Capitulo II : Una extraña salida

     El sol ya había aparecido por entre las montañas y empezaba a entibiar el ambiente. Los pájaros cantaban entre los árboles mientras que algunos más osados, inspeccionaban las habitaciones de las casas de la zona.

     Megumi dormía plácidamente hasta que el canto de uno que otro pajarillo llegaba a su ventana, esta estaba abierta y el viento movía las cortinas de manera homogénea.

     Un leve bostezo dio antes de sentarse sobre su cómoda cama y observó detenidamente el paisaje que se imponía obre su ventana. Los olivos estaban hermosos y los campesinos corrían de un lado a otro para preparar todo, estaban apurados ya que la venida de los turistas era pronta. Era en esta época del año cuando hacían sus mejores ventas.

     Un poco más lejos se imponía otra mansión, pero rodeada de hermosos viñedos. Uvas de todos los tipos tenían, algunas eran especiales para la exportación mientras que otras eran para la fabricación del delicioso vino.

     Algo llamaba la atención de la joven, parecía que había gente habitando la mansión vecina. Hace mucho que sus habitantes habían abandonado el lugar, ella tenía unos 8 años cuando los vio partir. Le había dolido bastante, con los pequeños de esa familia y los Himura eran un grupo muy unido. Ahora solo quedaban los recuerdos.

     Se levantó y fue al baño a bañarse, necesitaba una ducha con urgencia. Pensaba que esa sería la única forma de quitarse el recuerdo de anoche y lo peor era que había soñado solo con eso, en el beso que él le había dado, en las caricias que él le había dado, en aquel maravilloso cuerpo que él tenía. Sacudió su cabeza y borró eso de su mente, no tenía que ponerse a analizar el físico de su agresor. Sí, eso era, un desvergonzado que se había atrevido a besarla sin su permiso... Pero no podía negar que era sexy.

     Metió su cabeza debajo del agua helada, así no pensaría en nada más que en el frío que sentía su piel. Lamentablemente después que salió del baño, lo único que tenía dándole vueltas en su mente era en el aroma que aquel hombre tenía, era embriagante. Aunque había algo en él que llamaba su atención, algo que la hacía recordar a alguien del pasado, de su pasado.

     Se vistió rápidamente, se colocó unos jeans negros con una polera lila, unos botines bajos de cuero negro y se dejó el pelo suelto. "Listo, que hermosa estoy este día... espero no encontrarme con ninguna sorpresa".

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     Aoshi estaba tomando desayuno cuando la vio bajar, no estaba de muy buen humor. Bueno, desde que había llegado de cabalgar estaba de esa forma. Anoche la observó pasar por el estudio muy enojada, iba hecha una furia repitiendo constantemente "Kitsune, Kitsune... yo no soy ninguna Kitsune". Había tratado de no reír, no veía a su hermana así de molesta desde hacía mucho. Cuando niños ella peleaba siempre con su vecino sobre eso mismo, ella lo insultaba llamándolo "tori-atama" (cabeza de pollo) y él le respondía con un "Kitsune tonta, cállate".

     Rió en sus adentros, le gustaba recordar aquellos días de niños. Pero luego una nube cruzo por su mente, la imagen de la pequeña Misao dormida en sus brazos cuando eran niños. Siempre la cuidó, siempre la protegió y ahora temía no poder defenderla de él mismo.

- Estas muy callado hoy hermanito – le dijo Megumi antes de sentarse a su lado y coger un trozo de pan - ¿Te sucede algo? -

- Nada, no te preocupes – miró hacia otro lado, no quería que su hermanita descubriera sus pensamientos – Ayer llegaste muy enojada, ¿te pasó algo en tu paseo de media noche?

     Megumi frunció el seño, no estaba para bromas de nadie ni menos para recordar todo lo ocurrido anoche. Estaba muy alegre para que su hermanito le arruinara el día porque él estaba desanimado. Aunque no había día que mostrara una sonrisa... alto, hacía mucho que no veía a su hermano sonreír. Nunca se había percatado de aquel singular hecho.

- Buenos días a todos – saludo el señor Takani con su usual sonrisa matutina - ¿Cómo amanecieron? -

- Bien papá, sin problemas -

- Como todos los días padre – fue la seca respuesta de Aoshi, quería tomar su té rápido y marcharse al estudio, necesitaba meter su cabeza en asuntos que no tuvieran nada que ver con cierta señorita llamada Misao Himura.

