Los personajes de Gundam Wing no me pertenecen, no obstante incluiré algún
que otro personaje según valla transcurriendo en la trama de la historia.
Advertencias: Escenas: Angs., Lemon, Yaoi., según capítulos.
Notas: Este es mi segundo fics, es un poco más cruel y violento que el anterior que el anterior.
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Yo te protegeré
Cap. 4
Se sentía adolorido y sumamente cansado, se había despertado en una cama extraña y en una habitación que no reconocía. Al incorporarse en la cama noto un fuerte dolor en su pecho y de manera instintiva de llevo una de sus manos a la zona dolorida para comprobar que la tenía vendada con restos de sangre seca, se levantó de la cama y al hacerlo que mareó cayendo sentado de nuevo en ella.
La habitación era muy amplia y lujosa, elegantes muebles lacados en negro decoraban la instancia donde contrastaban con el suelo de mármol blanco. Dio una simple vista a la habitación donde se encontraba, vio a su derecha un gran escritorio junto a una mesa donde descansaban varios libro y documentos colocados ordenadamente junto un juego de pluma y tintero tallado en la más fina plata que hacía conjunto con un par de candelabros también de plata que estaban encendidos en ese momento, cerca del escritorio había una gran chimenea encendida en la cual sería posible asar a una vaca entera, toda ella tallada en fino mármol negro y blanco. Enfrente de la chimenea se encontraba in pequeño diván y varios sillones también de color negro junto a un pequeño mueble bar donde habían diferentes botellas de licores con vasos de frágil cristal y varias jarras de lo que parecía ser agua. En el centro de la habitación se encontraba la cama donde descansaba, era muy grande, 2.5m x 2.5m con grandes almohadones de raso negro y rojo, las sábanas eran de seda cubiertas por un fino edredón también de color negro que hacía juego con la alfombra suave bajo la cama. A la izquierda de la cama habían dos puertas, una se imaginó que sería el baño y la otra lo desconocía.
Al levantarse de nuevo y sintiendo la suavidad en sus pies por la alfombra caminó lentamente hacia un pequeño mueble bar con la intención de beber agua, sentía mucha sed, la garganta la tenía seca y rasposa. Una vez que llegó junto a la mesa bebió un vaso de agua, otro y luego otro.
-Por mucho que bebas no apagarás tú sed – se oyó la voz de una mujer que salió como una sombra de la esquina donde se encontraba el escritorio – lo único que calmará tú sed es esto – dijo mostrándole una botella de cristal y una copa con un líquido oscuro que no pudo identificar por la oscuridad de la habitación. Era joven de la edad de Trowa y Duo, su piel era muy pálida que contrastaba con sus labios rojos y sus ojos azules, llevaba un vestido rojo de manga larga pero con los hombros al descubiertos mostrando un generoso escote, era largo hasta los pies de caída suave y ligera, en su cuello era adornado por una cinta negra anudada en su nuca formando una gargantilla que mostraba un dije con el emblema de la familia Yuy
-¿Quién demonios eres tú?¿Y donde estoy? – le interrogó molesto.
-Eso por ahora no importa – le dijo acercándose a él para ofrecerle lo que contenía la botella – no es que me importe mucho la verdad, pero te recomiendo que te cubras con algo, aún teniendo este aspecto de jovencito eres muy apetecible – le dijo con burla mientras en sus ojos se reflejaba la lujuria.
-Que... – dijo sorprendido al mirarse y verse completamente desnudo ante la mujer de cabellos castaños casi dorados. Por el aturdimiento que sentía no se había dado cuenta que estaba desnudo al despertarse. Se dio la vuelta sin mucha importancia y se acercó a la cama para coger la sábana que le había cubierto antes para taparse de cintura para a bajo - ¿dónde estoy? ¿qué pasó con Duo?.
-Todo a su debido tiempo joven Yuy – dijo con cierta molestia al escuchar de su boca el nombre del mortal – primero debes restablecerte por completo, bebe, te hará sentir bien – dijo llenando una copa con el líquido y se la ofreció – bebe recuperarás tus fuerzas.
-Esto es... – dijo confundido al tener la copa en la mano reconociendo el olor inmediatamente.
-Sí, es sangre humana, ¿qué otra cosa sería? – dijo con burla.
-No pienso bebérmelo – dijo alejando la copa de él.
-No sea baka, Yuy eres un vampiro y como tal debes alimentarte con sangre – le volvió a entregar la copa – ¿o acaso ya has olvidado el dulce sabor que tiene? Ya la has probado antes y sabes que te encantó, tienes sed, mucha sed, bebe.
-No, no la necesito.
-¿Cuánto haces que no te alimentas adecuadamente? – le dijo con voz sensual – si bebes te prometo que esa sed tan horrible que sientes desaparecerá, junto con el temblor y el frío de tú cuerpo – le susurró en el oído mientras acariciaba su pecho desnudo.
-No estoy temblado – dijo no muy convencido pero al observarse comprobó que no era así – que me está pasando – dijo sin comprender al comenzarse a sentir cada vez más extraño, empezó a sudar, la sed se incrementaba y la mente se le nublaba por periodos de tiempo y le costaba respirar – esto... no me... había pasado nunca... – jadeó.
-Bebe – le dijo poniéndole la copa delante de la cara para que oliese el olor de la sangre – es por tú bien, no pasa nada.
-Yo... – el olor de la sangre le nublaba la razón, no quería probarla pero el deseo de hacerlo que le surgió de golpeo le obligó a tomarla de golpe – más, necesito más – jadeó tras beberse la primera copa, una sensación de placer y de confort se apoderó de él.
-Bebe sin miedo dijo la muchacha, es tu naturaleza – le comentó satisfecha mientras le llenaba la copa una y otra vez – llevas mucho tiempo sin alimentarte como debes y tu cuerpo había comenzado a reclamártelo, lo que has sentido es el síndrome de abstinencia, sino te alimentas será lo que sientas y puede volverse peor incluso.
-¿Se puede saber que está ocurriendo aquí? – interrumpió la voz de un tercero que entró a la habitación sin aviso sorprendiendo a los dos jóvenes - ¿dónde está Sunrei? La dejé a cargo de Heero.
-Quatre-sama – dijo asustada la chica al verse sorprendida – He dado permiso a Sunrei para que fuera a atender otros asuntos, yo me quedé a vigilar al joven Yuy, acaba de despertar y tenía el síndrome de abstinencia, yo...
-¡Cállate Relena! Dije bien claro que me avisaran cuando despertase mi primo, o es que pretendes saturarlo de sangre para que se vuelva loco – dijo furioso acercándose a ellos y de un manotazo le arrebató la copa de las manos a Heero y a Relena la jarra haciendo que se estrellase en el suelo.
-No, Quatre-sama, eso no era mi intención – dijo intentando sonar inocente.
-¡No era tú intención! ¡Acaso no sabes que cuando se despierta el autentico vampiro en un cuerpo no se le puede permitir que sacie su sed sin control! No me creas estúpido Relena. – grito colérico mientras miraba la cara sorprendida de Heero.
-Lo siento Quatre-sama, no pensé que podría hacerle daño – hizo un puchero – no volverá a ocurrir.
-Por supuesto que no volverá a suceder, ahora sal de los aposentos de Heero, tengo que hablar a solas con él. – le ordenó a la joven.
-Si, Quatre-sama – se apresuró a decir mientras salía de la habitación, una vez fuera – maldita seas Quatre, hasta ahora he hecho todo lo que me has mandado pero esto pronto se acabará, no dejaré que manipules al Yuy a tú antojo, no voy a permitir que por una idea romántica y estúpidas nos arrebates nuestra posición y categoría para convertirnos en simples mortales insignificantes, no lo permitiré – dijo maldiciendo por dentro caminando por uno de los pasillos del castillo para perderse por uno de los corredores.
-Y bien primo, ¿cómo te encuentras? – le preguntó con una sonrisa al ver desaparecer a esa víbora de Relena – ven será mejor que te des un baño y luego te pongas algo de ropa, si te paseas con esa pinta por el castillo te van a salir más de un pretendiente.
-Me encuentro más o menos bien, un poco mareado y pesado y no me interesa tener ningún pretendiente – dijo molesto mientras caminaba junto al rubio hacia una de esas puertas que había visto anteriormente - ¿dónde está Duo? ¿dónde estoy yo? – preguntó a pararse delante de la puerta que sería el baño.
-Primero báñate y vístete, el mareo y la pesadez es normal, as ingerido mucha sangre de golpe, esa baka de Relena nunca hace nada bien, luego hablaremos con calma, es un poco complicado de explicar.
Heero se negó a complacer a su primo, ya que quería saber primero lo que estaba ocurriendo pero después de varias reprimendas por parte del rubio aceptó y se dispuso a bañarse como le había sugerido el rubio.
El baño era bastante grande, con una gran bañera a nivel de suelo elevada solo por dos escalones que luego se adentraban al interior de la bañera, como una pequeña piscina pero de agua caliente, todo el baño era de mármol blanco y con numerosas planteas que decoraban toda la habitación rompiendo la frialdad del mármol haciendo más acogedor, habían varios divanes de color blanco y diferentes muebles en todo gris claritos donde se almacenaban las toallas y objetos de aseo, en uno de los lados del baño había un gran tocador con un gran espejo donde se veían diferentes tipos de perfumes, esencias y cremas, todo estaba en perfecto orden y pulcritud. Heero no tardó demasiado tiempo en bañarse y tras enrollarse una toalla en su cintura salió del baño para encontrarse a su supuesto primo rebuscando en la puerta que había al lado del baño, que resultó ser un gran vestidor con una gran cantidad de ropa y botas.
-Ah! ya has acabado, eres rápido, mira Heero te estaba buscando algo de ropa pero con tu estatura creo que todo te va ha ir grande, pero bueno algo te servirá, mira tú también a ver si ves algo que te guste.
-Hn. – dijo buscando ropa, al rapo Heero sacó un pantalón negro y una blusa blanca con el cuello en forma de pico que se ataba con varias cuerdas, era amplia y bastante fresca, también escogió unas botas de su número – Y bien, ¿me vas a contar lo que está pasando? ¿Dónde esta Duo y que es este lugar? – preguntó una vez vestido.
-Esta bien – dijo con pesar el rubio, sabía que si le contaba la verdad le haría daño pero tenía que hacer lo mejor para él y su Clan – no sé por donde empezar...
-Por el principio – le dijo secamente.
-De acuerdo, ven vamos a sentarnos en los sillones estaremos más cómodos – le sugirió -¿Qué es lo último que recuerdas?.
-La última vez que vi a Duo habíamos discutido... estaba furioso con él porque... – hizo una pausa.
-¿Sí? – preguntó curioso.
-El motivo da igual, el hecho es que peleamos y le dije que me marchaba que no aguantaba estar más con ellos y me fui, no sé si me siguió o que, pero cuando llevaba varios kilómetros recorrido pude notar que algo pasa, sentí que Duo estaba en peligro... regresé a por él y cuando lo encontré un grupo de vampiros les estaban atacando. Trowa intentaría protegerle pero no pudo cuando llegué estaba muy mal herido ya.
-¿Ese chico es un encanto pero no es lo suficientemente fuerte? Es una lastima – comentó sonriendo al recordar al joven de ojos verdes, interrumpiendo a su primo
-Uno de los vampiros tenía a Duo, me enfurecí y luego todo fue muy rápido, me peleé con ellos, luego vi como Duo iba a ser asesinado por el que parecía ser el jefe y intenté ayudarlo, después no recuerdo nada hasta ahora que desperté aquí, en esta cama que no es mía y en compañía de esa chica que se acaba de ir.
-Bueno verás... cuando llegamos – empezó a hablar Quatre sentado en el sillón – estabas muy mal herido, Sir J, el que dices ser el jefe de los vampiros que os atacaron está dentro de facción pro-maldición, por decirlo de alguna manera, iba a atacar a Duo pero te interpusiste recibiendo tú el ataque, necesitabas atención inmediata, te librastes de la muerte por un centímetro, te rozó el corazón y por eso te trajimos aquí, a tu castillo, estas en el Castillo Yuy, con los tuyos.
-¿Y Duo? ¿dónde está? ¿está herido? – preguntó preocupado mientras se tocaba la herida del pecho como recordatorio de su entrega por el trenzado.
-Duo... él... verás puede que esto no te guste pero...
-¡Habla claro! – le exigió molesto Heero - ¿qué pasa con Duo?
-Él decidió quedarse en el pueblo con Trowa – dijo mirando fijamente la reacción de Heero.
-¡¡Quuuee!!, no puede ser, ¿cómo que se quedó con Trowa.
-Verás... el ataque que recibió por parte de los vampiros le asustó, cuando llegamos estaba aterrorizado, no dejó que nos acercáramos a él ni a Trowa... creo que nos tiene miedo.
-Pero... ¿sabe que estoy vivo? – preguntó sorprendido y dolido por lo que se suponía que había hecho Duo.
-Esto... sí – comentó, no le convenía que supiera la verdad, tenía que hacer que se separasen para siempre, sino Duo nunca cumpliría con su misión – le dijimos que te traeríamos al Castillo para curarte y que si quería podría venir... pero no quiso, dijo que no podía más, que no podía seguir viviendo con miedo, y que lamentándolo mucho quería rehacer su vida.
-Duo dijo eso... – le preguntó con gran dolor – me dejó por irse con...
-Heero yo... – Quatre pudo sentir el gran dolor que sentía en ese momento, el poder que tenía hacía que cualquier sentimiento y pensamiento que tuviera una persona delante de él, se le fuera revelado como un libro abierto, y esa manera sabía lo que sentía Heero en ese instante y se aprovechó de eso por el bien de Heero y los suyos – lo siento, puede que estés dolido, pero tarde o temprano iba a pasar, además si Trowa y Duo se aman no puedes hacer nada.
-¡Cállate! – le ordenó furioso, la tristeza que sentía al verse traicionado se estaba convirtiendo en rabia – no quiero oír nada más, si así lo quiere... así será, no quiero volver a oír nada más sobre el tema, ni esto ni de Duo o Trowa, no quiero volver a oír sus nombre nunca más.
-Está bien Heero así será pero hay otra cosa más de la tenemos que hablar, es importante.
-Ahora no Quatre, no estoy de humor, quiero estar solo – dijo sin mostrar ningún sentimiento, solo cansancio.
-Pero es importante, tenemos que empezar a buscar la forma de romper la maldición.
-¡He dicho que ahora no! – le gritó poniéndose de pie acerándose a la chimenea encendida para contemplar el fuego crepitar – déjame solo, más tarde te buscaré y podremos hablar de lo que tú quieras, pero ahora no –dijo seriamente.
-De acuerdo, me marcho, estaré en uno de los salones en abajo, cuando estés en condiciones hablaremos de lo demás, ahora descansa.
-Hn – recibió como respuesta.
Quatre salió de la habitación cerrando la puerta con cuidado, apoyándose en ella a la espera de la reacción Heero, sentía su angustia, su rabia y sabía que iba a explotar. Se quedaría allí hasta que se calmara, no permitiría que hiciera ninguna locura.
Heero se había quedado apoyado en la chimenea mientras salía Quatre de la habitación aunque percibió que no se había alejado de ella pero no le importó, estaba dolido y furioso, las palabras de Quatre le venían a la cabeza una y otra vez, Duo le tenía miedo y ya no quería estar con él, también le vinieron a la mente la pelea entre ellos antes del ataque, todo ello hizo que Heero explotara en furia, tenía que desahogarse de alguna manera, se dirigí al mueble bar y de un manotazo tiró todo lo que había en ella tirándolo al suelo, luego se ensañó con el diván que estaba al lado, lo golpeó y lo arañó hasta hacerlo a astillas, luego lo pagó con el escritorio y luego con la cama, lanzándole puñetazos para ahogar su frustración, las lágrimas salían sin freno de sus ojos, le dolía en corazón por la perdida de su amor, lloraba de rabia y furia hasta que con un gran grito de dolor desahogó por el momento su pena.
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaarrrrrrrgggggggggggggggghhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!! !!!!!!! – se oyó por todo el castillo el grito de angustia de Heero juntó con la explosión de todo su poder haciendo estallar los grandes ventanales de la habitación.
-¡¡¡¡¡Heero!!!!!!! – gritó Quatre al entrar a la habitación al oír la explosión dentro de su habitación – por todos los Dioses – dijo sorprendido al ver a Heero inconsciente sobre la cama y totalmente cambiado como lo había dejado unos minutos antes.
-¿¿¡¡Que a pasado!!?? – se oyeron las voces de Zech y Hilde que entraron corriendo a la habitación alertados por el grito y posteriormente por el estallido de poder que sintieron – Quatre-sama ¿qué ha sido ese poder? – preguntaron sorprendido, al ver el destrozo de la habitación, al rubio que estaba cerca de la cama de Heero.
-Heero se ha manifestado con todo su poder al enterarse que Duo le ha dejado – dijo tristemente, se sentía mal por hacerle pasar por todo eso, pero era necesario – además acaba de recuperar su cuerpo original.
-¿Esto lo ha hecho Heero? – preguntó incrédulo Zech mirando el cuerpo tendido de Heero sobre la cama.
-Debe de estar agotado – dijo Hilde recogiendo parte de la sábana que se encontraba en el suelo para tapar el cuerpo semi desnudo de Heero, que al desarrollarse completamente había desgarrado la ropa que llevaba – será mejor que le dejemos descansar, han sido muchas emociones para un día.
-Sí, será lo mejor – respondió Quatre – mientras descansa, iremos ha hacer limpieza en el Castillo, ya va siendo hora que lo limpiemos de chupa sangres indeseables – dijo mirando a Zech y a Hilde.
-Je, tienes razón Quatre-sama – sonrió con malicia Zech – hoy nos divertiremos como hacía tiempo, jeje.
-Sí, tienes razón, yo me pido el grupo de Sir J – comentó alegre Hilde – les voy a quitar esos aires de grandeza, jeje.
-Ah! por cierto, Zech – le dijo mientras caminaban fuera de la habitación de Heero, o lo que quedaba – tú hermanita ha vuelto hacer de las suyas.
-¿Qué? – dijo sorprendido Zech - ¿qué ha hecho esta vez?
-Cuando fui a ver como estaba Heero después de nuestra plática, la encontré atiborrando a Heero de sangre, según ella, tenía síndrome de abstinencia – dijo molesto al recordarlo.
-No te preocupes Quatre yo me haré cargo de ella, no dará más problemas – dijo seriamente.
-Eso espero, no me gustaría tener que tomar medidas en su contra, la respeto porque es tú hermana, ¿pero saber lo que intenta? – le preguntó.
-Sí, lo sé y lo lamento, pero no será más un problema.
