¡Todo esto es de JKR, no mío! Excepto por unos pocos personajes que agregué.

Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka, perdón por no haberlo mencionado desde el principio de MNS, creo que adopté la idea de forma subconsciente.

El cuervo de Severus pertenece a J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometí devolverlo ileso.

Los catar, sin embargo, son míos y los amo, así que, por favor, no los uses sin pedirme permiso primero.

Nota de la autora:

Nos estamos acercando al final, gente. Pronto sabremos quién es el traidor.

Nota de la traductora:

Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Double 0 Seve... rus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), su dirección es silverfoxkabsi.at

Capítulo 20: DENTRO DE LA TORRE DE GRYFFINDOR

Severus alcanzó a Susan en el camino de regreso a la sala común después del desayuno. Como siempre, estaba muy dispuesta a hacer cualquier cosa por él a cambio de la tarea de Defensa. La tarea de Pociones ya no valía la pena. Después de todo, Lucius siempre pedía unas pocas líneas sobre cualquier cosa levemente relacionada con el tema. Juliana incluso había logrado un positivo por copiar un párrafo de una columna de consejos sobre maquillaje.

-No estoy segura acerca de la primera vez –reportó Susan-. Realmente no la conectamos con el ataque hasta un poco después y no estábamos realmente preocupados para entonces. El segundo fue durante Pociones y la clase era un caos. La poción de Denis Creevey había explotado y el lugar era un desastre. Muchos estudiantes, especialmente Gryffindors, habían sido salpicados con la poción y todos estaban ocupados tratando de secar o limpiar sus pertenencias. Dennis estaba refrescándose la mano en el fregadero, así que corríamos al baño por agua. Tuve suerte de sentarme lejos de los Gryffindors, por lo que la poción no llegó hasta mi escritorio. Eso me dejó libre para lavar el escritorio de Lyra y Odessa, mientras Odessa lavaba la poción de la cara de Lyra.

Severus palideció.

-¡Su cara!

-No fue nada –le aseguró Susan-. Sólo una gotita en su mejilla y, aparte de estar algo caliente, no hizo nada.

-¿Y qué hizo Lucius al respecto? –Severus suspiró, tratando de no pensar en lo que podía haber pasado.

-Bueno, le dio a Denis una detención y lo llamó idiota sangresucia –Susan sonaba un poco dudosa.

Severus se tragó los primeros tres comentarios que llegaron a su mente y decidió cambiar ligeramente el tema.

-Etnonces, Dennis estuvo en el fregadero todo el tiempo. ¿Recuerdas qué otros Gryffindors salieron lastimados y tuvieron que ir a la enfermería?

Susan cerró los ojos tratando de revivir la escena.

-Dinah Rossburry. Ella estaba en el primer lavatorio del baño. Luego estaban Marty Mells, junto a ella. Él había estado trabajando con Dennis y fue probablemente el que salió más seriamente lastimado, aparte del propio Dennis. Juno Cornstet usó el tercer lavatorio para lavarse la poción de la manga, pero no creo que estuviera realmente lastimada. Regresó al salón antes de que la lección fuera cancelada. Recuerdo que ella estaba tratando de evitar que la poción derramada se extendiera más por el suelo cuando llegó el anuncio.

-¿Dinah y Marty estaban todavía en el baño en ese momento? –preguntó Severus.

-Sí, todavía estaban ahí cuando pasé en el camino de regreso a la sala común.

-¿Recuerdas a alguno de los otros Gryffindors? –presionó Severus-. ¿Sally Arden? ¿Alina Urrig? ¿Nelly Hayward?

-Alina estuvo chillando todo el rato por su bolsa de libros –Susan sonrió burlona-. Desafortunadamente, estaba justo en medio del charco de poción más grande de todos. Eventualmente logró lavar la poción de la mayor parte de sus cosas, pero todos los libros y pergaminos quedaron arruinados. La poción resultó volverse muy pegajosa al secarse. No recuerdo a Nelly o Sally, pero Carla quitó los calderos del fuego y Claudette recogió los ingredientes que sobrevivieron. Alex limpió la mesa de Dennis, Monty estaba con Dennis la mayor parte del tiempo. ¿Me falta alguno?

-Luke Denninger, Rudolph Rash y Killian Grayburn –recitó Severus sin dudar un segundo.

Susan se encogió de hombros.

-Lo siento, no recuerdo. Pero le preguntaré a mis compañeros.

Severus asintió.

-¿Asistes a Runas Antiguas?

-Sí.

-Entonces, ¿cuáles Gryffindors estaban en clase durante el cuarto incidente? ¿Lo recuerdas?

-Por supuesto –Susan sonrió con orgullo-. Nelly y Juno estaban justo frente a mí, luego Rudolph y Marty junto a ellas y Luke se sentó con Justin de Hufflepuff.

Severus asintió otra vez.

-Eso deja a Sally Arden y Killian Grayburn sin coartada. Cuando le preguntes a tus compañeros acerca de esa clase de Pociones, recuerda prestar atención especial a esos dos. Y trata de preguntar también acerca del primer incidente. Tal vez alguien recuerde algo.

Pero cuando Severus regresó a su dormitorio, agregó solamente el nombre de Sally Arden a su lista "oficial". Le preguntaría a McGonagall acerca de Killian Grayburn, pero dudada que ella hubiera olvidado mencionar su ausencia. Y mientras estaba con eso, también podía empezar a investigar a los de tercer año.

Afortunadamente, no tenía que ir a clase, así que ese era el momento ideal para encontrar a alguno de los profesores con los que necesitaba hablar. Solo tenía que decidir cuál. Tenía Encantamientos, Herbología y Defensa ese día de todos modos, lo cual quería decir que buscar a Flitwick, Sprout y Remus no sería problema. Eso dejaba a McGonagall y Pince.

McGonagall era la menos agradable y necesitaba a Pince para confirmar las coartadas de los de sétimo año, quienes naturalmente eran más sospechosos que los de tercero, pero estaba el asunto adicional de Killian Grayburn.

Al final fue una mirada a los horarios lo que lo decidió. Pince tenía a los Gryffindors y Ravenclaws de sexto año en ese momento y Severus no quería que Harry y sus amigos escucharan su conversación. Nadie sabía en podrían meterse si tuvieran una parte de la lista de sospechosos de Severus. Ya era bastante malo el que estuvieran investigando a Seamus por su cuenta.

McGonagall, por otro lado, tenía a los Gryffindors y Hufflepuffs de quinto año. Eso significaba que Severus incluso tendría una oportunidad de encontrar ahí a Draco, quien había ido a hablar con Ginny. Encontrar a Draco significaba no tener que enfrentar solo a McGonagall, lo cual Severus tendía a evitar. La profesora de Transfiguraciones no había sido desagradable con él en clase últimamente, pero Severus todavía la consideraba la profesora más aterradora que conocía. Sí, eso incluyendo a Lockhart, aunque la elección era difícil. McGonagall, después de todo, sabía lo que hacía, así que el riesgo de sufrir un accidente fatal en su clase era mínimo. Lockhart, por otro lado, era capaz de matar accidentalmente con un lumos. Pero era fácil engañar a Lockhart.

