I HAHTAI (La Olvidada)

Los personajes de Tolkien no me pertenecen, solo los utilizo con fines lucrativos, para dar a su obra más vida de la que ya posee.

Aquellas figuras eran monstruosas, tanto que se confundían con la

oscuridad de la noche. De pronto una de ellas se acercó a donde estaba el hombre, que intentaba levantarse del fango, mientras dentro de la casa se oían los gritos de terror de la madre, la hija y el hijo.

La figura, levantó con ferocidad el brazo al hombre, y le aplastó la espalda, hundiéndole el cuerpo más en el fango.

-Te lo vuelvo a repetir, miserable humano guardián... dime hacia donde se dirige. Sé que tú lo sabes, no me lo intentes ocultar, o tu familia y tu sufrirá las consecuencias. Decía aquella figura, cuya voz le resultaba muy familiar a Kanya, mientras que su gran extremidad inferior aplastaba aún mas la espalda del hombre

-¡Jamás, antes la muerte! ¡ Que revelarle el secreto mejor guardado desde que casi el mundo es mundo... ¡Dijo el hombre escupiendo a sus pies, con cara de asco y mirada altiva.

-Si así lo quieres humano despreciable... ¡Eh muchachos! Hoy hay carne fresca para comer, una familia entera. ¡Que aproveche!. Morirán todos por su insensatez... no te preocupes... lo averiguaremos de todas formas, no puedes detener su destino, mortal insolente... Dijo la figura, con una voz tan malvada, que desgarraba la quietud de la noche, y la hacía incluso diabólica.

De pronto, salieron de la casa cuatro lobos, tan grandes como la figura. Tenían los ojos rojos, el pelo negro como la noche, y erizado como escamas. Sus dientes eran completamente blancos, más afilados que cuchillas.

-Mi amo... este miserable humano, no le ha confesado nada, sobre el paradero de... Dijo uno de los lobos enseñando cada vez mas sus dientes.

-Shhh.. ¡Calla! , Podría estar por aquí. Debemos de ser cautelosos, pues es demasiado inteligente, y a la vez demasiado inocente. Tranquilo vendrá, cuando los vea sufrir, y entonces,... Dijo la figura

-La capturaremos. Dijo el lobo completando la frase de la figura.

Kanya, no podía soportar más ver a aquel hombre y su familia sufrir de esa forma, y aunque no sabia como, estaba dispuesta a ayudarles... Vaiwa no se lo impediría esta vez...

Kanya salió tan rápido del árbol, que se la pudo confundir con una ráfaga de viento, mientras llevaba el rostro al descubierto.

Pronto, se puso enfrente de la figura negra y de los Wargos, con una valentía que jamás se había visto en otro ser.

-Dejadles, OH... u os las tendréis que ver conmigo. Dijo Kanya, temblando, pues no sabia como lo iba a hacer.

-Bien, bien, bien... ¿Cómo nos piensas hacer frente, si tus poderes aun están inactivos...?Dijo la figura, que era mucho más grande que Kanya, mientras que un rayo cruzada el cielo, haciendo parecer a la figura más grotesca y terrorífica de lo que era.

-¿Que poderes? Dijo Kanya desafiándole con la mirada sin ningún temor.

-Ja... jaja... ja... Rió con maldad la figura, con tal maldad, que le había erizado la piel a Kanya.

-Si vienes con nosotros serás poderosa, mandarás sobre toda criatura mortal e inmortal, serás la reina más bella que haya hoyado Eä. Conocerás tu pasado, que eres y de donde procedes... ¿qué me dices?... Dijo la figura con un tono suscitante en la voz, mientras los relámpagos la lluvia y los truenos, eran cada vez más fuertes.

Kanya, no supo que responder. Aquella figura la hablaba como si la conociese de toda la vida. Por una parte quería saber quien era... sentía una especie de ímpetu por irse con los lobos... pero debía seguir firme, si aquel hombre estaba dispuesto a sacrificar a su familia, debía ser por algo...

Desenvainó la espada plateada, que ahora mas que nunca relucía entre aquella oscuridad tan lúgubre, pareciéndose cada vez mas a un relámpago que a una espada.