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-Así que es eso lo que te dijo Quatre-sama – preguntó Odin a Sir J después de contarle toda la conversación con el rubio cabeza del Clan.
-Sí, Señor Odin, como ya tienes al heredero Yuy con ellos no tardaran en eliminarnos, según me dijo sabe quienes somos y nos dio dos semanas para marcharnos pero no creo que lo cumpla.
-Bien veo que la guerra ya está declarada, por ahora no nos interesa un enfrentamiento directo por eso tendremos que recurrir a una estrategia más elaborada. Di a nuestros hombres que regresen al Castillo de Oz, allí no reagruparemos y planearemos con más tiempo nuestra estrategia, busca a varios de nuestros aliados más insignificante y que llamen menos la atención y que se queden como espías, no me falles ésta vez Sir J o si no tu vida no durará mucho.
-Si Señor Odin, no le defraudaré – dijo haciendo una reverencia para disolverse como una sombra.
-Adelante – dijo tras oír como llamaba a la puerta de su habitación.
-Señor Odin, soy Relena, tengo que hablar con Ud. – pidió Relena.
-Pasa.
-Señor, el joven Yuy ya ha despertado, creo que Quatre-sama sospecha algo.
-Que ingenua eres Relena – le dijo cogiéndola del cuello para acercarla a su cuerpo – Quatre-sama está al corriente de todo digistes que te encargarías del Yuy – le dijo molesto.
-Sí y lo haré, aunque tus hombres no hicieron muy bien su trabajo – dijo alejándose del vampiro molesta sobándose el cuello – aunque después de todo la patética actuación de tus hombres valió para nuestra causa.
-Vigila tu lengua mujer, no olvides con quien hablas – le amenazó – por ahora nos retiraremos al Castillo de Oz, tú y una cuantas de tus sirvientas os quedaréis aquí para informarme de todo lo que ocurra, como eres la hermana de Zech, no creo que intente nada contra ti, pero se cauta, deberás vigilar muy bien tus movimientos, te tendrán vigilada.
-Me lo imagino, pero no se preocupe como dije antes me encargaré de Yuy, con un poco de tiempo se convertirá en mi devoto servidor – dijo sin modestia alguna.
-No te confíes Relena, Yuy no es tonto y en cuanto te insinúes se pondrá a la defensiva, lo más seguro que Quatre-sama y los suyos empiecen con su preparación, deberás estar a su lado, facilítale la cosa pero sin ser obvia, dale pequeños caprichos y cúmplele todos sus deseos, ya sabes, si no te desea a ti proporciónale lo que desee, antes que su amante posesiva conviértete en su aliada y confidente, supongo que sabrás como ganarte sus favores, ellos lo querrán llevar por el buen camino, tú deber será poner impedimentos y derivarlo hacia el otro lado, muéstrale el placer de la carne y la sangre. Si le haces adicto a esos estará en nuestras manos.
-No se preocupe Señor Odin, lo haré, ahora con su permiso me retiro, seguramente mi hermano vendrá a darme el sermón por haber intentado saturar a Heero.
-Ver Relena, no tienes que ser tan obvia, tienes que ser sutil, sino a tu hermano se la acabará la paciencia y te quitará del medio.
-Lo sé, fue una idea estúpida, no volverá a ocurrir.
-Bien eso espero por tu bien, ahora márchate, no es conveniente que te encuentren aquí, esta noche partiré al Castillo de Oz, mantenme siempre informado. Cuando sea el momento de atacar te lo haré saber. Otra cosa mientras estás en el Castillo, busca la identidad del mortal de la maldición, hay que acabar con él cuanto antes, tú tendrás mayor movilidad para buscar en los viejos libros de la biblioteca, ya que nosotros estaremos vigilados en todo momento.
-Si Señor, lo haré, no se preocupe, en cuanto sepa algo de ese mortal se lo haré saber, ahora me retiro, hasta pronto.
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-Hermano me buscabas – dijo suavemente Relena al entrar a la habitación de su hermano.
-Así es, entra y cierra la puerta – se oyó la voz molesta de Zech – se puede saber que pretendes con tu comportamiento.
-¿No sé a que te refieres Zech? – preguntó haciéndose la inocente.
-¡Me crees estúpido Relena! – le gritó furioso – sé que perteneces al grupo de Oz y que has intentado saturar a Heero. Maldición Relena eres mi hermana – le gritaba mientras la sujetaba del brazo para llevarla hacia el interior de la habitación.
-¡Ayyy! Me haces daño Zech, suéltame.
-¿Te hago daño? Pues más daño te van ha hacer si no te comportas como debes, no sé por que demonios te has juntado con Oz pero no permitiré que me arruines la vida, bastante tengo con ser lo que soy, nuestros padres se revolverían en sus tumbas si te vieran, te he consentido demasiado pero eso se acabó, te prohíbo salir de tus aposentos sin una orden mía, no estarás a solas sin un guardia que yo te pondré y si descubro que informas a Oz o te interpones en nuestros planes, te las verás conmigo.
-¿Piensas dañar a tu propia hermana? – preguntó sorprendida por la reacción de su hermano y se asustó.
-Hay muchas cosas un juego Relena, crees que Oz no quiere verme muerto junto con el grupo de Quatre-sama, si ayudas a Oz ayudas a que me maten, así que no te sorprendas si utilizo tus mismas artimañas.
-Pero hermano yo... – dijo preocupada.
-Nada de peros, ya estoy harto, harás lo que yo te diga sino atente a las consecuencias.
-Esta bien, lo entiendo y no volverá a interponerme hermano, lo siento.
-Por tu bien espero que así sea, ahora regresa a tus aposentos, tengo cosas que hacer, Quatre-sama me esta esperando.
-De acuerdo hasta luego hermano – dijo saliendo de la habitación – "eso ya lo veremos" pensó al salir de la habitación de su hermano dirigiéndose a la suya.
Media hora después en otro lado del Castillo.
-Malditos desgraciados – maldijo Zech arrinconando a varios vampiros que se encontraban escondidos en los sótanos donde se encontraban los calabozos, estaba furioso y necesitaba descargarse con alguien.
-No huyáis – dijo sonriendo con maldad Hilde – se os ha dado la oportunidad de rendiros, hemos sido benévolos, no se puede decir igual de vosotros, sabandijas – dijo molesta.
-Salid – ordenó Zech revisando celda por celda – sabías que estaba prohibido secuestrar y retener a las personas del pueblo como almacén de reservas de sangre. Voy a contar hasta diez si no salís comenzaré a atacar indiscriminadamente.
-Esta es la última oportunidad de conservar vuestro pellejo – anunció Quatre complacido, salid ahora y os perdonaré la vida – dijo pasando por una de las celdas.
-Esta bien – se oyó la voz de uno de los vampiros que intentaba escapar – lo sentimos mucho Quatre-sama, sé que lo que hicimos estaba prohibido – dijo un vampiro saliendo de una de las celdas oscuras para mostrarse, perdónenos, haremos lo que nos pida.
-Bien así me gusta ahora dile a tus amigos que salgan – ordenó Quatre.
-Touya, Max, Yune, salid – dijo el vampiro.
-Lo sentimos mucho Quatre-sama – dijeron a la vez los vampiros aparentemente arrepentidos – Sir J nos dio permiso para retener a esos jóvenes, dijo que los mantuviéramos encerrados en este sótano y de dispusiéramos de ellos durante el tiempo que fuera necesario – habló Max – solo nos dijo que si morían algunos nos deshiciéramos del cuerpo sin levantar sospechas.
-Ese desgraciado de Sir J – gruñó Zech – donde están los demás jóvenes que retuvisteis.
-En la celda del fondo – comentó asustada la vampira llamada Yune – quedan tres.
-Malditos cobardes – insulto Hilde a acercarse a la celda que la vampira había comentado. Al abrir la puerta rompiendo el cierre pudo apreciar tres sombras agachadas en una esquina abrazadas unas a otras.
Entró a la celda estaba oscura y olía a humedad y cerrado que se impregnaba en las paredes de piedra. Al oír como alguien entraba a la celda las sombras se aterraron más hacia la esquina asustados como si quisieran huir de su agresor. Estaba muy oscuro y Hilde no pudo distinguir muy bien desde la puerta pero al dar varios pasos hacia el interior, descubriendo a un joven de unos veinte años que abrazaba a una chica más o menos de su edad y ésta a su vez abrazaba a un niño de unos seis años.
-No por favor, no se lleven al pequeño ni a mi prometido, llévenme a mí en su lugar – imploró el joven al ver a la vampira que se acercaba a ellos.
-Tranquilo, no vengo para haceros daños, mi nombre es Hilde y he venido a sacaros de aquí.
-¿Dónde están los padres de mi prometida? – preguntó el joven con algo de reticencia.
-¿Sus padres? – preguntó extrañada Hilde – no he visto a nadie más, ¿quién se los llevó?.
-Mis padres, snif – comenzó a llorar la muchacha – se los llevaron hace tres días, snif.
-Tranquila, os llevaré lejos de aquí, ¿de donde sois? – preguntó Hilde.
-Somos de Yohoma, un pueblo cercano a las tierras de Gundam – dijo el chico mientras se acercaba temeroso a la vampira.
-Hilde, ¿va todo bien? – preguntó Zech acercándose a la celda.
-Tranquilos – dijo Hilde al ver como los chicos retrocedían para volverse a esconder en la celda al ver a Zech – él es Zech, es un amigo no debéis tenerle miedo y el de allí – dijo señalando a Quatre – es nuestro jefe del Clan, Quatre-sama, nos hemos enterado que un grupo de los nuestros, bueno mejor dicho un grupo de indeseables, tenía retenido un grupo de personas del pueblo de Gundam y vivimos a averiguar que pasaba.
-Quatre-sama – corrió la muchacha hasta él y se arrodilló junto a él - ¿dígame que ocurrió con mis padres? Se lo suplico, son lo único que me queda de mi familia a aparte de mi hermano pequeño y mi prometido – le rogó.
-¿Tus padres? – preguntó sin comprender – levántate muchacha – le dijo ayudándola a ponerse de pie – no sé que ha ocurrido con tus padres pero lo averiguaré no te preocupes.
-¿Cuánto tiempo lleváis encerrados? – preguntó Zech al chico.
-No estoy muy seguro creo que varias semanas – dijo desorientado.
-Nanaaa – lloriqueó el jovencito al ver como su hermana era sujetada por el vampiro – no te la lleves, snif es mi nana, snif.
-Tranquilo, Aya, no le van ha hacer nada – le tranquilizó el joven cogiéndole en brazos pero su debilidad le provocó que casi se le cayera al suelo pero fue evitado por Zech que logró coger al niño en brazos y sujetando al joven por los hombros.
-¿Cuánto tiempo lleváis sin comer nada? – preguntó Hilde acercándose a joven para ayudarlo a que se apoyara en ella.
-Tres o cuatro días – gimoteó el pequeño Aya – tengo hambre, snif, snif.
-Bueno vayamos arriba – comentó Quatre sujetando a la chica – por cierto cuales son vuestros nombres.
-Mi nombre es Kaede y mi prometida se llama Miaka y el pequeño es Aya.
-Yuta – llamó Quatre a los vampiros que se habían quedado al otro lado del sótano – tú y los demás esperarme en mi despacho, tengo que hablar con vosotros después de atender a Kaede y a su familia, espero que no seáis tan bakas para marcharos sin haber hablado antes conmigo.
-No Quatre-sama – dijo Yuta.
-Bien os espero, enseguida subo, no tardaré demasiado.
Quatre pidió a Hilde que acompañara a Kaede, a Miaka y al pequeño Aya a una de las habitaciones de invitados que se encontraba en la segunda planta para que se asearan un poco y les entregara ropa limpia y nueva, después les acompañara al comedor donde una suculenta comida les aguardaba, más tarde se reuniría con ellos.
Quatre se dirigió hacia su despacho acompañado por Zech, allí les aguardaban Yuta y su grupo, estuvieron discutiendo sobre los implicados en los secuestros y retención de los habitantes de Gundam, también preguntó por el paradero de los padres de Miaka pero lo que descubrió no le gustó. Después de aconsejar a Yuta y a los suyos que se marcharan de inmediato del Castillo regresaron al comedor donde Hilde y los jóvenes mortales les esperaban.
-A sido todo de vuestro agrado – preguntó Quatre al entrar al comedor y ver que los chicos ya habían acabado de cenar.
-Sí, Quatre-sama – respondió Kaede agradecido – agradecemos muchos que nos haya ayudado a salir del calabozo, ya no teníamos muchas esperanzas de poder contarlo – dijo ahora más calmado.
-Quatre-sama – le llamó la muchacha - ¿ha sabido algo de mis padres?.
-Esto Hilde, ¿puedes enseñarle a pequeño Aya la sala de juegos? seguro que se divertirá un rato.
-Sí Quatre-sama, venga Aya, ven conmigo te voy a enseñar unos juegos muy divertidos – le comentó Hilde intuyendo el motivo por el cual Quatre quiso que Aya no estuviera presente.
-Pero yo quiero saber donde esta papa y mama – dijo haciendo pucheros.
-No te preocupes – dijo Zech intentando persuadir al niño – luego te lo contaremos todo, ahora ve con Hilde verás que será muy divertido – le dijo sonriéndole mientras le revolvía el cabello.
-Sí... como bien me dijistes a tus padres se lo llevaron hace varios días, pero... me temo que no sobrevivieron, lo siento mucho.
-No... no puede ser, mis padres no... – se abrazó llorando a Kaede que intentó consolar a su prometida.
-Lo sentimos mucho – se lamentó Zech – no estábamos al corriente de lo que estaba ocurriendo, hemos estado mucho tiempo fuera del Castillo arreglando unos asuntos.
-¿Cómo es posible que se comporten tan diferente a los que nos secuestraron? – preguntó dolido mientras abrazaba a su prometida - ¿No son vampiros como los otros?.
-Sí, somos vampiros –respondió Quatre al joven – y nos alimentamos como ellos, pero no estamos de acuerdo en la manera que proceden, no somos asesinos indiscriminados.
-¡Entonces sois asesinos selectivos! Es lo mismo – rebatió molesto – matáis inocentes.
-Para nuestra desgracia, así es, pero siempre nos alimentamos cuando es necesario, no estoy intentando que los comprendáis, es difícil, es la única manera en la que podemos sobrevivir, además nos alimentamos de seres indeseables, gente que incluso para Uds. son escoria, pero como dices, no todos son como nosotros, dentro de nuestro Clan estamos divididos en dos grupos, los que quieren seguir como hasta ahora, alimentándose sin control con gente inocente o como nosotros, que luchamos y buscamos la forma de erradicar nuestra maldición – dijo seriamente Quatre ante la mirada asombrada de los jóvenes prometidos.
-¿Maldición? – preguntó sorprendida Miaka.
-Sí, bueno es una larga historia – habló Zech – para resumírosla os diré que hace cientos de años, nuestro Clan fue una familia noble y mortal como cualquier humano pero debido a u trágico acontecimiento se vio maldita al renunciar a las creencias cristianas, de ahí surgió lo que hoy en día se conoce como la raza de vampiros, desde entonces, parte de nuestra familia está buscando la manera de romper esa maldición y volver a ser mortales, porque no todos estamos satisfechos como lo que somos.
-Eso no lo sabíamos – dijo sorprendido Kaede – esa historia es del todo desconocida por nuestro pueblo.
-Lo sabemos, es normal, bueno pero ahora ir a descansar – intervino Quatre – en cuanto amanezca ordenará a unos sirvientes que os acompañen a vuestro poblado, así será más seguro que viajéis de día que de noche.
-Yo... Quatre-sama – intentó hablar Miaka acercándose al vampiro – os lo agradezco mucho – dijo tímidamente dándole un beso en su mejilla – estamos en deuda con Uds. – dijo mirando a los dos vampiros.
-Miaka tiene razón – continuó Kaede sonriendo como agradecimiento – si podemos ayudar en algo no duden en pedírnoslo, Uds. No salvaron la vida.
-No tienen que agradecernos nada – dijo sonriendo Quatre tocando la mejilla besada – pero gracias, además no somos tan santos, jeje.
-Vamos a buscar al pequeño Aya – dijo Zech – seguro que Hilde tiene revolucionado al pequeño – comentó sonriendo.
Al entrar a la sala de juegos, vieron como el pequeño Aya estaba sentado en el suelo delante de la chimenea encendida, y jugando con las piezas de un ajedrez que estaba talladas en forma de caballeros y guerreros, utililizándolos como muñecos de pelea sobre el tablero bajo la atenta mirada divertida de Hilde.
Era una sala muy amplia repleta de estanterías con numeroso libros de tapas vistosas, habían varias mesas con candelabros de plata encendidos y rodeadas de sillas con lo que parecían diferentes tipos de juegos de mesas, cartas, ajedrez, juegos de destreza, etc. En la parte central frente a una gran chimenea había varios grupos de sillones que rodeaban una pequeña mesa de té y que se ocupaba para esta finalidad o para leer o conversar mientras se disfrutaba del acogedor calor del fuego. Como el resto de las estancias del Castillo habían grandes ventanales con gruesas cortinas de tela rojiza que se corrían al amanecer para preservar a sus inquilinos de la luz solar, pero ahora al ser de noche estaban corridas para disfrutar de la espléndida vista de los jardines y más a lo lejos, el bosque que rodeaba el Castillo que descendía hasta el valle siendo iluminado por la suave luz de la luna.
Nada más verlos el pequeño Aya salió corriendo para tirarse a los brazos de su hermana preguntándole donde estaban sus padres.
Se acercaron a los sillones donde estaban sentada Hilde y tomaron asiento para descansar u rato y hablar, al pequeño Aya se le contó que sus padres habían salido de viaje y que tardarían en llegar.
Después de una hora de conversación se despidieron de los jóvenes para que fueran a descansar prometiéndoles que se mantendrían en contacto.
No pasó mucho tiempo cuando llamaron a la puerta apareciendo un cambiado Heero que lucía serio y distante.
El cambio de Heero fue notable, más de lo que habían podido ver en la habitación a oscuras del Yuy. Su apariencia era de un joven de unos 25 años, sus facciones de niño se habían transformado a unas fuertes y atrayentes facciones de hombre, se había vuelto un joven muy atractivo, y su corte de pelo alborotado y rebelde le daba un aire peligroso y sensual, sus ojos desprendían fuerza y seriedad pero también cierta tristeza, su estatura era de 1,80 más o menos y su complexión era fuerte, de espalda ancha y por lo que marcaba la ropa que llevaba en ese momento se podía apreciar que poseía unos fuertes brazos y torneadas piernas. Llevaba una camisa negra de lino con abertura en forma de pico con cintas para su cierre que estaban abierta hasta medio pecho dejando ver unos fuertes pectorales morenos como el resto de su piel, cosa increíble al no haber estado nunca en contacto con el sol, sus pantalones también eran negros algo ajustados por la cintura y los muslos, sin dejar nada a la imaginación, el último complemento eran sus botas altas de piel negra.
