¡Todo esto es de JKR, no mío! Excepto por unos pocos personajes que agregué.
Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka, perdón por no haberlo mencionado desde el principio de MNS, creo que adopté la idea de forma subconsciente.
El cuervo de Severus pertenece a J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometí devolverlo ileso.
Los catar, sin embargo, son míos y los amo, así que, por favor, no los uses sin pedirme permiso primero.
Nota de la autora:
Esto podría ser una sorpresa para algunos de ustedes, pero aquí está el último capítulo. Ahora, voy a plantear una encuesta: ¿quieren que escriba un epílogo, o no? A muchos lectores les desagradó el epílogo de "Mi nombre es Severus" y este sería en la misma época y con los mismos personajes. Sólo díganme en sus comentarios si debería escribirlo o no. Si no escribo el epílogo, me tomaré un descanso de dos semanas antes de empezar a escribir la mini secuela de Dragón Fugitivo.
Nota de la traductora:
Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Double 0 Seve... rus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), su dirección es silverfoxkabsi.at
Capítulo 21: EL TRAIDORCon un grito de furia, Ron se lanzó contra Draco desde la puerta.
-¿Pero qué...? –empezó Harry, confundido, antes de reaccionar-. ¡Ron!
Sin embargo, Ron no parecía escucharlo. Sujetó la garganta de Draco y apretó. Dean y Seamus estaban boquiabiertos, mientras Draco luchaba por aire retorciéndose y pateando.
Juliana chilló. Severus sacó su varita, pero dudó para usarla. No quería lastimar a los muchachos.
Después del primer momento de shock, Harry y Neville sujetaron a Ron y trataron de apartarlo, pero las patadas desesperadas de Draco les estorbaban más de lo que ayudaban.
-Stupefy! –gritó Severus, apuntando a Ron y deseando no golpear a nadie más en la confusa pila en movimiento.
Pero el encantamiento no lastimaría a ninguno de ellos. Si alcanzaba al blanco equivocado, simplemente tendría que intentarlo de nuevo y disculparse después.
El resultado, sin embargo, fue inesperado. Los cuatro muchachos cayeron inmóviles al suelo.
Severus parpadeó. ¿Cómo era que su encantamiento había sido tan fuerte? El oso gummy en su boca de repente ya no sabía para nada tan dulce e inocente.
Dean y Seamus se habían recuperado de la sorpresa inicial y separaron las manos de Ron de la garganta de Draco. Aparentemente, no se habían dado cuenta de que Severus nunca había esperado que el encantamiento fuera tan poderoso.
Los cuatro muchachos todavía respiraban. Severus también respiró aliviado.
-Guau, no tenía idea de que se pudiera hacer eso con un solo stupefy –comentó Seamus-. Todavía no muestran señales de despertar.
-Uno no puede hacer eso con un solo stupefy –admitió Severus-. Puse demasiada magia en el encantamiento y olvidé pro completo que estaba comiendo un oso gummy. Mi única intención era acertarle a Ron de modo que Neville y Harry pudieran apartarlo.
Dean contempló la bolsa de osos gummy con nuevo respeto.
-Esas cosas deberían venir con una advertencia, si eso es lo que le hacen a un simple stupefy.
-El accio de Neville con el oso gummy no se amplificó tanto –recordó Seamus.
Severus se preguntó cuánto más debería admitir. Para él era claro lo que había pasado. Los osos gummy aparentemente eran conductores mucho más fuertes que la mayoría de las varitas.
-Tal vez es como los núcleos de las varitas –sugirió Juliana-. Severus tiene más afinidad que Neville con los osos gummy, así que trabajan mejor para él.
-No necesariamente –Severus decidió que, después de todo, no tenía caso esconderlo. La gente experimentaría con los osos gummy en un futuro y tarde o temprano lo comprenderían-. Neville es un estudiante de talento promedio, tal vez incluso un poco más bajo que el promedio. Mi magia es mucho más fuerte. Sospecho que el efecto de los osos gummy crece exponencialmente con la cantidad de magia que posee un mago. Probablemente deberíamos advertirle a Dumbledore que no los use.
Seamus tragó con dificultad.
-¿Qué tanto más poderoso que tú es Dumbledore?
-Más –declaró Severus. No se suponía que supiera el nivel exacto de poder del director, si era sólo un estudiante, ¿verdad? Y realmente no podía dejar saber cuán poderoso era él mismo. Había pocas personas que tuvieran una idea clara de qué tan poderoso era en verdad el director, después de todo.
-¿No crees que deberíamos revivirlos? –sugirió Dean señalando con la cabeza a los cuatro muchachos en el suelo-. Quién sabe cuánto tiempo van a quedar noqueados.
Esa era, efectivamente, una buena idea. Si no sabían cuánto tiempo duraba el efecto del encantamiento, no podrían calcular con exactitud su fuerza exacta y, por lo tanto, no podrían deducir cuánto poder había usado Severus una vez que desarrollara una fórmula para el uso mágico de los osos gummy.
-Tienes razón –confirmó Severus-. Veamos su podemos. Ennervate.
Draco parpadeó, y luego masajeó su garganta con una mano.