     Oguni Takani conocía bien a sus hijos, sabía que a Aoshi le sucedía algo. Desde la cena que estaba con un carácter mucho más frío que de costumbre, sin contar que Megumi no estaba tan distinta. Desde que había cometido el gran error de recordarle su matrimonio con Himura, ella andaba con el genio de los mil diablos. En cierto modo la entendía, ella tenía el mismo espíritu libre que su madre y por lo tanto no dejaría que nadie la mandara, aunque fuera para su bienestar.

     Oguni suspiró hondo y profundamente, sonriéndole a la nada. "Mis queridos hijos ya no son los niños de antaño", pensó con cierta tristeza. Y es que ya nada era como antes, su amada esposa ya no estaba, su hijo mayor era un bloque de hielo sin sentimientos ni nada cálido en su ser, temía que él se quedara solo. Su hija en cambio, era hermosa, agraciada, todos los trabajadores la observaban inquietos cuando ella llegó. Los dejaba sin aliento, pero su carácter era de temer. Cuando algo no le gustaba se lo hacía saber a todos. Era de espíritu libre, sin ataduras, sin nada que la obligara a seguir un camino... excepto él. Tomó un poco de té y siguió con la rutina mañanera.

- Y ¿tienes algo que hacer después de almuerzo hija? -

- Nada, ¿por qué lo preguntas? – Megumi trataba de no tomarle mucha importancia a la pregunta formulada por su padre

- Es que antes de sentarme recibí una llamada de los vecinos...

- ¡Ah!, eso te iba a preguntar – lo miró interesada mientras tomaba un poco de su té – ¿quiénes están viviendo en la casa vecina?

- Los Sagara, ¿no te acuerdas de ellos?

- ¿Los Sagara?, ¿no se habían mudado hace tiempo?

- Se habían ido de viaje por asuntos familiares, volvieron hace poco – tomó de su té y se fijó en los ojos de su hija, estaba interesada en esa familia. Algo debía haber detrás de ese inusual interés – Tu hermano y tú eran muy amigos de ellos, ¿no?

- Sí, pero eso fue hace mucho... – dijo mirando al vacío, trataba de recordar la cara de esos chicos, mejor dicho, de uno de los hermanos Sagara

- Bueno, como te estaba diciendo. Me llamaron esta mañana y me pidieron si podías ir a ver al menor de la familia, Yahiko creo que se llama – no lograba sacar a Megumi de sus pensamientos, ella estaba tan absorta recordando el pasado que ni se daba cuenta de lo que su padre decía. Eso le preocupaba – parece que él pescó un resfriado y quieren asegurarse -

- Está bien, después de almorzar iré a visitarlo -

     Aoshi se levantó de la mesa, "permiso" alcanzó a decir antes de desaparecer por las escaleras. Subió rápidamente por ellas y entró al estudio, habían muchos papeles que revisar y la mañana era corta. Había que aprovechar el tiempo.

     Mientras tanto, en el comedor, Oguni desayunaba en silencio con su hija. Ella se había quedado mirando por la ventana desde su conversación con él, le preocupaba. Era extraño verla de esa manera.

     Lo que Takani no sabía era que Megumi observaba el árbol que estaba a lo lejos, en los terrenos de los Sagara. Estaba reviviendo todo lo sucedido, sin darse cuenta que el té se le helaba. No le importaba nada ya, sólo quería saber la identidad del joven misterioso de anoche. No era porque le gustara ni nada parecido, tenía que vengarse por la forma que él la había llamado. Nada más que eso.

     Sonrió, sabía ni siquiera ella misma se convencía de lo que hablaba. Tenía que admitir que lo encontraba atractivo, quizás la situación se dio para que lo imaginara ahora de manera sensual. Era una mujer madura y tenía necesidades, sí, eso era, lo estaba idealizando. Quizás si lo veía con ropa normal, todo sería distinto, no tendría fantasías con él ni nada por el estilo.