Todos se quedaron impresionados y mudos por el cambio del heredero Yuy.
-Vaya, vaya – habló Quatre saliendo de la impresión que le causo su primo acercándose a Heero que se había quedado en la entrada de la sala – lastima que sea mi primo y no me interese el incesto, porque sino te haría mi amante ahora mismo – dijo con cierta malicia mirando fijamente a Heero mientras se acercaba a él - ¿has descansado bien?.
-Hn – respondió Heero.
-Veo que tu evolución a vampiro completo te hizo más callado – dijo Hilde sin poder quitarle la vista de encima – a pesar de todo ha sido un cambio espectacular, estoy sorprendida.
-¿A que sí? – habló Quatre acercando a Heero para que se sentara junto a ellos – Ven siéntate. Tenemos algo pendiente que hablar.
-Hn – se oyó por parte de Heero.
-Antes de empezar – dijo Quatre cogiendo una campanilla que había en la mesa para llamando a la servidumbre.
-Sí Quatre-sama – dijo una joven doncella que ingresó a la sala al oír su llamado.
-Ayako, podrías hacer que arreglasen la habitación de Yuy, o mejor espera, que arreglen los aposentos principales de los padres de Heero, a partir de hoy serán los suyos, ya que su habitación tubo un pequeño accidente, jeje – sonrió.
-Sí mi señor, ahora mismo lo preparo – dijo la joven haciendo una reverencia antes de marcharse.
-Bien ahora ya podemos empezar, no queda mucho tiempo para el amanecer pero nos dará tiempo, Zech puedes empezar a explicarle lo referente sobre la maldición, mientras voy a por El Libro, ahora mismo vuelvo.
-Claro Quatre – comentó Zech mirando al rubio para luego fijarse en la cara inexpresiva de Heero – Será mejor que empecemos por el principio, te lo resumiré todo para no saturarte con demasiada información.
-No es necesario – interrumpió Heero, durante estos trescientos años que llevo con vida siempre he estado conciente de lo que ha ocurrido a mí alrededor, solo que por consejo de mis padres me mantuve con mi forma de recién nacido para no levantar sospechas. Hay algunos detalles que desconozco como la forma de romper la maldición o como se inició pero lo demás lo conozco.
-Bien eso facilita las cosas – intervino Hilde.
-Entonces como sabrás – continuó Zech – nuestra gente está dividida por culpa de la maldición, tus padres ocultaron que eras el elegido por temor a que te atacasen, al principio fue fácil pero tu esencia se despertaba cada vez más, hasta hace unos veintitrés años.
-¿23 años? – preguntó Heero, ¿qué pasó entonces?.
-Creemos que hace 23 años nació la segunda parte implicada de la maldición. Por eso tus poderes empezaron a surgir y el ocultarte nos fue muy difícil, hace unos tres años aprovechando que tuvimos que ausentarnos del Castillo para seguir una pista sobre la maldición, el grupo Oz atacó a tus padres y tuvieron que huir para esconderte, el resto ya lo sabes.
-¿Qué os hace pensar que os ayudaré? no habéis hecho nada por mí y si es por los humanos, menos aún – dijo molesto.
-Sé que estás dolido por lo ocurrido con...
-Ni lo nombres en mi presencia – de advirtió furioso.
-Tienes que entender una cosa Heero – intervino Hilde – puede que te resulte atrayente la vida de vampiro, somos inmortales, poderosos y no tenemos depredadores por encima de nosotros, estamos en la cima de la cadena alimenticia pero una cosa te aseguro, esta no es forma de vida, a lo largo del tiempo te aburre, ver morir a quien aprecias ver los cambios a tu alrededor y no poder cambiar con ellos te consume. Por muy dolido que estés ahora te sería indiferente ver morir a tus conocidos, serías indiferente ante la muerte de Duo.
-El chantaje emocional no sirve conmigo – le aseguró a Hilde.
-Si no lo quieres hacer por ti, lo comprendo pero no puede obligarnos a seguir tus convicciones, tus padres así lo deseaban, y así lo deseamos mucho de los nuestros, no puedes arrebatarnos esa opción. Tú eres el único que puede ayudarnos – dijo seriamente – no sabes lo que es perder a la persona que amas.
-Sí lo sé – dijo molesto Heero – yo también he...
-No lo sabes Heero – intervino la voz de Quatre que llegaba con El Libro entre las manos y había escuchado parte de la conversación – Duo sigue vivo y por un tiempo puedes verlo aunque sea en la distancia, te queda esa posibilidad, a lo que Zech se refería es ver morir a la persona que amas y que te corresponde en el peor de los casos, ver como día a día envejece a tu lado y sigues como el primer día que le conocistes, lo ves crecer, envejecer, enfermar sin poder hacer nada – dijo seriamente sentándose de nuevo en el sillón – y lo peor de todo lo ves morir entre tus brazos, deseando irte con él, eso no lo conoces y por ello no nos puedes juzgar por querer dejar esta vida de oscuridad.
-Entonces no os acerquéis a los mortales – dijo decidido Heero dando a entender la solución al dilema.
-Jaja, Heero a pesar que eres mayor que yo, eres un novato en esto, solo conoces una parte del asunto, tienes suerte que al menos has conocido lo que significa el amor mortal aunque no es su plenitud, imagínate por un momento lo que habría sido o lo que hubieras sentido hacer el amor con Duo, el día que esa sensación la encuentres acostándote con un vampiro, ya sea hombre o mujer, dejaré de pensar así. Te invito a que lo pruebes y compares, después me cuentas, jeje.
-El amor humano es adictivo, jeje – se rió Zech – es una de nuestras debilidades pero no se cuentes a nadie – dijo bromeando.
Esta bien, lo haré pero lo haré a mi manera, si algo no me convence no lo haré – advirtió Heero.
-De acuerdo – dijo Quatre – ahora lo importante es prepararte para ello, mañana empezaremos con tus clases, jeje, ahora cenaremos algo y descansaremos falta una hora para el amanecer y mañana será un día duro – dijo levantándose para dirigirse al comedor – a por cierto Heero, toma – dijo entregándole El Libro – si quieres puedes ir leyéndolo, aquí encontrarás casi todo lo referente sobre la maldición.
*-*-*-*-*-*-*-*-*
El día había amanecido tranquilo en el pueblo de Gundam, como cada día Trowa se levantaba temprano para dirigirse a su trabajo en la herrería del pueblo, era un trabajo duro y agotador pero le ayudaba a mantenerse en forma, Duo era quien se levantaba más tarde sobre las nueve ya que debía presentarse a la posada sobre las diez para ayudar con los desayunos por eso aprovechaba para dormir un poco más cada día. Llevaban ya cuatro meses viviendo juntos y todo parecía ir bien, había días que se sentía deprimido y lloraba por varias horas sin ser descubierto por Trowa pero poco a poco esos días iban desapareciendo.
Hacía una hora que Trowa se había ido a trabajar y como cada día Duo pudo sentir con sin hacer ruido Trowa entraba a su dormitorio y se despedía de él dándole un beso en la frente para luego marcharse. Duo estaba muy agradecido por el trato que Trowa le daba y sobre todo por la paciencia que tenía con él. Eran las 7:30 de la mañana y con rapidez se levantó cosa extraña para él.
-Hoy es un día especial – habló para si mismo Duo – no tengo mucho tiempo, Trowa llegará sobre las cinco de la tarde y tengo que preparar muchas cosa, menos mal que Rukawa-sama me dio el día libre, jeje, así podré preparar la sorpresa de Trowa, jeje. Haber son las 7:30, tengo de bañarme, vestirme, limpiar la casa, ir a comprar lo que me falta para la cena, hacer una cena suculenta, el pastel de Trowa, preparar su regalo, yyyyy, no se, se me olvida algo y no se que. , bueno manos a la obra.
Duo se fue a bañar entreteniéndose más de los previsto, se vistió y limpió la casa como había planeado, eran las 12:30 cuando acabó con la casa, cogió la lista de lo que necesitaba y el dinero y se dirigió a la tienda de comestibles del joven matrimonio Yatsumo.
-Buenos días Miaka – saludo a la joven propietaria que colocaba la fruta sobre unas cajas.
-Buenas días Duo-san – saludó sonriente la joven de cabello negro lacio y ojos azules.
-¿No está el pequeño Aya por aquí? – dijo alegre Duo.
-No aún no ha llegado está en la escuela, pero sigue tan revoltoso como siempre – dijo contenta.
-Supongo que es normal, jeje, es un niño muy activo, jeje, por cierto no deberías hacer esfuerzos – dijo quitándole la caja de las manos a la chica – en tu estado es peligroso, ¿dónde está tu esposo que no le veo? – dijo aparentando enfado.
-Ha salido un momento, jeje, pero no pasa nada, estoy bien – sonrió – puedo trabajar aún, jeje – dijo tocándose el principio de barriguita que se le estaba formando.
-De eso nada, Miaka, tienes dos meses de embarazo y debes cuidarte, cuando vea a Kaede me va oír, mira que dejar sola a su mujer estando embarazada – refunfuñó.
-No ocurre nada Duo-san, gracias por preocuparte pero en serio, puedo trabajar si siquiera tengo molestias – intentó defenderse sonrojada.
-Nada, nada ese Kaede, verá... – dijo colocando él las cajas.
-¿Veré que? – dijo la voz sorprendida de Kaede al entrar en la tienda.
-Mira quien viene – dijo Duo aparentado molestia - ¿cómo se te ocurre dejar a tú mujer en la tienda sola y cargando cajas en su estado? – dándole un coscorrón.
-¿Cargando cajas? – preguntó sorprendido mirando a su mujer – cariño te dije que no cogieras peso, solo tardaría un rato – dijo abrazando a su mujer - ¿estas bien? Ven siéntate y descansa un poco – dijo acompañado a Miaka a la silla que se encontraba cerca de la caja registradora.
-Estoy bien – dijo Miaka – estoy embarazada pero no inválida – se quejó.
-Lo sabemos, pero nos preocupamos por ti – le dijo Kaede – por cierto Duo ¿no deberías estar en la posada? – preguntó curioso a su amigo.
-Sí, jeje, pero hoy pedí el día libre, jeje, es que hoy es el cumpleaños de Trowa y quiero prepararle una sorpresa, por eso he venido necesito unas cosas para la cena.
-¿Así es cu cumpleaños? – dijo contenta Miaka – pues felicítalo de nuestra parte.
-Eso, dale un abrazo por nosotros – dijo contento Kaede – a ver que es lo que necesitas.
-Pues todo esto – dijo entregándole la lista - ¿cómo va vuestra nueva casa? Lo tenéis todo preparado para cuando llegue el pequeño Yatsumo – preguntó contento Duo.
-Pues más o menos sí – respondió Miaka – la casa es preciosa y está casi todo listo, solo falta unos detalles, además este pueblo es muy agradable y el estar en un sitio nuevo a Aya le hace bien, en nuestra casa de Yohoma los recuerdos de nuestra capturo no nos dejaba vivir en paz.
-Os entiendo – dijo tristemente Duo recordando a Heero y el ataque que él sufrió.
-Venga, nada de penas – interrumpió Kaede al ver la tristeza de los rostros de su mujer y de Duo, hoy es un día de celebrar – dijo dándole unas bolsas con lo que necesitaba Duo – toma Duo, no quiero verte triste, eso son cosas del pasado, por cierto si tienes el día libre y estas en casa, ¿quién le llevará la comida a Trowa a la herrería? ¿no sospechará si no vas?.
-¡¡AYYYY!!, Dios mío, sabía que se me olvidaba algo, ¿qué hora es? – preguntó nervioso mientras cogía las bolsas.
-Son la 13:35 – respondió Miaka.
-Aaaaaahhhh!!! No llego, tengo que ir a casa y prepararle la comida, aahhhh, que cabeza la mía, lo siento chicos me tengo que ir, toma el dinero y saluda a Aya de mi parte, nos vemos luego, adiós – se despidió saliendo corriendo en dirección a su casa.
-Este Duo es único, jajaj – se reía Kaede mientras le veía alejarse a toda prisa.
-Jajaj, tienes razón, es un cabeza loca pero es encantador, le debemos mucho.
-Sí, gracias a él nos ayudó a conseguir nuestra casa y esta tienda, después de lo ocurrido en el Castillo.
-Si tiene un gran corazón.
Duo corría tan rápido como podía, tenía que llegar a las 14:15 a la herrería y aun tenía que prepararle la comida. Entro en la casa como un torbellino dejando las bolsas e la cocina, sacó los ingredientes de la bolsa y se dispuso a prepararle la comida a Trowa.
-No voy a llegar, no voy a llegar, mierda, hoy tenía que ser todo perfecto y lo estropeo – se maldecía mientras cortaba las verduras para un guiso – es imposible falta un cuarto de hora, la comida no estará lista, maldición, ¿qué voy hacer? – de maldecía – ya lo sé – dejó lo que estaba haciendo cogió las llaves de casa y salió corriendo de nuevo hacia el centro del pueblo.
-Uff, aahhh – jadeaba Duo agotado por la carrera llegando a su destino – ¡Rukawa-sama! – gritó Duo al entrar en la posada – Rukawa-sama, necesito que me haga un favor – le dijo al encontrarlo tras la barra del bar.
-Duo, ¿qué haces aquí?, hoy era tu día libre, ¿ocurre algo? – preguntó asustado al ver a Duo tan agitado.
-No no ocurre nada, bueno si, lo que pasa es que se me ha hecho muy tarde y tenía que llevarle la comida a Trowa, ¿podría darme uno de sus menús? Se lo pagaré, es que me entretuve en la tienda de Miaka y Kaede y se me paso el tiempo, además como hoy tengo el día libre tendría que llevarle la comida como cada día, no quiero que Trowa se entere que estoy preparándole una sorpresa por su cumpleaños, entonces pensé que su Ud. me haría ese favor yo...
-Tranquilo, tranquilo, jajaja, respira Duo que te vas a ahogar, tranquilo, claro que te doy un menú, faltaría más, y no es necesario que me lo pagues, trabajas aquí y además eres el chico de Trowa...
-Bueno yo... – dijo completamente sonrojado y avergonzado.
-No pasa nada, jaja, anda ves a la cocina y pídele a Megumi que te dé un menú para llevar, jaja – se rió Rukawa al ver el apuro de Duo.
-Gracias, gracias, estoy en deuda con Ud. se lo compensaré.
-No seas tonto, anda ve que se te va hacer tarde, corre – le comentó el hombre mayor.
Pocos minutos después Duo salía corriendo de nuevo hacia el trabajo de Trowa, llegaba algo tarde. Al llegar a la herrería pudo verle como le esperaba sonriente en el patio interno de la herrería, estaba todo manchado de hollín de los fuegos aunque intentaba limpiarse con una toalla y un poco de agua, estaba desnudo de cintura para arriba debido al insoportable calor de las brasas, el delantal de cuero que solía llevar para no quemarse descansaba encima de una silla cerca de la mesa donde todos los días comía. Duo no podía negar que la vista de Trowa era atrayente a pesar de lo sucio que estaba, Trowa era muy atractivo y el trabajo duro de herrero le había ejercitado los músculos del cuerpo de una manera deliciosa. Con nerviosismo, como cada vez que se encontraba en una situación parecida, se acercó a él excusando su retraso.
-Lamento llegar tarde Trowa, te traje la comida, ten – le dijo sin atreverse a mirarle directamente a los ojos esmeraldas.
-No te preocupes, supongo que habrás tenido mucho trabajo en la posada – le comentó Trowa cogiendo la comida que le traía Duo.
-Bueno, sí,... hay mucho trabajo, jeje – intentó disimular.
-¿Has comido ya? – le preguntó a Duo.
-No... comeré luego tengo algunas cosas que hacer aún, pero come tranquilo, pero antes – dijo haciendo que Trowa se pusiera de nuevo de pie – no te han enseñado que antes de comer uno debe asear un poco – dijo sonriendo viendo la cara sucia de Trowa.
-Ya lo he hecho – dijo haciendo pucheros – pero este hollín se te pega a la piel como una lapa. Jeje.
-Haber déjame a mí – dijo cogiendo la maltratada toalla mojándola en agua para luego pasarla por el rostro de Trowa con cuidado.
Ante la inesperada caricia de Duo sobre su rostro Trowa cerró los ojos para poder disfrutarla, sin darse cuenta rodeó con los brazos la cintura de Duo atrayéndolo hacia él. Duo seguía limpiando la cara con delicadeza, al principio se sorprendió del abrazo de Trowa, iba a reclamarle porque lo más seguro lo mancharía pero después desistió de la idea, cada vez se sentía más a gusto con Trowa, aún le intimidaba pero comenzaba a gustarle las atenciones que tenía con él. De limpiarle el rostro paso al cuello y luego al pecho, de lo que sería un simple aseo se fue convirtiendo en una excusa para acariciarlo, la respiración de ambos comenzó a acelerarse igual que sus corazones. Las manos antes quietas en la cintura de Duo comenzaron a adentrarse por la camisa de éste para acariciar su suave piel. Sin pensarlo Trowa se posesionó del cuello de Duo, besándolo y mordiéndolo con suavidad, la situación se les estaba escapando de las manos, para sorpresa de Trowa, Duo estaba reaccionando positivamente a sus caricias cosa que le hizo sumamente feliz, sin soportarlo más Duo entre jadeos se abrazó a Trowa para besarle con pasión y deseo, necesitaba sentirse querido y deseado por alguien y Trowa estaba dispuesto a darle lo que necesitaba, la oportunidad que una vez le pidió se la daría. Las caricias y besos subían de intensidad, hasta que...
-Ejem, ejem – interrumpió una voz a la espalda de ellos, provocando que se separasen rápidamente y bastante abochornados – lamento interrumpir vuestro momento parejita – dijo sonriendo Omi Yuta, el dueño de la herrería – pero necesito que me ayudes en una cosa Trowa.
-Ehh... si claro como no Yuta-sensei, yo... me despedía de Duo... él ya se marchaba – intentó disculparse por haber sido sorprendido en tales acciones.
-Esto... si yo ya me iba, lamento molestar, me marcho – dijo avergonzado tanto con Yuta como con Trowa, hasta ahora nunca había sido tan atrevido ni había permitido que supiera la atracción que sentía por él.
