Capítulo 8: Germaine R. Gheron

"Uno de los grandes secretos para el trato cortés con los hombres consiste, para los inteligentes, en fingir menos inteligencia de la que se tiene: y para los tontos, fingir más. Ambas cosas son harto difíciles."
Noel Clarasó

Cuando se vio obligada a subir a la limusina de Lam, por las circunstancias, Harry o, quizá, algún oscuro deseo, no pudo evitar sentir de nuevo que el chico moreno que le parecía tan autoritario tenía ese aire de Malfoy que había sido una de las constantes (malvada, pero constante) de la vida en Hogwarts en su época.

Sabía que eran chicos diferentes pero cada vez que le miraba a los ojos, como estaba haciendo justo en ese momento, tenía la impresión de que los conocía muy bien. Tan bien como había llegado a conocer los de Malfoy, obligada a detectar cualquier cambio para evitar al rubio cuando su humor empeoraba.

Se había sentido tan cercana a él hacía tan sólo un par de noches… Y se había sentido tan protegida cuando había salido en su defensa… Y tan absolutamente decepcionada y herida cuando les vio a Maron y a él abrazados casi en medio de la pista…

No debería haber vuelto. Ni siquiera debería haber pensado en aceptar su oferta de acompañarla a casa. Mucho menos dejar que viese lo dolida que estaba. Y, sin embargo, había hecho las tres cosas. Y ahora se sentía incómoda. ¿Sería culpa suya? ¿O de él? ¿Qué le había hecho Harry que ya no distinguía de quién era la culpa en situaciones así?

Observó en silencio como Lam se removía en el asiento, inquieto. ¿Debería decir algo? No, decidió al ver como abría un par de veces la boca, haciendo amago de comentar algo, era más divertido analizar sus reacciones.

"Yo… Lo de antes… No era lo que parecía…" comenzó Lam con una mueca de frustración al verse incapaz de expresarse como quería.

"¿Te refieres a la escena de Maron? ¿O al placer que sientes humillando a Harry?" no sabía qué era lo que le hacía sentir más desconfianza.

"Yo… Me refería a lo de Maron. Estaba intentando averiguar una cosa y, antes de que me diese cuenta, estaba encima de mí como una mantis religiosa. Pensé que de verdad me iba a devorar" y se estremeció, lo que dio más énfasis a sus palabras.

"Es lo que hace siempre. Escoge una víctima y se convierte en una depredadora despiadada" vio que él intentaba hallar una pista en sus ojos que le indicase si eso era una excusa o una simple afirmación que no le exculpaba de nada.

"Entiendo que estés molesta conmigo pero… ¿podrás perdonarme? Creo que en esos momentos no sabía siquiera qué es lo que quería hacer. Supongo que perdí de vista… todo" la miraba suplicante, aunque intentaba conservar la compostura.

"Lam, yo…" sacudió la cabeza, desbordada. "No lo sé, la verdad."

"Hermione, no quiero una respuesta inmediata pero… Es cierto que fue culpa mía, al menos en parte, pero… ¿lo intentarás?" tenía una expresión tan triste, pidiéndole que le perdonara que se sintió conmovida. Por primera vez en mucho tiempo no veía la falsa expresión de Harry tras las sonrisas y los gestos de los demás.

"Sí, lo intentaré" le sonrió al percibir el alivio en sus ojos. "Y… ¿qué era eso que estabas intentando averiguar antes de que te saltara encima? ¿No podías preguntármelo a mí?"

"Si hubiese creído que podías contestarme tú, lo hubiese hecho, pero me habían comentado que tenía que dirigirme a ella así que…" le explicó intentando evitar dar una respuesta concreta mientras su mente trabajaba a marchas forzadas.

"¿Pero qué era? Si de verdad no puedo ayudarte, te ayudaré a sonsacarle la información a mi compañera" insistió ella, intrigada al notar la maniobra evasiva. Lo averiguaría así tuviera que estar toda la noche hablando.

"Bueno… Me dijeron que…" hizo una pequeña pausa, organizando en su mente varias mentiras aceptables. Al final se decidió por la que tenía más visos de veracidad, "… que ella sabía a quién debía dirigirme para conocer a una concertista famosa."

"¿Qué?" exclamó divertida Hermione. "¿Una concertista famosa, Maron? Y ¿de qué, si puede saberse?" se estaba reprimiendo para no ser sarcástica e hiriente aunque le estaba costando bastante.

"Se llama Germaine R. Gheron" confesó cabizbajo aunque aún así pudo notar el respingo de la chica, lo que le hizo levantar rápidamente la vista hacia ella. "¿La conoces?" preguntó esperanzado.

"No, no personalmente" negó ella mirándole intensamente. "Aunque sé cómo contactarla" admitió. "¿Para qué quieres conocerla?" inquirió tensa.

