Disclaimer Lo que reconozcas es de J.K. Rowling o de quien haya comprado los derechos. Lo demás es mío. A leer!!

Capítulo 7: Poder

"Todo poder que no reconoce límites, crece, se eleva, se dilata, y por fin se hunde por su propio peso."
Cormenin

Había pasado una semana con compromisos sociales cada vez más seguidos. Salían de una recepción por la mañana en un club de arte y debía atender una reunión de urgencia en el hotel por videoconferencia para resolver un par de problemas con algún cliente de la empresa. Y en cuento terminaba ésta, debía presentarse a una cena o una fiesta importantes donde podía cruzarse con Potter.

Pero Potter no había aparecido ni un solo día. Parecía que se hubiese refugiado en el ambiente más íntimo, su casa, pues su ausencia empezaba a ser tema de conversación en casi todas las reuniones sociales. Estaba seguro de que eso era una estrategia para asegurarse el apoyo de la sociedad, sobretodo de las mujeres jóvenes que le verían con tristeza cuando se filtrase que le había dejado su novia. Eso, al parecer, era una práctica común cada vez que terminaba una relación.

Al menos sí había visto a Hermione. Casi cada día y en cada fiesta, lo que le había aliviado la ansiedad. No estaba acostumbrado a pedir citas o a seducir a las mujeres, pues normalmente con ser simpático ellas ya hacían el resto, y se sentía casi como un adolescente nervioso junto a ella. Habían hablado mucho y se había enterado de que ella estaba dispuesta a triunfar como modelo, y de que Harry había pasado a la historia.

Su relación no avanzaba, como bien se encargaba de señalar Fran varias veces al día, pero el fantasma de su antigua obsesión por la pianista, que había formado su carácter tanto como la muerte de sus padres, no le dejaba ser más directo. Deseaba ser justo con ella. Y para ello debía aclarar primero si existía aún algún sentimiento por la chica que tanto le marcó cuando era joven.

Y por eso se encontraba allí, en una fiesta de disfraces muy inglesa, aburrida, pesada y con muchas máscaras y antifaces, donde a los únicos que reconocía era a sus dos amigos y a la que sabía que también había acudido la famosa modelo franco-inglesa Germaine Gheron, alias Maron. Su plan, obvio pero eficaz, era conseguir una presentación, tal como se hacía antes y comparar sus recuerdos con la chica. No esperaba mucho del encuentro pero…

"Lam, querido, no sabía que te gustaban estas fiestas" la voz, tan chillona y desagradable como una vez le pareció la de Pansy, le perforó los oídos. No podía ser que hubiese llegado a Inglaterra. Ella no. Se dio la vuelta, rezando porque su confusión y desazón no se leyesen en su rostro. "Oh, Lam, ¡estoy tan feliz de verte! ¿No hacía años que no coincidíamos?"

Suspirando y agradeciendo el hecho de que la máscara ocultara el ceño que no había podido evitar fruncir respondió sin ganas. Frente a él estaba una chica rubia muy guapa que vestía un típico vestido de princesa hada, muy rosa, con alas e incluso un velo extravagante que brillaba a su alrededor.

"No, Suzanne, no hace años que no nos veíamos. He estado en Alemania hasta hace sólo un par de semanas y allí siempre conseguías colarte en mis fiestas."

"Oh, querido. ¡Te he echado de menos! ¿Tú a mí no?" le miró con los ojos cristalinos por las lágrimas falsas que era propensa a utilizar. "Sufría tanto por tu ausencia que te he seguido hasta aquí," le sonrió de manera que debía creer era dulce, "¿no te parezco adorable?"

"No, Suzanne, no me lo pareces" comprendió que la chica quería crear un espectáculo. Y no podía permitirlo. "Y no creo que sea una buena idea que hagas algo precipitado, querida" hizo énfasis en el apelativo con la práctica que lidiar con Pansy le había dado, haciendo que la chica tragara en seco y retrocediera casi imperceptiblemente.

"Lam, querido, si sólo quería hacerte un poco de compañía. Sé que me has echado de menos, aunque no quieras reconocerlo" insistió alargando las manos en una táctica directa para no dejarle solo en toda la noche.

"No, Suzanne. No quiero compañía, gracias."

"Pero Lam…"

"Escúchame bien, Suzanne, y atente a las consecuencias si me desobedeces" se acercó a su cara y la miró fijamente. "No deseo tu compañía aquí. Nunca he dejado que me estropees un negocio y no te lo permitiré ahora. No me importa que vengas a Inglaterra, pero no te cruces en mi camino, ¿entendido?" el tono había sido el más frío y sus ojos eran de acero cristal.

"Sí, Lam" inclinó la cabeza, sumisa. Odiaba decir esas cosas. Y se odiaba a sí mismo cuando debía decirlas a una mujer. Sobretodo cuando esa mujer se parecía tanto a una que llegó a apreciar como a una hermana en su juventud. Porque Pansy, cuando olvidaba la idea del romance, era una gran compañera, inteligente y astuta.