-Tranquilo chico, no pasa nada, jaja – dijo sanaco importancia al asunto – sois jóvenes, en parte me dais envidia, jaja, bueno regresemos al trabajo, y hasta pronto Duo-kun, y ven cuando quieras, pero eso si no me lo entretengas mucho sino luego se pasa la tarde en las nueves, jeje.
-¡¡Yuta-sensei!! – dijo avergonzado – buenos nos vemos luego en casa – le sonrió a Duo – y cámbiate la camisa, creo que te la he dejado inservible, jeje – dijo señalado la camisa blanca de Duo completamente llena de hollín.
-Jeje, creo que sí – dijo riendo Duo al ver su camisa toda negra – nos vemos luego Trowa, pero cómete la comida – le dijo mientras salía de la herrería en dirección a su casa.
El tiempo le pasaba volando y aún le quedaban cosas para hacer. Una vez en casa, guardo lo de las bolsas de comidas y empezó a preparar la cena y el pastel, pero antes se volvería a cambiar de rota ya que la que llevaba puesta estaba hecha un desastre.
Eran las 16:30 y Trowa no tardaría en llegar, guardó todo lo que no había utilizado a sí como el pastel para que Trowa no lo pudiera ver, comprobó que el regalo estuviera bien envuelto por cinta vez y se miró por décima vez en el espejo para ver si estaba bien arreglado, se sentó en el salón para esperarlo, estaba muy nervioso más que ninguna otra vez, en su mente no dejaba de pensar lo que había pasado en la herrería y lo que habría pasada de no haber sido interrumpidos por Yuta-sensei, las caricias y besos de Trowa le habían hecho olvidar por un momento el dolor de su corazón por la perdida de He-chan, siempre pensaba lo que estaría haciendo en esos momentos aunque no quisiera.
La puerta de abrió y entró un sonriente Trowa un poco más aseado que la última vez que se vieron.
-Ya estoy en casa – anunció Trowa sonriendo viendo a su hermoso trenzado esperándole en el salón.
-Hola Trowa – le saludo un poco cohibido – llegas pronto, no te esperaba hasta las cinco, iré a prepararte tú baño.
-Ah, gracias pero no te molestes, yo puedo hacerlo – dijo entrando en el salón dejando la bolsa con su ropa sucia en el sillón.
-No es molestia ven, te preparo el baño, mientras se llena la bañera te iré a buscar ropa limpia.
-Espera Duo – le interceptó antes de que se fuera a su habitación – yo... quería hablar de lo que paso en la herrería...
-Yo, no sé que decirte – dijo sonrojado y nerviosa al sentir los brazos de Trowa de nuevo en su cintura.
-Solo quiero saber si lo de antes es... bueno... – le costaba encontrar las palabras correctas - ¿quieres ser mi compañero, mi novio?.
-Yo... yo – el nerviosismo le impedía hablar.
-No quiero presionarte, puedo esperar es solo que lo de antes me hizo pensar que tú...
-Sí.
-¿Sí que? – preguntó desconcertado Trowa.
-Sí quiero ser tu pareja, te aprecio mucho y va siendo hora de seguir adelante – le comentó sonriendo tímidamente.
-¿En serio? – preguntó emocionado y al ver como Duo asentía con la cabeza lo estrechó fuertemente contra su pecho para luego besarle con todo el cariño y amor que había guardado durante tantos años.
-Trowa – le llamó rompiendo el contacto de sus labios – feliz cumpleaños – dijo sonriendo.
-Gracias mi amor – le abrazó dando vueltas con Duo en sus brazos – me has hecho el hombre más feliz de la tierra, este sin duda es el mejor cumpleaños que he tenido – le dijo volviéndole a besar.
-Me alegro – dijo contentó, pero aún tengo varias sorpresas para ti – dijo coqueto.
-Siiiii, y de que se trata – le dijo con malicia.
-Ya lo verás, ahora ve a bañarte – dijo empujando a Trowa al baño.
Trowa se bañó rápido y después de vestirse salió en busca de su trenzado que lo encontró recostado en el sillón del comedor. Al verlo se tumbó sobre él para volver a atrapar sus labios en un beso ardiente.
-Trowa, ¿ya has acabado? – preguntó Duo.
-Sí, ¿me vas a dar ahora mi sorpresa? – pegunta con doble intención.
-Sí, toma – le dice entregándole una cajita con un lazo rojo – feliz cumpleaños Trowa – le da un beso en los labios-
-Gracias, mi amor, pero no era necesario – le comenta sentándose en el sillón para abrir la cajita – es... es precios- comenta Trowa sacando de la caja un colgante de plata con las iniciales de ellos "T&D" – yo... no sé que decir... te quiero – le abraza sentándolo sobre sus piernas para besarlo con ternura – no te arrepentirás de darme esta oportunidad para quererte, te haré el hombre más feliz del mundo.
-No me mimes demasiado o me volveré un consentido, jeje – bromeó.
-Te quiero – le dijo mirándole a los ojos violetas.
-Gracias, por ser así – se abrazó a él.
-No te arrepentirás – le dijo tumbándose abrazados los dos en el sofá para disfrutar la tranquilidad del momento y de su compañía. Estaba feliz por el momento pero había aún una espina clavada en su corazón, en varias ocasiones él le había dicho que le amaba y que le quería pero en ninguna de esas ocasiones la respuesta fue recíproca. Quizás necesitaba algo más de tiempo y se lo daría, por ahora podía disfrutar de sus besos y caricias.
Sin darse cuenta se quedaron dormidos en el sofá. Eran las diez de la noche y la molestia de sus estómagos por falta de alimento los hizo despertarse. Se levantaron para preparar la mesa para la cena, Trowa se dedicó a encender la chimenea, las noches del otoño eran bastante frías y Duo calentó la cena y puso la mesa. Cenaron con tranquilidad, Trowa se sorprendió por la cantidad de platos cocinados para la cena y en especia por ser sus preferidos. Duo le contó que Rukawa-sama le había dado fiesta para poder preparar la sorpresa para su cumpleaños y todo lo que tubo que ingeniarse para que no le descubriera. Después de la cena, sacó el pastel que lo degustaron con un vino dulce en el salón, todo había salido de maravilla, Trowa lucía orgulloso su regalo en el cuello, las horas pasaron sin darse cuenta entre charla y charla, estaban muy a gusto hablado y sentados él uno a lado del otro no se percataron de la hora que era y mañana tenían que trabajar. Con algo de reticencia Duo convenció a Trowa para irse a acostar porque sino mañana no se podrían levantar temprano y tras despedirse y desearse las buenas noches se fueron cada uno a su cuarto. Se desnudaron y se acostaron, pero ninguno de los dos podía dormir.
Eran ya altas horas de la noche y el sueño no regresaba a ellos, sin poder dormir Duo se levantó para ir a la cocina por un vaso de leche para intentar dormir, al salir vio la puerta de Trowa cerrada pero paso de largo para dirigirse a la cocina, se bebió la leche y regresó al dormitorio pero antes de abrir su puerta algo le impulso a mirar la habitación de Trowa. ¿estaría despierto?, con un poco de miedo y nerviosismo se acerco a su puerta para escuchar si se oía algún ruido que le indicara que Trowa seguía despierto pero al no escuchar nada quiso regresar a su habitación pero no quería estar solo. Con sigilo abrió lentamente la puerta de Trowa y una vez en su interior los llamó suavemente.
-Trowa... ¿estas dormido? – preguntó nervioso al bulto despalda que se hallaba cubierto por las sábanas – será mejor que me valla, no ha sido buena idea – dijo en voz baja al darse la vuelta.
-¿Duo? – se oyó la voz de Trowa al incorporarse en la cama - ¿ocurre algo? – preguntó.
-Esto... no es solo que... – se calló al ver que Trowa no llevaba nada puesto encima, al menos de cintura para arriba y le miraba fijamente – es que... no podía dormir y vine a ver si tú...
-¿No puedes dormir? – le dijo sonriendo – anda ven – dijo señalando el lado de su cama para que se sentara junto a él – hablemos un rato no te quedes ahí de pie, cogerás frío.
-Es que... no quiero molestarte, mañana tienes que trabajar y no quiero que te desveles por mí.
-Tranquilo o importa ven, acuéstate un rato conmigo, hasta que te entre el sueño – comentó haciéndose a un lado en la cama para que se acostara a su lado.
-"Si me acuesto a tú lado me será imposible dormirme" – pensó nervioso ante tal invitación.
-¿Te ocurre algo? – le preguntó en cuanto lo tubo junto a él y le abrazó por la espalda – puedes contármelo.
-Es que es una tontería... – habló nerviosamente al sentir los fuertes brazos desnudos de Trowa sobre su cintura y el calor de este que le envolvía.
-Cuéntamelo, por favor – le pidió – quiero ayudarte – le dijo dándole la vuelta para quedarse uno al frente del otro.
-Es que yo... – no se atrevía a mirarle a la cara – cuando estoy en mi habitación... me siento... no sé... yo quiero... – intentó hablar avergonzado y con la mirada agachada.
-¿Te sientes solo?, es eso. Si quieres puedes dormir conmigo a mi no me molesta al contrario me harías muy feliz compartir contigo mi habitación – le habló suavemente mientras le alzaba el rostro para mirarle sus preciosos ojos violetas – te quiero, lo sabes, y si puedo evitarte la soledad dándote mi cariño lo haré encantado – le dijo besando suavemente los labios.
-Gracias – se abrazó a Trowa apoyando su cabeza en su pecho sin poder contener las lágrimas – te debo tanto, abrázame, abrázame fuerte, no me dejes Trowa te necesito, no quiero sentir este dolor en el pecho, hazme olvidar todo con tus besos – le rogó apretándose más a su cuerpo – hazme tuyo – le pidió avergonzado por su petición.
-Estas seguro Duo, no quiero presionarte, no estás bien aún, me encantaría hacerte mío es lo que más deseo en el mundo pero no quiero que lo hagas por compasión o por agradecimiento, quiero que lo desees realmente – le dijo sonriendo limpiándole las lágrimas rebeldes que escapaban de sus ojos.
-Hazme el amor Trowa, hazme olvidar – le rogó besándolo con deseo.
No hizo falta decir nada más, Trowa atrapo posesivamente a Duo entre sus brazos le besaba con pasión acariciando su espalda sobre la camisa larga que llevaba puesta. Duo mientras le besaba acariciaba el fuerte pecho de Trowa, apretándose contra él, sintiendo su calor que apaciguaba el frío intenso de su alma. Los besos se hicieron más intensos igual que sus caricias, la sensación de sentirse se hizo más apremiante, con delicadeza Trowa fue deshaciéndose del camisón molesto de Duo para ir dejando al descubierto la piel suave y blanca de Duo, llenándola de besos y caricias, comenzó con un recorrido de besos desde sus labios bajando por su cuello hasta su pecho donde se deleitó con sus pezones rosados, primero uno y luego el otro, sus manos acariciaban su vientre plano hasta las caderas donde se dedicaron a quitarle la última prenda de vestir, para dejarlo completamente desnudo. Duo gemía y se retorcía sobre la cama por el placer que sentía, después de torturar satisfactoriamente sus pezones fue bajando para juguetear con su ombligo durante varios minutos, una saciado su apetito continuo su carrera hasta el centro del placer de Duo, se entretuvo acariciando con sus manos y su lengua sin llegar a tocarlo directamente, la respiración de Duo se aceleró y sus jadeo inundaban la habitación, hasta que un fuerte gemido lo elevó al máximo nivel de excitación, Trowa se había introducido su miembro erecto y los manipulaba con gran maestría, Duo se aferró a los cabellos de Trowa para intentar contener sus sensación al notar como su cuerpo explotaría por la acumulación de excitación.
-Aaaahhhhhhh!!!! Trowaaaaa, mmmmmmm, siiiiiiiiiiiiii – gemía Duo.
Trowa seguía lamiendo y succionando con lujuria, quería proporcionarle el máximo placer posible, mientras succionaba cada vez más rápido y profundo deslizó una de sus manos para estimular sus testículos e ir intercalando las atenciones de su miembro ya adolorido por el placer y su bolsa testicular, Duo respiraba con dificultad mientras acariciaba la nuca de
Trowa y su espalda. El cuerpo de Duo estaba sumamente caliente y se tensó al sentir como algo se internaba en su cuerpo, al notar esto Trowa se detuvo con la intención de abandonar su idea pero Duo le dijo que no lo hiciera, que continuase, con algo de temor Trowa prosiguió con lo que estaba haciendo, mientras seguía atendiendo el miembro erecto de Duo continuó preparando su entrada con sumo cuidado y cariño, primero un dedo, al notar que la resistencia era menos introdujo un segundo, Duo gemía sin parar, estaba muy cerca de llegar a su límite y se hizo saber entre gemidos.
-Aaaaahhhh ¡!!!!! Trowa aaaaahhhhh no aguanto más oooooohhhh me voy a correrrrrrrrrr!!!!
Sin apartarse de Duo, Trowa siguió lamiendo el miembro de Duo hasta que sintió como se tensaba, su miembro se hinchó dentro de su boca durante unos segundos haciendo que Trowa succionara más profundamente y que sus dedos entraran más en él hasta que sintió como descargaba toda su pasión dentro de su boca. Sin sentir ningún tipo de repulsión, Trowa bebió de Duo hasta la última gota, limpiando con su lengua los posibles restos de su orgasmo.
Duo cayó rendido sobre la cama, intentando regularizar su respiración y sus latidos, con cuidado de no aplastar con su peso Trowa subió por el cuerpo de Duo hasta su boca, la cual devoró con ansia mientras le acariciaba para relajarlo tras su clímax. Al estar Trowa sobre él pudo notar como Trowa estaba realmente excitado, no se había preocupado por satisfacer su propia necesidad, se había dedicado enteramente a él, con cuidado se dio la vuelta para quedar él sobre Trowa, le miró a los ojos y le sonrió.
-Ha sido fantástico y muy gentil conmigo – le dijo con una sonrisa.
-¿Te gustó? – preguntó curioso.
-Me encantó – le dijo atrapando sus labios en un beso ardiente mientras se rozaba con el cuerpo excitado de Trowa – déjame compensarte – le pidió.
-No es necesario, si no estás preparado – le sugirió.
-Lo estoy – de dijo con una sonrisa maliciosa - ¿lo estarás tú? – le preguntó con picardía mientras le besaba el cuello sentándose sobre sus caderas.
Para Trowa la vista era de lo más sugestiva, ahí sentado sobre sus caderas y sobre su miembro sensible con la mínima caricia estaba Duo que con un movimiento sensual atrapó su trenza para empezar a deshacerla, cayendo una cascada de finas hebras castañas sobre su espalda y pecho. Trowa no podía apartar su vista de su amante, lo recorría con la vista de arriba abajo, sin poder contenerse más Trowa levanto sus manos para acaricias a Duo mientras este le sonreía con dulzura. Con sensualidad Duo se acercó al rostro de Trowa para besarlo y acariciarle, sus besos húmedos le recorrieron por toda el cuerpo hasta llegar a la única prenda que el de ojos verdes llevaba en esos momentos sin poder disimular la excitación que contenía debajo de esta, con decisión Duo deslizó sus manos para retirar la prenda por las fuertes piernas del herrero, una vez retirada se detuvo a observarlo.
-Eres sumamente atractivo, podrías tener a cualquiera – le comentó sin comprender el interés del herrero en él mismo.
-Solo quiero tenerte a ti – le respondió atrayéndolo a su cuerpo – solo te deseo a ti – le dijo mientras le besaba.
-Ámame Trowa – le rogó – hasta que pierda el sentido.
-Lo haré, no te quepa la menor duda – le aseguró.
Duo volvió a tomar el control de la situación volviendo a sentarse sobre ahora las caderas desnudas de Trowa frotándose para provocar más a su amante y a la vez hacer resucitar a su miembro que había quedado flácido tras haber llegado a su clímax. Con manos traviesas recorrió el cuerpo bien formado de Trowa, saboreando su sabor entre dulce y salado, mientras era acariciado por las manos diestras de su amante localizando sus más erógenas para estimularlas elevando la excitación de ambos.
El deseo iba creciendo y la necesidad de amarse más, sin poder contenerse más cogió el miembro erecto de Trowa y lo guió hacia su entrada, lentamente se fue deslizando hacia abajo insertándose el mismo. Había podido introducirse la cabeza del miembro de Trowa y parte del miembro cuando Duo se detuvo para recuperar el aliento, sentía un fuerte dolor punzante que le impedía continuar, al verlo Trowa quiso retirarse de su interior, lo último que quería era hacerle daño y sabía que se lo estaba haciendo.
-Duo no, para, te estoy haciendo daño – le dijo preocupado.
-Aaahhh!, no te preocupes, solo necesito... acostumbrarme... quiero seguir, por favor – suplicó.
Estuvieron un rato inmóviles esperando que Duo se acostumbrara a la invasión, acariciándose y besándose para que olvidara el dolor, una vez que la sensación se le hizo menos dolorosa, Duo prosiguió el descenso de sus caderas hasta tenerlo completamente en su interior provocando que tanto él como Trowa gimieran de placer. Los movimientos no se hicieron esperar, Duo se deslizaba por el tronco de Trowa con la ayuda de las manos de su amante que lo sujetaban por la cadera, guiando los movimientos y la sincronía de las envestidas. Primero se movieron lentamente hasta que Duo se adaptara completamente y no sintiera dolor, después los movimientos se hicieron más rápidos y profundos, Trowa salía prácticamente del interior de Duo para luego adentrarse en él profundamente sacándole gemido de auténtico placer. Trowa se aferraba a las caderas de Duo como intentando que no se le escapara, jadeaban intensamente, Duo se apoyaba en el fuerte pecho de Trowa, el clímax se acercaba y ambos lo notaban, con desespero Trowa se sentó sobre la cama para poder besar con pasión los labios sensuales de Duo y mientras lo besaba con una de su manos que sujetaba la cadera de Duo se aferró a la erección de Duo masajeándola ante el inminente orgasmo.
-Aaaaaaahhhhh, sssssiiiiiiiiiiiii Duooooooooo – gimió jadeante ante la explosión dentro de Duo.
-Aaaaaaaaaahhhhhhh, Trowaaaaaaaaa, me voyyyyyyyyy – gritó también Duo derramándose entre sus vientres por segunda vez.
Se mantuvieron abrazados en la misma posición durante unos segundos hasta que sus cuerpos no los sostuvieron cayendo sobre la cama para recuperar el aliento, el frío de la noche les hizo erizar la piel, haciendo que Trowa se incorporara un momento para recoger las sábanas que se habían caído de la cama por el movimiento para cubrirse ambos con ellas y así poder descansar. No hicieron falta palabras, la satisfacción de sus rostros era plena, así que se abrazaron y descansaron por el resto de la noche quedando dormidos al instante.
