habían llegado a la escalera que usaban, pero Severus estaba pasando de largo.
-Inmediatamente después de que hagamos una breve visita a la biblioteca –prometió Severus-. Tengo que empezar una pequeña serie de explosiones por mi cuenta.
-¿En la biblioteca? –preguntó Draco, sorprendido-. ¿Un almacén de pociones no sería un lugar más prometedor para empezar eso?
-No para la clase de explosiones que tengo en mente –Severus sonrió angelicalmente mientras abría la puerta a la biblioteca y caminaba directamente al escritorio de la profesora Pince.
Tuvieron suerte esa vez. Madame Pince estaba ahí, aunque los círculos oscuros bajo sus ojos delataban claramente el estrés de ser profesora de Latín y bibliotecaria al mismo tiempo.
Ella los miró con cansancio.
-¿Los puedo ayudar?
-Bueno –empezó Severus, fingiendo estar un poco nervioso al respecto-. No es asunto mío en realidad, ya que no soy prefecto, pero...
Madame Pince suspiró.
-¿Pero, qué?
-Pero vi algunas chicas de tercer año con un libro que parecía pertenecer a la sección prohibida y me estaba preguntando si tú y Remus realmente le prestaron algo así a ellas, si realmente era de la sección prohibida –titubeó Severus.
-¿De tercer año con un libro prohibido? –Pince no tenía duda de que Severus sabía exactamente qué libro había visto-. ¿Dónde las viste y cuándo?
-Oh, hace dos o tres días, creo. En la sala común.
Más datos vagos. ¿Tal vez Severus sabía que no era un libro prohibido, pero necesitaba que ella revisara por algún otro propósito?
-Ya veo –le dijo-. No recuerdo haber entregado libros prohibidos a nadie de tercer año, pero tengo que revisar mi lista para estar segura. Gracias, Severus, hiciste bien en informarme, aunque resulte ser una falsa alarma. Esos libros pueden ser muy peligrosos y no queremos que las chicas salgan lastimadas.
Severus sonrió, agradeció a Pince por su tiempo y salió de nuevo con Draco pegado a sus talones y preguntándose qué había sido todo eso.
Albus no anunció la nueva ubicación del salón de Pociones durante el almuerzo, pero en su camino de regreso luego de un paseo alrededor del lago, Draco y Ginny casi chocaron con Tilly, la elfa doméstica, que estaba arrastrando una gran caja por las escaleras.
-¡Oh, cielos! –exclamó Ginny ante el espectáculo de la pequeña elfa luchando con la pesada caja-. ¿Por qué no la levitas?
-Profesor Malfoy, señor, dice Tilly no tiene permiso, señorita –respondió Tilly, jadeando exhausta-. No quiere él sus libros levitados o aparecidos. Tilly incluso es diciendo Tilly es teleportándolos, pero profesor Malfoy, señor, es insistiendo Tilly carga.
Ginny frunció el ceño tratando de entender la mala gramática, pero Draco, que estaba más acostumbrado a los elfos domésticos, entendió de inmediato. Eso, claramente, podía serle de provecho.
-Oh, sólo hace eso para que tu trabajo sea más duro –le dijo a Tilly-. Pero esto es demasiado pesado para ti sola. Sólo dinos dónde lo necesitas y nosotros lo cargaremos por ti.
-¡Señor es demasiado amable! –chilló Tilly-. Este es de Tilly trabajo. Señor es no molestándose con de elfo doméstico trabajo.
-¡No, en serio, Tilly! –exclamó Ginny-. Déjanos ayudar. Juntos, los tres podremos subirla en un santiamén.
Sujetaron la caja a pesar de las protestas de Tilly y la cargaron el primer tramo de escalera con la elfa, que no quería soltar su trabajo, pero demasiado pequeña para tanto peso hasta ahí, colgando de la caja.
-De acuerdo, Tilly –anunció Draco-. Llegamos al primer piso. ¿Tenemos que seguir subiendo?
-¡No, no! –Tilly sacudió la cabeza mientras trepaba a lo alto de la caja-. Tilly es necesitando llevar caja izquierdo corredor.
Avanzaron hasta el final del corredor y Tilly anunció:
-Ahora Tilly es necesitando tomar tercera puerta derecha en izquierda de derecho corredor.
Dicha puerta resultó conducir a las escaleras de la servidumbre.
-Ahora, abajo –anunció Tilly.
-¿De vuelta a los calabozos? –preguntó Draco, sorprendido.
