¡Todo esto es de JKR, no mío! Excepto por unos pocos personajes que agregué.

Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka, perdón por no haberlo mencionado desde el principio de MNS, creo que adopté la idea de forma subconsciente.

El cuervo de Severus pertenece a J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometí devolverlo ileso.

Los catar, sin embargo, son míos y los amo, así que, por favor, no los uses sin pedirme permiso primero.

Nota de la autora:

¡Fiu, pero qué semana! Estoy totalmente exhausta en este momento, pero aquí está el nuevo capítulo, por una vez nuevamente a tiempo. Tuve que cambiar el link para la traducción al ruso de MNS, en caso de que lo hayan notado y se pregunten por qué. Dyna lo volvió a subier y, consecuentemente, recibió una nueva ID.

Nota de la traductora:

Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Double 0 Seve... rus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), su dirección es silverfoxkabsi.at

Capítulo 16: PREGUNTAS

Nicodemus estaba sentado durante el almuerzo comiendo su sopa y escuchando la entusiasta charla de sus fastidiosos compañeros. Cómo había terminado en Hufflepuff, realmente no podría decirlo. Odiaba a los Hufflepuffs.

De hecho, Nicodemus odiaba a la gente. Era ruidosa y presionaba y siempre tenía expectativas. Por ejemplo, esperaban que él "socializara". Lo cual significaba que tenía que sentarse por ahí todo el día y parlotear estupideces a otra gente que le parlotearía estupideces a él, se suponía que debía asistir a fiestas con música muy alta y saltar por ahí como un loco con otra gente completamente ebria y ruidosa. También se esperaba de él que bebiera alcohol y comiera dulce en esas reuniones. Nicodemus odiaba el alcohol y los dulces. Prefería con mucho permanecer sobrio y comer cosas condimentadas.

Peor aún eran los eventos diarios en la sala común de Hufflepuff. Como las sesiones de narración de cuentos, por ejemplo. Se esperaba de él que bajara a la sobrepoblada sala común, teniendo posiblemente que sentarse en el suelo, si no sobraban asientos, y escuchar estúpidas historias que sus compañeros Hufflepuff inventaban o leían de sus libros favoritos, o inclusive contar o leer él mismo una historia. Para combatir el inevitable aburrimiento, podía llevar algo para dibujar, pintar, tejer, bordar o coser.

Luego estaban las tardes musicales, en las que no podía tener ni una pizca de paz en su dormitorio, gracias al fuerte volumen de música y canto en la sala común.

En ese preciso momento, estaban perturbando su comida con teorías locas acerca del ataque más reciente. ¿Así que el traidor era de sexto año? ¿Y un animago también? ¿Podía convertirse en un yeti?

Si así era, ¿por qué demonios no había hecho eso en primer lugar y no se comía vivo al idiota de Potter y dejaba de ser una molestia?

Por supuesto, Nicodemus no dijo a nadie lo que pensaba acerca de sus teorías. ¿Para qué molestarse? Si añadía un nuevo argumento a la discusión, eso sólo iniciaría más debate, lo cual significaría más ruido.

Tan pronto como terminara su comisa, iría a su lugar favorito en el rincón del fondo en la biblioteca. Era un poco oscuro como para leer cómodamente, así que difícilmente llegaba nadie ahí, excepto por los que buscaban un libro de esa sección y esos difícilmente se quedaban mucho tiempo.

La profesora Sprout caminaba hacia ellos desde la mesa del personal. Nicodemus hacía mucho tiempo que había renunciado a la esperanza de que ella fuera a silenciar el parloteo. Probablemente iba solamente a devolver algún ensayo o a pedir voluntarios para ayudarla otra vez con alguna planta. A veces incluso se unía a los parloteadotes.

-¿Nico?

-Oh, sí, y tenía ese molesto hábito de ponerle apodos a todos.

-¿Sí, profesora?

¿Qué podía querer?

-Al director le gustaría verte en su oficina después del almuerzo –le informó ella.

-¿Qué? ¿Qué hice? –exclamó Nicodemus.

¿Lo iban a expulsar? ¿Pero por qué? ¿Por lucir gruñón? Eso no era un crimen, ¿o sí?

-Oh, sólo algunas preguntas acerca de esa armadura que cayó sobre el pobre Harry –explicó Sprout.

-¿El ataque de la armadura? Pero yo no sé nada al respecto. Ni siquiera estuve en ese piso en toda la tarde.

-Estoy segura de que el director tiene una buena razón –declaró la profesora Sprout-. Sin duda te lo explicará cuando vayas a verlo.

Nicodemus suspiró.

-Eso imagino. Gracias, profesora.

¿Estaba bajo sospecha ahora? Pero tenía una buena coartada. Había estado en Defensa y había ido a Pociones desde ahí. Ni siquiera había estado cerca del corredor de Transfiguraciones, un piso arriba del salón de Defensa.

Aún así, se sentía terriblemente nervioso mientras esperaba afuera de la oficina del director. ¿Tal vez no había sido tan buena idea llegar ahí antes de que Dumbledore saliera del Gran Salón?

¿Y si el director no le creía? ¿Tal vez ese guante que había perdido tres semanas atrás había sido encontrado en el corredor de Transfiguraciones y el director ahora pensaba que él era el traidor?

¿Qué dirían sus padres si lo expulsaban?

Ya, el director finalmente había llegado.

-Ah, señor Hanson –Dumbledore guiñó un ojo-. Oso gummy. Pase.

Nicodemus parpadeó mirándolo estúpidamente. ¿"Oso gummy"? ¿Qué diablos quería decir Dumbledore con "oso gummy"?

Le tomó un momento decidir que aquello probablemente no había sido para él en primer lugar, pero entonces se apresuró a seguir al director.

-Tome asiento –lo invitó Dumbledore cuando llegaron a su oficina-. ¿Dulce de limón?