Continuará...
chipita@eresmas.com
Advertencias: Escenas: Angs., Lemon, Yaoi., según capítulos.
Notas: Este es mi segundo fics, es un poco más cruel y violento que el anterior que el anterior.
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Yo te protegeré
Cap. 4
Se sentía adolorido y sumamente cansado, se había despertado en una cama extraña y en una habitación que no reconocía. Al incorporarse en la cama noto un fuerte dolor en su pecho y de manera instintiva de llevo una de sus manos a la zona dolorida para comprobar que la tenía vendada con restos de sangre seca, se levantó de la cama y al hacerlo que mareó cayendo sentado de nuevo en ella.
La habitación era muy amplia y lujosa, elegantes muebles lacados en negro decoraban la instancia donde contrastaban con el suelo de mármol blanco. Dio una simple vista a la habitación donde se encontraba, vio a su derecha un gran escritorio junto a una mesa donde descansaban varios libro y documentos colocados ordenadamente junto un juego de pluma y tintero tallado en la más fina plata que hacía conjunto con un par de candelabros también de plata que estaban encendidos en ese momento, cerca del escritorio había una gran chimenea encendida en la cual sería posible asar a una vaca entera, toda ella tallada en fino mármol negro y blanco. Enfrente de la chimenea se encontraba in pequeño diván y varios sillones también de color negro junto a un pequeño mueble bar donde habían diferentes botellas de licores con vasos de frágil cristal y varias jarras de lo que parecía ser agua. En el centro de la habitación se encontraba la cama donde descansaba, era muy grande, 2.5m x 2.5m con grandes almohadones de raso negro y rojo, las sábanas eran de seda cubiertas por un fino edredón también de color negro que hacía juego con la alfombra suave bajo la cama. A la izquierda de la cama habían dos puertas, una se imaginó que sería el baño y la otra lo desconocía.
Al levantarse de nuevo y sintiendo la suavidad en sus pies por la alfombra caminó lentamente hacia un pequeño mueble bar con la intención de beber agua, sentía mucha sed, la garganta la tenía seca y rasposa. Una vez que llegó junto a la mesa bebió un vaso de agua, otro y luego otro.
-Por mucho que bebas no apagarás tú sed – se oyó la voz de una mujer que salió como una sombra de la esquina donde se encontraba el escritorio – lo único que calmará tú sed es esto – dijo mostrándole una botella de cristal y una copa con un líquido oscuro que no pudo identificar por la oscuridad de la habitación. Era joven de la edad de Trowa y Duo, su piel era muy pálida que contrastaba con sus labios rojos y sus ojos azules, llevaba un vestido rojo de manga larga pero con los hombros al descubiertos mostrando un generoso escote, era largo hasta los pies de caída suave y ligera, en su cuello era adornado por una cinta negra anudada en su nuca formando una gargantilla que mostraba un dije con el emblema de la familia Yuy
-¿Quién demonios eres tú?¿Y donde estoy? – le interrogó molesto.
-Eso por ahora no importa – le dijo acercándose a él para ofrecerle lo que contenía la botella – no es que me importe mucho la verdad, pero te recomiendo que te cubras con algo, aún teniendo este aspecto de jovencito eres muy apetecible – le dijo con burla mientras en sus ojos se reflejaba la lujuria.
-Que... – dijo sorprendido al mirarse y verse completamente desnudo ante la mujer de cabellos castaños casi dorados. Por el aturdimiento que sentía no se había dado cuenta que estaba desnudo al despertarse. Se dio la vuelta sin mucha importancia y se acercó a la cama para coger la sábana que le había cubierto antes para taparse de cintura para a bajo - ¿dónde estoy? ¿qué pasó con Duo?.
-Todo a su debido tiempo joven Yuy – dijo con cierta molestia al escuchar de su boca el nombre del mortal – primero debes restablecerte por completo, bebe, te hará sentir bien – dijo llenando una copa con el líquido y se la ofreció – bebe recuperarás tus fuerzas.
-Esto es... – dijo confundido al tener la copa en la mano reconociendo el olor inmediatamente.
-Sí, es sangre humana, ¿qué otra cosa sería? – dijo con burla.
-No pienso bebérmelo – dijo alejando la copa de él.
-No sea baka, Yuy eres un vampiro y como tal debes alimentarte con sangre – le volvió a entregar la copa – ¿o acaso ya has olvidado el dulce sabor que tiene? Ya la has probado antes y sabes que te encantó, tienes sed, mucha sed, bebe.
-No, no la necesito.
-¿Cuánto haces que no te alimentas adecuadamente? – le dijo con voz sensual – si bebes te prometo que esa sed tan horrible que sientes desaparecerá, junto con el temblor y el frío de tú cuerpo – le susurró en el oído mientras acariciaba su pecho desnudo.
-No estoy temblado – dijo no muy convencido pero al observarse comprobó que no era así – que me está pasando – dijo sin comprender al comenzarse a sentir cada vez más extraño, empezó a sudar, la sed se incrementaba y la mente se le nublaba por periodos de tiempo y le costaba respirar – esto... no me... había pasado nunca... – jadeó.
-Bebe – le dijo poniéndole la copa delante de la cara para que oliese el olor de la sangre – es por tú bien, no pasa nada.
-Yo... – el olor de la sangre le nublaba la razón, no quería probarla pero el deseo de hacerlo que le surgió de golpeo le obligó a tomarla de golpe – más, necesito más – jadeó tras beberse la primera copa, una sensación de placer y de confort se apoderó de él.
-Bebe sin miedo dijo la muchacha, es tu naturaleza – le comentó satisfecha mientras le llenaba la copa una y otra vez – llevas mucho tiempo sin alimentarte como debes y tu cuerpo había comenzado a reclamártelo, lo que has sentido es el síndrome de abstinencia, sino te alimentas será lo que sientas y puede volverse peor incluso.
-¿Se puede saber que está ocurriendo aquí? – interrumpió la voz de un tercero que entró a la habitación sin aviso sorprendiendo a los dos jóvenes - ¿dónde está Sunrei? La dejé a cargo de Heero.
-Quatre-sama – dijo asustada la chica al verse sorprendida – He dado permiso a Sunrei para que fuera a atender otros asuntos, yo me quedé a vigilar al joven Yuy, acaba de despertar y tenía el síndrome de abstinencia, yo...
-¡Cállate Relena! Dije bien claro que me avisaran cuando despertase mi primo, o es que pretendes saturarlo de sangre para que se vuelva loco – dijo furioso acercándose a ellos y de un manotazo le arrebató la copa de las manos a Heero y a Relena la jarra haciendo que se estrellase en el suelo.
-No, Quatre-sama, eso no era mi intención – dijo intentando sonar inocente.
-¡No era tú intención! ¡Acaso no sabes que cuando se despierta el autentico vampiro en un cuerpo no se le puede permitir que sacie su sed sin control! No me creas estúpido Relena. – grito colérico mientras miraba la cara sorprendida de Heero.
-Lo siento Quatre-sama, no pensé que podría hacerle daño – hizo un puchero – no volverá a ocurrir.
-Por supuesto que no volverá a suceder, ahora sal de los aposentos de Heero, tengo que hablar a solas con él. – le ordenó a la joven.
-Si, Quatre-sama – se apresuró a decir mientras salía de la habitación, una vez fuera – maldita seas Quatre, hasta ahora he hecho todo lo que me has mandado pero esto pronto se acabará, no dejaré que manipules al Yuy a tú antojo, no voy a permitir que por una idea romántica y estúpidas nos arrebates nuestra posición y categoría para convertirnos en simples mortales insignificantes, no lo permitiré – dijo maldiciendo por dentro caminando por uno de los pasillos del castillo para perderse por uno de los corredores.
-Y bien primo, ¿cómo te encuentras? – le preguntó con una sonrisa al ver desaparecer a esa víbora de Relena – ven será mejor que te des un baño y luego te pongas algo de ropa, si te paseas con esa pinta por el castillo te van a salir más de un pretendiente.
-Me encuentro más o menos bien, un poco mareado y pesado y no me interesa tener ningún pretendiente – dijo molesto mientras caminaba junto al rubio hacia una de esas puertas que había visto anteriormente - ¿dónde está Duo? ¿dónde estoy yo? – preguntó a pararse delante de la puerta que sería el baño.
-Primero báñate y vístete, el mareo y la pesadez es normal, as ingerido mucha sangre de golpe, esa baka de Relena nunca hace nada bien, luego hablaremos con calma, es un poco complicado de explicar.
Heero se negó a complacer a su primo, ya que quería saber primero lo que estaba ocurriendo pero después de varias reprimendas por parte del rubio aceptó y se dispuso a bañarse como le había sugerido el rubio.
El baño era bastante grande, con una gran bañera a nivel de suelo elevada solo por dos escalones que luego se adentraban al interior de la bañera, como una pequeña piscina pero de agua caliente, todo el baño era de mármol blanco y con numerosas planteas que decoraban toda la habitación rompiendo la frialdad del mármol haciendo más acogedor, habían varios divanes de color blanco y diferentes muebles en todo gris claritos donde se almacenaban las toallas y objetos de aseo, en uno de los lados del baño había un gran tocador con un gran espejo donde se veían diferentes tipos de perfumes, esencias y cremas, todo estaba en perfecto orden y pulcritud. Heero no tardó demasiado tiempo en bañarse y tras enrollarse una toalla en su cintura salió del baño para encontrarse a su supuesto primo rebuscando en la puerta que había al lado del baño, que resultó ser un gran vestidor con una gran cantidad de ropa y botas.
-Ah! ya has acabado, eres rápido, mira Heero te estaba buscando algo de ropa pero con tu estatura creo que todo te va ha ir grande, pero bueno algo te servirá, mira tú también a ver si ves algo que te guste.
-Hn. – dijo buscando ropa, al rapo Heero sacó un pantalón negro y una blusa blanca con el cuello en forma de pico que se ataba con varias cuerdas, era amplia y bastante fresca, también escogió unas botas de su número – Y bien, ¿me vas a contar lo que está pasando? ¿Dónde esta Duo y que es este lugar? – preguntó una vez vestido.
-Esta bien – dijo con pesar el rubio, sabía que si le contaba la verdad le haría daño pero tenía que hacer lo mejor para él y su Clan – no sé por donde empezar...
-Por el principio – le dijo secamente.
-De acuerdo, ven vamos a sentarnos en los sillones estaremos más cómodos – le sugirió -¿Qué es lo último que recuerdas?.
-La última vez que vi a Duo habíamos discutido... estaba furioso con él porque... – hizo una pausa.
-¿Sí? – preguntó curioso.
-El motivo da igual, el hecho es que peleamos y le dije que me marchaba que no aguantaba estar más con ellos y me fui, no sé si me siguió o que, pero cuando llevaba varios kilómetros recorrido pude notar que algo pasa, sentí que Duo estaba en peligro... regresé a por él y cuando lo encontré un grupo de vampiros les estaban atacando. Trowa intentaría protegerle pero no pudo cuando llegué estaba muy mal herido ya.
-¿Ese chico es un encanto pero no es lo suficientemente fuerte? Es una lastima – comentó sonriendo al recordar al joven de ojos verdes, interrumpiendo a su primo
-Uno de los vampiros tenía a Duo, me enfurecí y luego todo fue muy rápido, me peleé con ellos, luego vi como Duo iba a ser asesinado por el que parecía ser el jefe y intenté ayudarlo, después no recuerdo nada hasta ahora que desperté aquí, en esta cama que no es mía y en compañía de esa chica que se acaba de ir.
-Bueno verás... cuando llegamos – empezó a hablar Quatre sentado en el sillón – estabas muy mal herido, Sir J, el que dices ser el jefe de los vampiros que os atacaron está dentro de facción pro-maldición, por decirlo de alguna manera, iba a atacar a Duo pero te interpusiste recibiendo tú el ataque, necesitabas atención inmediata, te librastes de la muerte por un centímetro, te rozó el corazón y por eso te trajimos aquí, a tu castillo, estas en el Castillo Yuy, con los tuyos.
-¿Y Duo? ¿dónde está? ¿está herido? – preguntó preocupado mientras se tocaba la herida del pecho como recordatorio de su entrega por el trenzado.
-Duo... él... verás puede que esto no te guste pero...
-¡Habla claro! – le exigió molesto Heero - ¿qué pasa con Duo?
-Él decidió quedarse en el pueblo con Trowa – dijo mirando fijamente la reacción de Heero.
-¡¡Quuuee!!, no puede ser, ¿cómo que se quedó con Trowa.
-Verás... el ataque que recibió por parte de los vampiros le asustó, cuando llegamos estaba aterrorizado, no dejó que nos acercáramos a él ni a Trowa... creo que nos tiene miedo.
-Pero... ¿sabe que estoy vivo? – preguntó sorprendido y dolido por lo que se suponía que había hecho Duo.
-Esto... sí – comentó, no le convenía que supiera la verdad, tenía que hacer que se separasen para siempre, sino Duo nunca cumpliría con su misión – le dijimos que te traeríamos al Castillo para curarte y que si quería podría venir... pero no quiso, dijo que no podía más, que no podía seguir viviendo con miedo, y que lamentándolo mucho quería rehacer su vida.
-Duo dijo eso... – le preguntó con gran dolor – me dejó por irse con...
-Heero yo... – Quatre pudo sentir el gran dolor que sentía en ese momento, el poder que tenía hacía que cualquier sentimiento y pensamiento que tuviera una persona delante de él, se le fuera revelado como un libro abierto, y esa manera sabía lo que sentía Heero en ese instante y se aprovechó de eso por el bien de Heero y los suyos – lo siento, puede que estés dolido, pero tarde o temprano iba a pasar, además si Trowa y Duo se aman no puedes hacer nada.
-¡Cállate! – le ordenó furioso, la tristeza que sentía al verse traicionado se estaba convirtiendo en rabia – no quiero oír nada más, si así lo quiere... así será, no quiero volver a oír nada más sobre el tema, ni esto ni de Duo o Trowa, no quiero volver a oír sus nombre nunca más.
-Está bien Heero así será pero hay otra cosa más de la tenemos que hablar, es importante.
-Ahora no Quatre, no estoy de humor, quiero estar solo – dijo sin mostrar ningún sentimiento, solo cansancio.
-Pero es importante, tenemos que empezar a buscar la forma de romper la maldición.
-¡He dicho que ahora no! – le gritó poniéndose de pie acerándose a la chimenea encendida para contemplar el fuego crepitar – déjame solo, más tarde te buscaré y podremos hablar de lo que tú quieras, pero ahora no –dijo seriamente.
-De acuerdo, me marcho, estaré en uno de los salones en abajo, cuando estés en condiciones hablaremos de lo demás, ahora descansa.
-Hn – recibió como respuesta.
Quatre salió de la habitación cerrando la puerta con cuidado, apoyándose en ella a la espera de la reacción Heero, sentía su angustia, su rabia y sabía que iba a explotar. Se quedaría allí hasta que se calmara, no permitiría que hiciera ninguna locura.
Heero se había quedado apoyado en la chimenea mientras salía Quatre de la habitación aunque percibió que no se había alejado de ella pero no le importó, estaba dolido y furioso, las palabras de Quatre le venían a la cabeza una y otra vez, Duo le tenía miedo y ya no quería estar con él, también le vinieron a la mente la pelea entre ellos antes del ataque, todo ello hizo que Heero explotara en furia, tenía que desahogarse de alguna manera, se dirigí al mueble bar y de un manotazo tiró todo lo que había en ella tirándolo al suelo, luego se ensañó con el diván que estaba al lado, lo golpeó y lo arañó hasta hacerlo a astillas, luego lo pagó con el escritorio y luego con la cama, lanzándole puñetazos para ahogar su frustración, las lágrimas salían sin freno de sus ojos, le dolía en corazón por la perdida de su amor, lloraba de rabia y furia hasta que con un gran grito de dolor desahogó por el momento su pena.
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaarrrrrrrgggggggggggggggghhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!! !!!!!!! – se oyó por todo el castillo el grito de angustia de Heero juntó con la explosión de todo su poder haciendo estallar los grandes ventanales de la habitación.
-¡¡¡¡¡Heero!!!!!!! – gritó Quatre al entrar a la habitación al oír la explosión dentro de su habitación – por todos los Dioses – dijo sorprendido al ver a Heero inconsciente sobre la cama y totalmente cambiado como lo había dejado unos minutos antes.
-¿¿¡¡Que a pasado!!?? – se oyeron las voces de Zech y Hilde que entraron corriendo a la habitación alertados por el grito y posteriormente por el estallido de poder que sintieron – Quatre-sama ¿qué ha sido ese poder? – preguntaron sorprendido, al ver el destrozo de la habitación, al rubio que estaba cerca de la cama de Heero.
-Heero se ha manifestado con todo su poder al enterarse que Duo le ha dejado – dijo tristemente, se sentía mal por hacerle pasar por todo eso, pero era necesario – además acaba de recuperar su cuerpo original.
-¿Esto lo ha hecho Heero? – preguntó incrédulo Zech mirando el cuerpo tendido de Heero sobre la cama.
-Debe de estar agotado – dijo Hilde recogiendo parte de la sábana que se encontraba en el suelo para tapar el cuerpo semi desnudo de Heero, que al desarrollarse completamente había desgarrado la ropa que llevaba – será mejor que le dejemos descansar, han sido muchas emociones para un día.
-Sí, será lo mejor – respondió Quatre – mientras descansa, iremos ha hacer limpieza en el Castillo, ya va siendo hora que lo limpiemos de chupa sangres indeseables – dijo mirando a Zech y a Hilde.
-Je, tienes razón Quatre-sama – sonrió con malicia Zech – hoy nos divertiremos como hacía tiempo, jeje.
-Sí, tienes razón, yo me pido el grupo de Sir J – comentó alegre Hilde – les voy a quitar esos aires de grandeza, jeje.
-Ah! por cierto, Zech – le dijo mientras caminaban fuera de la habitación de Heero, o lo que quedaba – tú hermanita ha vuelto hacer de las suyas.
-¿Qué? – dijo sorprendido Zech - ¿qué ha hecho esta vez?
-Cuando fui a ver como estaba Heero después de nuestra plática, la encontré atiborrando a Heero de sangre, según ella, tenía síndrome de abstinencia – dijo molesto al recordarlo.
-No te preocupes Quatre yo me haré cargo de ella, no dará más problemas – dijo seriamente.
-Eso espero, no me gustaría tener que tomar medidas en su contra, la respeto porque es tú hermana, ¿pero saber lo que intenta? – le preguntó.
-Sí, lo sé y lo lamento, pero no será más un problema.
*-*-*-*-*-*-*-*-*
-Así que es eso lo que te dijo Quatre-sama – preguntó Odin a Sir J después de contarle toda la conversación con el rubio cabeza del Clan.