-Vaya, vaya... la espada de ese estúpido mortal... bien conservada. Dijo con ironía la figura, mientras se acercaba cada vez mas a Kanya.

¿-¿Cómo lo sabes? Gritó Kanya con fuerza y desesperación.

-Porque yo lo mate. Recuerdas... respondió la figura.

De repente la capa de este se fue rasgando, mientras su cara se fue alargando y llenando de pelos, y sus supuestas piernas en cuatro patas gigantescas.

Un lobo monstruoso, de ojos más rojos que la sangre, y el pelo más negro que ninguno otro, enseñaba sus dientes afilados y extremadamente blancos.

Kanya, recordó haber visto aquel lobo... era sí.. el de su sueño, que atacaba a un hombre con un lío de mantas de color plateado, era aquel mismo, el que había turbado sus sueños, y que hacía que despertarse con sudores fríos. Ese lobo, había matado a al hombre del sueño, que debía ser su padre...

Por primera vez Kanya tuvo una sensación que no pudo explicar, era odio e ira, tan entremezclados que no sabía que eran.

-Ahora recuerdas... tu iluso salvador mortal... y tu madre, más ilusa aún, que renunció a su inmortalidad y grandeza por ese estúpido y abandonó a tu poderoso padre... jajaja... pero esto ha sido mejor para mi señor, que será liberado de su horrenda prisión... Tú la perdida, la olvidada, retornaras junto a... Dijo acercándose cada vez mas a Kanya.

Pero de pronto Vaiwa entró galopando desde detrás de la figura, cogiendo a Kanya por la capa y obligándola a montar, mientras la arrastraba para que no se quedara allí... debía evitar a toda costa que contemplara aquello. Kanya no sabia como reaccionar, se había quedado paralizada, todo había sido demasiado rápido.

Montó en Vaiwa en contra de su voluntad, y se alejaron a todo galope de donde se encontraban. Las lagrimas caían del rostro de Kanya por primera vez en toda su vida, mojando el pelaje de Vaiwa, lloraba con angustia, por aquella familia.

La lluvia había cesado, y ahora solo se escuchaban en la lejanía los gritos de aquella familia que era torturada por los lobos.

Se alejaron internándose cada vez más en un prado, con la hierba muy alta y espesa mientras que las nubes se arremolinaban en el cielo, que ahora se empezaba a despejar.

Kanya iba abrazaba a Vaiwa, como su único consuelo, mientras se ponía la capa de muy mala gana...

Vaiwa sabía que debían llegar a Minas Tirith cuanto antes, para no seguir ocultando nada a Kanya, serían dos días a galope sin parar. Pero ahora no tenían provisiones, pues todo se había mojado.

Empezaba a aclararse el cielo dejando ver un azul reconfortante y tranquilizador, aunque seguía habiendo un viento frío y cortante. Pero Kanya, seguía llorando aunque con mas silencio y amargura, se sentía sola, vacía y muy triste, como jamás se había sentido en toda su vida, realmente, estaba empezando a descubrir los sentimientos de los hombres.

Pronto se fueron adentrando en otro terreno muy distinto a todos los que habían estado, la hierba era más amarillenta y no se veían árboles por ningún sitio. Había grandes desniveles, y no se oía ni un solo murmullo, solo el rápido galope de Vaiwa.

-Estamos en las tierras de Rohan, ya falta poco. Dijo Vaiwa.

Entraban ya en las tierras de Rohan a todo galope. Llevaban dos días cabalgando sin parar. Vaiwa estaba cansado, pero sabia que si se paraban los Wargos, trasgos, lobos... los perseguirían, al igual que aquella extraña figura. Este sabia que tarde o temprano Kanya debería enfrentarse a su destino, del que hace tanto tiempo la habían guardado y que ahora la acechaba continuamente, también sabia que debería de aprender a comportarse como una mujer Elfa, si no desentonase entre todos los demás... era tan distinta...

Mientras Kanya, no podía dejar de pensar en aquella familia, que habían sido tan amables con ella, y que por su culpa habían sido torturados por aquellas criaturas... lo que la llenaba de una gran angustia y odio.