     Sacudió su cabeza enérgicamente, tratando de revolver su cabeza y olvidarlo. Ya no se podía concentrar en nada con ese sujeto metido en su cabeza. "Maldito Tori-Atama, ¡¡¡sal de mi cabeza de una buena vez!!!", gritó en sus adentros. Tomó su ultimo sorbo de té violentamente y se levantó de la mesa. Dio las gracias por todo y se dirigió a su habitación, ese día por nada iría a cabalgar, no quería encontrarse con él en una situación parecida. "Listo Megumi, no más paseos de media noche para ti" se dijo decididamente mientras se sentaba en su cama y se disponía a leer un libro de medicina general, si iba a ser una gran doctora debía repasar todos los días.

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     El almuerzo fue rápido, nada fuera de lo común. Bueno sin mencionar que nadie dijo una sola palabra. Aoshi estaba demasiado metido en las finanzas de la hacienda como para almorzar con todos, prefirió comerse algo en su estudio. Megumi comió por inercia, estaba tan metida en su libro de medicina que se fue a la mesa a almorzar con él. Oguni no sabía que hacer, cada uno de sus hijos estaba metido en otra cosa como para hablar de algo con él. "Mejor, así nada de peleas por hoy", se dijo feliz sonriéndole a su hija que lo miró fugazmente para pedirle la ensalada.

- ¿Vas a ir a la casa de los Sagara?

- Sí papá – sin despegarse ni un segundo de su libro.

- Ah... ¿y a que hora irás?

- Cuando termine de comer – se echó los últimos trozos de comida a su boca, masticó apresuradamente y se levantó de la mesa – bueno, papá me voy  - lo besó en la mejilla – que estás bien, nos vemos a la noche -

- Sí, a la noche... – observó a su hija irse, puso sus servicios sobre el plato y se levantó también – mejor me voy a seguir con el trabajo, comer solo no tiene gracia -

     Megumi bajó rápido las escaleras y corrió en busca de su caballo, adoraba su caballo negro, lo había criado desde pequeño y ya era más que una mascota, era su mejor amigo. "Bueno pequeño, te voy a pedir otro favor, ¿ya?", le dijo al ponerle la silla de montar y besándolo en la cara. Se subió en él y partió hacia la casa vecina a toda velocidad. Tenía que admitir que le daba un poco de miedo cruzar aquel puente entre ambas tierras, ¿y si se encontraba con él?, no sabía que iba a hacer si lo veía de nuevo. Pero una cosa era segura, lo haría pagar por llamarla de esa forma.

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     Un criado de la familia Sagara tomó el caballo de ella, y otro criado la guió hacia la sala de estar de la casa. Era enorme, una verdadero castillo entre los viñedos.

     Megumi sonrió al recordar sus días de niñez, mientras jugaba con los hermanos Sagara. Eran lindos días aquellos, días que se acaban pronto.

     Mientras esperaba sentada en un cómodo sillón, un hombre de cabello negro se le acercó y le habló educadamente.

- Señorita Megumi Takani, ¿cierto?

- Sí – sonriéndole y levantándose del sillón - ¿usted me llamó?

- Así es, yo soy Saitoh Sagara, el padre de tu futuro paciente – la guió hacia las escaleras – acompáñeme a la habitación de mi hijo.

     Megumi asintió y siguió a este misterioso hombre por las escaleras hasta el segundo piso, caminaron un poco y llegaron a una habitación llena de posters de famosos deportistas y peleadores. Ella reprimió sonreír ante la habitación del pequeño, le causaba risa todo eso.

     En medio de la habitación se encontraba una cama con un muchacho acostado en ella, estaba durmiendo. Se veía tan inocente, seguramente que era un verdadero demonio cuando estaba con sus cinco sentidos buenos.

- Él es mi hijo Yahiko, es el menor de todos – le dijo indicándole donde sentarse y hablando bajito – tiene sólo 15 años -

- Entonces está en plena adolescencia... – miró al joven nuevamente, observó como un mechón de su negro cabello caí sobre su rostro – ¿siempre es así o cuando está despierto es un verdadero diablillo?

- Conoce bien a los niños, ¿eh? – sonrió – está usted en lo correcto, este niño es un atado de problemas... por eso preferimos verlo dormir... – miró a la joven detenidamente, la inspeccionaba detalladamente – tú eras amiga de mis hijos ¿cierto?

- Así es, mi hermano y yo éramos muy amigos con Kaoru y Sanosuke – miró desanimaba hacia la ventana cuando dijo ese nombre, le apenaba recordarlo.

