BUENO, AQUI ESTOY OTRA VEZ Y VUELVO A DISCULPARME POR LA TARDANZA PERO TUVE MUCHO TRABAJO CON LA ESCUELA PERO AL FIN DESPUES DE UN EXTREMADAMENTE ESCLAVISTA SEMESTRE PUEDO DECIR ¡¡¡SOY LIBREEEEEEE!!! (SI, SUS MESTROS YA LA TENIAN LOCA, CORRIA COMO PULGA ENDEMONIADA TRATANDO DE HACER TODOS SUS TRABAJOS... JAJAJAJA).

OYEME CUAUHTEMOC, ¿COMO QUE PULGA ENDEMONIADA? (NO TE ENOJES, APOCO NO ES CIERTO) BUENO SI PERO MEJOR OLVIDEMOS ESO.

ESTE ES EL ÚLTIMO CAPITULO DE MI FIC ASÍ QUE DEJARE QUE LO DISFRUTEN, NO OLVIDEN LEER EL EPILOGO Y LOS AGRADECIMIENTOS (LA VERDAD TT ME DA TRISTEZA QUE SE ACABE EL FIC) SI, A MI TAMBIEN PORQUE ME ENCARIÑE CON ÉL PERO SI SHAMAN KING TUVO UN FINAL POR QUE NO MI FIC, POR SUS REVIEWS GRACIAS ES TODO LO QUE PUEDO DECIR, Y COMO NO SOY BUENA PARA LAS DESPEDIDAS SOLO LES DIRE: ¡ARIGATOU GOZAIMASU!

ATTE: ITAKO ANA TENSHI

CAP. 11. – ESTE SENTIMIENTO: ALGO MÁS FUERTE QUE NOSOSTROS.

Sus ojos se abrieron de golpe, solo para volverse a cerrar, pues la luz de aquel lugar la cegaba, permaneció con sus ojos cerrados por unos minutos más, antes de decidirse a abrirlos poco a poco, muy lentamente. Cuando al fin sus ojos estuvieron completamente abiertos, se encontró recostada sobre su cama, justamente en su habitación, pero ¿cómo era posible? Se pregunto Ana, ¿acaso no había muerto en la batalla contra Hao? ¿Había estado soñando? Y si no ¿qué demonios pasaban?

Se incorporo lentamente pues se sentía bastante aturdida, como si jamás hubiera utilizado su cuerpo antes, se quedo sentada por algunos instantes, mirando cada detalle de la tranquila habitación. De pronto la puerta de aquel lugar se abrió lentamente y por ella entro una joven de negro cabello corto, vestía un vestido negro igual a los de Ana y apenas la vio corrió a abrazarla:

-ANA – exclamo la chica –al fin despertaste – terminó de decir Diana.

-¿Qué fue lo que paso? – preguntó la itako, cuando hubo confirmado el no haber soñado todo lo que escasamente recordaba.

-Pues… veras estabas… muerta…

-Sí, ya lo recordé – dijo Ana de forma pensativa para después mirarla –lo recordé todo –en ese momento Diana sintió un ligero reproche en las palabras de la sacerdotisa.

-Por favor prima – exclamo la chica comenzando a llorar –te ruego que me perdones por todo lo que hice, te juro que estoy muy arrepentida por haberme unido a Hao, pero estaba celosa yo quería ser una sacerdotisa como tú y cuando me di cuenta del mal que estaba haciendo ya era demasiado tarde.

-Ya no llores, no quise reclamarte, tu no tuviste toda la culpa digamos que la suerte me sonrió algunas veces a mí y otras a ti, solo que tu estabas sola y yo no, pero aún así hay cosas que preferiría haber tenido, pero dime ¿verdad que no se siente nada bien usar nuestro poder para dañar a los demás?

-Si, ya me di cuenta, y creo que recibí mi justo castigo, ahora soy una humana normal, ya ni siquiera puedo percibir a los fantasmas, aunque creo que fue mejor así.