-No, gracias –declinó Nicodemus. Odiaba los dulces.

Ahora bien, si Dumbledore le hubiera ofrecido un pepperoni... Pero, por supuesto, no había pepperonis por ahí en ninguna parte.

-La profesora Sprout dijo que quería verme acerca del ataque de la armadura –dijo-. No sé nada al respecto. Fui a la clase de Defensa directamente desde el Gran Salón ese día y entonces fui a Pociones desde ahí.

-El profesor Malfoy me informó que usted llegó temprano a Pociones, de hecho. Asegura que estaba ahí desde antes de que su otra clase saliera, incluso –contestó Dumbledore.

-Sí, todavía estaban guardando sus cosas cuando llegué –confirmó Nicodemus.

-Y el profesor Lupin asegura que nadie salió antes de su clase –continuó el director-. Se tarda alrededor de cinco minutos caminando desde el salón de Defensa al actual salón de Pociones, a un ritmo normal, tal vez menos si se camina rápido. No creo que usted haya podido llegar tan temprano, si realmente asistió a Defensa, ¿hm?

-¡Oh, pero lo hice! –exclamó Nicodemus-. El profesor Lupin pasó lista. Pregúntele. Revisó mi nombre en la lista.

-Entonces, ¿cómo llegó tan pronto a Pociones?

-Corrí –admitió Nicodemus-. Corrí todo el camino de Defensa a Pociones. Pregúntele a Ines Ivory. Recuerdo que ella comentó algo acerca de que estaba sin aliento cuando entré al salón de clase.

Dumbledore meditó por un momento.

-Entonces, la señorita Ivory lo vio. ¿Qué estaba haciendo ella cuando entró?

-Ella estaba... -¿qué había estado haciendo Ines? ¡Oh, cierto!-. Estaba cerca del fregadero. Lavaba su caldero, me parece.

-¿A quién más recuerda haber visto? ¿Quiénes estaban ahí? ¿Qué estaban haciendo?

Al principio, Nicodemus quedó confundido por la pregunta, pero entonces comprendió que Dumbledore probablemente tenía intención de hacerle la misma pregunta a Ines y quizá a algunos más y comparar sus historias. Cuando concordaran, tendría que creerle.

-El profesor Malfoy estaba en su escritorio. Levantó la mirada de lo que sea que estaba escribiendo y me sonrió -¿pero qué había estado haciendo el resto de los estudiantes? ¿Quién se suponía que estuviera en esa clase?-. Linda Extraviado estaba detrás de Ines, esperando su turno para usar el fregadero... creo que Sebastián Highflyer estaba en ese grupo también. Roland Links estaba limpiando su mesa de trabajo y algunos Gryffindors estaba tratando de quitarle la esponja. No sé los nombres de los Gryffindors de esa clase.

-Está bien –asintió Dumbledore-. Sólo dígame lo que sabe.

-Lionel Fitter estaba empacando sus cosas –continuó Nicodemus-. Y Pat Footer estaba recogiendo algunos ingredientes derramados en alguna parte en el fondo. Rosalind Monk y Lisa-Beth Holster estaban hablando y Martina Horace estaba riéndose, probablemente por algo que dijo Catherina Cree. Al menos Cath estaba ordenando sus ingredientes cerca de ella.

-¿Qué hay de los Gryffindors? ¿Alguno que haya reconocido? –interrumpió Dumbledore.

-Dos del equipo de Quidditch. Bell y Spinet, creo. Estaban por el escritorio más cercano a la puerta. Luego había dos chicas más detrás suyo, que aparentemente estaban buscando algún objeto perdido. Un muchacho estaba tratando de usar un reparo en un caldero medio derretido y había una chica más hablándole a un chico que todavía estaba sentado frente a su caldero. Luego, cerca de él, estaba un muchacho que parecía tener problemas distinguiendo sus ingredientes.

Nicodemus miró a Dumbledore expectante, pero el director permaneció en silencio.

-Eso es todo, señor.

-Hm –comentó Dumbledore-. Interesante. Debería haber habido dos muchachos Gryffidors más, pero supongo que pudiste olvidar haber visto dos personas a las que no conoces.

Nicodemus miró sorprendido al director. ¿Por qué podía ser eso importante? Le había dado una descripción bastante buena de la escena, ¿o no? En realidad estaba sorprendido de lo mucho que recordaba.

-Entonces, ¿por qué corriste a clase, si no estaba retrasado? –preguntó el director de repente.

-Estaba ansioso por llegar porque me encanta Pociones –respondió Nicodemus apresuradamente.

Dumbledore le guiñó un ojo.

-Tenía que hacerle una pregunta al profesor Malfoy –se corrigió.

-En ese caso, ¿qué pregunta era esa tan importante que no podía esperar los pocos minutos que te habría tomado el caminar a clase? –el director todavía estaba guiñando conocedoramente.

Maldito. ¿Cómo lograba reconocer tan fácilmente una mentira?

-Era... es que no quería que todos supieran que le preguntaría eso, así que esperaba poder llegar antes que mis compañeros y preguntarle privadamente –continuó Nicodemus-. Es un poco vergonzoso.

-Pero entonces podrías haber esperado hasta después de clase –comentó Dumbledore-. He escuchado que muchos estudiantes buscan al profesor Malfoy privadamente después de las horas de clase.

Nicodemus suspiró y aceptó el que aparentemente tenía que decir la verdad.

-Está bien, no tuvo nada que ver con el profesor Malfoy o la clase de Pociones. Tuve un desacuerdo con algunos estudiantes mayores durante la hora del almuerzo y ellos estaban muy enojados conmigo. Tuve miedo de que me atacaran durante el receso, así que quería estar en clase antes de que pudieran encontrarme.