Observó cómo Suzanne le lanzaba una última mirada, dolida de verdad, y se alejaba, erguida y orgullosa como sólo alguien como ella podía estar. La apreciaba, de verdad. Era una gran chica y sabía lo que quería. Y normalmente era bastante sincera con sus emociones, pero no entraba en sus planes. Y no le gustaban las sorpresas en asuntos tan delicados.

Observó la sala. Tenía que haber alguien que conociese a la mujer que estaba buscando. Estaba seguro de que estaba en esa fiesta, él mismo se había encargado de asegurarse pero no encontraba a nadie que le hiciese de contacto. Empezaba a notar la diferencia entre controlar el terreno y no hacerlo.

Reconoció a un par de Slytherin. Había personas que no cambiaban nada, se dijo con una sonrisa irónica propia de sus viejos tiempos, pese a que él no se dio cuenta de ello.

"Disculpe" una voz suave le hizo volverse preguntándose a cuántos más conocía de allí.

El rostro de la mujer que le hablaba, sin embargo, no estaba tapado. Era una mujer de su edad, rubia, con los ojos azules y el mentón fuerte. Iba vestida como una bruja antigua, de la época en que eran quemadas por los muggles, y eso podría casi interpretarse como una declaración política en esos tiempos. Probablemente fuese una mujer con carácter.

"¿Os conozco?" preguntó con una ligera sonrisa cortés.

"Bueno…" titubeó insegura. Al parecer, sólo creía conocerle. "Me llamo Pansy Parkinson" ante eso, Lam tensó el cuerpo, preparado para ver eliminada su tapadera. "Por lo que veo mi nombre le suena" se maldijo internamente por haber olvidado las dotes de observación de su antigua amiga. Incluso una mínima tensión era detectada por ella, fuesen cuales fuesen las circunstancias, "aunque no sé si nos hemos cruzado. ¿Lo hemos hecho?" le dedicó una mirada de sincera curiosidad.

"No, aunque es verdad que recuerdo su nombre."

"¿Podría ser que yo recordase el suyo?"

"Lo dudo" respondió con una sonrisa amistosa, "Soy Laramy d'Ofoc. Encantado de conocerla."

"Igualmente" le sonrió ella. Se había convertido en toda una mujer. "Pero debo reconocer, para mi vergüenza, que su nombre me suena sólo vagamente. ¿Cómo conoce usted el mío?"

"Si le dijese que los rumores de su extraordinaria belleza han llegado hasta mi país, ¿me creería?" la risa de ella se alzó, cristalina, demostrando su incredulidad.

"No, claro que no. Aunque ha sido un gran intento" y le dedicó una gran sonrisa.

"Bien" suspiró fingiéndose resignado. "Entonces confesaré. La conozco a través de un amigo común, al que conocí hace varios años y que ha fallecido recientemente, Draco Malfoy" se fingió un poco afectado fingiendo luchar para mantener el control de sus emociones.

"¿Draco?" la pregunta, susurrada y temerosa.

"¿No lo sabía?" esta vez su sorpresa era genuina, pues pensaba que la noticia habría corrido como la pólvora.

"No" susurró mientras negaba con la cabeza suavemente, perdida toda la alegría anterior. "Creo que necesito una copa. Discúlpeme."

"Por supuesto. Lamento haberle dado la noticia de esta forma" se disculpó entristecido al ver que estaba realmente afectada.

"No es culpa suya" y se retiró elegantemente hacia la mesa donde servían el ponche y las bebidas más fuertes. Al cabo de pocos segundos, ya con una copa en la mano, se acercó a un grupo de jóvenes y, de la mano de uno de ellos, al que no conocía, salió a la terraza, pálida.

La vio marchar arrepentido. Creía que, como para casi todas las amistades de ese tiempo, él no había significado nada para ella. Y se había equivocado. Y se alegraba. Suponía que eso era una alegría malsana, pues se alegraba de que a alguien le entristeciese su muerte, pero no podía evitarlo. Hacía ocho años, cuando se fue de Inglaterra, el único al que creyó que le importaría algo era a Severus Snape, su padrino, y ni aun de él esperaba dolor o tristeza si algo que ocurriese.

Pansy Parkinson. ¿Qué tal eso como un golpe del pasado? Y ¿cuántos más conocidos suyos había en esa fiesta? Aunque sus dotes de observación eran buenas no estaba seguro de poder distinguir a todos sus antiguos compañeros a tiempo de evitarles, sobretodo si éstos habían cambiado tanto como Pansy.

Vio a alguien al otro lado del salón. Su figura, recia, alta y musculosa, así como una musculatura más abultada en la zona de la cintura le indicaron que probablemente se trataba de Crabbe. Y la figura un poco más baja y desgarbada que estaba a su lado lo confirmó: Goyle. No podía creer que siguiesen yendo juntos.