-Es bueno que lo aceptes, no creas, muchas veces desee no tener estos poderes, olvidarme del mundo de los shamanes pero aunque lo deseara no creo que lo hubiera podido olvidar…

-¿Lo dices por Yoh? – comento Diana mirando a la rubia.

-No – dijo Ana mientras sus mejillas se enrojecían ligeramente –me siento terriblemente entumida – extenúa la itako tocando su cuello.

-Es normal dormiste por una semana después de que Yoh te revivió.

-¿Me revivió? – preguntó la rubia llevando su mano derecha a donde recordó que Hao la había herido.

-Sí, estaba desesperado cuando moriste, gritaba tu nombre como loco, lo bueno fue que Len lo tranquilizo, bueno eso me lo contó Horo.

-Y ¿dónde está Yoh? – preguntó la rubia.

-Debe estar abajo desayunando, ¿quieres bajar? – le preguntó su prima, pero apenas la itako iba a responder cuando alguien llamo a la puerta.

-Adelante – exclamo Ana y se quedo petrificada al ver entrar al shaman de cabello castaño.

-Que bueno que vino joven Yoh – dijo Diana separándose de su prima –yo voy a avisarles a los demás que Ana ya despertó.

-Si – respondió Yoh mientras veía salir a Diana velozmente de la habitación –"Cuando se vuelve a nacer el amanecer parece ser más hermoso por eso cada día debemos renacer, para contemplar la belleza que nos rodea" – declaró el chico dejando a la joven itako sorprendida.

-¿Que? – preguntó ella sin comprender bien lo que el shaman le había dicho.

-Lo siento, pero desde que me fusione con los grandes espíritus hay veces en que digo frases un poco incomprensibles pero siempre son útiles.

-Si, una vez que se meditan un poco tienen bastante sentido.

-¿Tu crees? – preguntó el shaman king mientras se acercaba a ella –primero me confundía el escuchar a los grandes espíritus pero después fue sencillo y ya controlo lo que he de escuchar.

-Entiendo – dijo Ana –siempre supe que habías nacido para ser el shaman king.

-Si pero eso es gracias a ti, yo jamás lo habría logrado sin tu ayuda y… - el chico la miro con la clara intención de decirle algo pero no se atrevía, ni el mismo podía explicar el porque de su miedo, por un momento espero él oírla decir algo, cualquier cosa lo habría hecho decidirse a confesarle, una vez más, lo mucho que la amaba pero una vez más guardo silencio, ese silencio que lo separaba cada vez más de ella y el cual era mas infranqueable que cualquier otra barrera. Ella también permaneció callada, como era posible que el no le dijera nada, ella no hablaría de sus sentimientos, quería escucharlo hablar a él –y ¿cómo te sientes? – terminó preguntando después del largo silencio decepcionando por completo a la itako.

-Bien, para alguien que estuvo muerta, me siento de maravilla – respondió la chica mirándolo a los ojos.

-Eso me da gusto, arriesgaste tu vida por mí, jamás me habría perdonado el que algo malo te pasara.

-Todos arriesgaron su vida, si lo vez de ese modo lo mío no tiene gran mérito – ante aquellas palabras él quiso decir algo, pero sus intenciones fueron interrumpidas por la rubia –aún me siento un poco cansada puedes dejarme sola – comentó tajante.

-Sí – contesto el shaman con un poco de tristeza por no haber declarado todo lo que sentía, como siempre, tendría que dejar sus sentimientos para después, para otra oportunidad pero… ¿tendría otra oportunidad?

Apenas lo vio salir la itako comenzó a llorar desconsolada, no soportaba ese silencio, ¿por qué no le decía nada? ¿Tan poquito la quería que ni el verla morir lo hacia decidirse? ¿Cómo era posible que su amor por él hubiera traspasado incluso el muro de la muerte pero, aun así, no pudiera franquear el que ellos mismos se habían empeñado en construir? Una idea que siempre desechaba volvía a pasar por su cabeza pero ¿qué tan absurda era?