-No calabozos –corrigió Tilly-. Es vieja cocina. Profesor Dumbledore, señor es diciendo hacer segundo salón de Pociones en vieja cocina y oficina para profesor Malfoy, señor, en despensa. Ahora Tilly es llevando todas de profesor Malfoy, señor, cosas en leñera y Dobby es haciendo nuevo salón con el señor Filch, señor.
-Entonces, ¿quién está reparando el viejo salón? –preguntó Ginny, frunciendo ligeramente el ceño. Las noticias de la devastación ya se habían extendido por toda la escuela y Ginny era una de los muchos estudiantes que habían bajado a los calabozos esa mañana para echarle una mirada a las ruinas.
-Twinky y Winky, señorita. Es mejores en encantamientos reparo, pero incluso ellos es teniendo gran dificultad reparando tan mal daño.
Les tomó casi dos horas llevar todo lo que Lucius quería de su oficina a la vieja despensa, pero Ginny besó a Draco por ser tan amable y útil y ahora podía decirle a Severus exactamente dónde encontrar la nueva oficina de Lucius.
Cuando llegaron con la última caja, el señor Filch ya estaba en la despensa indicando a Twinky dónde teleportar los muebles.
-No recuerdo haberles dado detención a ustedes dos –les gruñó a modo de saludo.
-No lo hizo –confirmó Draco-. Pero esas cajas eran demasiado pesadas para que una elfa doméstica las cargara ella sola, así que decidimos ayudar.
Filch casi sonrió.
-Recordaré esto la próxima vez que tengan una detención conmigo –prometió.
Al menos Draco supuso que eso debía ser tomado como una promesa, no como una amenaza.
-¿Hay algo más que podamos hacer? –ofreció Ginny amablemente.
El conserje sacudió la cabeza.
-No, gracias. Malfoy puede endiabladamente bien encargarse de desempacar él mismo su basura, con todo el trabajo extra que me está causando.
Así que Draco regresó triunfalmente a la sala común con la información que había obtenido.
Cuando llegó, Severus estaba sentado junto al fuego escuchando los extraños sonidos que llegaban desde la escalera a los dormitorios de las chicas.
-¿Qué ocurre? –preguntó Draco, casi olvidándose de sus noticias en medio de toda la excitación en la sala común.
Casi cada muchacho de la Casa parecía estar por ahí, ya fuera fingiendo inconspicuamente estar haciendo la tarea, o reuniéndose ansiosamente al pie de la escalera de las chicas. No había ni una chica a la vista.
-Están registrando el dormitorio de las chicas de tercer año –respondió Severus con presunción.
-¿"Están"? ¿Quiénes lo están haciendo?
-Bueno, oficialmente es el profesor Lupin, por supuesto –comentó Theodore desde su percha en el apoyabrazos del sillón de Blaise-. Pero Pince llegó con él. Parece que una de las chicas es sospechosa de robar libros de la biblioteca.
-Tal vez una de ellas simplemente olvidó devolver un libro a tiempo –comentó Vincent.
-De ninguna manera –Blaise sonrió con burla-. La gente devuelve los libros tarde todo el tiempo y nunca antes han hecho un registro. Esto es algo grande. Tal vez incluso expulsen a la ladrona.
Fuertes gritos se escucharon desde lo alto de las escaleras. Aparentemente algo había sido encontrado.
-¿Lo ven? –dijo Theodore-. Ya la atraparon. La traerán aquí abajo en cualquier momento.
-¿Quién crees que sea? –preguntó Vincent ansiosamente.
-Gaia Ushton –sugirió Blaise-. Siempre está planeando algo malo.
-¡Gaia no haría nada malo! –protestó Curtirs Marston, su voz temblaba.
Era el mejor amigo de Gaia, lo cual no le daba mucha credibilidad en la materia.
-Pero Mathilda Harris lucía muy asustada cuando llegaron –reportó Theodore-. Tenía "culpable" escrito por toda la cara, si quieres saber mi opinión.
-Marsha Alton –declaró Severus con seguridad-. Ella es la peor del grupo.
Sin embargo, los gritos se detuvieron y los profesores todavía no aparecían.
-Falsa alarma –decidió Theodore.
-Averigüé dónde está el nuevo salón de Pociones –recalcó Draco en medio del decepcionado silencio.
-¿En serio? ¿Dónde? –Draco ni siquiera había notado que Stephan estaba lo bastante cerca como para escucharlos.
-Adaptaron la vieja cocina. La oficina del profesor de Pociones estará en la antigua despensa que está junto a ella –sonrió Draco.
-Ese es un buen lugar para explosiones –comentó Severus-. Está tan alejado que ni siquiera hay una puerta conectándolo con el resto de los calabozos.