"La admiro" respondió él, la esperanza naciéndole en el pecho y apartando todos los pensamientos de venganza.

"No creo que eso baste" contestó Hermione con seriedad.

"¿Qué? ¿Qué hace falta? ¡Sólo quiero conocerla!" exclamó indignado.

"Ella no quiere conocer a nadie. Eso sólo haría que la gente supiese quién es. Y si te has tomado tantas molestias para saber de ella, e incluyo a Maron como molestia, eso ya deberías saberlo."

"Pero…" intentó de nuevo.

"No. No, Lam. Nunca ha querido conocer a nadie personalmente. Y dudo que quiera hacerlo contigo."

"Pero Hermione… Es que nadie sabe nada…" se quejó lastimero. "Ni siquiera sé la fecha de sus conciertos."

"Aún no los ha definido" le consoló ella. "Ten en cuenta que no toca sola."

"Cierto. Pero… Me hacía tanta ilusión… ¿Seguro que tú no…?"

"No. No puedo hacer nada en ese sentido" suspiró y miró por la ventana, incapaz de creer que eso fuese de verdad lo que inquietaba al moreno. "¿Sólo era eso?"

"Es bastante" afirmó él con dolor. "Llevo deseando conocerla desde hace más de cinco años" se detuvo y la observó fijamente. "Si hablases con ella y te dijese que podría hacer la excepción a la regla… ¿me avisarías?" preguntó.

"Lo haría. Aunque lo veo poco posible."

"Al menos los conciertos…" dejó el resto de la frase en el aire, haciendo un puchero con los labios y mirándola con ojos tristes.

"Lo intentaré" se rió ella, sin poder evitar sentirse como todas las veces anteriores que había estado con él. Burbujeante. Sentía la necesidad de sonreír, de reír por la pura felicidad de hacerlo.

"Gracias" murmuró él al tiempo que le daba un beso suave en la mejilla y le sonreía. Una sonrisa que le paralizó la respiración.

Se miraron a los ojos, intensamente, compartiendo mucho más en una simple mirada que en toda la conversación anterior. Le observó conteniendo el aliento. Ella no se apartó y él sonrió más ampliamente. Una venita latía en la base de la garganta de ella y Lam sintió un deseo arrollador de pasar por allí los labios y sentir ese latido.

"Lam…" susurró ella, incapaz de creer que se estuviese enamorando de ese hombre.

Y ese susurro pareció desencadenar una tormenta. El color gris de los ojos de él se hizo más intenso, rodeándola como una bruma, aislándola del resto del universo. Antes de que se diese cuenta estaba entre sus brazos y la estaba besando. La boca de él sabía a whisky de fuego, dulce, embriagador, celestial.

Nunca la habían besado con tanto sentimiento ni con tanta pasión.

Los labios de él recorrieron de nuevo su mejilla, llegaron hasta su garganta, donde besó su venita palpitante, absorbiendo la piel con la boca, chupando muy suavemente.

"No…" logró murmurar ella. No lograba recordar si en algún momento pasado su voz había sonado tan débil.

Pero antes de que él pudiese decir algo el cristal que separaba al conductor del resto del vehículo se bajó ligeramente, con un suave sonido y se oyó la voz grave del hombre que conducía, que debía rondar los cincuenta y muchos.

"Señor, hemos llegado al destino de la señorita. ¿Quiere que les abra o prefieren esperar?"

Ella le miró y, sin darle tiempo, contestó antes que él.

"Vamos a bajar ya, gracias" se enfrentó a su mirada, esperando que comprendiera.

"Bien" reaccionó él, respirando hondo y enderezándose. "Brian, no hace falta que bajes" ordenó, abriendo su propia puerta y ofreciéndole su propia mano a la chica.

La acompañó hasta el portal del bloque de pisos exclusivos, sin soltar su mano. Le apretaba la mano sin desear que entrase en la casa y le dejase allí, tan solo.

"Debería entrar" susurró ella.

"Deberías" asintió él sin dejar de pedirle que se quedara con los ojos, con esos ojos grises que la envolvían. Con la mano libre le acarició la mejilla. Sintió los dedos calientes contra su piel. Notó cómo se inclinaba para besarla de nuevo y esperó, sin aliento.

Cuando lo hizo, Hermione contuvo a duras penas un gemido. El beso no se parecía a ninguno que hubiera recibido antes. Cálidos y dominantes, sus labios probaron los de ella hasta que sintió que iba a estallar.

"Si de verdad quieres subir a tu casa, será mejor que lo hagas ya" dijo él con voz ronca, apoyando la frente contra la suya, jadeando ligeramente.

Y ella, asustada por sus propias reacciones y por los sentimientos que despertaban en su interior las acciones del hombre, huyó.