Después de sentirse más tranquila, se levanto con lentitud, por un momento sintió sus piernas flaquear pero en cuanto las sintió lo suficientemente fuertes comenzó a caminar hacia el bacón, al asomarse pudo ver a una pareja que se besaba en el jardín, eran Pilika y Len, se veían tan felices que por un momento sintió envidia, pero también una inmensa felicidad por el hecho de ver a los dos juntos, se sentía tranquila de saber que ellos hubieran podido descubrir a la perfección sus sentimientos.

-Ya esta decidido – dijo retirándose de la ventana, camino hacia su armario y saco uno de sus ya conocidos vestidos.

Acababa de cambiarse cuando Diana entro en la habitación con una taza de té.

-Ya te sientes más fuerte ¿verdad? – comentó la joven mientras colocaba la taza en una pequeña mesa –el joven Yoh me dijo que aun te sentías débil y que te subiera un poco de té.

-Gracias – contestó la itako –puedes dármela por favor.

-Claro – dijo la chica con su tono alegre.

-¿Qué se siente no tener habilidades sobrenaturales? – preguntó la itako con un tono indiferente.

-¿Perdón? – preguntó Diana sorprendida por las palabras de su prima, la cual voltio a mirarla, lo cual la hizo comprender que en verdad deseaba obtener respuesta a su pregunta –pues bien, creo.

-Es lo que pensé – comentó Ana, mientras colocaba su mascada roja en su cabeza y miraba de reojo a Diana, quien aún sostenía la taza de té.

-Y ¿por qué me preguntas eso? – cuestionó temerosa la joven.

-Tal vez sea momento de regresar con mis padres – declaro Ana con naturalidad mientras giraba para ver de frente a su prima.

-¿QUEEEEE? – grito Diana soltando la taza que tenía en su mano, la cual fue a parar al piso para romperse en mil pedazos –iras a visitar a los tíos, ¿en este momento?

-No, regresare a vivir con ellos – dijo dejando congelada a su interlocutora –mi permanencia en esta casa no tiene ningún futuro.

-Pero ¿de qué hablas? Y el joven Yoh…

-Por eso lo digo, él estuvo aquí, y no me dijo nada de sus sentimientos, ni de lo que yo le dije, él quería que yo hablara primero pero… ya me cansé de esperar, de pasar todo lo que nos separa pero no poder superarnos a nosotros mismos, por eso he decidido vivir una vida normal y olvidarme de Yoh para siempre – terminó de decir Ana mientras secaba una lagrima que rodaba por su mejilla, su prima se coloco a solo un paso de ella y puso su mano en el hombro de la itako.

-Si eso es lo que quieres hacer, solo me queda apoyarte pero, el amor que sientes por Yoh no es algo que simplemente puedas ignorar – después se alejo un poco para comenzar a levantar los pedazos de cerámica en los cuales se había convertido la taza, aún estaba haciendo esa tarea cuando continuo –piensa en que eso que sientes por él es tan fuerte que me hizo ver mis errores, medita en todo aquello que los une, ¿de verdad es más fuerte lo que los separa?

-Por favor – dijo Ana antes de que la otra joven saliera –no le vayas a decir nada a Yoh.

-¿Qué dices? Pero entonces cuando le dirás tu decisión.

-Cuando lo tenga todo listo, se lo diré en el último momento.

-Bueno, como quieras, pero no me parece muy justo.

-Por cierto, ¿vas a acompañarme?

-Lo siento Ana, pero no puedo, veras… Horo quiere…pues, que lo acompañe a Hokaido a conocer a su familia.

-¿A su familia? – preguntó Ana un poco confundida – quieres decir que…

-Sí, Horo me pidió que fuera su… novia – comentó la chica enrojeciendo por completo.