-De acuerdo, sabía que la comadreja tenía mal carácter, pero eso fue un poco extremo. ¿Qué es lo que tiene la carta?
Severus se encogió de hombros y se inclinó hacia Neville.
-Ennervate.
Dean, entre tanto, hizo lo mismo por Harry.
-No, Carlson, todavía no –Seamus detuvo a Juliana, quien se estaba inclinando para revivir a Ron-. Creo que será mejor que esperemos hasta que ustedes se hayan ido. Sólo por si acaso todavía está de mal humor cuando despierte.
-Es por el juego –explicó Harry, pasando sus manos por su revuelto cabello blanco en un vano intento por darle alguna clase de orden-. Está realmente de mal humor porque fuimos superados tan aplastantemente por Hufflepuff. Creo que realmente necesitaba golpear algo y tú fuiste simplemente el primer blanco que se le puso por delante. ¿Qué están haciendo aquí, por cierto?
-Quería enseñarles algunas de las fotos que mi abuela envió con su última lechuza, así que les pedí que vinieran a la sala común. Cuando vi lo sorprendidos que estaban con la decoración, decidí darles un pequeño tour por la torre y mostrarles mi habitación –Neville era un mentiroso sorpresivamente bueno-. Pensé que teníamos mucho tiempo antes de que volvieran ustedes, y que no habría ningún problema.
-Ah, estás tratando de impresionar a Carlson, ¿eh? –rió Seamus.
Neville se sonrojó.
-Er... yo... en realidad...
-En realidad, le interesa Alice –sonrió Juliana-. Pero no la alcanzó a la hora del desayuno, así que tuvo que conformarse con nosotras.
Neville se sonrojó todavía más.
-Creo que será mejor que me entregues la carta de la señora Weasley –sugirió Harry-. Se la devolveré a Ron y le confirmaré que no llegaste a leerla. Eso debería calmarlo.
-No es de su mamá después de todo –dijo Draco, recogiendo el pergamino otra vez-. Es de su hermano Percy.
-¿De Percy? –repitió Harry, sorprendido-. ¿Por qué le escribiría Percy otra vez? Le envió una lechuza hace apenas dos días.
-Tal vez es esa carta –sugirió Draco y se la entregó a Harry.
-Pero Ginny dijo que ella quería guardarla. Se la llevó a su dormitorio. ¿Por qué querría Ron quemar una carta que es tan preciosa para Ginny? –Harry dio vuelta al pergamino para leerlo y palideció. Se sentó en su cama dejando caer la carta-. No.
Los otros intercambiaron miradas de confusión.
-¿Harry? –preguntó Neville con preocupación cuando el muchacho no dijo nada más.
Harry sólo lo miró.
Severus recogió la carta. Estaba un poco chamuscada, pero la mayor parte era legible. Con un poco de conjetura, era fácil reconstruir todo el texto.
Querido Ron:
Confío en que este búho te encuentre bien, a pesar del infortunado último fallo. Sé que estás consciente de la importancia crítica de tu misión y que haces todo lo que está en tu poder para realizarla. Recuerda también las recompensas que nos aguardan a ambos una vez que esté cumplida exitosamente. No flaquees en tu lealtad, no importan cuánto te ponga a prueba nuestro Amo. Nosotros sólo somos sus humildes siervos y herramientas en sus loables esfuerzos por limpiar nuestro mundo. Mantén en mente cómo todo el futuro de nuestra familia depende de tu éxito. Sólo tú y yo podemos redimirlos e, inclusive, aunque no acepten ahora nuestras acciones, luego nos lo agradecerán. En efecto, piensa en nuestra hermana y el ventajoso matrimonio que tendrá una buena oportunidad de realizar, si esto le gana la aprobación de nuestro Amo. No dejes que viejos sentimentalismos se atraviesen en tu camino. El chico Potter solamente te ha usado y ha tomado para sí toda la gloria por tus acciones. Su muerte te liberará de una carga y te dará la oportunidad de finalmente comprender tu potencial. Sus pretensiones de amistad no te aportarán nada más que una muerte dolorosa cuando te encuentres en medio de la guerra que está por estallar. Debemos permanecer firmes en el lado ganador, si hemos de redimir a nuestra confundida familia. En cuanto a la chica sangresucia, yo no molestaría a nuestro Amo con eso en este momento. Estoy consciente de su potencial y, si ella sobrevive a la guerra, yo podría estar de acuerdo en apoyar tu petición a nuestro Amo una vez que nuestra posición y el matrimonio de Ginny estén asegurados. Recuerda, sin embargo, que mezclar nuestra sangre pura con semejante suciedad muggle no complacería a nuestros amigos ni a nuestro Amo. Pero su talento y tu registro de excelente servicio podrían convencer a nuestro Amo de hacer una excepción. Por lo tanto, es realmente crucial que continúes sirviendo lealmente y que cumplas tus deberes a la perfección. También deberías tratar de ganar la confianza y amistad de otros apreciados por nuestro Amo. Podrían ser aliados valiosos más adelante. Tu oportunidad con el señor Malfoy es excelente, ojalá la tuviese yo. No la desperdicies. Pero, por encima de todo, por el cumplimiento de tus deseos y por el bien de toda nuestra familia, Harry Potter debe morir lo más pronto posible. Confío en que ya habrás tomado las medidas necesarias para asegurar eso.