- Por eso me parecía tan familiar tu nombre... – sonriendo nuevamente y mirando su reloj – bueno, la dejo con su paciente dormido. Yo tengo cosas que hacer, cualquier duda habla con mi hija... adiós

     Y así Megumi se quedó sola en la habitación, el joven parecía no despertar con nada. Se levantó de su puesto y se acercó al pequeño. Le tomó la temperatura mientras revisaba sus respiraciones, sin notar que alguien la miraba desde la puerta.

- ¿Megumi? – le dijo la voz alegremente.

- ¿Si? – volteó y vio a una mujer de cabellos negros, amarrados en una coleta alta. Vestía ropa deportiva que la hacía resaltar sus ojos azules... conocía a esa persona muy bien – no me digas que eres tú Kaoru -

- Sí soy yo, ha pasado mucho tiempo – abrazándola – papá me dijo que la doctora Takani estaba aquí y me dije que debías ser tú, ¿cómo has estado? ¿qué has hecho con tu vida? -

- Estoy bien, acabo de llegar del extranjero donde estuve estudiando – sonriéndole – ahora soy una doctora en práctica – Kaoru se sentó al lado de ella

- Al fin estas realizando el sueño de toda tu vida ¿no?

- Sí – sonrió y miró al pequeño que dormía placidamente – pero dime, ¿tú qué haz hecho?

- Jajaja... yo estudié cocina – Megumi casi se cayó de la cama al escuchar eso, ¿cocina?, ¿Kaoru cocinera? No podía ser – siempre me gustó pero no era buena, así que decidí ser chef -

     Ambas chica rieron. Megumi aún se acordaba de los pasteles de barro que Kaoru hacía, les decía a todos que era chocolate y terminaban enfermos del estomago. O los intentos de ensalada que cocinaba, la pobre ni si quiera podía diferenciar la sal con el bicarbonato.

     Megumi se sentía tranquila, al fin podía recordar el pasado con tanta alegría. Le gustó encontrarse con su amiga de la infancia, era agradable conversar con ella después de tanto tiempo. Y a pesar de todo, ellas seguían tan amigas como siempre, como si nunca se hubieran separado.

     Lo malo fue que un enojado Yahiko se estaba despertando, el ruido de las voces hablar tan alto le sacó de su pacifico sueño. Estaba cansado, le dolía la cabeza y el resfrío lo tenía muy mal. No podía ni respirar ni hablar bien y eso era algo que no le gustaba para nada. "Cállense las dos cotorras, me tienen arto", les gritó a unas sorprendidas Megumi y Kaoru que salieron rápidamente del cuarto, dejando al chico solo durmiendo tranquilo.

     "Toma, dile a tu padre que Yahiko debe tomar 2 de esto cada ocho horas, es para descongestionar la garganta y bajar la fiebre", dijo Megumi al entregarle un trozo de papel a Kaoru.

     Kaoru invitó a su amiga a su habitación, ese sería el lugar ideal para conversar más profundamente sobre sus vidas. Quería saber todo lo que había hecho ella desde que se fueron, quería recuperar la amiga que una vez perdió.

- Dime, ¿hay alguien especial en tu vida? – preguntó curiosa - ¿algún chico que ocupa un lugarcito en tu corazón?

- ¿¡Qué!? – Megumi trató de ocultar un notorio rubor en sus mejillas, lo que hizo que Kaoru se diera cuenta que había dado en el clavo – No, como se te ocurre

- ¡Te pusiste roja! – gritaba emocionada – sí hay alguien en tu vida, ¿dime quién es?

- Te digo que no hay nadie – trataba de ocultar la verdad, cuando le pregunto por alguien la imagen de ese chico volvió a su mente, sonriéndole, tenía que sacarlo. Quizás si le decía lo podría olvidar – bueno, sí hay alguien... lo que ocurre es...