O tal vez era sólo que Severus nunca había tenido que sufrir el ser alumno de Lockhart. Enseñar junto con él ya era lo bastante malo.

Desafortunadamente, Draco no estaba ahí cuando Severus llegó a la puerta del salón de Transfiguraciones. Tampoco estaba McGonagall. Los de quinto año estaba afuera en el corredor, haciendo bastante obvio el que la puerta todavía estaba cerrada.

Ginny agitó la mano llamándolo desde un grupo de chicas que estaban un poco en el fondo y Severus fue a unírseles. Ese era, predeciblemente, un grupo de Hufflepuffs. Las chicas Gryffindor estaban justo frente a la puerta e ignoraban completamente a las Hufflepuffs.

-Buenas noticias, Severus –sonrió Ginny-. Nala tiene una muy buena amiga en tercer año y me la presentará a la hora del almuerzo.

Nala asintió alegremente.

-Te agradará Hannah. Es una chica tan dulce. Todos la aman. Si no tiene las respuestas que necesita, conocerá a alguien que sí.

-¿Hannah Hayhall? –preguntó Severus, y Nala asintió otra vez-. Hija de muggles, ¿no es así? Excelente. Una hija de muggles no tiene razón para encubrir al traidor.

Y tenía excelente memoria también, recordó Severus. Hannah era una pequeña niña de cabello oscuro cuyos intereses parecían incluir todo aquello que no se estuviera estudiando, pero aún así obtenía buenas notas la mayor parte del tiempo, gracias a su habilidad para reproducir casi todo lo que escuchaba en clase. Si tan solo estuviera un poco más interesada en sus notas, podría haber sido una excelente Ravenclaw, o incluso podría haber probado finalmente que era falso el cliché según el cual los Hufflepuffs eran estúpidos.

-¿En verdad piensas que algún Hufflepuff lo haría? –Olivia Mason lo miró con los ojos muy abiertos.

-La profesora McGonagall también estaba completamente convencida de que su casa estaba firmemente del lado de Potter –le dijo Severus-. Y ahora tenemos pruebas de que el traidor es un Gryffindor.

-Los padres de Harry también fueron traicionados por uno de sus compañeros Gryffindor –agregó Ginny-. Nunca puedes juzgar a alguien sólo por su Casa.

Los Hufflepuffs dirigieron miradas cautelosas hacia los Gryffindors. Colin Creevey trató de responder con una sonrisa tranquilizadora, pero Doris Meyer, quien estaba más cerca de él, se acercó un poquito más a su grupo, con aspecto nervioso.

-Ese ya está libre de sospechas, ¿sabes? –recalcó Severus-. Tiene coartada para tres de los ataques, es hijo de muggles y casi adora a Potter.

-Estaba ahí cuando la escoba de Harry fue cortada –argumentó Katarina Orloff-. Y anda acechando con esa cámara.

-Es uno de nuestros beaters –respondió Ginny-. Yo también soy parte del equipo de quidditch y no estás sospechando de mí, ¿o sí?

-Tú no eres una acosadora –insistió Katarina-. Colin es raro, te lo digo yo.

-Es hijo de muggles y un poco excitable –Severus se encogió de hombros-. Con el tiempo superará el choque de culturas.

-¿Crees que es uno de nuestro año? –preguntó Olivia nerviosamente.

-Apuesto a que es un chico –dijo Doris-. ¿Cómo podría una chica entrar a los dormitorios de los muchachos?

-¿Simplemente entrando cuando no hay nadie dentro? –sugirió Severus.

-Pero los postes de la escalera no la dejarían entrar –protestó Doris.

-¿Los postes de la escalera? –preguntó Severus.

-Oh, ¿te refieres a cuando los escalones se convierten en un tobogán? –exclamó Ginny-. Pero eso sólo cuando un chico trata de entrar a los dormitorios de las chicas. Las chicas pueden entrar a los de los chicos sin ningún problema.

-No, cuando las barandillas se cierran para bloquear la escalera –insistió Nala-. Y definitivamente sucede en ambas escaleras.

-No pasanada cuando entras a los dormitories de los muchachos –repitió Ginny-. Yo he estado ahí.

-¿En serio? –las Hufflepuffs la miraron con los ojos muy abiertos.

Ginny se sonrojó.

-Mis hermanos me mostraron sus dormitorios cuando llegué por primera vez y también fui a la escena del último ataque. No pasó nada.

-¿Entonces, Gryffindor tiene diferente sistema de seguridad que Hufflepuff? –ponderó Olivia-. ¿Pero por qué?

-¿Qué hay de Slytherin? –le preguntó Nala a Severus-. ¿Tus escaleras se cierran o forman un tobogán?

-Ninguna de las dos cosas –dijo Severus-. No hacen nada. He estado en los dormitorios de las chicas y he visto chicas en los dormitorios de los muchachos.

-Qué raro –decidió Nala-. Tendremos que preguntarle a algún Ravenclaw al respecto.

Sin embargo, Severus tenía un problema más grande en el cual pensar. ¿Cómo podía registrar los baúles de las sospechosas si había un encantamiento que impedía que los varones entraran a sus dormitorios? ¿Podía enseñarle a Ginny cómo forzar cerraduras? Pero las barreras en el baúl del traidor probablemente serían muy avanzadas y si realmente iban a usar el juego de quidditch como su cubierta, Ginny tendría que estar en el campo. No había oportunidad de que fuera pasada por alto la ausencia de una chaser.

¿Tal vez Estella? La chica era muy lista y lo bastante callada como para que su ausencia pudiera pasar desapercibida. Pero, pensándolo bien, no era tan hábil con el trabajo manual. Millicent tenía toda la discreción de un tambor redoblante y la ausencia de Pansy definitivamente llamaría la atención. Eso dejaba a Juliana y Alice. Tendría que empezar a practicar con ambas y ver cuál de las dos mostraba más aptitud.

¿O las escaleras dejarían entrar a un adulto? Todavía era profesor de la escuela. Si cambiaba a su forma adulta, podría tener oportunidad de entrar. Una pregunta más que hacerle a McGonagall.

La profesora de Transfiguraciones llegó tarde y envió apresuradamente a sus alumnos al salón con una mirada seria. Aparentemente, lo que fuera que le había impedido empezar su lección a tiempo no había sido agradable y ella estaba de muy mal humor. La mirada que le dirigió a Severus no era precisamente de bienvenida. Severus consideró huir de ahí y buscar a la profesora Pince después de todo, pero tenía que saber acerca de las escaleras.

Miró al pequeño erizo en sus brazos. ¿Por qué no se le había ocurrido dejar a su mascota cuando decidió hablar con McGonagall?

Greenie parpadeó sus ojitos verdes y preguntó:

-¿Sniff?

Severus decidió tomar eso como una expresión de aliento. Se deslizó dentro del salón después de los estudiantes y esperó cerca del escritorio de McGonagall mientras ella les entregaba ramitas para transformarlas en lagartijas. ¡Oh, recordaba muy bien esa desastrosa lección!