Estaba rabioso. Había salido de la fiesta casi perdiendo el control y cuando llegó a su casa, un chalet de cuatro plantas en una de las zonas más exclusivas de Londres y relativamente cerca del Caldero Chorreante, tuvo que dirigirse directamente a la sala de entrenamiento. Las chispas escapaban de sus dedos para cuando abría la puerta.

¿Quién era ese Laramy d'Ofoc? Y, más importante, ¡¿quién se creía que era?! Nadie era más importante que él. Nadie era más poderoso que él. Y la más mínima insinuación ya merecía que se le diese una lección ejemplar.

Miles de planes descabellados rondaban su mente en esos momentos, sentado como estaba en el suelo de la sala destrozada y jadeando, y ninguno era… por así decirlo, típico de un Gryffindor.

Pensaba que la raza de los prepotentes y arrogantes Malfoy eran una excepción a la regla de que los "sangre-limpias" habían decaído. Pero ese tal Laramy… Le recordaba demasiado a su antiguo enemigo, Draco Malfoy, como para sentirse a gusto.

¡Y encima estaba tras Hermione! ¡Esa era SU chica! Y si no era suya… ¡Por Merlín que no sería de ese orgulloso y desagradable extranjero!

Sus pensamientos, sin embargo, se desviaron hacia el caso de los Malfoy, mientras una sarcástica sonrisa de extendía por su rostro. El Niñito de Oro, que según el idiota de Lucius era un inútil, había conseguido acabar con la idiosincrasia de los Malfoy. Se le escapó una carcajada. Y nadie había sospechado nunca que el juicio había sido manipulado. Unos pocos Imperios repartidos de manera inteligente y la pareja de rubios habían ido derechitos a su final. Todo ello cortesía del Salvador del Mundo.

Aunque claro, algo así no había podido pasar desapercibido totalmente. Sobretodo teniendo en cuenta que todos los testigos sabían reconocer una maldición, más que nunca si la sufrían ellos. Y para evitar problemas había tenido que tomar medidas drásticas.

La suerte, que había sido su compañera desde los once años, demostró de nuevo su favor. Culparon a Draco Malfoy, enemigo declarado del pobre Niño, de las muertes sospechosas aunque, como no había pruebas (no era tan estúpido como para intentar inculparle teniendo en cuenta la existencia del veristerum y la recuperación de Snape), no se pudo demostrar.

Y, sin embargo, la cobarde serpiente había huido de Inglaterra, dando más consistencia a las acusaciones. Cuando murió, hace poco más de un año, Harry Potter, es decir, él mismo, había iniciado unas celebraciones de una semana.

Y fue en esa semana cuando empezaron los problemas con Hermione, así que la culpa, sin duda, era de Draco Malfoy, que ni muerto podía dejarle disfrutar de su bien merecida vida feliz.

Quizá con una visita a la tumba del rubio con un exorcista… ¡No! Debía centrarse en el tal Laramy d'Ofoc. Su aparición también era culpa de Draco Malfoy. Era él el que le había llevado a amargarle la existencia nombrando al maldito alemán su heredero. Todo era culpa de Draco Malfoy.

Pero no iba a dejar que le estropease nada. Había trabajado durante toda su vida para aparecer como un niño bueno ante los ojos de Dumbledore y del Ministerio a la vez que hundía a Percy por atreverse a ponerse en su contra y tomaba medidas para mantener a sus exnovias contentas y calladitas.

No le permitiría atravesarse en su camino cuando aún le quedaban tantas cosas por hacer, se juró mientras apretaba los puños con fuerza. Y si para eso era necesario pactar con el diablo, así fuese. Ya lo había hecho otras veces.

Ya en la habitación del hotel, con un vaso de whisky en la mano y escuchando a Jean Michael Jarre, Laramy repasaba los acontecimientos de la noche, a pesar de que sus pensamientos regresaban una y otra vez a Hermione. No sabía qué era lo que le había impulsado a besarla, pero no se arrepentía de haberlo hecho.

Sintió de nuevo los suaves labios de la chica bajo los de él y, cerrando los ojos, era capaz incluso de evocar la imagen de los ojos castaños de la chica, tan cálidos, tan dulces, pidiéndole que se quedara con ella, a pesar de que los dos sabían que no debían hacer nada, que no debían ir más allá de un par de besos.

Sin embargo… Esos no habían sido sólo besos. Le habían afectado mucho más de lo que nunca le había afectado nada. Habían provocado que se olvidara del mundo y que su mente sólo registrara la presencia de ella frente a él. No pudo evitar una sonrisa. Estaba tan bonita bajo la luz de la luna, con el pelo reflejando la luz a causa de un poco de purpurina que se había echado…

Sintió la sangre correr por sus venas, como un río de lava ardiente, desordenando otra vez sus pensamientos. Parecía que esa noche se había reducido a ella.