- Miren lo que me trajo papá – dijo una voz desde la puerta de la habitación. Megumi quedó helada, era la misma voz del chico pero... no podía ser, su imaginación le estaba jugando una mala pasada – Así que la identidad de mi linda Kitsune eras tú, Megumi Takani

     Ahora estaba segura, era el mismo chico. Se giró para comprobar que fuera él y claro que lo era. Allí estaba, parado en la puerta mirándola arrogantemente. Como lo odiaba, pero tenía que admitir que ahora estaba más presentable que la ultima vez. Vestía unos jeans azul profundo, una camiseta musculosa (esas sin mangas) ajustada que marcaba sus perfectos músculos. Dijo ¿perfectos?, ya se estaba volviendo loca y esa era la prueba. Tenía una mano en el bolsillo mientras que con la otra se apoyaba en el marco de la puerta, se veía sensacional. "No Megumi, sé fuerte... recuerda, tú lo odias", se dijo antes de gritarle.  "!Tú!, era obvio que eras tú Sanosuke Sagara", le gritó mientras una muy confundida Kaoru observaba intrigada.

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     Aoshi estaba metido entre sus papeles cuando la criada golpeo tímidamente la puerta. "Pase" fue lo único que se escuchó decir al cerro de documentos sobre el escritorio.

     "Señor Aoshi, tiene visitas", dijo tímidamente la joven antes de ser empujada lejos por una graciosa chica que entraba como si nada, a la habitación. "Hola a todos, al fin ha llegado la gran Misao Himura... gracias, gracias", decía mientras entraba saludando a un publico inexistente.

     Aoshi ni siquiera aparto los ojos de los papeles y a Misao eso la entristeció. Se había propuesto conquistar a aquel frío joven y nada la detendría. Lo quería, siempre lo había querido pero parecía que nada lo alegraba,

     Lo que ella no sabía era que Aoshi trataba de no mirarla, el sólo hecho de escuchar su hermosa voz despertaba nuevas sensaciones en él. Imágenes de Misao en sus brazos atochaban su mente, Aoshi debía ser fuerte.

     La chica se sentó frente a él, con las manos sujetando su rostro mirándolo fijamente.

- ¿Qué quieres? –

- Te quiero pedir un favor – Misao sonreía tratando de llamar su atención - ¿me puedes llevar al pueblo a hacer unas compras? -

     Aoshi levantó la vista, si aceptaba no podía saber qué ocurriría, que haría él al estar solos. Se preparó para decir que no, colocó su boca en forma de no, movió su cabeza en forma de no pero al ver esos hermosos ojos que le suplicaban llevarla, sólo pudo decir que sí.

     Misao estaba emocionada, al fin estaría a solas con su querido Aoshi aunque fuera en la farmacia, pero no importaba. Trataría por todos los medios que esa salida fuera inolvidable para ambos.

     Aoshi se levantó del escritorio y fue a su habitación, seguido de cerca por una curiosa Misao. "Me voy a cambiar de ropa antes de salir, espera a fuera", le dijo antes de cerrar la puerta frente a sus narices. Decepcionada bajó las escaleras y se dispuso esperarlo sentada en la entrada de la casa, en el pórtico más específicamente.

     El sol estaba fuerte, se podía sentir incluso tras las oscuras cortinas de la habitación del joven. Rápidamente se sacó la camisa que llevaba y los pantalones de tela que tenía, quedando en ropa interior. Entró a su baño y se mojó la cara y el pelo, se miró en el espejo y observó como el agua caía por su cuerpo estremeciéndolo bajo su paso. Se observó un buen rato, miraba esos ojos fríos tratando de encontrar una respuesta en ellos.

Necesitaba saber que sentía en realidad por ella, acaso cariño, acaso encanto, acaso ¿amor? . Sacudió su cabeza con fuerza y salió del baño con una toalla en sus hombros. Sacó ropa del armario y se la colocó lentamente, quería hacer el mayor tiempo posible. Observó su reloj antes de salir, eran las 17:05 de la tarde. "A la hora que se le ocurre salir", dijo al cerrar su puerta.

     Misao casi se queda sin aliento al ver ese maravilloso hombre acercársele. Llevaba puesto una camisa azul perfectamente almidonada, manga corta y unos jeans negros. Su cabello iba mojado, dándole una apariencia de "recién salido de la ducha". Misao estaba sin habla, mientras Aoshi pasaba por su lado haciéndole una señal para que lo siguiera.

     Se subieron a un precioso Porsche descapotable color azul marino, propiedad del señor Aoshi Takani.