"En realidad, no fueron los únicos que te echaron de menos" las palabras, suaves y sutilmente envenenadas, le pillaron por sorpresa y se dio la vuelta, no precipitadamente como había sido su primera intención, sino calmado, frío y sereno. Intentó recordar algo de las enseñanzas budistas pero solo tenía reminiscencias de la búsqueda de la paz interior.

Un chico moreno, alto, delgado y de espaldas anchas estaba frente a él, vistiendo un traje característicos de los seguidores del mago oscuro Grindewald. Llevaba una copa en la mano con aire indolente y una sarcástica sonrisa curvaba sus labios.

"Oh, sí, te echaron de menos. ¿No era eso lo que te preguntabas esta noche?" la mirada, perfectamente intencional del unos ojos verdes, aunque no tan brillantes como los de Potter, le dieron a entender que su disfraz había quedado desvelado.

"¿Nos conocemos?" una vieja treta Slytherin, lo de fingir ignorancia.

"Por supuesto, amigo, por supuesto. De unos siete años que estudiamos juntos. Pero nada de eso interesa, ¿verdad? ¿Puedo suponer que vuelves a buscar venganza y la justicia que se os negó?" la sonrisa había desaparecido de la cara y su semblante era serio, por lo que optó por responder con la verdad. Durante un tiempo, antes del final, ése chico había sido su más cercano confidente. Y siempre estaban los hechizos de olvido si nada más funcionaba.

"Sí. ¿Con quién te pondrás tú?"

"Contigo, sin dudarlo. Fuiste nuestro líder una vez, podrías volver a serlo" ofreció sin dobles intenciones.

"No. Hasta que termine esto, no habrá nada para mí más allá. Y cuando termine, seguramente me habrá consumido. No debéis esperar por mí."

"No esperamos por ti. Esperamos por nuestro líder. Que ése seas tú es sólo una coincidencia" se rió en voz baja de su propio chiste, que sólo él entendía. "Estoy en el Departamento de Regulaciones Mágicas Extranjeras. Un buen lugar, donde los motivos no hacen falta y las explicaciones son innecesarias. Ven a verme" dijo con una sonrisa en la cara.

Y le observó irse en dirección a sus antiguos guardaespaldas. Leyendo entre líneas, como todo buen Slytherin hace en cada uno de sus encuentros dialécticos podía deducir varias cosas: la primera, que a sus antiguos amigos no les había ido tan bien como esperaba; la segunda, que contaba con el apoyo de Blaise Zabini y, probablemente, del resto de los Slytherin también; y, por último, que tenía información importante para él, seguramente sobre sus objetivos, y que le daba vía libre para pedírsela.

Muy poco Slytherin.

Y, sin embargo, después de hablar con sus dos antiguos guardaespaldas, Blaise le sonrió sinceramente y le hizo el gesto de la Hermandad Serpiente con dos dedos. Le correspondió, por supuesto, pues entendía por fin las molestias que se estaba tomando. No lo hacía por pura generosidad, ningún Slytherin que se preciase lo haría, sino que lo hacía en función de la Hermandad. Hoy por ti, mañana por mí.

Se giró de nuevo hacia el resto del salón, deseando encontrar a la mujer que buscaba, conocerla, observarla y saber si era ella o no. Lo necesitaba. Y antes de que le descubrieran o alguno de los que antes llamaba amigos le pusiera en evidencia, intencionalmente o no.

Vio a una pequeña niña vestida con un traje de gnomo de jardín, incluidas las feas orejas y se sonrió a sí mismo al ver su entusiasmo. Y casi rió en voz alta al ver a un grupo de chicos un poco más mayores y con trajes metamórficos de centauros discutiendo sobre la posibilidad de lanzarla por encima de la pared del jardín, tal como se hacía con los gnomos reales.

A su vez, una pareja de gemelas pelirrojas disfrazadas de fuegos fatuos, con llamas verdes crepitando a su alrededor y con solo una túnica suelta y fantasmal cubriéndolas, miraban a los centauros cuchicheando entre ellas e intercambiando materiales.

Le recordaban a los gemelos Weasley, cuando la única diversión que obtenía de fiestas como aquella, tan populares, era disfrutar de las bromas que los pelirrojos realizaban, exteriorizando su molestia por haber sido invitados.

Una vez entró en Hogwarts las cosas habían cambiado, pero incluso entonces los gemelos le proveían de material prohibido. No era amigos, no podían serlo, pero mantenían una tregua, interesada y superficial, pero suficiente. Por supuesto, la tregua no había incluido al hermano de los Weasley, Ron, ni a los amigos del rubio, Crabbe, Goyle, Pansy y Zabini. La tregua era individual y temporal, y ambas partes lo sabían y aceptaban.