Pero le había intrigado lo que aquella horrible figura la había dicho... "Mató a mi madre... Juro que me vengare... pero ¿y mi padre, quién es?. ?¿ Y ese hombre de mis sueños? ...¿quién era mi poderoso padre?"... se decía Kanya constantemente.

-Paremos un rato a descansar. Dijo Vaiwa, rompiendo el silencio sepulcral que los rodeaba, rompiendo también los pensamientos de Kanya.

Pararon bajo uno de los escasos árboles que allí había que estaban tan secos, como toda aquella basta región, arrullada por un viento helador. El cielo estaba nublado, aunque había algunos claros, que dejaban ver la luz del Sol. Kanya tenia hambre, y sentía el cosquilleo del viento a acusa de que aquellas ropas le quedaban muy pequeñas.

Ninguno hablaba porque estaban exhaustos de tanto viajar. Vaiwa se tumbo en el suelo, y Kanya se apoyó en el tronco del viejo árbol. Cuando estaba a punto de quedarse dormida, notó que algo le hacia cosquillas. Se levantó rápidamente cogiendo su espada.

Pero, no había nada... "habrán sido mis imaginaciones"... se dijo.

Vaiwa dormía placidamente, y parecía no darse cuenta de nada de lo que sucedía a su alrededor.

Kanya se volvió a apoyar en el tronco, con la espada desenvainada por si acaso volvía a suceder.

Ya se le cerraban los párpados, pero otra vez volvió a notar algo que la dio en la espalda. Se levanto tan rápido del suelo que despertó a Vaiwa, dándole sin querer un codazo.

-!!!!!!!!Burrrraarruuummmmmmm¡¡¡¡¡¡. Decía una voz muy grave que provenía de las ramas altas de árbol.

Kanya miraba para un lado y para otro, sin saber de donde procedía aquella estruendosa voz que llenaba el valle de ecos. Ahora su espada desenvainada brillaba en la oscuridad de aquella solitaria noche mientras que un viento soplaba fuerte y movía la copa del árbol. Kanya volvió la vista hacia la parte de arriba del árbol, pero no había nadie, solo el viento mecía sus secas ramas. "Últimamente me pasan cosas muy extrañas, es posible que me esté volviendo loca..."pensaba. Vaiwa ni se inmutaba, volvió a tumbarse en el suelo como si nada...

Pero de pronto, una rama se levantó del suelo, y dio a Kanya en la espalda, echándola hacia atrás tumbándola bruscamente en la hierba. Se levantó rápidamente y apuntó con su espada al árbol.

-Burrrrrarummmm... ¿Quien molesta mi sueño... ? La voz venia del árbol, de la parte de las ramas de aquel viejo árbol.

Kanya alzó la vista, y pudo ver como aquel árbol tenía unos grandes ojos color miel, una larga barba verdosa... y una corteza muy antigua, tanto que tenia varias capas de espesor.

Extendió una de sus ramas, y cogió a Kanya sin ninguna dificultad, alzándola hacia arriba. Esta intentaba liberarse cortando la rama, pero él la sujetaba tan fuerte, que no podía hacerlo.

-¿Quién eres. ? Burrarrummm... ¿Porqué osa interrumpir mi sueño? No serás una criatura oscura... ¡Orcos!... Los huelo de cerca... Le decía aquel extraño ser.

Kanya se limitó a callarse, intentado liberarse de aquella gruesa rama, que la sujetaba con fuerza.

-Burrarrrummmm.... te lo repito otra vez... ¿Quién eres?...Dijo.

En una de las intentonas de liberarse de la rama, Kanya se rasgo la capa, cayéndose esta al suelo haciéndose un daño terrible, y dejándola al descubierto ante su capturador... Vaiwa se había despertado, y no parecía nada nervioso, al contrario, sé desperezada y bostezaba

-Perdónnnnemmme, mi Dama... no... no sabía que era usted... Burrarummmmm... soy un ignorante, por no haberla reconocido... mientras que todos los animales saben quien es... Decía el árbol, mirando a Kanya con sus enormes ojos.

Kanya estaba tan sorprendida, que se quedó totalmente muda, sin saber que decir... estaba viendo tantas cosas extrañas desde que había partido de su hogar, que el mundo le daba miedo.

Vaiwa, se adelantó a Kanya, y con toda tranquilidad, se agachó ante el árbol, y empezó a hablarle como si se conociesen de toda la vida.

