Capitulo VI : Amores y temores de niñez
Kaoru estaba en su cuarto, se había sentado frente al espejo de su tocador. Observaba el reflejo de una joven sin muchas cosas interesantes, pero que la suerte estaba brillando otra vez para ella.
Desde pequeña no había tenido suficiente confianza en sí misma, era una niña tímida e idolatraba a Megumi en todo. Siempre quiso ser como ella, tan elegante, tan grácil, tan bella...
Es cierto, Kaoru nunca se encontró hermosa. Para ella, nada en su persona valía la pena. Era torpe, un poco mandona y no muy agraciada... según ella.
Pasó su mano por el abundante y azul cabello, observó como algunos mechones caían al alejar su mano de la cabeza. Volvió a fijar su mirada en sus ojos, no encontraba nada en ellos. Azules y sin gracia, toda mujer daría todo por esos hermosos ojos pero a ella no le gustaban. Prefería los ojos de Megumi, tan expresivos, tan ¿felinos?. O los ojos de la pequeña Misao, tan verdes y alegres, derrochaban felicidad a su paso.
Siempre se repetía lo mismo, ¿por qué no sacó la belleza de su madre, o los ojos de su padre?. ¿Por qué no tenía la arrogancia (mejor dicho, egocentrismo) de su hermano mayor, o la incredulidad del menor de los Sagara, Yahiko?... ¿por qué tubo que ser la oveja negra de la familia, la hermana que desteñía frente a lo especiales que eran sus familiares?... ¿por qué tubo que ser tan normal... tan ella?
Desde hacía mucho que a Kaoru le habían detectado una baja de autoestima inmensa, nada de su persona le satisfacía, nada de su ser valía la pena. Una de las razones era ser la hermana del medio, ese síndrome que tienen los niños al pensar "al mayor lo quieren por ser el primero, al menor por se el último y al del medio... da lo mismo". Pero esa no era la mayor de las razones, esa baja de autoestima se presentaba desde pequeña... desde que su corazón comenzó a latir por ese joven pelirrojo de mirada violeta.
Es que a Kaoru le gustaba Kenshin desde niños, más o menos, desde que se conocieron... o sea, desde siempre pero nunca se atrevió a decir nada. Él era demasiado perfecto, demasiado despistado como para fijarse en ella, sin contar que se preocupaba demasiado por Megumi... su mejor amiga. ¿Qué iba a hacer en contra de ella?, sabía que la pequeña adoraba a Ken-san y que él la ayudaba en todo (como un hermano mayor). Sin contar que Megumi era una niña hermosa, tan delicada, tan femenina. En cambio Kaoru era... Kaoru era una niña común y corriente...
Bajó su mirada, observaba la delicada terminación del espejo. Observó como su camisa de dormir revelaba parte de su cuerpo, se sonrojó y tapó rápidamente aquello que indiscretamente se veía. Volvió a observar su reflejo, ahora más rosa que antes.
Suspiró largamente, dejaba escapar el aire con un dejo de tristeza pero a la vez, de sorpresa. Ese día no había sido muy normal, que digamos. Se había reencontrado con el amor de sus niñez, estaba tan guapo, tan mayor, tan él. Se había sentido en las nubes cuando le dijo que estaba hermosa, al fin la estaba tomando en cuenta. Recordó esos ojos violetas, cómo la miraban , cómo trataban de inspeccionar su alma. Volvió a ruborizarse pero la sonrisa que tenía se borró de inmediato, recordó las palabras del señor Takani, "señora Himura", "dentro de unos meses". Dejó escapar una tibia lagrima mientras cerraba los ojos con fuerza, no iba a llorar más... no después de prometerlo.
Una tímida sonrisa cruzó sus labios y el reflejo en el espejo de nuevo volvía a ser más alegre. Practicó algunas sonrisas, quería comprobar si su sonrisa era tan hermosa como le habían dicho. Pero algo en ella le llamó la atención, sus labios, esos tan comunes labios. Con la punta de sus dedos los recorrió lentamente, repitiéndose en su mente que no podía ser cierto. Esos labios habían sido sellados por el hombre que su corazón llamaba a gritos, por él...
