Clasificación: Pronto se pondrá como para una R... pero aún deben esperar, muajajaja!

Parejas: A estas alturas es más que obvio... pero veré si agrego alguna otra cosita por allí. Y, por supuesto, homofóbicos, abstenerse de continuar.

Aclaración: DNAngel y todos sus personajes pertenecen a Yukiru Sugisaki, NO a mí, y por supuesto no estoy haciendo ningún dinero. Ya quisiera yo publicar mi propio manga!

Notas de la Autora: Así que les gustó... **Jéssica busca palabras para describir su desbordante emoción y falla terriblemente** ^____^ Y a pedido del público, aquí he vuelto!!! No sé hacia dónde irá a parar este fic, pero si voy a alargarlo, voy a traumar a los personajes hasta el hartazgo, muajajajaja XD!!!!! En fin, la cuestión es que este capítulo se me tornó algo largo (voy por la cuarta página y aún no parece que me acerque a algo semejante a un final), así que voy a separarlo en muchos capis cortitos... lo decidí así, además, para poder actualizar más a menudo. Ojalá les parezca bien. Y para los que querían algo lemon... tendrán que esperar, lo siento, vendrá, vendrá, pero no todavía.

Aclaración: La letra cursiva en un párrafo quiere decir que es un recuerdo, no obstante la letra cursiva encerrada en esto ... indica que es un pensamiento o algo que esá siendo leído en el momento. Esta vez dividiré el capítulo en secciones, en general diferenciadas por el punto de vista del que se habla, pero no necesariamente.

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Instantes que vuelven

Parte 1

            Abrió los ojos. El techo blanco parecía más frío que de costumbre. Y esa lámpara era definitivamente más parca que de costumbre. De hecho, esa lámpara nunca había estado en su casa. Aguzó la vista. De hecho, no estaba en su casa. Sintió una respiración en su cuello. Se sobresaltó y entonces exhaló el aire con fuerza.

            Abrió los ojos. Tanteó a su alrededor: estaba en un sillón. En el sillón color melocotón que había estado siempre en el living. Se pasó la mano por la cara, soñoliento aún. Estaba en su hogar, allí donde dormía todas las noches, allí con su madre Emiko y con su abuelo y con su padre y con Wizz. Entonces, no era posible. Había sido un sueño.

            -Pero él... ¿Sólo un sueño...?

            Se incorporó. Sobre la mesita ratona descansaba una taza de té a medio vaciar y, debajo, una nota.

            Daisuke: Seguro volverás con sed de casa de tu amigo. Acá te dejo preparado tu té favorito. No te vayas a dormir muy tarde. Más te vale que esta taza aparezca vacía por la mañana. Con amor, Emiko.

            Sonrió ante tanta ternura de parte de su madre. Pero luego, se paró en seco. Aquél mensaje significaba mucho más que un gesto maternal. Aquello implicaba que había salido, que había ido a su casa y que había vuelto más tarde de lo esperado. Oh, Dios.

            Soltó la nota y se echó para atrás, descansando contra el respaldo del sillón. No podía ser. Había pasado la noche en la habitación de Satoshi Hiwatari –Satoshi Hiwatari, de entre todas las personas, se dijo- y vuelto a su casa por la madrugada, con tanto cansancio encima que ni siquiera había llegado a acostarse en su propia cama. Se había sentado en el sillón para beber el té y se quedó dormido allí mismo. Sí, porque tenía tanto sueño... Abrió grandes los ojos, sorprendido ante sus propios recuerdos.

            -Un sueño... Perdoname, Dark, sólo fue un sueño. –Se mintió, en voz baja.

            Se puso de pie y subió las escaleras hasta su cuarto. Allí se desplomó sobre las sábanas, apenas quitándose las zapatillas, repitiendo la palabra "sueño" hasta quedarse dormido.

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            Bip. Bip. El despertador.

Bip. Bip. Bip. Dónde, ¿Dónde había quedado el maldito despertador?