-Hace mucho tiempo, que no nos encontramos viejo amigo Bárbol. Dijo Vaiwa a aquel ser que se llamaba Bárbol.

-Igual digo, Sombragrís. No nos vemos desde los tiempos oscuros, que afortunadamente ya han pasado... dime ¿Qué haces aquí?. He visto que vienes con una extraña muchacha, de cabello verdoso, bellísima incluso para ser una Elfa, ¿A qué debo este honor?. ¿Que nuevas traes? Dijo Bárbol, mirando a Kanya con sus grandes ojos, los cuales tenían una mezcla de sentimientos, a la vez que dejaban verse cansados y viejos.

Vaiwa, se quedo mirando a Kanya, con sus pequeños ojos desorbitados.

-Tu... tu... cabello, es verde. Dijo Vaiwa.

-No me gastéis esas bromas... no me gustan... Dijo Kanya con tono burlón.

-No es ninguna broma. Dijo Vaiwa, acercándose a ella, contemplando su cabellera.

Kanya cogió un poco de pelo, se giró y miró a Vaiwa.

-Ves, sigue igual que siempre, moreno. Dijo Kanya, si ni tan siquiera habérselo mirado.

-Míralo. Dijo Vaiwa.

Kanya se miró el cabello, preparándose para las carcajadas de Vaiwa... pero... así era, tenia el cabello de un color verdoso, como las hojas de un árbol, en todo su esplendor, mezclado con el color del agua azulada...

Kanya se miraba el pelo una y otra vez, por si la vista la había jugado una mala pasada... pero por mas que miraba, lo tenia igual.

-¿Porque tengo el cabello así... tan extraño? Dijo a Vaiwa muy asustada de lo que la estaba pasando.

-No lo sé, pero es muy extraño. Jamás se ha visto a nadie con el cabello de ese color tan bello, pero tan extraño... Además, parece que tu piel esta mas oscura, y tus ojos también... No sé que esta pasando... Dijo Vaiwa, con cara de preocupación, y algo de expresión de terror que intentaba disimular.

-Discúlpenme. Mi Dama, perdóneme por haber sido tan estúpido, y si la he herido u ofendido, pido disculpas. Pensaba que era alguno de esos leñadores. Lo siento. Mi nombre es Bárbol, y soy un Ent. Dijo Barbol, cortando la conversación de Kanya y Vaiwa, mientras se tocaba la barba que le colgaba como una tela vieja.

-No hay nada que perdonar. Lo comprendo. Ahora estoy tan confusa... no sé que me pasa... ni sé que tengo que hacer. Llámame Kanya. Dijo la muchacha, contemplando a Bárbol.

-Gracias, es usted muy bondadosa, ya no queda nadie así en el mundo... Dijo con cierto tono extraño Bárbol.

Vaiwa, se acercó a Bárbol, el cual ahora se había inclinado ligeramente para hablar con él.

-Viejo amigo Bárbol... mucho tiempo ha pasado ya... pero ahora debo de llevar a la Dama a Minas Tirith, acompañarla en todo su largo viaje. Venimos desde Harad, y llevamos cabalgando varios días sin descanso. Te ruego amigo que dejes descansar a mi amiga. Hablaremos nosotros, tengo muchas cosas que contarte. Dijo Vaiwa.

-Esta bien Sombragrís. Pero dime... después de la guerra del anillo, ¿fuiste directamente a Harad? Recuerdo al Mago Blanco, el ultimo humano que monto sobre ti. Ahora partirá hacia los Puertos Grises con los pequeños Medianos, después de contemplado a la hermosa hija de Undomiel y Ellesar. Yo he salido de Fangorn, en busca de Mujeres Ents, casi no las recuerdo... Dijo Bárbol, con cierto tono de melancolía, girándose hacia Kanya, que miraba aquella escena desconcertada, mientras observaba su extraño cabello verdoso.