Pero no había sido así, se recriminó, y no podía dejar pasar el resto de los acontecimientos únicamente porque se habían besado. Aunque ese beso… ¡No! ¡No podía permitirse ninguna distracción!

En ese momento, cuando se planteaba incluso escribir todo en un papel, algo que nunca había hecho y que dudaba que fuese a hacerlo alguna vez, llamaron a la puerta. Dos toques cortos y uno largo, así que era Atomi.

Se levantó para abrir, con el vaso de whisky de fuego en la mano y casi bostezando.

"Hola" saludó mientras la dejaba pasar.

"¿Hola? No creerás que eso es suficiente, ¿verdad?" le susurró en un grito reprimido. "No esperarás en serio que, después de pasarme la noche intentando arreglar los desastres que has dejado tras de ti me conforme con un hola, ¿no?"

"Emmm… ¿no?" la verdad es que eso sí le tomaba por sorpresa, aunque consiguió recuperarse a tiempo para evitar una maldición. "¿Qué desastres? Pensé que había sido muy discreto y, en todo caso, seguro que parte de la culpa no es mía" se excusó intentando localizar exactamente de qué estaba hablando la chica.

"Bueno, por desastres que he tenido que arreglar yo interpreto el numerito con la tal Maron, o, quizá, el espectáculo que has protagonizado con Potter. ¿Puedo saber a qué crees que estás jugando? ¡Te estás apartando tú mismo de la estrategia que habías trazado! ¿Qué es lo que esperas de nosotros, Lam?" terminó casi con un suspiro abatido, girando la cara para que no viera la confusión de sus ojos.

Lam, consciente por fin de todas las consecuencias que se desprenderían de esa noche suspiró, deseando poder darse patadas a sí mismo por su estúpido comportamiento. La obligó a mirarle a la cara, poniendo una mano en su barbilla y se disculpó.

"Lo siento. Estar en Inglaterra me afecta más de lo que creí. La mera visión de Potter me hace perder mis objetivos de vista y Hermione…" Se detuvo, dudando sobre cómo seguir su explicación.

"Hermione te descoloca, ¿no es así?" clavó una mirada penetrante en los ojos confusos de él y prosiguió, "puede que tu obsesión por la pianista fuese cosa del destino. Un camino para llegar hasta esa chica y que encontraras el amor que te has estado negando tanto tiempo" si no hubiese desenfocado ligeramente la mirada, soñadora, podría haber creído que estaba bromeando, incluso. Sobretodo porque…

"Atomi… Tú no crees en el destino."

"¡Bueno!" bufó indignada. "¿Ahora también vas a decirme en qué creo?"

"No, pero…"

"Déjalo" hizo un movimiento cortante con la mano, "se me acaba de ocurrir la manera de que consigas tu objetivo" le explicó con una sonrisa triunfante.

"¿Cómo?" preguntó interesado, relegando el resto de pensamientos a otro plano.

"Con alguien a quien no se le conozca relación contigo y con suficiente prestigio como para atraer a Potter" al oír la solución, mermó rápidamente la esperanza.

"¿Acaso tú conoces a alguien que de verdad no levante las sospechas de Potter? ¡Tengo pocos enemigos! Y los que hay están arruinados o no me harían un favor de ese calibre" le recordó enfadado.

"Bueno" dudó ella mirándole de reojo, "hay alguien que podría ayudar, y estaba hoy en la fiesta" vaciló, como insegura de continuar.

"¿Quién?" esclamó ansioso. Si de verdad conseguía algo… Atomi respiró hondo antes de contestar, armándose de valor.

"Suzanne" dejó escapar rápidamente.

Hubo un momento de silencio, mientras se miraban el uno al otro. El incrédulo de que se lo plantease siquiera y ella impaciente por saber si lo veía viable.

"¡¿Estás loca?!" exclamó por fin. "¿Cómo se te ha ocurrido que Suzanne me haría algún favor? ¡Ni siquiera estoy seguro de caerle bien!" otra vez se cerraba una vía, y empezaba a cansarse de esa sensación de frustración.

"¡Tonto!" le recriminó ella, dándole un golpecito en la cabeza. "¡Piensa! Potter ha visto hoy el desaire que le has hecho. Cualquier mujer se sentiría ofendida por la manera en que la has tratado, y una rencorosa podría plantearse buscar venganza. Y una mujer enfadada es peligrosa, Lam. ¡Piensa! ¿Crees que Potter desperdiciará la oportunidad de conseguir una aliada así contra ti? ¡Es el cebo perfecto! La va a convencer de igual manera después de lo de hoy, y al menos de esta forma tú lo sabrías todo" respiró profundamente, cansada, antes de darle la espalda. "¿Cuál es tu lema, Lam? El conocimiento es poder, ¿no? ¿Por qué no empiezas a actuar en consonancia en vez de dejarte llevar por las circunstancias como si fueras un maldito adolescente? ¡Controla tu vida antes de que otros asuman el control, porque estás a punto de perderlo!" le echó una mirada severa y salió de la habitación dando un portazo.