-Sí, Señor Odin, como ya tienes al heredero Yuy con ellos no tardaran en eliminarnos, según me dijo sabe quienes somos y nos dio dos semanas para marcharnos pero no creo que lo cumpla.
-Bien veo que la guerra ya está declarada, por ahora no nos interesa un enfrentamiento directo por eso tendremos que recurrir a una estrategia más elaborada. Di a nuestros hombres que regresen al Castillo de Oz, allí no reagruparemos y planearemos con más tiempo nuestra estrategia, busca a varios de nuestros aliados más insignificante y que llamen menos la atención y que se queden como espías, no me falles ésta vez Sir J o si no tu vida no durará mucho.
-Si Señor Odin, no le defraudaré – dijo haciendo una reverencia para disolverse como una sombra.
-Adelante – dijo tras oír como llamaba a la puerta de su habitación.
-Señor Odin, soy Relena, tengo que hablar con Ud. – pidió Relena.
-Pasa.
-Señor, el joven Yuy ya ha despertado, creo que Quatre-sama sospecha algo.
-Que ingenua eres Relena – le dijo cogiéndola del cuello para acercarla a su cuerpo – Quatre-sama está al corriente de todo digistes que te encargarías del Yuy – le dijo molesto.
-Sí y lo haré, aunque tus hombres no hicieron muy bien su trabajo – dijo alejándose del vampiro molesta sobándose el cuello – aunque después de todo la patética actuación de tus hombres valió para nuestra causa.
-Vigila tu lengua mujer, no olvides con quien hablas – le amenazó – por ahora nos retiraremos al Castillo de Oz, tú y una cuantas de tus sirvientas os quedaréis aquí para informarme de todo lo que ocurra, como eres la hermana de Zech, no creo que intente nada contra ti, pero se cauta, deberás vigilar muy bien tus movimientos, te tendrán vigilada.
-Me lo imagino, pero no se preocupe como dije antes me encargaré de Yuy, con un poco de tiempo se convertirá en mi devoto servidor – dijo sin modestia alguna.
-No te confíes Relena, Yuy no es tonto y en cuanto te insinúes se pondrá a la defensiva, lo más seguro que Quatre-sama y los suyos empiecen con su preparación, deberás estar a su lado, facilítale la cosa pero sin ser obvia, dale pequeños caprichos y cúmplele todos sus deseos, ya sabes, si no te desea a ti proporciónale lo que desee, antes que su amante posesiva conviértete en su aliada y confidente, supongo que sabrás como ganarte sus favores, ellos lo querrán llevar por el buen camino, tú deber será poner impedimentos y derivarlo hacia el otro lado, muéstrale el placer de la carne y la sangre. Si le haces adicto a esos estará en nuestras manos.
-No se preocupe Señor Odin, lo haré, ahora con su permiso me retiro, seguramente mi hermano vendrá a darme el sermón por haber intentado saturar a Heero.
-Ver Relena, no tienes que ser tan obvia, tienes que ser sutil, sino a tu hermano se la acabará la paciencia y te quitará del medio.
-Lo sé, fue una idea estúpida, no volverá a ocurrir.
-Bien eso espero por tu bien, ahora márchate, no es conveniente que te encuentren aquí, esta noche partiré al Castillo de Oz, mantenme siempre informado. Cuando sea el momento de atacar te lo haré saber. Otra cosa mientras estás en el Castillo, busca la identidad del mortal de la maldición, hay que acabar con él cuanto antes, tú tendrás mayor movilidad para buscar en los viejos libros de la biblioteca, ya que nosotros estaremos vigilados en todo momento.
-Si Señor, lo haré, no se preocupe, en cuanto sepa algo de ese mortal se lo haré saber, ahora me retiro, hasta pronto.
*-*-*-*-*-*-*-*-*
-Hermano me buscabas – dijo suavemente Relena al entrar a la habitación de su hermano.
-Así es, entra y cierra la puerta – se oyó la voz molesta de Zech – se puede saber que pretendes con tu comportamiento.
-¿No sé a que te refieres Zech? – preguntó haciéndose la inocente.
-¡Me crees estúpido Relena! – le gritó furioso – sé que perteneces al grupo de Oz y que has intentado saturar a Heero. Maldición Relena eres mi hermana – le gritaba mientras la sujetaba del brazo para llevarla hacia el interior de la habitación.
-¡Ayyy! Me haces daño Zech, suéltame.
-¿Te hago daño? Pues más daño te van ha hacer si no te comportas como debes, no sé por que demonios te has juntado con Oz pero no permitiré que me arruines la vida, bastante tengo con ser lo que soy, nuestros padres se revolverían en sus tumbas si te vieran, te he consentido demasiado pero eso se acabó, te prohíbo salir de tus aposentos sin una orden mía, no estarás a solas sin un guardia que yo te pondré y si descubro que informas a Oz o te interpones en nuestros planes, te las verás conmigo.
-¿Piensas dañar a tu propia hermana? – preguntó sorprendida por la reacción de su hermano y se asustó.
-Hay muchas cosas un juego Relena, crees que Oz no quiere verme muerto junto con el grupo de Quatre-sama, si ayudas a Oz ayudas a que me maten, así que no te sorprendas si utilizo tus mismas artimañas.
-Pero hermano yo... – dijo preocupada.
-Nada de peros, ya estoy harto, harás lo que yo te diga sino atente a las consecuencias.
-Esta bien, lo entiendo y no volverá a interponerme hermano, lo siento.
-Por tu bien espero que así sea, ahora regresa a tus aposentos, tengo cosas que hacer, Quatre-sama me esta esperando.
-De acuerdo hasta luego hermano – dijo saliendo de la habitación – "eso ya lo veremos" pensó al salir de la habitación de su hermano dirigiéndose a la suya.
Media hora después en otro lado del Castillo.
-Malditos desgraciados – maldijo Zech arrinconando a varios vampiros que se encontraban escondidos en los sótanos donde se encontraban los calabozos, estaba furioso y necesitaba descargarse con alguien.
-No huyáis – dijo sonriendo con maldad Hilde – se os ha dado la oportunidad de rendiros, hemos sido benévolos, no se puede decir igual de vosotros, sabandijas – dijo molesta.
-Salid – ordenó Zech revisando celda por celda – sabías que estaba prohibido secuestrar y retener a las personas del pueblo como almacén de reservas de sangre. Voy a contar hasta diez si no salís comenzaré a atacar indiscriminadamente.
-Esta es la última oportunidad de conservar vuestro pellejo – anunció Quatre complacido, salid ahora y os perdonaré la vida – dijo pasando por una de las celdas.
-Esta bien – se oyó la voz de uno de los vampiros que intentaba escapar – lo sentimos mucho Quatre-sama, sé que lo que hicimos estaba prohibido – dijo un vampiro saliendo de una de las celdas oscuras para mostrarse, perdónenos, haremos lo que nos pida.
-Bien así me gusta ahora dile a tus amigos que salgan – ordenó Quatre.
-Touya, Max, Yune, salid – dijo el vampiro.
-Lo sentimos mucho Quatre-sama – dijeron a la vez los vampiros aparentemente arrepentidos – Sir J nos dio permiso para retener a esos jóvenes, dijo que los mantuviéramos encerrados en este sótano y de dispusiéramos de ellos durante el tiempo que fuera necesario – habló Max – solo nos dijo que si morían algunos nos deshiciéramos del cuerpo sin levantar sospechas.
-Ese desgraciado de Sir J – gruñó Zech – donde están los demás jóvenes que retuvisteis.
-En la celda del fondo – comentó asustada la vampira llamada Yune – quedan tres.
-Malditos cobardes – insulto Hilde a acercarse a la celda que la vampira había comentado. Al abrir la puerta rompiendo el cierre pudo apreciar tres sombras agachadas en una esquina abrazadas unas a otras.
Entró a la celda estaba oscura y olía a humedad y cerrado que se impregnaba en las paredes de piedra. Al oír como alguien entraba a la celda las sombras se aterraron más hacia la esquina asustados como si quisieran huir de su agresor. Estaba muy oscuro y Hilde no pudo distinguir muy bien desde la puerta pero al dar varios pasos hacia el interior, descubriendo a un joven de unos veinte años que abrazaba a una chica más o menos de su edad y ésta a su vez abrazaba a un niño de unos seis años.
-No por favor, no se lleven al pequeño ni a mi prometido, llévenme a mí en su lugar – imploró el joven al ver a la vampira que se acercaba a ellos.
-Tranquilo, no vengo para haceros daños, mi nombre es Hilde y he venido a sacaros de aquí.
-¿Dónde están los padres de mi prometida? – preguntó el joven con algo de reticencia.
-¿Sus padres? – preguntó extrañada Hilde – no he visto a nadie más, ¿quién se los llevó?.
-Mis padres, snif – comenzó a llorar la muchacha – se los llevaron hace tres días, snif.
-Tranquila, os llevaré lejos de aquí, ¿de donde sois? – preguntó Hilde.
-Somos de Yohoma, un pueblo cercano a las tierras de Gundam – dijo el chico mientras se acercaba temeroso a la vampira.
-Hilde, ¿va todo bien? – preguntó Zech acercándose a la celda.
-Tranquilos – dijo Hilde al ver como los chicos retrocedían para volverse a esconder en la celda al ver a Zech – él es Zech, es un amigo no debéis tenerle miedo y el de allí – dijo señalando a Quatre – es nuestro jefe del Clan, Quatre-sama, nos hemos enterado que un grupo de los nuestros, bueno mejor dicho un grupo de indeseables, tenía retenido un grupo de personas del pueblo de Gundam y vivimos a averiguar que pasaba.
-Quatre-sama – corrió la muchacha hasta él y se arrodilló junto a él - ¿dígame que ocurrió con mis padres? Se lo suplico, son lo único que me queda de mi familia a aparte de mi hermano pequeño y mi prometido – le rogó.
-¿Tus padres? – preguntó sin comprender – levántate muchacha – le dijo ayudándola a ponerse de pie – no sé que ha ocurrido con tus padres pero lo averiguaré no te preocupes.
-¿Cuánto tiempo lleváis encerrados? – preguntó Zech al chico.
-No estoy muy seguro creo que varias semanas – dijo desorientado.
-Nanaaa – lloriqueó el jovencito al ver como su hermana era sujetada por el vampiro – no te la lleves, snif es mi nana, snif.
-Tranquilo, Aya, no le van ha hacer nada – le tranquilizó el joven cogiéndole en brazos pero su debilidad le provocó que casi se le cayera al suelo pero fue evitado por Zech que logró coger al niño en brazos y sujetando al joven por los hombros.
-¿Cuánto tiempo lleváis sin comer nada? – preguntó Hilde acercándose a joven para ayudarlo a que se apoyara en ella.
-Tres o cuatro días – gimoteó el pequeño Aya – tengo hambre, snif, snif.
-Bueno vayamos arriba – comentó Quatre sujetando a la chica – por cierto cuales son vuestros nombres.
-Mi nombre es Kaede y mi prometida se llama Miaka y el pequeño es Aya.
-Yuta – llamó Quatre a los vampiros que se habían quedado al otro lado del sótano – tú y los demás esperarme en mi despacho, tengo que hablar con vosotros después de atender a Kaede y a su familia, espero que no seáis tan bakas para marcharos sin haber hablado antes conmigo.
-No Quatre-sama – dijo Yuta.
-Bien os espero, enseguida subo, no tardaré demasiado.
Quatre pidió a Hilde que acompañara a Kaede, a Miaka y al pequeño Aya a una de las habitaciones de invitados que se encontraba en la segunda planta para que se asearan un poco y les entregara ropa limpia y nueva, después les acompañara al comedor donde una suculenta comida les aguardaba, más tarde se reuniría con ellos.
Quatre se dirigió hacia su despacho acompañado por Zech, allí les aguardaban Yuta y su grupo, estuvieron discutiendo sobre los implicados en los secuestros y retención de los habitantes de Gundam, también preguntó por el paradero de los padres de Miaka pero lo que descubrió no le gustó. Después de aconsejar a Yuta y a los suyos que se marcharan de inmediato del Castillo regresaron al comedor donde Hilde y los jóvenes mortales les esperaban.
-A sido todo de vuestro agrado – preguntó Quatre al entrar al comedor y ver que los chicos ya habían acabado de cenar.
-Sí, Quatre-sama – respondió Kaede agradecido – agradecemos muchos que nos haya ayudado a salir del calabozo, ya no teníamos muchas esperanzas de poder contarlo – dijo ahora más calmado.
-Quatre-sama – le llamó la muchacha - ¿ha sabido algo de mis padres?.
-Esto Hilde, ¿puedes enseñarle a pequeño Aya la sala de juegos? seguro que se divertirá un rato.
-Sí Quatre-sama, venga Aya, ven conmigo te voy a enseñar unos juegos muy divertidos – le comentó Hilde intuyendo el motivo por el cual Quatre quiso que Aya no estuviera presente.
-Pero yo quiero saber donde esta papa y mama – dijo haciendo pucheros.
-No te preocupes – dijo Zech intentando persuadir al niño – luego te lo contaremos todo, ahora ve con Hilde verás que será muy divertido – le dijo sonriéndole mientras le revolvía el cabello.
-Sí... como bien me dijistes a tus padres se lo llevaron hace varios días, pero... me temo que no sobrevivieron, lo siento mucho.
-No... no puede ser, mis padres no... – se abrazó llorando a Kaede que intentó consolar a su prometida.
-Lo sentimos mucho – se lamentó Zech – no estábamos al corriente de lo que estaba ocurriendo, hemos estado mucho tiempo fuera del Castillo arreglando unos asuntos.
-¿Cómo es posible que se comporten tan diferente a los que nos secuestraron? – preguntó dolido mientras abrazaba a su prometida - ¿No son vampiros como los otros?.
-Sí, somos vampiros –respondió Quatre al joven – y nos alimentamos como ellos, pero no estamos de acuerdo en la manera que proceden, no somos asesinos indiscriminados.
-¡Entonces sois asesinos selectivos! Es lo mismo – rebatió molesto – matáis inocentes.
-Para nuestra desgracia, así es, pero siempre nos alimentamos cuando es necesario, no estoy intentando que los comprendáis, es difícil, es la única manera en la que podemos sobrevivir, además nos alimentamos de seres indeseables, gente que incluso para Uds. son escoria, pero como dices, no todos son como nosotros, dentro de nuestro Clan estamos divididos en dos grupos, los que quieren seguir como hasta ahora, alimentándose sin control con gente inocente o como nosotros, que luchamos y buscamos la forma de erradicar nuestra maldición – dijo seriamente Quatre ante la mirada asombrada de los jóvenes prometidos.
-¿Maldición? – preguntó sorprendida Miaka.
-Sí, bueno es una larga historia – habló Zech – para resumírosla os diré que hace cientos de años, nuestro Clan fue una familia noble y mortal como cualquier humano pero debido a u trágico acontecimiento se vio maldita al renunciar a las creencias cristianas, de ahí surgió lo que hoy en día se conoce como la raza de vampiros, desde entonces, parte de nuestra familia está buscando la manera de romper esa maldición y volver a ser mortales, porque no todos estamos satisfechos como lo que somos.
-Eso no lo sabíamos – dijo sorprendido Kaede – esa historia es del todo desconocida por nuestro pueblo.
-Lo sabemos, es normal, bueno pero ahora ir a descansar – intervino Quatre – en cuanto amanezca ordenará a unos sirvientes que os acompañen a vuestro poblado, así será más seguro que viajéis de día que de noche.
-Yo... Quatre-sama – intentó hablar Miaka acercándose al vampiro – os lo agradezco mucho – dijo tímidamente dándole un beso en su mejilla – estamos en deuda con Uds. – dijo mirando a los dos vampiros.
-Miaka tiene razón – continuó Kaede sonriendo como agradecimiento – si podemos ayudar en algo no duden en pedírnoslo, Uds. No salvaron la vida.
-No tienen que agradecernos nada – dijo sonriendo Quatre tocando la mejilla besada – pero gracias, además no somos tan santos, jeje.
-Vamos a buscar al pequeño Aya – dijo Zech – seguro que Hilde tiene revolucionado al pequeño – comentó sonriendo.
Al entrar a la sala de juegos, vieron como el pequeño Aya estaba sentado en el suelo delante de la chimenea encendida, y jugando con las piezas de un ajedrez que estaba talladas en forma de caballeros y guerreros, utililizándolos como muñecos de pelea sobre el tablero bajo la atenta mirada divertida de Hilde.
Era una sala muy amplia repleta de estanterías con numeroso libros de tapas vistosas, habían varias mesas con candelabros de plata encendidos y rodeadas de sillas con lo que parecían diferentes tipos de juegos de mesas, cartas, ajedrez, juegos de destreza, etc. En la parte central frente a una gran chimenea había varios grupos de sillones que rodeaban una pequeña mesa de té y que se ocupaba para esta finalidad o para leer o conversar mientras se disfrutaba del acogedor calor del fuego. Como el resto de las estancias del Castillo habían grandes ventanales con gruesas cortinas de tela rojiza que se corrían al amanecer para preservar a sus inquilinos de la luz solar, pero ahora al ser de noche estaban corridas para disfrutar de la espléndida vista de los jardines y más a lo lejos, el bosque que rodeaba el Castillo que descendía hasta el valle siendo iluminado por la suave luz de la luna.
Nada más verlos el pequeño Aya salió corriendo para tirarse a los brazos de su hermana preguntándole donde estaban sus padres.
Se acercaron a los sillones donde estaban sentada Hilde y tomaron asiento para descansar u rato y hablar, al pequeño Aya se le contó que sus padres habían salido de viaje y que tardarían en llegar.
Después de una hora de conversación se despidieron de los jóvenes para que fueran a descansar prometiéndoles que se mantendrían en contacto.
No pasó mucho tiempo cuando llamaron a la puerta apareciendo un cambiado Heero que lucía serio y distante.
El cambio de Heero fue notable, más de lo que habían podido ver en la habitación a oscuras del Yuy. Su apariencia era de un joven de unos 25 años, sus facciones de niño se habían transformado a unas fuertes y atrayentes facciones de hombre, se había vuelto un joven muy atractivo, y su corte de pelo alborotado y rebelde le daba un aire peligroso y sensual, sus ojos desprendían fuerza y seriedad pero también cierta tristeza, su estatura era de 1,80 más o menos y su complexión era fuerte, de espalda ancha y por lo que marcaba la ropa que llevaba en ese momento se podía apreciar que poseía unos fuertes brazos y torneadas piernas. Llevaba una camisa negra de lino con abertura en forma de pico con cintas para su cierre que estaban abierta hasta medio pecho dejando ver unos fuertes pectorales morenos como el resto de su piel, cosa increíble al no haber estado nunca en contacto con el sol, sus pantalones también eran negros algo ajustados por la cintura y los muslos, sin dejar nada a la imaginación, el último complemento eran sus botas altas de piel negra.
