El Avance de la Sombra

En la fría alborada, en un patio rodeado de árboles cercano a la armería, una figura practicaba con la espada. Vestida de blanco y con los largos cabellos dorados trenzados, se movía ligera y equilibrada como si interpretase una danza largo tiempo atrás aprendida.

El aire invernal se llenaba perezosamente del trinar de las aves, uniendo su dulce gorjeo al de las voces élficas. Era algo característico de Rivendel y de todos aquellos lugares donde habitaban los elfos, siempre se escuchaban cantos y el tañer de algún instrumento pues la música forma parte de los Eldar y es tan necesaria para ellos como respirar.

- Meletyalda -. (majestad)

La espada se detuvo en seco y volvió a su vaina con un rápido movimiento. Galadriel miró entonces a quien la había interrumpido, uno de los soldados de Elrond, bastante joven a juzgar por el nerviosismo que le embargaba.

- ¿Qué deseas? -.

- Ha llegado una misiva para vos, de Laurelindórean, y me ordenaron entregárosla, señora -.

La dama eldarin tomó el sobre y lo desplegó. Sus labios se contrajeron en una alegre sonrisa.

- Hantalë Gadonen – dijo antes de encaminarse al interior de la Casa, dejando al joven soldado con una expresión perpleja por el hecho de que ella conociera su nombre.

Galadriel encontró a su esposo en una de las salitas conversando con otros dos nobles, sobre la mesa reposaban tres tazas humeantes y una bandeja con bollitos.

- Almarë Ninquenís -.

- Alassë' arin caballeros -. (Buenas mañanas)

- ¿Qué es? – interrogó Celeborn, señalando el papel en la mano de la dama.

- Algunos de nuestros queridos amigos del Bosque Dorado vienen de visita, llegaran en cualquier momento – anunció con el rostro resplandeciente - ¿Y vosotros, mis nobles señores?, ¿tramando planes de batalla a tan tempranas horas? -.

- Nada tan preocupante -.

- ¿No, caballero Rohedil?, he de decir que es sorprendente, pues cada vez que os encuentro conversando con mi marido es por algún asunto militar -.

- Rohedil, Herenyo y yo sólo comentábamos el trasiego de mensajeros que pasan por Imladris estos días – sonrió Celeborn – Lindon, Arnor, Gondor, Eryn Galen y ahora Lórinand; así no es extraño que Elrond se encuentre tan atareado en su estudio enfrascado en decenas de pergaminos, la Tierra Media se encuentra bastante revuelta desde que los Dúnedain se instalaron en ella -.

- Son realmente activos, han levantado un auténtico imperio en poco más de un siglo – asintió Rohedil – Yo no lo hubiera creído posible, sobre todo tras el desastre de Atalantë -.

- No subestiméis a los Edain, son un Pueblo poderoso a su manera, después de todo descienden del linaje del príncipe Elros – apuntó Celeborn – Si es cierto que Sauron no ha sido desterrado de este mundo, la ayuda de los Dúnedain será vital, sobre todo porque muchos Hombres que no pertenecen a los Númenóreanos parecen sentirse realmente atraídos por nuestro Enemigo y constituyen una fuerza poderosa por muy mortales que sean -.

- Elendil es un rey excepcional y una persona sobresaliente, la pregunta es ¿sus hijos se parecen al padre o a los parientes que ocupaban el trono de Númenor? – dijo Herenyo.

- Gil-galad los conoce personalmente, han visitado un par de veces Mithlond y cree que son merecedores de nuestra confianza -. Galadriel tomó asiento y un bollito – Recordad que Isildur arriesgó su vida para rescatar un fruto del Árbol Blanco, desafió a Pharazôn y a Sauron al penetrar en los jardines del Meneltarma -.

- Si me permitís que lo diga, se os ve bastante feliz y relajada mi señora – observó Rohedil.

- Lo estoy, hace años que ninguna oscura premonición ha venido a perturbarme – sonrió abiertamente Galadriel.

