¡Todo esto es de JKR, no mío! Excepto por unos pocos personajes que agregué.

Draco dibujando dragones pertenece a PikaCheeka, perdón por no haberlo mencionado desde el principio de MNS, creo que adopté la idea de forma subconsciente.

El cuervo de Severus pertenece a J. L. Matthews. Sólo lo tomé prestado porque es una mascota perfecta para Sevi y prometí devolverlo ileso.

Los catar, sin embargo, son míos y los amo, así que, por favor, no los uses sin pedirme permiso primero.

Nota de la autora:

Bueno, el resultado de la encuesta es muy claro, así que aquí está la secuela prometida. Un aviso para aquellos de ustedes que hablan alemán. Si alguno me envió un e-mail últimamente y no ha recibido respuesta, por favor envíenlo otra vez. Parece ser que algunos fueron comidos por algo en el camino... ¿será que no alimentan apropiadamente a nuestros servidores de correo?

Nota de la traductora:

Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Double 0 Seve... rus" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), su dirección es silverfoxkabsi.at

Epílogo

Althea Harper se detuvo y contempló sorprendida el tren frente a ella. Esa cosa debía estar en un museo. Ni siquiera era un tren magnético, ni parecía ser eléctrico. Paul había mencionado que la vida en Hogwarts era bastante a la antigua, pero Althea no había esperado nada como eso.

-Vamos, niña, no quiero perder el tren por tu culpa –la llamó Paul desde más adelante en la plataforma.

Eso no era muy justo, ya que todavía faltaba un cuarto de hora para la salida, pero de todos modos Althea agarró otra vez su baúl flotante y lo guió por la plataforma. Había sido extremadamente amable por parte de los Lestrange el haberla recibido en su casa, después de todo. No tenían por qué haberlo hecho.

Paul Lestrange era prefecto en Hogwarts, por lo tanto la escuela le había pedido que ayudara a Althea. Althea y su familia vivían en la colonia lunar y, como ahí no había escuela para brujas y magos, había sido invitada a volver a la Tierra y asistir a Hogwarts. Pero un lugar en una lanzadera espacial era sumamente caro, y sus padres no habían podido costear dos. Por lo tanto, la escuela había arreglado que los Lestrange recogieran a Althea en el puerto espacial, la llevaran de compras para sus cosas de la escuela y le dieran un lugar donde quedarse hasta el principio del año escolar.

Paul había sido un candidato ideal, porque su madre era lo que los magos aparentemente llamaban una muggle y por lo tanto la casa de los Lestrange no era muy diferente de aquello a lo que Althea estaba acostumbrada. Bueno, eso si uno ignoraba el hecho de que se podía salir sin usar un traje espacial y que había plantas auténticas creciendo a cielo abierto.

La última semana había sido una experiencia asombrosa para Althea. Aunque había nacido en la Tierra, apenas recordaba cómo había sido vivir en el planeta y todo parecía terriblemente nuevo. ¡Y ahora las cosas iban a ser más nuevas todavía!

Paul la ayudó a subir al tren, le encontró un compartimiento y entonces marchó a reunirse con los otros prefectos. Su trabajo estaba hecho, comprendió Althea. Estaba sana y salva camino a Hogwarts, donde los profesores se encargarían de ella.

Pasaron unos minutos mientras Althea miraba por la ventana, contemplando la multitud que caminaba afuera. Algunos llevaban ropa muggle, otros llegaban ya con sus túnicas puestas. Esos, concluyó Althea, eran probablemente las familias puramente mágicas de las que el señor Lestrange le había hablado. No estaban familiarizados para nada con la tecnología moderna, había dicho él, y en cambio usaban magia.

El señor Lestrange incluso le había mostrado que el baúl de Paul no incluía un generador antigravedad, pero cuando el señor Lestrange le había puesto un encantamiento levitador y Althea había encendido la función antigravedad del suyo, el resultado había sido exactamente el mismo.

-¿Ves? –le había sonreído el señor Lestrange-. Esa es la diferencia entre magos y muggles. Diferentes métodos, mismo resultado.