-Entiendo, por lo visto hasta Horo- Horo expresa mejor sus sentimientos – comentó Ana más para ella que para su prima –no te preocupes tal vez sea bueno ir sola– en cuanto termino de decir esto Diana se retiro.

Ana la miro salir mientras pensaba en las palabras de la chica, eso hubiera sido absurdo, si pusiera en una balanza los momentos bellos a lado de Yoh con los malos estaría segura de que los primeros ganarían pero ya se había cansado de luchar, este nuevo amanecer le indicaba una vida diferente y para comenzarla era necesario que algo en su vida cambiara.

Diana bajo las escaleras y vio subir a Pilika, de seguro ella quería hablar con Ana, una vez abajo vio a su querido Horo- Horo peleando con Ryu; Licerg, Chocolove y Manta miraban televisión, ella entro a la cocina para tirar los pedazos de taza y ahí se encontró con Yoh quien cocinaba mientras hablaba con Len, ambos la vieron entrar, ella tenía miedo de hablar con Yoh pero fue Len el que le hablo:

-¿Qué paso? – preguntó el chino.

-Nada, solo se me cayo la taza de té que le llevaba a Ana – dijo la chica con una jovial sonrisa, como agradecía en esos momentos contar con esas dotes de actriz.

-Y a todo esto, ¿cómo se siente? – cuestionó el chico de ojos dorados.

-Bien, de hecho Pilika subió a verla – contesto Diana evadiendo a los chicos poniéndose a servir más té en otra taza.

-Pues en ese caso yo también subiré – dijo Len saliendo de la cocina.

En cuanto Diana lo vio salir, sintió un gran impulso por decirle a Yoh lo que sucedía, lo que Ana planeaba.

-Joven Yoh – dijo Diana sin pensarlo.

-Si – le respondió el rey shaman.

-Bueno…Ana…

-Si, que le pasa a ella.

-No nada… - dijo mientras salía apresuradamente con otra taza de té, y dejando al joven castaño con una duda clavada en su mente, una duda que le hizo desconfiar, por un momento, de que todo estuviera bien.

Yoh salió de la cocina en cuanto terminó de hacer la comida, miro a sus amigos que jugaban junto con los espíritus un juego de mesa, solo faltaban cuatro personas en aquel grupo, Horo- Horo, Pilika, Len y Diana, de inmediato se imaginó que debían estar con Ana así que salió al jardín para tomar algo de aire fresco, apenas iba a salir cuando vio a su amigo ainu sentado en la entrada y junto a él se encontraba Diana, la cual había recargado su cabeza en el hombro del peliazul.

-Yo creo que todavía nos quedaremos un poco más – comentó el shaman del hielo.

-Por mí esta bien, aunque me muero de ganas de conocer a tu familia – le contestó la

chica sin separarse del joven.

-Oye a todo esto, de que tanto hablaste con Ana.

-Pues… de nada interesante… solo los planes que ella tiene para el futuro.

-¿Planes con Yoh?

-No exactamente – contestó ella retirando su cabeza del hombro de su novio –pero no me sigas preguntando, estoy segura que sabrás todo después.

-No dijiste que no volverías a guardarme secretos.

-Es que ese secreto no es mío, es de ella.

-En eso tienes razón, solo por eso te perdono.

-Bueno – respondió la chica para después besar a Horo de una manera muy tierna; ante aquella imagen Yoh enrojeció por completo y decidió retirarse pues no le parecía correcto estar de espectador pero se ilusiono pensando en él y Ana de la misma forma, aunque la duda volvió a atacarlo al recordar las palabras de la joven.

