Cap. 4 – No todo es felicidad

¿Qué hora debía ser ya? Había perdido la cuenta...

Seguramente ya habría dicho lo que quería decir y mucho más a su querida amiga de la infancia. Me alegro por él. Pero realmente no.

Ojalá le hubiera conocido cuando éramos pequeños. Quizá las cosas serían ahora diferentes...pero eso es el pasado. Ya no puedo hacer nada.

Realmente, ¿no debería tomarme ya el mismo antídoto que le he dado para volver a ser la de antes? ¿No debería volver a ser Shiho Miyano, científica? ¿O mejor seguir siendo la alumna de primaria Ai Haibara?

Sí, creo que será lo mejor. Seguir siendo para siempre Ai Haibara. Y crecer como una niña normal, sin preocupaciones. Olvidándome de la organización y de mi familia. Vivir una nueva vida. Y también olvidar a...Kudo...

Si yo tuviera alguien a quien acudir como Shiho Miyano, volvería a ser la de antes, pero no tiene sentido volver a estar sola. Al menos, ahora tengo a los niños que, aunque sean infantiles, ya no me hacen sentir sola y al doctor Agasa. Ahora no estoy sola...

DING DONG

-¡Haibara!

¿Quién será a estas horas? Miré por la ventana y vi a los niños agitando las manos.

- ¿Qué hacéis aquí a estas horas?

- ¡Hemos venido a recogerte a ti y a Conan-kun para ir de acampada esta noche! ¡Nos llevan mis padres! – soltó Ayumi muy contenta, seguramente esperando a que Conan saliera y también viniera.

- Conan se ha ido. Vinieron sus padres a recogerle y se fue al extranjero con ellos. No le dio tiempo ni de despedirse...

- ¿QUÉ? ¿Se ha ido? ¡No puede ser! Conan-kun...sniff...sniff...¡Conan-kun! – decía Ayumi bastante desolada y triste.

- Ayumi-chan...anímate. Estamos nosotros. Seguro que Conan volverá algún día. – dijo Mitsuhiko con tono pacificador.

- Sí, eso, eso. – afirmó Genta.

- Pero...pero...- tartamudeaba Ayumi. Las palabras no le salían.

Pobrecita...su Conan se ha ido y ahora seguro que está felizmente con la novia...Pero no puedo decirle eso...

- Ayumi...no te preocupes. Hay muchos chicos mejores que él. Seguro que Mitsuhiko y Genta están de acuerdo conmigo... – dije para intentar que se animara.

- ¡Claro! ¡Yo estoy dispuesto a lo que quieras! – dijeron al unísono Mitsuhiko y Genta.

- Gracias...chicos.

- Bueno, vamos a la acampada, ¿no? – dijo Genta. – Ya me está entrando hambre...

- Como siempre, pensando en la comida...¿no cambias, eh Genta? – dijo Mitsuhiko mirándole con una sonrisa.

- Pues voy a coger las cosas para irnos, ¿ok, chicos? –dije.

- ¡OK!

Entré de nuevo en la casa del doctor Agasa, ahora mi casa también.

- ¡Ey, doctor! Me voy de acampada con los niños, ¿ok?

- Vale. – dijo sin apartar la vista de su ordenador.

Fui a mi habitación y comencé a preparar la mochila. El saco de dormir, la comida, un libro,...

Entonces vi el objeto que había dejado Kudo antes de marcharse corriendo para buscar a su amiguita. Sus gafas. Aquellas gafas que me había dejado una vez para que no me descubrieran los hombres de negro en la fiesta aquella. Esa vez agradecí su gesto, aunque me mostré inexpresiva hacia él. Acaba de caer algo sobre las gafas...¿lágrimas? ¿Estoy llorando?

- Haibara.

El doctor Agasa había entrado en mi habitación mientras yo estaba en mis cavilaciones sobre aquel día. No me había percatado de ello.

- Son las gafas de Kudo, ¿verdad? – dijo el doctor, sabiendo la respuesta de antemano.

- ...

- Sé que debes estar pasándolo mal. Al fin y al cabo, él estaba enamorado de su amiga de la infancia y tú...

- Déjelo, doctor. Ya sé cuál es mi situación. Amor no correspondido. Es igual, no se preocupe. Ya lo superaré.

- Me alegro que pienses así...bueno, que sepas que yo te puedo ayudar cuando lo necesites...

- Gracias, doctor. Agradezco su ayuda. Ahora...me tengo que ir.

Salí de mi habitación, dejando las gafas de Kudo en un cajón y llevándome la mochila.

- Hasta mañana, doctor.

Salí de casa y me reuní con los niños, que me estaban esperando desde hacía cuarto de hora. ¿Tanto había estado pensando en Kudo?...

En fin, eso da igual ahora. Me voy de acampada. ¿Cuánto hacía que iba de acampada? Seguramente desde aquella vez en que fuimos toda la familia: mi padre, mi madre, mi hermana y yo al monte...cuando éramos pequeñas. Quizá tan pequeñas como soy yo ahora...pero sin todos los recuerdos malos que tengo ahora....

Aquella vez me decías, hermana, "¡Quiero vivir muuuuuchos años! Y ayudar a quien lo necesite y tener un novio que me quiera."

Hermana, yo viviré por ti lo que hubieras querido vivir tú. Aunque no pueda hacer que me quiera la persona que yo quiero, puedo vivir y puedo enamorarme otra vez. No se ha acabado todo.

"No tengo que escapar de mis problemas", eso me dijiste, ¿no, Kudo? Tú me lo enseñaste. Así que voy a aplicar lo que dijiste. Gracias por todo, Kudo.

Y...adiós, Kudo.

Fin del capítulo 4.

¡Hola! ¿Qué tal?

Ya sé que he tardado mucho en escribir este capítulo pero es que tenéis que entender que no puedo estar todo el día al ordenador y tampoco tengo todos los días inspiración. No puedo prometer que el siguiente tarde menos pero sí que ya quedan pocos para llegar a la conclusión. Ni siquiera sé cómo hacer los siguientes...así que si tenéis ideas...ya sabéis qué podéis decirme.

Como siempre, me gustaría que pusierais reviews o me enviarais emails para comentarme el fanfic...

¡Hasta el próximo!