Celeborn la contempló con deleite. Su querida Altáriel había entrado con sus trenzas doradas enmarcando el hermoso rostro arrebolado por el ejercicio y el frío y, ahora, con el bollito y esa sonrisa de juvenil complacencia, no pudo evitar recordarla tal y como la vio por primera vez.

Los plateados ojos del sinda se encontraron con los de zafiro, no gélidos, si no cálidos como un cielo estival, y supo que Galadriel había visto la imagen nacida de sus recuerdos. Ella le cogió la mano y se la besó antes de incorporarse.

- Disculpadme, tengo asuntos que atender -.

- Sí, un encuentro con tu guardarropa y el cepillo – rió mentalmente Celeborn.

- Precisamente, cuan sabio sois mi adorado señor -.

- Ha sido un placer contar con vuestra compañía, nos encantaría que os unieseis a nosotros otro día – dijo Herenyo.

- Otro día – asintió Galadriel, riendo en silencio con su esposo.

Salió de la estancia y avanzó sin prisas por el pasillo. Un espejo le devolvió la imagen de una elfa hermosa, elegantemente desaliñada, y en la mano un bollito a medio comer; ahora mismo parecía cualquier cosa menos la todopoderosa Dama Blanca de los Eldar. Hacía tiempo que no se tomaba a sí misma tan poco en serio.

Pasó por la Casa de Baños donde se deshizo de la túnica larga y las calzas que había empleado durante sus prácticas. Tras disfrutar de un buen baño caliente, una doncella le trajo su vestido níveo y le desenredó solícitamente los cabellos.

Debidamente ataviada, Galadriel acudió al comedor donde compartían mesa los Señores Elfos de Imladris. Le sorprendió no encontrar allí a Elrond.

- Mensajero de Lindon – fue la respuesta de Glorfindel – Me temo que a Elrond no le ha bastado la carta de Gil-galad y está interrogando al emisario; compadezco a Aradan, es agotador cabalgar con los caminos enfangados por la nieve y no ha podido siquiera tomar algo para reponerse del viaje -.

- ¿Sabes si son noticias graves? – interrogó Galadriel.

- No, ¿algún presentimiento? -.

- Ni uno, lo cual me desconcierta, pues Aradan no habría mostrado tanta urgencia si las noticias fuesen buenas -.

- Eso puedo explicarlo, la hermana de Aradan se halla en Imladris desde hace algún tiempo, creo que os sirvió como doncella de compañía durante vuestra estancia en Forlindon – sonrió el jovial noldo.

- ¿Arien?, sí, recuerdo que mi hija mencionó haberla conocido en los jardines – afirmó la dama – Es extraño que yo no la haya visto -.

- Arien suele evitar a la aristocracia, por alguna razón desconocida se siente incomoda en nuestra compañía, así que no es tan insólito que no os tropezarais con ella -.

Después de comer, Galadriel hubo de reprimir su primer impulso de ir a aporrear la puerta del estudio de Elrond e interrogarle al respecto de la carta. Si era algo importante el medioelfo se encargaría de comunicárselo.

El resto del día lo dedicó a las labores más cotidianas: bordar con otras damas de la Casa, cantar en el Salón del Fuego, ayudar en las cocinas a preparar Pan, derrotar a Erestor unas catorce veces al ajedrez... rutina.

Al anochecer se refugió en su habitación. El brasero de plata ardía en un rincón, mientras la nieve caía cada vez más intensamente al otro lado de los ventanales, era agradable acomodarse en un sillón a leer o tocar el arpa con ese tiempo. Se sentó en una banqueta y abrazó el arpa de madera oscura y filigranas doradas, deslizó sus manos por las cuerdas y una dulce melodía invadió el cuarto acompañada por la voz de la dama.

Anann reniannen nedi thelaith chaeryn

Largo tiempo me perdí en tierras lejanas,

Padon nan eryd cened 'elaidh 'irn, laiss dhennin

caminé hacia las montañas contemplando árboles, hojas que caen.

