¡Todo esto es de JKR, no mío! Excepto por unos pocos personajes que agregué.
Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka, perdón por no haberlo mencionado desde el principio de MNS, creo que adopté la idea de forma subconsciente.
El cuervo de Severus pertenece a J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometí devolverlo ileso.
Los catar, sin embargo, son míos y los amo, así que, por favor, no los uses sin pedirme permiso primero.
Nota de la autora:
¿Pueden creerlo? ¡Nevó en Austria! ¡En esta época del año, aquí, en el Wiener Becken, donde siempre es el último lugar en caer la nieve! Y por el momento incluso parece que durará otra noche más.
Nota de la traductora:
Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Double 0 Seve... rus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), su dirección es silverfoxkabsi.at
Capítulo 11: REUNIONES Y RATONERAS
Una reunión de profesores en domingo era algo casi inaudito. Si había que creer en los rumores, los profesores Flitwick y McGonagall habían asistido a una años atrás, cuando el profesor Dippet era el director, pero Albus Dumbledore jamás había convocado una.
Sin embargo, era domingo y Lucius estaba en la sala de profesores junto con sus colegas esperando que apareciera el director y les explicara por qué los había llamado ahí. Los profesores que probablemente sabían lo que pasaba lucían muy serios y preocupados, lo cual puso nerviosos a los demás.
Lucius, por supuesto, era el más nervioso de todos. Nuevamente, sólo podía ver una razón probable para una reunión de emergencia y esa era otro ataque contra Harry Potter. ¡Pero había estado tan seguro de que el agente no atacaría sin su visto bueno después del regaño que le había dado la última vez! El mocoso al menos había lucido lo suficientemente intimidado.
¿Qué podia habérsele metido en la cabeza a ese niño para empezar otro ataque, en cualquier caso?
Dumbledore llegó tarde, con varios rollos de pergamino en sus manos, y luciendo extrañamente serio.
-Amigos míos, tenemos un problema –anunció a modo de saludo.
-¿Puedo esperar que Potter no haya sido asesinado esta vez? –preguntó Lucius apresuradamente. Si el muchacho estaba muerto, tendría menos problemas explicándoselo a Voldemort, por supuesto, pero el agente estaría regocijándose y él no podía admitir delante de testigos que quería muerto a Potter.
Risas nerviosas a su alrededor.
-Oh, no, no Lucius –sonrió Dumbledore-. Harry está bien. Esto no tiene nada que ver con él.
-¿Nada que ver con él? –repitió Lucius, sorprendido-. ¿Entonces, no ha habido otro ataque? ¿Encontró al traidor?
-No, nada de eso –Dumbledore sacudió la cabeza-. Estamos aquí para lidiar con fechorías muy diferentes, pero, por favor, permítanme decir esto en orden cronológico para que todo quede claro. Ayer por la mañana, un estudiante preocupado informó a Priscilla que un grupo de chicas Slytherins de tercer año habían sido vistas con un libro de la sección prohibida que no lucía en nada apropiado para su nivel. Cuando Priscilla revisó las listas, descubrió que ningún libro de la sección prohibida había sido prestado a nadie de tercer año, pero varios libros estaban inexplicablemente ausentes de la sección prohibida.
-Solía revisar esa sección en busca de libros perdidos una vez a la semana, pero desde que me hice cargo de las clases de Runas Antiguas y Latín este año, no he tenido mucho tiempo para mis otros deberes y rara vez logro ponerme al día –explicó la profesora Pince-. La última vez que revisé fue cuando volví de mis vacaciones de verano y encontré entonces que faltaban tres libros, lo cual reporté entonces al director, pero no había mucho más que pudiéramos hacer. Cuando revisé esta vez, descubrí que faltaban once libros.
Dumbledore asintió, probablemente para asegurarle que no la estaba culpando por la pérdida de los libros.
-Priscilla inmediatamente acudió con el problema a Remus, quien confirmó que no había dado permiso a nadie de tercer año para acceder a la sección prohibida y condujo un registro del dormitorio de las niñas de tercer año.
Lucius ladeó la cabeza para contemplar al hombre lobo. Esa tenía que haber sido una decisión difícil. Los Slytherins muy probablemente resentirían la intrusión a su privacidad y Lupin todavía era nuevo como su Cabeza. Eso no podía ayudarlo a ser aceptado, pero, por otro lado, lo profesores resentirían una falta de cooperación en un asunto tan importante como el robo de libros ilegales.
-Como casi todos saben, hay cinco chicas Slytherin en tercer año –reportó Lupin-. Gaia Ushton, Mathilda Harris, Marsha Alton, Roswitha Price y Rebecca Hillinger. Fue encontrado un libro prohibido en cada uno de los baúles de Gaia, Marsha y Roswitha, mientras que Rebecca tenía otro en su ropero. Tres más estaban en posesión de Mathilda.
-Lo cual nos deja cuatro libros más todavía perdidos –confirmó Lucius-. Al menos uno de ellos fue robado este año y debería estar todavía en alguna parte del castillo. Ahora comprendo el problema.
-Desafortunadamente, ese es sólo el comienzo –lo corrigió Dumbledore-. Dos de las chicas tenían en su poder otros libros prohibidos que no proceden de la biblioteca de Hogwarts. Tenemos que asumir que les fueron dados por padres irresponsables.
-¿Cuáles chicas? –preguntó inmediatamente la profesora Hooch.
-Gaia y Mathilda –respondió Lupin-. Sin embargo, no podemos culpar a las niñas por eso. Es culpa de sus padres, si ellos permiten que sus hijos lean libros oscuros.
-Además, había otros objetos prohibidos que fueron encontrados en poder de cada una de las chicas –interrumpió Dumbledore-. Unos más peligrosos que otros-. Desde juguetes que están en la lista de Argus de objetos prohibidos hasta verdaderas sustancias adictivas ilegales.
Lucius se quedó boquiabierto.
-¿Drogas? –exclamó, incrédulo-. ¿Encontraron drogas?