Comparando, mientras veía a ese par revoltoso en un rincón de la sala haciendo planes, las cosas no habían cambiado tanto, e incluso esperaba que las dos niñas fueran unas Weasley, siendo gemelas y pelirrojas, según la tradición familiar.

Viendo como dos hombres idénticos, pelirrojos y sonrientes se acercaban a las gemelas, agachándose mientras aconsejaban sobre el material a utilizar, no le cupo ninguna duda. Esos eran los gemelos Weasley, y esas eran o sus sobrinas o las hijas de uno de ellos.

Sobrinas, concluyó al ver como uno de los hermanos Weasley más mayor, del que no recordaba su nombre, se acercaba al grupo, golpeando sin darse cuenta a varios invitados con las alas y la cola del disfraz de un colacuerno húngaro que llevaba.

Un poco cansado y frustrado, viendo la noche escapando de entre sus manos sin conseguir nada más tangible que un par de contactos con antiguos amigos, se dirigió a la barra, dispuesto a pedir un whisky e irse. No quería perder el tiempo, sobretodo porque ya habían pasado las dos de la mañana y odiaba esas fiestas.

"Un whisky de fuego, doble y sin hielo" pidió al camarero apoyándose ligeramente en la encimera. Le encantaban esas cosas tan muggles. Le recordaban a los pequeños pueblos de Alemania.

El camarero, tras echarle una ojeada sorprendida, obedeció rápidamente la orden, poniéndole un vaso ni muy grande ni muy pequeño.

"Sólo conozco una persona que sea capaz de beberse eso y seguir en pie" oyó que le decía un hombre alto, que se apoyó en la barra a su lado.

"Pues ya son dos" contestó indiferente, perdido el interés por las maniobras retóricas que podían sucederse una tras otra en un ambiente así. Empezaba a perder el ánimo. Quizá el que no la encontrara era una señal del destino. Quizá no era ella quien estaba reservada para él, por mucho que quisiese que fuera así.

"¿De veras?" hubo un silencio en el que ninguno de los dos retomó la conversación. "La otra persona se llamaba Draco Malfoy, ¿le suena?"

"Por supuesto" se terminó el líquido de un trago e, imperturbable, se giró hacia su interlocutor.

Era un hombre alto, fuerte, pelirrojo, con un pendiente en la oreja y ropas de cuero. Probablemente no iba disfrazado por la naturalidad con que se movía con ellas. Iba con un diminuto antifaz negro de cuero que no ocultaba su identidad: Bill Weasley.

"Lo suponía" alargó la pausa, clavando una mirada azul y penetrante en él. "Amigos, supongo."

"Amigos. ¿Y usted?"

"Socio. Malfoy no tenía amigos fuera de Slytherin."

"Gracias por comentarlo" dijo irónicamente, "él nunca me dijo nada sobre eso."

"¿Un mal día?" preguntó frunciendo el ceño ante la evidente descortesía.

"Oh, no, para nada. Una mala noche, en realidad" aclaró con una mueca ambigua.

"Sé qué es eso. Y, sin embargo, Harry Potter es lo mejor para levantar el ánimo" al recibir la mirada aviesa de Lam continuó, "nada mejor que una buena pelea verbal para alegrarse un poco."

"Gracias por el consejo" replicó venenosamente, sin deseos de continuar la conversación y descubrirse a sí mismo, si no lo había hecho ya. "Si le veo lo seguiré. Pero como no creo que vaya a ser as" dejó la frase incompleta, en una clara indirecta para que le dejase solo.

"En realidad estás allí mismo, molestando de nuevo a la pobre Hermione. Ese chico no sabe lo que es la amistad, ni el honor, ni cuando parar, eso seguro" el disgusto en la voz era patente y se reflejó también en la cara del moreno cuando observó que lo dicho por el pelirrojo era cierto: Harry Potter había aparecido en esa fiesta, con la única intención de montar un gran espectáculo del que saliese beneficiado a costa de su ex, Hermione Granger.

La chica estaba preciosa, vestida con elegancia y sobriedad, de rojo, encarnando a una de las cuatro brujas de Stonhenge, surgida directamente de una leyenda donde la magia de control y la amplificación de poder habían ganado una de las batallas de Escocia contra Inglaterra, que deseaba imponerles a su rey.

Mantenía la calma mirando fijamente al moreno que le reprochaba que no le hubiese llamado para decirle que le perdonaba. Sabía que tarde o temprano tendría que afrontar de nuevo la presencia de su exnovio, pues así se lo había comentado a él antes, pero aun así no creía que tuviese la suficiente firmeza como para defender su causa delante del "Niño-que-vivi" si éste se hacía la víctima inocente. Se necesitaba ser despiadado y un poco cruel para revelar la verdadera naturaleza de personas así, y ella no era ninguna de las dos cosas.

De manera que, casi sin darse cuenta, se encontró al lado de Hermione, dándole su apoyo y recibiendo a cambio una sonrisa de agradecimiento por parte de la chica y una mirada de odio por parte del otro.