Y de nuevo se quedó solo, con sus pensamientos y una copa de whisky como única compañía. Tenía mucho en lo que pensar.

Inmersos en las numerosas maquinaciones y las nuevas estrategias, así como por la llegada del enviado Dai-jon Hai y también por culpa de la atención de la prensa que persiguieron a Laramy d'Ofoc y Afran Munch a partir del día de la fiesta, redujeron sus planes temporalmente a hacerse fuertes en el país.

Los informes de la guapa oriental se redujeron al mínimo debido al poco tiempo del que disponían, además de las nuevas responsabilidades que tuvo que asumir con respecto a las empresas de su rico amigo, así como a la organización de las exposiciones de su amigo artista, que no conseguía poner los pies en el suelo y se pasaba el día pintando encerrado o visitando Londres como un turista cualquiera, en compañía de una guapa pelirroja.

Cada uno con sus problemas, los dos se percataron del problema que llevaría obviar el esfuerzo que la chica se veía obligada a realizar, de manera que se le envió una invitación formal la noche anterior a la "gran exposición" de los Munch, que tanto había ilusionado al chico alemán.

Los dos chicos lo prepararon todo con la intención de agradecerle adecuadamente su ayuda, aunque sabían que la habían descuidado mucho más de lo que lo habían hecho nunca y que sería difícil hacerse perdonar.

La invitación formal, por supuesto, era para una cena privada, únicamente ellos tres, aunque se le aconsejó ir de gala. Esa noche, tras un día de libertad obligada (no la habían dejado entrar en el despacho provisional habilitado en el hotel y le dieron una tarjeta de crédito y una cámara de fotos), se encontraba subida en una limusina, vestida con un traje marrón oscuro de noche, de estilo sutilmente japonés, brillo sedoso y dorado, enjoyada y expectante.

Bajó del coche frente a un restaurante japonés de lujo, al que no se había atrevido a entrar yendo sola, creyéndolo fuera de sus posibilidades.

Cuando entró salió a recibirla una mujer vestida típicamente que la guió, tras la reverencia y el saludo de rigor, por los pasillos. Llegó hasta una puerta y, arrodillándose, la deslizó suavemente, indicándole que pasara. Arrodillados cómodamente sobre unos cojines estaban ya presentes tres chicos, sus dos amigos y un chico oriental, Minoruy Yohei, observando el efecto de su sorpresa en su amiga.

Estupefacta, emocionada y feliz, así era como se encontraba. Era la mejor sorpresa que le habían dado en mucho tiempo y apenas pudo conservar la compostura y sentarse educadamente en el asiento que le habían reservado y servir ella misma el sake que estaba dispuesto en la mesa.

Hacía mucho tiempo que no veía a su compañero, más de un mes, lo que equivalía a una eternidad, aunque no dejaba que nadie se diese cuenta. Para los demás, incluso para él, era sólo una amiga. Y como siempre, como aquella vez que había hecho un comentario descortés sobre Yohei y una antigua novia suya, Fran hizo un comentario desafortunado.

"¿Sabes que hay que felicitar al chinito? ¡Se ha enamorado!" y el mundo se hundió a su alrededor, aunque valientemente logró forzar una sonrisa.

"¿Y quién es la afortunada?" preguntó deseando una respuesta inesperada o, al menos, que no reaccionar a ella.

"Yo… bueno…" titubeó sonriendo, "es japonesa" se sonrojó confirmando sus peores sospechas. Estaba de verdad enamorado.

"Hay muchas japonesas, amigo mío" rió el alemán, "algo más concreto, ¡por favor!"

"Bueno… es muy guapa" dijo bajando la mirada después de pedir ayuda a su otro amigo.

"Llevan así todo el tiempo" intervino el moreno con una sonrisa conciliadora y observándola con atención.

"Es la primera vez que le conocemos una novia a Yohei" justificó la chica al alemán forzando otra sonrisa, a pesar de desear matarle o asarle a fuego lento. En unos pocos segundos se le ocurrieron las más variadas torturas medievales y modernas. Algunas posibles con sus medios, otras no. Y de nuevo bendijo su sed de curiosidades históricas.

"Es un donjuán" exclamó divertido el rubio sonriendo ampliamente.

"¿Ya te has declarado?" preguntó con una sonrisa tan falsa que se daba cuenta hasta ella.

"Noooo" respondió para soltar a continuación un suspiro. "No puedo."

"¿Por qué?"

"Yo…" se sonrojó de nuevo, dando ganas a su interlocutora de estrangular a la chica que era objeto de pasión, "es que es… No sé. No creo que quiera nada conmigo." Definitivamente la mataría.