-Sí, eso me temo –confirmó Dumbledore-. Ahora tenemos que decidir no sólo cómo castigar a cada una de las chicas de acuerdo a la severidad de sus transgresiones, sino también qué hacer con respecto a los libros prohibidos que todavía faltan, y acerca de las drogas.
-Expulse a las chicas que tenían las drogas –recomendó Lucius-. La ofensa es lo suficientemente grave como para merecerlo y nos libraremos de un problema.
-Eso suena como una solución a primera mirada –confirmó Lupin-. Pero encontramos diferentes clases de drogas con dos diferentes estudiantes. Ninguna de las chicas la obtuvo de la otra, así que tenemos que asumir que hay otra fuente, muy probablemente otro estudiante.
-Y eso significa que tenemos que asumir que hay más estudiantes adictos que sólo ellas dos –explicó Dumbledore-. ¿Sugerencias?
-Registrar todos los dormitorios –dijo Lucius inmediatamente.
-Eso suena bien, pero no es práctico –gruñó Filch-. Aún con la ayuda de todos los elfos domésticos, no podemos registrar todos a la vez, lo cual significa que los estudiantes serán advertidos y podrán mover sus objetos ilegales de un dormitorio a otro. Si mencionar que las labores normales de los elfos quedarían sin hacer.
-Y no podemos entrometernos así en la privacidad de los estudiantes –agregó Sprout-. Una cosa es tener una pista concreta indicando que el estudiante cuestionado está en posesión de un objeto robado o ilegal, pero es distinto registrar así a los niños. Hogwarts no es Azkaban.
-Interrogar a las estudiantes que atrapamos –sugirió Pince-. Deben saber quién fue su fuente.
-Tendremos que observar más atentamente a nuestros estudiantes y buscar específicamente a aquellos que parecen sospechosos –sugirió McGonagall.
-Para hacer eso necesitamos saber exactamente qué es lo que estamos buscando –comentó la profesora Vector-. ¿Cuáles son los síntomas de la adicción, cómo se comportan los traficantes? Deberíamos conseguir un experto del Departamento de Abuso de Drogas del Ministerio para que nos diga qué buscar.
-¿Tal vez podríamos contratar a un detective? –sugirió soñadoramente el profesor de Estudios Muggles.
Dumbledore escuchó en silencio durante un rato. Cuando las sugerencias se volvieron menos y menos realistas, finalmente intervino otra vez.
-Todo eso está muy bien. Por ahora, creo que interrogar a las chicas y vigilar a los otros estudiantes en busca de señales de adicción suena como la solución más sencilla –anunció-. También me pondré en contacto con el Departamento de Abuso de Drogas por lo del experto. Ahora, debemos decidir el castigo de las chicas.
-Bueno, para hacer eso necesitamos saber exactamente qué objetos fueron encontrados con cuál chica –le recordó McGonagall.
Lupin se adelantó.
-Puedo resumirles eso. Rebeca Hillinger tenía un libro prohibido que fue robado de la biblioteca y tres objetos prohibidos. Asegura que ignoraba que están en la lista de objetos prohibidos, lo cual considero creíble tomando en cuenta la extensión de la lista. Es difícil saber tantos objetos de memoria y ninguno de ellos era realmente peligroso, nada más ruidosos y molestos. Ella admite, sin embargo, que sabía que el libro había sido robado de la biblioteca, pero afirma que no tuvo parte en el robo en sí. Dice que Marsha se lo dio.
-¿Creemos eso? –preguntó Vector.
-Rebecca usualmente es una niña agradable y callada –reportó Remus-. Nunca antes ha demostrado un interés particular en las artes oscuras y no tenía otros objetos realmente incriminantes, aparte del libro encontrado en su posesión.
-Ella está en Slytherin –señaló McGonagall.
-Yo también –respondió Lupin, cortante-. También leo libros sobre las artes oscuras. ¿Quieres expulsarme por eso?
-Sin embargo, ese es parte de tu trabajo, Remus –señaló Dumbledore-. Rebeca es solo una niña de trece años.
-Aún así, Remus tiene razón –intervino Sprout-. No podemos castigar a cada estudiante que ceda a la curiosidad y lea un libro indebido. Yo digo que confisquemos el libro y los juguetes y demos por terminado el asunto.
-Ya fueron confiscados –declaró Pince, frunciendo ligeramente el ceño-. Los libros están de vuelta en la biblioteca, donde pertenecen, y Argus ya puso bajo llave los objetos prohibidos.
-Bueno, entonces el caso de Rebecca está resuelto –declaró Hagrid.
-Debería haber consecuencias más serias para recordarle obedecer las reglas –insistió Filch-. Después de todo, las rompió, y confiscar esos objetos sólo pone las cosas en orden otra vez. Un castigo es necesario también para advertirle a ella y a otros que romper las reglas no será tolerado.
-Pero no vale la pena expulsarla –declaró Sprout-. Una simple reprimenda bastará.
-Deberíamos contactar a sus padres –sugirió McGonagall-. Deberían saber lo que hace su hija.
-Hasta donde sé, tiene padres muy severos, posiblemente abusivos –advirtió Remus-. Su reacción podría ser demasiado grave.
-Recuerden que tenemos ofensoras más graves que manejar –agregó Dumbledore-. Los castigos deberían reflejar la severidad de la falta. Creo que una simple detención debería ser suficiente para Rebeca Hillinger. Haré que memorice la lista de objetos prohibidos, Argus.
Para sorpresa de Lucius, el conserje sonrió con eso.
-Entonces, la próxima vez no podrá clamar ignorancia.
-¿Estamos todos de acuerdo, entonces? –preguntó el director-. Excelente. ¿La siguiente ofensora, Remus?