Volvió a ruborizarse, estaba vez recordaba lo ocurrido entre ambos esa tarde... bajó la mirada y sonrió tímidamente...
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Kaoru corría en busca de su caballo, necesitaba escapar lo más rápido que pudiera de ese lugar. Cómo era posible eso, cómo su querido Kenshin se iba a casar con Megumi... eso no era justo. La misma Megumi le había dicho que no le interesaba, entonces por qué decía eso el padre de ella.
Al fin llegó a las caballerizas, se limpió los ojos y sacó a su caballo, se subió a él y emprendió cabalgata hacia su casa. Nunca más podría ir a esa casa, nunca más vería a Ken a los ojos, nunca más se haría ilusiones falsas.
Estaba tan concentrada en sus sentimientos, en su dulce corazón roto, que no escuchó el ruido de un auto acercarse hasta que fue demasiado tarde. Era un hermoso corvette rojo descapotable, un deportivo para ser exacto. Este se atravesó frente al caballo asustándolo y encabritándolo, haciendo que Kaoru cayera de él. Por suerte no le ocurrió nada.
Ella traba de golpear el suelo con sus manos, estaba molesta, estaba harta de ser tan débil y de sufrir situaciones como esta. ¿Quién sería el estúpido que se atravesó de esa forma?, todo porque ella iba en un caballo y él (o ella) en un hermosísimo coche.
Una figura se estaba agachado para ayudarla a levantarse, Kaoru se giró para ver a quién llenaría de insultos. Se sonrojó y llenó de rabia al ver unos ojos violetas observarla fijamente, ese cabello rojizo no pertenecía a nadie más que a Kenshin Himura, el hombre que había roto su corazón ese día.
- Perdón... – él alargó su mano ofreciéndole ayuda, Kaoru giró su rostro y trató de levantarse sola
- Gracias, pero no gracias, puedo levantarme sola – se sacudió la tierra de sus ropas, ahora caminaba hacia su caballo nuevamente, tenía que irse de allí, tenía que escapar de esos ojos o rompería en llanto nuevamente
- Por favor no te vallas, necesito explicarte lo ocurrido allá... por favor... – la observaba suplicante, no iba a dejar que esa chica se le escapara de nuevo. Ahora no sería tan tonto como antes, no la pedería...
Kaoru cometió el error de verlo a los ojos, esos ojos que la derretían por completo. Trató de hacerse la fuerte, la que no le importaba nada pero su naturaleza no era así, nunca había podido ser fría.
Asintió con su cabeza, Kenshin sonrió feliz y tomó el caballo de la chica. "Espérame aquí, ya vuelvo", le dijo alejándose a caballo. La mansión Sagara no estaba muy lejos desde donde estaban y el regreso de Kenshin fue rápido.
Con un simple movimiento, Kenshin indicó a Kaoru que subiera al auto. Esta no estaba muy segura de hacerlo pero el joven la miraba de manera suplicante, así que suspiró y dubitativamente subió al coche.
Kenshin encendió el motor y se alejó del lugar, entró por unos caminos extraños y se llevó a Kaoru hasta la carretera. La chica no sabía que pensar, miraba el suelo del auto, observaba como se movían sus pies con cada giro que este daba. Elevó su rostro y observó inquieta el paisaje que pasaba rápida y violentamente. Se arregló el cabello que se le venía al rostro por la acción del viento, no quería mirar a si lado, sabía que se encontraría con el rostro de Kenshin y eso era algo que no deseaba ver si deseaba mantenerse tranquila.
Por su parte, el joven Kenshin miraba el asfalto de manera concentrada. Estaba pensando en las palabras adecuadas para hablarle a esa linda joven que se encontraba a su lado. Apretó sus dientes con fuerza mientras que trataba de estrangular el manubrio con sus manos, estaba molesto, enojado, lleno de ira. No podía creer que Oguni Takani hubiera sido tan... tan... tan ruin, era su vida no debían tomar decisiones por él. Su futuro le pertenecía a él solamente, ni a ese señor, ni a su padre...