Thia nin sa i thethyr ar i neryn linnar nan tinnu hin rhîw

Se parecen a mí los sauces y los robles cantan por esta noche de invierno

Ar ir i aur tôl, im eria ar...

Y cuando llega la mañana, me levanto y...

Un sonido muy discordante hizo callar a Galadriel, un maullido. Al bajar la vista descubrió a un gato de lustroso pelo negro y la punta de la cola blanca, el animal la miraba con sus brillantes ojillos llenos de inteligencia y un deje de ofensa por que la dama cesara de tocar al oírle "cantar".

- Aiya, amiguito, ¿y tú de dónde has salido? -.

El gato se subió a su regazo de un ágil salto y se acomodó ronroneando como un poseso. Galadriel lo acarició a punto de estallar en carcajadas. El pequeño intruso se estaba tomando unas libertades sorprendentes..

- ¿Quién es tu dueño? -.

El felino le sostuvo la mirada y Galadriel indagó en su mente buscando respuestas; vio un luminoso palacio a orillas del mar, elfos, un rey enojado y una doncella de jubiloso ánimo.

Tomó al gato entre sus brazos y salió de la habitación en busca de su dueña. Cual no fue su sorpresa al encontrarla justo en mitad del pasillo, aunque la propietaria del animal no se veía muy alegre, al contrario, estaba aterrada y avergonzada.

- Arien – dijo Galadriel con la voz más suave que pudo – Creo que he encontrado a tu pequeño compañero -.

- Lo siento muchísimo señora, no os imagináis cuanto, Fein se me escapó y yo... ¿ha roto algo?, si lo ha hecho haré lo que sea para compensároslo... lo lamento tanto que... -.

- Arien, tranquila – sonrió la dama – Fein no ha cometido ningún delito y tú tampoco, ten, se ha quedado adormilado -.

La doncella cogió su gato completamente ruborizada.

- Hantalë – balbució.

- ¿Te apetece una taza de té?, iba a pedir que me trajeran un poco junto con algunas pastas – le ofreció Galadriel – Me gustaría hablar con mi antigua dama de compañía y saber cómo se han desarrollado los acontecimientos en Lindon estos años -.

El rostro de Arien se oscureció por la inquietud y el desconcierto.

- ¿No lo sabéis, Ninquenís?, pensé que Elr... que el caballero Elrond os lo transmitiría de inmediato -.

- Aguarda, haré que nos traigan ese té y me podrás explicar todo con calma y no aquí, en mitad del corredor -.

Instantes después ambas elfas se hallaban cómodamente instaladas en los aposentos de la Dama Blanca, con una reconfortante taza de té y de fondo los ronroneos de Fein que dormitaba sobre la cama.

- De acuerdo, ¿qué es eso que debería haberme contado Elrond? -.

- Mi hermano llegó está mañana con un mensaje de Gil-galad; a grandes rasgos decía que un poderoso ejército surgido de Mordor se abalanzó sobre Minas Ithil hace un par de semanas y obligó a Isildur y su gente a retirarse. El príncipe dúnadan ha navegado hasta Mithlond para solicitar la ayuda de los elfos y de su padre. Lo último que sabe Aradan es que el rey partió con Isildur hacia Annúminas para entrevistarse con Elendil -.

Galadriel se llevó la taza a los labios, pensativa.

- ¿Qué creéis que hará Gil-galad? -.

- Ereinion no me preocupa, siempre ha sabido desenvolverse sin problemas; a estas alturas estará congregando una poderosa hueste capaz de arrasar el Este, tal y como yo lo recomendé hace siglos – dijo la dama – No, hay algo más grave que me perturba -.

- ¿El qué?... si puedo preguntar -.

Los ojos de zafiro se clavaron en Arien y le arrancaron un involuntario escalofrío.

