I HAHTAI (LA OLVIDADA)
La voz de aquella mujer, ni de la que tan siquiera sabia el nombre,
la llamaba o mejor dicho, le llamaba. A toda prisa, Kanya se fue a por sus ropas, cubierta eso si por la capa. Corrió hacia donde las había dejado la noche anterior, pero para su sorpresa no estaban en su lugar, en su lugar había una cuantas cenizas.
-Sus ropas, se quemaron anoche, por ponerlas demasiado cerca de fuego... lo siento, debí de darme cuenta antes... la única forma de repararlo, es darle unas ropas de mi marido o mi hijo, aunque no se como le quedaran. Perdone señor Elfo. Dijo la mujer mirando a Kanya, con cara de angustia.
Kanya asintió con la cabeza, y cogió las ropas que la mujer le tendía. Estaban andrajosas, llenas de remendones y sucias. Eran de color marrón oscuro, parecía que hicieran juego con la oscuridad de la casa y de la aldea. Se vistió rápidamente con aquella ropas, que le quedaban bastante pequeñas , cogió su reluciente espada, que contrastaba con la oscuridad de aquel lugar y se la guardó en su baina. Por último se aseguro de que el pedrusco que le colgaba del cuello, seguía en su lugar, y marchó hacia donde la mujer y el hijo la esperaban, de pie, ante la oscura y roída mesa, con algún trozo de pan y queso esparcidos por toda ella.
- Si las ropas no son de su agrado lo comprenderé... debe estar acostumbrado a vestir seda, algodón... y esto le debe de parecer ropa de mendigo... Le agradecimos de todo corazón todo lo que ha hecho por nosotros, no se que hubiera sido de... en fin... no se como agradecérselo, somos tan pobres, no puedo ofrecerle nada, solo mi gratitud, y la de todo mi familia. Gracias a su inteligencia, mi marido se ha salvado, de una herida mortal... y... que...Decía la mujer, sin saber que hacer para agradecerle a Kanya lo que había hecho.
-No se preocupe buena mujer, no deseo nada. Debo irme, es tarde, y el tiempo pasa veloz. Quizás nos veamos alguna vez, en mejores condiciones. Dijo Kanya tendiendo la mano a aquella mujer, que lloraba de alegría.
-Puedo conducirle a la taberna de Brendil, allí podrá aprovisionarse, y vestirse adecuadamente. Además hay buenas mujeres...solo esta a media milla de distancia. Dijo de pronto el hijo, acercándose a ellos, mientras la niña pequeña salió un rincón de la lóbrega casa.
-No puedo, debo partir, el bosque me aprovisionara, y la capa me cubrirá del frío y las miradas impetuosas. Dijo Kanya, pensando que significaba aquello de "buenas mujeres".
El muchacho, asintió con la cabeza, un poco decepcionado, mientras la mujer hacia una reverencia al forastero, como si fuese un rey.
Pero, unos gemidos se empezaron a escuchar, era el marido, que se retorcía de dolor en el fondo de la habitación, aunque Kanya lo hubiera curado, seguía doliéndole.
-Acércate forastero (dijo con mucho énfasis) ...grgrh... debo de advertirte... decía el hombre entre suspiros y gemidos, que eran ahogados por el canto del gallo que anunciaba la mañana.
Kanya se acercó, hasta donde yacía. Tenia mejor aspecto, aunque todavía estaba algo pálido, y mostraba arañazos por toda la cara y los brazos.
-Ven acércate...Dijo el hombre.- Se quien eres, lo pude averiguar ayer... solo te digo, que tengas mucho cuidado, pues mucho depende de ti. No te deben verte nunca, ya que los espías del enemigo te persiguen desesperadamente. Evita hablar con la gente, a no ser que sea estrictamente necesario. Viaja rápido, debes llegar a tu destino, allí estarás a salvo, y descubrirás porque te esta sucediendo todo esto. Ahora vete, o hay tiempo que perder, cada minuto cuenta... Yo era el espía de Ku, aquí entre los hombres de Sur. Evitábamos que sucediera... pero lo ha hecho, y ahora debes correr, no pares, tengo miedo de lo que podría ocurrir si te encuentran... seria el fin... todo se perdería...Decía el hombre, cogiendo a Kanya de la capa, con bastante fuerza para ser un hombre que acaba de recuperarse de una herida mortal.