Tomó aire y lo dejó escapar lentamente. Su padre no tenía derecho alguno para obligarlo a hacer nada, sin embargo se lo debía. Su padre era su padre, un hombre fuerte que imponía su opinión sobre todo y todos. Siempre se había hecho lo que él deseaba, incluso con sus hijos, lo único que le importaba era su propia satisfacción y bienestar. Pero aunque Kenshin no se diera cuenta, su padre lo amaba mucho, siempre se había preocupado de darle lo mejor aunque no se diera cuenta de eso. En sus momentos de soledad, cuando estaba seguro que nadie lo viera, descargaba su rabia e impotencia con un saco de boxeo. No resistía ver la manera que sus hijos sufrían, sobre todo Kenshin, le dolía todo lo referente al compromiso pero aunque su hijo no se diera cuenta, era lo mejor para ambos.
Kenshin volvió a suspirar, ahora más fuerte que antes. Seguía sin comprender a su padre pero sabía que le sería imposible hacerlo, menos ahora que tenía su mente en otro lugar, mejor dicho, en otra persona. Desvió su mirada hacia la joven de cabellos azules, se veía hermosa. Aún recordaba cómo era ella cuando niños, tan linda y tierna, le encantaba verla sonreír o esconderse detrás de Megumi cuando su hermano trataba de molestarlas. Siempre se preocupó por cuidar de Megumi que dejó algo de lado a la joven Sagara, y siempre se reprendería. Pero algo que encontraba su deber, tenía que cuidar de ella como Aoshi cuidaba de su hermana menor. Kaoru tenía a su hermano, su madre y padre, ellos sólo se tenían a ellos. La madre de Megumi falleció cuando esta sólo tenía 4 años y la suya, un año después del nacimiento de su pequeña hermana.
Sonrió tristemente mientras se estacionaba a un costado del camino, en la berma. Kaoru trataba de mirar el paisaje mientras él seguía con la manos puestas en el volante, aunque el auto estuviera completamente detenido. Apretó con fuerza el manubrio y respiró hondo, cerró sus ojos y decidió que hablaría primero.
- Kaoru-dono, yo... – Kenshin miraba hacia el frente, sabía que Kaoru no lo miraba. Volvió a apretar sus manos fuertemente sobre el volante, le costaba encarar esa situación – Yo tengo que pedirle una disculpa -
- ¿Disculpa? – Kaoru seguía mirando cómo los árboles se movían al compás del viento, era algo casi hipnótico
- Sí, verás lo ocurrido esta tarde... pues no es cierto – esperó una respuesta de parte de Kaoru, pero nada, sólo se escuchó el molesto silencio entre ambos. Kenshin cerró sus ojos, su corazón le latía fuertemente estaba nervioso. Pero los silencios de la chica no lo tranquilizaban mucho que digamos, era...
Kenshin elevó sus manos hasta su cabeza, las metió entre sus cabellos para luego cruzarlas sobre su nuca. Siempre había tenido ese reflejo cuando las cosas se le complicaban, y es que ahora estaba todo más enredado que nunca. No sabía que hacer, Kaoru se mantenía en silencio mirando quizás sabe donde. No decía palabra y lo poco que dijo fue repitiendo lo que él le decía, pero no podía culparla. Esta situación era demasiado complicada, ambos sabían que hacer pero ninguno se atrevía a hacerlo.
Kaoru cerró sus ojos, tenía miedo de volver a llorar. No deseaba hacerlo, no mientras estuviera él a su lado. Necesitaba con suma urgencia estar sola, alejarse, irse y dejar todo botado. Le dolía escuchar las posibles excusas que él pudiera darle, se imaginaba cada mentira que pudiera un hombre ser capaz de decir... pero ese no era un hombre cualquiera, ese era el dueño de su corazón. Quizás por eso le costaba tanto ser fuerte.