-¡Señor Snape! –McGonagall no lo notó hasta que dio vuelta para volver a su escritorio-. ¿Se está ofreciendo para repetir esta lección?

Varios Gryffindor rieron burlones. Obviamente sus compañeros Gryffindors habían estado contando historias.

-En realidad necesito hablarle –dijo Severus-. ¿Tal vez tendrá unos minutos mientras la clase practica?

-¿No tienes una clase en la cual estar? –demandó McGonagall.

-Tengo hora de estudio –explicó Severus-. Y el problema es bastante urgente. Es a causa de Potter, ¿sabe?

-¿Harry? –McGonagall asintió para darle a entender que había captado la indirecta-. ¿No eran Ron y Seamus los que estaban burlándose de ti por tus accidentes en Transfiguraciones?

-Es igual –declaró Severus, haciendo un pucherito-. Se comportan como si fueran los mejores porque pueden convertir un palo en una lagartija y yo no, pero ni uno solo de ellos puede preparar una poción pepper-up sin supervisión.

-¿Y tú puedes? –María Farson le sonrió burlona desde su asiento en la primera fila.

-Podría hacerlo con los ojos vendados –siseó Severus-. Y será mejor que vigiles tu ramita. Le están creciendo patas.

Mariah dejó escapar un gritito y recapturó velozmente su ramita fugitiva antes de que pudiera caer por el borde del escritorio, un peligro muy real para una criatura que no tenía ni ojos ni sentido del balance.

-Muy bien –cedió McGonagall-. ¿Por qué no me esperas en mi oficina mientras explico el experimento a mis sobreentusiasmados estudiantes? –con un movimiento de su varita, volvió a convertir las patas de la ramita de Mariah en madera inmóvil.

Unos cinco minutos después, la profesora McGonagall finalmente se sentó ante su escritorio en su oficina.

-Con eso deberán tardar unos diez minutos antes de empezar a gritar pidiendo ayuda –calculó-. Entonces, ¿qué quieres saber?

-Killian Grayburn –contestó Severus.

-¿Killian? ¿Qué hay con él? –preguntó McGonagall, sorprendida.

-Tengo una testigo que confirma las coartadas de casi todos los de cuarto año, pero no recuerda si Killian estaba en Pociones durante el segundo incidente –le dijo Severus tranquilamente-. Tampoco recuerda la lección de Transfiguraciones antes del primer incidente. De acuerdo con mi lista, sólo Sally Arden y Rudolph Rash no tienen coartada para eso, pero me gustaría que confirmaras la presencia de Killian durante la lección completa.

-Por supuesto, si Killian hubiera salido de clase en cualquier momento, yo lo habría dicho –McGonagall lucía ligeramente ofendida.

-Bien, entonces no tendré que agregarlo a mi lista de sospechosos –Severus asintió-. ¿Y los de tercer año que faltaron a clase o salieron durante el cuarto incidente?

-Caius Rude y Miles Miller –confirmó McGonagall-. Creía que Albus ya te lo había dicho.

-Lo hizo, pero estoy revisando otra vez toda la Casa de Gryffindor después del último ataque. Hemos estado concentrándonos demasiado en Slytherin y me preocupa que podamos haber pasado algo por alto.

-Colocamos un espía en la Casa equivocada –suspiró McGonagall-. Deberíamos haber tratado de transformar a Albus en lugar de a ti. Con un poco de astucia su ausencia habría pasado desapercibida.

-Albus no necesariamente haría un buen espía. Probablemente pasaría todo su tiempo escapándose a Honeydukes y jugando quidditch y olvidando la mitad de su lista de sospechosos todo el tiempo –Severus se encogió de hombros-. Pero tengo un problema más. La señorita Weasley dice que la escalera a los dormitorios de las chicas Gryffindor no dejan pasar a los muchachos.

-Eso es correcto –confirmó McGonagall-. Están encantadas de modos que los echen para evitar "travesuras".

-¿Me dejarían pasar en mi forma adulta?

-¿Qué?

-Tengo que registrar los baúles de mis principales sospechosos –explicó Severus-. No robaré nada y los baúles lucirán intactos cuando termine, pero necesito buscar cualquier pista de actividades de artes oscuras. Mi lista incluye varias chicas.

-¿Quieres que te deje entrar a la Casa de Gryffindor? Los estudiantes querrán saber por qué. Eres Slytherin, tú...

-Ya he arreglado todo. No tenías necesidad de saberlo. Pero yo no estaba enterado del encantamiento en las escaleras. Todo lo que necesito de ti es la información de si puedo o no subir esas escaleras. De otro modo, tendré que encontrar a alguna experta en forzar cerraduras en alguna parte de esta escuela y sólo tengo una semana.

-Podemos registrar los baúles como hizo Remus con su tercer año –sugirió McGonagall-. Sólo dime cuáles estudiantes necesitas investigar.

-Eso llamaría la atención. El traidor sería advertido en el momento en que abrieras el primer baúl y, a menos que resulte ser el primero que registres, tendrá tiempo de ocultar toda la evidencia.

-No me gusta esto –admitió McGonagall-. Es una invasión a la privacidad.

-Registré así casi toda la Casa de Slytherin y, aparte de Maximius Mattels, dudo que alguien lo haya notado.

-¿Maximius Mattels?

-Su trampa me envenenó. No tenía tiempo de volver a colocarla si quería llegar a tiempo a la enfermería. Asumo que lo notó.

-¿Veneno? –McGonagall lucía un poco verde-. ¿Tienes estudiantes que usan veneno en sus baúles?

-Los tengo –respondió Severus calmadamente-. Supongo que los baúles de tus estudiantes no serán tan complicados, ¿o sí?

-No, indudablemente, no –declaró McGonagall-. Sin embargo, no sé cómo reaccionará contigo el encantamiento. Ni siquiera sé quién lo colocó originalmente. Deja entrar a la Cabeza de Gryffindor, por supuesto, y Albus puede pasarlo también, pero él fue antes Cabeza de Gryffindor. No sé si admitirá a otro profesor.

-¿Conoces algunos buenos y confiables forzadores de cerraduras?

-Fred y George Weasley –respondió McGonagall inmediatamente-. Creo que Ginny también tiene alguna habilidad, aunque nunca ha sido una bromista pesada.

-Desafortunadamente Ginny no estará disponible en el momento en que planeo entrar a Gryffindor –suspiró Severus-. Probablemente tendré que entrenar a alguien para el trabajo?

-¿Qué tal la señorita Granger, entonces? –sugirió McGonagall-. Ella es perfecta y absolutamente confiable.

-Pero no tiene las habilidades necesarias. Forzar cerraduras es truculento. Necesitas concentración, paciencia, una fuerte sensibilidad a la magia y excelentes habilidades motoras finas. Una mano firme y buen oído son requerimientos básicos también.

-En ese caso, te recomendaría a Heathcliff Haley, si no es indispensable que sea una niña.

-¿Heathcliff Haley? –preguntó Severus, sorprendido. Ese ciertamente no era alguien a quien hubiera considerado.