Todos se quedaron impresionados y mudos por el cambio del heredero Yuy.
-Vaya, vaya – habló Quatre saliendo de la impresión que le causo su primo acercándose a Heero que se había quedado en la entrada de la sala – lastima que sea mi primo y no me interese el incesto, porque sino te haría mi amante ahora mismo – dijo con cierta malicia mirando fijamente a Heero mientras se acercaba a él - ¿has descansado bien?.
-Hn – respondió Heero.
-Veo que tu evolución a vampiro completo te hizo más callado – dijo Hilde sin poder quitarle la vista de encima – a pesar de todo ha sido un cambio espectacular, estoy sorprendida.
-¿A que sí? – habló Quatre acercando a Heero para que se sentara junto a ellos – Ven siéntate. Tenemos algo pendiente que hablar.
-Hn – se oyó por parte de Heero.
-Antes de empezar – dijo Quatre cogiendo una campanilla que había en la mesa para llamando a la servidumbre.
-Sí Quatre-sama – dijo una joven doncella que ingresó a la sala al oír su llamado.
-Ayako, podrías hacer que arreglasen la habitación de Yuy, o mejor espera, que arreglen los aposentos principales de los padres de Heero, a partir de hoy serán los suyos, ya que su habitación tubo un pequeño accidente, jeje – sonrió.
-Sí mi señor, ahora mismo lo preparo – dijo la joven haciendo una reverencia antes de marcharse.
-Bien ahora ya podemos empezar, no queda mucho tiempo para el amanecer pero nos dará tiempo, Zech puedes empezar a explicarle lo referente sobre la maldición, mientras voy a por El Libro, ahora mismo vuelvo.
-Claro Quatre – comentó Zech mirando al rubio para luego fijarse en la cara inexpresiva de Heero – Será mejor que empecemos por el principio, te lo resumiré todo para no saturarte con demasiada información.
-No es necesario – interrumpió Heero, durante estos trescientos años que llevo con vida siempre he estado conciente de lo que ha ocurrido a mí alrededor, solo que por consejo de mis padres me mantuve con mi forma de recién nacido para no levantar sospechas. Hay algunos detalles que desconozco como la forma de romper la maldición o como se inició pero lo demás lo conozco.
-Bien eso facilita las cosas – intervino Hilde.
-Entonces como sabrás – continuó Zech – nuestra gente está dividida por culpa de la maldición, tus padres ocultaron que eras el elegido por temor a que te atacasen, al principio fue fácil pero tu esencia se despertaba cada vez más, hasta hace unos veintitrés años.
-¿23 años? – preguntó Heero, ¿qué pasó entonces?.
-Creemos que hace 23 años nació la segunda parte implicada de la maldición. Por eso tus poderes empezaron a surgir y el ocultarte nos fue muy difícil, hace unos tres años aprovechando que tuvimos que ausentarnos del Castillo para seguir una pista sobre la maldición, el grupo Oz atacó a tus padres y tuvieron que huir para esconderte, el resto ya lo sabes.
-¿Qué os hace pensar que os ayudaré? no habéis hecho nada por mí y si es por los humanos, menos aún – dijo molesto.
-Sé que estás dolido por lo ocurrido con...
-Ni lo nombres en mi presencia – de advirtió furioso.
-Tienes que entender una cosa Heero – intervino Hilde – puede que te resulte atrayente la vida de vampiro, somos inmortales, poderosos y no tenemos depredadores por encima de nosotros, estamos en la cima de la cadena alimenticia pero una cosa te aseguro, esta no es forma de vida, a lo largo del tiempo te aburre, ver morir a quien aprecias ver los cambios a tu alrededor y no poder cambiar con ellos te consume. Por muy dolido que estés ahora te sería indiferente ver morir a tus conocidos, serías indiferente ante la muerte de Duo.
-El chantaje emocional no sirve conmigo – le aseguró a Hilde.
-Si no lo quieres hacer por ti, lo comprendo pero no puede obligarnos a seguir tus convicciones, tus padres así lo deseaban, y así lo deseamos mucho de los nuestros, no puedes arrebatarnos esa opción. Tú eres el único que puede ayudarnos – dijo seriamente – no sabes lo que es perder a la persona que amas.
-Sí lo sé – dijo molesto Heero – yo también he...
-No lo sabes Heero – intervino la voz de Quatre que llegaba con El Libro entre las manos y había escuchado parte de la conversación – Duo sigue vivo y por un tiempo puedes verlo aunque sea en la distancia, te queda esa posibilidad, a lo que Zech se refería es ver morir a la persona que amas y que te corresponde en el peor de los casos, ver como día a día envejece a tu lado y sigues como el primer día que le conocistes, lo ves crecer, envejecer, enfermar sin poder hacer nada – dijo seriamente sentándose de nuevo en el sillón – y lo peor de todo lo ves morir entre tus brazos, deseando irte con él, eso no lo conoces y por ello no nos puedes juzgar por querer dejar esta vida de oscuridad.
-Entonces no os acerquéis a los mortales – dijo decidido Heero dando a entender la solución al dilema.
-Jaja, Heero a pesar que eres mayor que yo, eres un novato en esto, solo conoces una parte del asunto, tienes suerte que al menos has conocido lo que significa el amor mortal aunque no es su plenitud, imagínate por un momento lo que habría sido o lo que hubieras sentido hacer el amor con Duo, el día que esa sensación la encuentres acostándote con un vampiro, ya sea hombre o mujer, dejaré de pensar así. Te invito a que lo pruebes y compares, después me cuentas, jeje.
-El amor humano es adictivo, jeje – se rió Zech – es una de nuestras debilidades pero no se cuentes a nadie – dijo bromeando.
Esta bien, lo haré pero lo haré a mi manera, si algo no me convence no lo haré – advirtió Heero.
-De acuerdo – dijo Quatre – ahora lo importante es prepararte para ello, mañana empezaremos con tus clases, jeje, ahora cenaremos algo y descansaremos falta una hora para el amanecer y mañana será un día duro – dijo levantándose para dirigirse al comedor – a por cierto Heero, toma – dijo entregándole El Libro – si quieres puedes ir leyéndolo, aquí encontrarás casi todo lo referente sobre la maldición.
*-*-*-*-*-*-*-*-*
El día había amanecido tranquilo en el pueblo de Gundam, como cada día Trowa se levantaba temprano para dirigirse a su trabajo en la herrería del pueblo, era un trabajo duro y agotador pero le ayudaba a mantenerse en forma, Duo era quien se levantaba más tarde sobre las nueve ya que debía presentarse a la posada sobre las diez para ayudar con los desayunos por eso aprovechaba para dormir un poco más cada día. Llevaban ya cuatro meses viviendo juntos y todo parecía ir bien, había días que se sentía deprimido y lloraba por varias horas sin ser descubierto por Trowa pero poco a poco esos días iban desapareciendo.
Hacía una hora que Trowa se había ido a trabajar y como cada día Duo pudo sentir con sin hacer ruido Trowa entraba a su dormitorio y se despedía de él dándole un beso en la frente para luego marcharse. Duo estaba muy agradecido por el trato que Trowa le daba y sobre todo por la paciencia que tenía con él. Eran las 7:30 de la mañana y con rapidez se levantó cosa extraña para él.
-Hoy es un día especial – habló para si mismo Duo – no tengo mucho tiempo, Trowa llegará sobre las cinco de la tarde y tengo que preparar muchas cosa, menos mal que Rukawa-sama me dio el día libre, jeje, así podré preparar la sorpresa de Trowa, jeje. Haber son las 7:30, tengo de bañarme, vestirme, limpiar la casa, ir a comprar lo que me falta para la cena, hacer una cena suculenta, el pastel de Trowa, preparar su regalo, yyyyy, no se, se me olvida algo y no se que. , bueno manos a la obra.
Duo se fue a bañar entreteniéndose más de los previsto, se vistió y limpió la casa como había planeado, eran las 12:30 cuando acabó con la casa, cogió la lista de lo que necesitaba y el dinero y se dirigió a la tienda de comestibles del joven matrimonio Yatsumo.
-Buenos días Miaka – saludo a la joven propietaria que colocaba la fruta sobre unas cajas.
-Buenas días Duo-san – saludó sonriente la joven de cabello negro lacio y ojos azules.
-¿No está el pequeño Aya por aquí? – dijo alegre Duo.
-No aún no ha llegado está en la escuela, pero sigue tan revoltoso como siempre – dijo contenta.
-Supongo que es normal, jeje, es un niño muy activo, jeje, por cierto no deberías hacer esfuerzos – dijo quitándole la caja de las manos a la chica – en tu estado es peligroso, ¿dónde está tu esposo que no le veo? – dijo aparentando enfado.
-Ha salido un momento, jeje, pero no pasa nada, estoy bien – sonrió – puedo trabajar aún, jeje – dijo tocándose el principio de barriguita que se le estaba formando.
-De eso nada, Miaka, tienes dos meses de embarazo y debes cuidarte, cuando vea a Kaede me va oír, mira que dejar sola a su mujer estando embarazada – refunfuñó.
-No ocurre nada Duo-san, gracias por preocuparte pero en serio, puedo trabajar si siquiera tengo molestias – intentó defenderse sonrojada.
-Nada, nada ese Kaede, verá... – dijo colocando él las cajas.
-¿Veré que? – dijo la voz sorprendida de Kaede al entrar en la tienda.
-Mira quien viene – dijo Duo aparentado molestia - ¿cómo se te ocurre dejar a tú mujer en la tienda sola y cargando cajas en su estado? – dándole un coscorrón.
-¿Cargando cajas? – preguntó sorprendido mirando a su mujer – cariño te dije que no cogieras peso, solo tardaría un rato – dijo abrazando a su mujer - ¿estas bien? Ven siéntate y descansa un poco – dijo acompañado a Miaka a la silla que se encontraba cerca de la caja registradora.
-Estoy bien – dijo Miaka – estoy embarazada pero no inválida – se quejó.
-Lo sabemos, pero nos preocupamos por ti – le dijo Kaede – por cierto Duo ¿no deberías estar en la posada? – preguntó curioso a su amigo.
-Sí, jeje, pero hoy pedí el día libre, jeje, es que hoy es el cumpleaños de Trowa y quiero prepararle una sorpresa, por eso he venido necesito unas cosas para la cena.
-¿Así es cu cumpleaños? – dijo contenta Miaka – pues felicítalo de nuestra parte.
-Eso, dale un abrazo por nosotros – dijo contento Kaede – a ver que es lo que necesitas.
-Pues todo esto – dijo entregándole la lista - ¿cómo va vuestra nueva casa? Lo tenéis todo preparado para cuando llegue el pequeño Yatsumo – preguntó contento Duo.
-Pues más o menos sí – respondió Miaka – la casa es preciosa y está casi todo listo, solo falta unos detalles, además este pueblo es muy agradable y el estar en un sitio nuevo a Aya le hace bien, en nuestra casa de Yohoma los recuerdos de nuestra capturo no nos dejaba vivir en paz.
-Os entiendo – dijo tristemente Duo recordando a Heero y el ataque que él sufrió.
-Venga, nada de penas – interrumpió Kaede al ver la tristeza de los rostros de su mujer y de Duo, hoy es un día de celebrar – dijo dándole unas bolsas con lo que necesitaba Duo – toma Duo, no quiero verte triste, eso son cosas del pasado, por cierto si tienes el día libre y estas en casa, ¿quién le llevará la comida a Trowa a la herrería? ¿no sospechará si no vas?.
-¡¡AYYYY!!, Dios mío, sabía que se me olvidaba algo, ¿qué hora es? – preguntó nervioso mientras cogía las bolsas.
-Son la 13:35 – respondió Miaka.
-Aaaaaahhhh!!! No llego, tengo que ir a casa y prepararle la comida, aahhhh, que cabeza la mía, lo siento chicos me tengo que ir, toma el dinero y saluda a Aya de mi parte, nos vemos luego, adiós – se despidió saliendo corriendo en dirección a su casa.
-Este Duo es único, jajaj – se reía Kaede mientras le veía alejarse a toda prisa.
-Jajaj, tienes razón, es un cabeza loca pero es encantador, le debemos mucho.
-Sí, gracias a él nos ayudó a conseguir nuestra casa y esta tienda, después de lo ocurrido en el Castillo.
-Si tiene un gran corazón.
Duo corría tan rápido como podía, tenía que llegar a las 14:15 a la herrería y aun tenía que prepararle la comida. Entro en la casa como un torbellino dejando las bolsas e la cocina, sacó los ingredientes de la bolsa y se dispuso a prepararle la comida a Trowa.
-No voy a llegar, no voy a llegar, mierda, hoy tenía que ser todo perfecto y lo estropeo – se maldecía mientras cortaba las verduras para un guiso – es imposible falta un cuarto de hora, la comida no estará lista, maldición, ¿qué voy hacer? – de maldecía – ya lo sé – dejó lo que estaba haciendo cogió las llaves de casa y salió corriendo de nuevo hacia el centro del pueblo.
-Uff, aahhh – jadeaba Duo agotado por la carrera llegando a su destino – ¡Rukawa-sama! – gritó Duo al entrar en la posada – Rukawa-sama, necesito que me haga un favor – le dijo al encontrarlo tras la barra del bar.
-Duo, ¿qué haces aquí?, hoy era tu día libre, ¿ocurre algo? – preguntó asustado al ver a Duo tan agitado.
-No no ocurre nada, bueno si, lo que pasa es que se me ha hecho muy tarde y tenía que llevarle la comida a Trowa, ¿podría darme uno de sus menús? Se lo pagaré, es que me entretuve en la tienda de Miaka y Kaede y se me paso el tiempo, además como hoy tengo el día libre tendría que llevarle la comida como cada día, no quiero que Trowa se entere que estoy preparándole una sorpresa por su cumpleaños, entonces pensé que su Ud. me haría ese favor yo...
-Tranquilo, tranquilo, jajaja, respira Duo que te vas a ahogar, tranquilo, claro que te doy un menú, faltaría más, y no es necesario que me lo pagues, trabajas aquí y además eres el chico de Trowa...
-Bueno yo... – dijo completamente sonrojado y avergonzado.
-No pasa nada, jaja, anda ves a la cocina y pídele a Megumi que te dé un menú para llevar, jaja – se rió Rukawa al ver el apuro de Duo.
-Gracias, gracias, estoy en deuda con Ud. se lo compensaré.
-No seas tonto, anda ve que se te va hacer tarde, corre – le comentó el hombre mayor.
Pocos minutos después Duo salía corriendo de nuevo hacia el trabajo de Trowa, llegaba algo tarde. Al llegar a la herrería pudo verle como le esperaba sonriente en el patio interno de la herrería, estaba todo manchado de hollín de los fuegos aunque intentaba limpiarse con una toalla y un poco de agua, estaba desnudo de cintura para arriba debido al insoportable calor de las brasas, el delantal de cuero que solía llevar para no quemarse descansaba encima de una silla cerca de la mesa donde todos los días comía. Duo no podía negar que la vista de Trowa era atrayente a pesar de lo sucio que estaba, Trowa era muy atractivo y el trabajo duro de herrero le había ejercitado los músculos del cuerpo de una manera deliciosa. Con nerviosismo, como cada vez que se encontraba en una situación parecida, se acercó a él excusando su retraso.
-Lamento llegar tarde Trowa, te traje la comida, ten – le dijo sin atreverse a mirarle directamente a los ojos esmeraldas.
-No te preocupes, supongo que habrás tenido mucho trabajo en la posada – le comentó Trowa cogiendo la comida que le traía Duo.
-Bueno, sí,... hay mucho trabajo, jeje – intentó disimular.
-¿Has comido ya? – le preguntó a Duo.
-No... comeré luego tengo algunas cosas que hacer aún, pero come tranquilo, pero antes – dijo haciendo que Trowa se pusiera de nuevo de pie – no te han enseñado que antes de comer uno debe asear un poco – dijo sonriendo viendo la cara sucia de Trowa.
-Ya lo he hecho – dijo haciendo pucheros – pero este hollín se te pega a la piel como una lapa. Jeje.
-Haber déjame a mí – dijo cogiendo la maltratada toalla mojándola en agua para luego pasarla por el rostro de Trowa con cuidado.
Ante la inesperada caricia de Duo sobre su rostro Trowa cerró los ojos para poder disfrutarla, sin darse cuenta rodeó con los brazos la cintura de Duo atrayéndolo hacia él. Duo seguía limpiando la cara con delicadeza, al principio se sorprendió del abrazo de Trowa, iba a reclamarle porque lo más seguro lo mancharía pero después desistió de la idea, cada vez se sentía más a gusto con Trowa, aún le intimidaba pero comenzaba a gustarle las atenciones que tenía con él. De limpiarle el rostro paso al cuello y luego al pecho, de lo que sería un simple aseo se fue convirtiendo en una excusa para acariciarlo, la respiración de ambos comenzó a acelerarse igual que sus corazones. Las manos antes quietas en la cintura de Duo comenzaron a adentrarse por la camisa de éste para acariciar su suave piel. Sin pensarlo Trowa se posesionó del cuello de Duo, besándolo y mordiéndolo con suavidad, la situación se les estaba escapando de las manos, para sorpresa de Trowa, Duo estaba reaccionando positivamente a sus caricias cosa que le hizo sumamente feliz, sin soportarlo más Duo entre jadeos se abrazó a Trowa para besarle con pasión y deseo, necesitaba sentirse querido y deseado por alguien y Trowa estaba dispuesto a darle lo que necesitaba, la oportunidad que una vez le pidió se la daría. Las caricias y besos subían de intensidad, hasta que...
-Ejem, ejem – interrumpió una voz a la espalda de ellos, provocando que se separasen rápidamente y bastante abochornados – lamento interrumpir vuestro momento parejita – dijo sonriendo Omi Yuta, el dueño de la herrería – pero necesito que me ayudes en una cosa Trowa.
-Ehh... si claro como no Yuta-sensei, yo... me despedía de Duo... él ya se marchaba – intentó disculparse por haber sido sorprendido en tales acciones.
-Esto... si yo ya me iba, lamento molestar, me marcho – dijo avergonzado tanto con Yuta como con Trowa, hasta ahora nunca había sido tan atrevido ni había permitido que supiera la atracción que sentía por él.