-El Mago Blanco me envió allí. Espero que encuentres a las Mujeres Ents algún día... me han llegado ciertos rumores sobre que se encuentran cerca de la Comarca... pero, no puedo decirte más, ahora hablaremos. Dijo Sombragris, girándose hacia la muchacha. - Kanya, en realidad, mi nombre es Sombragris, no Vaiwa, como tu me conocías. Ese es el nombre que me pusieron los humanos. Soy el señor de los Mearas(caballos venidos de Valinor), ya sabes que somos. Llámame así. Fui enviado para cuidarte... y guiarte para este momento... ahora vete a descansar, mañana nos espera un largo día. Dijo Sombragrís, ahora más reluciente y arrogante que nunca.

-Me gusta mucho ese nombre... Así lo haré amigo..., aunque el hambre me devora. Dijo Kanya tocándose la barriga.

-Lo sé... y esos ropajes... Dijo Sombragrís mirando sus atuendos que le quedaban muy pequeños.

-Tengo aquí agua Ent. Sacia la sed y el hambre. Dijo Bárbol, sacando de entre sus viejos ramajes, agua.

-Te vendrá muy bien, tómala, te saciara. Dijo Sombragrís.

Kanya se acercó a Bárbol, y bebió agua con las manos. Aquella agua la quito el hambre y la sed. Tenia un sabor extraño, ni dulce ni amargo, ni tampoco salado... era muy suave, lo que reconfortó a la muchacha.

-Ahora Bárbol y yo, vigilaremos los alrededores, para que no se acerquen esas despreciables criaturas. Tu duerme, lo necesitas. No sé que esta pasando, todo esto me desconcierta. Debemos llegar a Minas Tirith mañana al anochecer como muy tarde, el tiempo juega en nuestra contra. Dijo Sombragrís, ahora mas blanco, reluciente y arrogante, de lo que Kanya jamás lo había visto.

Así sin mas, Sombragrís se marchó tras Bárbol con un trote ligero, alejándose cada vez más de Kanya. Su pelaje blanco brillaba en la oscuridad de aquella noche oscura y lúgubre, improvisando una pequeña Luna que se movía.

Pronto estuvieron lejos de Kanya, la cual miraba a su alrededor para sentirse más segura. No se divisaba ninguna elevación de terreno, en aquellas tierras que parecían no tener fin en una extensa llanura, muy vasta y solitaria.

Kanya se tumbo en el suelo, apoyando los brazos en la cabeza, improvisando una almohada.

Los pensamientos la embriagaban... la habían ocurrido tantas cosas desde que había salido de Harad... Sentía miedo por lo que la aguardaba en Minas Tirith, aunque en cierto modo quería llegar allí cuanto antes.

Pero otra vez la vino a la cabeza, a aquella familia, a aquellas horribles criaturas que los habían mutilado y torturado... la figura, aquella figura que se convertía delante de sus ojos en un lobo enorme y temeroso. Pero sobre todo no dejaba de pensar en lo que El Lobo la había dicho... ya que por un momento sintió una extraña sensación de superioridad y poder, como si fuera capaz de acabar con quien quisiese con tal solo un soplo...

Todos estos pensamientos, la estaban atormentando. Pero no quería dormirse, porque cada vez que lo hacía algún extraño sueño la llegaba, tan temido por su mente y su alma... pero estaba muy cansada y su mente y cuerpo lo notaban con creces, a sí que el sueño la embriagó lentamente, mientras oía el susurro del viento, que azotaba aquella vasta y árida zona.

"No debo dormir, no debo dormir..." se repetía a sí misma sin ningún resultado, hasta que al fin lo que iba a ser un dulce sueño la embriagó por completo...

Una mujer bellísima, con los cabellos oscuros y la tez totalmente blanquecina, sollozaba en una oscura y horripilante estancia. A su lado, estaba la criatura más horrible que Kanya jamás hubiera podido contemplar... parecía el mal en sí mismo. Era un ser enorme, con los músculos negros y marcados, vestido con una dura armadura de algún metal que era casi tan negro como su piel. Su rostro era lo más horrible que se pueda concebir... una sonrisa malvada lo cruzaba, y un largo pelo negro caía sobre sus enormes hombros. Sus ojos reflejaban algo que no se hubiera podido describir... eran odio, ira, deseos de poder, avaricia...

La mujer estaba a su derecha tenia una expresión de angustia, y desesperación en su rostro.