-La mejor amiga de Rebecca, Roswitha Price –anunció Remus-. Además del libro, que afirma haber recibido prestado de Marsha ella también, tenía una taza de té mordelona, aparentemente un regalo de Gaia, un frasco de escamas de dragón verde, un ingrediente de pociones restringido, y píldoras para dormir muggles. Pociones es la materia favorita de Roswitha y tiene una gran colección de ingredientes inusuales, de los cuales la mayor parte son inofensivos. De acuerdo con ella, las escamas venían con el resto de la colección, tal vez algo que el vendedor pasó por alto. Las píldoras para dormir son una droga usada como medicina por los muggles, pero son adictivas y es fácil abusar de su empleo. Roswitha claramente no las tiene por razones médicas, ya que es una sangre limpia y un bebedizo para dormir es más efectivo. Hasta el momento se niega a decir dónde compró las píldoras.
Lucius frunció el ceño. ¿Una droga muggle?
-¿Qué tan peligrosas son exactamente las escamas de dragón verde? –preguntó Hooch, mirándolo-. Remos dice que son restringidas, ¿no ilegales?
-No son ingredientes oscuros –confirmó Lucius-. Se usan en una o dos pociones oscuras hasta donde puedo recordar, pero no es su propósito principal.
-El uso principal es en pociones médicas –saltó Dumbledore-. Le pregunté a un Maestro de pociones después de que Remus reportó el hallazgo –añadió cuando todos lo miraron con sorpresa-. La razón por la que están restringidas es porque son peligrosas si se manejan inapropiadamente. Se vuelven venenosas cuando se echan a perder y explotan fácilmente cuando se les deja expuestas a la luz solar. También tiene la habilidad de potenciar los efectos de muchas pociones adictivas, posiblemente también de drogas muggles.
-¿Así que estamos asumiendo que Roswitha Price las usó para ese propósito? –preguntó Lucius, tratando de salvar su dignidad. ¡Era el profesor de Pociones! ¿No debería haber ido a buscarlo Dumbledore antes de pasar por todo el problema de contactar a un Maestro de Pociones?
-Sí –confirmó el hombre lobo-. También sospechamos que las escamas de dragón fueron robadas de los suministros escolares más que compradas en una droguería.
-Severus tiene en su escritorio una lista de todos sus suministros –le informó Dumbledore-. Estoy seguro de que lo habrás notado. Me gustaría revisar contigo si falta alguna cantidad de escamas de dragón verde.
-¿Está seguro siquiera de que la escuela posee escamas de dragón verde? –preguntó Lucius, sorprendido-. Son restringidas y caras.
-Severus era un Maestro de Pociones –le recordó Dumbledore-. Y él preparaba la mayor parte de las pociones de Poppy. Las escamas de dragón son caras, pero no tan caras como las pociones terminadas. La escuela mantiene una cantidad para uso exclusivo de Severus, no para los estudiantes.
-Así que Roswitha es culpable de leer un libro oscuro y ser dueña de objetos prohibidos, igual que Rebecca –resumió Vector-. Adicionalmente, también contrabandeó, y posiblemente usó, drogas y peligrosos ingredientes de pociones. ¿Le creemos que no haya entrado en la sección prohibida para robar ella misma el libro?
-Si le creemos a Rebecca, yo diría que lo mismo aplica para Roswitha –juzgó Lupin-. Son mejores amigas, así que lo más probable sería que entraran juntas a la biblioteca. También, considerando que la mayor parte de los libros fueron encontrados en el baúl de Marsha, creo que es bastante plausible que fuera ella quien los robó. Es bastante improbable que las cinco chicas se colaran juntas en la sección prohibida. El riesgo de ser capturadas es demasiado alto con un grupo tan grande.
-Es inocente de robar en la biblioteca, entonces, pero sospechosa de robar en el laboratorio de Pociones –continuó Vector-. ¿Los objetos en cuestión también fueron confiscados? ¿Incluyendo las drogas?
-Por supuesto –confirmó Madame Pomfrey-. Tanto las escamas de dragón como las píldoras para dormir están bajo llave en mi alacena de pociones.
Lucius se resintió. Se suponía que las escamas de dragón pertenecían a su laboratorio, después de todo.
-Esperamos que sea menos probable que los estudiantes piensen en colarse en la reserva de pociones de la enfermería, ya que únicamente contiene pociones médicas y siempre hay alguien en la enfermería, lo que hace más difícil entrar sin ser notados –explicó Dumbledore rápidamente.
-Deberíamos informar a los padres de la señorita Price –anunció Vector-. Tiene que saber de las drogas, cuando menos.
-Y ella deberá cumplir también una detención, ya que no podemos castigarla más levemente en ninguna forma que a Rebecca –agregó Remus.
-Pero no las dos juntas –recalcó Filch-. No veo mucha utilidad en hacerla aprender toda la lista de objetos prohibidos sólo por una taza mordelona.
Dumbledore asintió.
-Entonces, dejemos que ella ayude con las reparaciones al salón de Pociones –decidió-. Y Poppy deberá vigilarla por cualquier síntoma del síndrome de abstinencia o señales de que está tomando drogas otra vez.
-¿No habían confiscado todo? –demandó Lucius, cortante-. Si le prohibimos ir al próximo fin de semana de Hogsmeade, no debería poder renovar sus existencias.
-Prohibirle ir al próximo fin de semana de Hosmeade es una excelente idea, Lucius –Dumbledore le dedicó una gran sonrisa-. Pero estás asumiendo que se trata de una fuente externa. Existe, sin embargo, la posibilidad de que las chicas compren las drogas a otro estudiante. Si es así, Roswitha puede comprar más en cualquier momento.
-Entonces, tenemos detención para Rebecca y detención, un búho para los padres y prohibición de visitas a Hogsmeade para Roswitha –dijo Lupin-. ¿Algo más?
Dumbledore sacudió la cabeza.
-Creo que eso debería ser suficiente para esas dos. ¿Quién sigue?
-Gaia Ushton –suspiró Lupin-. Problemática, pero insiste en que no tuvo nada que ver con el robo. De acuerdo con ella, Marsha y Mathilda fueron quienes entraron a la biblioteca. Marsha acusa a Gaia y Mathilda, mientras que Mathilda jura que fue Gaia sola.