-Tranquilo chico, no pasa nada, jaja – dijo sanaco importancia al asunto – sois jóvenes, en parte me dais envidia, jaja, bueno regresemos al trabajo, y hasta pronto Duo-kun, y ven cuando quieras, pero eso si no me lo entretengas mucho sino luego se pasa la tarde en las nueves, jeje.
-¡¡Yuta-sensei!! – dijo avergonzado – buenos nos vemos luego en casa – le sonrió a Duo – y cámbiate la camisa, creo que te la he dejado inservible, jeje – dijo señalado la camisa blanca de Duo completamente llena de hollín.
-Jeje, creo que sí – dijo riendo Duo al ver su camisa toda negra – nos vemos luego Trowa, pero cómete la comida – le dijo mientras salía de la herrería en dirección a su casa.
El tiempo le pasaba volando y aún le quedaban cosas para hacer. Una vez en casa, guardo lo de las bolsas de comidas y empezó a preparar la cena y el pastel, pero antes se volvería a cambiar de rota ya que la que llevaba puesta estaba hecha un desastre.
Eran las 16:30 y Trowa no tardaría en llegar, guardó todo lo que no había utilizado a sí como el pastel para que Trowa no lo pudiera ver, comprobó que el regalo estuviera bien envuelto por cinta vez y se miró por décima vez en el espejo para ver si estaba bien arreglado, se sentó en el salón para esperarlo, estaba muy nervioso más que ninguna otra vez, en su mente no dejaba de pensar lo que había pasado en la herrería y lo que habría pasada de no haber sido interrumpidos por Yuta-sensei, las caricias y besos de Trowa le habían hecho olvidar por un momento el dolor de su corazón por la perdida de He-chan, siempre pensaba lo que estaría haciendo en esos momentos aunque no quisiera.
La puerta de abrió y entró un sonriente Trowa un poco más aseado que la última vez que se vieron.
-Ya estoy en casa – anunció Trowa sonriendo viendo a su hermoso trenzado esperándole en el salón.
-Hola Trowa – le saludo un poco cohibido – llegas pronto, no te esperaba hasta las cinco, iré a prepararte tú baño.
-Ah, gracias pero no te molestes, yo puedo hacerlo – dijo entrando en el salón dejando la bolsa con su ropa sucia en el sillón.
-No es molestia ven, te preparo el baño, mientras se llena la bañera te iré a buscar ropa limpia.
-Espera Duo – le interceptó antes de que se fuera a su habitación – yo... quería hablar de lo que paso en la herrería...
-Yo, no sé que decirte – dijo sonrojado y nerviosa al sentir los brazos de Trowa de nuevo en su cintura.
-Solo quiero saber si lo de antes es... bueno... – le costaba encontrar las palabras correctas - ¿quieres ser mi compañero, mi novio?.
-Yo... yo – el nerviosismo le impedía hablar.
-No quiero presionarte, puedo esperar es solo que lo de antes me hizo pensar que tú...
-Sí.
-¿Sí que? – preguntó desconcertado Trowa.
-Sí quiero ser tu pareja, te aprecio mucho y va siendo hora de seguir adelante – le comentó sonriendo tímidamente.
-¿En serio? – preguntó emocionado y al ver como Duo asentía con la cabeza lo estrechó fuertemente contra su pecho para luego besarle con todo el cariño y amor que había guardado durante tantos años.
-Trowa – le llamó rompiendo el contacto de sus labios – feliz cumpleaños – dijo sonriendo.
-Gracias mi amor – le abrazó dando vueltas con Duo en sus brazos – me has hecho el hombre más feliz de la tierra, este sin duda es el mejor cumpleaños que he tenido – le dijo volviéndole a besar.
-Me alegro – dijo contentó, pero aún tengo varias sorpresas para ti – dijo coqueto.
-Siiiii, y de que se trata – le dijo con malicia.
-Ya lo verás, ahora ve a bañarte – dijo empujando a Trowa al baño.
Trowa se bañó rápido y después de vestirse salió en busca de su trenzado que lo encontró recostado en el sillón del comedor. Al verlo se tumbó sobre él para volver a atrapar sus labios en un beso ardiente.
-Trowa, ¿ya has acabado? – preguntó Duo.
-Sí, ¿me vas a dar ahora mi sorpresa? – pegunta con doble intención.
-Sí, toma – le dice entregándole una cajita con un lazo rojo – feliz cumpleaños Trowa – le da un beso en los labios-
-Gracias, mi amor, pero no era necesario – le comenta sentándose en el sillón para abrir la cajita – es... es precios- comenta Trowa sacando de la caja un colgante de plata con las iniciales de ellos "T&D" – yo... no sé que decir... te quiero – le abraza sentándolo sobre sus piernas para besarlo con ternura – no te arrepentirás de darme esta oportunidad para quererte, te haré el hombre más feliz del mundo.
-No me mimes demasiado o me volveré un consentido, jeje – bromeó.
-Te quiero – le dijo mirándole a los ojos violetas.
-Gracias, por ser así – se abrazó a él.
-No te arrepentirás – le dijo tumbándose abrazados los dos en el sofá para disfrutar la tranquilidad del momento y de su compañía. Estaba feliz por el momento pero había aún una espina clavada en su corazón, en varias ocasiones él le había dicho que le amaba y que le quería pero en ninguna de esas ocasiones la respuesta fue recíproca. Quizás necesitaba algo más de tiempo y se lo daría, por ahora podía disfrutar de sus besos y caricias.
Sin darse cuenta se quedaron dormidos en el sofá. Eran las diez de la noche y la molestia de sus estómagos por falta de alimento los hizo despertarse. Se levantaron para preparar la mesa para la cena, Trowa se dedicó a encender la chimenea, las noches del otoño eran bastante frías y Duo calentó la cena y puso la mesa. Cenaron con tranquilidad, Trowa se sorprendió por la cantidad de platos cocinados para la cena y en especia por ser sus preferidos. Duo le contó que Rukawa-sama le había dado fiesta para poder preparar la sorpresa para su cumpleaños y todo lo que tubo que ingeniarse para que no le descubriera. Después de la cena, sacó el pastel que lo degustaron con un vino dulce en el salón, todo había salido de maravilla, Trowa lucía orgulloso su regalo en el cuello, las horas pasaron sin darse cuenta entre charla y charla, estaban muy a gusto hablado y sentados él uno a lado del otro no se percataron de la hora que era y mañana tenían que trabajar. Con algo de reticencia Duo convenció a Trowa para irse a acostar porque sino mañana no se podrían levantar temprano y tras despedirse y desearse las buenas noches se fueron cada uno a su cuarto. Se desnudaron y se acostaron, pero ninguno de los dos podía dormir.
Eran ya altas horas de la noche y el sueño no regresaba a ellos, sin poder dormir Duo se levantó para ir a la cocina por un vaso de leche para intentar dormir, al salir vio la puerta de Trowa cerrada pero paso de largo para dirigirse a la cocina, se bebió la leche y regresó al dormitorio pero antes de abrir su puerta algo le impulso a mirar la habitación de Trowa. ¿estaría despierto?, con un poco de miedo y nerviosismo se acerco a su puerta para escuchar si se oía algún ruido que le indicara que Trowa seguía despierto pero al no escuchar nada quiso regresar a su habitación pero no quería estar solo. Con sigilo abrió lentamente la puerta de Trowa y una vez en su interior los llamó suavemente.
-Trowa... ¿estas dormido? – preguntó nervioso al bulto despalda que se hallaba cubierto por las sábanas – será mejor que me valla, no ha sido buena idea – dijo en voz baja al darse la vuelta.
-¿Duo? – se oyó la voz de Trowa al incorporarse en la cama - ¿ocurre algo? – preguntó.
-Esto... no es solo que... – se calló al ver que Trowa no llevaba nada puesto encima, al menos de cintura para arriba y le miraba fijamente – es que... no podía dormir y vine a ver si tú...
-¿No puedes dormir? – le dijo sonriendo – anda ven – dijo señalando el lado de su cama para que se sentara junto a él – hablemos un rato no te quedes ahí de pie, cogerás frío.
-Es que... no quiero molestarte, mañana tienes que trabajar y no quiero que te desveles por mí.
-Tranquilo o importa ven, acuéstate un rato conmigo, hasta que te entre el sueño – comentó haciéndose a un lado en la cama para que se acostara a su lado.
-"Si me acuesto a tú lado me será imposible dormirme" – pensó nervioso ante tal invitación.
-¿Te ocurre algo? – le preguntó en cuanto lo tubo junto a él y le abrazó por la espalda – puedes contármelo.
-Es que es una tontería... – habló nerviosamente al sentir los fuertes brazos desnudos de Trowa sobre su cintura y el calor de este que le envolvía.
-Cuéntamelo, por favor – le pidió – quiero ayudarte – le dijo dándole la vuelta para quedarse uno al frente del otro.
-Es que yo... – no se atrevía a mirarle a la cara – cuando estoy en mi habitación... me siento... no sé... yo quiero... – intentó hablar avergonzado y con la mirada agachada.
-¿Te sientes solo?, es eso. Si quieres puedes dormir conmigo a mi no me molesta al contrario me harías muy feliz compartir contigo mi habitación – le habló suavemente mientras le alzaba el rostro para mirarle sus preciosos ojos violetas – te quiero, lo sabes, y si puedo evitarte la soledad dándote mi cariño lo haré encantado – le dijo besando suavemente los labios.
-Gracias – se abrazó a Trowa apoyando su cabeza en su pecho sin poder contener las lágrimas – te debo tanto, abrázame, abrázame fuerte, no me dejes Trowa te necesito, no quiero sentir este dolor en el pecho, hazme olvidar todo con tus besos – le rogó apretándose más a su cuerpo – hazme tuyo – le pidió avergonzado por su petición.
-Estas seguro Duo, no quiero presionarte, no estás bien aún, me encantaría hacerte mío es lo que más deseo en el mundo pero no quiero que lo hagas por compasión o por agradecimiento, quiero que lo desees realmente – le dijo sonriendo limpiándole las lágrimas rebeldes que escapaban de sus ojos.
-Hazme el amor Trowa, hazme olvidar – le rogó besándolo con deseo.
No hizo falta decir nada más, Trowa atrapo posesivamente a Duo entre sus brazos le besaba con pasión acariciando su espalda sobre la camisa larga que llevaba puesta. Duo mientras le besaba acariciaba el fuerte pecho de Trowa, apretándose contra él, sintiendo su calor que apaciguaba el frío intenso de su alma. Los besos se hicieron más intensos igual que sus caricias, la sensación de sentirse se hizo más apremiante, con delicadeza Trowa fue deshaciéndose del camisón molesto de Duo para ir dejando al descubierto la piel suave y blanca de Duo, llenándola de besos y caricias, comenzó con un recorrido de besos desde sus labios bajando por su cuello hasta su pecho donde se deleitó con sus pezones rosados, primero uno y luego el otro, sus manos acariciaban su vientre plano hasta las caderas donde se dedicaron a quitarle la última prenda de vestir, para dejarlo completamente desnudo. Duo gemía y se retorcía sobre la cama por el placer que sentía, después de torturar satisfactoriamente sus pezones fue bajando para juguetear con su ombligo durante varios minutos, una saciado su apetito continuo su carrera hasta el centro del placer de Duo, se entretuvo acariciando con sus manos y su lengua sin llegar a tocarlo directamente, la respiración de Duo se aceleró y sus jadeo inundaban la habitación, hasta que un fuerte gemido lo elevó al máximo nivel de excitación, Trowa se había introducido su miembro erecto y los manipulaba con gran maestría, Duo se aferró a los cabellos de Trowa para intentar contener sus sensación al notar como su cuerpo explotaría por la acumulación de excitación.
-Aaaahhhhhhh!!!! Trowaaaaa, mmmmmmm, siiiiiiiiiiiiii – gemía Duo.
Trowa seguía lamiendo y succionando con lujuria, quería proporcionarle el máximo placer posible, mientras succionaba cada vez más rápido y profundo deslizó una de sus manos para estimular sus testículos e ir intercalando las atenciones de su miembro ya adolorido por el placer y su bolsa testicular, Duo respiraba con dificultad mientras acariciaba la nuca de
Trowa y su espalda. El cuerpo de Duo estaba sumamente caliente y se tensó al sentir como algo se internaba en su cuerpo, al notar esto Trowa se detuvo con la intención de abandonar su idea pero Duo le dijo que no lo hiciera, que continuase, con algo de temor Trowa prosiguió con lo que estaba haciendo, mientras seguía atendiendo el miembro erecto de Duo continuó preparando su entrada con sumo cuidado y cariño, primero un dedo, al notar que la resistencia era menos introdujo un segundo, Duo gemía sin parar, estaba muy cerca de llegar a su límite y se hizo saber entre gemidos.
-Aaaaahhhh ¡!!!!! Trowa aaaaahhhhh no aguanto más oooooohhhh me voy a correrrrrrrrrr!!!!
Sin apartarse de Duo, Trowa siguió lamiendo el miembro de Duo hasta que sintió como se tensaba, su miembro se hinchó dentro de su boca durante unos segundos haciendo que Trowa succionara más profundamente y que sus dedos entraran más en él hasta que sintió como descargaba toda su pasión dentro de su boca. Sin sentir ningún tipo de repulsión, Trowa bebió de Duo hasta la última gota, limpiando con su lengua los posibles restos de su orgasmo.
Duo cayó rendido sobre la cama, intentando regularizar su respiración y sus latidos, con cuidado de no aplastar con su peso Trowa subió por el cuerpo de Duo hasta su boca, la cual devoró con ansia mientras le acariciaba para relajarlo tras su clímax. Al estar Trowa sobre él pudo notar como Trowa estaba realmente excitado, no se había preocupado por satisfacer su propia necesidad, se había dedicado enteramente a él, con cuidado se dio la vuelta para quedar él sobre Trowa, le miró a los ojos y le sonrió.
-Ha sido fantástico y muy gentil conmigo – le dijo con una sonrisa.
-¿Te gustó? – preguntó curioso.
-Me encantó – le dijo atrapando sus labios en un beso ardiente mientras se rozaba con el cuerpo excitado de Trowa – déjame compensarte – le pidió.
-No es necesario, si no estás preparado – le sugirió.
-Lo estoy – de dijo con una sonrisa maliciosa - ¿lo estarás tú? – le preguntó con picardía mientras le besaba el cuello sentándose sobre sus caderas.
Para Trowa la vista era de lo más sugestiva, ahí sentado sobre sus caderas y sobre su miembro sensible con la mínima caricia estaba Duo que con un movimiento sensual atrapó su trenza para empezar a deshacerla, cayendo una cascada de finas hebras castañas sobre su espalda y pecho. Trowa no podía apartar su vista de su amante, lo recorría con la vista de arriba abajo, sin poder contenerse más Trowa levanto sus manos para acaricias a Duo mientras este le sonreía con dulzura. Con sensualidad Duo se acercó al rostro de Trowa para besarlo y acariciarle, sus besos húmedos le recorrieron por toda el cuerpo hasta llegar a la única prenda que el de ojos verdes llevaba en esos momentos sin poder disimular la excitación que contenía debajo de esta, con decisión Duo deslizó sus manos para retirar la prenda por las fuertes piernas del herrero, una vez retirada se detuvo a observarlo.
-Eres sumamente atractivo, podrías tener a cualquiera – le comentó sin comprender el interés del herrero en él mismo.
-Solo quiero tenerte a ti – le respondió atrayéndolo a su cuerpo – solo te deseo a ti – le dijo mientras le besaba.
-Ámame Trowa – le rogó – hasta que pierda el sentido.
-Lo haré, no te quepa la menor duda – le aseguró.
Duo volvió a tomar el control de la situación volviendo a sentarse sobre ahora las caderas desnudas de Trowa frotándose para provocar más a su amante y a la vez hacer resucitar a su miembro que había quedado flácido tras haber llegado a su clímax. Con manos traviesas recorrió el cuerpo bien formado de Trowa, saboreando su sabor entre dulce y salado, mientras era acariciado por las manos diestras de su amante localizando sus más erógenas para estimularlas elevando la excitación de ambos.
El deseo iba creciendo y la necesidad de amarse más, sin poder contenerse más cogió el miembro erecto de Trowa y lo guió hacia su entrada, lentamente se fue deslizando hacia abajo insertándose el mismo. Había podido introducirse la cabeza del miembro de Trowa y parte del miembro cuando Duo se detuvo para recuperar el aliento, sentía un fuerte dolor punzante que le impedía continuar, al verlo Trowa quiso retirarse de su interior, lo último que quería era hacerle daño y sabía que se lo estaba haciendo.
-Duo no, para, te estoy haciendo daño – le dijo preocupado.
-Aaahhh!, no te preocupes, solo necesito... acostumbrarme... quiero seguir, por favor – suplicó.
Estuvieron un rato inmóviles esperando que Duo se acostumbrara a la invasión, acariciándose y besándose para que olvidara el dolor, una vez que la sensación se le hizo menos dolorosa, Duo prosiguió el descenso de sus caderas hasta tenerlo completamente en su interior provocando que tanto él como Trowa gimieran de placer. Los movimientos no se hicieron esperar, Duo se deslizaba por el tronco de Trowa con la ayuda de las manos de su amante que lo sujetaban por la cadera, guiando los movimientos y la sincronía de las envestidas. Primero se movieron lentamente hasta que Duo se adaptara completamente y no sintiera dolor, después los movimientos se hicieron más rápidos y profundos, Trowa salía prácticamente del interior de Duo para luego adentrarse en él profundamente sacándole gemido de auténtico placer. Trowa se aferraba a las caderas de Duo como intentando que no se le escapara, jadeaban intensamente, Duo se apoyaba en el fuerte pecho de Trowa, el clímax se acercaba y ambos lo notaban, con desespero Trowa se sentó sobre la cama para poder besar con pasión los labios sensuales de Duo y mientras lo besaba con una de su manos que sujetaba la cadera de Duo se aferró a la erección de Duo masajeándola ante el inminente orgasmo.
-Aaaaaaahhhhh, sssssiiiiiiiiiiiii Duooooooooo – gimió jadeante ante la explosión dentro de Duo.
-Aaaaaaaaaahhhhhhh, Trowaaaaaaaaa, me voyyyyyyyyy – gritó también Duo derramándose entre sus vientres por segunda vez.
Se mantuvieron abrazados en la misma posición durante unos segundos hasta que sus cuerpos no los sostuvieron cayendo sobre la cama para recuperar el aliento, el frío de la noche les hizo erizar la piel, haciendo que Trowa se incorporara un momento para recoger las sábanas que se habían caído de la cama por el movimiento para cubrirse ambos con ellas y así poder descansar. No hicieron falta palabras, la satisfacción de sus rostros era plena, así que se abrazaron y descansaron por el resto de la noche quedando dormidos al instante.
Continuará...
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