Desafortunadamente, eso pareció atraer el interés de Dumbledore. Contempló a Nicodemus con la expresión más seria que el muchacho había visto en él hasta el momento.

-¿Tenías miedo de esos estudiantes? –preguntó finalmente.

-Son mayores que yo y había tres de ellos. Yo estaba solo –señaló Nicodemus.

-¿Quiénes son esos estudiantes? –demandó Dumbledore.

-Mire, lo arreglamos entre nosotros mismos. Nunca tuvieron realmente intención de atacarme o algo así. En realidad son muy agradables y normalmente me llevo bien con ellos. Es sólo que sobrerreaccioné por la discusión –sonrió apenado-. No soy particularmente bueno comprendiendo las intenciones de la gente.

-Comprendo, pero aún así me gustaría saber sus nombres –insistió Dumbledore.

Nicodemus suspiró otra vez. Odiaba delatar a gente potencialmente peligrosa.

-Son Slytheris. Es por eso que sobrerreaccioné, creo. La mala reputación de la Casa, usted sabe.

-¿Quiénes? –demandó Dumbledore gentilmente.

-Stephan LaCroix, Lionel Bardon y otro estudiante de sétimo año de su equipo, Davids. No conozco su primer nombre.

-Benjamin –indicó Dumbledore.

-¿Qué? –preguntó Nicodemus-. Erm... quiero decir: ¿disculpe?

Dumbledore guiñó alegremente y le sonrió.

-El primer nombre del señor Davids es Bejamin.

-Oh –fue lo único que se le ocurrió decir a Nicodemus.

-Gracias por aclarar esto, señor Hanson –Dumbledore sonrió-. Debe volver a clases ahora. Me temo que lo he retenido ya demasiado tiempo.

-Gracias, director –respondió apresuradamente Nicodemus, y se apuró a salir antes de que Dumbledore cambiara de opinión.

Sólo esperaba que su conversación no le trajera consecuencias más tarde.

Draco recibió la llamada a la oficina de su padre de parte de un nervioso estudiante de primer año al final de la última lección del día. Él y Severus estaban a punto de dirigirse a la oficina del director con la esperanza de encontrar a Dumbledore solo, de manera que pudieran intercambiar información sobre el último incidente. La falta de conocimiento sobre el paradero de varios grupos estaba volviendo loco a Severus.

Por lo tanto, Draco se sentía bastante malhumorado cuando llegó a la oficina en la vieja despensa.

-¿Querías verme, padre?

Lucius estaba sentado frente a su escritorio, con los pies cruzados sobre éste y leyendo su periódico. Draco asumió que era una mejora el que aparentemente ya no lo hubiera leído en clase, todavía. Tal vez estaba aprendiendo cómo enseñar, después de todo.

Bajo la mesa, el estudiante de quinto año Colin Creevey estaba fregando el piso junto con Tilly, que lucía ligeramente apabullada. Draco se preguntó cuántas patadas habría recibido la elfina doméstica antes de que Lucius levantara los pies al escritorio para dejarla trabajar.

-Efectivamente –confirmó Lucius, y la mirada que dirigió a su hijo le dijo claramente que no eran buenas noticias-. ¡Creevey!

-¿Sí, señor? –preguntó Colin cautelosamente. Aparentemente, él también había notado que Lucius no estaba de buen humor.

-La elfina puede terminar aquí. Ve a ayudar a Mallister con el piso del salón de clase –ordenó Lucius.

Colin le dirigió una mirada a Draco.

-Sí, señor.

El Gryffindor casi corrió a la puerta. Draco no tenía idea de quién era Mallister, pero probablemente era un estudiante más joven, ya que estaba familiarizado con los nombres de casi todos los mayores. Quizá Colin vio eso como una oportunidad para dejar de fregar y en cambio darle órdenes a Mallister por un rato.

Recordando las detenciones de Ron, Draco no podía culpar a Colin por tomar la oportunidad. Debía haber estado maldiciendo su suerte por haber tenido la ayuda de la elfina, pero estando forzado a permanecer bajo la mirada de Lucius todo el tiempo.

-Resulta que hoy tuve una charla con el hombre lobo. Claudo –anunció Lucius, y un rápido movimiento de su varita hizo que la puerta se cerrara de golpe tras el muchacho Gryffindor-. Y resulta que él mencionó estar muy descontento últimamente con tu desempeño en su clase.

-Soy el único estudiante que no ha tenido antes experiencia con barreras protectoras –trató de explicar Draco-. Hasta los Hufflepuffs sangre sucia sabían cómo proteger algunas plantas. Supongo que Sprout debe haberles enseñado. Los demás aprendieron de sus padres, por supuesto. He tenido que ponerme al día, pero la mayor parte de mis barreras funcionan ya tan bien como las del resto de la clase.

La última declaración era una mentira, pero Draco tenía la esperanza de que Lupin no hubiera sido tan específico sobre sus fallas. Era capaz de crear todas las barreras que habían visto en clase, después de todo, aunque usualmente eran más débiles que las de la mayoría de los Hufflepuffs y para algunas necesitaba realizar varios intentos.

-Poner barreras es una de las pocas cosas que los Hufflepuffs hacen bien –continuó. El rostro de su padre se ensombreció. Decir eso, aparentemente, había sido una mala elección-. Los superaré a todos una vez que empecemos a derribar barreras. Apuesto a que ninguno de ellos ha tenido lecciones tan excelentes como las que tú me has dado.

-Hufflepuffs –acusó Lucius-. Mi propio hijo fracasa en algo que cualquier maldito Hufflepuff puede hacer. No hay nada que un Hufflepuff haga bien, Draco. Son estúpidos, retardados casi como los Squibs. ¿Cuántas veces tengo que decirte que espero de ti que optengas las mejores notas en todas tus materias? Cuanto tenía tu edad, hacía mi mejor esfuerzo. Fui, por mucho, el mejor estudiante de Defensa, y nosotros la recibíamos con los Ravenclaws, no con los estúpidos Hufflepuffs.