Ana de nuevo se encontraba recostada mientras Pilika la ponía al tanto de lo sucedido mientras ella dormía:

-La verdad primero no me pareció su relación, después de todo ella no es un ángel – comentaba Pilika caminando de un lado al otro de la habitación, mientras Ana la escuchaba atentamente y Len sonreía ante la actitud de Pilika mientras hablaba –después pensé, en que todos merecen una segunda oportunidad y bueno…todo se arreglo con un pequeño trueque – dijo la ainu guiñándole un ojo a la itako.

-¿Un trueque? – preguntó extrañada la rubia, mientras Len hacia como que miraba algo en la ventana.

-Si, yo aceptaba su relación y él la mía con Len ¿verdad? – explico mientras miraba al descendiente de los Tao y este se ruborizaba terriblemente.

-Un plan bastante astuto, tendrán hijos muy inteligentes – declaró Ana mirando al chino.

-¿Te volviste loca? – dijo Len –no hables de cosas serias en ese tono Ana – dijo el shaman sumamente apenado mientras Pilika reía con fuerza.

–Bueno voy a ver como va Yoh con la comida – comentó la ainu reprimiendo su risa mientras se acercaba a la puerta –los dejo solos, espero que no te aproveches de mi ausencia – comentó alegremente mientras salía de la habitación.

-Pero ¿qué demonios esta diciendo? – exclamó el chico aún apenado, en ese momento escucho la estruendosa risa de Pilika que se alejaba –parece que disfruta ponerme en vergüenza – terminó de decir acercándose a la sacerdotisa -y bien, ¿qué hay de Yoh y de ti? – dijo mirándola.

-¿De que hablas? – preguntó ella con actitud desinteresada mientras tomaba una revista y simulaba interés.

-No hagas como que no sabes – contestó Len –¿qué te dijo? ¿En que quedaron? ¿Cuándo es la boda?

-Mira, apenas llevas unos días con Pilika y ya te comportas como ella.

-No me cambies el tema.

-Pues no hagas preguntas indiscretas.

-No son indiscretas, son…

-No me dijo nada – gritó ella, exasperada.

-¿Nada?, después dé todo lo que paso – dijo él mientras la miraba extrañado pues recordó lo sucedido días antes…

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UNA SEMANA ANTES… EN EL TERRITORIO SAGRADO…

-ANAAAAA – gritaba Yoh desesperado con el cuerpo de la joven entre sus brazos –ANAAAAAA, COMO PUDISTE DEJARME SOLO? – preguntaba a gritos ante la mirada asombrada de los demás, pues ninguno de sus amigos había visto a Yoh tan fuera de control como en esta ocasión, el shaman lloraba y solo sus amargas lagrimas ahugaban un poco sus gritos desesperados.

-¡Basta de teatros! – le grito Len al joven mientras estrellaba su puño en el rostro del joven de pelo castaño, solo entonces este se calmo un poco y continuó llorando silenciosamente -¡Yoh tienes que calmarte, piensa en ella, ¿crees que dio su vida para que estuvieras así?! ¡Deja de portarte como un idiota! – Yoh lo miro asombrado.

-Tienes razón – dijo secando su llanto con su mano –ella merece tanto y yo le he dado tan poco, no la dejare morir – declaro mientras levantaba el cuerpo de Ana y comenzaba a caminar.

-¿Qué demonios vas a hacer? – le preguntó Horo- Horo al chico Asakura mientras lo tomaba del brazo.

-Darle la vida que me regalo, por primera vez are algo por ella – declaró el joven caminando hacia la columna de los grandes espíritus…

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-Tardó mucho en salir de la columna – dijo Len, quien había narrado a Ana todo lo sucedido, ella lo miraba como una niña a la cual se le ha contado un maravilloso cuento –cuando salió aún te sostenía entre sus brazos – continuó el chico mientras se acercaba a la ventana –todos nos acercamos, él estaba muy agotado, después de todo era la primera vez que utilizaba la fusión con los grandes espíritus, cuando nos encontramos frente a él nos dimos cuenta de que respirabas "Está dormida" nos dijo Yoh con una gran sonrisa – terminó de decir Len volteando a verla, pudo notar como la joven contenía el llanto en sus ojos.