Tu afectuoso hermano,
Percy de la antigua y noble Casa de Weasley
-Ron es el traidor –Severus levantó la mirada, entonces miró a Ron, que estaba empezando a moverse en el suelo-. Lo atrapamos.
-¿Ron? –Draco sonaba incrédulo.
Severus le entregó silenciosamente la carta.
Neville, Seamus y Dean se amontonaron y se empujaron unos a otros tratando de leer por encima del hombro de Draco.
-Necesitamos atarlo –les recordó Juliana-. No dejen que se escape.
Ron aparentemente estaba más consciente de lo que parecía. Al oír las palabras de Juliana, saltó y corrió hacia la puerta.
-Petrificus totalus! –Severus todavía tenía un resto de oso gummy en la boca y Ron cayó de nuevo como una piedra.
-Le avisaré al director –decidió Draco-. Ustedes, chicos, asegúrense de que no escape.
-No puedes ir por aquí solo –lo detuvo Severus-. Los Gryffindors te confundirán con un intruso.
-Yo iré –decidió Neville-. ¿Cuál es la contraseña?
-Todavía "oso gummy", hasta donde recuerdo –respondió Severus-. Apúrate. El director querrá saber esto lo más pronto posible.
-Miembros del personal, por favor, preséntense en la sala de profesores en diez minutos –la voz de Dumbledore resonó por todo el castillo-. Importante reunión de personal en diez minutos.
Lucius levantó la mirada de la carta que estaba escribiendo. ¿Una reunión importante? ¿Qué podía ser esta vez?
-¿Cucaracha?
-No, no te voy a dar una cucaracha –Lucius creía que finalmente había descifrado por qué ese cuervo idiota seguía repitiendo esa palabra en particular. Aparentemente, Snape solía usar esos molestos insectos como golosinas para cuervos y erizos.
-¿Carta?
-Desafortunadamente para ambos, ahora no tendré tiempo para terminar esta –informó Lucius al pájaro-. Tengo que asistir a otra de esas estúpidas reuniones de personal.
-¡Estúpido Cucaracha!
Lucius estaba empezando a desear no haber insultado al pájaro con tanta frecuencia.
-No, eso no es lo que quieres decir realmente. Quieres decir "¿me das una cucaracha, por favor?".
-¡Estúpido Cucaracha!
Bueno, la frase era definitivamente demasiado difícil para un pájaro. ¿En qué estaba pensando? ¿Pero qué pensaría Snape si regresaba y escuchaba al cuervo decir "estúpido cucaracha"?
-Te odio, pájaro –decidió Lucius.
-¡Corvus! ¡Estúpido Cucaracha!
-¿Qué?
-Siempre agrega el agua primero o tus ingredientes para pociones se quemarán –aconsejó Corvus.
-Eso es básico. Soy un profesor de Pociones. ¿Crees que no lo sé?
-¡Estúpido Cucaracha!
Lucius comprendió de repente que estaba tratando de razonar con un pájaro. Gimió, escondió la cara entre las manos y deseó que esos no fueran los primeros síntomas de locura.
-¿Reunión? –inquirió Corvus.
¡Oh, cierto! Lucius se detuvo justo a tiempo antes de darle las gracias al pájaro por recordárselo y salió de la habitación, tomando de paso la lista de sus clases más recientes. No era que pudiera haber habido algún ataque, pero era mejor aparentar que pensaba que podía tratarse del asesino.
-¡Estúpido Cucaracha!
Cuando no hubo respuesta al último insulto, Corvos simplemente esponjó sus plumas y saltó al escritorio para robar la carta comenzada. Quería ver a Cucaracha buscándola. Eso sería divertido.
-¿Qué pasa? –preguntó Lucius, sonando apropiadamente preocupado cuando entró a la sala de profesores.
-Creo que debe haber habido otro ataque. Al menos eso es lo que creen los estudiantes –la profesora Sprout todavía llevaba su bufanda de Hufflepuff y tenía algunas boronas de pastel en ella. Aparentemente, había regresado directamente de la fiesta de victoria de Hufflepuff.
-Pero esta vez no se le dijo a los estudiantes que regresaran a sus salas comunes –recalcó el hombre lobo, que una vez más se las había arreglado para apoderarse de la mejor silla al lado de la chimenea.
Flitwick asintió desde el otro lado de la habitación.
-Quizá sea sólo un asunto de disciplina. Alguno de los Gryffindors se salieron un poco de control luego de su derrota. Tuve que sujetar mágicamente a un grupo de primer año que estaban apedreando a una niña Hufflepuff y dudo que ese fuera el único incidente.
-Esa debe haber sido la pequeña Missy –asintió Sprout-. Afortunadamente sólo sufrió un raspón en un brazo, pero a Phelan casi lo empujaron escaleras abajo dos muchachos mayores y Kenny llegó a la fiesta con un labio partido y se niega a decir qué le pasó.