-¿Cuál vieja cocina? –demandó Stephan-. Sólo conozco una cocina y está justo debajo del Gran Salón.
-En el tiempo de los fundadores, Hogwarts tenía muy pocos elfos domésticos –explicó Severus con desdén-. La mayor parte del trabajo era hecho por sirvientes muggles que vivían en una extensión para sirvientes separada de las habitaciones de los profesores y estudiantes. La cocina original estaba debajo de la extensión de los sirvientes, al mismo nivel de los calabozos, pero separada de ellos. Sin embargo, cuando el trabajo muggle empezó a ser demasiado caro, se trajeron más elfos domésticos para reemplazar a los sirvientes. Devido a su tamaño más pequeño, la extensión de los sirvientes no correspondía a las necesidades de los elfos y se adaptó para ellos otra parte del castillo. Entre otras cosas, se construyó una nueva cocina, más grande, pero más baja, de modo que todo quedara cómodamente al alcance de los elfos. La extensión de los sirvientes ha estado casi vacía desde entonces.
-¿Entonces, ¿quitaron de en medio al profesor Malfoy? –Gregory frunció el ceño.
-Tenían que encontrar para él un nuevo salón, ya que se necesitarán meses para reparar apropiadamente el viejo –explicó Theodore-. Escuché a Filch quejándose de eso a su gata.
-Y probablemente no querían un salón en los niveles superiores, porque otra explosión podría causar un agujero en el suelo, lo que podría ser muy peligroso –agregó Severus-. Los calabozos son la parte más firmemente construida del castillo, así que es más probable que resistan un accidente de Pociones y la extensión de los sirvientes no está tan cerca de nuestros dormitorios como lo están los salones más grandes de este lado de los calabozos. Si los dormitorios fueran dañados en un accidente, tendrían que adaptar salones de clase como dormitorios temporales y eso sería bastante complicado.
-Sin embargo, usamos un salón escaleras arriba el año pasado –les recordó Vincent.
-Pero sólo tuvimos lecciones teóricas ahí –argumentó Severus-. Esta vez las reparaciones tardarán más, así que necesitamos un lugar donde podamos recibir lecciones prácticas también.
-Sigue sin gustarme –insistió Gregory-. Pociones debería estar aquí, cerca de nuestra Casa.
Draco estaba a punto de recordarle que el profesor de Pociones no era su Cabeza de Casa ese año, pero en ese momento apareció la profesora Pince en lo alto de la escalera y la sala común quedó en silencio.
La bibliotecaria cargaba una pila de seis o siete libros y lucía casi en shock. Draco no comprendió del todo por qué. De acuerdo, así que aparentemente había más libros robados de lo que habían esperado originalmente, pero sin duda no era algo tan terrible, ¿o sí?
Detrás de Pince marchaban las niñas de tercer año en un grupo compacto y de aspecto asustado, y al final del grupo iba el profesor Lupin, cargando una bolsa en una mano y sujetando el brazo de Marsha Alton con la otra. Lucía más serio de lo que Draco lo había visto jamás.
Detrás de ellos, el resto de las chicas bajaron las escaleras y entraron a la sala común con los ojos muy abiertos y muy excitadas.
¿Pero qué había pasado ahí arriba?
Sin embargo, no recibieron respuesta a esa pregunta. La procesión simplemente pasó frente a ellos y salió por la puerta secreta, dejando a los estudiantes reunidos para discutir los eventos y crear toda clase de rumores.
-¿No les dije que sería Marsha? –preguntó Severus triunfalmente.
-Pero se llevaron a todas –insistió Theodore-. No hay cómo saber cuál es la culpable.
-Pero Lupin estaba arrastrando a Marsha –le informó Curtis-. Las demás caminaban libremente. Gaia es inocente.
Alrededor de media hora después, Remus volvió para pedirle a Severus que lo acompañara a la oficina del director. Severus casi sonrió. Parecía ser que no tendría que llevar esas muestras de las pociones de las chicas de tercer año, después de todo.
Continuará...
Notas:
¿La separación de la habitación de Lucius y su oficina hará más difícil el vigilarlo? ¿Qué encontraron Remus y Madame Pince en el dormitorio de tercer año? ¿Y cómo serán castigadas las chicas? (sugerencias sobre la identidad del traidor, como siempre, serán leídas con gran interés, pero no serán respondidas, todavía). Por favor, comenten.
En el próximo capítulo:
Sevi piensa en redecorar, Draco dibuja en clase de Pociones y Lucius asiste a otra reunión de emergencia.