- No he presentido nada, ni la más mínima turbación en las hebras del destino, como si el Señor Oscuro no hubiera ni salido de su fortaleza y, no obstante, ahora mismo está invadiendo Gondor – las níveas manos se crisparon sobre la taza – De alguna forma me ha bloqueado, ha atado mis poderes, no puedo acceder a los caminos del "otro lado" sin revelarle quien soy y mis pensamientos -.

- ¿Qué haréis? – interrogó entonces Arien.

- Lo que siempre he hecho, luchar; quizás no pueda empuñar el poder de mi mente pero mi mano aún puede manejar la espada y sigo siendo un capitán entre nuestro Pueblo -.

- A mí Ereinion me ha ordenado permanecer en Imladris -.

- Han de venir forzosamente hasta Rivendel, desde aquí el ejército puede tomar el Cirith Forn; el Paso de Calenardhon es demasiado arriesgado dadas las circunstancias y se tardaría demasiado tiempo en dar semejante rodeo – opinó la dama – Como mucho las naves de Círdan se encargarán de transportar guerreros hasta Pelargir -.

- ¿Tan convencida estáis de que habrá guerra?, a lo mejor los gondorianos pueden frenar a Sauron – musitó Airen.

- Cabe esa esperanza, aún no sabemos como se han desarrollado los acontecimientos en Gondor, pero será sólo un respiro Avariel, tarde o temprano la guerra estallará – replicó Galadriel – Ahora debo ir a hablar con Elrond. Tú deberías seguir el ejemplo de Fein y descansar un poco -.

- Sí, gracias por todo mi señora, y perdón otra vez por la intrusión -.

- ¿Piensas disculparte eternamente?, te advierto que hasta el momento nadie ha superado las casi tres horas que Ereinion estuvo de rodillas ante mí en los Puertos de Sirion tras la batalla contra los Hijos de Fëanor -.

Arien rió y agitó su dorada cabeza.

- Alassëa lómë, Ninquenís -. (buenas noches)

- Lissi olóri -. (dulces sueños)

Cuando la doncella desapareció camino de su habitación, Galadriel se encaminó al estudio de Elrond con la firme decisión de aporrear la puerta que debió aporrear esa misma tarde.

Los cuernos de los guardianes advirtieron a los habitantes del Valle que llegaban amigos. Un grupo de veinte jinetes cruzaron el Puente, sus capas los identificaban como originarios de Lórinand pero sus rostros delataban su raza, Altos Elfos; era un espectáculo inusitado.

En el patio, Elrond, Galadriel y Celeborn aguardaban. La dama sonrió y se adelantó para dar la bienvenida a uno de los caballeros que iban en cabeza de la comitiva, alguien de corto cabello oscuro con tendencia a rizarse.

- Orrerë, mae govannen -.

- Elen síla lumen´omentielvo, Ninquenís -. El maestro herrero se veía espléndido y realmente feliz de reencontrarse con su reina, pero una sombra oscurecía su corazón.

- Almarë, cunn Amroth – añadió entonces Galadriel en dirección al jefe de los viajeros. (saludos, príncipe Amroth)

- Almarë Ninquenís ar aran Celeborn -. El hijo de Amdír, regente de Lórinand, se había convertido en un auténtico guerrero en los últimos años y defendía las fronteras del bosque como capitán. – Vuestras gentes de Laurelindórean os extrañan -.

- ¿Tan malo es vuestro padre gobernando? – sonrió Celeborn.

- No, mi señor, mas todos sabemos que sólo nos dirige en vuestra ausencia -.

- ¿Qué os ha llevado a realizar un viaje tan largo? – inquirió Galadriel.

- La guerra – afirmó Amroth – Los ejércitos de Sauron se despliegan con rapidez y nos tememos que Anárion no sea capaz de frenarlos ni con todo el poder de Gondor. Mi padre cree que tenemos de plazo alrededor de dos años antes que el Enemigo traspase los límites de Bosqueverde y Lórinand -.

- Aún así los caminos ya no son seguros, los orcos proliferan y hemos tenido muchos problemas para llegar hasta Imladris... – los ojos de Orrerë se nublaron y su voz se apagó – Nos encontramos a un Jinete Negro al poco de abandonar el bosque, por suerte las aguas del Anduin nos separaban de esa tenebrosa criatura -.