-Primer año, Gryffindor –explicó McGonagall-. Tiene el extraordinario talento de oír todo lo que no quieres que oiga, la habilidad sin igual de introducir polvos pica-pica dentro de la túnica de Sandy Mortimer estando sentado dos filas detrás de ella y sin levantar la mirada de su alfiletero, la habilidad de concentrarse tan bien en sus excusas que nunca la pillas en una contradicción y la paciencia de romper un ensayo de cinco pergaminos de largo en trozos tamaño hormiga a pesar de las constantes y ruidosas propuestas del dueño del ensayo.

-Encantador –comentó Severus-. ¿Cómo sabemos que no es el traidor?

-Es hijo de muggles. No puede distinguir entre agitar la varita y sacudir la varita. Filius está empezando a dudar de su inteligencia, pero le he asegurado que es muy inteligente. Pero no puedo imaginarlo realizando un encantamiento cortador.

-Oh, bueno. Será mejor que empiece a buscar a mi forzadora de cerraduras –decidió Severus-. Gracias por su tiempo, profesora.

-Espera un momento, Seveurs –lo llamó McGonagall-. Al menos dime cuáles de mis estudiantes piensas investigar.

-Por el momento, Seamus Finnigan, Quintus Palmer, Vestalia Flemming, Ulric Keaton, Ambrosia Fundidor y Sally Arden –recitó Severus-. No he completado mi investigación sobre los de primero, tercer y sétimo año, todavía, así que no están en la lista y podría todavía retirar a algunos de ella, si consigo más información.

Después de informarle a Alice y Juliana del cambio de planes, Severus durmió durante otra lección de Historia de la magia acerca de la clasificación de las criaturas peligrosas. Severus habría apostado a que Hagrid podría explicar eso en menos de cinco minutos y manteniendo la atención de sus estudiantes todo el tiempo.

Mientras que tanto él como Draco fallaron en encontrar a la profesora Pince antes del almuerzo, Ginny no tuvo problema en encontrar a los Hufflepuffs, cuando los muchachos llegaron al gran salón, ella ya estaba sentada a la mesa de Hufflepuff, sonriendo y charlando alegremente.

Severus aprovechó esa vez para explicar el problema de las escaleras a Theodore y el resto. Los ojos de Neville se abrieron mucho con asombro mientras escuchaba la discusión resultante.

-¿Sospechas también de las niñas? –preguntó finalmente.

-Por supuesto –asintió Severus-. También pueden entrar a los dormitorios de los muchachos, después de todo.

Ginny fue con ellos tan pronto como terminaron de comer y reportó los resultados de su conversación con la pequeña Hannah.

-Hannah no asiste a Estudios Muggles –explicó-. Creo que es natural, ya que es hija de muggles. Pero le preguntará a una de sus amigas que sí asisten por la lista de los Gryffindors que estaban en clase. Aunque la clase de Transfiguraciones durante el cuarto incidente le da coartada a casi todos ellos. Sólo quedan Caius Rude y Miles Miller, y Hannah sabe que Miles asiste a Cuidado de las Criaturas Mágicas.

-Entonces no puede asistir a Estudios Muggles al mismo tiempo –concordó Severus-. Caius Rude no parece ser tampoco del tipo que asiste a Estudios Muggles, así que probablemente podemos ponerlos ya a ambos en nuestra lista.

La primera clase de la tarde para los Slytherins era Herbología con los Ravenclaws. Severus estaba ahora trabajando con Miranda Deering, lo cual era todavía menos agradable que trabajar con Eric Farran. La pubertad no le había hecho mucho bien a esa chica, decidió Severus.

Miranda tenía problemas para tomar decisiones. Empezaba a transplantar algo, cambiaba de opinion, metía la planta en otra maceta, lo deshacía otra vez y escogía la primera maceta a fin de cuentas. Entonces la ponía en un estante, la quitaba y la ponía en otro estante... y todo eso hablando sin parar un segundo.

Se sabía que hasta los más estoicos estudiantes acababan gritando y arrojando macetas luego de trabajar con Miranda por algún tiempo. La tercera vez que Miranda retransplantó una planta retransplantada, Severus logró hacerla llorar. Lisa Turpin tuvo la mala fortuna de ser asignada para acompañarla a la enfermería por una "poción anestésica... er... quiero decir, poción calmante para los nervios, por supuesto".

La apresurada corrección de la profesora Sprout no evitó que la clase estallara en carcajadas. De hecho, a Severus no le parecía que hubiera nada de "por supuesto" en cuanto a eso. Un anestésico podría ser justo lo adecuado para Miranda y toda la clase lo sabía, de eso estaba seguro.

Después de ese incidente, nadie se sorprendió de que Severus y Draco se quedaran después de clase diciendo que necesitaban hablar con Sprout. Los Ravenclaws probablemente asumieron que querían preguntarle cuándo les reasignaría finalmente nuevos compañeros.

-Hasta donde recuerdo, todos estuvieron en el invernadero todo el tiempo –dijo Sprout cuando le preguntaron por los Gryffindor de primer año antes del primer incidente-. Excepto... envié a dos de ellos a buscar más macetas del cobertizo. Heathcliff y Kevin, creo. Al principio me dio la impresión de que tardaban mucho en volver, pero después de que vi lo que hicieron al cobertizo y sus alrededores, no sé cómo pudieron hacerlo en tan poco tiempo.

-¿Crees que fueron Haley y Mallister? –preguntó Severus-. ¿Qué tan segura estás?

-No mucho. Pueden haber sido Heathcliff Haley y Charles Bowler. Estoy segura acerca de Haley, pero no conocía tan bien al grupo en ese entonces, de lo contrario, habría escogido a dos Hufflepuffs. Los Gryffindors de ese año eran un desastre. Corrían completamente enloquecidos. Minerva parecía capaz de controlarlos en tanto los mantuviera a la vista, pero en el momento en que daba vuelta, volvían a empezar con lo que habían dejado.

Severus y Draco intercambiaron una Mirada. Ambos habían escuchado a los Slytherins de primer año quejándose acerca de los Gryffindors y habían notado que eran un grupo ruidoso durante las comidas, pero no habían pensado mucho al respecto. Escuchar a una profesora quejándose así ponía a los Gryffindors de primer año en una nueva perspectiva.

¿Tal vez uno de ellos era capaz de realizar un encantamiento cortador, después de todo?

-Realmente no los conocemos –admitió Severus-. ¿Podrías contarnos un poco acerca de los integrantes de esa clase?

Afuera, los Gryffindors y Sltytherins de quinto año estaban agrupándose en una gran multitud. Draco agitó una mano saludando a Ginny y los Sltytherins.

La profesora Sprout abrió la puerta y asomó la cabeza.

-Sigan con los proyectos en los que estaban trabajando la lección pasada. Tengo que arreglar una detención con estos dos bromistas y eso podría tardar un poco.

Cerró la puerta otra vez y le sonrió a Severus.

-No se preocupen, son confiables. No se han metido en ningún lío desde que Ulric Keaton casi fue devorado por los helechos carnívoros el año pasado. Algunos de ellos todavía se niegan a entrar al invernadero. Así pues, ¿qué quieres saber acerca de los Gryffindors?