-Él fue capaz hasta de revivirme – comentó ella pensativa mientras el shaman se acercaba a ella.

-Ana, no hay nada más maravilloso que amar a alguien, yo me di cuenta de eso a tiempo ¿y tu? – dijo el muchacho mientras se dirigía a la puerta –bueno mejor te dejo descansar, además si me quedo más tiempo Pilika me regañara – comentó con una sonrisa mientras abría la puerta para desaparecer tras ella, pero la itako no podía evitar pensar en que Yoh era capaz de revivirla pero…¿por qué no era capaz de decirle sus sentimientos?

Algunos días pasaron, Yoh y Ana no habían vuelto hablar, pero todos pensaban que su relación había vuelto a la normalidad y que al fin podían estar tranquilos en lo que respectaba a la itako y al shaman king. Pero contrario a eso, Ana continuaba con su idea, a pesar de que su prima lo sabía no podía hacer nada, en más de una ocasión había intentado decírselo al joven Asakura pero constantemente pensaba que él era el único capaz de detener los planes de la rubia, y si este no decía nada ella no cambiaría de opinión.

Al fin llego el momento en que Liserg regresaría a su natal Londres, todos habían quedado de irle a visitar esta vez y, después de despedirse de cada uno de ellos dejo la pensión de Funbari. Dos días después Chocolove se fue, él iría a EU, una vez más todos comenzaban a regresar a los lugares donde les esperaba la vida que habían creado lejos de sus amigos pero gracias a la amistad que los unía todos podrían regresar a sus diferentes realidades con más valor.

Esas despedidas, convencían a Ana de que se acercaba el momento en el cual ella también saldría de la casa para no regresar jamás, aunque el alejarse de su amado Yoh era un pensamiento que le destrozaba el corazón.

Una semana después de la partida de Chocolove; Len, Pilika, Horo- Horo y Diana estaban listos para ir a Hokaido, era muy temprano cuando Diana y su prima se encontraban en la habitación de esta última, la joven de cabello oscuro se cepillaba mientras observaba a su prima revisando su equipaje.

-Pues creo que llevas todo – comentó Ana cerrando la última maleta.

-Ves, te dije que no había olvidado nada – contestó la joven mientras dejaba el cepillo sobre una cómoda y se acercaba a su prima –¿lo harás? – preguntó de pronto.

-¿que? – preguntó Ana mientras abrochaba el último botón de la blusa blanca que traía.

-Ana– dijo un poco molesta su prima –irte, ¿de qué otra cosa podría estar hablando?

-Claro, ya lo tengo decidido, hoy empezare a empacar en cuanto se vayan..

-Pero Yoh se morirá…

-Quieres dejar de hablar como si él fuera él único en sufrir, me duele hacer esto pero es lo mejor.

-Bueno pues dile que…

-Lo amo – interrumpió la itako –ya se lo he dicho, y se lo he desmotrado con hechos pero a él no le importa, no quiero seguir siendo la única que lucha.

-¿Sabes? Ese es el problema, los dos le dejan al otro que diga la primera palabra y… los dos tienen miedo.

-Si, creo que ese es el problema – contestó Ana mientras se acercaba a la joven –pero deja de pensar en eso, recuerda que ahora tienes que ocuparte del tonto de tu novio.

-Oye no le digas así – después las dos se abrazaron y ambas se dirigieron a la estancia de la casa, en donde ya las esperaban todos.

Yoh, Horo- Horo y Len llevaron el equipaje afuera mientras Pilika platicaba con Ana.

-Gracias – dijo Pilika –si no fuera por ti yo jamás hubiera sido feliz con Len – dijo la ainu echándose a llorar y dándole un sincero abrazo a la rubia.