- Amigos, entremos y, en compañía de bebida y alimento, podréis relatarnos con más calma los acontecimientos – sugirió Elrond.

Los recién llegados y los reyes se instalaron en el comedor. Amroth, como líder de la compañía, se encargó de relatarles los pormenores tanto de los ocurrido en Lórinand como durante el viaje.

- Nuestros exploradores encontraron un mensajero gondoriano herido en el Parth Celebrant, nos dijo que había partido con más compañeros pero que cayeron en una emboscada. Antes de morir, nos reveló que Mordor había atacado Minas Ithilien y que, tras una dura batalla, Anárion y su ejército consiguieron reconquistar la ciudad; sin embargo el rey decidió advertir a los reinos vecinos para que estén preparados ante cualquier eventualidad. El hijo de Elendil cree que ese primer ataque sólo estaba destinado a comprobar la fortaleza de los Dúnedain, el próximo golpe contra Gondor puede que sea demoledor -.

- Soy del mismo parecer, hasta ahora sólo hemos asistido a maniobras de tanteo por parte del Enemigo – asintió Galadriel.

- Hay tiempo -.

Todos miraron interrogantes a Celeborn.

- Conozco a los dúnedain, su coraje y firmeza, y si Anárion se parece a su padre en el arte de gobernar, no temo afirmar que disponemos de algo más de dos años – el rey sindarin cruzó las manos sobre la mesa y observó el mapa que descansaba entre copas y platos – Sauron ha de reorganizar sus tropas y concentrar sus ejércitos si quiere romper la defensa de Gondor, atacará de nuevo Minas Ithil y Osgiliath pero lo hará con más cuidado, sabe que ha perdido el factor sorpresa y no puede arriesgarse a ser rechazado una segunda vez -.

- ¿Qué han decidido Gil-galad y Elendil? – preguntó Orrerë.

- Aún estamos pendientes de recibir noticias de Annúminas, mas puedo aseguraros que elegirán tomar las armas lo antes posible – respondió Elrond – La situación así lo exige -.

- ¿Y qué harán los reyes de Laurelindórean? – intervino uno de los compañeros de Amroth.

- No podemos permanecer los dos ociosos en Rivendel – sonrió Celeborn – Me adelantaré a mi esposa y os acompañaré de vuelta a Lórinand, pero antes haremos una breve visita a mi querido amigo Thranduil, quiero explicarle personalmente lo acontecido -.

- Por mi parte esperaré la llegada de Gil-galad, debo tratar con él asuntos que ningún mensajero puede portar, después volveré al bosque – fue la respuesta de Galadriel – Nuestra tarea a partir de ahora es formar un muro junto con Bosqueverde que frene al Enemigo y permita a nuestro aliados trasponer las Montañas Nubladas y congregarse en las llanuras al Norte de los Campos Gladios -.

Los noldor del Bosque Dorado se dieron por satisfechos con las resoluciones de sus monarcas y se retiraron a las habitaciones que se habían dispuesto para ellos. Descansarían unos días en Rivendel, un par de semanas a lo sumo, y partirían de nuevo al Este. Cruzar el Cirith Forn sería un duro trayecto, peligroso con las nevadas, pero no tenían otro camino para atravesar las Montañas Nubladas.

Un mensajero llegó de Annúminas con las resoluciones de Gil-galad y Elendil. Ambos prepararían sus ejércitos durante alrededor de diez meses, para entonces se reunirían en Amon Sûl y harían juntos el viaje hasta Rivendel. En el Valle elfos y hombres se adiestrarían y pertrecharían con objeto de estar lo antes posible alistados para la batalla.

- Ten cuidado -.

Celeborn sonrió a su esposa mientras terminaba de ponerse la capa. Galadriel frunció el ceño; se encontraba de pie, blanca y muy pálida, junto a la ventana desde la que se veía a los elfos terminando de aprestar los caballos.