-Sólo quiénes son y qué problemas particulares hay con cada uno de ellos –Severus se encogió de hombros-. Cualquier cosa que parezca inusual. La profesora McGonagall ya me contó acerca de Haley, ¿pero qué hay del resto?

-Bueno, está el ya citado Kevin Mallister –suspiró Sprout-. Probablemente el peor, en mi opinión. Le gusta burlarse de los demás, se burla de ellos y disfruta especialmente cuando sabe que está lastimando los sentimientos de alguien. Su compañero usual de crímenes es Charles Bowler, quien prefiere formas más físicas para atormentar. El muchacho es completamente despiadado y rudo, pero, a diferencia de Mallister, no parece disfrutar realmente cuando lastima a alguien. Probablemente no se da cuenta de que ha ido demasiado lejos. Luego tenemos a Salvatore Antonelli, cuyo talento especial es salir de problemas a base de encanto. Es un excelente mentiroso. De hecho, dudo que tenga idea de cómo decir la verdad. Parece preferir las mentiras.

-Agradable combinación –comentó Draco-. ¿Y esos son todos los chicos?

-No, no todos ellos –Sprout suspiró otra vez-. Todavía tenemos a Hugh Arver. Usualmente deja en paz a sus compañeros, pero le gusta desafiar la autoridad. Los prefectos le temen y Aarhus ha tenido que retenerlo físicamente en varias ocasiones. Hay rumores de que Remus logra controlarlo únicamente porque amenazó con morderlo. Ni siquiera quiero saber qué hace Lucius con él.

-Probablemente nada –declaró Draco-. Rara vez nos dice que hagamos algo, de todos modos.

-¿Cuánto apostamos a que puedo resolverte ese problema? –sonrió Severus.

-Nada de grilletes para los pulgares. Ni azotes ni cruciatus tampoco –le recordó Sprout-. Bueno, luego tenemos a las chicas. Darla Johnson nunca presta atención y se niega a tomar nada en serio. A veces ni siquiera se presenta para las detenciones, porque "tenía algo más interesante que hacer". Sí, esa fue una cita textual. A Eileen McDarren le gusta maltratar a cualquiera que sea más pequeño que ella. Su pasatiempo especial es hacer llorar a los demás. Por lo que he visto hasta ahora, su blanco favorito es la pequeña Missy Clay, pero, de acuerdo con Minerva, lo que le hace a Missy no es nada comparado con la forma en que trata a Sandy Mortimer. Lemona Daring es agresiva y perezosa. He intentado todo lo que se me ocurre para motivarla, pero se niega a cooperar. A veces creo que me dificulta las cosas en forma deliberada. Christa Charter hace rabietas y se niega a trabajar con nadie que no sea Eileen. Sin embargo, si la pongo a trabajar con Eileen, eso generalmente significa que al menos uno de mis estudiantes terminará llorando y sangrando antes del final de la clase. Por sí sola, Eileen es problemática, en combinación con Christa, es peligrosa. La última integrante de la clase es Cornelia North, quien probablemente no sería ningún problema si hubiera terminado en cualquier otra Casa. Parece haber sido originalmente una niña normal y saludable, tal vez un poco pequeña para su edad. Eso, desafortunadamente, la convirtió en un blanco para los abusivos de su clase y, ya que está en la misma Casa y asiste con ellos a todas las lecciones, no hay forma de que pueda escapárseles. Está aterrorizada de sus compañeros, aislada y completamente infeliz. Como resultado, odia a Hogwarts y todo lo que tiene que ver con la escuela.

Después de discutir un poco, decidieron agregar a Heathcliff Haley, Charles Bowler y Kevin Mallister a la lista de sospechosos. Uno de ellos tenía coartada, pero ya que no estaban seguros de cuál era, parecía mejor vigilarlos a los tres. Para ese momento, la cuarta lección del día ya casi había terminado y el profesor Flitwick no estaba muy contento cuando llegaron con una nota apresuradamente firmada por Sprout, pero obviamente escrita por Draco.

Sin embargo, llegar tarde les dio una excusa para quedarse y hablar con el profesor después de clase.

-¿Están interrogando a todos los profesores otra vez por las coartadas de los Gryffindors? –preguntó Flitwick un poco sorprendido cuando le explicaron lo que querían-. Siguen siendo Vestalia Flemming, Quintus Palmer y Selina Mandrake. Todos los demás estaban en clase.

-Sólo queremos estar seguros –confirmó Severus-. Nuestros compañeros de segundo año Holly Sanders, Matt Simmons y Gordon Dorrge son muy sospechosos también.

Flitwick sacudió la cabeza.

-Estoy seguro de que los tres estaban en clase todo el tiempo. El señor Dorrge y el señor Simmons no prestan atención y ocasionalmente interrumpen la clase y el comportamiento del señor Sanders no es tampoco el mejor, pero ellos no podrían haber preparado la trampa.

Theodore realmente lucía sorprendido cuando llegaron a tiempo para Defensa.

-No había mucho que discutir con Flitwick –susurró Draco en su oído-. Sólo confirmó lo que averiguó Gregory con los de segundo año.

-Entonces, ¿ahora sólo necesitamos a los de sétimo año? –preguntó Theodre, un poco demasiado fuerte.

Algunos de los Hufflepuffs lo miraron con curiosidad.

-Quiero preguntarle a Remus también por los de segundo año –decidió Severus-. Tal vez él sabe algo que deje libre de sospecha a alguno de ellos. Ya tenemos demasiados sospechosos para investigar. A menos que el juego sea inusualmente largo, nos atraparán antes de que completemos la misión.

-¿Estás planeando ser atrapado? –chilló Theodore, atrayendo todavía más atención.

-No con nuestras manos en un baúl abierto, espero –respondió Severus-. Pero dudo que podamos salir de la Casa de Gryffindor sin que nos note nadie. No hay forma de que puedan advertirnos cuando termine el juego, así que lo mejor que podemos hacer es fingir que estamos visitando a Neville. Nuestra agente en el dormitorio de las chicas es quien estará en mayor riesgo, porque no tendrá excusa para estar ahí. Sería mejor si pudiera completar rápido su misión y luego unírsenos en el dormitorio de los muchachos antes de que lleguen los primeros Gryffindors. Si encuentran a todo nuestro grupo en la habitación de Neville, eso será menos sospechoso.

-La sala común sería mejor –comentó Draco.

-Pero nuestra primera advertencia será cuando alguien entre a la sala común. Esa persona notará si entonces corremos todos ahí desde los dormitorios. Mejor fingir que Neville simplemente estaba mostrándonos su dormitorio cuando lleguen.

Remus carraspeó y les dirigió una mirada de reproche. Era sorprendente la facilidad con la que se podía poner orden en una horda de Slytherins una vez ganado su respeto.