-Pero si estuvo a punto de quitártelo – dijo Diana, recibiendo una mirada asesina de la sacerdotisa –oye era solo una broma – aclaró la chica con una gota en su cabeza.

-Pues vaya broma "cuñada" – comentó Pilika para después comenzar a reír mientras salía junto con Ana, Diana iba a tomar una pequeña maleta pero en ese instante el shaman king hizo acto de presencia para ayudarla pero la chica decidió decir algo, no permitiría que su prima sufriera más por culpa de aquel joven de cabello castaño, el ser el shaman king no le daba ese derecho.

-Yoh – dijo con fuerza cuando lo vio tomar la maleta -no sé en que demonios estés pensando– amenazó señalándolo con su dedo índice –pero ya me cansaste, escúchame bien, la mayoría de las personas no gozan del mismo privilegio que tu y yo, nunca se les presenta una segunda oportunidad…

-Pero… – intento decir el shaman sin entender muy bien el enfado de la muchacha.

-Déjame terminar o veras como me parezco a mi prima, serás el shaman king pero veo que eso no te ayuda a ver muy lejos, Yoh, yo decidí aprovechar esta oportunidad, no iba a perder a Horo- Horo, tu ya sabes lo que se siente perder a la persona que amas y mi prima también, entonces ¿qué estas esperando? ¿Quieres perderla de nuevo? No seas cobarde, aprovecha esta oportunidad o te arrepentirás, créeme – termino de decir, se acerco y le dio un beso en la mejilla –cuídate mucho y recuerda lo que te dije "primo" – comentó dándole una pequeña caja, para después atravesar el umbral de la puerta.

Yoh acompaño a sus amigos hasta el aeropuerto pero Ana solo le dijo que tenía que hacer algunas cosas así que ella se despidió de Len y Horo- Horo para después verlos alejarse de la pensión y en cuanto se encontró sola en la casa se dirigió a su habitación para terminar de arreglar su equipaje.

Comenzó a guardar toda la ropa que tenía en algunos cajones, mientras guardaba sus cosas, los recuerdos venían a ella por montones, atormentándola, guardo una blusa azul que había utilizado durante un día de campo con Yoh, pero sus lagrimas brotaron sin control cuando guardo su antiguo uniforme de la secundaría y rememoro los instantes en que antes del shaman fight, hacia entrenar a su prometido. Así, poco a poco iba guardando cada momento vivido con él, con el hombre que amaba y que amaría toda su vida.

Comenzó a guardar otros objetos, como una foto tomada en una feria a la que Yoh la había llevado un poco después de regresar de Norteamérica, todo ese día lo habían pasado juntos, comportándose como dos enamorados novios, pero esos tiempos ya no regresarían jamás.

Yoh regreso después de un largo rato, había pensado en ir a la colina del cementerio pero algo le dijo que las palabras de Diana no eran en vano, se sentó un momento en la estancia para ver que era lo que Diana le había dado en aquella caja. Una vez sentado tomo la caja y desato un listón rojo alrededor de ella, en cuanto la abrió, se encontró con la pulsera de Ana, era cierto, hacia un buen tiempo que no la veía con ella puesta pero ¿por qué la tenía la prima de la itako? Junto a la pulsera se encontraba una nota que decía: "¿No crees que deberías regresársela a su dueña?"

El shaman king no comprendía muy bien todo lo que pasaba pero pensó en que de inmediato se la debería entregar a su adorada sacerdotisa.

El muchacho subió velozmente las escaleras hasta llegar a la habitación de la itako, se detuvo ante la puerta, dentro se escuchaba el abrir y cerrar de cajones así que decidió llamar pues sabía que si abría sin permiso la rubia lo golpearía. Toco una vez la puerta pero no recibió respuesta hasta la tercera vez que toco; en cuanto escucho un leve "adelante", entro al cuarto de la itako y observo todo el desorden de la habitación, por un momento pensó que la chica había decidido limpiar su habitación, pero se detuvo en contemplar las maletas que descansaban sobre la cama de la itako.