- Hablo muy en serio, melmenya -. (mi amor)

- Me mantendré alerta, te lo prometo – aseveró él.

- No puedo interpretar el futuro Celeborn -.

- Lo sé -.

El enojo de Galadriel se intensificó ante la parsimonia de su marido y él lo advirtió claramente.

- Altáriel, mi adorada princesa de cabellos refulgentes, no va a sucederme nada – se atrevió a esbozar una sonrisa – Ahora mismo te estás comportando tan irracionalmente como Elrond con Celebrían -.

- Celebrían no se marchó a cruzar un paso de montaña en pleno invierno y a un territorio donde está a punto de estallar una guerra – replicó ella, secamente.

- No deseo marcharme de Imladris con el recuerdo de una discusión, ¿me desearás buena suerte? -.

Galadriel se aferró a su orgullo durante unos instantes, pero luego estrechó entre sus brazos a Celeborn.

- Nai Eru varyuva le – susurró dulcemente la dama – Me reuniré contigo lo antes posible en Lórinand -.

- Transmite mis saludos a Ereinion cuando le veas – dijo el caballero sindarin y besó los labios de su esposa – Tenn' encenië -.

Desde sus habitaciones Galadriel contempló la partida del grupo de elfos y rogó por que los Valar les protegieran.

- ¡¡¡Han llegado, han llegado!!! – resonaba una voz por los pasillos de la Casa de Elrond acompañada por el alegre tañer de la gran campana - ¡¡¡Su majestad Gil-galad y el rey Elendil han llegado!!! -.

La doncella que tan alegremente proclamaba la noticia se dio de bruces contra otra persona.

- ¡Por Elbereth, Miluinel! – rió Glorfindel – Siempre vas de un lado a otro corriendo, suerte que no eres un corcel o ya hubieras acabado con unos cuantos elfos incluyéndome a mí -.

- Lo siento señor, es que acaban de avistar al ejército de Lindon y Arnor, voy a buscar a Galadwen, Berianís y Luinil para subir a la colina cerca del Vado y ver su llegada -.

- Estaban en el patio junto a la sala de bordado -.

- Hantalë -.

Glorfindel agitó su dorada cabeza, divertido, la muchacha no tenía remedio. Haciendo caso de la recomendación de Miluinel, el Señor de la Flor Dorada se encaminó al Vado para contemplar el espectáculo y encontró a Galadriel saliendo de las cuadras montada sobre su yegua.

- La noticia vuela – sonrió la dama - ¿Me acompañáis a dar la bienvenida a nuestro viejo amigo? -.

- ¿Y Elrond? -.

- Hace rato que se ha adelantado con Celebrían y el Consejo, deben estar ya esperando en las escaleras que conducen al camino del Vado -.

Los dos eldar cabalgaron hasta reunirse con la mayor parte de los habitantes de Imladris al borde de la quebrada. Desde allí se veían el resplandor del Bruinen pero también se advertía otro brillo distinto, el de las armaduras y lanzas.

Incluso Galadriel se sintió abrumada por la magnificencia del ejército que avanzaba lentamente hacia ellos, una marea compuesta por miles de elfos con armadura dorada y hombres con armaduras negras y plateadas, estandartes al viento, que se derramaba por la tierra; nada semejante se había visto sobre la Tierra Media desde la Guerra de la Cólera.

- Unquétima – susurró Glorfindel. (indescriptible)

- Sauron no tiene nada que hacer – comentó Erestor, secundado por varios consejeros.

Adelantándose al cuerpo principal del ejército, seis jinetes se aproximaron, Gil-galad y Elendil con sus más allegados. El poder y majestad que en ese momento emanaba el rey elfo encendía los corazones con admiración y esperanza; y no menos espléndido se mostraba Elendil, incluso a ojos élficos.

Con el rey elfo cabalgaban su capitán Vorondil y Círdan. A Elendil le seguían su hijo Isildur y su escudero, Estelmo.