Pero, desafortunadamente, si tenías talento mágico, no podías simplemente decidir no ser una bruja. Si no aprendías cómo usar tu magia, ésta seguiría haciendo toda clase de cosas peligrosas. Althea se estremeció recordando la regañina que recibió cuando su magia teleportó a su maestra de primaria al otro lado de la pared del salón de clase. La señora González solamente había terminado dentro de un cierre de aire, pero Althea no había sabido qué había detrás de la pared. La severa anciana igual podía haber terminado afuera, en la delgada atmósfera lunar, donde sin duda habría muerto sin su traje espacial.

Detrás de ella, la puerta del compartimiento se abrió y ella volteó rápidamente. Dos niños pelirrojos, ambos más altos que Althea, se detuvieron en la puerta.

-Ein Schlammblut –el más joven, un chico, frunció el ceño.

-Konstantin, benimm dich! –le siseó la chica, para luego dirigirse hacia Althea-. Hola, por favor, perdona el comportamiento de mi hermano. Es sólo que está nervioso. Es su primera vez en otro país. Yo soy Sabine, Sabine Wiesler. Su nombre es Konstantin Wiesler.

Althea sonrió nerviosamente.

-Yo soy Althea Harper. Y estoy nerviosa también –le dijo a Konstantin-. Nosotros nos mudamos a la Luna cuando yo tenía cuatro años y esta es mi primera vez de regreso. ¿De dónde son ustedes?

Los otros estudiantes de Hogwarts que provenían de la Luna habían llegado en la misma lanzadera que ella, aunque cada uno había ido con una familia huésped diferente. Althea habría reconocido a esos dos si hubieran sido parte del grupo.

-Hamburgo –dijo el muchacho-. Eso es en Alemania.

-Pero nuestra familia originalmente era de Inglaterra –agregó Sabine-. Escucharás acerca de los Weasley un día de estos. Son una familia muy grande y antigua. Una de las más grandes familias mágicas, a decir verdad.

-¿Pero no dijiste que el apellido de ustedes es...?

-Wiesler, sí –confirmó Konstantin-. Dos Wealsey fueron enviados en una misión a Alemania durante la gran guerra y cuando todo se derrumbó en Bretaña, se quedaron ahí por un tiempo y tuvieron que hacer sus hogares ahí. Cambiaron su apellido a Wiesler, que es el apellido alemán que más se acerca a Weasley.

-¿Pero por qué no conservaron su apellido? –preguntó Althea, fascinada.

-Porque los alemanes tenían problemas con la pronunciación. Sólo querían hacer las cosas más fáciles para ellos –dijo Sabine.

-No creas una palabra de lo que te digan estos dos –llegó una voz desde la puerta todavía abierta-. Todo son mentiras.

Quien hablaba era otro chico pelirrojo.

-Ellos huyeron a Alemania y cambiaron sus nombres porque eran traidores y los aurors los estaban persiguiendo –explicó-. Nunca confíes en un Wiesler. Son un montón de magos oscuros y asesinos.

Sabine lo miró furiosa.

-¡Ellos eran héroes!

-Trataron de matar a un joven mago huérfano que creía que el más joven de ellos dos era su amigo. Un amable, inocente muchacho –contestó el recién llegado-. ¿Eres de primer año?

Althea asintió.

-No hagas amistad con el chico Wiesler. Probablemente es tan poco confiable como su ancestro.

Althea asintió otra vez y el desconocido agarró su baúl y se dirigió a la puerta.

-Entonces, ven, te encontraremos gente más prometedora con quién hacer amistad.

Althea no tuvo más remedio que seguirlo. Se encogió de hombros disculpándose con los Wiesler.

-Lo siento, pero él tiene todas mis cosas. ¡Hey, espera! ¡Ese es mi baúl! –gritó llamando al muchacho mientras corrían por el pasillo.

Finalmente, él se detuvo al extremo del vagón.

-Lo siento –le dijo-. Pero realmente no deberías confiar en los Wiesler, y si te ven mucho con ellos, la demás gente tampoco confiará en ti y parece que no conoces a nadie todavía. ¿Cuál es tu nombre?