"¿Qué quieres ahora, d'Ofoc?" le preguntó secamente Harry en cuanto percibió la sonrisa de la chica.

"Nada contigo, salvo que me obligues a lo contrario, Potter" contestó conservando la calma. "Pero me pareció que estabas molestando a Hermione y me resistía a creer que hubieses venido a reprocharle algo de lo que sólo tú tienes la culpa. No me equivocaba, ¿verdad? Serías incapaz de hacer algo tan despreciable, ¿no?"

El tono, inocentemente falso, le puso en una situación delicada. Si admitía que había venido a reprocharle que hubiesen roto, parecería algo peor que una rata a ojos de la sociedad, y si decía que era incapaz de algo así, en realidad su única salida, estaría admitiendo que el término de su noviazgo era culpa suya, y no tendría otras oportunidades para desmentirlo.

Observó con pánico creciente a los demás invitados, que ahora les miraban con interés. Eso era lo que buscaba antes pero ahora…

"¿Qué es esto, d'Ofoc? ¿Intentas hacer creer que Hermione nunca me engañó contigo?"

Había atacado donde sabía que podía dolerle. Le acababa de poner en la misma situación delicada en la que le había metido a él. A ver cómo salía de ésa, se dijo con una sonrisa maliciosa de autosatisfacción.

"Por supuesto que no, Potter. Yo nunca he intentado engañar a nadie, ni siquiera hacer creer cosas que no son. Mucho menos Hermione, Potter" le reprochó de manera audible. "¿Por qué? ¿Acaso quieres verte liberado de la culpa que te corroe? Si es eso no te preocupes, amigo. Estoy seguro de que Hermione estará encantada de perdonarte si le ofreces una verdadera disculpa" y le ofreció una sonrisa depredadora.

Como en sus antiguos tiempos en Hogwarts, se estremeció de anticipación ante la posibilidad de ver hundido al moreno que le miraba con odio frente a él.

Analizó sus movimientos: el nervioso parpadeo de su ojo izquierdo, una ligera palpitación en su sien derecha y el rictus de amargura que se formó en su cara y, por primera vez en varios años, sintió la satisfacción inundando su cuerpo.

"Esto no quedará as" anunció el chicos de los ojos verdes dándose la vuelta sin mirar de nuevo siquiera a Hermione.

Y Lam suspiró contento. Acababa de realizar su primer paso. Había sido todo un éxito y, lo mejor de todo, había sido en uno de los eventos más populares, con tanto público que sería difícil reparar el daño que se había causado a la imagen pública del "chico Dorado".

"Gracias" oyó que suspiraba la chica a su lado.

"Fue un placer" sonrió él.

Al alzar ella la cabeza para mirarle directamente a los ojos, se enfrentó a una mirada desconcertante. En los ojos castaños de ella, se reflejaba algo de desconfianza, extraña y casi oculta tras el brillo de agradecimiento

"Realmente fue un placer, ¿no es verdad? Hay momentos en que me recuerdas a alguien que conocí hace muchos años."

"¿A quién?" preguntó fingiendo curiosidad e inocencia mientras notaba el furioso bombeo de su corazón en el pecho.

"Han pasado muchos años, Lam. No sé ni siquiera si…" sacudió la cabeza y volvió a mirarle, esbozando una sonrisa de disculpa. "Creo que me voy a ir a casa. Me disculpas, ¿verdad Lam?"

"Claro, Hermione" se sintió triste, pensando que había perdido la poca confianza que ella le tenía y no pudo evitar hacer un último esfuerzo para hacerse perdonar lo que fuese que había hecho mal. "¿Estás bien? ¿Quieres que te lleve a tu casa? Podríamos hablar."

"No, Lam" se rió, disipando gran parte del miedo de su amigo, "estoy un poco cansada y odiaría encontrarme con algún conocido que me pregunte por… él" había bajado el volumen en la última palabra, haciéndole un guiño y sonriéndole. "Nos vemos."

"Sí. Nos vemos" se despidió.

Miró cómo se iba. No podía evitar sentir una mezcla de satisfacción y remordimientos, pues, aunque había conseguido humillar a Potter, algo de lo que había hecho no le había gustado a Hermione, y ya no se sentía tan a gusto consigo mismo.

"Hola, Draco" una voz susurrante a sus espaldas le hizo tensar la espalda. "No creí que fuese verdad que hubieses engañado a tu propio padrino, por muy elaborada que fuese tu mentira, pero al parecer estaba equivocado. Muy típico de un Malfoy. Lo has hecho verdaderamente bien, estoy muy orgulloso" y le ofreció su mano con una ligera sonrisa cuando el chico se dio la vuelta. "Bienvenido a casa" le dijo en un murmullo cuando al fin se la estrechó.

"Gracias, padrino" susurró suavemente, con una sonrisa cálida.