Pero había algo que iluminaba la oscura estancia... Aquel ser llevaba puesta en la cabeza una corona de hierro grande y horripilante como él. Pero en ella, tres piedras brillaban con el fulgor de una misma estrella... no eran nada horribles, si no todo lo contrario, era lo único que parecía no apagarse en aquel lugar. Al fondo se divisaba un cielo de color anaranjado rojizo, en el que se elevaban humos de batalla. No se oía ni un solo ruido, solo el sollozo de aquella mujer.

-Traédmela... Dijo aquel ser levantando uno de sus abominables brazos, señalando hacia algún lugar. En su cara había dibujado una sonrisa maléfica, y forzada.

Un Orco que portaba una gran antorcha, trajo un lío de mantas, depositándolo en los horribles brazos de su Amo. El Orco se arrodillo y salió a gachas, mientras apartaba su mirada de él.

Ahora ni siquiera se oía el sollozo de la mujer, todo era silencio. Incluso los alborotos que se escuchaban a lo lejos se apagaron. Todo era un silencio sepulcral, impenetrable.

De pronto aquella horripilante figura se levantó, y alzó con sus poderosos brazos el lío de mantas. Todos los Orcos y Trasgos que allí estaban gritaban con júbilo.

El ser reía mas maliciosamente que antes. La mujer que estaba al lado se tapaba el rostro como ahogando un grito de terror.

Al otro lado del trono de la figura, se encontraba un lobo, con el pelo negro y los ojos rojos, que miraba hacía su amo.

Kanya tenía sudores fríos, que recorrían su rostro el cual ahora tenia una expresión de terror. Daba patadas en el suelo, y gritaba levemente. Aquel sueño, le resultaba familiar, como si lo hubiera vivido.

Un llanto rompió con los vítores de júbilo de los Orcos, todos callaron, incluso la figura. Esta se volvió a sentar, y meció en sus oscuros brazos y grotescos brazos al lío de mantas...

Kanya despertó tan sobresaltada, que se puso de pie al instante, con la espada desenvainada.

Unos diez jinetes montados en relucientes caballos, la rodeaban y apuntaban con lanzas muy afiladas, mientras la miraban asombrados a través de sus armaduras. Todos ellos parecían altos y fuertes. Llevaban unos caballos altos y arrogantes, muy parecidos a Sombragrís.

Uno de los jinetes se acercó, bajándose del caballo y quitándose el casco. Al mismo tiempo todos los demás le imitaron.

Todos ellos eran hombres rubios, altos y de tez clara. Miraban a Kanya con los ojos desorbitados, como si nunca hubieran visto a una Elfa fuera de los Bosques o de Rivendel.

El jinete que estaba al lado de Kanya, tenia la tez algo mas morena, con el cabello dorado y mucho más alto que los demás, se arrodilló ante Kanya, besándola la mano.

La muchacha se apartó asustada, y apunto de clavarle su espada en el gaznate, este se apartó de un salto. El jinete no dejaba de mirarla con los ojos desorbitados, mientras se levantaba del suelo.

-Mi Dama... más bella que el amanecer en la Tierra... Dama del Amanecer, y de todos los bellos fenómenos de la naturaleza. ¿Cómo podemos servirla?. Dijo el jinete levantándose, quedando a la altura de Kanya, mientras esta seguía apuntándolo con su arma. No sabia como reaccionar para no llamar mas la atención de lo que ya lo había hecho. La había extrañado que fuera tan amable con ella, después de haberle apuntado con su arma, y casi cortarle el cuello.

-Veo mi Dama, que blandís una bellísima arma, al igual que lo sois vos. Pero... si me lo permite, ¿Qué hace una Dama Elfa en un lugar tan solitario como este, y sin escolta en los tiempos que corren...? ¿Y porqué lleva una espada, si ninguna mujer Elfa jamás a portado una...?... La escoltaremos a donde sea necesario. Volvió a hablar el jinete, mirando a Kanya el cabello, que lucía verdoso, en contraste con aquellas áridas tierras.

- No es necesario que me escolten... mi escolta vendrá pronto. Mintió Kanya. – Esta espada me pertenece, y si me lo permitís no es asunto suyo que haga o deje de hacer con ella. Además necesito defenderme... Decía Kanya muy nerviosa, y algo molesta por lo que le había dicho aquel hombre, mientras pensaba "¿Dónde se han metido Sombragrís y Bárbol... ?