- Que lindo auto – señaló la chica esperando una respuesta. Pero el frío rostro de Aoshi no hizo ningún movimiento, Misao bajó la mirada y quiso hablar de nuevo – debe ser un verdadero imán de chicas -

- No tanto – dijo sin inmutarse -

- Ahh... pero no puede negar que muchas chicas lindas se le deben acercar para ver el auto, ¿ o no? -

- No -

     Misao se quedó en silencio, trataba y trataba pero no podía sacar más de 4 palabras juntas de la boca del joven. Era como una roca, pero las rocas se pueden moldear con la corriente del agua. Sonrió y miró el paisaje que pasaba rápidamente, el viento movía su cabello y el sol comenzó a molestarle. Tomó su cartera y sacó unos lentes de sol, ahora volvía a ver bien. Observó que su Aoshi-sama también llevaba puesto unos lentes muy bonitos, negros y pequeños, bastante elegantes. Le quedaban bien.

     Sonrió mientras bajaba la mirada, "al señor Aoshi todo le queda bien" pensó. Se empezó a fijar en sus ropas, llevaba puesta una falda caqui con una camiseta calipso (de esas con cuello de camisa) y unas zapatillas deportivas. Iba bastante normal, nada que llamara la atención sin contar que la falda era convenientemente corta.

     Aoshi por su parte iba concentrado en el camino, observaba como el asfalto ardía bajo el fuerte sol, como las plantas casi ni se veían a los lados del auto. Iban a una gran velocidad, él quería apurarse para llegar luego a casa, donde volvería a estar solo. Cada cierto tiempo desviaba su mirada hacia la hermosa chica que había sentada a su lado, era preciosa, se veía tan dulce e inocente, pero claro que a sus 20 años no debía quedar mucho de inocente. Sonrió y fijó su mirada en el camino nuevamente, no deseaba que lo pillaran sonriendo por lo que cambió su rostro al serio de siempre.

     Pero Misao logró ver aquella furtiva sonrisa, se sonrojó y miró hacia otro lado. Estaba feliz, al fin su Aoshi le dedicaba una linda sonrisa que ella alcanzó a ver. Sonrió feliz nuevamente.

     A lo lejos ambos pudieron ver señales de vida, el pueblo estaba cerca.

- ¿Para qué querías venir? – preguntó mientras recorrían las calles del pueblo

- Necesito comprar algo en la farmacia – indicándole que se detuviera en la esquina - ¿Se va a estacionar en algún lugar?

- Entonces te vas a demorar – dijo al estacionar el auto frente a la farmacia indicada – Te espero acá

- ¿Va a dejar que una linda joven como yo valla sola a ese tipo de lugares? – mirándolo con cara de perrito -

- Es una farmacia – trató de argumentar pero Misao hacía más pucheros – Está bien, vamos -

     Misao saltó de felicidad. "Misao uno, chico de hielo cero", se dijo sonriente. Esperó que Aoshi saliera del auto para entrar, quería que la vieran con él.

     Aoshi observaba como Misao pedía unos remedios al encargado que la miraba embobadamente. Eso no le gustó, estaba dispuesto a darle una de sus miradas más "tiernas" cuando volviera con el pedido.

- Listo, acá tienes los remedios – le dijo el encargado mientras le sonreía coquetamente -

- ... – Misao observaba entretenida los variados tipos de pastillas para el dolor de cabeza, que ni se enteró que el joven le hablaba

- Señorita su...

- Yo me haré cargo del pedido de la "señorita" – le dijo Aoshi mirándolo de manera asesina, el pobre chico quedó pálido ante semejante hombre que lo miraba con ganas de despedazarlo

- Disculpe, no sabía que la señorita venía con su padre, lo siento – le dijo apenado al entregar el cambio con la boleta -

- ¡¿Qué?! – gritó enojada Misao – Yo no soy su hija

- Pe... pero... – el chico no entendía nada -

     Misao le gritaba un montón de insultos al joven de la farmacia, mientras Aoshi la "llevaba" a fuera. Mira que venir a decirle que era hija de su querido Aoshi-sama... pero quizás eso pensaba él de ella, qué era su hija.

     Aoshi la bajó lentamente en el suelo y observó el triste rostro de ella. Sabía que se lamentaría por el resto de sus días por decir lo que iba a decir, pero no podía ver a su pequeña en ese estado.