-Pero Masha era la que tenía más libros y la que se los prestó a Rebeca y Roswitha, ¿no es así? –preguntó Vector-. Yo diría que eso más obvio que fue parte del robo.
-Concuerdo –dijo Lupin-. ¿Pero lo hizo sola o tuvo una cómplice?
-Una cómplice –dijo Pince-. Son demasiados libros como para que los cargue una niña que muy probablemente necesitaría su mano de la varita para iluminarse el camino. Sería más probable que dos pudieran arreglárselas con tantos libros a la vez.
-Entonces, ¿Gaia o Mathilda? –preguntó Dumbledore-. ¿O quizá ambas?
Remus meditó al respecto.
-Difícil de decir. Si únicamente tuviera una cómplice, definitivamente sería Mathilda. Esas dos siempre están juntas, mientras que Gaia usualmente está con los muchachos de su mismo año. Sin embargo, es inteligente y lo bastante atrevida como para haberlo planeado todo, mientras que Marsha siempre me ha parecido un poco torpe.
-Me parece que es la clase de chica que no confía en nadie más que en ella misma –opinó Lucius-. Podría preferir trabajar sola.
Lupin asintió.
-Posiblemente, pero lo más probable es que no, culpable de introducirse a la biblioteca, entonces –declaró-. Gaia también tenía muchos objetos para jugarretas. Confiscamos todos, aunque las ratoneras no son, técnicamente, objetos prohibidos.
Lucius miró disgustado su mano, ya sana desde hacía tiempo, y se preguntó por qué acababa de defender a Gaia Ushton.
-No puedo poner las ratoneras en la lista –declaró Filch-. Son objetos necesarios que sirven a un propósito útil. Ocasionalmente hago uso de ellas cuando la señora Norris no da abasto con las pequeñas pestes. Y Severus nunca saldría de detención si pusiera sus juguetes favoritos en la lista negra.
Varios profesores rieron, Lucius gruñó. Odiaba por completo las ratoneras.
-Además, un maletín de Gaia también contenía varias pociones sin identificar, esas podrían ser drogas –continuó Remus.
-A decir verdad, ya fueron identificadas –interrumpió el director, agitando los pergaminos que había llevado consigo-. Fue por eso que acudí con mi amigo, el Maestro de Pociones, en primer lugar. Esto es un informe detallado del contenido de cada frasco –sonrió-. La mayor parte es de interés puramente académico, por supuesto. Nuestro experto fue bastante completo.
-Entonces, ¿qué había ahí? –demandó McGonagall, ligeramente impaciente.
-¿Uh? ¡Oh, sí! –sonrió de nuevo el director-. Tinta invisible, pociones de colores cambiantes y cosas así. Todas son simples "pociones para divertirse", fáciles de preparar y con efectos que tienen a gustarle a los niños. La más peligrosa es una poción de fuegos artificiales, la cual podría ocasionar una explosión menor de haber tenido una concentración ligeramente más alta. Tal y como está en este momento, es apenas lo bastante fuerte como para incendiar un pergamino.
-¿Quiere decir que son simplemente lo que se puede hacer con un juego infantil de pociones? –preguntó Pince, incrédula.
-De acuerdo con S... nuestro experto, la poción de fuegos artificiales no es parte de un simple juego para pociones, pero todos los ingredientes se encuentran en las tiendas normales para estudiantes, así que Gaia cuenta con permiso para tenerlos consigo. No son peligrosos para la escuela o sus estudiantes, a pesar de que algunos podrían ser usados para bromas posiblemente disruptivas –reportó Dumbledore.
Remus suspiró.
-Un libro robado, que pudo o no haber robado ella misma y utensilios para bromas, entonces. Algunos de los últimos, objetos prohibidos.
-Sin embargo, no podemos probar si estuvo involucrada con el robo –dijo Vector-. Y sin eso, ella no hizo nada peor que la señorita Hillinger. Entonces, deberíamos darle el mismo castigo.
-Dudo que saber de memoria la lista de objetos prohibidos tenga mucho efecto sobre una bromista reconocida –argumentó McGonagall.
-Tal vez no –concordó Dumbledore-. Pero tenemos que ser justos. Ambas deben ser castigadas por posesión de objetos prohibidos y lectura de un libro robado.
-¿Podemos considerarlo una ofensa repetida en el caso de Gaia? –preguntó Filch-. La atrapé con un petardo y dos bombas de suciedad hace apenas una semana.
-Pero ya fue castigada por eso, ¿no es así? –demandó Lupin.
-Bueno, sí, la hice limpiar las escaleras de la torre de astronomía –admitió Filch.
-Entonces, ya está hecho –decidió McGonagall-. Pero puedes advertirle que la próxima vez no se librará tan fácilmente.
Filch frunció el ceño. Aparentemente, no creía que eso fuera suficiente, pero Lupin ya había pasado a la siguiente estudiante.
-Mathilda Harris tenía varios libros de artes oscuras y una reserva de ingredientes de pociones, algunos de los cuales definitivamente eran oscuros e ilegales –reportó-. Algunos de los legales pueden proceder de los suministros escolares, pero, considerando los ilegales, que la escuela muy probablemente nunca tuvo en existencia, no tenemos prueba de ello. La propia Mathilda asegura que los obtuvo de varios miembros de su familia, y no recuerda con exactitud quién le dio qué.
-Una mentira patente, si quieres saber mi opinión –gruñó Lucius-. Por supuesto que lo recuerda. Es tan solo que no quiere incriminar a ninguna persona en particular. En tanto no dé un nombre, los aurors no pueden arrestar a nadie. Si le preguntamos a cada uno de ellos, todos dirán haberle dado sólo ingredientes legales, y que los ilegales probablemente le fueron dado por otros.
-Y, por supuesto, la mocosa es completamente inocente y no tenía idea de que los ingredientes fueran ilegales –agregó Filch con sarcasmo-. Nunca imaginó que sus parientes pudieran darle nada peligroso o ilegal.