-Como les prometí, hoy voy a enseñarles cómo defenderse en contra de demonios –anunció-. Les explicaré métodos para desaparecerlos y también formas de crear barreras para mantenerlos alejados. Formas de realmente dañar a un demonio no serán parte de esta lección, ya que pretendo empezar a enseñarles la próxima semana algunos de los encantamientos de los que voy a hablarles hoy. Lastimar a un demonio generalmente requiere una gran cantidad de poder, más de lo que un mago o bruja promedio debería utilizar en un solo encantamiento. Algunos de ustedes podrían no ser capaces de liberar tanto poder en un solo intento, otros podrían agotar completamente sus reservas y no serían capaces de realizar otro encantamiento durante varios minutos. Incluso los más fuertes entre ustedes se debilitarían considerablemente. Generalmente no es aconsejable poner mucha energía en un solo encantamiento, y es especialmente arriesgado en una situación defensiva. Nunca se puede estar seguros de si el encantamiento tendrá el efecto deseado, o si el primer atacante es en efecto el único peligro presente. Un segundo ataque los sorprendería debilitados después del primer encantamiento y eso podría costarles la vida.

Varios Hufflepuffs palidecieron.

-Por lo tanto, voy a mostrarle las formas más eficientes en cuanto a energía para que puedan defenderse en lugar de las más espectaculares. Un demonio al que se ha hecho desaparecer no sufre por ello ningún daño, pero definitivamente está fuera de combate y eso es para bien. Una barrera tampoco lo dañará, pero los protegerá a ustedes contra un posible segundo demonio tan bien como contra el primero.

-¿Nos dirá cómo herir demonios si le preguntamos fuera de clase? –preguntó Blaise con entusiasmo.

-Podemos hablar sobre la teoría en nuestro grupo de discusión, pero no les enseñaré los encantamientos.

-Oh, por favor, profesor –suplicó Theodore.

-No puedo enseñarles algo que nunca aprendí, señor Zabini –Remus suspiró-. Nunca tuve un maestro en eso. Tal vez podrían preguntarle a Severus. Creo que su padre era verdaderamente un experto en demonios y probablemente conocía esos encantamientos. Tal vez le enseñó uno o dos.

Severus asintió.

-Sin embargo, bordean las artes oscuras y pueden ser muy desagradables también para quien los realiza. Mi padre ciertamente invocaba demonios para estudiarlos y por lo tanto necesitaba poder controlarlos. Para simplemente defenderse, él también recomendaba desaparecerlos. Es lo más rápido, lo más fácil y el método más permanente.

-Entonces, primero los encantamientos para hacerlos desaparecer –anunció Remus.

La lección fue muy interesante y Draco se olvidó por completo acerca de su lista de sospechosos. Afortunadamente, Severus recordó, aunque Remus de nuevo simplemente confirmó los nombres de Vestalia Flemming y Quintus Palmer.

Una visita a la biblioteca temprano a la manaña siguiente para ver a la profesora Pince resultó en que Eudora Scattering fue añadida a la lista como sospechosa final.

Severus y su grupo rondaban por las graderías de quidditch temprano antes del inicio del juego. De esta forma la gente recordaría haberlos visto si alguien se preguntaba luego en dónde estarían. Con suerte, simplemente asumirían que habían desaparecido en alguna parte entre la multitud.

Habían seleccionado a Juliana para que entrara a los dormitories de las chicas. Alice se ponía demasiado nerviosa al trabajar bajo presión. Sin embargo, en opinión de Severus, Juliana tampoco era particularmente talentosa. No era lo bastante rápida, pero gracias al excelente equipo de Hufflepuff y la prohibición a Harry para volar, el juego prometía ser largo. Eso debería darle todo el tiempo que necesitaba para abrir cuatro baúles. Pero, pensándolo bien, ¿cuánto tiempo le tomaría encontrar los correctos? Ginny le había dibujado un plano de los dormitorios de las chicas, pero, excepto por Ambrosia, no había podido señalar las camas de las sospechosas.

Mientras los primeros jugadores volaban al campo, los tres agentes secretos se deslizaron de nuevo dentro del castillo y encontraron a Neville afuera del retrato de la Dama Gorda.

-¿Slytherins, Neville? –se quejó de inmediato la Dama Gorda-. Sabes que eso no es aconsejable.

-Oh, vamos –Neville puso los ojos en blanco-. Tú misma eres la testigo que probó que el traidor es un Gryffindor. Mis amigos sólo están aquí para ayudar.

La Dama Gorda frunció el ceño, pero los dejó entrar. Juliana se deslizó primero por el agujero y se detuvo abruptamente, causando que Draco chocara contra ella.

-¿Qué pasa? –preguntó Severus, detrás de ellos.

Juliana se apartó apresuradamente para dejar entrar al resto del grupo.

-Es... erm... muy... rojo.

Ciertamente, lo era. Muy rojo y muy dorado.

-Levemente sobreostentoso –decidió Draco. Claramente, una frase que su padre le había enseñado-. Y rojo, sí.

-Bueno, así tenía que ser –respondió Severus-. Pero luce incómodo. El rojo es demasiado vibrante para decorar con él toda una habitación.

Neville se encogió de hombros.

-A mí no me molesta. Imagino que uno se acostumbra después de un tiempo. En realidad me gusta nuestra sala común.

-¡Sniff! –comentó Greenie y se escondió en un pliegue de la túnica de Severus.

-Hasta el erizo piensa que es verde –sonrió Juliana.

-Bueno, no tenemos que quedarnos mirándolo –declaró Severus-. No vinimos por el paisaje. Vamos a trabajar.

Juliana asintió y se apresuró a subir las escaleras de las chicas. Fue primero al dormitorio de las de sétimo año. Lo más probable era que el baúl de Eudora Scattering resultara ser el más difícil de abrir y, si la atrapaban en el acto, habían estado de acuerdo en que sería mejor que ocurriera en el dormitorio de las chicas de segundo año. Las de segundo año era menos probable que supieran encantamientos que Juliana no pudiera contrarrestar.

Severus y Draco siguieron a Neville hasta su dormitorio.

-Quiero empezar con Seamus –decidió Severus mientras subían las gradas-. Es el más sospechoso. Draco, tú puedes encargarte de los de primer año. Si alguno de ellos tiene algo en su baúl que no se abra después del segundo alohomora, llámame.

-Puedo forzar una cerradura tan bien como Juliana –protestó Draco.

-Lo sé, pero alguien de primer año no debería conocer ningún encantamiento para cerrar que resista un alohomora. Si uno de ellos está tan avanzado, quiero ver qué hay en su baúl.

-El dormitorio de primer año está justo tras esa puerta –señaló Neville-. Heathcliff y Kevin tienen las dos primeras camas. No sé acerca de Charles.

-Gracias –Draco le sonrió-. Lo encontraré. La mayoría de los de primer año tienen su nombre en su baúl, después de todo.

-¿Severus?

-¿Sí?

-Las camas son rojas también.

-Oh. Bueno, es el color de su Casa.

-¿Cómo puede alguien dormir en una cama roja?

-¡Sniff! –Greenie parecía estar despertando. ¿Tal vez había olido algo comestible?

-Supongo que no tienen opción y no la ves en la oscuridad.