-Althea. ¿Y tú eres...?

-Simon Weasley, prefecto de quinto año de la Casa de Gryffindor.

-¿Entonces conoces a Paul? Paul Lestrange. Es prefecto también –preguntó ella, un intento por distraerlo del tema de los Wiesler.

Podía comprender que los Weasley se sintieran fuertemente molestos por haber sido traicionado por miembros de su misma familia, pero no le parecía bien que transfirieran eso a los descendientes de aquellas personas. ¿Qué habían hecho Sabine y Konstantin para merecer semejante tratamiento?

-Ravenclaw, sexto año –asintió Simon.

-Él me escogió ese compartimiento. Se preocupará si no me encuentra ahí más tarde.

-Entonces, le diré a dónde te llevé –decidió Simon-. Vamos.

Caminaron por varios vagones del tren ahora en movimiento hasta que finalmente Simon se detuvo afuera de un compartimiento que tenía dentro varias niñas pequeñas.

-Hola, Jessie –Simon asomó su cabeza en el compartimiento-. ¿Ellas son de primer año?

-¿Y qué si lo son? –respondió una pelirroja.

Ya que a Simon parecía agradarle, Althea supuso que era otra Weasley y no una Wiesler.

-¿Hay espacio para una más? Ella estaba atrapada con los Wiesler.

-¡Oh, pobrecita! –exclamó Jessie-. Pasa. Haremos espacio.

Hubo sonidos de cosas deslizándose y siendo empujadas y pronto Althea se encontró a sí misma apretujada entre Jessie y una pequeña niña de cabello negro.

-Hum... soy Althea Harper, por cierto –se presentó-. Hija de muggles.

-Jessie Weasley, Gryffindor de segundo año. Simon es mi primo.

-Yo soy Haley Malfoy –dijo la niña rubia platino que estaba aplastada entre la pared y la de cabello Negro-. Cien por ciento bruja pura. La línea de los Malfoy es la más antigua que existe.

-Oh, cállate –la niña de cabello negro le dio una palmada juguetona en la cabeza-. Ignora a la presumida, Althea. Es nada más que a Haley le gusta presumir de su apellido. Yo soy Arria.

No dijo su apellido y Haley rió un poco por las caras decepcionadas de las otras chicas. Aparentemente, Arria había estado embromándolas con eso desde hacía rato.

La niña que estaba frente a Haley se presentó como Jenny LaCroix y su mejor amiga era la ligeramente redonda Marlene Longbottom.

-Mi tío es la Cabeza de la Casa de Slytherin –les confió Marlene-. Realmente quiero estar en su Casa.

-Por supuesto –contestó Arria, como si fuera la cosa más obvia del mundo-. Slytherin es la mejor.

-Tonterías, Gryffindor es mucho mejor –insistió Jessie Weasley.

-De ninguna manera –rió Haley-. Todas aquí somos Slytherins, ¿verdad? –le preguntó a la última chica.

-Correcto –respondió ella-. Yo soy Andy Tyler, por cierto.

Las chicas eran divertidas. Compartieron con Althea cosas tan asombrosas como ranas de chocolate y grageas de todos los sabores e incluso una crema de canario. Pero todas las plumas que esa última dejó en el compartimiento fueron bastante incómodas y decidieron no comer más de esas mientras todavía estuvieran en el tren.

Todas las demás eran de familias mágicas y parecía saberlo todo acerca de la magia. Le contaron a Althea de la ceremonia del Sombrero Seleccionador y de las Casas, acerca de fantasmas y escobas y mascotas mágicas.

Althea empezó a sentirse un poco mal por no tener nada para compartir con ellas, así que finalmente sacó un paquete de osos gummy que su madre le había dado como regalo de despedida. Hasta entonces no había querido comer el último regalo de su casa, pero de todos modos tendría que hacerlo tarde o temprano.

Las chicas miraron con los ojos muy abiertos los dulces que les ofrecía. Al principio Althea pensó que nunca habían visto dulces muggles como esos.