- No le hagas caso, eres lo suficientemente madura para aparentar ser mi no... – se detuvo, Misao lo observaba fijamente a los ojos. Se sonrojó levemente – bueno, tú sabes bien qué cosa -

- ¿Me considera una mujer madura entonces? – un poco sonrojada

- Ehh... – titubeo un poco y desvió su vista hacia otro lado – eres una jovencita muy madura – dijo al fin

- Ah... – respondió un tanto abatida

- ¿Quieres hacer algo?... no sé... – guardó las cosas en el porta equipaje

- ¿Cómo qué? – Misao miraba el suelo con desgano

- Antes de bajarnos vi un café en la cuadra de al frente – mirando hacia donde se encontraba el café - ¿tienes ganas de ir?

- Claro, un café helado no me haría nada de mal -

     Caminaron sin decir nada, el silencio era incómodo. Ambos sabían que debían decirse alguna cosa pero temían hacerlo, temían que el otro no les prestara atención o tratara mal.

     Entraron en silencio al local, era bonito y acogedor. Por todo el lugar se podía sentir el aroma a café recién hecho, era agradable. Se sentaron en una esquina, bien alejados de todo. Sin pensarlo, ambos habían querido estar solos de cualquier intruso.

     Aoshi pidió una taza de té y Misao el café helado que tanto quería, aparte pidieron unas galletitas para acompañar.

     A Misao aun le daban vueltas en su cabeza las palabras que Aoshi le dijo, "eres una jovencita muy madura". Estaba harta, ¿cuándo se iba a dar cuenta él que ya era toda una mujer?. Estaba cansada que la viera con ojos de niña, todos lo hacían. Por Kami si ya tenía 20 años y cumplidos hacía meses... nadie la tomaba en cuenta.

     "No lo creas", le dijo Aoshi respondiendo a sus pensamientos. Este bebía de su té con los ojos cerrados, parecía que nada lo perturbaba de su concentrada posición. ¿Habrá sido un sueño?, ¿imaginación suya?, nunca lo sabría. Aoshi-sama era así, lleno de misterios.

     Pero realmente si había dicho eso Aoshi. Sin que ella se diera cuenta, él la había estado observando desde que se sentaron. Ni por un segundo le quitó los ojos de encima, claro, sin que ella se enterara. Estaba tan absorta en maldecir su suerte que nunca se dio cuenta que él la contemplaba y que no estaba pensando, si no, gritando.

     Aoshi sonrió en su interior, como le gustaba esa chica. Le encantaba su forma de ser tan despreocupada, pero tenía que pedirle disculpas por tratarla de niñita... era su error y lo sabía, aunque costara lo haría, pediría perdón.

- Misao... – la chica lo observó detrás de su gran copa de café helado – yo... no pienso que eres una niña...

- ¿Qué? – abrió los ojos sorprendida

- Ya eres una mujer mu... muy bo... – suspiró fuertemente – ya no eres la niñita que conocí y te pido disculpas si te hice sentir así -

     Misao no cabía en su asombro. El Aoshi que estaba sentado frente a ella le pedía ¿disculpas?. Algo raro había pasado, puede que el té le hizo mal o el calor con el té produjeron una reacción extraña, estaría enfermo... es que no podía creer que Aoshi, su Aoshi pensara que era toda una mujer... y más encima bonita (había entendido el tartamudeo muy bien). Sonrió ampliamente dando un muy leve "gracias" a su acompañante.

     Después de eso, no volvieron a hablar. Pagaron la cuenta y salieron del lugar en dirección al auto. Al salir se dieron cuenta que estaba todo oscuro, miraron sus relojes y estos marcaban las 20:45 en punto. Se miraron y sonrieron al unísono. Aoshi al darse cuenta que estaba sonriendo, dio vuelta su rostro evitando que la joven viera lo sonrojado que estaba. Pero Misao fue más astuta, esperó a que subieran al auto para hacer su comentario.

"Aoshi-sama debería sonreír más a menudo, tiene una linda sonrisa", le dijo haciendo que este se sonrojara lo suficiente como para que ella se diera cuenta.

Manejaron todo el camino en silencio, Misao observaba las estrellas extasiada. Eran tan bellas y lejanas, nada les importaba más que estar allí para los demás. Para adornar el cielo con su luz e inspirar a los poetas, ser musas para muchos. Suspiró y acomodó su cabello, mientras se acomodaba en el asiento.