Pince asintió.
-Tenemos que tomar medidas para prevenir esta clase de abuso en el futuro. Los niños parecen ser más violentos cada año.
Remus sacudió la cabeza.
-Es la Guerra. Todos están asustados y más agresivos. Los niños simplemente no saben cómo manejar eso.
-Tú no ves a mis Ravenclaws comportándose de esa manera, ¿o sí? –replicó Flitwick-. O los Hufflepuffs. De hecho, tampoco recuerdo a los actuales Slytherins haciendo algo como esto. Insultos y falta de respeto, sí, y la pelea ocasional, pero no formando verdaderos grupos violentos. Los Gryffindors se han vuelto salvajes.
-Son una Casa temperamental –concedió Remus-. Y tienen menos autocontrol que los Slytherins, pero no los llamaría salvajes. La mayor parte volvieron calmadamente a su sala común. Son los de primer año los que se están volviendo un problema.
-Los dos que atacaron a Kenny no eran de primer año –insistió Sprout-. Hemos sido demasiado permisivos con los Gryffindors durante años, pero sólo Severus vio eso. Él era el único que los metía en cintura. Y miren ahora lo que pasa sin él. Los Gryffindors están atacando estudiantes inocentes en los corredores, se venden a Quien-no-debe-ser-nombrado, tratan de asesinar a los suyos sin siquiera detenerse a pensar de las vidas adicionales que ponen en riesgo.
-No hay nada que indique que más de un Gryffindor se haya unido a los death eater –señaló Remus, pero la atmósfera en la sala de profesores se estaba volviendo más y más en contra de Gryffindor.
-Son un montón de mocosos malos –gruñó Filch desde la esquina detrás de Lucius-. Ninguna otra Casa recibe tantas detenciones.
-Son rudos e irrespetuosos –concordó Trelawney.
-Ya, ya. No son tan malos –dijo Hagrid, pero solía decir la misma cosa acerca de dragones, perros de tres cabezas y escogrutos de cola explosiva-. Sólo son incomprendidos.
-Ponen en peligro a los otros estudiantes –contestó Sprout.
-Necesitan más disciplina –declaró Vector.
Lucius estaba empezando a sentirse seriamente preocupado, pero antes de que la situación se agravara más, el director, McGonagall, y Snape entraron. Un muy adulto Snape, a pesar de que todavía llevaba consigo ese erizo verde.
Ese descubrimiento distrajo a Lucius del mucho más peligroso hecho de que Dumbledore no estaba guiñando y casi se traicionó a sí mismo cuando el director hizo un anuncio completamente inesperado.
-Atrapamos al traidor.
Hubo vítores alrededor.
-¿Quién es? –preguntó el profesor de Estudios Muggles-. ¿Finnigan? ¿Rash?
-No y no, Julian. Alguien de quien nunca hubiéramos sospechado –Dumbledore sacudió la cabeza-. Es Ronald Weasley.
-¿Un Weasley? –preguntó Sprout.
-¡Pero es el major amigo de Harry! –protestó Hagrid.
-Imagino que puede probar eso –declaró Lucius, calmado en el exterior, mientras su mente se apresuraba a calcular posibles escenarios. El asesino estaba perdido, pero debía haber alguna forma de que pudiera mantener su cubierta.
-Por supuesto –Dumbledore sacó una pieza de pergamino ligeramente chamuscada-. Severus, ¿serías tan amable de traer al señor Weasley? Tengo esta carta: "Querido Ron..."
Mientras el director empezaba a leer, Snape se dirigió calmadamente a la puerta, la abrió y metió a Ron Weasey sujetándolo por el cuello de la túnica.
-Gracias, Barón.
Ron estaba pálido como una sábana. Sus manos estaban atadas detrás de su espalda, pero sus pies estaban libres. Lucius no quería saber qué había hecho exactamente el Barón Sangriento para impedirle huir.
Dumbledore simplemente siguió leyendo hasta que llegó a "el señor Malfoy".
-Me pregunto por qué Percy habrá pensado que tienes alguna importancia para la opinión de Voldemort, Lucius.
-¿Yo? –Lucius puso su mejor cara de dignidad ofendida-. No puede ser... Tal vez estaba hablando en el contexto de las esperanzas matrimoniales de su hermana. Debe estar conciente de que Draco nunca se casaría en contra de mis deseos y pretendía advertir al muchacho en contra de causarme una mala impresión acerca de su familia. Sí, eso debe ser.
-ya veo –Dumbledore asintió y siguió leyendo-. Ciertamente, menciona mucho el asunto del matrimonio de Ginny, aunque parece que estaba hablando acerca de los planes matrimoniales de Ron justo antes.
-Bastante obsesionado con el matrimonio, ¿verdad? –comentó Julian-. Se pensaría que es una bruja vieja.
McGonagall le dirigió una mirada de disgusto, que Julian no notó gracias a su usual falta de atención.
Dumbledore ignoró el comentario y terminó la carta. Entonces miró a Ron a los ojos.
-¿Comprende lo que ha hecho, señor Weasley?