-Exactamente –confirmó Pince-. ¿Cómo lo adivinaste?
-Los ingredientes fueron confiscados, por supuesto –declaró Dumbledore antes de que eso pudiera empeorar-. Debemos entregar los ilegales al Ministerio el lunes.
¿Dumbledore en verdad lucía triste por ello? Lucius empezó a dudar. No estaba tan seguro como el hombre lobo de que no pudiera encontrarse nada ilegal entre las reservas de Snape, pero, ¿podría ser que el director supiera al respecto? ¿Y que incluso lo aprobara?
-También debemos reportar dónde los encontramos –dijo en voz alta. Después de todo, tenía experiencia en esos asuntos-. Eso ocasionaría una investigación contra la familia Harris. ¿Realmente queremos eso?
-¡No podemos ocultárselo a los aurors! –exclamó Sprout, horrorizada-. Esos ingredientes son peligrosos. Simplemente no pueden permanecer en la escuela.
-No estoy sugiriendo que los conservemos –confirmó Lucius-. Sólo que tal vez haya una forma de disponer de ellos calladamente y al mismo tiempo ahorrarle el escándalo a la familia.
-Desafortunadamente, esconder esto también sería un delito –dijo Dumbledore calmadamente-. Eso está fuera de la cuestión.
-Pero deberíamos enviarles una lechuza antes de reportarlo al Ministerio –sugirió Flitwick-. Es mejor que se enteren por nosotros que por un escuadrón de aurors llegando a registrar su casa.
Dumbledore asintió.
-Entonces, enviaremos la lechuza a los padres hoy, y a los aurors, mañana. Los ingredientes están guardados en un sitio seguro y no sería de buena educación molestar al Ministerio durante el fin de semana, si no es una situación de vida o muerte.
-¿Pero qué hay del castigo de Mathilda? –preguntó pince-. La posesión de objetos ilegales y peligrosos debería merecer una expulsión, ¿no es así?
-¿No es eso un poco extremo? –preguntó Hagrid-. Tal vez la pobre realmente no sabía que eran ilegales. Es sólo una niñita, después de todo.
-Deberíamos al menos amenazarla con la expulsión para que quede clara la gravedad de la ofensa –insistió Filch.
-Amenazarla, pero en cambio darle una detención –sugirió Lupin-. Estoy en contra de expulsar a cualquiera de las niñas. Todavía son muy jóvenes y eso destruía completamente su futuro. La simple posesión de ciertos objetos, no importa cuán peligrosos, no debería tener consecuencias tan graves.
-¿Y qué harás cuando atrapemos al traidor que trató de matar a Harry? –demandó Pince-. ¿Darle una palmada en la muñeca y decir "niño malo"?
-Eso es diferente –argumentó Lupin-. El traidor realmente trató de matar a Harry, mientras que las chicas no pretendían dañar a nadie. El traidor tiene que irse, por supuesto.
-Las drogas también pueden matar –señaló Madame Pomfrey.
-Las chicas que consumen drogas se dañan a sí mismas, no a los demás –explicó Lupin-. En tanto no vendan drogas a sus amigos, sigo sin ver eso como una razón para expulsarlas.
-Ellas son las víctimas aquí –concordó Dumbledore-. Necesitamos encontrar a su traficante, y si es un estudiante, les prometo que será expulsado.
-Eso nos deja a Marsha Alton, entonces –anunció Lupin-. Muy probablemente fue ella quien robó los libros. Definitivamente fue ella quien los guardó y es dueña de varios frascos de pociones adictivas.
-¿Algo ilegal? –preguntó Lucius.
-Las drogas –le recordó Lupin.
-Estoy consciente de eso –gruñó Lucius-. ¿Nada más? ¿Objetos de artes oscuras, ingredientes de pociones?
-No, sólo los libros y las drogas –repitió Lupin-. ¿No es lo suficientemente malo para ti?
-Debemos informar a los padres, por supuesto –dijo apresuradamente Mada Pomfrey antes de que eso pudiera convertirse en una discusión.
-Y prohibirle las visitas a Hogsmeade –agregó Pince-. También me gustaría prohibirle sacar libros de la biblioteca.
-Eso la limitaría en sus estudios –señaló McGonagall.
-Puede estudiar en la biblioteca mientras yo pueda vigilarla –insistió Pince-. Si quiere trabajar más, tendrá que pedirle a sus amigos que consigan los libros por ella.
-Eso podría enseñarle a apreciar más los libros no restringidos –meditó Dumbledore-. Como una medida temporal, por supuesto. Digamos, hasta las vacaciones de Navidad. Eso le dará tiempo suficiente para estudiar bien para los finales.
-¿Pero qué hay de su detención? –preguntó Filch-. ¿Puedo encadenarla al muro por un rato? ¿Sólo para asustarla?
-¡No, Argus! –dijo Dumbledore, cortante-. No puedes. Ni cadenas, ni látigos. Puedes hacerla limpiar y repintar el salón de pociones una vez que esté suficientemente reparado. Eso debería mantenerla ocupada por unos días.
-¿Sin magia? –preguntó Filch, casi suplicante.
-Sin magia –aceptó Dumbledore.
El resto de la reunión consistió en sugerencias muy poco prácticas de cómo recuperar el resto de los libros prohibidos y prevenir futuras desapariciones. Lucius encontró todo eso bastante aburrido y se sintió aliviado cuando Dumbledore finalmente les permitió marcharse. Tenía mejores cosas que hacer que escuchar a Flitwick perorando acerca de encantamientos de seguridad. Su nueva oficina estaba llena de cajas y esos malditos elfos domésticos se negaban a desempacarlas. Se había llenado todo de polvo al desempacar él mismo las más pequeñas.
Theodore estaba solo en mitad del dormitorio y se dio cuenta de que tenía miedo. No miedo de estar solo, por supuesto, sino miedo de tocar algo.
No había encontrado una ratonera ese día, aún, y sabía que Severus nunca fallaba un día.
Por supuesto, esa era su oportunidad de hallarla y desactivarla calladamente, ¿pero dónde podía estar?