Pero a lo lejos, un aullido rompió aquella situación. Los Lobos la habían encontrado, debía de huir, escapar como fuese... antes de que la alcanzaran.

Pero, un jinete que llevaba una reluciente armadura, venia a todo galope desde la espesura de la llanura. El caballo y el jinete, parecían alterados, ya que iban a todo galope.

- Rey Éomer... unos Wargos, acompañados de Trasgos y un enorme lobo negro se acercan... debemos prepararnos. Dijo jadeante el jinete, mientras miraba a todo su alrededor.

-Aquí estaremos esperando a esas horrendas criaturas. Elena (mujer de las estrellas), la protegeré con mi vida si es necesario. Dijo Éomer, refiriéndose a Kanya, la cual lo miraba atónita, pensado "¿Por qué me tratará así... después de lo que le he dicho...?"

De repente, el muchacho que había venido galopando de la espesura, cayo al suelo desde su caballo. Tenia una flecha clavada en su espalda, de la que ahora brotaban borbotones de sangre.

Los Wargos, acompañados de los Trasgos y el gran Lobo Negro, estaban ahí, detrás del pobre muchacho. Parecían más furiosos de lo que Kanya jamás hubiera visto a semejantes criaturas.

El Lobo Negro, se acercó tanto a Kanya, que lanzó a Éomer, hacia atrás de un empujón.

-Ven conmigo, ya te he dicho lo que podrías ser... solo debes volver con Él. Simplemente eso, y por fin será liberado de su horrenda prisión. No puedes negar tu origen... y pronto te darás cuenta de ello. Solo acaríciame el lomo, y lo tomaré como un si, de lo contrario todos estos jinetes morirán, al igual que aquella estúpida familia.

-Antes preferiría morir, que ir contigo... Dijo Kanya con un brillo de fuego en sus ojos, apuntado con la espada al Lobo, con una terrible furia. Su belleza era ahora mayor que nunca, con aquella cólera en su interior, se alzo valiente al Lobo.

Los jinetes rodeados por los Wargos y los Trasgos, estaban atónitos de ver tal fuerza en alguien que parecía tan bello y bondadoso. Éomer, ni el mismísimo Éomer, se hubiera atrevido a plantar cara a aquel ser tan monstruoso.

- Sabes de sobra que me puedes vencer, al igual que a todos estos humanos. Ven conmigo, y les ahorrarás todo el sufrimiento. Te lo vuelvo a repetir... serás grande, poderosa, no habrá ser que no conozca tu nombre... no puedes negar tu origen... Volvió a decir el Lobo, con una voz muy sugerente.

Pero la ira de Kanya era tan grande, que en sus ojos se reflejaba un fuego centelleante, tan brillante, fulgoroso y lleno de cólera, que iluminaba el paraje.

Se lanzó sin pensárselo ni un segundo más al Lobo, intentando dañarle con su espada, pensando en el recuerdo de la familia, que habían muerto por su culpa. El odio que sentía, no se podía comparar a ningún otro. En ese momento se podría decir que era mas malvada que el Lobo.

Logró hacerle una pequeña herida al Lobo, que sangraba abundantemente. Pero éste no parecía enfadado, si no todo lo contrario, se reía con maldad, mientras se le erizaba el pelo negro. A Kanya esto la encolerizo todavía más, y se lanzó otra vez al Lobo, con intención de hundirle la espada en el corazón, lo más hondo que pudiera.

Pero éste se aparto rápidamente, quedándose al lado de Éomer, el cual no daba crédito a lo que veía. Todos los jinetes tenían terror a Kanya, incluso el mismísimo Éomer.

-Ya tengo lo que quería. Pronto volveré a por ti, y por fin se verá cumplida su voluntad. Él te lo debe todo a ti. Dijo el Lobo riéndose.

El Lobo salió rápidamente del circulo que formaban los jinetes, bordeando las piernas de los caballos.

Kanya no pensaba en otra cosa que en acabar con el Lobo, y de un salto, atravesó la barrera de caballos, pasando sobre las cabezas de los jinetes.