-Mi deber hacia mi familia y el mundo mágico. Usted perderá, Dumbledore, y todos los que están de su parte morirán. No voy a permitir que mi familia esté entre ellos.
-Esas trampas no fueron su idea –dijo Dumbledore, aparentemente calmado-. ¿De quién recibió instrucciones?
Ron miró a Lucius buscando ayuda.
-¿Y bien, muchacho? –siseó Lucius-. ¿Es que tienes miedo de incriminar a tu hermano? Él ya ha brindado suficientes pruebas en contra de sí mismo.
Ron asintió.
-Sí, fue Percy. Recibí mis instrucciones de Percy.
-Muy bien –Dumbledore suspiró-. Señor Ronald Weasley, acaba de admitir repetidos intentos por asesinar a un compañero estudiante. Queda por lo tanto expulsado de la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. ¿Minerva?
Con los labios fuertemente apretados, McGonagall entregó una varita ligeramente destartalada al director, quien la partió en dos con un rápido encantamiento cortador. La varita destelló una última vez, como protestando. Ron Weasley no pudo reprimir por completo un sollozo cuando los pedazos resonaron contra el suelo.
-Informaré al Ministerio y a sus padres. Los aurors sin duda enviarán a alguien para recogerlo en las próximas horas –anunció el director.
-¿Los aurors? –Ron palideció-. No tengo edad para ser enviado a Azkaban. ¡No puede hacer eso!
-No, pero existen instituciones para peligrosos criminales menores de edad como tú en el continente –le informó Remus-. El Wizengamot ha hecho arreglos así en casos anteriores. Creo que el último caso fue el de un muchacho que asesinó a su padre hará unos cuarenta años. Fue a un centro de detención en Siberia después de su juicio, me parece.
Ron gimió.
-¡No, por favor! No pueden hacerme esto. Piensen en mi familia. Mi padre es su amigo.
-Estoy muy seguro de que tu padre comprenderá la necesidad de hacer esto, no importa cuánto los lastimen a él o a tu madre tus malas acciones –declaró la profesora Sprout, con los ojos llenos de lágrimas-. ¿Cómo pudiste hacerle esto a una familia tan amorosa como la tuya?
-Creo que estábamos equivocados al asumir que nuestro traidor tenía que ser una víctima de abuso o un niño rechazado de un hogar roto –Dumbledore suspiró otra vez-. Esperábamos automáticamente que el traidor fuera un Slytherin cuando al final fueron los esfuerzos de los Slytherins lo que nos llevó a su descubrimiento y captura.
-Me parece, entonces, que le debemos una disculpa a Slytherin –respondió Remus-. Y quizá algunos puntos.
-También a Neville Longbottom y quizá a Ginny Weasley, de Gryffindor –agregó Snape-. Y sería una buena idea declarar públicamente la inocencia de Seamus Finnigan, quien ayudó en la captura, después de todo.
Dumbledore finalmente sonrió otra vez, aunque era una sonrisa bastante débil.
-Parece ser que tu Casa tendrá una oportunidad de ganar la Copa de las Casas este año después de todo, Severus.
Lucius seguía callado y calmado externamente durante toda esa discusión. Dentro de su cabeza, sin embargo, sus pensamientos corrían. Si Ron iba a juicio terminaría diciendo la verdad sobre la relación de Lucius en ese asunto. De hecho, podía escapársele en cualquier momento. Lucius tenía un trasladador de emergencia que llevaba constantemente en su bolsillo. Podía usarlo para escapar y esconderse, si el muchacho lo traicionaba, pero eso significaría renunciar a todo. Su influencia, su buen nombre, su hogar y familia. Probablemente perdería su posición ante el Lord Oscuro, si su fortuna era confiscada y, gracias a su juicio por extorsión, su posición no era realmente buena, en primer lugar.
Por supuesto, si impedía que el muchacho hablara de más en ese mismo momento, no tendría necesidad de huir. Podría cumplir el resto de su castigo, que no debería ser mucho más ya que Snape obviamente había vuelto a la normalidad, y salir de ahí como si nada hubiera pasado.
Había una forma de arreglarlo todo, aunque era muy arriesgada. Si lo atrapaban en el acto, no habría forma de escapar. Pero, de todos modos, a veces había que arriesgarse.
Justo cuando Trelawney se levantó para dirigirse a la puerta, Lucius también se puso en pie de un salto.
-Por favor, discúlpenme –dijo, apresuradamente-. Acabo de recordar que dejé un caldero en el fuego. Será mejor que vaya a revisarlo.
En su prisa por salir corrió para pasar antes que Trelawney, lo cual lo forzó a moverse entre ella y Weaslye, quien todavía estaba con la espalda hacia la puerta mirando los trozos de su varita.
Los ojos de Ron se agrandaron sólo por un segundo cuando sintió a Lucius chocar con él y dejar un pequeño objeto de vidrio en sus manos atadas. Lo palpó cuidadosamente. ¿Un frasco?
¿Por qué Lucius le daría una poción? ¿Era veneno para matarlo antes de que pudiera tracionar a su Amo en el jucio?