De repente, sin saber de dónde, apareció un pequeño pájaro blanco volando por entre los árboles. Se veía tan libre, tan libre de problemas, tan solo. Kaoru deseaba ser como aquel pajarillo, en ese instante quiso tener alas y salir de ese lugar. Estaba harta de sufrir, estaba cansada de seguir llorando por amores no correspondidos, estaba aburrida de seguir viviendo su estúpida vida.
No lo pensó dos veces, levantó el seguro y abrió la puerta del auto. Kenshin no se había dado cuenta que la chica había salido y estaba caminando hacia la pradera, iba lento como si tratara de analizar cada paso que daba. Su caminar era suave, como si la llevara el viento y es que este seguía moviendo su cabellera que ahora estaba suelta. Era un espectáculo hermoso, el azul de su cabello resaltaba ante el aterciopelado y anaranjado cielo. Estaba atardeciendo y las luces mostraban un espectáculo hermosísimo.
Algunas lagrimas resbalaban por las pálidas mejillas de la joven, ya no podía seguir guardando ese dolor, ya no quería seguir demostrando que era una chica fuerte porque no lo era. Era una simple niña que no deseaba seguir...
Por mucho tiempo quiso ocultar su interior del resto del mundo, había formado una máscara de "felicidad" para que nadie supiera su verdadera forma de ser. Su interior se moría con le paso del tiempo pero su sonrisa seguía allí, siempre amplia, siempre fresca y hermosa. Ahora su sonrisa seguía en su rostro, pero sus ojos ya no traban de demostrar alegría, al fin eran libres de expresar el dolor que siente su interior, al fin eran libres de llorar cuando hay gente cerca, sin miedo a ser rechazada.
Ahora, la vista del único hombre que amó, el único hombre que le entregó su corazón, al único que nunca quiso decirle nada, daría sus últimos pasos sobre un mundo que no quería verla feliz de verdad, un mundo que nunca la quiso, un mundo que no valía la pena habitar. Su vista estaba puesta en el horizonte, a unos pasos más allá de donde se encontraba estaría la solución definitiva a todo.
"El pozo de los silencios" era un antiguo pozo en desuso, antes había servido para dar agua a la mayoría de las casa del sector, pero ahora, con la construcción del pueblo, ese pozo estaba abandonado. Además, era muy profundo y muchas personas habían caído en él por el mal estado en que se encontraba su construcción.
Kenshin seguía mirando cómo las luces del atardecer daban diversas sombras en el pavimento, era interesante y casi relajante observar las marcas del camino. Estaba tan concentrado que no había notado la ausencia de Kaoru, pero algo en su interior lo obligó a buscarla. Giró su rostro rápidamente hacía donde debería estar la chica, pero sólo encontró algunas hojas secas. Elevó su rostro y observó como ella se dirigía lentamente hacía el maldito pozo de los silencios, estaba casi cerca, si caminaba un poco más ella caería. Nunca se perdonaría por eso, nunca perdonaría su poca valentía y su ridícula timidez.
Salió rápidamente del auto y corrió hacia la chica, esta ya estaba parada sobre la orilla del pozo y observaba detenidamente la oscuridad que lo inundaba.
"Un paso más y todo va a acabar...", pensó Kaoru mientras cerraba sus ojos y se disponía a terminar con todo. Sólo que no contó que Kenshin fuera más rápido que ella y lograra tumbarla en el suelo antes que ella hiciera algo.
Kaoru seguía con los ojos cerrados, pero las lagrimas corrían por sus mejillas. Estaba llorando desconsoladamente, no paraba, sus lagrimas seguían bajando como si trataran de ahogar a la joven en su propia tristeza.
- ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué no me dejaste sola? – repetía la joven entre lagrimas, aún con los ojos cerrados
- ¿Cómo crees que te iba a dejar que hicieras algo por estilo? – la rabia y el miedo se mezclaban se la voz de Kenshin
- Déjame sola... – rogó la joven
- No lo voy a hacer, no ahora... – Kaoru seguía llorando, las palabras de Kenshin entraban en su cerebro pero no lograba entenderlas, nada de lo que él dijera ahora entendería sólo deseaba dormir por siempre y soñar que su vida se iba junto a esa blanca avecilla. Kenshin estaba sobre ella, habían caído así, pero ahora el joven trataba de tomar el rostro de Kaoru entre sus manos para obligarla a abrir sus ojos y míralo a la cara - ¡No seas tonta! Nunca voy a dejar que te ocurra nada... -
- Déjame... – con un hilo de voz. Kenshin sujetó el rostro de la chica con fuerza, tenía que hacerla entender de alguna manera
- Kaoru ¡abre tus ojos y mírame, por favor! – la joven abrió sus ojos mientras trataba de contener las lagrimas, Kenshin trató de sonreír pero miles de lagrimas corrían de sus ojos - ¿Qué hubiera hecho si algo te ocurre?, no sabes lo mucho que me harías falta... -
El rostro del joven Kenshin se volvió de un tono carmesí, al fin estaba diciendo como se sentía pero seguía con miedo a hablar de lo que su corazón realmente sentía por la chica. Poco a poco su rostro comenzó a acercarse al de Kaoru, no sabía por qué lo hacía simplemente sentía que debía hacerlo. Cerró sus ojos mientras sus labios comenzaban a rozar los de la chica y, tan sutil como el vuelo de una mariposa, él besó aquellos femeninos labios.
Una lagrima corrió por la mejilla de Kenshin, esos labios sabían a pena, a dolor, a tristeza y temía que fuera por su culpa.
Kaoru no podía creer que estaba ocurriendo eso, lo que siempre deseo, lo que siempre soñó, un beso de su querido Kenshin, estaba ocurriendo al fin. Tan dulce, tan temeroso en cierta forma, era como un niño pequeño. Kaoru cerró sus ojos y disfrutó de los labios que probaba en ese momento, era cálidos tanto que llenaban de color los fríos y tristes labios de ella. Era cómo si recobrara algo de alegría y esperanza, algo que casi no quedaba.
El sol estaba terminando de esconderse detrás de las montañas y la luz se comenzó a hacer escasa, el sonido de los búhos comenzaba a surgir de entre los árboles y era hora de marcharse. Kenshin estaba terminado aquel momento dando unos pequeños besos sobre los labios de la chica, ahora miraba el tono carmín que teñía las tiernas mejillas de Kaoru. Se veía hermosa, parecía un ángel.
Kaoru abrió sus ojos y se encontró con la violeta mirada que la observaba fijamente. Su rostro se encendió de un tono más rojo aún y mientras, Kenshin sonreía tiernamente.
De repente el sonido de un búho se escuchó fuertemente cerca de ellos, rápidamente Kenshin se sentó a un lado de Kaoru, tratando de alejarse un poco y ocultando el notorio rubor de sus mejillas. De cierta forma estaba avergonzado por lo que acababa de suceder, no es que le beso fuera algo que no haya querido pero pensaba que era demasiado apresurado, muy repentino. Tenía que calmarse y aclarar todo.
- Eh... creo que es hora de marcharse, Kaoru-dono – dijo nerviosamente mientras miraba su reloj y trataba de pararse
- E... e... está bien – contestó la chica cuando él la ayudaba a levantarse
Ambos caminaron hacia el auto en silencio, era unos de esos silencios incómodos que tanto desagradan. Ninguno de los dos se atrevía a decir palabra, ninguno quería hacerlo tampoco. Sólo querían disfrutar del momento tan mágico que los rodeaba.
Así mismo se fueron todo el camino de regreso. Kaoru observaba las estrellas, eran tan hermosas, le encantaban, pero hoy estaban más hermosas que nunca cómo si hubieran sido pulidas especialmente para ellos. Es que estas brillaban de manera especial, más hermoso, radiante, sin duda era una noche mágica.