El dormitorio de sexto año no era diferente. Cinco camas muy rojas en una habitación con decoración demasiado dorada. Al menos en opinión de Severus. A Neville no parecía molestarle, pero Neville había vivido ahí durante años.

-Ahí, esa es la cama de Seamus –Neville se sonrojó un poco-. La habitación está un poco desordenada, pero no podía decirles que limpiara porque esperaba visitas. Se fueron con algo de prisa, de todos modos. No querían perderse el inicio del juego, pero Dean no pudo evitar dormir más de la cuenta.

Severus se arrodilló frente al baúl y empezó a examinar el cerrojo. No lucía ni se sentía inusual en ninguna manera. O los encantamientos estaban muy bien disfrazados, o Seamus no esperaba que nadie registrara su baúl.

-¿No sospecharán de que no hayas ido con ellos?

-Difícilmente –Neville se sentó en su propia cama para observar-. Tienden a olvidarse de mí y saben que no soy particularmente aficionado al quiddicth. Si me recuerdan y se molestan en preguntarse en dónde estoy, probablemente asumirán que estoy viendo el juego con ustedes.

Un encantamiento revelador no brindó ningún resultado.

-Alohomora? –probó Severus y el baúl se abrió de golpe-. Esto es demasiado fácil.

-¿Por qué? –le dijiste a Draco que te llamara si un baúl no respondía al alohomora.

-Un baúl de alguien de primer año –le recordó Severus-. Alguien de primer año no se supone que deba conocer ya un encantamiento para cerrar avanzado, o un encantamiento cortador. Si encontramos a uno que sabe eso, hay una oportunidad de que conozca otros también. Seamus, sin embargo, es de sexto año y nuestro principal sospechoso. Se supone que conozca toda clase de encantamientos avanzados y que tenga cosas que esconder.

El baúl se Seamus estaba todavía más desordenado que su cama, lo cual significó que Severus no tuvo que ser cuidadoso acerca de volver a ponerlo todo de vuelta a su lugar exacto. Revisó los títulos de algunos libros, olió cautelosamente algunos ingredientes de pociones, hojeó un álbum de fotos y finalmente encontró algunas cartas de los padres de Seamus. Cartas separadas con remitentes distintos.

-¿Sus padres se están divorciando?

-¿Qué? –saltó Neville-. ¡Nunca lo ha dicho!

-Bueno, eso podría explicar su comportamiento. Con frecuencia he visto reacciones similares por divorcios, en los Slytherins al menos.

-¿No has encontrado nada sospechoso?

-Algunos de los libros están en la zona gris y los ingredientes no son necesariamente lo apropiado para un estudiante, pero nada realmente oscuro o ilegal. Es claro que tiene interés en las artes oscuras, pero mientras sea sólo curiosidad no hay nada malo con ello. ¿Dónde conseguiríamos profesores de Defensa si fuera ilegal estudiar la materia?

-Entonces, ¿probamos con alguno de los demás sospechosos?

-Ulric Keaton –decidió Severus-. Es el mayor de los sospechosos restantes.

En su camino al dormitorio de los de quinto año, Severus asomó la cabeza por la puerta abierta del dormitorio de primer año.

-¿Encontraste algo, Draco?

-Animales de peluche –Draco suspiró, obviamente molesto-. Tarjetas de ranas de chocolate, gobstones, naipes de snap explosivo, libros para colorear, juguetes plásticos, hasta un libro de láminas. ¿Qué hace alguien de once años con libro titulado "Micky va al Zoológico"?

-Algo sospechoso, quise decir –aclaró Severus.

-¿No te parece que Micky sea sospechoso? –sonrió Draco-. Hey, ¿dónde está Greenie?

-Lo tiene Neville –Severus se encogió de hombros-. Sabes de qué clase de sospechoso estoy hablando.

-No, nada de ese tipo. Hasta sus peluches son principalmente de colores claros.

-De acuerdo, estaré en el dormitorio de los de quinto. Encuéntranos ahí cuando hayas terminado aquí.

Ulric, amablemente, tenía una placa con su nombre en su baúl, que se abrió con un ligero alohomora y un golpecito contra el cerrojo de estilo muggle. Sin embargo, el olor de lo que había dentro hizo que Severus deseara que no hubiera sido así.

-Ew, ¿por qué no les da sus calcetines sucios a los elfos domésticos para que los laven? –preguntó Neville, y se tapó la nariz con la mano que no estaba sosteniendo a Greenie.

-¿Tal vez el olor es su protección contra espías como nosotros? –sugirió Severus.

-Apúrate –urgió Neville-. Ni siquiera Greenie puede soportar el olor.

-Por supuesto que no puede. Su nariz es su más importante herramienta de orientación. Es mucho más aguda que la nuestra –replicó Severus-. ¿Qué cosa es esto?

Eso consistía en piezas de metal, cuerda y cinta adhesiva. Neville se quedó mirándolo.

-¿Un revoltijo enredado? –aventuró-. ¿O un enredo revuelto?

-Parece estar hecho con algún propósito –discordó Severus-. ¿Tal vez es para alguna broma?

-¡Tal vez es la próxima trampa! –chilló Neville-. Ten cuidado, podría estar envenenado.

-Ni siquiera tiene bordes afilados. Si se supone que sea parte de una trampa, tendría que sostener algo y no hay nada más que luzca sospechoso.

-Entonces llevémonoslo y cierra el baúl –sugirió Neville.

-No, sabría que lo registramos, si no lo encuentra –Severus devolvió la cosa a su posición original.

-Terminé con los de primer año –Draco estaba en la puerta-. Nada interesante a menos que te interese una colección de envolturas de caramelos.

-Terminamos aquí también –reportó Severus mientras cerraba el baúl de Ulric Keaton-. Vamos al tercer año. ¿Puedes bajar la escalera hasta donde veas la entrada? No te alejes mucho, sólo lo suficiente para que veas el retrato cuando se abra. No esperes a ver quién entra, sólo regresa y avísanos.

-¿Y qué haremos entonces? Si tratamos de huir, nos verán.

-Entonces correremos a la habitación de Neville y fingiremos que hemos estado sentados ahí durante algún tiempo.

El baúl de Caius Rude fue fácil de identificar y Neville encontró un segundo baúl etiquetado, pero no había pista de cuál de los demás pertenecía a Miles Miller.

-Tendremos que abrirlos –decidió Severus-. Pero déjame revisar primero el de Rude.

-Puedo abrirlos por ti, si todo lo que requiere es un alohomora –ofreció Neville.

-De acuerdo, pero no actives ninguna alarma. Si algo se ve extraño, déjamelo a mí.

Caius parecía sentir fascinación por la antigua Roma. Había libros, fotos, incluso algunos torpes dibujos de romanos, edificios romanos, artefactos romanos. Caius incluso había escrito un ensayo acerca de los emperadores romanos. Severus se preguntó si eso le podría ganarle puntos extra por parte de Binns. Probablemente no, ya que los muggles romanos no formaban parte del currículum de Hogwarts. Pobre Caius. Tanto esfuerzo para nada. Bueno, tal vez había aprendido algunas cosas acerca de su tocayo César.