"Suerte la tuya de que no era con Gryffindor" pensó Draco, pero, sabiamente, guardó eso para sí mismo. Sabía quién había obtenido realmente las mejores notas en Defensa, tanto en los OWLs como en los NEWTs en el grupo de su padre. Pero no era una buena idea mencionarlo frente a él.

-Yo honré el nombre de mi familia, pero sigues avergonzándonos con tu negativa a realizar siquiera el mínimo esfuerzo –siguió despotricando Lucius-. Sólo puedo alegrarme de que tu madre no esté enterada de esta última vergüenza. Lecciones de tutoría. ¡Tutoría!

Draco se encogió y miró al suelo. Ahí abajo, Tilly estaba fregando y palmeaba ocasionalmente sus zapatos, confortándolo. ¿Así que ahora la apaleada elfina doméstica de su padre sentía pena por él?

No, ella no era la elfina de su padre, se recordó a sí mismo. Era una orgullosa elfina de Hogwarts y compañera agente de Severus y él, que permanecía valerosamente cerca de Lucius con la esperanza de descubrir al traidor y sus planes. Ella únicamente estaba soportando todo ese maltrato con el fin de proteger a Hogwarts y sus estudiantes.

Le guiñó un ojo cuando ella lo miró. "Está bien, pequeña. Si tú puedes soportarlo, yo también puedo" Después de todo, estaba acostumbrado a los sermones de su padre. Había estado oyéndolos desde que empezó la escuela.

-Una sangre sucia y una chica, encima de todo –Lucius, aparentemente, había llegado al tema de Hermione Granger ganándole a Draco en varias materias todos los años-. Esa pequeña molestia de pelo alborotado...

Ah, entonces tampoco le complacía su apariencia. Draco se preguntó si eso tendría algo que ver con su ofrecimiento de aconsejarlo cómo dar la clase. Draco contuvo un suspiro y dejó que todo eso le resbalara. Una vez que su padre terminara, podría irse. Tilly no podría.

Al menos Lucius recordó echar al Gryffindor, aunque eso no ayudaba mucho. Después de todo, Ron había escuchado el último regaño. Probablemente ya todos los Gryffindors lo sabían.

Draco tuvo que forzarse a sí mismo a recordar que Lucius simplemente estaba siendo un buen padre. Por supuesto que los Gryffindors escuchaban lo mismo de sus padres todo el tiempo. Deberían sentir pena por los que no pasaban por eso por causa de sus padres indiferentes, no envidiarlos. Aún así, deseaba que terminaran ya.

Se preguntó que habría sabido Severus por el director. ¿Habría recordado preguntarle por las materias opcionales de los quintos años? ¿Y dónde habían estado los sétimos años durante el último ataque? ¿La profesora McGonagall habría descubierto algo acerca de los misteriosos encantamientos de transfiguración?

-¿Me estás escuchando siquiera? –tronó Lucius.

-Sí, padre. Por supuesto, padre –sólo podía desear que Lucius no le ordenara repetir lo que acababa de decirle.

-Bueno, no te quedes ahí parado como un idiota. ¿No tienes nada que decir en tu defensa? ¡Habla!

-Ya te lo dije, todos los demás estaban preparados. Yo no tenían idea de que las barreras pudieran ser tan difíciles.

-No me respondas. No quiero oír tus patéticas excusas –siseó Lucius.

"¿Entonces, por qué preguntas?" pensó Draco, pero permaneció en silencio "Decídete"

-¡Difíciles! ¡Difíciles las barreras! –se burló Lucius-. Las barreras están entre los encantamientos más sencillos que existen.

"Cierto" pensó Draco "Siempre y cuando consideres un encantamiento sencillo algo que debes aprender a nivel de los OWLs"

-Hasta el último de los Hufflepuffs podría crear una simple barrera de protección estando dormido –continuó Lucius.

"Lo he notado" pensó Draco "Es simplemente que tú nunca me enseñaste a hacerlas"

-Sí, Draco, Hufflepuffs. Hasta los Hufflepuffs más retardados lo encuentran sencillo. Sólo el inútil de mi hijo lo encuentra demasiado difícil.

Y así siguió y siguió. Era hora de la cena cuando finalmente Lucius permitió que Draco se marchara.

-El señor Hanson me describió a todos y cada uno de los Hufflepuffs que estaba cuando entró a la clase de Pociones ese día –informó Albus a Severus-. Si estaba diciendo la verdad, todos estaban en clase. Si no estaba diciendo la verdad, es realmente un buen mentiroso.

Severus asintió. Había aprovechado la oportunidad para transformarse a su forma adulta mientras estaba en la oficina del director. Serían advertidos con mucho tiempo antes de que alguien entrara, gracias a la gárgola del director y la escalera movediza que llevaba a la oficina.

-¿Le preguntaste sobre los Gryffindors?

-Por supuesto –declaró Albus-. Pero sólo pudo nombrar a la señorita Bell y a la señorita Spinet. El señor Hanson no parece conocer muchos estudiantes fuera de su propio año y Casa.

-No es una persona muy sociable –concordó Severus-. Usualmente se mantiene aparte.

-Pero me describió lo que hacían los Gryffindors, y mencionó tres chicas más.

-Entonces todas las chicas Gryffindors están contadas –asintió Severus-. Bueno. ¿Qué hay de los chicos?

-Desafortunadamente, el señor Hanson sólo recuerda a tres, pero acepta que puede simplemente haber olvidado a los otros dos –Albus suspiró-. Desafortunadamente, no sabemos quiénes faltan.

Severus meditó por un momento.

-¿Qué dijo que hacían los que vio?