Cuando llegaron a las tierras de los Himura, Aoshi disminuyó un poco la marcha y giró hacía el camino de tierra que llevaba a la mansión.

- Bueno, gracias por llevarme y traerme – le dijo mientras abría la puerta del auto

- Es... espera – le dijo Aoshi al sujetaba de la mano, Misao se sentó sorprendida – Bu... buenas noches – le dijo antes de besarla en la mejilla

     Después de eso, Misao bajó del auto y observó como este se perdía en la noche. Se llevó su mano a la mejilla y sonrió. Su Aoshi la había besado

     En el auto, Aoshi se preguntaba qué había sido eso. ¿Por qué la había besado?, ¿por cortesía?... no, ¿entonces por qué?. No entendía nada, pero el recuerdo del contacto de su piel con sus labios estaba grabado en su mente. "Como que esta será una noche mas sin dormir"...

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Disclaimer: Los personajes de RK no me pertenecen y bla bla... ya saben el resto... Watsuki-sama sorry, pero necesito a sus personajes para que mi mentecita linda se desarrolle n_n, ya?... y como petición de cumpleaños (22-01), me podría regalar a un Sanosuke en jeans???? (watsuki: si, seguro! ¬¬U)

Notas de la autora: bueno, que les apreció?. En este capi me basé más en la relación de Misao con Aoshi lindo n_n. Ojalá les guste, pq me costó mucho escribirlo... estaba demasiado metida en escribir el tercer capi (es que se viene bueno... avance, se viene triste).

Gracias a todos por sus reviews, me hacen sentir super bien... son muy lindos n_n

Megumi kinomoto: Gracias por tu lindo review!. Que bueno que te gustó el fic y la forma como narro la historia, me haces muy feliz n_n. Ah!, espero que t guste este capi pq = no tiene mucho SM, pero esepra el prox. Pq se viene bueno n_n

Aislinn: Gracias y sí, este es mi primer fic de Kenshin. Espero q este capi t guste

AsUmI: Que lindo que te guste mi fic n_n y lo del "encuentro" entre meg y su chico misterioso (jejej, ahora sabes que era sano) tb me dejó con escalofríos... personalmente me encanta esa parte y más adelante en el fic se viene unas que ni t cuento ñ_ñ.  Ah!, yo tb quero un chico como sano y por donde vivo tampoco los hay (yo quero uno!!!)

Megumi014: Que bueno que te gustó la escena del "encuentro", a mi = n_n. Espero que este capi t guste y gracias por tu review (q rico que t gustó mi idea)

gaby (hyatt: Que rico que t gustó mi Au. Yo tnía ganas de hacer una historia totalmente diferente y esta se me vino a la mente después de leer un libro. Pensé que sería interesante ver a los chicos de RK con vivas nada q ver a las luchas y katanas. Espero que este capi t guste n_n

Aclaraciones:

1.- "Aoshi levantó la vista, si aceptaba no podía saber qué ocurriría, que haría él al estar solos. Se preparó para decir que no, colocó su boca en forma de no, movió su cabeza en forma de no pero al ver esos hermosos ojos que le suplicaban llevarla, sólo pudo decir que sí", lo más probable que esta parte les parezca familiar y es que la ví una vez en un fic y me gustó caleta... obviamente estaba escrita de manera distinta, pero conservo la idea. Gomen nasai a la autora, pero tuviste una idea muy buena al hacerla n_n

2.- Cuando Aoshi "llevaba" a Misao, él la llevaba sobre su hombro como cuando uno carga un saco. Algo por el estilo.

3.- No sé ustedes, pero me encantó la parte de Aoshi en ropa interior... y mojadito... uuy, mejor (Yukiko cálmate n_n)

4.- Saitoh padre de Sanosuke?...jajajaj, a mi = me dio risa escribir esa parte n_n. Es que me lo imagino y me muero de la risa.

ah!, se me olvidaba. En el Próx capi se viene harto MS... ójala guste n_n

Nos vemos a la otra, o sea, dentro de 15 o más días... me voy de vacas sin pc y vuelvo como a principios de febrero, pero con el tercer capi listo. Gracias a todos y no olviden sus reviews al salir n_n

Su escritora

Yukiko Himura

Yh_yukiko@yahoo.co.uk