"Ahora eres…"

"Laramy d'Ofoc, para servirle" se apresuró a responder. Sabía que su padrino poseía la mejor red de espionaje de toda Inglaterra, tanto muggle como mágica, y era un grandioso adversario o aliado, según donde te colocases en la guerra.

"Y necesitas que te presente a…" parecía dejar que la ironía se desprendiese de cada sílaba, como si rezumase. "Por que tu búsqueda por el salón ha sido más propia de un principiante que de alguien como tú."

"A Germaine…" un gesto impaciente de su padrino le detuvo, indeciso sobre cómo continuar.

"¿A cuál?" definitivamente, los conocimientos de su padrino sobrepasaban su capacidad de imaginación.

"A Maron"

"Muy bien, sígueme. Pero quiero verte antes de que pasen dos domingos, jovencito. Si no en mi despacho sí en Rowellway."

"Gracias, Severus. No sabes cómo te lo agradezco."

"No lo hagas. Te habrás arrepentido antes de que termine la noche" aseguró sin sonreír.

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La chica que le presentó su padrino no era lo que había esperado. Sabía que era modelo, así que había esperado un cuerpo espectacular, pero lo que veía frente a sí sobrepasaba todas sus expectativas.

Era una mujer alta, casi tanto como él, enfundada en un estrecho traje de veela, que marcaba claramente cada una de sus curvas. Cuando le presentaron le sonrió, con una amplia sonrisa que le provocó un nudo en el estómago. Era preciosa, con ese pelo rojo enmarcándole el rostro como si estuviera envuelta en llamas. Llamaba la atención y se sintió subyugado cuando sus ojos se cruzaron.

Eran castaños, muy parecidos a los ojos de sus recuerdos. Quizá el color era ligeramente diferente a lo que recordaba pero habían pasado casi diez años así que tampoco era tan raro. Se sintió encantado y esbozó una sonrisa radiante, entusiasmado.

"He oído hablar mucho de usted, señor d'Ofoc" sonrió ella. "Mucho" repitió con tono insinuante, lanzándole una mirada sensual.

"Yo también he oído hablar de usted. Es famosa, señorita Gheron" se sorprendió un poco cuando vio un brillo de satisfacción en esos ojos tan bonitos, "pero llámeme Laramy, por favor."

No sabía por qué no le había dado su nombre más familiar, el que reservaba para los amigos, en vez del que reservaba para los negocios más delicados.

"Siempre que tú hagas lo mismo, será un placer," afirmó ella, con un énfasis en la última palabra que le hizo pensar en una cama con las sábanas revueltas. "Así que… ¿hace mucho que estás en Inglaterra… Laramy?" la entonación, que parecía contener significados ocultos le apretó la garganta.

"No, no mucho. Una semana, más o menos" la observaba fascinado, convencido de que por fin había encontrado a su pianista, y de que era correspondido.

"¿Y vas a quedarte mucho tiempo? Sé que tienes negocios en otros países y…"

"Mis planes eran quedarme un mes, quizá algo más si no consigo los contratos que quería" no sabía por qué estaba siendo tan sincero pero ya que era su pianista…

"Espero que haya algo que te retenga aquí un poco más" susurró deslizando su dedo índice por la camisa negra de Lam y clavándole una mirada intencionada.

"Estoy seguro que algo podría encontrar" le siguió el juego.

"Y yo estoy segura de que podría ayudarte a encontrarlo, ¿no lo crees?"

"Sí, estoy empezando a creerlo" hizo una pausa, intentando encontrar un tema que fuese más inocente, que reprimiera sus impulsos, que luchaban por liberarse. "He oído que tocas el piano…" inició él.

"Siempre me ha fascinado la música. Cuando consigues ejecutar una nueva pieza puedes notar un placer casi igualable al…" dejó la frase incompleta, pero clavándole una mirada muy reveladora.

"Me lo imagino" ¿es que no había ningún tema inocente?¿O era cosa suya? "¿Tienes algún plan para mañana? Quizá podrías venir conmigo a…"

"No tengo nada por la mañana temprano, querido. Estoy encantada de acompañarte donde quieras" al ver su expresión sorprendida tras su rápida afirmación se acercó, lenta y sonriente. "Estoy libre esta noche. Seré toda para ti."

El descaro de la mujer, así como la sonrisa, que ahora se le antojaba depredadora, casi tan peligrosa como la que debía lucir una mantis religiosa, le repugnaron. Esa no era su pianista, no podía serlo. Pero si no era ella…

De repente notó un frío y suave roce en el cuello.

"Querido… ¿No me vas a llevar a ese hotel tuyo? Al fin y al cabo, me parece que tus planes con 'Miony acaban de terminar" y soltó unas risitas maliciosas.

Levantó bruscamente la cabeza y notó que Hermione estaba casi junto a ellos, inmóvil. El pecho le oprimió al notar lo abiertos que tenía los ojos y la expresión dolida de su rostro, y tardíamente recordó que esa mujer que le tenía casi abrazado era la mortal enemiga de Hermione. Aquella de la que le había contado tantas cosas y la que le había hecho tantas maldades.