-Sólo que uno estaba todavía sentado frente a su caldero mientras todos los demás estaban limpiando...

-Hendric el Último –diagnosticó Severus con un tono ligeramente divertido-. El señor Primero siempre es el último en hacer cualquier cosa.

Albus le dirigió una mirada de sorpresa.

-¿Crees que puedes identificar a los estudiantes por sus actividades?

-Tal vez –concedió Severus-. Conozco su comportamiento usual en la clase de Pociones. Si Hanson describió algo típico, yo debería poder reconocer al estudiante.

-El siguiente muchacho Gryffindor aparentemente estaba teniendo "problemas distinguiendo sus ingredientes" –continuó Albus.

-Ciego Louis –Severus no lo decepcionó-. Probablemente lo conoces como el señor Harringer. Podría estar necesitando gafas más gruesas.

Albus le guiñó un ojo, luciendo complacido.

-Y el último estaba tratando de realizar un reparo en un caldero parcialmente derretido.

-Zachary Fundidor –sonrió Severus.

Albus lo miró expectante.

-¿Qué? El chico no necesita un apodo. Su apellido cumple ese propósito más que bien.

-Bueno, eso creo –admitió el director-. Eso deja al señor Alcott y al señor Barnes.

-De los cuales, ambos tienen coartadas para el primer incidente –reportó Severus, luego de mirar su lista de sospechosos-. En cualquier caso, deja a Alcott. Tenía Adivinación. Dudo que Barnes pudiera salirse de Aritmancia sin ser reportado.

-Victoria es bastante difícil de engañar –confirmó Albus-. Sybill, sin embargo...

-Todavía existe la posibilidad de que Fundidor haya convencido a alguien más de hacer el reparo en su caldero –sugirió Severus-. Aunque lo dudo. Sus compañeros saben que es un esfuerzo inútil.

-Pasemos al siguiente ataque, entonces –decidió Severus-. Aquí está la lista de coartadas. Los comentarios de Lucius podrían interesarte. Lo conoces mejor que yo. Oh, y rastreamos el furunculus y los stupefys hasta una pelea entre las hermanas Summer. Pero no se usó un hechizo desorientador en esa, lo cual resulta bastante extraño.

-¿Estás seguro de que nada indica una segunda pelea?

-Bastante seguro, a menos que fuera una pelea en la que se usó únicamente un hechizo –confirmó Albus-. Hemos llegado a dos teorías de por qué el traidor pudo haber realizado tanto el encantamiento desorientador como su contra.

-¿Ah, sí?

-Sí, número uno: no sabía que el encantamiento desorientador no puede ser rastreado y lo retiró de Harry después de que cayó la armadura. La segunda sería que accidentalmente alcanzó a un amigo o aliado a quien no quería poner en peligro.

-Dudo que nuestro traidor tenga muchos de esos –comentó Severus-. ¿Algo más?

-No haría daño investigar las transfiguraciones tanto en el corredor de Transfiguraciones como frente a la cabaña de Hagrid –sugirió Albus.

Severus frunció el ceño.

-Dudo mucho que pueda encontrar algo ahí que tú y la profesora McGonagall no hayan visto.

-Pero podrías oír algo. Acerca de eso o del encantamiento de cambio de color.

-¿Has considerado que podría tratarse simplemente de una chica ajustando su maquillaje? –recalcó Severus-. Podría haber decidido que el tono de su lápiz labial no era el correcto para la ocasión o que su esmalte de uñas no combinaba bien con sus sombras.

-Sé que el encantamiento de cambio de color probablemente no sea importante –admitió Albus-. Pero las transfiguraciones podrían serlo. Sólo mantén los oídos alerta.

Severus asintió.

-Una cosa más. Necesito saber cuáles son las materias opcionales de los de quinto año.

-¿Todas?

-Cuidado de las Criaturas Mágicas y Estudios Muggles, por lo menos.

Obedientemente, Albus sacó otra vez el libro de los estudiantes.

-Llegaremos tarde a cenar.

-Estoy seguro de que quedará suficiente comida y siempre podemos visitar después la cocina.

-¿Primero Gryffindor? –Albus guiñó un ojo-. ¿O prefieres Slytherin?

-Ravenclaw –respondió Severus calmadamente-. Son los que tienen más probabilidades de haber pasado por el corredor de Transfiguraciones después de una hora de estudio.

-Muy bien, entonces, Ravenclaw –anunció el director-. El señor Ahles, Ursus toma Estudios Muggles y Aritmancia.

-¿Cuidado de las Criaturas Mágicas no? –preguntó Severus-. Qué decepcionante.

-¿Por qué debería serlo? –preguntó Albus, confundido.

-Bueno, con un nombre como Ursus –sonrió Severus-. Hagrid lo habría amado.

Albus rió.

-Pero el latín de Hagrid es muy básico. La señorita Downs, Dunja, Adivinación y Runas Antiguas. Ahí tienes a tu primera candidata de la hora de estudio. Luego tenemos a la señorita Dorris, Sheila, con Estudios Muggles y Runas Antiguas y al señor Farman, Jens, lo mismo.

-Estudios Muggles parece sorprendentemente popular este año –recalcó Severus.

-Muchos de los Ravenclaws no están muy inclinados por el trabajo al aire libre –contestó Albus, encogiéndose de hombros ligeramente-. Y muchos de los Hufflepuffs tienen miedo de la clase de Hagrid. Pero la negativa de los Slytherins a tomar Estudios Muggles vuelve a equilibrar el asunto. La señorita Gale, Bianca toma Aritmancia y Runas Antiguas.

-Ahora bien, eso me suena más Ravenclaw.

-La señorita Hutchings, Minx, Cuidado de las Criaturas Mágicas y Aritmancia –continuó el director.

-Bueno, eso definitivamente hará feliz a Hagrid.