"¿Es miembro de alguna familia selecta o algo así?"

"No. Bueno, creo que no. No sé nada de su familia."

"¿Entonces?"

"Es demasiado buena" consiguió decir tras algunos titubeos.

"¡Yohei!" se escandalizó. "¿Cómo puedes decir eso? Eres simpático, inteligente, guapo y un gran artista. ¿Quién es ella? ¿La sacerdotisa de una religión prohibida?" Quizá se había pasado un poco, ¿verdad? Pero es que verle triste era algo que no podía soportar. A lo mejor nadie deducía nada. Salvo Lam, seguro que él ya lo sabía, pensó viendo como no apartaba sus ojos grises de ella.

"¿Crees eso?" sonrió espantando los temores más grandes de verse descubierta. Nunca la querría.

"Aún te falta algo para ser como yo, cierto es, pero vas por buen camino" confirmó orgulloso el rubio sin percatarse de la mirada levemente despectiva de la chica. Le quería mucho pero, a veces, en algunos momentos, le alteraba los nervios a cualquiera. Aunque, al menos, él no parecía haberse dado cuenta. Una charla después con su 'jefe' y todo quedaría como antes.

Dejaron a un lado ese tema dedicándose a discutir la manera en que deberían presentarse en el museo. Los muchos comentarios burlones del japonés sobre un motivo oculto para haber conseguido una sala en el museo más importante de Londres y las réplicas rápidas del alemán, que insistía en su gran calidad como artista incomprendido, animaron la velada, que transcurrió amena y veloz.

Al término de la cena volvieron a los temas más serios, para el pesar de tres de los cuatro comensales.

"Muy bien, ahora deberíamos discutir sobre mañana" anunció Lam con su cada vez más fuerte acento inglés seriamente cuando ya se había servido el café y el té.

"¿Es necesario?" se quejó infantilmente Fran.

"Me gustaría que Fran fuese a su propia exposición" dijo a la chica japonesa ignorando el gimoteo del rubio al oírse nombrar, "pero no veo motivos para que os aburráis Yohei y tú."

"¡Aburrirse!¡En mi exposición!" gimoteó más fuerte el rubio mirando mal a su mejor amigo.

"Podrías enseñarme Londres" sugirió tímidamente el recién llegado al país. "Podría serme útil más tarde."

"Me encantaría. Tiene sitios muy interesantes" accedió con una sonrisa la chica. "¿Qué harás tú?" le preguntó al chico de ojos grises.

"He quedado con una encantadora señorita inglesa en la exposición. Si es la indicada la invitaré a pasear, o a comer o a algo. Si no…"

"Dejarás que se aburra en la exposición" afirmó con una mirada reprobadora sin reaccionar ante el gemido dolido del Fran. "¿Por qué no intentas conocerla? Aunque no sea ella puede ser profundamente interesante."

"¿Por qué me parece que me he perdido algo importante?" medio exclamó, medio preguntó el japonés mirándoles alternativamente a sus tres compañeros.

"Bueno…" titubeó el inglés de ojos grises.

"Busca a su alma gemela perdida hace casi diez años" simplificó el rubio ignorando la expresión indignada del aludido ante un resumen tan corto de su situación.

"Exacto" intervino la chica incapaz de resistirse a una buena broma a expensas del imperturbable inglés. "Aunque como nunca conoció a la chica en cuestión, es algo más difícil de lo que habíamos supuesto en un principio."

"¿Entonces cómo sabe que…?"

"Es algo que se sabe, ¿está bien?" interrumpió a sus amigos consiguiendo silencio por unos momentos. "Volviendo al tema que nos ocupaba… Sí, dejaré que se aburra en la exposición"

"Pero si quedas con ella, no deberías…" intervino el japonés apoyando a su amiga.

"Sólo me he encargado de que le llegara una invitación. Seguro que acude. Al fin y al cabo, la noticia de la exposición ya se ha filtrado a todos los medios y acudirán tanto muggles como magos."

"¿No crees que es un poco pronto para decir si es ella o no? Es la primera cita y…"

"Lo sabré. En cuanto vea sus ojos…"

"Cariño, han pasado casi 10 años" intervino suavemente Atomi, dándole un cariñoso golpecito en la mano. "Seguramente habrá cambiado."

"No" contestó categóricamente sacudiendo la cabeza Lam, "ella no. Si lo es, lo sabré."

"Pero son 10 años…" intentó convencer Yohei.

"No importa."

"Tendrías que esperar algo más de media hora para saberlo cuando te encuentres con ella, al menos" insistió Atomi.

"¿Para qué? Si no es ella…"

"Creo que estás eludiendo tus propios objetivos. Desde que oíste que la morena del otro día… Hermione, era una de las candidatas, te obsesionaste. Y ahora no quieres creer que no sea ella" le reprochó el alemán. "Te estás comportando como un niño, Lam."