Las primeras ratoneras habían estado en su cama, bajo la sábana, bajo la almohada, bajo su pijama, una vez incluso envuelta en la sábana. Una vez que empezó a revisar completamente la cama antes de acostarse, las ratoneras empezaron a saltar en todas partes. O aparecían en su mesita de noche, una vez incluso con su varita como carnada, o sobre su baúl, y luego dentro de su baúl, hasta que tuvo miedo de abrirlo. Entonces encontró otra en su cama, nada más como un recordatorio, había dicho Severus. La siguiente estaba en su ropero, entre sus calcetines, una bajo su escritorio en Historia de la Magia, otra en su bolsa de libros y dos veces habían aparecido bajo los pergaminos de sus tareas. La peor hasta entonces había sido la que estaba detrás de su libro de Transfiguraciones en la clase de Transfiguraciones. McGongall casi le había dado una detención, además del dolor. Aún no lograba entender cómo se las arreglaba Severus para deslizar una ratonera activada en el bolsillo de su túnica sin atraparse él mismo, y además estaba la vez que una ratonera había estado bajo su plato. Al menos la que había estado entre los muslos de pollo sólo había atrapado su tenedor y la que estaba dentro de su zapato chasqueó antes de que tratara de ponérselo. Theodore sospechaba que había intentado atrapar un cucaracha.
Cuidadosamente, Theodore examinó su ropa. No, nada ahí.
Observando atentamente dónde pisaba, fue hasta su cama. Nada en el piso a su alrededor, nada bajo ella, nada sobre ella. Incluso revisó dos veces la funda de la almohada antes de atreverse a sentarse en la cama.
A continuación, la mesita de noche, el baúl. ¿Severus pondría una en su bolsa de libros un domingo?
No podía hacer daño revisar. Luego el ropero, la puerta.
Probablemente estaría en el Gran Salón otra vez. A menos que hubiera pasado algo por alto. Muy probablemente había pasado algo por alto.
Theodore todavía estaba tratando de pensar en un lugar en el que no hubiera buscado, cuando entraron Severus y Draco.
-¡De acuerdo, me rindo! –exclamó ante los sorprendidos muchachos-. Te daré tu maldita cuerda, pero ya basta con las ratoneras. Tendrás que darme tiempo hasta el fin de semana de Hogsmeade. No puedo comprarla antes.
Severus lo contempló gélidamente.
-Fin de semana de Hogsmeade –aceptó por fin-. Pero si no la tengo entonces, tendrás una ratonera de mi parte cada día hasta que termine la escuela.
-Cuando digo que tendrás tu cuerda, quiero decir que tendrás tu cuerda –le informó Theodore con enojo-. No necesitas amenazarme más.
-Ah, pero estoy cediendo antes de tiempo –señaló Severus-. Prometí que tendrías ratoneras hasta que yo tuviera mi cuerda y ahora me estoy deteniendo dos semanas antes sólo por una promesa. Creo que tengo derecho a unas pocas amenazas.
-Como sea –suspiró Theodore, demasiado aliviado de que Severus hubiera aceptado su capitulación como para discutir mucho por detalles menores, y dio vuelta para salir.
-Oh, ¿Theodore? –dijo Severus casualmente.
Theodore se detuvo en la puerta.
-¿Sí?
-Está bajo tu cepillo de dientes.
-¿Qué cosa? –preguntó Theodore, confundido.
-La ratonera –contestó Severus con una sonrisa.
La mañana del lunes, como de costumbre, empezó con la clase de Pociones. Esta vez en un nuevo salón.
Eso no fue problema para los Slytherins, por supuesto. Después de todo, Draco ya había estado ahí el sábado y Severus había conocido el camino durante años.
Como siempre, llegaron antes que su profesor, lo cual les dio oportunidad de examinar sus alrededores sin ser molestados. El salón era más grande y más oscuro que el viejo salón de Pociones. Sus muros de piedra desnuda jamás habían sido pintados, pero había manchas de hollín sobre las viejas estufas y el piso había sido alquitranado, probablemente para disimular las manchas dejadas por comida derramada. El techo abovedado era sostenido por dos líneas paralelas de pilares que cruzaban todo el salón y había pilares adicionales soportando numerosos nichos, lo que daba la apariencia de un laberinto a la primera mirada.
No todas las mesas de trabajo combinaban, pero las sillas eran todavía peores. Era raro poder encontrar dos de la misma clase en el salón. Todo lucía viejo y maltratado.
-Debe quedar sillas mejores que estas en alguna parte del castillo –comentó Pansy con el ceño fruncido luego de que su túnica se enganchara en una parte áspera de su silla hasta casi romperse.
-Probablemente Filch teme que Malfoy sólo las destroce otra vez de todos modos, así que le dio lo peor que pudo encontrar –sonrió Blaise con burla.
Severus asintió.
-Mary Sue también le costó mucho en muebles a la escuela. No me sorprendería si Filch realmente hubiera tenido problemas encontrando más mesas. Puede usar cualquier silla para la clase de pociones, pero la mayoría de los pupitres que están en los salones abandonados son completamente inservibles para preparar pociones. No puede haber tantos en el castillo.
Ya que a las nueve en punto Lucius todavía no había llegado, los Slytherins sacaron sus calderos y continuaron trabajando en sus proyectos independientes.
Cinco minutos después, finalmente llegó su profesor, pero todavía no había señal de los Gryffindors. Neville por fin entró a tropezones cuando Luicus estaba a punto de terminar con la lista de asistencia.
-Lo siento, profesor –jadeó Neville-. Me perdí. Si Trevor no hubiera escapado otra vez, nunca habría encontrado el corredor correcto.
Lucius lo miró con enojo, pero sólo lo amenazó con tarea adicional, si eso volvía a suceder. Severus dudó que llevara a cabo la amenaza, aunque Neville llegara tarde a cada lección de Pociones desde ese momento hasta Navidad. Era bastante obvio que detestaba corregir tareas.