-Necesito saber por que tengo que marchar, sin hablar, tan ni siquiera descansar... tengo miedo, nunca había estado tan cerca de otras personas como yo... y... todo este mundo me asusta... Dijo Kanya, cortada por el hombre.
-¿Tu miedo...? Jamás lo tengas, mas te tendrían que tener ellos a ti.. ¿otras personas?... ay mi niña... si supieras lo que eres... pronto lo descubrirás... A prisa vete, los Wargos te perseguirán, a igual que los Trasgos, y muchas criaturas oscuras. Debes llegar a Minas Tirith. Decía el hombre con cara de desesperación
. -Dígame ¿Que soy?. ¿Y por que? Decía Kanya, muy asustada por lo que la había dicho.
-Lo descubrirás pronto... a prisa vete, se acercan. Nunca te rindas, jamás lo hagas, no te temas del mal que hay entre los hombres, pues ninguno alberga tu bondad y poder. Marcha Hahtai, vete ya, se acercan... Dijo el hombre, empujando a Kanya, con bastante fuerza.
Salió rápidamente del lugar donde se encontraba el hombre. Ahora toda la familia la esperaba para despedirse, incluida la niña, que jugaba, con un pequeño gatito que tenían, el cual tenía el pelo gris erizado, las orejas gachas y el rabo entre las piernas.
-Adiós, señor. Siempre le recordaremos como nuestro salvador. Esperamos que tenga fortuna en todas sus empresas. Dijeron la madre y el hijo al unísono.
-Si.. adiós.. dijo la niña, con una sonrisita, en su pequeño, pálido y delgado rostro, que denotaba alguna enfermedad.
Kanya, salió rápido de la casa, con su "equipaje", cargado a los hombros, que ahora era mucho menos pesado, debido a que cada vez le quedaban menos alimentos.
Sintió una pequeña corriente en las piernas, debido a que los pantalones le quedaban pesqueros, por lo que se tapo todo el cuerpo con la capa, para guarecerse del frío.
Miró a su alrededor, pero todo estaba quieto, demasiado quieto. Un viento frío, cortante y muy fuerte, hacia que las copas de los árboles se doblaran. Unas gotas, empezaron a caer, acompañadas de truenos y relámpagos, que daban un aspecto aún si cabía mas lóbrego y tenebroso a la aldea.
Pronto empezó a llover con fuerza, y Kanya se dirigió rápido hacia el establo, para irse con Vaiwa antes de que lloviera aún más.
Mientras andaba hacia el establo, una mala sensación se apoderó de ella. Todo estaba demasiado tranquilo, incluso para una pequeña aldea del Sur, en la que no se veía ni a un solo aldeano madrugador por las calles. Ni si quiera se oían los gritos de los niños que ayer jugaban tranquilamente en el paraje. Parecía realmente una aldea fantasma, excepto un viejo hombre que se asomaba desde las altas y sucias ventanas de una casa, la cual cerró rápidamente dando un portazo al ver que Kanya se había dado cuenta.
-Por fin... pensaba que ya no nos íbamos, aunque no me importaría quedarme... Dijo Vaiwa a Kanya, levantándose de la paja con un deje de pereza.
-Si... estas personas han sido muy buenas con nosotros... dime ¿Todos sufren tanto es su vida en la Tierra Media Había un hombre, que sabia quien era, y que es amigo de Ku, estaba enfermo... con una herida mortal en el costado, pero lo curé... es el mismo hombre que vi en el bosque, acompañado de aquella mujer Elfa y aquel Elfo, que me trataron como como ... y que me miraron tan extrañamente... Preguntó Kanya con tristeza en su expresión.