Se pateó a sí mismo cuando comprendió que, como siempre, había cometido un error táctico. Se había acercado a la chica equivocada, que era desagradable y malvada, y había perdido a su nueva amiga, que era bondadosa, bella, inteligente y que le comprendía, o al menos lo intentaba.

Intentó decir algo, algo que arreglase esa situación, que explicase qué hacía pero ella le interrumpió antes de que emitiese ningún sonido.

"Yo… Lo siento, no quería interrumpir. Vine porque había cambiado de idea y no quería regresar sola pero… No hace falta que te molestes" respiró profundamente, como armándose de valor, lo que sólo hizo más profunda la herida que Lam se había auto infligido. "Adiós Maron, que lo disfrutes" y ya estaba yéndose cuando se vio detenida por Maron, que sonreía con satisfacción.

"Tranquila, 'Miony. Será solo esta noche. Si lo quieres, te lo devolveré mañana mismo" la malignidad de esas palabras estremeció al chico que la miró consternado y horrorizado.

"Por Merlín…" susurró al fin, consiguiendo librarse de la sorpresa mientras comprendía lo que había pasado. "Eres una…"

"Oh, cariño" se rió ella sin pudor, "sólo fue un juego. No hace falta que te pongas así."

"¿Por qué?" preguntó únicamente.

"¿Es que tenía que tener un motivo? Eres divertido, Laramy. ¿Vas a hacer algo esta noche conmigo? No es de caballeros hacer esperar a las damas" le reprochó sacudiendo la cabeza.

"Estás loca" afirmó él, separándose de ella y consciente de que esa noche pocas cosas habían salido como él quería.

"Oh, no lo sé. Siempre dicen que los locos no saben que lo están, así que…" se encogió de hombros, indiferente. "Pero si no vas a invitarme a nada, no voy a perder más el tiempo contigo. Me perdonas, ¿verdad, querido?"

Y se marchó sin mirar atrás, contoneando sus caderas como una verdadera veela, pero una veela maligna. No le extrañaría saber que en algún momento alguien la hubiese acusado de psicótica y se hubiese escapado del manicomio.

Miró a su alrededor, perdido por primera vez en muchos años. Acababa de perder a Hermione… ¿qué iba a hacer ahora?

Dejó que por unos momentos la desesperación le inundase. Incluso se planteó la opción de emborracharse con un par de botellas de whisky de fuego. Pero vio unos cabellos negros desordenados junto a la puerta y una cabecita castaña también allí.

Y se impulsó fuera de ese pozo negro para salir en búsqueda y rescate de una princesa bruja.

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"Hermione, amor, dame una oportunidad. Sólo una. Te quiero, te quiero con toda mi alma… Y no quiero perderte. Por favor" oyó al súplica lastimera de Potter incluso antes de que llegase a la puerta. Era patético el modo en que mentía. Ni siquiera siendo un bebé había hecho esa pantomima tan falsa. Si se la creía…

"Oh, Harry, yo…"

¡Se la creía! ¡No podía creerlo! ¡Si a él no le daba ni una oportunidad!

"No. No creo que pudiera soportarlo" se disculpó ella.

"¿Por qué? Soy el novio perfecto, ¿no?" se quejó sin gracia.

"Yo…"

"¿Hay otro? ¿Es eso?"

La indignación. Un recurso ampliamente utilizado.

"Yo…"

"Sólo dímelo, Hermione. Lo aceptaré. Como cuando éramos amigos" el bufido que soltó Lam en ese momento fue audible, aunque la pareja no se dio cuenta de su presencia.

"Yo… Sí. Hay otro" ¿Otro?¿Qué otro? ¿El fotógrafo ese?

"¡¿Qué?! ¡Y me lo dices frente a mí! ¿Dónde ha quedado tu decencia, Hermione?"

"Pero… Pero si t" era tan ingenua…

Observó a la pareja un poco más, apoyado en el marco de la puerta, pensando en cómo afrontar la situación. Hermione no estaba contenta con él, eso seguro, y a lo mejor su presencia hacía que se volviese a Harry buscando protección. O quizá no, se rectificó al ver cómo la chica enrojecía de ira ante la última barbaridad del chico-que-vivió.

Estaba en todos los escándalos de esa noche, al parecer. Todos los invitado que estaban a su alrededor empezaban a girar las cabezas, intrigados por el ruido que hacía Potter con sus gritos. Eso fue lo que le determinó a intervenir. No dejaría que Hermione saliera perjudicada.

"Ya está bien" siseó al mejor estilo Snape tocando el hombro del Chico Dorado.

Y él se dio la vuelta en el acto, alzando la mano en el mejor estilo de magia sin varita. Claro que para eso se había entrenado tanto tiempo.