"¡No es verdad! Que Hermione sea o no ella es poco importante. Reconozco que podría serlo, pues me siento relajado con ella pero los ojos de la otra chica, la modelo, Maron, son tan parecidos a aquellos que vi hace años que… ¡No sé! Y me gustaría descartar al menos a una de ellas. Puede sonar mal pero si con dos ya noto la presión, si tengo que analizar a tres, me voy a volver loco. Simplemente no puedo. Así que lo haré a mi manera, ¿de acuerdo?

"Claro. Como quieras" le tranquilizó la chica japonesa cogiéndole la mano en un ademán calmante. "No sabía que pensabas eso. Lo siento."

"No. No te disculpes" suspiró cansado Lam. "No tenías porqué saberlo. No te había dicho nada."

"Normalmente no me gusta intervenir en vuestros problemas, salvo que me lo pidáis, pero si lo que quieres es saber si alguna de ellas es la chica que buscas, ¿por qué no se lo preguntas? Al fin y al cabo, como dices siempre, el conocimiento es poder y no siempre el camino al poder es el más difícil, ¿no?" le sugirió ella.

"No creo que ninguna suelte prenda. Al menos no creo que me den más información sobre el tema de lo que ya me han dado" suspiró resignado recordando la conversación que había mantenido con Hermione y el beso. Sobretodo el beso. Hacía una semana que no la veía y se le estaba haciendo eterno.

"¿Y si le escribieses una carta?" sugirió el japonés queriendo ser de ayuda pero sin saber exactamente cómo hacerlo.

"¿Y cómo se la mando? ¿Telepáticamente?" hizo una mueca y el que había hablado hizo un gesto de entendimiento al tiempo que esbozaba una sonrisa disculpándose.

"Espera" intervino el rubio alemán, "no es tan mala idea. Podrías mandársela a través de Hermione. Según lo que me dijiste ella tiene algún contacto. Incluso desvariaste sobre el tema diciendo tus hipótesis sobre dos identidades en una persona, y paranoias de ese tipo, creo recordar" le guiñó un ojo.

"¡Es verdad! Una carta es algo muy romántico y…" Atomi dudó un momento antes de terminar la frase, "al menos, podrías recibir una respuesta directa, de ella misma, sin intermediarios que le cambien el sentido y conocerías su letra. Es algo muy íntimo" le sonrió alentadora al ver que él visualizaba la imagen.

"Podría ser…"

"Sí. Pero eso es algo privado a partir de ahora, creo yo" el japonés miró a los otros para comprobar su acuerdo y sonrió ampliamente. "¿Qué tal si me contáis cómo reaccionaron esos periodistas al archiconocido discurso del Fran?"

Y así saltando de tema y tema, disfrutaron de la velada.

Ya eran casi las cinco de la mañana, la hora en que empezaba a salir el Sol en Inglaterra y Lam, con los ojos rojos por la falta de sueño, se esforzaba por plasmar todo aquello que una vez había querido decir en una carta, una carta de verdad, que llegase al corazón de aquella a quien estaba destinada, que le incitase a responder.

Se recostó contra el respaldo de la silla. Miró a su alrededor, viendo sin ver los muchos papeles arrugados que significaban cada uno de los desastrosos intentos que había redactado. No era bueno dando información. Era mejor consiguiéndola, pero necesitaba descargar todas aquellas emociones que aún ahora le inspiraba su recuerdo.

"Querida Germaine:

He hecho miles de versiones de esta misma carta sin que llegase a convencerme ninguna. Intenté expresar lo que sentía por usted por medio por la poesía pero, al contrario que mis amigos, yo no tengo alma de artista. De modo que, incapaz de plasmar mis sentimientos en el papel por medio de las palabras exactas, me conformaré con esto que le envío, que es lo que más se acerca a la verdad.

La primera vez que la vi fue en un concierto suyo, hace poco más de ocho años. Su hábito de llevar un antifaz, sin embargo, me impediría reconocer sus verdaderas facciones, como supongo que era lo que deseaba. Aun así, sus ojos, esos ojos castaños profundos como el más lejano abismo y brillantes como ópalos puros, se grabaron a fuego en lo más escondido de mi ser.

Seguramente para usted esto no signifique nada y, pese a eso, usted, tan lejana y misteriosa, ha sido una de mis más grandes aficiones. La admiro. Mucho más de lo que jamás admiré a nadie, y mi único deseo es comunicárselo personalmente. Expresar mi agradecimiento, que tan torpemente reflejo en palabras, personalmente, mirando esos ojos castaños que marcaron tan imprevisiblemente mi camino en la vida.