-¿De verdad son osos gummy? –susurró Andy, asombrada.

-Por supuesto –Althea se encogió de hombros-. ¿Qué tienen de especial?

-Los osos gummy son realmente poderosos –explicó Jenny-. Sólo los aurors tienen permiso de comerlos mientras hacen magia.

-Están prohibidos –asintió Haley.

-Pero no estamos haciendo magia, todavía –sonrió Marlene-. Siempre he querido comer un oso gummy.

Reverentemente, cada chica tomó un oso gummy y se lo metió a la boca.

-Uno de mis ancestros descubrió el poder mágico de los osos gummy –explicó Arria, con los ojos medio cerrados mientras saboreaba la golosina prohibida-. Primero los estudió como un proyecto de Pociones, pero entonces descubrió que amplifican los encantamientos y también otra magia de varita.

-¡Tú... tú eres una Snape! –exclamó Jenny y las otras chicas chillaron entusiasmadas mientras Haley y Arria se abrazaban riendo.

-¿Eso es especial? –preguntó Althea.

-Al menos tan especial como ser una Malfoy –declaró Haley.

-Yo tengo una varita con núcleo de oso gummy –les confió Marlene-. Si Severus Snape no hubiera descubierto los osos gummy, probablemente tendría una con pelo de unicornio o pluma de fénix y no sería tan poderosa. El desarrollo de las varitas con núcleo de oso gummy salvó a muchas brujas y magos que hasta ese momento habían sido considerados casi squibs.

-¿Qué es un squib? –preguntó Althea, confundida.

Tres horas más tarde, estaban en el Gran Salón esperando nerviosamente su turno en la Selección.

-Slytherin, tengo que ser una Slytherin –oyó Althea que murmuraba Haley para sí misma como un mantra.

Eso estaba empezando a ponerla nerviosa. ¿Por qué todo el mundo excepto ella tenía una Casa preferida? Todavía no comprendía las diferencias. ¿Y si era seleccionada para la Casa equivocada?

-¡Harper, Althea! –leyó en voz alta el tío de Marlene.

¿Habría ayudado en algo si Marlene le hubiera dicho que era su amiga?

Ya era demasiado tarde. Con rodillas temblorosas, Althea camino hasta el banco y colocó el sombrero sobre su cabeza.

-Bueno, bueno, bueno, ¿eres de la colonia lunar? –cantó una voz dentro de su cabeza-. Eso es bastante lejos. ¿Y viniste hasta aquí tú sola? Eso requiere mucho coraje. Pero extrañas a tu familia y quieres tener buenos amigos. Hm... Hufflepuff o Gryffindor, creo.

¿Hufflepuff? ¡Pero si ni siquiera conocía a nadie de Hufflepuff! Sólo había conocido Ravenclaws y Gryffindors hasta ese momento, y un montón de gente que quería pertenecer a Slytherin.

-Ya veo –dijo el sombrero-. ¡Gryffindor!

Althea se quitó rápidamente el sombrero. ¿En dónde era que estaba la mesa de Gryffindor? Oh, ahí, tenía que ser la que estaba aplaudiendo tan ruidosamente. Simon estaba ahí también, y le había dicho que era un prefecto de Gryffindor, y también ahí estaba Jessie, en el extremo más alejado de la mesa.

Simon le hizo la señal de los pulgares arriba mientras se sentaba junto a Jessie y Althea le sonrió a su vez, pero sus ojos permanecieron fijos en el frente del salón. Tenía que saber a dónde irían sus amigas. Todas ellas pensaban que serían Slytherins, pero realmente deseaba que al menos una fuera Gryffindor.

Tomó algún tiempo hasta que el profesor Longbottom finalmente llegó a

-¡LaCroix, Jennifer!

Jenny casi corrió al banco y fue seleccionada inmediatamente a Slytherin, como había deseado, y lo mismo fue con "¡Longbottom, Marlene!" justo después de ella.

-Bueno, eso no es sorpresa –le comentó un muchacho a Jessie-. Dos familias típicamente Slytherins. Así ha sido durante siglos.