El auto se detuvo, estaban frente a la mansión Sagara. Kaoru no sabía si bajarse o no, no sabía bien como reaccionar si decir algo o simplemente quedarse callada. Lentamente abrió el seguro y se dispuso a abrir la puerta para bajarse, pero Kenshin la detuvo.
- Ka... Kaoru-dono... – afirmaba el volante con fuerza, respiró hondo y giró su rostro para ver a Kaoru que estaba parada frente a la puerta derecha del auto
- ¿Sí? – respondió un poco nerviosa. La mirada de Kenshin era seria, como si fuera a decirle algo muy importante, eso la asustó. Temía que se arrepintiera de todo
- Bueno yo... el compromiso con Megumi-san es algo arreglado por nuestros padres, pero ninguno de los dos desea casarse... – la miró fijamente a los ojos y sonrió con un poco de vergüenza – yo... yo no quiero que malinterprete lo que el señor Takani dijo, yo no quiero casarme y si lo hago, será con la persona que quie... que ame... – su rostro se tornó de un cálido color rojo, sentía que sus mejillas ardían pero la sonrisa de Kaoru lo tranquilizaba un poco – bue... buenas noches, Kaoru-dono... -
- Buenas noches Kenshin-san -
Kaoru se quedó parada observando como se alejaba el auto de Kenshin, ahora estaba alegre, sabía que él no quería esa boda y esperaba que tratara de hacer algo para impedirla. Cerró sus ojos y suspiró profundamente mientras caminaba hacía la entrada de la casa, abrió la puerta y dio su última sonrisa antes de entrar.
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Kaoru observaba fijamente su reflejo en el espejo, definitivamente estaba más cambiada que la última vez que se vio. No le habían sucedido muchas cosas pero eran hechos importantes, situaciones que estaban escribiendo una historia interesante dentro de su ser, un nuevo destino se estaba formando, distinto del que se había imaginado que viviría.
Escuchó pasos acercarse a su puerta, puso atención a ellos. Eran rápidos y pesados, daban la impresión de que un gigante fuera acercándose a su puerta. Sonrió, esas pisadas tenían que ser de su hermano mayor y así lo eran.
- Jou-chan, ¿estas durmiendo? – gritó al entrar ruidosamente a la habitación, sin golpear
- No, pero si lo hubiera estado tampoco lo estaría con todo el bullicio que haces – Kaoru seguía con la mirada todo lo que su hermano hacía, este pasó frente a ella y se tiró sobre la cama de su hermanita acomodándose como si fuera a dormirse – ponte cómodo, no te preocupes yo duermo en el suelo -
- Tan graciosa tú, ¿no? – sonrió mientras colocaba sus manos sobre su nuca – oye y ese que te vino a dejar era Kenshin, ¿cierto? – Kaoru se sonrojó y asintió con su cabeza – Lo sabía, ¿no te dijo nada? -
- ¿Sobre qué? – preguntó incrédula, aunque sabía bien a qué se refería su hermano
- Ya sabes... – desvió su mirada, tenía que ocultar un leve rubor que comenzaba a aflorar de sus mejillas – sobre Megumi... -
- ¿Meg-san? – Kaoru sonrió la ver como Sanosuke se ruborizaba – No me dijo nada en especial, ¿por qué lo preguntas? -
- Ahhh... no, por nada en especial – bajó la mirada con cierto dejo de tristeza
- ¿Te gusta mucho? – Kaoru observa como su hermano vuelve a ruborizar, sonríe y se acerca a su cama, se recuesta en el regazo de su hermano mientras este la abraza como a una niña pequeña – cierto, ¿verdad?