-La señorita Lovegood, Luna, Cuidado de las Criaturas Mágicas y Runas antiguas. Probablemente somos afortunados de que no haya elegido Adivinación –comentó Albus-. Quién sabe lo que Sybil podría haberle metido en la cabeza. El señor Norris, Raphael, Cuidado de las Criaturas Mágicas y Adivinación, y el señor Svenson, Lars, Estudios Muggles y Aritmancia.

-¿Entonces, Dunja Downs y Bianca Gale son las únicas que tenían hora de estudio? –Severus suspiró-. No mis principales sospechosas, precisamente.

-Pero esas son buenas noticias, ¿no? –preguntó Albus-. Mantiene bajo tu número de sospechosos. ¿Cuál Casa quieres a continuación?

-Slytherin –decidió Severus.

-Déjame ver –Albus dio vuelta a la página-. Ah, sí, la señorita Ardley, Calpurnia, Cuidado de las Criaturas Mágicas y Aritmancia, una combinación bastante típica de Slytherin. Luego tenemos a la señorita Crowsand, Paula, también Cuidado de las Criaturas Mágicas y Aritmancia.

-No estaba sospechando de Paula, de todos modos –suspiró Severus.

-El señor Elvers, Nicholas, Aritmancia y Runas Antiguas. He ahí a un sospechoso.

-Por asesinato de Death Eaters, tal vez –gruñó Severus-. El muchacho es huérfano por causa de los Death Eaters. Uno de los últimos ataques antes de la caída de Voldemort. Busca vengarse de ellos, no unírseles.

-Bueno, ¿qué hay del señor Mattels, Hieronymus, también con Aritmancia y Runas Antiguas?

-Mejor, pero parece tener una coartada para el segundo incidente –Severus suspiró-. ¿Quién más?

-La señorita McKinnon, Laurissa, Cuidado de las Criaturas Mágicas y Aritmancia y la señorita Morrel, Lupa, Cuidado de las Criaturas Mágicas y Runas Antiguas.

-Otras doces que deben hacer feliz a Hagrid –recalcó Severus-. Y él probablemente es el único profesor que estará contento con Lupa. Los períodos de concentración más cortos que he visto en mi vida, incluyendo a Greenie.

-Sus notas no son tan malas –comentó Albus.

-Es inteligente –explicó Severus-. Muy inteligente. Si tan solo pudiera sentarse quieta y estudiar durante media hora, estaría entre nuestros primeros promedios.

-¿Otra víctima de abuso? –preguntó Albus entristecido.

-Probablemente –suspiró Severus-. ¿Sabes? Bajo las leyes muggles podríamos hacer algo al respecto.

-El Ministerio sabe lo que hace.

-Por supuesto –el sarcarsmo en la voz de Severus era difícil de pasar por alto.

Había visto al Ministerio fallar con demasiada frecuencia, ¿y cómo podía ser efectivo contra el abuso si solamente el niño que fuera víctima, una ver que fuera mayor de edad, o un padre podía reportarlo?

-¿Siguiente? –le preguntó a Albus, tratando de distraerse.

-El señor Perkins, Marvin, Cuidado de las Criaturas mágicas y Runas Antiguas, el señor Renard, Remy, Cuidado de las Criaturas Mágicas y Aritmancia, la señorita Soerens, Nike, Cuidado de las Criaturas mágicas y Runas Antiguas y el señor Syrer, Patrick, Aritmancia y Runas Antiguas. ¿Realmente tenemos que revisar Gryffindor y Hufflepuff también? –Albus estaba empezando a sentirse hambriento.

-O lo hacemos ahora o me das una lista después –amenazó Severus.

-¡Oh, Mally es haciendo lista! –una vocecita chillona anunció desde alguna parte detrás de Albus-. Mally es necesitando algo que hacer por señores.

La elfina doméstica aparentemente había estado atizando el fuego. Era una de los elfos más jóvenes en el servicio de Hogwarts y era conocida por ser problemática.

No era que Mally no estuviera ansiosa por servir. Era una elfina muy dulce y amaba trabajar, pero infortunadamente propensa a los accidentes. Su asignación original había sido en el personal de la cocina, pero pronto le había sido prohibido entrar ahí debido al hecho de que lo que cocinaba era simplemente incomible. En realidad no podía dosificar las especias adecuadamente y tendía a confundir el azúcar y la sal. Después de ser forzados a tirar cinco pasteles de chocolate enteros debido a su fuerte sabor salado, los elfos de la cocina declararon en forma unánime que ella tenía que ser reasignada.

Por lo tanto, Mally había terminado entre el personal de limpieza que trabajaba directamente bajo las órdenes de Argus Filch. Se había aplicado con entusiasmo a fregar pisos y paredes, pero seguía derramando accidentalmente los baldes. Después de la tercera vez de que el conserje resbalara en uno de sus charcos, se le había prohibido trabajar con agua, lo cual redujo sus deberes a encender fuego y recoger la ropa sucia.

-Mally es haciendo, ¿sí?

Albus le guiñó un ojo, divertido.

-¿Sabes escribir?

-Sí, Mally es sabiendo cómo escribe –la elfina asintió con entusiasmo-. Mally es haciendo, ¿sí?

-Muy bien –asintió Albus-. Entonces toma algo de pergamino y... –dudó-. Un lápiz –decidió entonces-. Y copia esta lista y la que está en la página siguiente. Cuando termines, deja la lista junto a la cama de Severus en el dormitorio de Slytherin, pero que no te vean hacerlo y no le digas a nadie sobre este trabajo.

-¡Sí, señor! –chilló Mally alegremente-. Mally es no diciendo nadie. Mally es buena elfina.

-Por supuesto que lo eres –Albus le sonrió y Mally resplandeció de orgullo.

Draco lucía malhumorado cuando Severus finalmente llegó al gran salón.