-Ay mi niña, tu no entiendes, porque aquel Elfo te miro de aquella forma, eres muy bella y todos los hombres te codiciaran, por eso es mejor que vayas oculta con la capa, además hay muchos espías al servicio del enemigo...debemos darnos prisa... Veo en tus ojos, en mismo miedo que encogería mi corazón, se que ayudarías a cualquiera en sus problemas, pero debemos continuar. No todos sufren tanto, aunque la mayoría lo pasa muy mal, mientras que otros lo tienen todo, e incluso tienen personas a su servicio. El mundo es duro e injusto... pero vamos ya, no tengo muy buen presentimiento. Dijo Vaiwa, ofreciendo su lomo a Kanya, que se montó en el, mientras abría la puerta del establo.
-Pero tu puedes decirme todo, eres mi amigo Kanya, no me hagas estar en esta incertidumbre... Dijo Kanya.
-No puedo, lo sabrás cuando lleguemos a Minas Tirith. Hice un juramento a Ku, lo siento. Dijo Vaiwa apenado por no poder contarle nada .
-No importa, vámonos. Dijo Kanya, triste y hambrienta.
Cuando salían del establo, se oyeron unos gritos que desgarraban la quietud del lugar, eran gritos de angustia y dolor, como los que había oído en el bosque. Procedían de la casa de los aldeanos, que ahora se hallaba sumida en una oscuridad siniestra y misteriosa. -¡Vámonos!.¡ Están aquí, nos han encontrado, debemos marcharnos cuanto antes!. Grito Vaiwa desesperado relinchando. -¡No! ¡Todo es por mi culpa , si no hubiera venido... vamos! Dijo Kanya con tono de desesperación mientras las nubes se revolvían en el oscuro cielo tormentoso.
La chica, cogió las riendas de Vaiwa, y giro su cabeza para dirigirse hacia allí, en contra de la voluntad del caballo, que quería marcharse cuanto antes. Pero los ruegos de Kanya pudieron más y se dirigieron a todo galope hacia la casa, que se hallaba a unos cuarenta metros, oculta por unos cuantos árboles y arbustos. Kanya estaba nerviosa, tanto que sus manos empezaron a temblar, llevando las riendas de Vaiwa. Sabía que algo horrible la aguardaba al acercarse.
Ya estaban muy cerca, pero Vaiwa se giro, y se escondieron tras de un gran árbol, que tenia aspecto siniestro y se mecía con el fuerte viento, que azotaba.
-Debemos ver quien es, no nos podemos arriesgar. Dijo Vaiwa a Kanya, mientras esta se bajaba del caballo de un salto y se escondía tras el grueso y roído tronco.
Los dos se asomaron, para ver lo que sucedía. La puerta de la vieja casa estaba abierta de par en par. Ahora no se oían un solo grito, y todo parecía estar tan tranquilo como cuando se iban a marchar...
La lluvia ahora era muy fuerte, y golpeaba el lomo de Vaiwa. Ahora solo se oía el aullir del viento, que levantaba por completo la capa de Kanya, y doblaba la copa de los árboles. Los truenos hacían retumbar el suelo, y los relámpagos iluminaban la oscuridad del lugar, haciendo de todo ello mas tenebroso si cabía. –¡No, por favor... deje a mi familia...máteme a mi...! .Pero nunca le diré nada sobre ella! ¡Jamás! Se oía al padre de familia, que arrastraba las palabras... Kanya estaba empezando a inquietarse, quería ir, no soportaba más la tensión...
¡Plufff... ¡El hombre salió lanzado desde la casa, y su cuerpo callo en el fango. Intentó levantarse, pero no podía.
Kanya intentó ir hacia allá, pero Vaiwa la cogió de la capa, dejando su rostro al descubierto, resquebrajando la usada capa.
Unas figuras negras, empezaron a salir de la casa de los aldeanos.
HOLA¡¡¡¡¡¡
Ya estoy de nuevo aquí... pufff... ke dias he tenido... un trabajo del El conde Lucanor de 50 paginas... estoy muertal...
Bueno, eso solo es un adelanto, ya que el capitulo era como de unas 15 paginas del Word, y voy a poner este trozo, que esta corregido, y luego pondré el otro. Este no es muy interesante... lo se... pero en la otra parte pasan cosas que ya mas o menos desvelan quien es Kanya.
Espero que no os aburra esta parte, si es asi, decídmelo, o si teneis algun tipo de queja. Siento haber tardado tanto...
Dejarme algun Review porfavor, para saber ke opinais...
Bye...