Quizá no haya oportunidades para alguien como yo, un admirador lejano, pese a que mis deseos son simples pero que así sea. Como el leve mareo que te embarga antes de tu primer vuelo o la inquietud ante tu primer contrato o, incluso, como el temor ante la primera inversión, así de fuerte, inconstante e insoslayable es mi nerviosismo hacia usted. Hacia sus ojos. Mi primer amor.

No hace falta que conteste. Ni siquiera hace falta que mire hacia atrás e intente recordarme. No le pido nada, salvo un concierto. Si, cuando dé usted un concierto y desee acordarse de un admirador incondicional, se acuerda de mí, de esta carta, habrá cumplido con lo que deseaba y no podré pedir nada más.

Si, en cambio, no desea acordarse ni en momentos como ese, no se lo reprocho. Pero si necesita ayuda en algún momento, sea lo que sea, recurra a mí. No podría pedir mayor honor que servir a sus deseos, pues ni siquiera ahora, tras años de no poder acudir a sus recitales, puedo olvidar sus ojos y saber que estaban tristes. No deseo otra cosa que borrar esa tristeza.

No desearé otra cosa, tampoco, pase el tiempo que pase u ocurra lo que ocurra. Deseo su felicidad, recuérdelo, pues consiguiéndola para usted, yo ganaría la mía para mí.

A sus órdenes,

Laramy d'Ofoc"

Miró la carta escrita con tinta, a mano, con esa letra elaborada que había sido tan característica de los Malfoys, cuidada y calculada. Nunca le había costado tanto escribir una carta. ¿Le afectaría algo de lo que había escrito? Sólo quedaba esperar.

n/a: Hola!!!!!!! Esta es la chopotocienta versión de este capítulo. No es el q más me gusta (salvo la escena del beso, q creo q n ha kedao tan mal). Sin embargo, y en vista de que no hay manera de que cambie nada… lo publico ya (se oye un Ya era hora!!!! del público). Querría haber publicado antes pero he tenido un par de problemillas con los estudios y… Pasemos a los reviews (

Antiope Black: Espero que este capítulo también te haya gustado y que continues leyéndola (y escribiendo) y agradeceré todo tipo de críticas constructivas.

Pajaro-de-fuego: Hola!!!!! Me alegro de que hayas encontrado tiempo para leer mi historia, eso significa muxo xa mí. Gacias. Me he leído tu historia… Me ha entusiasmado lo de Hermione con poderes!!! Y Amy es genial!!!!!! El enlace entre Miony y Draco me encantó!!!!!!!! En fin, resumiendo, que me ha gustado mucho y que, por eso, ara estas en mis favoritos wapa!

Avenger Nemesis: Hola!!!!!!!!!! He visto tus nuevas historias!!!! (guiño) Ya me he leido el capi de Viaje Inesperado… Y me encantó!!!!! Espero que la alargues y la completes y… Que acaben juntos!!!!!!! Joana Sherlock!!!! Una vez eliminado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la vdd… Es genial!!!!!!!!!!!!!! Esperaré ansiosa, q lo sepas!!! BSS wapa.

PS: T ha gustado el capi????

Anne Moody: Espero que este capítulo te guste tanto como el anterior, a pesar de que lo he retocado tanto que no se parece en casi nada a lo que tenía originalmente… Si te gusta, escríbeme, plis! Y si no, escríbeme, plis!! No os preocupéis pq como sé que Maron os ha encantado… Volverá a aparecer!!!! Juasjuasjuas!!! Bsss

Lra: Te ha gustado este también? Me encanta saber que consigo que tengas una imagen visual de lo que pasa… Te ha gustado lo que pasa entre D y Hr, jejejeje…Intento no retrasarme pero esta vez ha sido inevitable de vdd y ahora, con lo de las vacaciones… Viene otra temporada de incomunicación, más que nada pq m voy fuera de mi casa (a la de mis abus) y no hay red L Aun así, intentaré adelantar en papel xa q luego sea solo pasarlo. Ya sabéis lo que agradezco los reviews, así q…. Bssss

Narwen Weasley: Me alegro de que creas que Ron y Harry están bien conseguidos. Me encantan los UA en que los buenos son malos y los malos son buenos, como supongo que se aprecia claramente, no? En fin, si te gusta, porfiplis… Review!!! Es mi sustento xa el día a día… Bss

Ahora que he acabado con las respuestas a los reviews, pasaré a las promociones:

Harry Potter y el Ángel Negro, de Pajaro-de-fuego, es un relato D/Hr con muxas parejas por medio y un monton de poder flotando por el ambiente. Os la recomiendo.

Viaje inesperado, de Avenger Nemesis, acaba casi de empezar este relato, así que espero que la apoyéis J. Me encantan sus historias, aunque no son del universo HP. Si tenéis un momento, asomaros por aki…

y pa terminar, deciros que tardaré un poco en actualizar (20 dias min.). Me perdonaréis??? Os kero, wapas

Ekateryn