¿Pero cómo esperaba que se lo llevara a la boca con las manos todavía atadas a la espalda? ¿No se daría cuenta cualquiera que lo desatara que tenía algo en las manos y se lo quitaría?
No tuvo mucho tiempo para contemplar su problema. Snape se hizo cargo de él otra vez y lo llevó a una pequeña habitación llena de estantes vacíos. La puerta se cerró detrás de él y escuchó la llave girar en la cerradura. ¿Así que ahora lo mejor que podía esperar era ser encerrado de por vida en algún lugar que fuera más confortable que Siberia? Había escuchado alguna vez que existía un centro de detención para magos delincuentes juveniles en alguna parte de Francia, pero ¿habría siquiera alguien que hablara inglés? Ron no sabía nada de francés.
Un tirón repentino desde su ombligo lo sacó de sus pensamientos, y lo dejó caer en una habitación lujosamente decorada. Con los ojos muy abiertos, Ron giró para encontrar una elfina flaca vestida con una harapienta funda de almohada mirándolo boquiabierta y con un plumero en la mano.
-¿Qué haciendo está aquí, señor?
-Hum... no lo sé –tartamudeó Ron-. ¿Qué lugar es este?
-Esta siendo la alcoba del señor Malfoy, señor.
Ron parpadeó.
-¿Estoy en Malfoy Manor? –sin embargo, sólo le tomó un momento recuperarse-. ¡Entonces, infórmale a tu señora de mi presencia y desátame, elfina!
-¿Carta? –demandó Corvus, pero Cucaracha no parecía estar de humor para buscar el pergamino destruido.
Lucius había realizado el encantamiento que activaría desde lejos el trasladador de emergencia en el momento que cerró tras de sí la puerta de su habitación. Ahora estaba a la mitad de hechizar un nuevo trasladador de emergencia. No se sentiría seguro antes de terminarlo y no podía dejar que ningún cuervo estúpido lo distrajera de eso. El reporte del desastre a Lord Voldemort podría esperar hasta entonces, sin importar lo urgente que fuera.
Cuando llegaron a cenar esa tarde, los estudiantes encontraron las mesas vacías y todos los profesores, incluyendo al profesor Malfoy y al profesor Snape, esperando en la mesa principal. Hasta la profesora Trelawney estaba ahí, cosa que causó alguna confusión entre los de primer año, que nunca antes la habían visto.
Los murmullos se extendieron desde las mesas de Gryffindor y Slytherin. ¿El traidor había sido capturado? Era Seamus Finnigan; no, Ginny Weasley; no, Neville Longbottom. No, no todos están equivocados. Seamus, Ginny y Neville fueron quienes lo atraparon. Era Ron Weasley.
Los Ravenclaws gruñeron con burla al escuchar esa información, los Hufflepuffs sacudieron la cabeza, incrédulos. Se escuchó a Nicodemus Hanson murmurar que le parecía bien lo que fuera, con tal de que el traidor dejara de molestar.
Luisa Hunter-Moor entró corriendo al Gran Salor casi cinco minutos tarde y se sonrojó cuando la atención de todos se volvió hacia ella. Pareció aliviada cuando el director se puso de pie al momento que ella se sentó.
-Tengo muy buenas noticias, y otras no tan buenas, para ustedes –anunció-. Las buenas noticias son que el traidor ha sido descubierto. Era el señor Ronald Weasley. Fue expulsado de esta escuela y su varita ha sido rota. Los trozos están en mi poder y los entregaré a su familia tan pronto como lleguen aquí. Las malas noticias son que el traidor logró escapar con un trasladador que logró esconder de alguna manera. Actualmente ya no está en los terrenos del colegio y no debería ser un peligro sin su varita. Sin embargo, si lo llegan a ver, por favor no traten de capturarlo ustedes mismos. No confíen en él en caso de que intente acercarse a alguno de ustedes y no le permitan, bajo ninguna circunstancia, regresar a los terrenos del colegio.
Hubo una nueva oleada de murmullos. Era difícil de creer que Ron Weasley, entre toda la gente, era en verdad el traidor. Los Weasley siempre habían estado firmemente en contra de las artes oscuras y de Volvemort, y Ron había sido el mejor amigo de Harry durante seis años.
Harry, fácil de localizar gracias a su mata de pelo de un blanco deslumbrante, estaba sentado en el extremo más lejano de la mesa de Gryffindor, la cabeza inclinada miserablemente. Junto a él, Hermione Granger, la otra ex mejor amiga de Ron, no lucía mucho mejor, pero mantenía de todos modos una mano confortante sobre el hombro de Harry. La pareja estaba flanqueada por los compañeros de dormitorio de Harry, Neville Longbottom y Seamus Finnigan, quienes hacían su mejor esfuerzo para calmar todas las preguntas curiosas que se dirigían hacia Harry. Dean Thomas estaba hablando a las otras dos chicas Gryffindor de sexto año, probablemente tratando de explicarles también los eventos.
-Ahora, quiero presentar mis disculpas en nombre de toda la escuela a todos aquellos que estuvieron bajo sospecha por parte de nosotros o sus compañeros estudiantes.
Remus Lupin carraspeó y Severus Snape le dirigió al director una mirada significativa.