-Con la extensión y dificultad usuales en las tareas que asigna, habría terminado en cinco minutos, de todos modos –susurró Neville a Draco un poco después, cuando la atención de Lucius ya no estaba centrada en ellos.
Hermione Granger, Ron Weasley y Harry Potter fueron los siguientes en llegar, con Dean Thomas y Seamus Finigan no muy rezagados. Esta vez se le ocurrió a Lucius que podía quitar puntos y, puesto que nunca hacía nada a medias, le quitó cien al grupo por llegar tarde y otros cincuenta a Weasley por haber olvidado su libro de Pociones.
Neville y los otros sólo gimieron, pero Potter gritó algo acerca de ser injusto y terminó teniendo que copiar como tarea otro capítulo de su libro de Pociones. Bueno, tal vez al menos recordaría para los finales algo de lo que escribiera. Con la forma en que Lucius estaba enseñándoles, era probable que esa sería la única cosa que aprendería Potter en Pociones ese año.
-Tengo que encontrar una manera de hacer que Lucius se encargue de los finales –le confió Severus a Draco-. Un lado, no sé qué examinar, si no ha enseñado nada; y por otro lado, odiará realizar la calificación.
-¿Pero cuáles serán nuestras notas entonces? –preguntó Neville, preocupado-. No me parece que tenga ningún sistema para calificar.
Su discusión fue interrumpida por la entrada de Lavender Brown y Parvati Patil, quienes terminaron perdiendo otros cien puntos y, por alguna razón, parecían culpar por eso a los Slytherins. Aparentemente, el Barón Sangriento había tardado demasiado en señalarles el camino.
Los resultados podrían haber sido peores si el caldero de Theodore no hubiera explotado justo después del momento de la deducción de puntos, distrayendo a Lucius de las quejas de las chicas. Entonces, la poción de Millicent rebosó y Severus dejó que una columna de fuego surgiera de su caldero sólo para ver qué cara ponía Lucius. Quemó el techo un poco, pero otra mancha de hollín no haría mucha diferencia.
Severus consideró redecorar el salón una vez que estuviera enseñando de nuevo. Algunas cortillas sencillas podrían cerrar todos los niños para convertirlos en almacenes y laboratorios más pequeños. La esquina con el lavadero podía ser convertida en un cuarto de lavar y, una vez que el salón estuviera adecuadamente pintado y amueblado, sería un gran salón de clase. Su tamaño permitía más mesas de trabajo y aún así dejaría más espacio para los estudios individuales que el viejo salón.
-Podría gustarme este lugar –dijo a sus compañeros, para sorpresa de ambos.
-Está demasiado lejos de la sala común –protestó Draco.
-No mudaron mi habitación –señaló Severus-. Todavía está bastante cerca y el viejo salón será reparado también. Pero puedo imaginarnos usando ambos salones en un futuro.
-La luz es insuficiente –señaló Neville.
-Podemos agregar más antorchas –respondió Severus-. O velas, o simples lámparas de aceite estándar, por razones de seguridad.
Las antorchas eran algo preocupante, ciertamente. Por seguridad, debían ser montadas a mayor altura, pero eso haría más difícil el cambiarlas. No era problema para los elfos domésticos, por supuesto, pero los sirvientes muggles para los que fue construido originalmente el salón no habrían podido levitarlas a su lugar, y tampoco podría Argus Filch.
Otra explosión interrumpió sus pensamientos. El caldero de Weasley.
-Detención, Weasley –comentó Lucius lacónicamente.
Muy probablemente, para ese entonces, el muchacho se habría quedado para su detención, aunque hubiera olvidado decirlo.
De alguna manera, Trevor logró meterse a la alacena de los estudiantes y estaba banqueteándose con las alas de escarabajo. Lucius gritó acerca de eso mientras Severus alimentaba a Greenie con el contenido de un frasco de larvas de palomilla y Gregory golpeaba a Dean Thomas en la cara. Potter estaba haciendo aviones de papel.
Hermione y Estella empezaron una seria discusión sobre los superioridad de las cebollas rojas por encima de los higos secos, para la que querían la opinión de Lucius, a pesar de que ya para entonces deberían poder darse cuenta de que él no tenía ninguna opinión. Alice necesitaba ayuda con la espesa textura de su poción. Pansy requería un nuevo cucharón.
Draco sacó una pieza de pergamino mientras esperaba a que su poción hirviera, y empezó a dibujar la escena. Neville tuvo que sostener el sapo para él, de modo que pudiera dibujarlo bien. A Severus no se le pidió que hiciera nada, ya que Draco había dibujado antes a Greenie y estaba familiarizado con su forma.
Uno de los aviones de Potter cayó accidentalmente en la poción de Gregory, pero, con la ayuda de Vincent, Gregory se las arregló paa pescarlo antes de que causara algún daño o lo notara Lucius.
Desafortunadamente, el siguiente avión golpeó a Lucius en la cara.
-Detención, Weasley –rugió por hábito el profesor de Pociones.
-Oh, lo siento, profesor Malfoy –dijo Harry con el aire más contrito que pudo lograr-. Ese fui yo... hum... trataba de tirarlo a la papelera. Pensé que sería más rápido que llevarlo hasta allá.
Lucius tomó aire, cerró sus manos en puños, y luego se forzó a abrirlas.
-Detención, Potter –dijo entre dientes.
-Sí, señor –aceptó Potter sumisamente.
¡SLURP! Agregó el caldero de Harry, y la sopa de Harry desapareció.
Lucius apagó rápidamente el fuego y lanzó una vieja pluma de ganso dentro del caldero. Flotó gentilmente hasta el fondo, donde empezó a rizarse por el calor. Greenie resopló quejándose del olor que causaba eso.
-Felicitaciones, Potter –sonrió Draco-. Acabas de preparar la primer sopa que se come a sí misma.
-Al menos le ahorraste al profesor el tener que desaparecer hoy tu poción –trató de consolarlo Neville.
¿O estaba embromando intencionalmente a Harry?