- Aiya Elrond, Señor de Imladris y Heraldo de Lindon – clamó Gil-galad.

- Mae govannen Gil-galad, Señor Supremo de los Noldor; Elendil, Rey de los Dúnedain de Arnor y Gondor; Círdan, Señor de Los Puertos; e Isildur, Señor de Ithilien -.

- Por fin llegamos – sonrió Elendil – Sabía que movilizar a tantos soldados sería difícil pero no hasta este punto. Caballero Elrond, ¿creéis que nuestras huestes encontraran acogida en Imladris? -.

- No allá abajo en el Valle, es demasiado angosto y mi Casa pequeña para semejante cantidad de ocupantes, mas se pueden levantar pabellones en todo el Páramo Alto, el espacio entre la quebrada y el Vado es más que suficiente para nuestros ejércitos – respondió el medioelfo – Pondré enseguida a trabajar a mis gentes -.

- Aiya dama Galadriel – saludó entonces Gil-galad – Me alegra volver a encontraros aunque sea en estas tristes circunstancias -.

- A mí también Ereinion, me alegra ver que por fin el Oeste hará algo en contra del Este -.

- Lo imaginaba, ¿siempre recordáis los errores de vuestros amigos y enemigos con tanta precisión? – renegó el rey noldo.

- Por supuesto, ¿habéis llegado a dudarlo? -.

Elendil los miró inquisitivo y Glorfindel rió.

- No intentéis entenderlos, señor dúnadan, esta disputa se remonta a tiempos de Tar-Minastir -.

- Me sorprende averiguar que los Eldar pueden ser tan obstinados como los Hombres ante una discusión, aunque en vuestro caso tenéis todo el tiempo del mundo para solucionarlo – apuntó Elendil.

- Sí, y me temo que nuestros queridos señores elfos aquí presentes pretenden seguir enojados la una con el otro hasta la Dagor Dagorath -.

Todos esbozaron sonrisas divertidas excepto Galadriel y Ereinion.

- ¿Aceptaríais una disculpa reciproca? – inquirió el rey noldo.

- Me parece acertado, o tendremos a nuestros queridos amigos riendo a nuestra costa lo que dure el adiestramiento del ejército – asintió Galadriel – Me disculpo por haber sido tan dura con vos, Gil-galad, sólo pensabais en el bien de vuestro Pueblo y no tuve eso en cuenta -.

- Y yo quiero disculparme por prescindir una vez más de vuestro consejo... pero sigo pensando que hasta hoy no había llegado la hora en que debíamos atacar Mordor -.

Galadriel vio la sonrisa traviesa que resplandecía en la mente de Ereinion tras su máscara de seriedad, y ella estalló en alegres carcajadas haciendo que los últimos rayos de sol parecieran más brillantes por unos instantes.

- Adar, nuestro ejército se aproxima, con tu permiso iré a supervisar la instalación del campamento – intervino Isildur. (padre)

- Ve senya -. (hijo mío)

- Acompáñale Vorondil y encárgate de nuestra gente, que te ayuden los otros capitanes a organizarlos – ordenó Gil-galad.

Celebrían solicitó la atención de los grandes señores allí reunidos.

- Me han comunicado que la cena se encuentra dispuesta, si gustáis podemos volver a la Casa y aguardar en el Salón a que vuestros capitanes se unan a nosotros en lugar de permanecer en mitad de la planicie -.

- Su alteza tiene razón – asintió Elendil – Hace más de un mes que no como sentado a una mesa y os puedo asegurar que resulta de lo más incómodo -.

Descendieron por el sendero colindante a la amplia escalinata que daba acceso al Valle desde el páramo. Galadriel cabalgaba junto a Gil-galad.

- Te esperaba para tratar algunos asuntos, mañana partiré sin demora hacia Lórinand -.

- ¿De qué se trata? – inquirió el rey elfo.

- Sauron domina el mundo de lo invisible, apenas consigo percibir vagos presentimientos, sólo Celeborn y Elrond lo saben y creí conveniente que tú también lo supieras -.