-Una disculpa especial ante la Casa de Slytherin, cuyos miembros eran nuestros principales sospechosos, basándonos únicamente en que Voldemort es un antiguo Slytherin –Dumbledore se detuvo para contemplar la multitud de estudiantes. Muchos todavía estaban murmurando y no le prestaban nada de atención-. Eso nos deja sólo el asunto de los puntos con los que debo recompensar a los estudiantes que finalmente descubrieron y capturaron al traidor.
Ah, eso logró su atención. Al menos la mayor parte de ellos ahora lo miraban expectantes.
-Severus Snape, Draco Malfoy y Neville Longbottom, cincuenta puntos para cada uno por su labor al reunir evidencias y capturar al triador. Juliana Carlson, Seamus Finnigan, Dean Thomas y Harry Potter, treinta puntos para cada uno por su asistencia en la captura. Thedore Nott, Ginny Weasley y Alice Mortimer, veinte puntos para cada uno por sus investigaciones y acopio de información importante. Blaise Zabini, Gregory Goyle, Vincent Crabbe, Pansy Parkinson, Estella Rashton, Millicent Bulstrode, Miker Marst, Sandy Mortimer, Susan Hendringer y Hanna Hayhall, diez puntos para cada uno por su ayuda con la investigación. Puntos adicionales serán asignados tan pronto como reciba del señor Nott una lista completa de todos los participantes.
Pero Lucius Malfoy ya no estaba escuchando. Estaba mirando a su hijo con absoluta incredulidad. ¿Draco había investigado y capturado al traidor? ¿Su propio hijo? ¡Voldemor lo mataría por esto!
Al final, Volvemort no apeló a medidas tan extremas, aunque la posición de Lucius entre sus compañeros Death Eaters era todavía muy baja cinco meses después.
Ron y Percy Weasley no fueron capturados por los aurors, pero la búsqueda fue tan completa que tuvieron que abandonar el país. Como no podían costear una fuga a América, Lucius sospechaba que habían elegido ocultarse bajo una nueva identidad en alguna parte de Francia, donde podrían ayudar a movilizar para Voldemort a los antiguos seguidores de Grindelwald. Por supuesto que esa labor también podría haberlos llevado a Alemania.
Después de una muy larga "convalecencia", la cual pasó principalmente burlándose de los esfuerzos de Lucius por enseñar, Severus Snape finalmente regresó al trabajo al final de las vacaciones de Pascua y Lucius finalmente pudo volver a casa.
Aparte de los ocasionales arranques de ira acerca de la deslealtad de su hijo, que descargaba en los elfos domésticos, Lucius sintió que finalmente había superado las consecuencias de la ordalía y de la indignidad de tener que ser un profesor de Hogwarts.
La vida estaba empezando a mejorar otra vez, pensó mientras se acomodaba en su sillón favorito en su sala privada y desdobló su periódico. Quizá podría arreglar una pequeña cena informal con algunos de los que estaban en los puestos más elevados entre las filas de Voldemort. Ese debería ser un primer paso camino a recuperar su antigua posición y también sería divertido.
Una suave brisa entraba por la ventana llevando consigo el cálido aroma del verano. Lucius sonrió. Entonces escuchó el inconfundible sonido de unas alas.
-¡Cucaracha!
Lucius saltó de su asiento al tiempo que un gran pájaro con relucientes plumas negras aterrizaba junto a él en el sillón.
-Carta –declaró y extendió la pata.
Lucius miró con enojo al intruso y tomó la carta lo más rápidamente posible.
-Gracias. Ahora, ¡piérdete!
-¡Estúpido Cucaracha! –declaró el pájaro y, con un elegante salto, volvió al aire y salió por la ventana.
-Estúpido pájaro –murmuró Lucius y abrió la carta malvenida.
Mi viejo amigo Lucius:
Confío en que esta carta te encuentre bien. Yo, por mi parte, he sido la infortunada víctima de un accidente de Pociones, cortesía de un Gryffindor de primer año, en el cual me rompí la muñeca. Madame Pomfrey, por supuesto, no tuvo problemas arreglando el daño de inmediato, pero me informó que mi muñeca permanecerá ligeramente entumecida durante varias semanas. Esto, por supuesto, afecta seriamente mi capacidad para preparar pociones y me hace no apto para enseñar pociones durante el resto del año escolar. Estoy seguro de que estás consciente de que otro cambio de profesor, especialmente ahora que estamos a una semana de los exámenes finales, sería extremadamente difícil para los alumnos. Por lo tanto, convencí a Albus de pedirte que termines lo que queda del año escolar. Estás, después de todo, familiarizado con los estudiantes y no tendrás problemas guiándolos durante los exámenes. Espero verte el lunes durante el desayuno, cuando te daré los papeles necesarios y los horarios para los exámenes.
Tuyo,
Severus Snape
Lucius tuvo que leer la carta una segunda vez antes de poder creer su infortunio.
-¡Nooooo! –gritó y arrojó su periódico al suelo.