-¿Dónde estabas? –le exigió de inmediato.

-Te contaré después –respondió Severus, con una significativa mirada hacia sus curiosos compañeros-. Es una larga historia y quiero tu opinión acerca de algunas de las cosas que descubrí. En este momento, tengo demasiada hambre.

-¡Sniff! –concordó Greenie, retorciéndose en sus manos en un intento por llegar a la comida.

La sopa ya estaba enfriándose, descubrió Severus tan pronto como le sirvió de comer al erizo. Pero pasaría una noche muy hambrienta si no comía.

-Entonces, ¿cómo te fue con tu padre? –le preguntó a Draco para distraerse.

-Se enteró de la tutoría –gruñó Draco.

-Bueno, sabíamos que pasaría –comentó Severus.

-Dice que las barreras son fáciles –suspiró Draco.

-Lo son –concordó Gregory-. Lupin dice que estoy obteniendo notas promedio con ellas. Mis mejores notas en toda la historia.

-Porque tu madre te enseñó algunas cuando eras pequeño –Draco hizo un puchero-. Mi padre sólo me enseñó cómo romperlas.

-¿Alguno de ustedes ha visto ya a Neville? –intervino Severus antes de que el mal humor de Draco tuviera consecuencias para Gregory.

-No, creo que todavía está en la enfermería –respondió Draco, señalando con la cabeza hacia el lugar vacío en la mesa de Gryffindor-. Pero Potter está bien. Ya nada más cojea un poco. A veces no puedo creer la suerte que tiene.

-Sí, es casi como si fuera inmortal o algo así –Pansy frunció el ceño.

-Hablando de Potter y su asesino –dijo Theodore repentinamente.

Los otros lo miraron sorprendidos. Había estado sombrío toda la tarde, respondiendo sólo con monosílabos, y eso si reaccionaba, y había estado jugando con la comida en su plato en lugar de comer. Nadie había esperado que empezara a hablar otra vez tan de repente.

-Puede que él sea inmortal, pero nosotros no lo somos –continuó Theodore, indiferente ante las miradas sorprendidas-. He estado pensando sobre ese "traidor", como lo llaman todos, y creo que es tiempo de que alguien lo detenga.

-¿No eres tú el que me dijo que quería que atrapara a Potter primero? –le recordó Severus.

-Sí, pero eso fue antes de que lo meditara –insistió Theodore-. No estabas ahí hoy, Severus. Ese yeti pudo haber hecho pedazos a cualquiera de nosotros. A ese traidor no le importa a quién ponga en riesgo además de Potter y es sólo cuestión de tiempo para que algún espectador inocente salga lastimado o muerto. No quiero ser yo, pero ya que es muy posible que el traidor esté en nuestra clase, estoy especialmente en riesgo.

Theodore miró a sus compañeros, la mayoría de los cuales no le sostuvo la mirada.

-No es así –dijo Severus en el incómodo silencio.

-¿Cómo lo sabes? –preguntó Estella, jugando nerviosamente con su tenedor-. ¿Cómo puedes estar tan seguro?

-Simple –Severus sonrió-. Tú, Balise, Gregory, Vincent, Theodore y Juliana estaban en Artimancia cuando la escoba de Potter fue cortada. Ya que no pueden estar en dos lugares al mismo tiempo y sé que nadie salió de esa clase, ninguno de ustedes pudo haberlo hecho. Draco, Pansy y Millicent estaban conmigo cuando esa armadura cayó. Todavía no llegábamos a la esquina y no puedes lanzar un encantamiento a través de los muros, aparte del hecho de que no podíamos ver dónde estaba Potter en ese momento.

Sonrisas de alivio aparecieron en las caras de varios compañeros. Estaban empezando a respirar más tranquilos.

-Pero esa no es toda la clase –recalcó Estella-. Te olvidas de alguien.

Miradas alarmadas se dirigieron a ella, y luego pasaron lentamente hacia Alice Mortimer mientras los Slytherins comprendían uno por uno quién faltaba en la lista.

Alice los miró con los ojos muy abiertos.

-Alice fue la primera en sugerir que era uno de nuestra clase –les recordó Draco-. ¿Por qué querría atraer la atención hacia sí misma, si fue ella quien lo hizo?

-Tampoco tiene ninguna buena conexión con los death eaters –agregó Severus-. Voldemort no escogería a un completo extraño. Lo más probable es que el traidor sea alguien de una familia que ha estado sirviéndolo por algún tiempo, el hijo o nieto de un sirviente confiable.

-¿Cómo sabes que los Mortimer no han estado trabajando para él todo este tiempo? –desafió Estella.

Severus podría haber dicho que conocía a todos los principales death eaters, o simplemente insinuar que tenía conexiones, pero eso habría revelado el hecho de que todavía recordaba su vida adulta. Si esa información llegaba hasta Lucius, perdería su cubierta. Estaba absolutamente seguro de que el traidor no era uno de sus compañeros de clase, pero había muchos otros estudiantes a su alrededor que podían escuchar e incluso alguno que no fuera el traidor podría reportárselo a Lucius o decir sin mala intención algo incorrecto a la persona incorrecta.

-Draco lo sabría –respondió en cambio-. Tiene conexiones y dice que nadie antes ha mencionado a los Mortimer.

-Entonces, ¿crees que es un compañero de otra Casa? –dijo Theodore observando a los Ravenclaw de sexto año.

-Podría ser –admitió Severus-. Pero, personalmente, sospecho de LaCroix.

-No estaba en nuestra clase de Cuidado de las Criaturas Mágicas –le recordó Pansy.

-Tenía hora de estudio –respondió Severus-. Lo vi en los corredores después de que la clase ya había comenzado.

-Nicodemus Hanson fue llamado a la oficina del director hoy después del almuerzo –les informó Juliana-. Yo digo que es él.