- No, lo mío ya es más grande... – apoyando su rostro sobre la cabeza de su hermana
- Hermano... – Kaoru cierra sus ojos y recuerda cómo esos dos siempre pelean por las más mínimas cosas, pero también recuerda cómo Megumi observa a Sanosuke de ves en cuando, no es una mirada común es algo que va más allá – Pero parece que también le gustas a ella... -
- Sí... me he fijado en su mirada, pero... esa Kitsune es tan testaruda que nunca lo va a admitir, ¡¡¡arg!!! Me da rabia, cómo puede ser tan llevada a sus ideas. Se puede estar muriendo y no va a ser capaz de pedir ayuda, ¡Kitsune tonta...! – Kaoru comenzó a reír, su hermano ya estaba peleando con Megumi y ella ni siquiera estaba cerca. Sanosuke se dio cuenta de que cosas estaba diciendo y desvió la mirada hacia otro lugar, con un poco de rubor en sus mejillas
- ¿Y qué harás al respecto? -
- Pelear por ella, no me queda otra cosa que hacer – besa a Kaoru en la frente, se levanta de la cama y la arropa entre las frazadas. Se acerca a la puerta y antes de salir, vuelve a mirar a su hermana desde allí – aparte, debo demostrarle que soy el único para ella y que lo sabe... – Kaoru le sonrió – Kaoru, deberías sonreír así más a menudo, esa sonrisa tan natural que queda bien... Buenas noches Jou-chan -
"Buenas noches, Sano...", Kaoru trataba de cerrar sus ojos mientras sonría alegremente. Se acomoda entre las mantas y aprieta su almohada con fuerza. Lo que su hermano le dijo era cierto, esa sonrisa era más natural porque realmente deseaba sonreír, estaba verdaderamente feliz.
Kaoru se dio vuelta y bostezó. Trataba de no pensar en nada para poder dormirse, pero el recuerdo de Kenshin no la dejaba tranquila. Realmente admiraba a su hermano, él siempre ha sido muy llevado a sus ideas. Sonrío por última vez y antes de quedarse profundamente dormida, pensó, "Uno debe luchar por la persona que ama..."...
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Disclaimer: Los personajes de RK no me pertenecen y todo lo demás ya lo saben así que para que seguir aburriéndolas con lo mismo. Watsuki-sama, gracias por prestarme a sano unos días para tener más inspiración n_n, se lo agradezco mucho. Ah! Y no se preocupe por él, lo tngo bien alimentadito y tranquilito, así que se lo voy a devolver dentro de unos días...
Notas de la Autora: Gracias por leer la historia n_n. Sé que este capi me quedó cortito, pero de lo poco bueno. Me costó mucho escribirlo pero gracias a mi amiga Aislinn pude superar esta laguna mental que me estaba acechando. Gracias amiga!!! Este capi es para ti n_n (pero aún falta mucho para tu recompensa... jejejejej, no te voy a decir aún ;))
Gracias a todas por los lindos reviews que me mandan, sigan haciéndolo que me dan más ganas de seguir escribiendo y me convencen que tan mala no soy.
Gaby(hyatt): Sabes algo?, yo pienso lo mismo. Eso de las bodas arregladas me carga, creen que lo hacen por lo mejor y lo único que consiguen es arruinarle la vida a los hijos. Pero el papá de Meg tiene una razón que mejor no diré o me pegan acá en mi casa :P. Ojala q t guste este capi y espero ansiosa tu otro review n_n
Megumi_1: Tanto tiempo!!!, pensé que el fic ya te había aburrido y que estaba fome T.T. Que mala que no tngas internet y que hayas podido leer los capis 3, 4 y 5 (son muuuy buenos, sobre todo el 4 =ˆ.ˆ=). Espero que puedas leer este capi o si no, me mandas un mail para ver que podemos hacer (si es que todavía tienes ganas de seguir leyendo el fic n_n). Matta ne
Asumi: Quedaste picada?.. jijijijiji... ah! Y lo de Misao y Aoshi, tranquila, aún hay fic para rato y tndré en mente lo de una contraparte al sueño ;)
Gracias a todos por leer el fic y si alguien tiene ganas de escribirme, háganlo me encanta recibir mails n_n. Ah! Pero sin virus onegai n_n
Matta ne
Su escritora
Yukiko Himura
yh_yukiko@yahoo.co.uk