"No, Potter, no es el momento ni el lugar para que midamos fuerzas" le reprochó deshaciendo la bola de energía que empezaba a vislumbrarse en la mano de chico de ojos verdes con un movimiento indolente.

"¿No quieres enfrentarte a mi poder, cobarde?" le susurró malignamente.

Y Laramy, ni corto ni perezoso, cogiéndole por los hombros como si fuesen viejos amigos y haciéndole un guiño a la chica castaña, le dirigió a la salida, riendo en voz alta.

"Harry, harry, harry, ¡sabes que las bromas de ese tipo son muy ambiguas! Uno nunca sabe si estás hablando en serio o no" sonreía a la gente mientras hablaba, consiguiendo que casi todos se lo creyeran.

Al menos ahora no salpicaría a Hermione, que salía con una amplia y falsa sonrisa detrás de ellos.

Cuando estuvieron fuera, sin embargo, su sonrisa desapareció, y mientras su limusina aparecía para recogerle, le susurró al oído venenosamente.

"Potter, tú todavía no sabes qué es el Poder. El Poder, amigo, es mucho más de lo que puedas imaginar. Y cuando te golpee, no sabrás por dónde ha venido el golpe."

Y con un confundus, un básico hechizo de desorientación, le despistó el tiempo suficiente para que Hermione y él subiesen a la limusina.

n/a: Hola!!!!! Qué tal?? Ha gustado??? Me costó bastante la revisión de este capítulo, más de lo que esperaba, pero aquí lo teneis… Espero que os haya gustado!!!!!!!

Y pasamos a los reviewwwwwwww, la alegría de la que escribe, osease, en este caso, yo ;)

Anne Moody: Ooooooh!!! Qué emoción!!!! Me encanta que te guste!!!!!!! Y me gusta mucho más que te gusten las descripciones y te parezcan de verdad realistas (es mi gran reto, se nota?) La verdad es que me subió el ánimo un montón tu review, gracias. Espero que te siga gustando… Y si encuentras faltas… dímelo!! ;) Bss.

Avenger Nemesis: Hola!!!!!!!! Esto empieza a animarse!!! Enfrentamiento Draco-Harry servido… aunque solo es el primero, y casi no hay magia :P …Te gusta Suzanne??? Juasjuasjuas (risa maligna) Me encantan tus reviews, lo sabes, y si no t lo repetiré cada vez que quieras :D, así que ¿Cuántos más, mejor?… En fin, para que Draco una piezas del rompecabezas faltan unos dos capítulos o -… Aguantaras??? Bss wapa!!!!!

Lara Potter: Hola!!!!! Sí, sí, me he puesto contentísima, tuve una sonrisa tonta todo el día (una por cada review así que mis amigas piensan q toy enamorada ;D), y sí q m, encanta cuando la respuesta es positiva!!! Es un D/Hr, aunque hay bastante historia por medio, juasjuasjuas, y lo de q los padres de Draco sean inocentes… Lucius y Narcisa, definitivamente, eran servidores de Voldy, pero cuando la tapadera de Snape fue descubierta y los de la Orden se quedaron sin fuentes de información en el Lado Oscuro, los Malfoy, que como ya he dicho siguen el dictado de… (corazón, no; conciencia, no; alma, no) …su mente y los mantras de su familia, decidieron hacer de agentes dobles. Esto sucedió a finales de un quinto año alternativo, en el que sólo cambia eso (toma nota). Por supuesto, la pertenencia final a la Orden fue impulsada por Draco, que no se veía matando muggles ni torturando niños, así que la muerte de Lucius y Narcisa fue, no solo innecesaria, sino injusta. De todas maneras, creo que está al principio de cap. 2 Si no lo ves claro, avísame que lo corregiré, de alguna manera :D También te gusta Suzanne??? juasjuasjuas… En fin, me encanta que te guste tanto el primer capítulo. La verdad es que es del que más orgullosa estoy, a decir verdad ;) Pero espero que te guste el resto de la historia… Ya me lo dirás… Ah, sí… Mi nick es por Ekaterin Vorsoisson, de los libros de Miles Vorkosigan, y su autora es Lois McMaster Bujold. Te los recomiendo, son fantásticos!!!!!!!!!! Bsss!!!!

Antiope Black: Hola!!! Gracias x el review!! Me alegra que te guste lo de las identidades secretas, jejejejejeje…. respecto a lo de que tardo muxo…. bueno… tardo más de lo q me gustaría, a decir vdd, lo siento. Supongo que nunca encuentro tiempo y, con esto del trabajo, los cursos, las estudios y demás… Pero voy a hacer mi mejor esfuerzo, ya que tengo lectoras tan fieles :D Venga, a ver si t ha gustado el cap y tb m escribs en review… Bss!!!!

Bueno!!! He terminado otro cap!!! Me escribiréis reviews?????????

Bsss

(solo hay q darle al GO!)

ekateryn