- Eso es imposible – exclamó Gil-galad.

- Intentaré hacer algo al respecto usando mi Espejo, creo que podré abrirme paso con él pero no quiero arriesgar a que nuestros planes se descubran por una imprudencia – dijo Galadriel.

- Haz lo que consideres oportuno, tu sabiduría ya es legendaria mi querida Altáriel – sonrió Ereinion – A parte de eso supongo que tu mente de estratega ya está trazando planes con respecto a nuestra futuras batallas -.

- No te equivocas mi señor -. La sonrisa de la dama era de complicidad – Os juro que ni un orco traspasará las defensas de Bosqueverde y Laurelindórean. Vuestro ejército podrá cruzar las Montañas Nubladas y congregarse en las llanuras colindantes al Anduin, en una región cercana a los Campos Gladios, desde allí podréis ir hacia el Sureste y entrar en Gondor -.

- Es una magnífica idea, Ninquenís -.

- ¿¡Ya estáis trazando planes!? -.

Ambos eldar se encontraron a Elendil vuelto sobre la grupa de su montura mirándolos entre molesto y divertido.

- Es un defecto de la realeza élfica, señor Elendil – rió dulcemente Celebrían.

- Sí, particularmente de los señores Elrond, Gil-galad y la dama Galadriel – apuntó Glorfindel.

- ¿Qué habéis pensado? – interrogó Elrond, mas interesado en las futuras batallas que las joviales observaciones del rubio noldo.

Galadriel les relató su estrategia hasta que los ejércitos de los Pueblos Libres estuviesen listos para presentar batalla.

- A los elfos no, pero creo que a los dúnedain sí les prestarían atención – dijo la dama eldarin desmontando en el patio.

- Los enanos son demasiado codiciosos e insociables, no creo que nos presten su ayuda aunque el mismo Elendil llamase a las Puertas de Khazad-dûm – rebatió Erestor.

- Por intentarlo no se pierde nada – intervino el rey de Arnor – Enviaré una embajada al rey Durin y ya se verá qué decide -.

- Nos apoyarán, aunque sólo sea un poco, y la ayuda de los enanos no debe ser menospreciada por nimia que ésta sea; les he visto combatir desde que llegué a las tierras de Beleriand y os puedo asegurar que son terribles con sus enemigos – insistió Galadriel.

- Olvidad vuestras obligaciones ahora – dijo Elrond – Que por una noche sea la alegría del reencuentro y la esperanza lo que anide en los corazones de aquellos que nos enfrentaremos a la Sombra. Mañana habrá tiempo para discutir los planes de batalla -.

Todos los señores entraron en la Casa y aguardaron hasta que sus capitanes terminaron de ultimar detalles en el inmenso campamento del páramo antes de dar comienzo la cena.

Esa noche asistieron a escenas memorables, mas sobre todas ellas sobresalió el juramento recíproco de Gil-galad y Elendil, con él sellaron una eterna alianza entre Elfos y Hombres en recuerdo de todas aquellas veces que ambas razas combatieron juntas.

- Tenna i nuru – afirmó el rey noldo, estrechando el brazo del dúnadan.

- Tenna i nuru – correspondió Elendil.

"Hasta la muerte".

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N. de A.: Yaiii! Conseguí terminar el capi ates de empezar los exámenes. Bueno, a partir de ahora voy a estar más desaparecida que Bilbo con el Anillo por razones ya expuestas. Suerte que tenéis a cari_chan y las andanzas de nuestro querido Gil-galad. ^^

Gracias por los reviews a Selene, Elloith, cari_chan, Lothluin, Anariel, Metarel!!! Aunque quisiera darle un saludo especial a la loka de la Mayu que anda con problemas de conexión que la mantienen apartada de estas tierras; gracias por pensar que el Silmarillion es soso al lado de mi fic, que vi la fotico de Orly y que si kieres le mando otra de su nueva peli. XD

Tenna rato!!!