-Hieronymus Mattels –sugirió Blaise-. Se ha estado manteniendo aislado todo el año. Difícilmente se muestra ya en la sala común.

-Pero pasa la mayor parte del tiempo con su hermano –señaló Theodore-. Yo digo que es Finnigan. Se ha estado comportando en forma extraña en Pociones todo el año. Preparando esa poción controladora de mentes todo el tiempo y lamiéndole las botas al profesor Malfoy.

-Mucha gente adula a los profesores y las pociones oscuras son interesantes –argumentó Millicent-. ¿Pero quién dice que Maximius no está involucrado? Podría estar ayudando a Hieronymus con los ataques.

-Los Gryffindors no –insistió Theodore-. Ellos nunca adulan a los profesores Slytherin. Es alguna clase de código de honor que tienen, creo. Sigo diciendo que es Finnigan.

-Finnigan –concordó Vincent-. ¿Qué opinas tú, Draco?

Draco parpadeó por un momento, entonces escogió casi al azar un sospechoso de su lista.

-Gaia Ushton. O tal vez Curtis Marston, o Bran Lewis, Orson o Parker.

-Casi todos esos son de tercer año, Draco –gruñó Blaise con burla.

-Exactamente –asintió Draco-. Ya saben cómo hacer un encantamiento cortador, pero nada mucho más poderoso. Y encantamientos cortadores son precisamente lo que el traidor ha estado usando en la mayor parte de sus ataques. ¿No creen que Finnigan o Hieronymus tendrían algo más efectivo en su arsenal? ¿Por qué autolimitarse a encantamientos cortadores? Yo digo que nuestro traidor no tiene nada mejor, esa es la razón.

-¿Pero por qué Ya-sabes-quién confiaría en un tercer año? –preguntó Alice-. ¿No preferiría a alguien mayor? ¿Por qué no usa a Draco, por ejemplo?

-Porque probablemente él ya sabe que yo no lo haría –declaró Draco-. Puede que no me gusten los sangresucia, pero no soy un asesino. Supongo que alguien ya debe haberle informado que no pienso unirme a él.

Gregory lo contempló con los ojos muy abiertos.

-¿No quieres ser Death Eater?

-No –respondió Draco-. He estado pensando que ser jugador de quidditch o maestro sería mejor para mí.

-¿Por qué? –preguntó Gregory-. Los Death Eaters son geniales.

-Los Death Eaters terminan muertos, Gregory –recalcó Severus.

-Los Death Eaters pelean –dijo Draco-. Y en un combate ves morir a mucha gente. Ya fue bastante duro para mí ver a Potter caer de su escoba. Hoy realmente me asusté cuando ese yeti se soltó. Esto simplemente no es para mí.

-Yo corrí –dijo Blaise, mirando su plato-. Tú te quedaste. Si ser un Death Eater no es para ti, ¿entonces, qué hay de mí?

-No tienes que convertirte en Death Eater –sugirió Severus-. Ninguno de nosotros pensará mal de ti si escoges un camino diferente. Y tampoco nadie puede culparte por haber corrido. Nosotros somos los astutos, ¿recuerdas? Son los Gryffindors los que se supone que deben ser valientes.

-Y ellos corrieron también –concordó Estella-. Hasta Weasley, que se supone es el mejor amigo de Potter.

-Pero apuesto a que el padre de Weasley no espera de él que se convierta en un Death Eater –dijo Blaise tristemente-. O en un auror –agregó después de un momento-. Él puede simplemente ir a trabajar a la tienda de bromas de sus hermanos, o en alguna polvorienta oficina del Ministerio como su padre, o jugar quidditch con Draco.

-¿Y? Simplemente dile a tu padre que no –aconsejó Draco-. Dile que no eres lo bastante valiente y que preferirías hacer trabajo de oficina.

Pero Blaise continuó con la mirada en su plato.

-Creo que tampoco soy lo bastante valiente como para hacer eso –murmuró.

-Cobarde –siseó Pansy, y Blaise se estremeció.

-¿Y dónde estabas tú cuando nosotros peleábamos contra el yeti? –la desafió Estella-. Enfréntalo, Pansy, tú tampoco eres una heroína. Tal vez ninguno de nosotros lo es.

-Greg es valiente –dijo Millicent-. Él se quedó.

-Greg se quedó porque es demasiado estúpido como para saber cuándo asustarse –gruñó Theodore-. Death Eaters estúpidos tampoco son buenos para el Lord Oscuro.

-Pero no soy un cobarde –declaró Gregory con orgullo-. Soy estúpido, pero valiente.

-Eso no es verdadero valor –protestó Juliana.

-Sí lo es –decidió Vincent-. ¿O tú piensas que los Gryffindors son diferentes?

-Greg no es Gryffindor –le informó Millicent a Vincent-. Es un verdadero Slytherin.

-Nadie ha dicho que no lo sea, Millicent –le dijo Alice-. Vincent sólo dijo que es tan valiente como los Gryffindors.

Severus casi rió. El agente de Voldemort estaba en realidad empezando a trabajar en contra de su amo sin proponérselo. Con un poco de ayuda, era muy probable que muchos de los Sytherins que estaban en la escuela en ese momento repensaran sus planes de llegar a ser Death Eaters.

Continuará...

Notas:

¿Nicodemus dijo la verdad? ¿Por qué esperaba Sevi que a Hagrid le agradaran ciertos estudiantes? ¿Y podrá cumplir Mally con la tarea que le asignó Albus? (sugerencias sobre la identidad del traidor, como siempre, serán leídas con gran interés pero no serán respondidas, aún). Por favor, comenten.

En el próximo capítulo:

Severus obtiene de Remus un permiso para la biblioteca, Draco no cree que sea muy útil buscar al profesor Rosetta en su oficina y Lucius tiene una charla con el traidor.