-Definitivamente es el resultado menos desastroso que has logrado hasta el momento –concordó Severus.
Harry sólo suspiró, aceptado el que esta lección terminaría otra vez con un menos, en adición a la detención que acababa de obtener. Tal vez debería haber seguido el ejemplo de Vincent y Gregory y practicar pociones simples que ya conocía.
Con excepción de Harry y Ron, todos salieron de esa clase de buen humor. Después de todo, no tendrían que lidiar otra vez con explosiones hasta el miércoles por la tarde. Sólo Greenie estaba un poco decepcionado por dejar atrás todos esos deliciosos bocados a los que todos llamaban ingredientes de pociones.
Sin embargo, sus quejas resopladas no ayudaron en nada. Severus lo levantó de la mesa y lo cargó lejos.
-Oh, vamos, Greenie –le dijo al erizo-. Es hora de almorzar. Prometo que te encontraré una grande y deliciosa papa. Tal vez incluso tengamos bistec otra vez. Te gusta el bistec, ¿verdad?
-¿Sniff? –preguntó Greenie preguntándose de qué estaría hablando Severus. Esos humanos podían hacer una variedad tan grande de sonidos. ¿Cómo se suponía que un pequeño erizo supiera qué significaban todos?
Aún así, los humanos, especialmente su humano y el rubio, no eran nada malos. Todos tenían toda clase de deliciosas golosinas para erizos. Greenie apenas podía recordar que en algún tiempo había estado asustado de ellos. Después de todo, no tenía sentido. ¿Por qué alguien habría de sentir miedo de quien lo alimentaba?
Con otro suspiro resoplado, Greenie permitió ser cargado fuera del salón de Pociones y hasta el dormitorio, donde fueron dejadas su jaula y las bolsas de los humanos antes de que lo llevaran al otro salón delicioso. La clase de Pociones podía ser la favorita de Greenie, pero la hora de la comida era su hora favorita del día. Perdonó inmediatamente a Severus por apartarlo de los ingredientes de pociones cuando fue puesto frente a su plato, el cual pronto estuvo lleno con una gran papa y un pedazo de pollo.
Severus y Draco pasaron las dos semanas siguientes vigilando a varios sospechosos mientras el resto de la escuela estaba nerviosa y tensa y esperando que el traidor atacara de nuevo en cualquier momento. Todavía nada había pasado.
El fin de semana de Hogsmeade llegó y pasó sin ningún evento especial. Tanto a Harry como a Severus se les prohibió salir, lo mismo que a las chicas Slytherin de tercer año y dos muchachos de Gryffindor que fueron atrapados fumando porros en el baño de Mirtle la Llorona por un muy enojado Argus Filch.
Su dormitorio completo había sido registrado también, pero no se encontraron drogas en posesión de sus compañeros y se había decidido la posesión de bombas de suciedad y polvos pica-pica por sí sola no merecía una prohibición de ir a Hogsmeade.
Esa noche, Thedore entregó a Severus con una sonrisa avergonzada un paquete agradablemente envuelto, que resultó contener una cuerda agradablemente enroscada, que era sólo un poco más gruesa de lo que había sido su vieja cuerda.
Neville y Draco casi recibieron detenciones por llegar tarde, pero se las arreglaron para convencer al director de que había sido únicamente porque habían perdido a Trevor en el camino y les había tomado casi una hora encontrarlo otra vez. Fue pura suerte que el conserje no hubiera pensado en registrarlos cuando los atrapó tratando de entrar disimuladamente, porque sus bolsillos estaban repletos de petardos y ratoneras junto con la colección normal de dulces.
También le contaron a Severus acerca de todas las maravillas que habían visto en el pequeño nuevo stand de los gemelos Weasley junto a Honeydukes. De acuerdo con Draco, que lo había sabido por Ginny, los gemelos todavía no podían costear la renta de una segunda tienda, pero no quería perder la oportunidad de buenos negocios que prometían los fines de semana de Hogsmeade, así que rentaron el stand portátil por el día y George Weasley lo había atendido en Hogsmeade mientras Fred se encargaba solo de su tienda usual en Diagon Alley.
Gregory y Vincent aparentemente habían pasado el día entero en Honeydukes. Se negaron a cenar asegurando que estaban demasiado enfermos por todo el chocolate que habían comido, lo cual dejó espacio para que Neville pudiera sentarse a la mesa de Slytherin para la comida.
Minerva McGonagall lucía casi como si fuera a desmayarse ante el espectáculo de un Gryffindor comiendo con los Slytherins, pero el director sólo sonrió y le dijo que las amistades entre Casas eran demasiado raras en la escuela de todos modos.
Blaise y Theodore no paraban de hablar sobre las escobas de carreras que habían visto a la venta en la villa. Aparentemente, Theodore esperaba recibir una escoba nueva para Navidad. Pansy hizo uno cuantos pucheritos por la falta de atención, y luego se dedicó a hablar de modas con Millicent y Alice.
Y todavía no había signos de actividad por parte del traidor.
La noche del lunes, Severus escuchó a un estudiante de segundo año decirle a uno de primero:
-Creo que el Lord Oscuro debe haberse rendido. Potter esta simplemente demasiado bien protegido ahora que saben que lo persigue.
-Voldemort nunca se rinde tan fácilmente –les aseguró Severus-. Si lo hiciera, jamás habría llegado a ser tan temido como lo es ahora.
Pero Severus no podía estar en todas partes y recordárselo a todos todo el tiempo. La vigilancia estaba empezando a relajarse.
Continuará...
Notas:
¿El traidor atacará otra vez? ¿Fueron apropiados los castigos? ¿Y Sevi conservará el salón de Pociones de reemplazo? (sugerencias sobre la identidad del traidor, como siempre, serán leídas con gran interés, pero no serán respondidas, aún). Por favor, comenten.
En el próximo capítulo:
Los resultados del espionaje de Sevi sobre Lucius, Draco quiere interrogar a una armadura y Lucius no está contento con los sucesos.