Ginny trató de impedir que sus rodillas temblaran mientras estaba sentada afuera del Gran Salón para realizar su examen práctico de Pociones. Era su primer OWL oral y el saber que Severus Snape no sería quien hiciera las preguntas no ayudaba a sus nervios en lo más mínimo.
Parecía ser que los otros examinados tardaban horas ahí dentro.
Finalmente, la puerta se abrió y una ligeramente pálida y exhausta Bibiana Morris salió.
-¡Señorita Weasley Virginia! –llamó una voz desde adentro.
Ginny aspiró aire profundamente una última vez y entró.
-¿Weasley? –estaba preguntando al director la presidenta de la comisión -. ¿Emparentada con esos dos criminales que el Ministerio ha estado buscando durante meses?
Ginny contempló el piso. ¿Escucharía eso a dondequiera que fuese de ahí en adelante?
-Su hermana –confirmó Dumbledore-. Pero le aseguro que Ginny no es en nada como esos dos. Hemos enseñado a más hermanos suyos que han resultado ser miembros ejemplares de la comunidad mágica. Percy fue siempre la oveja negra de la familia. Sólo podemos asumir que influenció mal a Ron. Ginny siempre estuvo más apegada a sus hermanos Fred y George, quienes dirigien un exitoso negocio en Diagon Alley.
-Entonces, ¿no ha tenido nunca contacto alguno con sus hermanos criminales, señorita Weasley? –preguntó la presidenta, claramente dudosa.
Ginny tuvo que luchar contra las lágrimas. Deseó que eso no fuera audible en su voz mientras respondía.
-Por supuesto que he tenido contacto con ellos alguna vez. Son mis hermanos. Pero yo era sólo su hermanita bebé, no su confidente. Ellos sabían que la familia no los apoyaría después de lo que hicieron. Mamá quedó devastada cuando lo supo. Harry y Ron siempre parecieron muy unidos. Él era casi otro miembro de la familia –sollozó-. No sé por qué hicieron eso.
-Está bien, Ginny –dijo el profesor Malfoy, un tanto incómodo-. Ninguno de nosotros te culpa –entonces se dirigió a la presidenta-. Los estudiantes necesitan concentrarse en sus exámenes. No está ayudando a la pobre chica sacando a relucir problemas tan perturbadores emocionalmente. Espero que comprenda que esto tendrá consecuencias en su desempeño.
La presidenta se sonrojó.
Lucius sonrió. Tal vez esa parte del trabajo no era tan mala después de todo.
-Ahora, Ginny, ¿si te pidiera que prepararas una poción para dormir usando los ingredientes de aquella mesa...?
Ginny miró la mesa y casi podría haber reído otra vez. ¿Podía Malfoy hacerlo todavía más fácil que eso?
-¿Quiere que prepare el brebaje de la muerte en vida?
Lucius asintió gravemente.
-Efectivamente. ¿Crees poder hacerlo?
-Por supuesto. Lo aprendimos en primer año.
-¿Prepararon una poción tan potente en primer año? –preguntó la presidenta, ligeramente sorprendida.
-No, Madame, el profesor Snape sólo nos hizo estudiar la parte teórica. Después de todo, sólo tiene dos ingredientes. Nunca nos hizo preparar algo tan simple.
-¿Estudió pociones con más de dos ingredientes en primer año? –preguntó la presidenta.
-Como señaló usted, el brebaje de la muerte en vida es una poción muy poderosa como para confiársela a un estudiante de primer año. Severus normalmente los hace preparar pociones menos peligrosas que requieren más habilidad. Eso le da a los estudiantes la oportunidad de aprender pronto todas las técnicas básicas y los deja libres para concentrarse luego en pociones más peligrosas y avanzadas –recalcó Dumbledore-. Si observa los registros, verá que nuestros estudiantes tienen un promedio más alto en Pociones que los de otras escuelas.
Ginny decidió empezar a trabajar. Si podía concentrarse en su poción, eso la distraería de la directora. Comprendía que el Ministerio asignara a una persona extraña para ese trabajo con el fin de asegurar que los exámenes ciertamente fueran justos, ¿pero tenían que haber escogido a esa bruja ese año? ¿O cualquier bruja habría reaccionado de la misma manera?
La poción estuvo terminada en cuestión de minutos y Ginny la apartó para ponerla a enfriar. El profesor Malfoy tenía algunas preguntas más, las cuales respondió fácilmente. ¿Iría a salirse en algún momento del currículum de primer año?
Aparentemente, no.
-Excelente, señorita Weasley. Creo que con esto concluyen los exámenes de Gryffidor –dijo él-. Nuestro próximo candidato es de Hufflepuff, ¿verdad?
-El señor Andrews, Norbert –leyó el asistente de la presidenta mientras Ginny salía, todavía sin poder creer que hubiera sido tan fácil.
Eso le ganaría como mínimo una E. Ojalá el resto de sus exámenes resultaran así de bien.
Al final resultó que E fue la peor nota que recibió alguien en los OWLs de Pociones ese año. Lucius Malfoy ciertamente terminó calificando los finales igual que como calificaba las tareas.
Fin
Notas:
Por favor, participen en la encuesta: comenten y díganme si debería o no escribir un epílogo como el de MNS.