Kanya salió corriendo tras la figura, con el fulgor encendido en su interior. Mientras los jinetes, no decían nada, limitaban a callar, y recordar aquella poderosa imagen, que no parecía humana ni Elfa. Cuando se marchó todos se arrodillaron donde ella había estado, pensando, que tal vez, era una Valar o Maiar. (Los Dioses y semidioses de la Tierra Media)

Estaba amaneciendo, y Kanya seguía persiguiendo al Lobo, recorriendo el áspero valle, en el que ahora se empezaban a reflejar los rayos de un Sol muy tenue y frío.

Pero no lo divisaba por ninguna parte. Siguió corriendo y corriendo sin descanso durante horas y horas, hasta que divisó a lo lejos un pequeño bosque, el cual era recortado por un estrecho y escondido camino.

Pero algo llamó la atención de la muchacha... En el camino, había una persona tirada, con una capa de viaje negra y raída.

Kanya se acercó rápidamente preparando su espada, hasta que pudo comprobar que no era mas que una mujer humana, malherida, con el rostro pálido y enfermo, con los ojos y el cabello negro y con la piel cetrina y llena de pequeños y mal cicatrizados cortes.

La cólera de Kanya se apagó al ver a aquella muchacha, que no parecía tener mas de 25 años, con esa expresión de angustia y dolor en el rostro. Kanya no podía dejarla allí en esas condiciones, a sí que la cogió en brazos, y salió otra vez al valle, que ahora estaba completamente iluminado por el Sol del mediodía.

Andaba cansada y apesadumbrada. Cargando el cuerpo de aquella mujer.

El Sol ya se alzaba bastante alto, y la mujer cada vez tenia peor aspecto. Kanya se desesperó, pues no-tenia sus medicinas, y allí no encontraría ninguna hierba curativa.

Pero siguió andando a través de la llanura, sin rumbo ni dirección.

Sombragrís no estaba allí, no había ningún animal que la pudiera ayudar. "¿Dónde estaría ahora Ku? ¿Y Sombragrís?"

Estaba perdida, nunca llegaría a Minas Tirith. Los extraños sueños cada vez eran mas frecuentes...

Pero solo entonces se acordó de la piedra que colgaba de su cuello. La saco al exterior. Tenia un leve brillo... Pero no se preocupo mas de ella, y se la volvió a guardar.

Llevaba cinco horas caminando con el cuerpo de la mujer "a cuestas". Se sentía sin esperanzas y sin fortaleza, como jamás se había sentido, quiso hundirse y morir, pero no podía dejar que aquella muchacha muriera, ya habían muerto bastante por su culpa."Debes de continuar... hazlo por el bien de esta muchacha, aunque no sepas quien es..." Se repetía constantemente para infundirse ánimos sin ningún resultado.

La muchacha no se despertaba, su respiración era entrecortada y muy fuerte... cada vez tenía la frente más caliente, y tiritaba más, mientras tenía los labios morados.

Kanya iba a caer al suelo, sin ánimos... cuando... sintió que se elevaba en el aire, tan rápido como el viento.

Un extraño animal la había cogido en el momento en el que se iba a caer. Parecía un pájaro extremadamente grande y fuerte. Sus plumas eran de color pardo, y tenia un fuerte pico curvado. Kanya dejó a la muchacha en el lomo de la criatura.

-Soy Gwaihir, señor de la Águilas. Yo te llevare a tu destino. Dijo el águila, girando la cabeza.

Unas montañas nevadas, se veían desde aquella gran altura a la que volaban... mientras se dirigían a ellas a toda velocidad...

Hola¡¡¡

Ya estoy por fin aquí otra vez... este capitulo a sido un poco largo... me he pasado...

¿Qué tal os ha parecido? Espero Reviews con vuestras críticas, tomatazos, sugerencias...

¿Qué tal os parece la personalidad de Kanya... ? ¿Y su reacción ante todo...?

Espero vuestros Reviews¡¡¡ MUCHAS GRACIAS. ¡¡¡

Adelanto: Kanya llegará por fin a Minas Tirith, y se meterá en un lío bastante... grande... por ser como es... ya lo veréis... además puede que conozca a alguien que influya mucho en su vida...