-¡Malfoy, Haley! –tardó más tiempo en ser seleccionada.

-Gryffindor –comentó el muchacho-. Cuanto se necesita tanto tiempo para seleccionar a un Malfoy, siempre van a dar a Gryffindor.

-¿En serio? –preguntó Althea, esperanzada.

El muchacho la miró de un modo extraño. ¿Era impropio que una estudiante de primer año se dirigiera a los estudiantes mayores?

-¡Gryffindor! –anunció el sombrero y Althea se puso en pie de un salto y le dio la bienvenida a Haley con un abrazo. La pobre chica parecía necesitarlo. Estaba devastada por no estar en Slytherin.

-No te preocupes, estaremos juntas –trató de consolarla Althea-. Vamos a pasarlo muy bien.

-Pero Arria ha sido mi mejor amiga toda la vida –sollozó Haley-. Siempre creímos que estaríamos juntas.

-Tal vez ella también será una Gryffindor –sugirió Althea-. Todavía no ha sido seleccionada.

-Los Snape nunca son Gryffindors –Haley sacudió la cabeza-. Son Slytherins o Ravenclaws.

Arria tardó mucho tiempo en el banco. Althea estaba empezando a preocuparse cuando repentinamente se puso muy derecha en el banco.

-Gryffindor –dijo el sombre, sonando como si estuviera haciendo un pucherito.

Arria trotó hasta ellas luciendo casi tan poco alegre como había sonado el sombrero.

-Estúpido sombrero –gruñó ella, pero Haley le sonreía feliz.

-No importa –la consoló la rubia-. Simplemente seremos las mejores Slytherins que puedan ser un puñado de Gryffindors.

Mientras tanto, la selección continuó con "¡Tyler, Andrea!".

Andy miró al profesor Longbottom con el ceño fruncido por haberla llamado por su nombre completo y colocó el sombrero en su cabeza.

-¡Slytherin! –decidió el sombrero de inmediato.

Andy perdonó al profesor de inmediato y marchó orgullosamente hacia la mesa de su Casa.

La última persona en ser seleccionada fue:

-W-I-Ser... no, lo siento, W... W-EE-S-Leer, Con-Stan-Tine.

-Konstantin –corrigió Konstantin-. Es Konstantin Wiesler. Nada que ver con "con" o con "leer". –ndt: con significa "estafar" y leer, "mirar con malicia".

-Sí, seguro –comentó Jessie a las chicas en la mesa de Gryffindor-. Nada que ver.

El sombrero se tomó su tiempo con Konstantin. Toda la gente alrededor de Althea empezó a hablar acerca de tener hambre y que el sombrero debería apurarse. Ella sintió pena por Konstantin. ¿Acaso nadie quería darle siquiera una oportunidad?

-Gryffindor –suspiró finalmente el sombrero.

Konstantin se puso en pie de un salto, se quitó de un manotazo el sombrero de la cabeza y lo tiró al suelo.

-Was? Verdammter Scheißhut!

Fue muy afortunado de que ninguno de los profesores entendiera alemán y que sólo le restaran cinco puntos a Gryffindor por maltratar al Sombrero Seleccionador.

Konstantin hizo el camino hasta la mesa de Gryffindor en completo silencio. Nadie quería aplaudir su selección, y los Gryffindors menos que nadie.

-¿Eso significa que tendremos que estar con él en todas las clases durante siete años? –gimió Arria.

-Al menos no tienes que compartir con él tu dormitorio –comentó otro nuevo Gryffindor, quien, si Althea recordaba bien, había sido anunciado como "Creevey, Nicholas"-. Quiero una transferencia.

Fin del epílogo

Notas:

Ya está. El fic está terminado. ¡Sniff! A continuación en mi lista: subiré capítulos de mi fic de Saber Rider and the Star Sheriffs las próximas dos semanas, entonces empezaré con la mini secuela de Dragón Fugitivo. Después de eso... ¿recuerdan a los catar?... aprenderán más acerca de ellos y verán a algunos de nuestros Slytherins favoritos convertirse en grandes gatos en "Los Catar".