-¿Qué haces? – preguntó Yoh mientras caminaba hacia la itako, la cual continuaba sacando cosas de sus cajones.

-¿No ves? Estoy empacando – dijo ella mientras doblaba uno de sus vestidos.

-Sí, pero ¿para qué? – preguntó confundido el Shaman.

-Pienso irme – contestó ella mientras cerraba la primera maleta.

-¿De vacaciones? – cuestionó el joven acercándose más a la sacerdotisa.

-No, para siempre – respondió Ana de una manera tan fría que dejo petrificado al muchacho, esperaba cualquier respuesta menos esa.

-¿Qué? – dijo Yoh tratando de salir un poco de su asombro –pe…pero ¿adonde?

-Con mis padres – comentó ella mientras lo hacia a un lado para guardar cosas en la segunda maleta.

-¿QUÉ DEMONIOS ESTAS DICIENDO? – grito Yoh dejando parada en seco a la chica pero ella de inmediato le contestó.

-YA TE LO DIJE, ME VOY, ME VOY Y NO PIENSO REGRESAR JAMÁS –le grito la itako comenzando así una fuerte discusión con el joven Asakura.

-NO TE PUEDES IR ASÍ.

-DAME UNA BUENA RAZÓN PARA NO HACERLO.

-ERES MI PROMETIDA.

-¿SI?, PUES JAMÁS ME HE SENTIDO COMO TAL.

-NO TE ENTIENDO ANA, PENSÉ QUE…

-MIRA YOH NO QUIERO CONTINUAR CON ESTO, ADEMÁS PENSÉ QUE HABIAMOS TERMINADO CON NUESTRO COMPROMISO, ASÍ QUE DEJAME EN PAZ.

-NO – le grito con aún más fuerza –nunca te dejare ir – dijo bajando el tono de su voz, para después tomar a Ana por sus brazos –no, si te vas será como si se me fuera la vida, perdóname – comentó él abrazándola con fuerza, lo cual dejo a la itako sin reacción alguna –perdóname por todo este tiempo sin decirte que…que te amo.

-Yoh – dijo Ana mientras unas pequeñas lagrimas salían de sus ojos.

-No, no llores, no me gusta ver sufrir a mi prometida – dijo él mientras le secaba las lagrimas con su mano –nunca quise hacer sufrir a mi itako, MI ANA – dijo acercándose para besarla con ternura, ella por supuesto correspondió el beso, demostrándole que lo perdonaba. Largo rato estuvieron besándose, hasta que Yoh se separó un poco de ella, se acerco a la cama de Ana, pues ahí había dejado la caja que Diana le había entregado, después volvió a acercarse a Ana y ante los asombrados ojos de la rubia se hincó.

-¿Qué haces? – preguntó ella extrañada.

-Algo que siempre quise hacer – dijo comenzando a abrir la caja –dicen que debería ser un anillo pero…aunque no lo sea Ana Kiouyama, me harías el honor de convertirte en mi esposa, no en la del Shaman King, ni en la del heredero de una familia de shamanes sino…en la de Yoh Asakura.

-Sí, hace mucho que te había dicho que sí – le contesto mientras él se levantaba y le colocaba la pulsera, te amo Yoh, pero pensé que tu no me amabas.

-Siempre te ame, pero soy tan tonto que necesite de mucho para tener el valor de decírtelo, solo perdo…- no pudo continuar, porque ella lo había callado con un tierno beso el cual le demostraba el perdón de la rubia y ese era un juramento, de nunca, nunca volver a guardar silencio dándose cuenta de LO PODEROSO QUE ERA LO QUE SENTÍAN, DE LO MUCHO QUE LOS UNIA.

FIN

PERO AÚN HAY MÁS Y SI NO ME CREEN LEAN EL EPILOGO.