Satoshi estiró la mano por sobre su cabeza, buscando en la mesa contigua a la cama. Bip. Bip. Dijo una maldición que apenas si soltó sus labios. Bip. Bip.

-Ya. Acá está. –Tomó el aparato con ambas manos y lo apagó. Se quedó observándolo, notando algo extraño, hasta que cayó en la cuenta de qué era. –Hoy es domingo.

¿Por qué habría sonado a las siete de la mañana en un domingo? Hundió más la nuca en el almohadón. El pelirrojo le había hecho olvidarse de eso. Olvidó desprogramar el reloj por completo. Ahora que lo pensaba, se habría dormido a las cinco de la mañana. Ni si quiera percibió la existencia de tal objeto en su habitación: como si no tuviera mejores cosas en qué concentrarse.

Suspiró. Lo que había pasado le valdría futuras situaciones incómodas. Pero ya se las arreglaría. No había nada que no pudiera hacer, si le daban el debido tiempo para planearlo. Como deshacerse de Krad. Como atrapar a Dark.

-Como atrapar a Daisuke... –Murmuró.

Parpadeó dos veces. ¿Daisuke...? ¿Desde cuándo, desde cuándo le llamaba por su nombre? Lo sabía, sabía desde cuando, pero prefirió recordarlo, visualizar momento a momento en su cabeza. Daisuke, sí, Daisuke había dicho su nombre cuatro veces esa noche, por primera, segunda, tercera y cuarta vez en sus vidas le había dicho "Satoshi", y no sólo eso sino que lo había dicho con placer, mitad gemido y mitad ruego y si pudiera haber otra mitad habría sido de devoción. Así que, se creía en justo derecho a llamarlo también a él por su nombre.

-Daisuke. –Afirmó.

Y pensar que habían pasado dos años desde que la persecución comenzó y nunca, jamás en todas las incontables ocasiones en que se habían visto y habían hablado y hasta almorzado juntos, se habían llamado por sus primeros nombres. Todo lo que parecía inalcanzable se había volcado sobre Satoshi como una cascada, y al placer repentino le siguió una dolorosa comprensión de la verdad.

 -Yo... yo... ¡Hiwatari, te odio! ¡¿Cómo podés quedarte callado?! ¡Te odio, te odio! No voy a perdonártelo, ¿Entendés? ¿Entendés? ¿Cómo pudiste? ¡Te odio! ¡Era Dark, era mi Dark! ¡Dios, cómo te odio!

Apretó los dientes. Hizo un esfuerzo y se incorporó. Estiró el brazo y tomó su camiseta del suelo. Tendría que lavarla: estaba llena de polvo y sangre, arrugada hasta extremos inimaginables y, ahora lo notaba, tenía manchas de saliva. Cielos, no recordaba exactamente a qué se debían esas últimas manchas, pero se sintió obligado a sonreír. La dejó sobre las sábanas y se puso de pie. Buscó las ropas que le faltaban y se dirigió al baño. Él también tendría que bañarse, bañarse y revisarse esas heridas, que eran más graves de lo que le habían parecido en el momento en que Daisuke las había besado, una a una, de una manera tan suave y, al mismo tiempo, impulsiva, que Satoshi podría jurar que el chico no tenía ni idea de lo que hacía. Abrió el grifo derecho de la ducha y se metió dentro. El agua salía congelada pero, de haber sido de otro modo, no habría podido quitarse a su compañero de la cabeza.

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Notas de la Autora: ¡Charán! Jeje, lo sé, lo sé, es un pésimo final... ¡Es que no es el final! No sé cuántas partes tendrá esto... quizás se extienda hasta el infinito! Juas! De todas maneras... Dejen reviews, que todo lo que me han dicho me ha estado animando a escribir más aprisa. Aunque no lo parezca, tengo más o menos planeado de qué va este capítulo, cómo quiero terminarlo y lo que pasará en el siguiente. Pero no está en el papel, así que habrá que esperar a la 'inspiración divina', como me ha dicho nat_chan07...