También había un pequeño álbum de fotos que mostraba a la familia de Caius, sus mascotas y unas pocas fotografías de Caius y sus amigos de Hogwarts. Severus no tocó un pequeño espejo mágico. Habría sido interesante ver quién lo contestaba, pero si esa persona realmente era un death eater, tendría verdadera curiosidad por saber qué estaba haciendo Severus con el espejo de Caius.

-Esto luce un poco más sospechoso que los otros dos, pero todavía esta lejos de las cosas que encontré en Slytherin. Ninguno de ellos está en posesión de verdaderos artefactos oscuros.

-No puedo abrir este –reportó Neville-. Tiene que ser el baúl de Miles. Es el único que no he revisado todavía.

-Un momento –Severus devolvió rápidamente el álbum a su lugar y cerró el baúl.

Se acercó al baúl todavía cerrado y realizó un encantamiento revelador sobre el cerrojo. Nada. Aparentemente, no tenía ningún encantamiento.

-¿Qué encantamientos probaste y cuáles fueron los resultados?

-Bueno, empecé con alohomora, pero el cerrojo sólo sonó y no se abrió. Entonces probé con apero, luego con declaudos. Las dos veces no hubo ningún resultado. Habría tenido que dejar a Greenie en el suelo para intentar algo más fuerte que eso y no creo que queramos que corra por aquí.

-Definitivamente, no –concordó Seveurs y se agachó frente al cerrojo. Podía ver la cerradura, pero no dónde se cerraba el mecanismo.

Pasó la mano por el cerrojo, luego alrededor del baúl. No sentía ninguna magia en ninguna parte. Un encantamiento revelador sobre el baúl completo tampoco dio ningún resultado.

Severus se sentó en el suelo y contempló al molesto baúl.

-¿Snifff? –preguntó Greenie, retorciéndose en los brazos de Neville por tratar de llegar a Severus.

-Todavía no, Greenie. No hemos terminado. Estoy tratando de comprender qué está mal con este baúl. No hay razón por la que debería estar cerrado todavía... a menos que... –Severus sujetó el cerrojo y tiró-. ¡Ajá!

Lo soltó y golpeó con ambas manos simultáneamente los dos lados del baúl y éste se abrió.

-¿Cómo se te ocurrió eso? –se sorprendió Neville.

-Experiencia. Tu alohomora abrió el cerrojo, pero el baúl es tan viejo que la tapa no encaja bien y se atasca.

El interior era igual de decepcionante.

-Ropa, un ajedrez, algunos pergaminos y frascos de tinta de reserva.

-Ese último es un poco demasiado grande para un frasco de tinta –recalcó Neville.

Severus levantó un poco más la túnica que envolvía los frascos.

-Tienes razón. Es otro de esos frascos de píldoras muggles.

-¿Drogas?

-Tal vez. Pero Miles es hijo de muggles, así que podría ser una prescripción de un sanador muggle.

-Entonces, ¿qué significa?

-Que no hemos encontrado nada sospechoso en este baúl. Probemos con el de Quintus Palmer.

Casi chocaron con Juliana al salir.

-Lo hice –ella estaba muy contenta-. Fueron mucho más fáciles que los baúles con los que practiqué.

-Excelente –dijo Severus sin detenerse-. ¿Qué encontraste?

-Eudora Scattering tiene la más grande colección de frascos de perfume que he visto en mi vida.

-Tal vez no todo eso realmente sea perfume –insinuó Seveurs-. ¿Algo relacionado con las artes oscuras?

-Nada. Libros. Eróticos, para ser precisos. La clase de cosas con las no que no quieres que te pillen tus padres.

-Así que los lee en la escuela, donde no pueden descubrirla –Severus asintió y abrió la puerta del dormitorio de segundo año-. ¿Las otras?

-Ambrosia Fundidor acumula dulces como Eudora acumula perfumes. Te traje un paquete de osos gummy. Tenía seis, dudo que lo vaya a notar.

-Te amo, Juliana –comentó Severus mientras registraba rápidamente los baúles buscando etiquetas con nombres-. Parece que tendremos que abrirlos todos. Alohomora. ¿Qué hay de Sally Arden?

-Algunos libros de artes oscuras. Pero nada que las enseñe en realidad. Eran principalmente de historia de las artes oscuras. ¿El baúl de quién estamos buscando?

-Quintus Palmer –indicó Neville-. Alohomora.

-Oh, este pertenece a un tal Peter Starwood –dijo Juliana, un poco decepcionada.

-Y ese era el de Gordon Dorge y este otro es de Matt Simmons –reportó Severus.

-Este es. Lo encontré –anunció Neville.

Juliana y Severus empezaron a caminar hacia el baúl que Neville acababa de abrir, pero nunca lo alcanzaron.

-¡Ahí vienen! –Draco entró corriendo a la habitación-. ¿No era que estaban ustedes en el tercer año?

-Hecho –respondió cortante Severus y les indicó que se dirigieran a la puerta-. Aprisa, Neville, cierra el baúl.

Se apresuraron a pasar por la escalera.

-Quinientos a veinte –gimió alguien desde abajo-. No puedo creer que Hufflepuff nos aplastara en esa forma. ¡Hufflepuff!

-Ni siquiera quiero pensar en lo que va a pasar si tenemos que jugar contra Slytherin sin Harry –ese sonó como si ya estuviera en la escalera.

Severus cerró la puerta detrás de ellos mientras Neville se lanzaba sobre su cama. Juliana siguió su ejemplo y se sentó en la que estaba frente a la de él. Severus se dejó caer al suelo entre ellos y Draco se sentó junto a Neville.

-Luzcan inocentes –ordenó Severus. Recogió a Greenie de brazos de Neville y lo puso en el suelo frente a él-. Anda, Greenie, explora.

Juliana sacó una bolsa plástica de su bolsillo.

-¿Alguien quiere un oso gummy?

-Seguro –sonrió Neville-. Gracias.

Severus dudó por un momento, pero entonces tomó también un oso gummy.

-Tenemos que hablar de algo inocente –titubeó Neville.

Draco miró a su alrededor buscando un tema.

-Hey, ¿qué es eso? –se estiró hacia una pieza de pergamino ligeramente chamuscada que yacía cerca de la chimenea.

-Oh, sólo una carta que Ron iba a quemar cuando salieron para el juego –respondió Neville mientras Draco tomaba el pergamino y lo alisaba-. Cuando salieron sin él, lo tiró y salió corriendo tras los demás. Me figuro que quería que se quemara por completo, pero cayó fuera de la chimenea y tuve que apagarlo con un extinguo.

-Muy bien –Draco sonrió burlón mientras la puerta se abría detrás de él-. Vamos qué escribió la querida mamita Weasley.

Continuará...

Notas:

¿Qué podrá ser el revoltijo enredado? ¿De dónde vino el libro ilustrado? ¿Y quién está a punto de entrar al dormitorio? Por favor, comenten.

En el próximo capítulo:

Severus tiene que explicar los efectos que tiene un oso gummy sobre su magia, Draco es atacado y Lucius tiene que actuar rápido para salvar a su traidor.